Mi mirada penetra en vuestro corazón. Dejad que
ella sea en vosotros como el trigo en tierra fértil. Si os viniese a juzgar en
este instante, os diría que vuestras herramientas para cultivar la campiña se
encuentran enmohecidas por el ocio; que las armas se encuentran abandonadas,
que habéis ocultado la semilla y las fuentes de agua vivificante las habéis
dejado secar.
Más hoy sólo he venido a recibir vuestras
cuitas. Lloráis y sufrís y todo vuestro dolor lo atribuís a mi justicia, y no
os dais cuenta que vosotros sois los responsables de vuestro tropiezos porque
en vez de levantaros con ahincó a la lucha, os habéis recostado a dormir bajo
la sombra del árbol corpulento.
Sentís pena de que el Padre os hable así, mas,
¿Por qué os avergonzáis? ¿Os ha faltado enseñanza? ¿No habéis tenido al Maestro
entre vosotros? Sólo cuando escucháis mis reclamos dejáis que vuestra
conciencia os hable de las faltas cometidas y es cuando recordáis que no habéis
logrado la unificación entre vosotros como el Padre os ha ordenado. Pensad que
las grandes guerras están aún por desatarse y que si vosotros no sembráis mi
simiente de amor y caridad, para con ello alcanzar la paz entre vuestros
hermanos, tendríais abierta una puerta por donde penetraría la guerra, las
epidemias, el hambre y la muerte.
Os he dicho que pudiendo juzgaros, no he venido
como Juez entre vosotros. ¿Por qué entonces vosotros tomáis mi lugar de Juez
para juzgar los actos de vuestros semejantes? ¿Acaso creéis que sois perfectos
e infalibles?
No equivoquéis mi Ley, ni interpretéis mal mis
enseñanzas, no hagáis vuestra voluntad.
Si a vosotros, humanos, os trato con tanto amor
y caridad, de cierto os digo: Con esa misma caricia busco a los que en el valle
espiritual expían sus pasadas faltas. A esos seres les envío mi luz para
librarles de la turbación que es como tiniebla y del remordimiento que es el
fuego, para después enviarlos entre los hombres para que los que ayer sembraron
dolor en los corazones, ahora revestidos de luz, se conviertan en benefactores
y guardianes de sus propios hermanos.
La Ley que os guió en el Primer Tiempo y la
sangre que en el Segundo os enseñó el camino de la restitución, es la luz que a
todos os eleva en este Tercer Tiempo, en el que mi voz a través de vuestra
conciencia, aparta a los hombres del camino de la confusión. Debo deciros que
veo a toda la humanidad transitar por el camino de la confusión.
Los sabios, al conocer estas palabras, van a
ofenderse, y los que se hacen pasar como limpios de espíritu también van a
protestar. Mas Yo probaré a unos, a otros y a todos, que hoy la humanidad
camina perdida por un sendero donde sólo reina la incertidumbre y la angustia,
que son simiente de confusión.
¿Acaso hay serenidad y paz en algún pueblo de la
Tierra o en algún hombre? ¿Por ventura los humanos han puesto su confianza en
el triunfo del bien y la justicia sobre el mal? ¿Tienen los pueblos de la
Tierra un camino seguro para salvarse moral, espiritual y físicamente de la
destrucción que amenaza a la humanidad? No, pueblo, los hombres no saben a
dónde van, ni que es lo que quieren. El odio, que proviene de la falta de
espiritualidad y de la ignorancia de la Ley; el temor de los unos a los otros,
la ambición, el querer ser superiores a los demás, la libertad que se ha dado a
las bajas pasiones y la falta de verdad en el cumplimiento a las leyes divinas,
han conducido a la humanidad a un sendero de tinieblas donde todo es presagio de
mal y donde no hay esperanza ni fe, mucho menos caridad.
Muchos hombres están de tal modo familiarizados
con el mundo de pecados y dolores en que vivís, que piensan que esa vida es la
más natural, que la Tierra está destinada a ser valle de lágrimas y que jamás
podrá dar albergue a la paz, a la concordia y al progreso espiritual.
Esos hombres que así piensan, están aletargados
en el sueño de la ignorancia. Está equivocado quien crea que este mundo fue
destinado por Mí para valle de lágrimas y expiación. El edén que ofrecí a los
hombres, puede y debe retornar, porque todo cuanto Yo he creado es vida y amor.
Por lo tanto, está equivocado quien diga que el mundo fue destinado por Dios
para dolor de los hombres, cuando debieran decir que ellos fueron quienes lo
condenaron a una misión de justicia, cuando había sido formada para deleite y
recreo del espíritu hecho hombre.
Ninguno estaba destinado al pecado, aunque todo
estaba previsto para salvar de sus caídas al hombre.
No quiso el hombre elevarse por el amor, ni
hacerse sabio cumplimiento con mi Ley y olvidó que mi justicia, de la que
siempre ha tratado de huir, es la que lo ampara, porque mi justicia procede del
amor perfecto.
Esta Tierra profanada con el pecado, manchada
con crímenes y mancillada por la codicia y el odio, tendrá que recobrar su
pureza. La vida humana que ha sido una lucha incesante entre el bien y el mal,
será el hogar de los hijos de Dios, un hogar de paz, de fraternidad, de
comprensión y de nobles anhelos; mas para alcanzar ese ideal, es necesario que
los hombres pasen por las pruebas que los despierten de su letargo espiritual.
Este tiempo es propicio a la meditación, aunque
penséis lo contrario, al sentiros prisioneros en una humanidad sin caridad, sin
amor, sin paz. Y a medida que os vayáis aproximando más a la culminación de la
batalla, vuestro despertar irá siendo mayor, porque la intuición del espíritu
os dirá que después de la prueba llegará la paz y con ella la restauración.
¡Cuán lejos de la realidad se encuentran en
estos instantes millones de seres, que sólo viven para su presente material!
¿Cómo podrán abrir sus ojos a la realidad? Solamente escuchando la voz de la
conciencia. Esa voz que para ser oída requiere de la concentración, de la
meditación y la oración.
No os impacientéis, pueblo amado; no queráis
que mis palabras se cumplan en el término de unas horas. Algunas de ellas se
realizarán pronto y otras a lo largo del tiempo.
Para los seres humanos, sobre todo cuando viven
horas dolorosas, hay instantes que les parecen siglos, porque no saben
revestirse de esperanza, de fe, de paciencia y mansedumbre, mas cuando se
eleven a Mí para recibir luz, esas virtudes les darán fuerzas para esperar y para
luchar y además les endulzarán las horas difíciles.
Tiempos difíciles vivís, en los que está a
prueba el adelanto que en el espíritu habéis alcanzado. En el espíritu, os he
dicho, porque él es el único que puede sosteneros en la fatigosa jornada.
No os fiéis solamente de vuestra fuerza humana,
porque la materia es frágil; pero sí debéis hacerlo con la fortaleza del
espíritu, que es el que ora ante Mí y se satura de fe, entonces podréis confiar
en que saldréis avante en la contienda.
Mi amor, como un manto de protección os cubre
en las horas de dolor y de justicia que vivís, y mi caridad os hace comprender
que el cáliz que bebéis es necesario.
Yo apartaré ese cáliz y os lo cambiaré en vino
de vida eterna, en cuanto me mostréis vuestros méritos.
Habréis alcanzado la preparación para dar a
conocer mi enseñanza como maestros, cuando hayáis podido encontraros a vosotros
mismos. Oiréis la voz de la conciencia y el antifaz que cubre todo lo malo
caerá ante vosotros.
Buscad la salvación del espíritu aun a costa de
la materia, que cuando más perdieseis por esa causa, más tendréis después.
Cuando más dieseis, más se aumentarán los dones en vuestro espíritu. En verdad
os digo que cuando el egoísmo no encuentre cabida en vuestro corazón, habréis
llegado a ser maestros, y mi amor os recibirá diciéndoos: Sois bien recibidos
por vuestro Padre que viene a ofreceros el pan espiritual. En verdad os digo,
que os he hecho el llamado por doquier, que la voz de la campana divina se ha
escuchado en todo el Orbe; pero han sido pocos los que han acudido al llamado.
¿Habréis comprendido, pueblo, que os he llamado
para daros a comer el pan de vida eterna?
Todos tendréis señalado vuestro lugar en el
banquete espiritual y el Maestro contempla que hay lugares vacíos; son los de
aquellos que no han aceptado mi invitación, han dejado los manjares que les
había preparado; con dolor os digo que el que desprecia lo que el Cielo le
ofrece, mas tarde tendrá que llorar. Estas palabras las ha escuchado uno de mis
siervos, el cual recibe la orden de ir por los caminos, para que a todo aquel
que encuentre hambriento lo traiga hacia Mí, y Yo le siente a mi mesa, y esos que
ni siquiera presentían ni esperaban tanta gracia, serán los que ocupen los
lugares vacíos y gocen más que los que se nombran mis escogidos.
Seguiré llamando a los hombres y también a los
seres que pertenecen al más allá, para que reunidos los desencarnados con los
encarnados, se sienten a mi mesa, porque todos son mis hijos.
Discípulos: Cuando mi palabra llega a vosotros
y no la comprendéis, la ponéis en duda y Yo os digo: cuando os atormente la
incertidumbre, retiraos a la soledad de los campos y ahí, en medio de la
Naturaleza, donde sólo tengáis por testigos a la campiña, a las montañas y al
firmamento, volved a interrogar a vuestro Maestro, profundizaos en su palabra y
presto vendrá a vosotros su dulce respuesta, entonces os sentiréis
transportados, inspirados, llenos de un goce espiritual desconocido. Así
dejaréis de ser los hombres de poca fe, sabiendo que toda palabra de Dios
encierra verdad, pero que para descubrirla es menester saber penetrar en ella
con recogimiento y pureza, porque ella es santuario.
Siempre que os encontréis preparados y queráis
saber algo, vuestra sed de luz atraerá la luz divina. ¡Cuántas veces os he
dicho: id a la montaña y decidme ahí vuestras inquietudes, vuestros dolores y
necesidades!
Jesús con su ejemplo, os enseñó estas lecciones
en el Segundo Tiempo; recordad mi ejemplo cuando me retiré al desierto para
orar antes de principiar mi predicación; recordad que en los últimos días de mi
estancia entre los hombres, antes que penetrar en la sinagoga para orar, busqué
la soledad del Huerto de los Olivos para conversar con el Padre. La Naturaleza
es un templo del Creador, donde todo se eleva a Él para rendirle culto, ahí
podréis recibir directamente y con toda pureza la irradiación de vuestro Padre.
Ahí, lejos del egoísmo y del materialismo
humano, sentiréis llegar a vuestro corazón inspiraciones sabias que os mueven a
practicar el bien en vuestra senda.
Estas manifestaciones que através del
entendimiento humano os estoy dando, llegarán a su fin en el año de 1950, ese
momento irremisiblemente llegará, mas ¿Qué importa que no escuchéis mi palabra
a través del portavoz, si vosotros habréis aprendido a elevaros para recibir la
inspiración directamente del Maestro?
Levantaos, hijos amados, y obrad a imitación de
Jesús.
Así como veis que me estoy comunicando por
medio de estos entendimientos, así recibiréis mi inspiración; entonces
hablaréis en mi nombre, de las enseñanzas que os inspiré; así veréis que mi enseñanza
sigue, que mi revelación es eternamente sobre vuestro espíritu. Sólo la forma
exterior en algo cambiará.
Cuando estéis preparados, iréis por los caminos
revestidos de humildad, porque de cierto os digo: que si existe en vuestro
corazón un poco de vanidad o soberbia, no haréis una buena obra. El que quiera
predicar mi Doctrina, tendrá que practicarla con la humildad. Os hablo así para
que comprendáis lo que os falta por hacer. Queréis levantaros de lleno para
entregar mis enseñanzas, más, ¿Como podréis doctrinar, si en vuestros actos y
en vuestra vida, no se manifiesta la Doctrina de Jesús? Dejad que en vuestros
hechos las multitudes vean mi Obra; así, en el discípulo será reflejada la
imagen del Maestro.
Yo os digo que sabréis sentir cuando vuestro
espíritu ya esté preparado para enseñar mi Doctrina a vuestros hermanos, porque
será cuando os hayáis encontrado a vosotros mismos, escucharéis entonces con
claridad la voz de la conciencia; mientras esto no sea en vosotros, no podréis
sentirme en verdad.
No hay quien no quiera encontrar la felicidad,
y mientras más duradera sea, mejor, porque Yo vengo a enseñaros un camino que
conduce a la suprema y eterna felicidad; sin embargo, sólo os muestro el camino
y luego os dejo elegir el que más os agrade.
Os pregunto: ¿Por qué si anheláis felicidad, no
la sembráis para luego recogerla? ¡Cuán pocos son los que se han sentido
impulsados a entregarse a la humanidad!
Os hablo en una forma, en que tanto vuestro
espíritu como vuestra envoltura me entienda; pero sabed, que es al espíritu al
que vengo a salvar aun a costa de su materia. Sabed que mientras más deis, más
tendréis. Cuando lleguéis a ese grado, seréis maestros, entonces vuestra vida
será un ejemplo, un espejo, donde los demás reconozcan sus defectos y reparen
sus errores.
Para ayudaros en vuestra preparación, venid a
escuchar mi divina palabra.
Preparad vuestro entendimiento y aquietad los
sentidos para que podáis sentir mi voz en vuestro corazón.
Mi palabra es el camino marcado por mi voluntad
desde la eternidad, para que los espíritus no vaguen errantes por la Tierra. En
verdad os digo que es menester que el hombre conozca la espiritualidad para
lograr la evolución de su espíritu.
Esta es la era de la luz del Espíritu Santo,
sentida interiormente por los espíritus evolucionados, por aquellos que vean
más allá de las formas.
Contemplad y apreciad en toda su perfección y
belleza al Universo; fue creado para que en él se inspiraran los hijos del
Señor y en él vieran una imagen del Padre. Si así tomáis la Creación, elevaréis
vuestra mente hacia mi Divinidad.
Que nunca esté inerte vuestra mente, que nunca
se detenga, así como no se detiene la evolución de las razas a través de sus
generaciones, o la ciencia humana que con el paso del tiempo va señalando un
camino siempre hacia adelante.
Buscadme con el espíritu, sin deteneros en
rutinarias tradiciones, ni ritos simbólicos. Buscadme en vuestro corazón y en
él me hallaréis, porque el corazón ama, sufre y siente.
Si la humanidad, tratando de superar sus
conocimientos en la ciencia, no hubiese olvidado su corazón, no existiría tanta
discordia y tanto egoísmo, y ya habrían descubierto la chispa divina que todos
lleváis por la que todos sois hermanos en Mí. Ya estarían los hombres
cumpliendo con la máxima de Jesús de "amarse los unos a los otros",
con lo que bastaría para que este mundo tuviera paz y luz.
Ahora, la voz de la conciencia encuentra sordos
a los hombres, que sin detenerse a oírla, se levantan en guerras homicidas
destruyendo naciones, destruyendo elementos de vida y fuerzas materiales, sin
contemplar que detrás de todo ello, van sembrando la destrucción moral y
espiritual, lo que es más grave todavía.
Tengo que hablaros de todo esto, varones y
mujeres, para que en la obra de restauración moral y espiritual, cumpláis con
vuestra misión en este tiempo. No os limitéis a escuchar mi palabra, analizadla
y ponedla en práctica, porque si no lo hacéis, sería semilla vana.
Ayudad al progreso de vuestro espíritu y dejad
que abandone a su materia con toda conformidad y elevación, cuando llegue el
instante marcado por mi voluntad. Comprended que ninguno llegará a Mí materializado,
sino en espíritu. Cuando eso sea, procurad llegar a los peldaños elevados de la
escala, donde ya no existe el dolor ni la turbación.
Sois imperfectos en cuanto a vuestras obras no
en cuanto a vuestro origen o creación, pero llegaréis a alcanzar esa perfección
por vuestros propios méritos.
Habéis estado en verdad ante el altar de la
sabiduría, donde vuestro espíritu ha quedado rebosante de mi gracia.
Discípulos: Cuando vosotros y Yo, ya sin
portavoces ni mediadores, nos comuniquemos de Espíritu a espíritu y solos ante
la inmensidad nos encontremos, escucharéis en lo más íntimo de vuestro ser, la
voz divina que surgirá del silencio para hablar con vuestro espíritu. Más allá
de ese silencio está el concierto celestial, cuyas notas aún no sabéis
escuchar, porque vuestro oído sólo sabe percibir los sonidos materiales.
Escuchad con verdadera unción este mensaje
porque llegará el tiempo en que ya no me escuchéis en esta forma, pero sí
quedáis preparados, más tarde lo recibiréis de una manera más perfecta. Esta
forma de comunicación de la que ahora disfrutáis, podréis calificarla como de
exterior, pero aquella otra que os prometo será interna, y la llegaréis a tener
cuando os elevéis más. Entonces se acercarán los hombres hacia la comunicación
perfecta, cuando ya sin mediadores ni testigos se eleven a su Padre y reciban
directamente de Él lo que solicitan. Empezará entonces a brillar el espíritu
humano cual nunca había brillado, porque estando en comunión Conmigo, Yo me
reflejaré en él.
La comunicación de mi luz a través del
entendimiento humano ha sido para traeros la lección elemental y sentar las
bases para la gran lección que luego vendrá. También he venido para haceros más
liviana la carga de la cruz que cada uno de vosotros lleváis en la vida, cruz
que cada uno ha creado para sí y en la que voluntariamente se ha crucificado.
A muchos que me han mostrado sus llagas y su
cáliz de amargura, Yo podría decirles que nadie les ha llevado al Calvario, ellos
mismos y por su propia voluntad han sido los que lo han buscado. También podré
decirles que si en la hora suprema de la prueba saben llegar a Mí y saben
llamarme, de ellos desaparecerán los clavos, las espinas, la hiel y el vinagre,
para surgirá una nueva y mejor vida.
Al oír esto, me preguntan algunos:
"Maestro, ¿Al hablaros de esa nueva vida, te refieres a la del más allá o
a la existencia que debemos de llevar en la Tierra?". A lo cual Yo os
contesto, que si resucitáis a la luz, al amor, a la verdad y al bien, no debéis
preocuparos del sitio que vais a ocupar.
Yo os dije en aquel Segundo Tiempo: "La
casa de mi Padre tiene muchas moradas" ¿Sabéis que cada espíritu es una
habitación de la Divinidad? En todo lugar donde exista una conciencia, ahí
estará el Señor.
Hoy no podréis formaros una idea de lo que será
el mundo cuando practique plenamente mi enseñanza, cuando la humanidad arranque
el pecado de su corazón, Yo sí lo sé. Sé que después vendrán tiempos en los que
el hombre y la mujer, desde el niño hasta el anciano, podrán gozar de absoluta
paz y experimentarán la dicha de vivir en plena felicidad aquí en este mundo,
donde tanto se ha llorado y tanta sangre se ha derramado. Aquellos hombres no
querrán romper la armonía con su Dios ni un solo instante y llevarán escrita en
su espíritu la esencia de mi Ley, con su divina máxima de amarse los unos a los
otros.
Por eso vosotros que me escucháis, comprended
cuan necesario es que os dispongáis a llevar la buena nueva a vuestros
hermanos, para que no retardéis más el gozo que va a producirles su despertar.
Pensad que muchos de aquellos a quienes despertéis, harán lo que vosotros no
pudisteis hacer, y a su vez, a quienes ellos despierten harán más de lo que
lograron hacer aquellos que les llevaron la buena nueva y así sucesivamente,
hasta que llegue el tiempo en que el pueblo sea grande, numeroso y en la Tierra
se pueda ver el cumplimiento de mi palabra.
He esperado a que llegaseis a la madurez
espiritual, para deciros: Tomad la semilla e id a sembrar.
En el Segundo Tiempo os di un ejemplo de cómo
debéis esperar la hora justa para dar cumplimiento a la misión que os trajo a
la Tierra.
Yo esperé a que mi cuerpo, aquel Jesús que
contemplaron los hombres, llegase a su mejor edad para cumplir a través de él
la divina misión de enseñaros el amor.
Cuando aquel cuerpo, el corazón y la mente
habían llegado a su pleno desarrollo, mi Espíritu habló por sus labios, mi
sabiduría cruzó por su mente, mi amor se posó en su corazón y fue tan perfecta
la armonía entre aquel cuerpo y la divina luz que lo iluminaba, que muchas
veces dije a las multitudes: "Quien conoce al hijo, conoce al Padre".
Cristo tomó la verdad de Dios para enseñarla a los hombres, no vino a tomarla del mundo. Ni de los griegos, caldeos, esenios, o fenicios, de ninguno vino a tomar la luz. Ellos no conocían aún el camino del cielo y Yo vine a enseñar lo que no era conocido en la Tierra.
Jesús había consagrado su infancia y su
juventud a la caridad y a la oración, en tanto llegaba la hora de anunciar el
Reino de los Cielos, la Ley del amor y la justicia, la Doctrina de la luz y de
la vida.
Buscad la esencia de mi palabra vertida en
aquel tiempo y decidme si ella puede proceder de alguna doctrina humana o de
alguna ciencia conocida entonces.
Yo os digo que si verdaderamente hubiese tomado
sabiduría de aquellos hombres, hubiese buscado a mis discípulos entre ellos y
no en los hombres rudos e ignorantes con que formé mi apostolado.
Me preguntáis qué puedo deciros acerca de las
doctrinas y filosofías de aquellos pueblos y Yo os digo que son inspiraciones
del espíritu; pero no la suprema verdad que sólo Yo poseo.
En este Tercer Tiempo ha sido mi voluntad
comunicarme por medio del hombre, empleando su conciencia y su entendimiento,
mas lo he hecho sirviéndome de los humildes, de los rudos y sencillos buscando
que su mente estuviese virgen de ciencias y teorías. Para daros mi lección a
través de estos pobres labios humanos y sorprender a las multitudes formadas
por hombres de todas las condiciones, no creáis que primero les envié a buscar
maestros de quienes tomaran la preparación y la sabiduría, por el contrario:
les he alejado de toda contaminación y de toda influencia para que su
entendimiento se encontrase despejado, limpio y libre para expresar ante el
pueblo la divina inspiración. ¿Qué podrían haber preguntado a los hombres sobre
el mensaje profundo y desconocido que mi Espíritu iba a revelar a la humanidad?
A eso se debe que Yo haya venido escogiendo a
hombres rudos y sencillos para manifestar mi enseñanza a través de su
entendimiento.
La Doctrina que vertí en Jesús en aquel tiempo,
fue perfecta en su fondo y en su forma; no le podréis atribuir mancha alguna,
porque quien la inspiró y quien la transmitió es perfecto.
Ahora que me comunico por conducto de estas
criaturas que viven muy lejos de la perfección, tenéis que buscar más la
esencia de la palabra que la forma exterior de ella, ya que son criaturas
humanas que no pueden armonizar con la perfección de quien les está inspirando
el Divino Mensaje.
A todo esto os digo que el pueblo ya
doctrinado, el pueblo que tiene fe en mi presencia bajo esta manifestación,
tiene el deber de colaborar con su elevación mental, su oración y su
preparación con el portavoz que cumple tan delicada misión espiritual.
Quien no comprenda la responsabilidad de
quienes desempeñan este cargo, no sentirán caridad hacia ellos; pero quienes
sean comprensivos, serán como fieles cirineos, ayudando con su oración a
repartir el peso de la cruz con sus hermanos.
Cuando mi comunicación haya cesado y
comprendáis todo el amor que os demostré al manifestarme a través de estas
criaturas, tendréis que decirme: "Señor, si descendisteis hasta nuestra
miseria, hasta nuestra iniquidad y pequeñez, ¿Qué no tendremos que hacer
nosotros para corresponder a tanto amor?" Y entonces comenzaréis a amar y
a consagrar vuestra vida a los que necesitan amor, luz y caridad.
Los que me rodearon y siguieron en el Segundo
Tiempo, aquellos amados discípulos, dieron su vida, desbordaron su espíritu y
regaron su sangre, porque quisieron corresponder con amor a quien había dejado
su trono para venir a vivir con ellos, y a entregarles el más preciado tesoro
del Espíritu: La Verdad.
¡Te perdono y te bendigo en mi nombre que Soy el Padre, El Hijo, el Espíritu Santo, Mi paz sea con vosotros Pueblo Bendito de Israel!
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