sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 172 "Dios habita en los cielos de la luz, del poder, del amor, del saber, de la justicia, de la felicidad, de la perfección y la armonía"

Con vestidura de gracia os he cubierto, para que sea ella lo que os distinga entre los pueblos y religiones de la Tierra.

Sólo con la práctica de mi Doctrina podréis conservar limpia esa vestidura, que no es material, sino que la lleváis hecha de luz en vuestro espíritu.

Es tan delicada, que hasta una mala mirada que refleje malos sentimientos para vuestros semejantes, es capaz de imprimir en ella una mancha; ya podréis comprender que si cometéis faltas mayores, entonces no serán manchas, sino jirones los que arranquéis a vuestra vestidura.

Todos, al brotar de mi Espíritu, fuisteis dotados de esa vestidura que es pureza espiritual. ¿Quién ha logrado conservar intacta esa gracia hasta su retorno? ¿Quién ha salido impecable a través de todos los combates y de las tentaciones? Muy pocos, la mayoría viste de andrajos y muchos van desnudos de virtud.

Ahora he venido a cubriros, a vestiros nuevamente, derramando mi luz sobre los espíritus, como un inmenso manto que hago jirones para engalanaros. Sabed, oh pueblo, que es precisamente esa luz por la que el mundo os reconocerá.

Os estoy librando de la maldad para que seáis dignos de poseer mi semilla y de sembrarla, ¿Cómo podría enviaros desnudos o harapientos, manchados o impuros a dar testimonio de mi palabra?

Ahora que habéis iniciado una jornada de regeneración, no os detengáis, no vayáis a dormiros en mitad del camino porque entonces retardaréis vuestro adelanto espiritual.

Quiero que cada paso que deis dentro de mi Obra, sea un peldaño más que os eleve en vuestra caminata y que sepáis que cada obra tiene un fruto que daros. No dejéis de recogerlo, no os conforméis con sembrar para luego descuidar la cosecha.

Si verdaderamente anheláis llegar a ser maestros en espiritualidad, tenéis que ser perseverantes, pacientes, estudiosos y observadores, porque entonces tendréis ocasión de ir recogiendo a vuestro paso el fruto de vuestras obras, con lo que iréis acumulando experiencia que es luz, que es conocimiento de la vida verdadera.

Los que enseñen en el mundo mi Obra, tendrán que ser verdaderos conocedores del ser humano, tanto en lo que corresponde al espíritu como en lo que respecta a la materia.

Un consejo para que sea acertado, una palabra para que resuelva un problema, un juicio para que sea recto, una enseñanza para que sea persuasiva, tendrá que provenir de un espíritu acrisolado en la experiencia, fortalecido en la lucha y purificado en el bien.

¡Cuántos hay en el mundo que se dedican a guiar espiritualmente a través de las diversas religiones y sectas que existen, y que en lugar de guiar a sus hermanos por la senda de la verdad, los hacen perderse entre tinieblas y los arrojan a los abismos de la ignorancia! ¿Por qué? Porque no conocen a la humanidad, porque no tratan de comprenderla; mas ¿Cómo podrán conocer a la humanidad si ni a sí mismos se conocen?

No quiero que esto os vaya a acontecer a vosotros, discípulos amados del Tercer Tiempo. Mirad cómo he venido a enseñaros a penetrar primero en vuestro interior, a conoceros íntimamente, a saber juzgaros a vosotros mismos. Ved a cuántas pruebas, grandes y pequeñas, os voy sometiendo a fín de que podáis llevar a la práctica mis enseñanzas y viváis en verdad mi palabra. Cuando ya estéis preparados, cuando hayáis sido pulimentados por el fino cincel de mi justicia y de mi amor, entonces os enviaré hacia vuestros hermanos con mi mensaje de consuelo, de esperanza y de paz.

¿Quién podrá resistir la fuerza de la verdad que brote de vuestras palabras? ¿Quién no se sentirá cautivado y conmovido ante la comprensión, la indulgencia y la persuasión de vuestros consejos? Habrá  fe en los corazones, habrá conversión, habrá salud y prodigios innumerables. Ese es el fruto que quiero que recojáis, esa es la cosecha que espero que levantéis. No os confundáis. Cuando en mis enseñanzas os hablo del fruto, no ha faltado quienes interpreten esta palabra en forma completamente material y busquen el fruto de sus obras en forma de adulación, de honores, de atenciones y hasta de pago en monedas. ¡Cuán lejos está este fruto de ser al que Yo me refiero en mi palabra! Ya habéis sabido que Yo he hablado del fruto de la experiencia, de la pureza, de la comprensión, de la serenidad y de la espiritualidad.

Los que aún buscan recompensas en la Tierra a través de monedas y de adulaciones, son espíritus de corta elevación que no quieren contemplar la verdad y que todavía se conforman con el pago que da el mundo.

Ya despertarán de sus sueños y se darán cuenta de su desnudez, cuando creían estar engalanados, y comprueben su miseria espiritual, cuando creían poseer un tesoro inagotable y se sientan menesterosos de espíritu.

Discípulos: Cuidad de vuestra vestidura, aprended de Mí para que mañana podáis y sepáis enseñar a vuestros semejantes. Despojad vuestro corazón de toda mala tendencia, convirtiéndolo en tierra fértil, donde mi palabra germine y fructifique para gozo de vuestros hermanos y para gloria de vuestro espíritu. Yo siempre estoy con vosotros, mas vosotros no siempre estáis Conmigo. Por eso os digo cuando llegáis ante la manifestación de mi luz divina a través del portavoz: sed bienvenidas, oh multitudes ansiosas de sabiduría.

Mientras vosotros venís a cumplir con una cita, Yo me presento a cumplir una promesa y os bendigo porque no me habéis dejado predicando solo en el desierto.

No os he encontrado preparados, porque hace muchos siglos que la humanidad, en vez de estudiar mi Doctrina, se entregó a los ritos y cultos externos que no iluminan el sendero del espíritu; pero os perdono y vengo en vuestra ayuda para haceros alcanzar el conocimiento que aún está oculto en mi palabra del Segundo Tiempo. Así, cuando hayáis asimilado aquella lección, os daré mi nuevo mensaje, que habrá de llenaros de gozo por la esencia y la sabiduría que él os traerá.

Quiero que esta humanidad deje de ser el párvulo en el conocimiento espiritual, para convertirse en el buen discípulo, que comprenda la responsabilidad que tiene ante el Padre en esta era de juicio, restitución y elevación espiritual.

Y voz, pueblo, tendréis que dar testimonio de mi enseñanza con vuestras obras de amor, para que otros pueblos surjan a la luz, que es liberación, verdad y vida.

Mucho tiempo os he estado haciendo gozar de esta comunicación, pero a muy pocos les encuentro preparados, los más se desvían de la misión a la que deberían de consagrar todas sus fuerzas, su amor y su fe, ya que será ella la cruz que les eleve y les acerque hasta Mí.

Si algunos no han comprendido mi palabra, no es porque a ella le falte claridad, es que no han sabido preparar su entendimiento, no han sentido hasta ahora la caridad en su corazón, no han dejado que la esencia de mi palabra penetre en su corazón, para despertarlo al amor verdadero.

Os quejáis a veces de que el número de los adeptos de mi palabra aumenta con lentitud, mas, Yo os digo que debéis quejaros de vosotros mismos, porque sois los que tenéis la misión de hacer crecer y multiplicar las multitudes que forman este pueblo. Pero si falta fe en vuestro corazón, si vuestros dones carecen de desarrollo, si en vuestro entendimiento falta la luz de los conocimientos espirituales, ¿Cómo vais a conmoverlo con vuestra fe y con vuestro amor, si esas virtudes no están desarrolladas en el corazón?

Quien no comprenda no podrá hacer comprender; quien no sienta, no podrá hacer sentir. Sabed ahora por qué vuestros labios han temblado y titubeado cuando habéis tenido necesidad de dar testimonio de mi palabra.

El que ama no puede titubear, el que cree, no teme; el que siente tiene muchas formas de probar su sinceridad y su verdad.

Os hablo incesantemente de que debéis preparaos analizando mis enseñanzas, de que pongáis en práctica mi palabra; porque quiero que vuestros pasos en este camino sean firmes. El que no llegue con verdadera espiritualidad al tiempo en que ya no se manifieste mi palabra en esta forma y mi mundo espiritual ya no os hable a través de mis escogidos, cuando ya no haya símbolos ni ritos entre mi pueblo, los que no me hayan comprendido verdaderamente, quedarán en peligro de caer en confusión, quedarán al borde del abismo. Mas: ¿Por qué teméis que eso suceda, cuando con tanto tiempo y en tantas ocasiones he venido a preveniros para que evitéis peligros, caídas y pruebas?

Es tiempo de que meditéis sobre los pasos que debéis dar en esta senda, sobre la forma de cumplir vuestra misión de la manera más limpia y agradable ante Mí, porque de cierto os digo, que quienes se inspiren en estos ideales, serán los que lleguen a tener una visión verdadera de su futuro y una certeza de cuanto tienen que llevar a cabo en la vida. Para ellos no habrá abismos, ni tinieblas, ni incertidumbres.

Esos espíritus fuertes quiero que lo seáis todos, por eso os hablo incansablemente de preparación, de meditación y de análisis.

Os veo arrepentidos, llorando en silencio al escuchar mis palabras y os bendigo, porque habéis dejado llegar la esencia divina de mis enseñanzas a vuestro corazón, hasta hoy adormecido para el amor, para la caridad, para el bien.

Vuestro espíritu ha tenido un instante de reposo que ha sido un descanso en la dura prueba que soporta a través de la materia.

¡Cuántos espíritus, de los que llegan ante esta manifestación, no habían tenido un instante de reposo desde el día que llegaron a encarnarse en ese cuerpo, hasta que oyeron por vez primera mi palabra! ¡Cuántos seres sólo encuentran paz en los instantes de mi comunicación! A ellos y a todos os digo que sigáis gozando con intensidad de mi palabra; pero que también penséis que vendrá el día en que dejéis de escucharla y que será entonces cuando debáis levantaros a probar vuestra fe, vuestra espiritualidad y vuestra obediencia, en la seguridad de que entonces veréis premiado vuestro adelanto con la comunicación directa de espíritu a Espíritu.

Os he mirado luchar con vuestra materia para doblegar su reaciedad, habéis tenido que sostener grandes batallas con vuestro corazón para imponerle obediencia y sumisión. Su naturaleza se rebela a los dictados de la conciencia, mas si perseveráis en la oración, si veláis, haréis de ella la mejor colaboradora en el cumplimiento espiritual. Esa lucha forma parte de vuestra restitución en este tiempo.

Todos vuestros atributos han estado latentes desde el momento en que fuisteis creados: la inteligencia, la sensibilidad, la razón, han existido en vosotros para que podáis librar la batalla final. Cuando hayáis vencido al mal y vuestro espíritu sea el piloto que guíe la nave, estaréis en condiciones de ir en busca de vuestros hermanos, presentándoles un ejemplo claro, un testimonio verdadero. Sin hacer alarde de fortaleza y de dominio, mostraréis vuestras obras y ellas revelarán obediencia y acatamiento a mis leyes y serán el ejemplo que anime a vuestros hermanos a seguiros por el camino de la evolución.

Cuando ya no oigáis mi palabra por medio de los portavoces y vuestro espíritu se sienta ansioso de practicar lo que Yo os enseñe en este tiempo, cada uno de mis discípulos deberá tomar al grupo que le sea señalado, como a su propia familia, para enseñarlo y guiarlo. Usad con ellos la caridad, corregid con amor y sabiduría, hacedles respirar un ambiente de paz como este que habéis formado hoy, y mi Espíritu se hará presente para inspiraros y bendeciros a todos.

No les preguntéis de donde vienen ni por qué me buscan, Elías los conducirá cuando su hora haya llegado. Desde hoy preparo a los que han de venir en la hora postrera y llamo bienaventurados a los que crean en esta palabra que os he dado por el conducto humano.

Os estoy enseñando para que seáis el buen sabor de la Tierra, para que vayáis a endulzar la vida de los hombres con la buena nueva de que el Maestro se ha manifestado en este tiempo de dolores y ha dejado su palabra como una herencia para que todos se sustenten y vivan eternamente con ella.

No os encargo a vosotros la transformación completa de esta humanidad, mas llevad con celo mi palabra a los corazones y ella hará prodigios. ¡Qué gran consuelo recibirán vuestros semejantes en sus días de prueba si les enseñáis a interpretar mi enseñanza y vosotros, cómo añoraréis estas horas que vivísteis cerca de Mí, bebiendo esta esencia divina, sintiéndoos niños para recibir de vuestro Padre toda su ternura y su amor!

La humanidad es hoy campo fecundo para trabajar. Son muy extensas las tierras y escasos los labriegos. ¿Cómo vais a presentarme el adelanto espiritual de la generación que hoy habita este mundo si no trabajáis diligentemente? Tenéis un tiempo limitado, y es mucho lo que hay que preparar. ¡La hora es propicia! ¡Reedificad los templos que se han derrumbado en el interior de los corazones! ¡Ayudad a reconstruir hogares, predicad espiritualidad a vuestro paso! ¡Testificad con vuestras obras!

Velad para que la virtud torne a vuestros hermanos, que los niños sean dulce lazo entre el padre y la madre, y los jóvenes, cimiento fuerte de nuevas generaciones; el esposo y la esposa, imagen de Dios y su Creación, y que todos unidos a los ángeles guardianes que os acompañan, alcancen la armonía perfecta con vuestro Padre.

Vuestras peticiones llegan a Mí, la luz que he derramado en vuestro espíritu ilumina vuestro ser. Todas vuestras obras están presentes y podéis juzgar vuestros méritos. Los dolores que vivís ahora, pasarán, y la paz brillará en el Universo.

Orad por las naciones que se debaten en guerra. Compartid vuestro pan y vuestro vestido con aquellos que han caído en desgracia. Abrid vuestros graneros y dadles de comer con verdadero amor. Demostrad vuestra fraternidad en esta hora de angustia para el mundo. Practicad la caridad con los enfermos, preparad al espíritu que ha de partir al más allá, levantad la fe de los tristes y llevad a todos la paz. Pedid y Yo haré prodigios entre la humanidad, con la que he estado en todas las eras, porque si pensáis que he dejado mi trono por venir a comunicarme con vosotros estáis en un error, porque ese trono que vosotros imagináis, no existe; los tronos son para los hombres envanecidos y orgullosos. Comprended que mi Espíritu no habita en un lugar determinado; siendo infinito y omnipresente, está en todas partes, en todos los sitios, en lo espiritual, en lo material y en todo lo creado.

¿Dónde está ese trono que vosotros me atribuís?

No toméis mis palabras como reproches a vuestra escasa comprensión y conocimiento de la verdad, porque no me presento entre vosotros para humillaros en vuestra pequeñez, sino para elevaros hacia la luz.

¿Creéis que no reconozco la evolución y transformación que vuestros conocimientos y creencias han sufrido desde que estáis escuchando esta palabra? En verdad os digo que me doy cuenta de los pasos que dais en el sendero espiritual.

Cuando llegasteis ante mi manifestación, no creísteis en mi presencia a través del hombre, porque os habían hecho creer que sólo me podíais encontrar en las imágenes, símbolos y objetos consagrados por vuestras religiones. Después, cuando a pesar de vuestra falta de fe, comprendisteis que en mis lecciones había una esencia que iluminaba y daba paz a vuestro corazón, reconocisteis que una luz divina se manifestaba a través de estas criaturas destinadas a transmitir mi mensaje.

Una nueva fe nació en vuestro corazón, una nueva luz que os daba el conocimiento de que el hombre puede comunicarse directamente con Dios. Mas, no era eso todo, faltaba que llegaseis a comprender que no es necesaria la mente humana para que el Padre os hablara y entonces supisteis que esta comunicación divina a través del portavoz, sería pasajera, porque vendría más tarde el tiempo de la comunicación de Espíritu a espíritu, cuando ya los hombres hubieran apartado de su culto, de sus creencias y prácticas hasta el último rastro de materialismo, de fanatismo e ignorancia y todo fuere en ellos espiritualidad.

Ya algunos habéis comprendido, ya otros estáis practicando, pero aún os falta mucho para alcanzar la meta, desde donde podréis concebirme en mi verdad, en mi realidad, ya no a través de fantasías forjadas por vuestra imaginación humana.

Dejad de imaginarme en tronos semejantes a los de la Tierra; despojadas de la forma humana que siempre me atribuís; no tratéis de imaginar el Cielo, porque vuestra mente nunca podrá concebirlo en toda su perfección. Cuando os libertéis de todo lo material, sentiréis como si rompieseis las cadenas que os ataban, como si una elevada muralla se derrumbase ante vuestra vista, como si una espesa bruma se disipase, dejándoos contemplar un horizonte sin límites y un firmamento desconocido, profundo y luminoso, a la vez que accesible al espíritu de buena voluntad.

Unos dicen: Dios está en los cielos; otros dicen: Dios habita en el más allá; pero no saben lo que dicen ni comprenden lo que creen.

Ciertamente, Yo habito en los cielos; mas no en aquel lugar determinado que habéis imaginado. Yo habito en los cielos de la luz, del poder, del amor, del saber, de la justicia, de la felicidad, de la perfección y la armonía.

Estoy en el más allá, sí; pero más allá del pecado humano, más allá del materialismo, más allá de la soberbia, y de la ignorancia y de la pequeñez; porque os hablo en forma que vuestros sentidos me perciban y vuestra mente me comprenda, no porque llegue Yo de otros mundos o moradas: mi Espíritu habita en toda la Creación.

Mucho habéis luchado y mucho tiempo habéis necesitado para transformar vuestras creencias y conceptos, y aún tendréis que esforzaros más para alcanzar la meta espiritual a que os he destinado y que es la de conocer a vuestro Padre, amarle y rendirle culto a través del espíritu; hasta entonces comenzaréis a presentir la verdadera gloria del espíritu, aquel estado de elevación, de armonía, de paz y bienestar que son el paraíso verdadero a donde habréis de llegar todos.

Daos la mano unos a otros en prueba de amistad, mas hacedlo con sinceridad, ¿Cómo queréis ser hermanos si aún no sabéis ser amigos?

Si deseáis que el Padre more entre vosotros es necesario que aprendáis a vivir como hermanos. Cuando logréis dar ese paso en el camino de la fraternidad, vuestro triunfo tendrá por galardón la comunicación de espíritu a espíritu, porque amándoos los unos a los otros, estando unidos en la voluntad y en pensamiento, os concederé que os comuniquéis por inspiración con vuestros hermanos que habitan en el más allá de vuestro mundo.

Mi obra es de luz, mi verdad es clara, por lo que nadie podrá andar entre tinieblas afirmando que allí estoy Yo.

En aquel tiempo cuando habité entre vosotros, muchas veces por las noches, cuando todos reposaban, no faltaban hombres que me buscasen, llegando sigilosamente hasta Mí, temiendo ser descubiertos. Me buscaban porque sentían remordimiento por haber gritado y escandalizado en mi contra, mientras Yo hablaba a la muchedumbre, y su remordimiento era más intenso cuando comprobaban que en su corazón había dejado mi palabra un presente de paz y de luz y en su cuerpo había derramado mi bálsamo de curación.

Cabizbajos se presentaban delante de Mí, diciéndome: "Maestro, perdonadnos, hemos reconocido que existe verdad en vuestra palabra", Yo les contestaba: "Si habéis encontrado que sólo hablo verdad ¿Por qué os ocultáis? ¿No salís a recibir los rayos del sol cuando éste aparece? y ¿Cuándo os habéis avergonzado de ello?

De cierto os digo que el que ama la verdad  jamás la oculta, ni la niega, ni se avergüenza de ella.

Os hablo así, porque muchos vienen a escucharme a hurtadillas, mintiendo a donde vienen, ocultando lo que han oído y a veces negando haber estado Conmigo. ¿De qué podéis avergonzaros?

Es necesario que aprendáis a hablar de mi enseñanza en tal forma, que nunca deis lugar a ser motivo de burla. También es necesario que cultivéis la sinceridad, para que cuando deis testimonio de Mí, lo hagáis con palabras que sean expresiones de vuestro corazón. Esa es la semilla que siempre germina, porque posee la esencia de la verdad que toca al corazón y llega al espíritu.

Mi divino mensaje al depositarlo en vosotros, debe transformarse en mensaje fraternal, mas para que él impresione y conmueva al corazón materialista de esta humanidad, deberá ir envuelto en la verdad que os he revelado. Si algo ocultasteis, si algo callasteis, no habréis dado un testimonio verdadero de lo que ha sido mi revelación en el Tercer Tiempo, por consiguiente, no seréis creídos.

He venido a probaros que podéis quitar la venda de obscuridad al ignorante o al obcecado, sin hacerle daño, sin ofenderle o herirle; así quiero que vosotros lo hagáis también. Os he probado en vosotros mismos, que tiene más fuerza el amor, el perdón, la paciencia y la indulgencia, que la dureza, los anatemas o la violencia.

Guardad esta lección, discípulos, y no olvidéis que si queréis llamaros dignos hermanos de vuestros semejantes, tendréis que hacer acopio de bondad y virtud para derramarlas en ellos. Yo os prometo que cuando brille en la Tierra la luz de la fraternidad, haré sentir en forma vibrante mi presencia en vuestro espíritu.


¡Te perdono y te bendigo en mi nombre que Soy el Padre, El Hijo, el Espíritu Santo, Mi paz sea con vosotros Pueblo Bendito de Israel!

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