Con vestidura de gracia os he cubierto, para que
sea ella lo que os distinga entre los pueblos y religiones de la Tierra.
Sólo con la práctica de mi Doctrina podréis
conservar limpia esa vestidura, que no es material, sino que la lleváis hecha
de luz en vuestro espíritu.
Es tan delicada, que hasta una mala mirada que
refleje malos sentimientos para vuestros semejantes, es capaz de imprimir en
ella una mancha; ya podréis comprender que si cometéis faltas mayores, entonces
no serán manchas, sino jirones los que arranquéis a vuestra vestidura.
Todos, al brotar de mi Espíritu, fuisteis
dotados de esa vestidura que es pureza espiritual. ¿Quién ha logrado conservar
intacta esa gracia hasta su retorno? ¿Quién ha salido impecable a través de
todos los combates y de las tentaciones? Muy pocos, la mayoría viste de
andrajos y muchos van desnudos de virtud.
Ahora he venido a cubriros, a vestiros
nuevamente, derramando mi luz sobre los espíritus, como un inmenso manto que
hago jirones para engalanaros. Sabed, oh pueblo, que es precisamente esa luz
por la que el mundo os reconocerá.
Os estoy librando de la maldad para que seáis
dignos de poseer mi semilla y de sembrarla, ¿Cómo podría enviaros desnudos o
harapientos, manchados o impuros a dar testimonio de mi palabra?
Ahora que habéis iniciado una jornada de
regeneración, no os detengáis, no vayáis a dormiros en mitad del camino porque
entonces retardaréis vuestro adelanto espiritual.
Quiero que cada paso que deis dentro de mi Obra,
sea un peldaño más que os eleve en vuestra caminata y que sepáis que cada obra
tiene un fruto que daros. No dejéis de recogerlo, no os conforméis con sembrar
para luego descuidar la cosecha.
Si verdaderamente anheláis llegar a ser maestros
en espiritualidad, tenéis que ser perseverantes, pacientes, estudiosos y
observadores, porque entonces tendréis ocasión de ir recogiendo a vuestro paso
el fruto de vuestras obras, con lo que iréis acumulando experiencia que es luz,
que es conocimiento de la vida verdadera.
Los que enseñen en el mundo mi Obra, tendrán
que ser verdaderos conocedores del ser humano, tanto en lo que corresponde al
espíritu como en lo que respecta a la materia.
Un consejo para que sea acertado, una palabra
para que resuelva un problema, un juicio para que sea recto, una enseñanza para
que sea persuasiva, tendrá que provenir de un espíritu acrisolado en la
experiencia, fortalecido en la lucha y purificado en el bien.
¡Cuántos hay en el mundo que se dedican a guiar
espiritualmente a través de las diversas religiones y sectas que existen, y que
en lugar de guiar a sus hermanos por la senda de la verdad, los hacen perderse
entre tinieblas y los arrojan a los abismos de la ignorancia! ¿Por qué? Porque
no conocen a la humanidad, porque no tratan de comprenderla; mas ¿Cómo podrán
conocer a la humanidad si ni a sí mismos se conocen?
No quiero que esto os vaya a acontecer a
vosotros, discípulos amados del Tercer Tiempo. Mirad cómo he venido a enseñaros
a penetrar primero en vuestro interior, a conoceros íntimamente, a saber
juzgaros a vosotros mismos. Ved a cuántas pruebas, grandes y pequeñas, os voy
sometiendo a fín de que podáis llevar a la práctica mis enseñanzas y viváis en
verdad mi palabra. Cuando ya estéis preparados, cuando hayáis sido pulimentados
por el fino cincel de mi justicia y de mi amor, entonces os enviaré hacia
vuestros hermanos con mi mensaje de consuelo, de esperanza y de paz.
¿Quién podrá resistir la fuerza de la verdad
que brote de vuestras palabras? ¿Quién no se sentirá cautivado y conmovido ante
la comprensión, la indulgencia y la persuasión de vuestros consejos?
Habrá fe en los corazones, habrá conversión, habrá salud y prodigios
innumerables. Ese es el fruto que quiero que recojáis, esa es la cosecha que
espero que levantéis. No os confundáis. Cuando en mis enseñanzas os hablo del
fruto, no ha faltado quienes interpreten esta palabra en forma completamente material
y busquen el fruto de sus obras en forma de adulación, de honores, de
atenciones y hasta de pago en monedas. ¡Cuán lejos está este fruto de ser al
que Yo me refiero en mi palabra! Ya habéis sabido que Yo he hablado del fruto
de la experiencia, de la pureza, de la comprensión, de la serenidad y de la
espiritualidad.
Los que aún buscan recompensas en la Tierra a
través de monedas y de adulaciones, son espíritus de corta elevación que no
quieren contemplar la verdad y que todavía se conforman con el pago que da el
mundo.
Ya despertarán de sus sueños y se darán cuenta
de su desnudez, cuando creían estar engalanados, y comprueben su miseria
espiritual, cuando creían poseer un tesoro inagotable y se sientan menesterosos
de espíritu.
Discípulos: Cuidad de vuestra vestidura,
aprended de Mí para que mañana podáis y sepáis enseñar a vuestros semejantes.
Despojad vuestro corazón de toda mala tendencia, convirtiéndolo en tierra
fértil, donde mi palabra germine y fructifique para gozo de vuestros hermanos y
para gloria de vuestro espíritu. Yo siempre estoy con vosotros, mas vosotros no
siempre estáis Conmigo. Por eso os digo cuando llegáis ante la manifestación de
mi luz divina a través del portavoz: sed bienvenidas, oh multitudes ansiosas de
sabiduría.
Mientras vosotros venís a cumplir con una cita,
Yo me presento a cumplir una promesa y os bendigo porque no me habéis dejado
predicando solo en el desierto.
No os he encontrado preparados, porque hace
muchos siglos que la humanidad, en vez de estudiar mi Doctrina, se entregó a
los ritos y cultos externos que no iluminan el sendero del espíritu; pero os
perdono y vengo en vuestra ayuda para haceros alcanzar el conocimiento que aún
está oculto en mi palabra del Segundo Tiempo. Así, cuando hayáis asimilado
aquella lección, os daré mi nuevo mensaje, que habrá de llenaros de gozo por la
esencia y la sabiduría que él os traerá.
Quiero que esta humanidad deje de ser el
párvulo en el conocimiento espiritual, para convertirse en el buen discípulo,
que comprenda la responsabilidad que tiene ante el Padre en esta era de juicio,
restitución y elevación espiritual.
Y voz, pueblo, tendréis que dar testimonio de
mi enseñanza con vuestras obras de amor, para que otros pueblos surjan a la
luz, que es liberación, verdad y vida.
Mucho tiempo os he estado haciendo gozar de
esta comunicación, pero a muy pocos les encuentro preparados, los más se
desvían de la misión a la que deberían de consagrar todas sus fuerzas, su amor
y su fe, ya que será ella la cruz que les eleve y les acerque hasta Mí.
Si algunos no han comprendido mi palabra, no es
porque a ella le falte claridad, es que no han sabido preparar su
entendimiento, no han sentido hasta ahora la caridad en su corazón, no han
dejado que la esencia de mi palabra penetre en su corazón, para despertarlo al
amor verdadero.
Os quejáis a veces de que el número de los
adeptos de mi palabra aumenta con lentitud, mas, Yo os digo que debéis quejaros
de vosotros mismos, porque sois los que tenéis la misión de hacer crecer y
multiplicar las multitudes que forman este pueblo. Pero si falta fe en vuestro
corazón, si vuestros dones carecen de desarrollo, si en vuestro entendimiento
falta la luz de los conocimientos espirituales, ¿Cómo vais a conmoverlo con
vuestra fe y con vuestro amor, si esas virtudes no están desarrolladas en el
corazón?
Quien no comprenda no podrá hacer comprender;
quien no sienta, no podrá hacer sentir. Sabed ahora por qué vuestros labios han
temblado y titubeado cuando habéis tenido necesidad de dar testimonio de mi
palabra.
Os hablo incesantemente de que debéis preparaos
analizando mis enseñanzas, de que pongáis en práctica mi palabra; porque quiero
que vuestros pasos en este camino sean firmes. El que no llegue con verdadera
espiritualidad al tiempo en que ya no se manifieste mi palabra en esta forma y
mi mundo espiritual ya no os hable a través de mis escogidos, cuando ya no haya
símbolos ni ritos entre mi pueblo, los que no me hayan comprendido
verdaderamente, quedarán en peligro de caer en confusión, quedarán al borde del
abismo. Mas: ¿Por qué teméis que eso suceda, cuando con tanto tiempo y en
tantas ocasiones he venido a preveniros para que evitéis peligros, caídas y pruebas?
Es tiempo de que meditéis sobre los pasos que
debéis dar en esta senda, sobre la forma de cumplir vuestra misión de la manera
más limpia y agradable ante Mí, porque de cierto os digo, que quienes se
inspiren en estos ideales, serán los que lleguen a tener una visión verdadera
de su futuro y una certeza de cuanto tienen que llevar a cabo en la vida. Para
ellos no habrá abismos, ni tinieblas, ni incertidumbres.
Esos espíritus fuertes quiero que lo seáis
todos, por eso os hablo incansablemente de preparación, de meditación y de
análisis.
Os veo arrepentidos, llorando en silencio al
escuchar mis palabras y os bendigo, porque habéis dejado llegar la esencia
divina de mis enseñanzas a vuestro corazón, hasta hoy adormecido para el amor,
para la caridad, para el bien.
Vuestro espíritu ha tenido un instante de
reposo que ha sido un descanso en la dura prueba que soporta a través de la
materia.
¡Cuántos espíritus, de los que llegan ante esta
manifestación, no habían tenido un instante de reposo desde el día que llegaron
a encarnarse en ese cuerpo, hasta que oyeron por vez primera mi palabra!
¡Cuántos seres sólo encuentran paz en los instantes de mi comunicación! A ellos
y a todos os digo que sigáis gozando con intensidad de mi palabra; pero que
también penséis que vendrá el día en que dejéis de escucharla y que será
entonces cuando debáis levantaros a probar vuestra fe, vuestra espiritualidad y
vuestra obediencia, en la seguridad de que entonces veréis premiado vuestro
adelanto con la comunicación directa de espíritu a Espíritu.
Os he mirado luchar con vuestra materia para
doblegar su reaciedad, habéis tenido que sostener grandes batallas con vuestro
corazón para imponerle obediencia y sumisión. Su naturaleza se rebela a los
dictados de la conciencia, mas si perseveráis en la oración, si veláis, haréis
de ella la mejor colaboradora en el cumplimiento espiritual. Esa lucha forma
parte de vuestra restitución en este tiempo.
Todos vuestros atributos han estado latentes
desde el momento en que fuisteis creados: la inteligencia, la sensibilidad, la
razón, han existido en vosotros para que podáis librar la batalla final. Cuando
hayáis vencido al mal y vuestro espíritu sea el piloto que guíe la nave, estaréis
en condiciones de ir en busca de vuestros hermanos, presentándoles un ejemplo
claro, un testimonio verdadero. Sin hacer alarde de fortaleza y de dominio,
mostraréis vuestras obras y ellas revelarán obediencia y acatamiento a mis
leyes y serán el ejemplo que anime a vuestros hermanos a seguiros por el camino
de la evolución.
Cuando ya no oigáis mi palabra por medio de los
portavoces y vuestro espíritu se sienta ansioso de practicar lo que Yo os
enseñe en este tiempo, cada uno de mis discípulos deberá tomar al grupo que le
sea señalado, como a su propia familia, para enseñarlo y guiarlo. Usad con
ellos la caridad, corregid con amor y sabiduría, hacedles respirar un ambiente
de paz como este que habéis formado hoy, y mi Espíritu se hará presente para
inspiraros y bendeciros a todos.
No les preguntéis de donde vienen ni por qué me
buscan, Elías los conducirá cuando su hora haya llegado. Desde hoy preparo a
los que han de venir en la hora postrera y llamo bienaventurados a los que
crean en esta palabra que os he dado por el conducto humano.
Os estoy enseñando para que seáis el buen sabor
de la Tierra, para que vayáis a endulzar la vida de los hombres con la buena
nueva de que el Maestro se ha manifestado en este tiempo de dolores y ha dejado
su palabra como una herencia para que todos se sustenten y vivan eternamente
con ella.
No os encargo a vosotros la transformación
completa de esta humanidad, mas llevad con celo mi palabra a los corazones y
ella hará prodigios. ¡Qué gran consuelo recibirán vuestros semejantes en sus
días de prueba si les enseñáis a interpretar mi enseñanza y vosotros, cómo
añoraréis estas horas que vivísteis cerca de Mí, bebiendo esta esencia divina,
sintiéndoos niños para recibir de vuestro Padre toda su ternura y su amor!
La humanidad es hoy campo fecundo para
trabajar. Son muy extensas las tierras y escasos los labriegos. ¿Cómo vais a
presentarme el adelanto espiritual de la generación que hoy habita este mundo
si no trabajáis diligentemente? Tenéis un tiempo limitado, y es mucho lo que
hay que preparar. ¡La hora es propicia! ¡Reedificad los templos que se han
derrumbado en el interior de los corazones! ¡Ayudad a reconstruir hogares,
predicad espiritualidad a vuestro paso! ¡Testificad con vuestras obras!
Velad para que la virtud torne a vuestros
hermanos, que los niños sean dulce lazo entre el padre y la madre, y los
jóvenes, cimiento fuerte de nuevas generaciones; el esposo y la esposa, imagen
de Dios y su Creación, y que todos unidos a los ángeles guardianes que os
acompañan, alcancen la armonía perfecta con vuestro Padre.
Vuestras peticiones llegan a Mí, la luz que he
derramado en vuestro espíritu ilumina vuestro ser. Todas vuestras obras están
presentes y podéis juzgar vuestros méritos. Los dolores que vivís ahora,
pasarán, y la paz brillará en el Universo.
¿Dónde está ese trono que vosotros me atribuís?
No toméis mis palabras como reproches a vuestra
escasa comprensión y conocimiento de la verdad, porque no me presento entre
vosotros para humillaros en vuestra pequeñez, sino para elevaros hacia la luz.
¿Creéis que no reconozco la evolución y
transformación que vuestros conocimientos y creencias han sufrido desde que
estáis escuchando esta palabra? En verdad os digo que me doy cuenta de los
pasos que dais en el sendero espiritual.
Cuando llegasteis ante mi manifestación, no
creísteis en mi presencia a través del hombre, porque os habían hecho creer que
sólo me podíais encontrar en las imágenes, símbolos y objetos consagrados por
vuestras religiones. Después, cuando a pesar de vuestra falta de fe, comprendisteis
que en mis lecciones había una esencia que iluminaba y daba paz a vuestro
corazón, reconocisteis que una luz divina se manifestaba a través de estas
criaturas destinadas a transmitir mi mensaje.
Una nueva fe nació en vuestro corazón, una
nueva luz que os daba el conocimiento de que el hombre puede comunicarse
directamente con Dios. Mas, no era eso todo, faltaba que llegaseis a comprender
que no es necesaria la mente humana para que el Padre os hablara y entonces
supisteis que esta comunicación divina a través del portavoz, sería pasajera,
porque vendría más tarde el tiempo de la comunicación de Espíritu a espíritu,
cuando ya los hombres hubieran apartado de su culto, de sus creencias y
prácticas hasta el último rastro de materialismo, de fanatismo e ignorancia y
todo fuere en ellos espiritualidad.
Ya algunos habéis comprendido, ya otros estáis
practicando, pero aún os falta mucho para alcanzar la meta, desde donde podréis
concebirme en mi verdad, en mi realidad, ya no a través de fantasías forjadas
por vuestra imaginación humana.
Dejad de imaginarme en tronos semejantes a los
de la Tierra; despojadas de la forma humana que siempre me atribuís; no tratéis
de imaginar el Cielo, porque vuestra mente nunca podrá concebirlo en toda su
perfección. Cuando os libertéis de todo lo material, sentiréis como si
rompieseis las cadenas que os ataban, como si una elevada muralla se derrumbase
ante vuestra vista, como si una espesa bruma se disipase, dejándoos contemplar
un horizonte sin límites y un firmamento desconocido, profundo y luminoso, a la
vez que accesible al espíritu de buena voluntad.
Unos dicen: Dios está en los cielos; otros
dicen: Dios habita en el más allá; pero no saben lo que dicen ni comprenden lo
que creen.
Ciertamente, Yo habito en los cielos; mas no en
aquel lugar determinado que habéis imaginado. Yo habito en los cielos de la
luz, del poder, del amor, del saber, de la justicia, de la felicidad, de la
perfección y la armonía.
Estoy en el más allá, sí; pero más allá del
pecado humano, más allá del materialismo, más allá de la soberbia, y de la
ignorancia y de la pequeñez; porque os hablo en forma que vuestros sentidos me
perciban y vuestra mente me comprenda, no porque llegue Yo de otros mundos o
moradas: mi Espíritu habita en toda la Creación.
Mucho habéis luchado y mucho tiempo habéis
necesitado para transformar vuestras creencias y conceptos, y aún tendréis que
esforzaros más para alcanzar la meta espiritual a que os he destinado y que es
la de conocer a vuestro Padre, amarle y rendirle culto a través del espíritu;
hasta entonces comenzaréis a presentir la verdadera gloria del espíritu, aquel
estado de elevación, de armonía, de paz y bienestar que son el paraíso
verdadero a donde habréis de llegar todos.
Daos la mano unos a otros en prueba de amistad,
mas hacedlo con sinceridad, ¿Cómo queréis ser hermanos si aún no sabéis ser
amigos?
Si deseáis que el Padre more entre vosotros es
necesario que aprendáis a vivir como hermanos. Cuando logréis dar ese paso en
el camino de la fraternidad, vuestro triunfo tendrá por galardón la
comunicación de espíritu a espíritu, porque amándoos los unos a los otros,
estando unidos en la voluntad y en pensamiento, os concederé que os comuniquéis
por inspiración con vuestros hermanos que habitan en el más allá de vuestro
mundo.
Mi obra es de luz, mi verdad es clara, por lo
que nadie podrá andar entre tinieblas afirmando que allí estoy Yo.
En aquel tiempo cuando habité entre vosotros,
muchas veces por las noches, cuando todos reposaban, no faltaban hombres que me
buscasen, llegando sigilosamente hasta Mí, temiendo ser descubiertos. Me
buscaban porque sentían remordimiento por haber gritado y escandalizado en mi
contra, mientras Yo hablaba a la muchedumbre, y su remordimiento era más
intenso cuando comprobaban que en su corazón había dejado mi palabra un
presente de paz y de luz y en su cuerpo había derramado mi bálsamo de curación.
De cierto os digo que el que ama la
verdad jamás la oculta, ni la niega, ni se avergüenza de ella.
Os hablo así, porque muchos vienen a escucharme
a hurtadillas, mintiendo a donde vienen, ocultando lo que han oído y a veces
negando haber estado Conmigo. ¿De qué podéis avergonzaros?
Es necesario que aprendáis a hablar de mi
enseñanza en tal forma, que nunca deis lugar a ser motivo de burla. También es
necesario que cultivéis la sinceridad, para que cuando deis testimonio de Mí,
lo hagáis con palabras que sean expresiones de vuestro corazón. Esa es la
semilla que siempre germina, porque posee la esencia de la verdad que toca al
corazón y llega al espíritu.
Mi divino mensaje al depositarlo en vosotros,
debe transformarse en mensaje fraternal, mas para que él impresione y conmueva
al corazón materialista de esta humanidad, deberá ir envuelto en la verdad que
os he revelado. Si algo ocultasteis, si algo callasteis, no habréis dado un testimonio
verdadero de lo que ha sido mi revelación en el Tercer Tiempo, por
consiguiente, no seréis creídos.
Guardad esta lección, discípulos, y no olvidéis
que si queréis llamaros dignos hermanos de vuestros semejantes, tendréis que
hacer acopio de bondad y virtud para derramarlas en ellos. Yo os prometo que
cuando brille en la Tierra la luz de la fraternidad, haré sentir en forma
vibrante mi presencia en vuestro espíritu.
¡Te perdono y te bendigo en mi nombre que Soy el Padre, El Hijo, el Espíritu Santo, Mi paz sea con vosotros Pueblo Bendito de Israel!
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