Cuando pensáis en los tormentos que padecí en la
cruz, os horrorizáis que la maldad humana hubiera llegado a esos extremos de
crueldad y Yo os digo, que ese dolor y el cáliz que entonces bebí, no fue la
mayor amargura.
El dolor más grande para Mí fue ver que, estando
entre mis hijos, ellos no querían darse cuenta de quién era Yo, el de estar
revelándoles la verdad con palabras llenas de luz, y ver que las rechazaban y
me negaban, y el de estar derramando mi amor en sus corazones, mientras ellos
se burlaban de Mí y de sus labios brotaban blasfemias en contra mía.
El último suspiro que exhalé en la cruz, fue el
perdón divino que sobre tanta miseria y tanta muerte, brotaba de mi corazón,
pero mi pasión no terminó al exhalar aquel suspiro; os había dicho que Yo era
la vida y mi Espíritu en la eternidad siguió recibiendo las ingratitudes de
todos los hombres.
Discutieron sobre si Yo era o no el Mesías
prometido; analizaron mis obras para ver si eran la confirmación de lo que las
profecías habían anunciado y mientras unos llegaban al convencimiento de que Yo
era el prometido, otros, los materialistas, los que sólo rendían culto a la
materia, los que habían interpretado las profecías según sus ambiciones humanas
y sus conveniencias, ésos siguieron negándome.
¡Cuán ciegos estuvieron aquellos que habiendo
escuchando mis palabras de vida y habiendo visto mis obras poderosas, no
pudieron llegar a comprender que sólo Dios era capaz de llevarlas a cabo.
Hoy podéis decir que la humanidad entera ha
reconocido a Cristo como el Mesías que el Padre había prometido a la humanidad
desde los primeros tiempos. Sin embargo, no cesan los hombres de negarme, de
desconocerme y de ofrecerme a cambio de mi amor, la hiel y el vinagre de sus
ingratitudes.
Hoy ya no dudan de Jesús, pero muchos discuten y
aún niegan mi Divinidad. Unos me atribuyen gran elevación espiritual: otros,
afirman que Yo también voy caminando por la senda de la evolución del espíritu,
para poder llegar al Padre; mas si así fuese, no hubiera venido a deciros:
"Yo soy el camino, la verdad y la vida".
Conozco vuestras reflexiones, vuestras
filosofías. Sé que para vosotros, sólo encarna un espíritu que necesita de esa
prueba para lograr su elevación y perfeccionamiento, y esto os impide el creer
que el Verbo Divino se hiciera hombre. Sé que no concebís que el Ser Divino
pudiera llegar a sentir dolor y por eso la humanidad al ver que Cristo lo
experimentó, niega que El pudiese ser la Divinidad prometida.
Pero de aquel gran dolor ¡Qué poco es lo que
sabéis! Sólo pensáis en lo material, en la carne que sufre, en la angustia del
espíritu; pero no llegáis a comprender que mientras no exista armonía entre las
criaturas humanas y su Padre Celestial, tendrá que existir entre vosotros el
dolor, y, ¿Qué dolor podréis sufrir que no se refleje en vuestro Padre?
No penséis que Yo venga a defenderme de vuestros
juicios, ni a pediros que no me despojéis de esa esencia divina que me estáis
negando. Yo he venido en esta era para decir al hombre que sea su espíritu el
que me juzgue.
Basta ya de que sea vuestra pequeña razón
humana la que quiera leer y penetrar en el gran Libro de la Vida, el cual fué
escrito por el Espíritu Divino para vuestro espíritu, porque éste será el que
alcance la inmortalidad y no la materia.
Mirad que vengo a dar estas lecciones a través
de torpes y sencillas criaturas a fin de que les deis crédito; porque si os
hubiese entregado por conducto de hombres entendidos y preparados, tomaríais
estas revelaciones como una teoría más de las muchas que en estos tiempos han
aparecido sobre la Tierra.
Los que se han conmovido con mi palabra en este
tiempo, son los que se han levantado como afanosos labriegos, luchando
incansablemente inspirados en mis enseñanzas. No abren sus labios para decirme:
"Maestro, aquí estamos Contigo", porque saben que cumpliendo con mi
Ley, doquiera están Conmigo y el mañana serán los orientadores y mensajeros
espirituales ante la humanidad.
En el mundo, los hombres ya están en espera de
la llegada de los apóstoles de la paz y de la luz, de vosotros que habéis
estado con el Divino Maestro, que sois los que llevaréis la buena nueva a los
corazones.
Aún estáis a prueba y en preparación llevando a
la práctica mis lecciones, saturándoos de mi amor y compenetrándoos de mi Obra.
Son ya los últimos años de mi comunicación.
Después de 1950, cuando haya levantado mi palabra, la recordaréis y se llenará
de tristeza vuestro corazón, si no la supisteis aprovechar, mas en verdad os
digo que Yo no me apartaré de vosotros, sólo cambiará la forma de comunicarme,
y aun puedo deciros que estaré más cerca de vosotros, porque vendrá el tiempo
de la verdadera espiritualidad.
Vosotros seguiréis en comunicación espiritual
Conmigo. Reconoced cuán sencilla es mi Doctrina, cuán comprensible es mi Ley;
la misma que vino a enseñaros Jesús, el Galileo.
No he venido a juzgaros aún, sino a señalaros
una vez más el camino que conduce a Mí.
Ahora sois discípulos, mañana seréis maestros y
enseñaréis con palabras y obras lo que os he revelado. Hombres y mujeres seréis
maestros de alta moral. Pensad que tendréis que enfrentaros a las religiones
entre las cuales haréis gran labor espiritual, porque la fe se ha apagado en
muchos, porque la esperanza ha desaparecido y es que los hombres no se conocen,
ni tienen caridad de ellos mismos. Mas, para que prediquéis mi verdad y habléis
de amor, tendréis que purificaros.
En el Segundo Tiempo dije a mis discípulos: Si
alguno de los miembros de vuestro cuerpo fuese causa de vuestro pecado,
cortadle; es decir, aun a costa de dolor y sacrificio debéis ser limpios. A
vosotros os digo; limpiad vuestro corazón, no dejéis que en él arraiguen las
pasiones. Limpiad el vaso por dentro y por fuera.
Dejad que vuestro corazón llegue a latir al
ritmo de mi amor y vuestros hermanos tendrán que reconoceros por la blancura de
vuestro espíritu y la pureza de vuestros sentimientos. Revestíos de calma,
perdonad y seréis perdonados. Vivid en paz con vosotros mismos.
Ved cómo muchos de vuestros hermanos, esperan
en el seno de su idolatría la venida del Mesías. Mirad cómo muchos en su
ignorancia, creen que sólo vendré a descargar mi justicia sobre los malos,
salvar a los buenos y destruir al mundo, sin saber que estoy entre los hombres
como Padre, como Maestro, como Hermano o Amigo, lleno de amor y humildad,
extendiendo mi caridad para salvar, bendecir y perdonar a todos.
Por eso estáis desarrollando vuestros dones
bajo mi enseñanza, para dar pruebas de mi nueva manifestación, ya sea apartando
el dolor del que sufre, ya enseñando el camino de luz al perdido o resucitando
al muerto a la voz de "Levántate y anda".
Vosotros destruiréis el concepto de la muerte y
enseñaréis el camino de la vida verdadera.
Cuando habléis de mi Obra, hacedlo con firmeza;
expresad en el instante de vuestra inspiración lo que el corazón sienta.
Preparaos, porque quiero hablar por vuestros labios a la humanidad. Vivid
alerta sin alejaros de mi enseñanza, para que nunca os veáis envueltos en las
confusiones de la humanidad.
Aún es pequeño el grupo que se congrega a
escuchar mi palabra, mas Yo lo tomo en representación de toda la humanidad y le
doy mi enseñanza como lo he venido haciendo desde que por conducto de mi hija
Damiana Oviedo dí a conocer mi voluntad a través de su entendimiento. Lo que en
esta forma os he entregado, han sido lecciones de sabiduría que debéis guardar
cual joya preciosa en vuestro corazón, porque su esencia es de amor.
Os bendigo porque sois incansables
recibiéndome. Quiero que como Yo he venido a enseñaros y a guiaros, vosotros
guiéis y enseñéis a vuestros hermanos. Os he concedido el don de sanar el dolor
con mi bálsamo que es la caridad.
Sois testigos de la forma en que he venido a
comunicarme, mañana, cuando esta palabra ya no brote por los labios humanos y
esta gracia haya desaparecido, recordaréis con amor este tiempo y estas
manifestaciones. Entonces testificaréis lo que oísteis y contemplasteis.
Después de 1950 los hombres os preguntarán de
qué modo se manifestaba la palabra del Señor y vosotros les diréis que era en
una manifestación llena de humildad, con lenguaje sencillo y comprensible para
todos.
Seréis escuchados con interés y los libros que
quedarán de mis lecciones serán leídos con avidez.
Bajo distintas formas he venido a doctrinaros a
través de los tiempos, pero siempre ha sido la misma Doctrina la que os he
enseñado; ella ha encendido primero la fe, para que os dignificaseis delante de
Mí y finalmente para que logréis alcanzar la recompensa de vuestros méritos en
la vida eterna.
¿Qué podréis hacerme presente en vuestro
corazón que Yo no pueda contemplar?
Todo lo escucho y todo lo sé. Velad y orad
porque el lobo acecha. No juzguéis a quienes han caído en tentación durante la
caminata, antes bien, invitadles nuevamente con amor a reanudar la marcha para
lograr el adelanto en el camino de la evolución.
En el Segundo Tiempo, una mujer a quien la
tentación hizo caer en pecado, era juzgada en plena calle por las turbas. Jesús
acertó a pasar por ahí, aquellos hombres acusaban de adulterio a la mujer y
trataban de darle muerte. Entonces, dirigiéndose al Maestro, le dijeron para
probarlo: Señor, esta mujer ha sido sorprendida en adulterio y la ley de Moisés
dice que deberá morir a pedradas por el pueblo. ¿Vos, qué decís? A lo que
Jesús, contemplándoles con piedad, les contestó: "El que se encuentre
limpio de pecado que arroje la primera piedra".
La luz de aquella palabra iluminó a los
espíritus y sintiéndose todos imperfectos e indignos de juzgar a un semejante,
se retiraron avergonzados dejando la plazuela limpia.
Preguntó entonces Jesús a la mujer, que yacía
en tierra: "Mujer, ¿En dónde están los que te acusan? Se han ido.
Levántate, vete y no vuelvas a pecar".
En verdad os digo que toda causa, sólo a Mí me
corresponde juzgarla.
Yo os invito a estudiar mi palabra, y si
queréis mi paz, guardad mis preceptos para que os sirvan de guía en todo
momento.
Pueblo: haced de la caridad vuestra bandera; el
que desee trabajar en mis tierras, que adopte como lema de su trabajo la
caridad y tendrá una gran misión que desempeñar.
Las tierras en donde el dolor se ha extendido,
son muy vastas y es muy poca la simiente de amor y de caridad que hay
almacenada en el corazón de los que han de levantarse a sembrar.
Mi Espíritu Consolador se derrama entre todos
aquellos que van a cumplir con esta gran obra de caridad en el mundo; pero ese
consuelo también ha sido depositado entre el mundo espiritual, en los seres que
han sido destinados a derramar su luz en todos los caminos de la Tierra.
Cuando os hablo de mi mundo espiritual, me
estoy refiriendo a aquellas huestes de seres obedientes como verdaderos siervos,
los cuales sólo hacen lo que la voluntad de su Señor les ordena. Esos son a los
que he enviado entre vosotros, para que sean los consejeros, los guardianes,
los doctores y verdaderos hermanos entre todos los hombres. No vienen a llorar
porque llevan en sí la paz; no vienen a hacer preguntas, porque la luz de su
evolución y su experiencia en las largas jornadas, les ha dado el derecho de
poder hacer la luz en el entendimiento del hombre. Son oportunos en su ayuda,
solícitos y humildes, a cualquier llamado o necesidad.
Yo soy quien les ha mandado manifestarse entre
vosotros, para que os den su lección, su testimonio y su estímulo. Van
caminando delante de vosotros, para que encontréis limpio el sendero y
prestaros su ayuda para que no vayáis a desfallecer.
Mañana, también vosotros formaréis parte de ese
ejército de luz, que en el mundo infinito de los espíritus viene trabajando tan
sólo por el amor a sus hermanos, sabiendo que con ello glorifican y aman a su
Padre.
Si queréis asemejaros a ellos, consagrad
vuestra existencia al bien. Compartid vuestra paz y vuestro pan, recibid con
amor al necesitado, id a visitar al enfermo y al cautivo. Haced luz en el
camino de vuestros hermanos que van a tientas en busca de la verdadera senda.
Llenad de pensamientos nobles el infinito, orad por los ausentes y la oración
os aproximará a ellos.
en vuestras pupilas, iréis a despertar a un
mundo maravilloso por su armonía, por su orden y su justicia. Ahí comenzaréis a
comprender que la caridad de Dios es la que puede compensaros de todas vuestras
obras, pruebas y sufrimientos.
Cuando un espíritu llega a aquella morada,
comienza a sentirse invadido por una paz infinita, vuelve al instante su
recuerdo a los que aún viven lejos de aquella beatitud, y en su afán, en su
anhelo de que aquellos a quienes ama, lleguen a poseer aquel don divino, se
suma a las huestes espirituales que luchan y trabajan por la salvación, por el
bienestar y la paz de sus hermanos.
Para preparar vuestro corazón y dar fortaleza a
vuestro espíritu, mi voz os alienta en este camino de pruebas, las cuales ya
habéis comprobado que dan temple a vuestro espíritu. Quien tiene fuerza, podrá
impartirla a quien se sienta débil.
Pronto contemplaréis la llegada de multitudes
de otros países, que vendrán a esta nación donde el Maestro se manifiesta.
La luz de mi sabiduría despertará de su letargo
a los hombres y les veréis evolucionar espiritual y mentalmente, ese paso será
benéfico para la humanidad.
Los recintos que han congregado a las grandes
muchedumbres, permanecerán abiertos después de mi partida, para que ahí se
sigan reuniendo los discípulos a estudiar mi palabra; ellos serán los que
velando cual guardianes, esperen la llegada de los postreros que hoy anuncio.
Si estáis en vuestro puesto, aquellos reconocerán la grandeza de lo que os he
revelado; si no sois fieles a este mandato, será la miseria y las calamidades
quienes reciban a los que en busca de paz y de luz traten de acercarse a
vosotros.
Quiero también enseñaros a cumplir vuestros
deberes para con los que gobiernan en el mundo: Si queréis que sus
determinaciones sean favorables y justas para sus pueblos, debéis ayudarlos con
la oración.
Si en vez de cumplir en esta forma les
abandonáis y os dedicáis sólo a criticar sus determinaciones, dejaréis que su
ánimo decaiga en la lucha y queden expuestos a influencias nocivas.
En verdad os digo que desde los primeros días
de la humanidad, el hombre tuvo la intuición de llevar en sí un ser espiritual,
un ser que si bien era invisible, se manifestaba en las distintas obras de su
vida.
Vuestro Señor, os ha revelado de tiempo en
tiempo, la existencia del espíritu, su esencia y su arcano, porque aun
llevándolo en vosotros, es tan denso el velo en que os envuelve vuestra
materialidad, que no podréis llegar a contemplar lo que es más noble y puro en
vuestro ser.
Muchas son las verdades que el hombre se ha
atrevido a negar, sin embargo, la creencia de la existencia de su espíritu, no
ha sido de las que haya combatido más, porque el hombre ha sentido y ha llegado
a comprender que negar a su espíritu, sería tanto como negarse a sí mismo.
La materia humana, cuando ha degenerado a causa
de sus pasiones, de sus vicios y de su materialismo, se ha convertido en
cadena, en venda de obscuridad, en prisión y en obstáculo para el desarrollo
del espíritu. A pesar de ello, nunca le ha faltado en sus horas de prueba, un
destello de luz interior que venga en su ayuda.
De cierto os digo que la expresión más elevada
y pura del espíritu, es la conciencia, esa divina luz interior que le hace ser
entre todas las criaturas que le rodean, la primera, la más alta, la más grande
y la más noble.
"Maestro me preguntáis en silencio ¿Por
qué sabemos tan poco del espíritu? ¿Por qué sabemos tan poco de nosotros
mismos?".
Y el Maestro os contesta: porque os habéis dedicado
más a lo que os brinda el mundo y no os habéis consagrado al estudio de lo
imperecedero, que es vuestro espíritu. El mismo espíritu, ante las bellezas,
ante las maravillas y los deleites que le proporciona la vida, renuncia aunque
sea pasajeramente, a los goces que le pueda proporcionar su propio desarrollo.
Sin embargo, debo deciros en verdad, que no por ello vayáis a creer que la
materia sea más poderosa que el espíritu y que esa sea la causa de que haya
descendido hasta materializarse. No, el espíritu es incomparablemente más
fuerte y nunca dejará de serlo, mas si ha caído, ha sido voluntariamente,
seducido por los atractivos de un mundo que, aunque sea fugazmente, le ofrece a
través de los sentidos de la carne una vida fecunda en placeres y en tentaciones.
Es natural que su materialidad le impida el
conocerse a sí mismo y no le permita manifestar sus dones a través de su parte
humana. Porque la naturaleza material, parece ser la más opuesta a la
naturaleza espiritual; sin embargo, cuando en vosotros lleguen a armonizar
ambas, llegaréis a ver que vuestra naturaleza material es como un espejo
límpido que refleja en toda su belleza lo espiritual y aun lo divino.
Buscad mi presencia en las obras llevadas a
cabo por Mí y a cada paso podréis encontrarme; tratad de oírme, y me
escucharéis en la voz potente que surge de todo lo creado, porque no encuentro
dificultad alguna en manifestarme a través de los seres de la Creación. Lo
mismo me manifiesto en un astro, en furor de una tempestad, que en la dulce luz
de una aurora. Lo mismo hago oír mi voz en el melodioso trino de una ave, que
lo expreso por medio del aroma de las flores. Y cada expresión mía, cada frase,
cada obra os habla a todos de amor, de cumplimiento a las leyes de justicia, de
sabiduría, de eternidad en el espíritu.
¿Por qué no habéis logrado llegar a mostraros
en toda la plenitud espiritual, en la gran belleza de vuestro espíritu,
habiendo tenido potestad sobre lo material? Por haberos dejado arrastrar por
las pasiones del mundo.
Por lo tanto, no huyáis del estudio y de la
práctica de mi Enseñanza, creyendo que por este medio alcanzaréis mayor
espiritualidad; debéis aprender a merecerla con sabiduría y habréis alcanzado
el principio de la armonía universal en la que sabréis dejar que vuestro
espíritu se manifieste.
Interpretad y cumplid con la Ley y con ello os
prepararéis para llegar a habitar en las moradas superiores de la
espiritualidad. Mientras existan mundos materiales, es necesario que el mundo
espiritual siga vibrando y derramando su luz sobre ellos.
Considerad que si ahora no habéis podido
dominar una frágil envoltura ¿Qué misión podré confiar a vuestro espíritu
cuando esté morando en un valle de mayor espiritualidad?
Sólo Yo puedo daros estas lecciones, oh
humanidad, ¿Qué hombre podría llegar a deciros lo que para vosotros tengo
reservado en mi arcano? Meditad y orad, oh discípulos, para que mi enseñanza os
conduzca a la reconciliación del espíritu con su envoltura.
¡Te perdono y te bendigo en mi nombre que Soy el Padre, El Hijo, el Espíritu Santo, Mi paz sea con vosotros Pueblo Bendito de Israel!
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