sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 179

Estoy hablando al mundo por conducto de mis escogidos. Benditos sean los que se han inspirado en Mí, porque su verbo se ha desatado, ha habido esplendor en él y Yo he manifestado mi sabiduría Y mi voluntad.

En el principio de los tiempos el hombre, dotado de inteligencia y de razón, empezó a discernir, a formar ideas y a elevar su culto a su Señor. Su espíritu fue forjándose, y cuando hubo evolucionado, después de grandes experiencias, envié a Abraham, a Isaac y a Jacob, para que fuesen ejemplo y tronco de un árbol espiritual, padres de una numerosa familia, cuyo linaje había de perdurar a través de los tiempos, que se multiplicaría y se extendería sobre el haz de la tierra. De ahí brotaron las doce tribus, llenas de fuerza y potestad para llevar a las naciones la misión de enseñar el verdadero culto al Creador y abolir el pecado. Yo encomendé esta tarea al pueblo de Israel porque contemplé en la primera edad del hombre muchos balbuceos y malas interpretaciones a mi ley. El culto espiritual, sencillo y puro que pedí a mis hijos, degeneraba en idolatría, en actos materiales y abominaciones. Teniéndome cerca de ellos, me sentían muy distante, y creyendo cumplir con la ley, pecaban. Cuando envié profetas a la humanidad, les desconocieron y al oír su palabra llena de celo y rectitud, me decían: No podemos seguiros Señor, el camino es muy estrecho. Y el Padre que es amor y que vivifica y acompaña a todos sus hijos, ha esperado su reconocimiento.

Hoy vivís en el Tercer Tiempo, pueblo escogido y os he enviado con la misma misión de despertar y aconsejar al mundo. Si os preparáis, vuestra inspiración será inagotable, y después de 1950 dejaréis manifestar a través de vuestras palabras la enseñanza como discípulos Míos y con ella mi voluntad, mis revelaciones y mi caridad. Vuestro amor a la humanidad hará prodigios, Y penetraréis en una vida de trabajo y solicitud constante; y cuando hayáis dado pasos de espiritualidad, no deberéis sentir superioridad sobre aquellos vuestros hermanos, cuyos espíritus no alcancen todavía la capacidad vuestra.

Elevaos y si es menester que descendáis para salvar a su espíritu, hacedlo, así corno el pastor desciende hasta el abismo donde su oveja ha caído, para rescatarla y reunirla con las demás que forman su rebaño. Sed buenos pastores aprended a cultivar el corazón de vuestros hermanos con esta enseñanza que es vida, elevación y grandeza.

Jamás cerréis vuestro corazón al amor y sabréis conocer a través de él la obra infinita de vuestro Padre.

Sed clementes con las faltas de vuestros semejantes, ¡oh discípulos amados!

Bienaventurados los que no juzgan las faltas de sus hermanos y evitan que el escándalo sea en torno de ellos, por que manifiestan limpidez en su corazón y saben, practicar la caridad.

Sólo tendrá derecho a juzgar Aquél que sepa hacerlo y que además, sepa corregir y enseñar con verdadero amor. En las actuales pruebas en que se encuentra la humanidad, puedo deciros que Yo soy el único que tiene derecho a juzgar, porque entre todos los hombres no veo a un justo que tenga derecho de hacerlo.

Cuando améis la virtud y os duelan los errores de los demás, cuando lleguéis a consagrar toda vuestra vida para el mejoramiento de vuestro espíritu, lograréis dar el verdadero ejemplo y si con obras, palabras y pensamientos vais enseñando y haciendo luz en el sendero de vuestros hermanos, habréis logrado asemejaros al Divino Maestro, el que cuando estuvo en la tierra os demostró cómo se puede ser un juez perfecto.

Yo dejaba que Llegaran ante mi presencia los grandes pecadores, hombres o mujeres; dejaba que en mi camino se cruzaran los grandes hipócritas, permití que me sometieran a prueba, que me interrogaran, que se burlasen o tratasen de humillarme. Yo bien sabía qué mi juicio no lo resistirían y que todos llegarían a sentir mi divina presencia. En algunas ocasiones bastó sólo una frase para llegar a conmover a un hombre; en otras era suficiente una mirada o simplemente el silencio pero debéis, saber que en mi actitud había humildad, dignidad, amor, piedad.

La humildad, la dulzura y el amor, eran la esencia de la justicia de Jesús y sin embargo la humanidad no tuvo juez tan inexorable. ¿Quién podrá resistir al verdadero amor, a la absoluta pureza, a la luz divina?

En verdad os digo, no existe fuerza que podáis oponer a mi amor. Los enemigos resultan pequeños, las fuerzas contrarias son débiles, las armas que han tratado en contra de la verdad y de la justicia siempre han sido frágiles.

La lucha que las fuerzas del mal han sostenido en contra de la divina justicia, os ha parecido una contienda interminable, y sin embargo, ante la eternidad, será como un instante y las faltas cometidas durante el tiempo de imperfección de vuestro espíritu quedarán como una débil mancha que vuestra virtud y mi amorosa justicia se encargarán de borrar para siempre.

Todo el que tomare de mi palabra, que es como el agua cristalina, sed no volverá a tener. Todo el que me reconociere en el Tercer Tiempo en estas lecciones que vengo a entregar, será fuerte en las grandes pruebas que se acercan a la humanidad y no perecerá.

Vengo a prepararos para que no seáis sorprendidos. Encended vuestra fe y aun cuando el huracán sople y quiera apagar vuestra lámpara velad guardadla celosamente y no quedaréis en tiniebla.

 Hoy ya no sonríe el mundo al oír mis lecciones; el espíritu sabe que está atravesando por el gran día del Señor, en el que han de ser juzgadas todas sus obras, y en el que mi mirada penetrará hasta lo más profundo de su ser; sabe que su cosecha está mezclada con la mala simiente cuyos frutos van a darle amargura. Su conciencia le dice que no ha cumplido las órdenes divinas, que se ha apartado del camino de sumisión y obediencia y que por eso su cruz es muy pesada. Yo, he dado a todos los seres un cáliz para que lo llenen de amor y buenas obras y me presentáis sólo amargura y veneno; queréis apartarlo porque sentís morir y buscáis el antídoto, y Yo os digo: Venid a Mí, que aún podéis recobrar la vida; oídme y trabajad.

Amad, desechad el odio, dejad detrás de vosotros las antiguas costumbres que apartan vuestros pasos de la senda del bien. Iluminad vuestro sendero con mi palabra de todos los tiempos; buscad la herencia divina en el fondo de vuestro espíritu y recordad mis máximas que os fueron entregadas por conducto de Moisés, mi palabra y ejemplos a través de Jesús; reconoced mis revelaciones que como Espíritu Santo he venido haceros en el Tercer tiempo y sabréis porque lloráis. Mas Yo aparto de vosotros el cáliz y os ofrezco mi paz.

En mi palabra de este tiempo encontraréis la misma esencia de aquélla con la que os doctrinó Jesús, la misma verdad que en los diez mandamientos os entregué en el Sinaí. Todo aquel que quiera servirme, conozca antes que mi camino es de sacrificio y de entrega por amor a sus semejantes. Mas también os digo, que Yo tomaré en cuenta todos vuestros méritos para llevaros a la verdadera vida.

Sentid mi amor y venid a Mí, hombres de buena voluntad, levantad vuestra faz y mirad a Cristo que ha vuelto entre los hombres cumpliendo su promesa.

Penetro en lo profundo de vuestro corazón y ahí recibo el homenaje sencillo de vuestro espíritu que me habla por medio de la oración y me presenta su propósito de seguirme, de practicar mis enseñanzas, de ser fuerte y mostrarse sereno ante las pruebas.

La respuesta a esa oración sentida y humilde, es la de ofreceros que siempre estaré con vosotros y que esta presencia os la haré sentir más clara en las horas difíciles por las que atraveséis.

La luz de esta era viene rasgando el velo de oscuridad que envolvía al espíritu de los hombres; viene rompiendo las cadenas que lo tenían sujeto, impidiéndole llegar al verdadero camino. En verdad os digo que no penséis que mi doctrina prohíbe la investigación de todas las ciencias. Si Yo soy quien despierta vuestro interés, vuestra admiración y vuestra curiosidad; por eso a vuestro espíritu le he dado el don del pensamiento para que se traslade libremente a donde quiera. Os he dado la luz de la inteligencia para que comprendáis lo que miréis a vuestro paso; por eso os digo: Investigad, escudriñad, mas procurad que vuestra forma de penetrar en mis arcanos sea respetuosa y humilde, porque entonces, será verdaderamente lícita.

No os he prohibido que conozcáis los libros que los hombres han escrito, mas debéis estar preparados para que no tropecéis y os confundáis. Entonces sabréis cómo empezó el hombre su vida y su lucha y a dónde ha llegado; y cuando esto sea tendréis que buscar mi fuente de enseñanzas y revelaciones para que Yo os muestre el futuro y el fin que os espera.

Prepárese cada cual en la forma en que su conciencia le dicte. Comprended que llegará el momento de la lucha y que no vais a buscar entonces las sombras de un claustro para meditar, sino que daréis la cara al mundo y a las tentaciones y no rehuiréis un solo instante esa lucha.

Si no os preparáis, si no analizáis mi doctrina, mañana podrá surgir entre la humanidad una teoría que aunque falsa, tenga visos de verdad, y no es mi voluntad que os dejen en el camino como impostores, porque tratarán de demostramos que no fue verdad mi venida en este tiempo.

Aprovechad vuestra propia fuerza para prepararos y no la desperdiciáis juzgando las obras de los demás.

Muchas veces os he dicho: Unificaos, mas cuando os hablo de unificación, comprended que no hablo solamente de vuestros recintos, sino que esa palabra abarca todo el universo.

Ved que no he venido a inspiraros rito alguno. Ni en el Segundo Tiempo ni en éste he venido a buscar trono o sitial dentro de los recintos que a mi culto habéis destinado. Hoy vengo a deciros que no me ofrezcáis tesoros de la tierra ni vanidades humanas, porque estaréis haciendo lo que el tentador con Jesús en el desierto: Ofrecerle su reino a cambio del mío. Ya sabéis que mi reino no está en este mundo. Por eso me hice hombre naciendo y viviendo en la humildad, para demostraros que para conquistar el "reino de los cielos", no son necesarios el poder y las grandezas de la tierra.

Mas, ¿por qué habéis de ofrecerme las riquezas materiales si de antemano sabéis que todo es mío? Dadme lo que no poseo aún: vuestro amor.

Es vuestro espíritu al que vengo a buscar, porque es parte del mío y a Mí tiene que tornar; mas para rescatarlo tuve que descender hasta él. Hoy será vuestro espíritu el que tendrá que elevarse por la virtud hasta llegar a mi seno.

Discípulos míos: Buscáis dentro de vosotros los pensamientos y las obras que sean agradables a Mí para alcanzar mi gracia y Yo que conozco vuestro amor y esfuerzo, os concedo lo que solicitáis. No son bienes terrenales los que me pedís, no ambicionáis tanto los goces perecederos como los que son perdurables; vais camino de la vida eterna, en donde descansaréis de vuestra lucha.

Saturaos de la esencia contenida en mi palabra y si hay dolor en vosotros, consolaos pensando que en él encontraréis una luz que siempre os estará señalando el de la vida eterna. Ese mismo dolor no permitirá que el espíritu duerma o se envanezca, será como rocío que refresque y vivifique el corazón.

En todos los tiempos os he hablado de la vida eterna, de ese camino que el espíritu recorre y que no tiene fin, en el cual se desarrolla, se perfecciona y llega a su Señor. Para que tuvieseis un ejemplo que palpar y seguir, vine Yo en el Segundo Tiempo. Me limité en Jesús, nací y viví como hombre, cumplí con las leyes divinas y humanas, sentí los rigores de esta vida, trabajé para labrar el pan; pero sobre estos cumplimientos entregué al mundo mi mensaje de amor y de ternura.

Cuando hubo llegado el tiempo de la predicación y de los hechos, consagré mi Espíritu al cumplimiento de esa misión.

No todos han sabido comprender que el espíritu es antes que la carne. Y de esa doctrina de amor que os entregué, muy pocos frutos me habéis presentado. ¡Cuán frágil es vuestro corazón! Muchos dicen amarme y desconocen los beneficios de mi enseñanza.

En aquel tiempo, cuando Yo revelé a mis discípulos que volvería entre, los hombres, me preguntaron cuándo sería la realización de mis profecías y Yo les dije: Velad y orad y las contemplaréis. Muchos me esperaban muy pronto, y es hasta este tiempo que he venido como juez, para preparar el camino de todos los seres. Si abriesen sus ojos espirituales me contemplarían descender sobre la nube blanca y desde ahí enviar sobre la tierra innumerables rayos de luz.

¿Quién podrá analizar la esencia de mi Espíritu, si soy luz, amor divino, si en Mí no hay forma material? He venido a vosotros en medio de la humildad; la virtud que os enseño, es la misma que prediqué en el Segundo Tiempo. Quiero acercar a mí a vuestro corazón y que reconozcáis mi nueva manifestación.

Hay muchos que por temor o falta de estudio, no han evolucionado y practican sólo la ley de Moisés, sin reconocer la venida del Mesías, y otros que creyendo en Jesús, no han esperado al Espíritu Consolador prometido; y Yo he descendido por tercera vez y no me han esperado.

Los ángeles han anunciado estas revelaciones y su voz ha llenado el espacio. ¿Les habéis reconocido? Es el mundo espiritual que ha venido entre vosotros a dar testimonio de mi presencia. Todo lo que ha sido escrito, se cumplirá. La destrucción que se ha desatado, vencerá el orgullo y la vanidad del hombre y éste, humilde, me buscará para llamarme Padre. Amadme y me reconoceréis. Así brotará de vuestro corazón la súplica por la paz de las naciones. A todos os amo y cuando ya preparados tornéis a Mí, haré pacto de alianza con los hombres y habrá gozo en el Padre y en los hijos.

Aquellos que me esperaban, no se han sorprendido de mi palabra dada a través del hombre. Los demás han negado que el Maestro haya vuelto a manifestarse en esta forma al mundo. Mas Yo os digo: Orad y analizad, estudiad las profecías, escuchad la voz de la conciencia en el fondo de vosotros mismos y sabréis responder a toda pregunta que os hagan.

Yo os bendigo, pueblo. Os he dado vida y os estoy alentando en el camino de evolución, porque os amo. Al hombre y a los seres inferiores les he dado los elementos necesarios para vivir. Todos vivís dentro de Mí y estáis sujetos a mi voluntad. Os he dicho que "la hoja del árbol no se mueve sin mi voluntad". Para vivir tenéis el aire que respiráis, el sol que calienta vuestro cuerpo, las aguas y los frutos que os alimentan; mas a vosotros que estáis dotados de espíritu, os concedo penetrar en mis arcanos para que conozcáis todo lo necesario para vuestra elevación espiritual. Vuestro espíritu no morirá, mientras que la naturaleza material hoy existe y mañana ya no será, porque la he formado para que sea sierva del hombre y después de cumplir su destino, desaparecerá.

La tierra, las plantas, los animales, pagan un tributo de gratitud a su Dios. Toda la creación se inclina y se somete a las leyes. Las fieras en la selva se aman, no matan a seres de su especie y si lo hacen es para alimentarse, respetan a la compañera, no se multiplican antes de tiempo, no se censuran. Y vosotros, hombres, hacéis todo lo contrario, porque tenéis libre albedrío y voluntad; mas Yo os he dado la conciencia y la ley para iluminar vuestro sendero. Despertad, abrid vuestros ojos a la luz de mi enseñanza, y si habéis de llegar a Mí, ¿por qué retardáis vuestro paso? No hagáis dolorosa la jornada. Dejad que el espíritu me busque, me ame y me comprenda y en su oración y práctica se fortalezca y se reanime.

Os preparo para que cumpláis con celo mi ley, y así podáis enseñar y ser báculo de vuestros hermanos.

Quiero que me améis como Padre y me miréis en la obra perfecta de mi creación. En el agua cristalina de los arroyuelos, en el verdor de los campos, en el aire que acaricia vuestras mejillas, en el firmamento sembrado de estrellas, no me neguéis, no me deis ese dolor.

Ved que me estoy derramando en esencia para alimentar vuestro espíritu; estoy sanando a los leprosos del cuerpo y del espíritu, porque así como el cuerpo necesita alimento para vivir, el espíritu necesita sustento espiritual, necesita amor, la comunicación con su Padre, el cumplimiento de los deberes. En esta armonía podréis vivir felices hoy en la tierra y mañana en la mansión espiritual.

Mi amor es con vosotros. Mi inspiración se traduce en palabra por medio de la mente de estas criaturas preparadas. Son mis intérpretes y Yo me manifiesto según su preparación y capacidad espiritual. Todos podríais ser mis portavoces. El hombre es muy pequeño para recibir la potencia de mi Divinidad, mas Yo envío al entendimiento un rayo limitado, Para hacerme comprender y que mi Verbo sea pronunciado por sus labios y os digo: Venid a recibir el amor de vuestro Maestro y la enseñanza para mitigar vuestra sed de saber. Algunos sentís temor y os pregunto: ¿Por qué albergáis ese temor, si siempre he estado con todos mis hijos, si me tenéis en vuestro corazón?

Mi amor ha sido grande para vosotros y por eso os he escogido de distintas comarcas y naciones, porque mucho me necesitáis. Tenéis contraído un compromiso conmigo Porque en tiempos pasados no cumplisteis con vuestra misión y es menester apresurar el paso para que podáis llegar a Mí limpios y puros, así como brotasteis de Mí.

Todavía no os habéis perfeccionado y ya estáis en la consumación de los tiempos. Ha mucho que en esta era os hablo por conducto del hombre. Os he hablado en parábola y si leéis los escritos en donde mi palabra está impresa y fue transmitida por los primeros portavoces, apreciaréis mí paciencia y sentiréis dolor por vuestra negligencia. En todas las congregaciones en donde el pueblo sé reúne, he derramado mi esencia y os he dicho: . Sentid su dolor, amadlos como os amo Yo.                  

He venido en busca de esa parte de mi Espíritu que está en vosotros y que me pertenece, para rescatarla. Vengo a declarar la guerra, pero no a la humanidad, sino al pecado, al mal. En esa lucha que ya es entre vosotros, debéis permanecer fuertes. Poned en práctica vuestros dones, para que a medida que entreguéis el bien, ellos se multipliquen y sean inagotables. Si os hablo de regeneración, es porque habéis perdido la gracia y pureza con que os engalanó y que debíais haber conservado a través de los tiempos.

Os dije que vendría en la nube y que vendrían también mis ángeles. Y ¿acaso estas profecías no se han cumplido? ¿Mi mundo espiritual no os ha hablado corroborando todas mis palabras? Grandes pruebas vendrán y conmoverán la tierra. Para entonces, no quiero que me busquéis como juez; buscadme como Padre y Maestro Yo os enseñaré el verdadero camino de la vida, el amor y la humildad, para que no busquéis corona ni cetro. Si queréis ser grandes, sed humildes.

Quiero que estéis unidos, porque después de 1950 no oiréis la palabra de vuestro Padre a través de los portavoces y vuestro espíritu buscará un aliciente para continuar en este sendero, y muchos de vosotros seréis débiles como Pedro, y otros dudaréis como Tomás, mas, ¿quién imitará a Juan? En verdad os digo, que si me amáis como ese discípulo predilecto, me veréis en todo mi esplendor y os diré: Venid a Mí, corazones afligidos; soy Padre y siento el dolor de todos mis hijos. Orad y sentiréis muy cerca al cirineo ayudándoos a cargar vuestra cruz. Conformaos y sed fuertes en las pruebas y vuestras penas serán ligeras.

 He preparado a esta nación y sus moradores para manifestar mi doctrina, para que el pueblo pueda elevar su espíritu y contemplar en el más allá la segunda Jerusalén, la tierra espiritual prometida en donde han de reunirse con los patriarcas al final de los tiempos. Mi voluntad es que en esta nación se mezclen las diferentes razas, que encuentren paz aquellos que cansados de guerras y discordias busquen un lugar para meditar sobre mi enseñanza y los hambrientos de espiritualidad tengan la manifestación de mi Espíritu que les llene de luz y de consuelo, para que desde el valle material puedan contemplar los umbrales de la vida superior donde el espíritu debe morar y ver el cumplimiento de mi palabra.

Yo daré esplendor a esta nación. No sólo se elevará espiritualmente, sino materialmente alcanzará poder. Sus tierras serán fructíferas, en sus moradores habrá energía y fuerza moral y el espíritu preparado por Mí dará prueba de elevación y conocimiento de mi ley.

Y cuando el hombre del mundo se acerque y contemple en vosotros mi obra, sentirá el anhelo de enmendar su vida y buscará los principios naturales, que lo ayuden en su restitución; meditará en la ley, buscará mi palabra y su espíritu volverá a estar en contacto conmigo. Yo le hablaré secreta y amorosamente y lo pondré, en el principio del camino y de esta etapa empezará a subir para escalar el monte en donde yo le espero.

No todos oirán mi palabra en este tiempo en la misma forma en la que os hablo a vosotros, mis discípulos; mas sabed que todo el que me busque, me encontrará. Mi inspiración estará en todo aquél que me ame y de ello daréis testimonio. Si vosotros os habéis levantado al cumplimiento antes que ellos, preparad su camino dando ejemplo de amor y de humildad.

Estad, cerca de mí. Dejad que los ojos de vuestro espíritu se abran y que vuestro corazón perciba mi amor, que todo lo que oigáis y sintáis sea guardado en vuestro ser, para que mañana recordando y analizando mi palabra podáis enseñar a vuestros hermanos.

No desperdiciéis estas lecciones que son páginas del libro de la sabiduría que ahora os doy para vuestra salvación.

Yo os recibo y en vosotros recibo a todos mis hijos. Mi sabiduría desciende sobre todos mis discípulos que han sabido preparar su entendimiento y su corazón.

Vengo como luz y fortaleza, como paz y amor a vuestros corazones, para que no sintáis debilidad ante los hombres.

Os revestís de paciencia sabiendo que habéis venido a cumplir la noble misión de establecer la fraternidad y la paz en el mundo; porque sabéis que tenéis que velar para que sea cumplida la voluntad del Padre Celestial. Debéis ser como centinelas que velen por ese mandato no cumplido aún.

Mi voz incesantemente llama al hombre al camino de la ley, y vosotros, que fuisteis los primeros en recibir mis revelaciones en este tiempo, habéis venido a ser los postreros, para que contempléis cómo llegan a Mí las multitudes; mas como sois de aquellos que primero me reconocieron, estáis obligados a ser un ejemplo dentro de mi enseñanza, a ser como un báculo para vuestros hermanos.

Siendo tan grande vuestra misión veo que aún os falta valor y fe para ser los apóstoles del Tercer Tiempo. Aún tenéis en vuestra vida instantes de flaqueza, de desesperación y de lucha con vosotros mismos. Venced todas las barreras. Vuestro corazón ya ha sentido la grandeza de mi obra habéis comprobado que mi palabra es alentadora. En mi enseñanza habéis aprendido a orar para libraros de la tentación.

No quiere el Maestro que sigáis desaprovechando el tiempo, ved cómo la humanidad en algunos sentidos ha alcanzado adelanto, pero Yo quiero que su progreso sea completo, que la vida humana y la espiritual armonicen.

 Esta vida es una hermosa oportunidad que se presenta a vuestro espíritu para progresar. Caminad, creced, evolucionad, mirad cómo todo en la creación evoluciona y se transforma. Fuisteis en el principio semejante al átomo en vuestra pequeñez; pero por la inteligencia de que os doté, habéis llegado a tomar en vuestras manos los elementos que la naturaleza posee, para serviros de ellos. Desde que llegasteis a morar la tierra, ya se encontraba en ella la ley esperándoos, y el Padre desde entonces os ha estado revelando la vida espiritual, encaminándoos a la morada a donde habéis de llegar a descansar y a gozar de paz después de la lucha, para alcanzar vuestra purificación.

 Oíd siempre la voz de vuestra conciencia para que ella os diga si habéis o no cumplido con la ley.

PARÁBOLA

Oíd: "Encontrábase un varón sobre una montaña, Conocía los montes, los bosques y los caminos, por donde se internaba en busca del sustento para los suyos. Cierta ocasión, en medio de su soledad, escuchó una voz que decía: Yo te contemplo, varón y veo tu lucha; por eso vengo a ti, porque Yo soy la vida que palpita en todo lo creado, mas escucha: Levántate, ve y únete a los que te pertenecen y diles lo que has escuchado y lo que sintiendo no has podido ver, y cuando estén persuadidos de lo que tú ya crees, forma con ellos el principio de un pueblo, levántales en pos del cumplimiento de la promesa de una tierra que les tengo preparada". Aquel varón, al oír esa voz, sintió palpitar su corazón con fuerza y no se atrevió a levantar su faz para contemplar al que así le hablaba. Sintió que una fuerza desconocida penetraba en su ser, como si una luz celestial inundara de valor su espíritu. Cuando aquella voz calló, sintió que la fatiga de su cuerpo se apartaba, a la vez que sobre su espíritu experimentaba el de una responsabilidad. Enseguida partió en busca de los suyos para testificar lo sucedido y como era hombre recto, todos creyeron en su palabra. Él varón decía: "Aquella voz que escuché, me habló de un camino, mas de todos los que conozco, no sé cuál sea; acaso exista uno que conduzca a alguna gran ciudad o tal vez lleve a una extensa tierra de viñedos". Una noche, al encontrarse recostado en su lecho, oyó la voz en su conciencia, ya no en sus sentidos, que le decía: "El camino no lo conocen tus ojos, porque él sólo es visible a la conciencia es el camino de mi ley". Y entonces escuchó los preceptos de ella que hablaban de amar a Dios sobre todo lo creado, de no adorarlo a través de figuras creadas por la imaginación o el fanatismo y oyó hablar también del amor de los unos para los otros. Ese era el camino, el del amor y el bien. Cuando despertó el varón, comprendió que todo aquello había sido una revelación divina hecha a su espíritu. Nuevamente dio testimonio a su familia de lo que había recibido en sueños y lleno de fe y obediencia reunió a todos los suyos, para que con su unión formasen la simiente de un pueblo fuerte y grande.

Es mi parábola de este día en que os hablo de Moisés aquel espíritu con quien tienen semejanza los guías de este tiempo. Aquél que oraba en silencio y se comunicaba con su Padre, aquél que condujo a su pueblo en larga jornada través del desierto, el mismo que ante la debilidad de las multitudes rompió contra el suelo las tablas de la ley.

Tres eras han pasado y hoy os pregunto: ¿Quién de vosotros conoce el camino? ¿Quién es aquel que de verdad se prepara para escuchar la voz del Eterno? Dónde están los que puedan decirme, como lo hicieran hermanos vuestros en otros tiempos: Señor, si es menester el sacrificio de mi existencia en bien de tu obra, hágase en mí tu voluntad.

Hoy no encuentro quien hable así a su Maestro. ¿Cómo vais a dar a conocer al mundo mi palabra en este tiempo? Es menester qué os unáis, para que mi obra de amor y de pureza sea reconocida. Si la presentaseis a través de ritos, símbolos o creencias, no lograréis estremecer el espíritu de vuestros hermanos; en cambio, si con vuestras obras dais él ejemplo de amor, mi ley será conocida y respetada.

Estudiad mi palabra, porque en ella escucharán la voz del Padre, quien a través de vuestra conciencia os señalará siempre el camino y os hará contemplar la perfección que vayáis alcanzando en él.

Así como escudriñáis y os maravilláis ante la vista del cuerpo humano que es tan sólo la forma exterior del hombre, así abismaos en la contemplación y en el estudio del espíritu, porque sólo así conoceréis su grandeza.

Luchad y aunque vuestra lucha sea intensa, no os canséis de testificar mi verdad. Haced el bien aunque tengáis que llegar hasta el sacrificio. Tenéis la misión de salvar a vuestros hermanos.

Yo os doy mi bendición y mi perdón.


¡MI PAZ SEA CON VOSOTROS!

No hay comentarios: