sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 170

Cuando pensáis en los tormentos que padecí en la cruz, os horrorizáis que la maldad humana hubiera llegado a esos extremos de crueldad y Yo os digo, que ese dolor y el cáliz que entonces bebí, no fue la mayor amargura.

El dolor más grande para Mí fue ver que, estando entre mis hijos, ellos no querían darse cuenta de quién era Yo, el de estar revelándoles la verdad con palabras llenas de luz, y ver que las rechazaban y me negaban, y el de estar derramando mi amor en sus corazones, mientras ellos se burlaban de Mí y de sus labios brotaban blasfemias en contra mía.

El último suspiro que exhalé en la cruz, fue el perdón divino que sobre tanta miseria y tanta muerte, brotaba de mi corazón, pero mi pasión no terminó al exhalar aquel suspiro; os había dicho que Yo era la vida y mi Espíritu en la eternidad siguió recibiendo las ingratitudes de todos los hombres.

Discutieron sobre si Yo era o no el Mesías prometido; analizaron mis obras para ver si eran la confirmación de lo que las profecías habían anunciado y mientras unos llegaban al convencimiento de que Yo era el prometido, otros, los materialistas, los que sólo rendían culto a la materia, los que habían interpretado las profecías según sus ambiciones humanas y sus conveniencias, ésos siguieron negándome.

¡Cuán ciegos estuvieron aquellos que habiendo escuchando mis palabras de vida y habiendo visto mis obras poderosas, no pudieron llegar a comprender que sólo Dios era capaz de llevarlas a cabo.

Hoy podéis decir que la humanidad entera ha reconocido a Cristo como el Mesías que el Padre había prometido a la humanidad desde los primeros tiempos. Sin embargo, no cesan los hombres de negarme, de desconocerme y de ofrecerme a cambio de mi amor, la hiel y el vinagre de sus ingratitudes.

Hoy ya no dudan de Jesús, pero muchos discuten y aún niegan mi Divinidad. Unos me atribuyen gran elevación espiritual: otros, afirman que Yo también voy caminando por la senda de la evolución del espíritu, para poder llegar al Padre; mas si así fuese, no hubiera venido a deciros: "Yo soy el camino, la verdad y la vida".

Conozco vuestras reflexiones, vuestras filosofías. Sé que para vosotros, sólo encarna un espíritu que necesita de esa prueba para lograr su elevación y perfeccionamiento, y esto os impide el creer que el Verbo Divino se hiciera hombre. Sé que no concebís que el Ser Divino pudiera llegar a sentir dolor y por eso la humanidad al ver que Cristo lo experimentó, niega que El pudiese ser la Divinidad prometida.

¡Ah mis hijos amados! si pudieseis llegar a comprender que la encarnación del Verbo sobre la Tierra es la más grande expresión del amor divino; fue un anhelo de humildad ante vosotros y una lección en mi deseo de limitarme, de hacerme pequeño, para que me sintieseis más vuestro y vosotros más cerca del Padre.

Pero de aquel gran dolor ¡Qué poco es lo que sabéis! Sólo pensáis en lo material, en la carne que sufre, en la angustia del espíritu; pero no llegáis a comprender que mientras no exista armonía entre las criaturas humanas y su Padre Celestial, tendrá que existir entre vosotros el dolor, y, ¿Qué dolor podréis sufrir que no se refleje en vuestro Padre?

No penséis que Yo venga a defenderme de vuestros juicios, ni a pediros que no me despojéis de esa esencia divina que me estáis negando. Yo he venido en esta era para decir al hombre que sea su espíritu el que me juzgue.

Basta ya de que sea vuestra pequeña razón humana la que quiera leer y penetrar en el gran Libro de la Vida, el cual fué escrito por el Espíritu Divino para vuestro espíritu, porque éste será el que alcance la inmortalidad y no la materia.

Mirad que vengo a dar estas lecciones a través de torpes y sencillas criaturas a fin de que les deis crédito; porque si os hubiese entregado por conducto de hombres entendidos y preparados, tomaríais estas revelaciones como una teoría más de las muchas que en estos tiempos han aparecido sobre la Tierra.

Los que se han conmovido con mi palabra en este tiempo, son los que se han levantado como afanosos labriegos, luchando incansablemente inspirados en mis enseñanzas. No abren sus labios para decirme: "Maestro, aquí estamos Contigo", porque saben que cumpliendo con mi Ley, doquiera están Conmigo y el mañana serán los orientadores y mensajeros espirituales ante la humanidad.

En el mundo, los hombres ya están en espera de la llegada de los apóstoles de la paz y de la luz, de vosotros que habéis estado con el Divino Maestro, que sois los que llevaréis la buena nueva a los corazones.

Aún estáis a prueba y en preparación llevando a la práctica mis lecciones, saturándoos de mi amor y compenetrándoos de mi Obra.

Son ya los últimos años de mi comunicación. Después de 1950, cuando haya levantado mi palabra, la recordaréis y se llenará de tristeza vuestro corazón, si no la supisteis aprovechar, mas en verdad os digo que Yo no me apartaré de vosotros, sólo cambiará la forma de comunicarme, y aun puedo deciros que estaré más cerca de vosotros, porque vendrá el tiempo de la verdadera espiritualidad.

Vosotros seguiréis en comunicación espiritual Conmigo. Reconoced cuán sencilla es mi Doctrina, cuán comprensible es mi Ley; la misma que vino a enseñaros Jesús, el Galileo.

No he venido a juzgaros aún, sino a señalaros una vez más el camino que conduce a Mí.

Ahora sois discípulos, mañana seréis maestros y enseñaréis con palabras y obras lo que os he revelado. Hombres y mujeres seréis maestros de alta moral. Pensad que tendréis que enfrentaros a las religiones entre las cuales haréis gran labor espiritual, porque la fe se ha apagado en muchos, porque la esperanza ha desaparecido y es que los hombres no se conocen, ni tienen caridad de ellos mismos. Mas, para que prediquéis mi verdad y habléis de amor, tendréis que purificaros.

En el Segundo Tiempo dije a mis discípulos: Si alguno de los miembros de vuestro cuerpo fuese causa de vuestro pecado, cortadle; es decir, aun a costa de dolor y sacrificio debéis ser limpios. A vosotros os digo; limpiad vuestro corazón, no dejéis que en él arraiguen las pasiones. Limpiad el vaso por dentro y por fuera.

Dejad que vuestro corazón llegue a latir al ritmo de mi amor y vuestros hermanos tendrán que reconoceros por la blancura de vuestro espíritu y la pureza de vuestros sentimientos. Revestíos de calma, perdonad y seréis perdonados. Vivid en paz con vosotros mismos.

Ved cómo muchos de vuestros hermanos, esperan en el seno de su idolatría la venida del Mesías. Mirad cómo muchos en su ignorancia, creen que sólo vendré a descargar mi justicia sobre los malos, salvar a los buenos y destruir al mundo, sin saber que estoy entre los hombres como Padre, como Maestro, como Hermano o Amigo, lleno de amor y humildad, extendiendo mi caridad para salvar, bendecir y perdonar a todos.

Por eso estáis desarrollando vuestros dones bajo mi enseñanza, para dar pruebas de mi nueva manifestación, ya sea apartando el dolor del que sufre, ya enseñando el camino de luz al perdido o resucitando al muerto a la voz de "Levántate y anda".

Vosotros destruiréis el concepto de la muerte y enseñaréis el camino de la vida verdadera.

Cuando habléis de mi Obra, hacedlo con firmeza; expresad en el instante de vuestra inspiración lo que el corazón sienta. Preparaos, porque quiero hablar por vuestros labios a la humanidad. Vivid alerta sin alejaros de mi enseñanza, para que nunca os veáis envueltos en las confusiones de la humanidad.

Aún es pequeño el grupo que se congrega a escuchar mi palabra, mas Yo lo tomo en representación de toda la humanidad y le doy mi enseñanza como lo he venido haciendo desde que por conducto de mi hija Damiana Oviedo dí a conocer mi voluntad a través de su entendimiento. Lo que en esta forma os he entregado, han sido lecciones de sabiduría que debéis guardar cual joya preciosa en vuestro corazón, porque su esencia es de amor.

Os bendigo porque sois incansables recibiéndome. Quiero que como Yo he venido a enseñaros y a guiaros, vosotros guiéis y enseñéis a vuestros hermanos. Os he concedido el don de sanar el dolor con mi bálsamo que es la caridad.

Sois testigos de la forma en que he venido a comunicarme, mañana, cuando esta palabra ya no brote por los labios humanos y esta gracia haya desaparecido, recordaréis con amor este tiempo y estas manifestaciones. Entonces testificaréis lo que oísteis y contemplasteis.

Después de 1950 los hombres os preguntarán de qué modo se manifestaba la palabra del Señor y vosotros les diréis que era en una manifestación llena de humildad, con lenguaje sencillo y comprensible para todos.

Seréis escuchados con interés y los libros que quedarán de mis lecciones serán leídos con avidez.

Bajo distintas formas he venido a doctrinaros a través de los tiempos, pero siempre ha sido la misma Doctrina la que os he enseñado; ella ha encendido primero la fe, para que os dignificaseis delante de Mí y finalmente para que logréis alcanzar la recompensa de vuestros méritos en la vida eterna.

¿Qué podréis hacerme presente en vuestro corazón que Yo no pueda contemplar?

Todo lo escucho y todo lo sé. Velad y orad porque el lobo acecha. No juzguéis a quienes han caído en tentación durante la caminata, antes bien, invitadles nuevamente con amor a reanudar la marcha para lograr el adelanto en el camino de la evolución.

En el Segundo Tiempo, una mujer a quien la tentación hizo caer en pecado, era juzgada en plena calle por las turbas. Jesús acertó a pasar por ahí, aquellos hombres acusaban de adulterio a la mujer y trataban de darle muerte. Entonces, dirigiéndose al Maestro, le dijeron para probarlo: Señor, esta mujer ha sido sorprendida en adulterio y la ley de Moisés dice que deberá morir a pedradas por el pueblo. ¿Vos, qué decís? A lo que Jesús, contemplándoles con piedad, les contestó: "El que se encuentre limpio de pecado que arroje la primera piedra".

La luz de aquella palabra iluminó a los espíritus y sintiéndose todos imperfectos e indignos de juzgar a un semejante, se retiraron avergonzados dejando la plazuela limpia.

Preguntó entonces Jesús a la mujer, que yacía en tierra: "Mujer, ¿En dónde están los que te acusan? Se han ido. Levántate, vete y no vuelvas a pecar".

En verdad os digo que toda causa, sólo a Mí me corresponde juzgarla.

Yo os invito a estudiar mi palabra, y si queréis mi paz, guardad mis preceptos para que os sirvan de guía en todo momento.

Pueblo: haced de la caridad vuestra bandera; el que desee trabajar en mis tierras, que adopte como lema de su trabajo la caridad y tendrá una gran misión que desempeñar.

Las tierras en donde el dolor se ha extendido, son muy vastas y es muy poca la simiente de amor y de caridad que hay almacenada en el corazón de los que han de levantarse a sembrar.

Mi Espíritu Consolador se derrama entre todos aquellos que van a cumplir con esta gran obra de caridad en el mundo; pero ese consuelo también ha sido depositado entre el mundo espiritual, en los seres que han sido destinados a derramar su luz en todos los caminos de la Tierra.

Cuando os hablo de mi mundo espiritual, me estoy refiriendo a aquellas huestes de seres obedientes como verdaderos siervos, los cuales sólo hacen lo que la voluntad de su Señor les ordena. Esos son a los que he enviado entre vosotros, para que sean los consejeros, los guardianes, los doctores y verdaderos hermanos entre todos los hombres. No vienen a llorar porque llevan en sí la paz; no vienen a hacer preguntas, porque la luz de su evolución y su experiencia en las largas jornadas, les ha dado el derecho de poder hacer la luz en el entendimiento del hombre. Son oportunos en su ayuda, solícitos y humildes, a cualquier llamado o necesidad.

Yo soy quien les ha mandado manifestarse entre vosotros, para que os den su lección, su testimonio y su estímulo. Van caminando delante de vosotros, para que encontréis limpio el sendero y prestaros su ayuda para que no vayáis a desfallecer.

Mañana, también vosotros formaréis parte de ese ejército de luz, que en el mundo infinito de los espíritus viene trabajando tan sólo por el amor a sus hermanos, sabiendo que con ello glorifican y aman a su Padre.

Si queréis asemejaros a ellos, consagrad vuestra existencia al bien. Compartid vuestra paz y vuestro pan, recibid con amor al necesitado, id a visitar al enfermo y al cautivo. Haced luz en el camino de vuestros hermanos que van a tientas en busca de la verdadera senda. Llenad de pensamientos nobles el infinito, orad por los ausentes y la oración os aproximará a ellos.

en vuestras pupilas, iréis a despertar a un mundo maravilloso por su armonía, por su orden y su justicia. Ahí comenzaréis a comprender que la caridad de Dios es la que puede compensaros de todas vuestras obras, pruebas y sufrimientos.

Cuando un espíritu llega a aquella morada, comienza a sentirse invadido por una paz infinita, vuelve al instante su recuerdo a los que aún viven lejos de aquella beatitud, y en su afán, en su anhelo de que aquellos a quienes ama, lleguen a poseer aquel don divino, se suma a las huestes espirituales que luchan y trabajan por la salvación, por el bienestar y la paz de sus hermanos.

Para preparar vuestro corazón y dar fortaleza a vuestro espíritu, mi voz os alienta en este camino de pruebas, las cuales ya habéis comprobado que dan temple a vuestro espíritu. Quien tiene fuerza, podrá impartirla a quien se sienta débil.

Pronto contemplaréis la llegada de multitudes de otros países, que vendrán a esta nación donde el Maestro se manifiesta.

La luz de mi sabiduría despertará de su letargo a los hombres y les veréis evolucionar espiritual y mentalmente, ese paso será benéfico para la humanidad.

Las naciones fijarán sus ojos en esta parte de la Tierra y vendrán a conocer mi Obra y mi palabra, que habrá quedado impresa, pues para ese tiempo los cerebros de los que habéis sido portavoces habrán sido cerrados para esta comunicación.

Los recintos que han congregado a las grandes muchedumbres, permanecerán abiertos después de mi partida, para que ahí se sigan reuniendo los discípulos a estudiar mi palabra; ellos serán los que velando cual guardianes, esperen la llegada de los postreros que hoy anuncio. Si estáis en vuestro puesto, aquellos reconocerán la grandeza de lo que os he revelado; si no sois fieles a este mandato, será la miseria y las calamidades quienes reciban a los que en busca de paz y de luz traten de acercarse a vosotros.

Quiero también enseñaros a cumplir vuestros deberes para con los que gobiernan en el mundo: Si queréis que sus determinaciones sean favorables y justas para sus pueblos, debéis ayudarlos con la oración.

Si en vez de cumplir en esta forma les abandonáis y os dedicáis sólo a criticar sus determinaciones, dejaréis que su ánimo decaiga en la lucha y queden expuestos a influencias nocivas.

En verdad os digo que desde los primeros días de la humanidad, el hombre tuvo la intuición de llevar en sí un ser espiritual, un ser que si bien era invisible, se manifestaba en las distintas obras de su vida.

Vuestro Señor, os ha revelado de tiempo en tiempo, la existencia del espíritu, su esencia y su arcano, porque aun llevándolo en vosotros, es tan denso el velo en que os envuelve vuestra materialidad, que no podréis llegar a contemplar lo que es más noble y puro en vuestro ser.

Muchas son las verdades que el hombre se ha atrevido a negar, sin embargo, la creencia de la existencia de su espíritu, no ha sido de las que haya combatido más, porque el hombre ha sentido y ha llegado a comprender que negar a su espíritu, sería tanto como negarse a sí mismo.

La materia humana, cuando ha degenerado a causa de sus pasiones, de sus vicios y de su materialismo, se ha convertido en cadena, en venda de obscuridad, en prisión y en obstáculo para el desarrollo del espíritu. A pesar de ello, nunca le ha faltado en sus horas de prueba, un destello de luz interior que venga en su ayuda.

De cierto os digo que la expresión más elevada y pura del espíritu, es la conciencia, esa divina luz interior que le hace ser entre todas las criaturas que le rodean, la primera, la más alta, la más grande y la más noble.

"Maestro me preguntáis en silencio ¿Por qué sabemos tan poco del espíritu? ¿Por qué sabemos tan poco de nosotros mismos?".

Y el Maestro os contesta: porque os habéis dedicado más a lo que os brinda el mundo y no os habéis consagrado al estudio de lo imperecedero, que es vuestro espíritu. El mismo espíritu, ante las bellezas, ante las maravillas y los deleites que le proporciona la vida, renuncia aunque sea pasajeramente, a los goces que le pueda proporcionar su propio desarrollo. Sin embargo, debo deciros en verdad, que no por ello vayáis a creer que la materia sea más poderosa que el espíritu y que esa sea la causa de que haya descendido hasta materializarse. No, el espíritu es incomparablemente más fuerte y nunca dejará de serlo, mas si ha caído, ha sido voluntariamente, seducido por los atractivos de un mundo que, aunque sea fugazmente, le ofrece a través de los sentidos de la carne una vida fecunda en placeres y en tentaciones.

Es natural que su materialidad le impida el conocerse a sí mismo y no le permita manifestar sus dones a través de su parte humana. Porque la naturaleza material, parece ser la más opuesta a la naturaleza espiritual; sin embargo, cuando en vosotros lleguen a armonizar ambas, llegaréis a ver que vuestra naturaleza material es como un espejo límpido que refleja en toda su belleza lo espiritual y aun lo divino.

Buscad mi presencia en las obras llevadas a cabo por Mí y a cada paso podréis encontrarme; tratad de oírme, y me escucharéis en la voz potente que surge de todo lo creado, porque no encuentro dificultad alguna en manifestarme a través de los seres de la Creación. Lo mismo me manifiesto en un astro, en furor de una tempestad, que en la dulce luz de una aurora. Lo mismo hago oír mi voz en el melodioso trino de una ave, que lo expreso por medio del aroma de las flores. Y cada expresión mía, cada frase, cada obra os habla a todos de amor, de cumplimiento a las leyes de justicia, de sabiduría, de eternidad en el espíritu.

¿Por qué no habéis logrado llegar a mostraros en toda la plenitud espiritual, en la gran belleza de vuestro espíritu, habiendo tenido potestad sobre lo material? Por haberos dejado arrastrar por las pasiones del mundo.

Por lo tanto, no huyáis del estudio y de la práctica de mi Enseñanza, creyendo que por este medio alcanzaréis mayor espiritualidad; debéis aprender a merecerla con sabiduría y habréis alcanzado el principio de la armonía universal en la que sabréis dejar que vuestro espíritu se manifieste.

Interpretad y cumplid con la Ley y con ello os prepararéis para llegar a habitar en las moradas superiores de la espiritualidad. Mientras existan mundos materiales, es necesario que el mundo espiritual siga vibrando y derramando su luz sobre ellos.

Considerad que si ahora no habéis podido dominar una frágil envoltura ¿Qué misión podré confiar a vuestro espíritu cuando esté morando en un valle de mayor espiritualidad?

Sólo Yo puedo daros estas lecciones, oh humanidad, ¿Qué hombre podría llegar a deciros lo que para vosotros tengo reservado en mi arcano? Meditad y orad, oh discípulos, para que mi enseñanza os conduzca a la reconciliación del espíritu con su envoltura.


¡Te perdono y te bendigo en mi nombre que Soy el Padre, El Hijo, el Espíritu Santo, Mi paz sea con vosotros Pueblo Bendito de Israel!

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