sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 165

Descansad unos instantes, pueblo amado, dejad en Mí vuestra fatiga. Mi caridad os ha llamado para que lleguéis ante el Maestro. Sólo os pido que limpiéis vuestra mente, para que la esencia de mi palabra sea recibida por vuestro corazón y mi presencia sentida por vuestro espíritu. No habéis comprendido muchas de las enseñanzas que os he dado por esa falta de preparación y de espiritualidad. Por tiempo indefinido venís como párvulos, debiendo ser ya los discípulos si hubieseis analizado mi palabra y puesto en práctica mí Doctrina.

Comprended que si queréis dominar vuestras pasiones y rechazar la atracción que el mundo ejerce sobre vosotros, en mi palabra podéis encontrar la luz y la fuerza para hacerlo.

Quien se conforma y pretende tranquilizar su conciencia tan sólo con escucharme, pronto volverá a su letargo y vive expuesto a caer en tentación. Por eso viene mi palabra alentando y levantando a los que caen en el camino.

Como la estrella que anunció en aquel tiempo la venida del Mesías, así en este tiempo el espíritu de Elías os anunció mi llegada con su luz. Mi caridad os preparó este jirón de tierra para que recibieseis la revelación del Tercer Tiempo. Hoy el mundo ignora estas enseñanzas, mas a su debido tiempo, la buena nueva llegará a toda la humanidad. Por el don de intuición presiente la trascendencia espiritual de esta era, hay muchos que alcanzan a ver en los grandes acontecimientos de este tiempo, la confirmación y el cumplimiento de las profecías de los tiempos pasados.

Pueblo: reconoced de cuanta gracia estáis gozando, y aún hay entre estas multitudes, quienes dudan de mi comunicación y atribuyen a los portavoces mi palabra. ¿Qué pueden daros ellos si son tan ignorantes como vosotros y les visteis salir de entre vuestras filas? Hay quienes son por su rudeza, materia y más materia, pecadores como vosotros, mas cuando mi luz los ilumina cuando mi rayo los inspira, se transfiguran por un milagro de mi amor y de mi poder.

Sois aún la ciudad que duerme, cuyos moradores se entregan a su reposo y no escuchan si alguien gime, si alguien necesita socorro, abrigo, bálsamo o pan. Ahora olvidáis a la humanidad para pensar sólo en vosotros mismos y si tenéis olvidados a los hombres, que son visibles a vuestras miradas y cuyas aflicciones podéis palpar, ¡Cuánto más habréis olvidado a los que en espíritu se encuentran y van arrastrando una penosa cadena de amargura! Sabed que vuestra misión es la de velar, orar e interceder por todos vuestros hermanos, tanto presentes como ausentes, distantes o próximos, visibles e invisibles.

En esta era os estoy haciendo pasar por un crisol para que cuando salgáis de él, podáis ser el sabor del mundo, la luz que ilumina las tinieblas de los caminos.

Mi voz llena de majestad llama a la humanidad para despertarla de su letargo, para que todos vengáis a formar parte de mi pueblo amado.

Os estoy confiando la llave que abre la puerta tras de la cual están muchas de las revelaciones que queréis saber. Tomad esta llave y aprended a abrir la puerta del Reino para que conozcáis todo aquello que creíais era un insondable arcano.

Aún os falta comprender muchas de las revelaciones que están destinadas a formar parte de vuestro saber y han supuesto los hombres que su conocimiento pertenece tan sólo a Dios. Cuando alguien llega a expresar su deseo de interpretarlas o intenta penetrar en ellas, al instante es llamado blasfemo o juzgado temerario.

¿Qué hubieran dicho los hombres de las primeras edades si se les hubiera dicho que un día la humanidad llegaría a conocer todo lo que vosotros sabéis, tanto en lo que se refiere a la ciencia como a las revelaciones espirituales? El que hubiese anunciado tales acontecimientos hubiera sido llamado blasfemo o le hubieran negado estar en uso de la razón.

Aún en este tiempo sucederá que, cuando sea anunciada la comunicación de espíritu a Espíritu, el establecimiento de la paz en toda la superficie de la Tierra y el conocimiento del más allá, el mundo materialista se levantará negando con toda energía la posibilidad de alcanzar tales metas y juzgará con dureza a los que se atrevan a anunciar tales acontecimientos.

Si la humanidad hubiera estudiado y analizado las palabras y los anuncios dados por los profetas de los tiempos pasados, habrían hallado en ellos mucho de lo que ahora estáis viendo realizarse, de lo que ahora está viviendo la humanidad.

La concepción que de lo espiritual habéis alcanzado, os fue predicha, así como todo lo que vuestra ciencia ha descubierto.

Hoy os puedo asegurar que en el futuro la comunicación a través del pensamiento alcanzará un gran desarrollo y por ese medio desaparecerán muchas barreras que hoy separan a los pueblos y a los mundos. Si aprendéis a comunicaros en pensamiento con vuestro Padre, si alcanzáis a lograr la comunicación de espíritu a Espíritu ¿Qué dificultad podréis tener para comunicaros con vuestros hermanos visibles e invisibles, presentes o ausentes, cercanos o distantes?

En mi Doctrina estáis aprendiendo esta forma de comunicación espiritual que Yo he venido a enseñaros y para que os ejercitéis diariamente en ella, os he aconsejado que guardéis silencio, que cerréis vuestros labios y dejéis que hable vuestro espíritu.

Quiero que seáis mis buenos y humildes discípulos, aquellos que no pretenden nombramientos u honores dentro de la congregación, sino que vuestro ideal sea tan sólo el de alcanzar el perfeccionamiento por medio de la virtud y seguir mis enseñanzas para que vuestra vida sea un ejemplo. ¿De qué os podrán servir los grados, títulos o nombres si no tenéis méritos para poseerlos?

No hagáis ni conservéis nada que sea falso. Los grados los otorgo Yo sé cuando habéis dado un paso firme en el camino. Sentíos siempre párvulos aunque en el fondo ya seáis maestros.

Es grande el amor que tengo por vosotros, y este amor, que ya lo habéis sentido en vuestro corazón, viene a despertaros para que os levantéis a cumplir el mandato del Padre.

A través de los hombres humildes os doy mi palabra, y ella, cual fino cincel, pule y modela vuestro espíritu.

El ideal de pureza que mi Ley siempre ha inspirado a los hombres, quiero que vosotros lo conservéis, para que os ayude a sosteneros en la lucha, hasta cimentar en el mundo la fraternidad y la espiritualidad.

Cada uno de vosotros me comprende según el grado de adelanto espiritual en que se encuentra, por eso me manifiesto de diferentes formas para que todos reciban mi luz y sepan analizar mis enseñanzas.

No os detengáis en vuestro camino de evolución espiritual, tened en cuenta que en vuestro adelanto me manifiesto cada vez más y en cada paso que dáis, me recibís con mayor grandeza.

Si los que trasmiten mi palabra, llegasen a desmayar en la lucha, Yo sabré comunicarme con mi pueblo; porque en verdad os digo: No quiero que os falte esta enseñanza. Reconoced que escuchándome habéis encontrado la fuerza para que sea vuestra fe la que os ayude a vencer los obstáculos que se presenten en el sendero de vuestra vida. Os quiero preparar para dejaros como testigos de mi manifestación y para que sirváis de ejemplo a vuestros hermanos dando testimonio con vuestras obras de la enseñanza que habéis recibido. Aprended y practicad, enseñad sintiendo lo que hagáis y digáis, confirmad mi Doctrina con vuestras obras. No quiero prevaricadores entre mis discípulos. Pensad qué sería de la humanidad y de vosotros, si esta Obra, iniciada con tanto amor y paciencia, se derrumbara por falta de moral, de virtud y de verdad en vuestra vida.

Contemplad cómo han pasado sobre la humanidad eras de purificación y aún no existe en ella regeneración. Ved cómo hay hombres y pueblos que han luchado por cimentar la paz, y ésta no ha llegado, antes bien, la ola sangrienta se sigue extendiendo. Es porque no existe amor ni sinceridad en los hombres. No han sabido amarse los unos a los otros, por eso he venido trayendo mi paz y mi palabra, que enseña a las mentes a unirse y a los hombres a amarse.

Por ahora, vosotros que me oís en estos recintos humildes, uníos, amaos como labriegos de una misma campiña, tened el mismo ideal y que ese ideal sea la salvación de la humanidad.

Buscad la esencia de mi Obra, y dejáos de deliberaciones superfluas. Principiad por limpiaros de manchas, y así no mancharéis lo que es diáfano y puro; así estimularéis a vuestros hermanos a corregir sus imperfecciones.

Amaos como os enseñó Jesús. Apartad el egoísmo, prescindid de vuestra personalidad.

No podéis partir de este mundo, sin antes haber dejado consumada vuestra obra de paz y amor, ese será el testimonio que déis de Mí y la forma de saldar una cuenta que Conmigo tenéis.

Os digo todo ésto por conducto de los humildes, de los postreros, de los que, encontrándose olvidados de los hombres en el camino de la vida, oyeron la voz del Maestro y se levantaron a luchar por seguirle; pero esta huella que voy marcando con mi palabra es la misma que os tracé en el Segundo Tiempo y la misma que os legué por conducto de Moisés en el Primer Tiempo.

Buscadme más allá de las formas y aunque podáis encontrarme simbolizado en todo lo creado, buscadme en espíritu, que sean los ojos de vuestro espíritu los que contemplen mi presencia.

El materialismo es el que no deja ver a los hombres el sendero por donde caminan. El pecado, el fanatismo, las vanidades, forman el espeso velo que les impide contemplar a su Padre. Si así no fuera, pensarían en lo transitorio de esta vida y en el valor de la vida espiritual, presentirían aquel mundo de perfección que se encuentra más allá de la muerte.

Si los hombres fuesen humildes de espíritu y corazón, tendrían consigo la paz, porque la paz está en la humildad, no en las falsas grandezas, ni en el vano esplendor; pero la humanidad se encuentra dividida en clases y mientras unos poseen todas las comodidades, otros sucumben en la miseria, por eso no existe paz; pero todas esas grandezas serán destruidas bajo mi justicia y los hombres se reconocerán como hermanos, hijos del mismo Padre.

a sido la caridad de vuestro Señor, la que os ha confiado el trigo dorado para que con vuestro trabajo lo multipliquéis sobre la Tierra. Es la simiente de una Obra que hace tiempo comencé en el espíritu del hombre, la cual le dará la paz verdadera.

Dichosos vosotros que habéis escuchado mi palabra en este tiempo, porque en ella encontraréis el camino certero; pero debéis no tan sólo oírla, sino analizarla, interpretarla justamente, para que cuando la enseñéis a vuestros hermanos, no vayáis a sembrar la confusión en su corazón.

Vuestro espíritu debe esperar a que su materia se purifique y regenere, para que pueda levantarse a cumplir su misión. Entonces seréis espíritu y materia, un solo ser, un instrumento dócil y obediente, a través del cual se manifestarán los dones que el Padre le ha concedido. No imitéis a quienes sin haber comprendido ni analizado mi Doctrina de espiritualidad, sin tener la suficiente preparación y desarrollo, van por los caminos llamándose labriegos, sin darse cuenta de que la simiente que cultivan no es precisamente la mía.

Recordad que aquellos doce discípulos de la Segunda Era, necesitaron que pasara el tiempo, para que llegaran a comprender la enseñanza de su Maestro. Muchas fueron las lecciones que recibieron, muchas las pruebas a las que fueron sometidos; a cada paso eran interrogados por Mí y cada una de sus flaquezas o de sus imperfecciones eran tocadas y corregidas a través de mi palabra, para que en ellos penetrase la limpidez, la verdad y sin embargo, tuvieron que prepararse para dar a conocer mi Doctrina.

¿Qué no habré de hacer con vosotros, nuevos discípulos, que vivís en un tiempo mucho más materialista que lo fuera aquel?

Comprended ahora que he sido extenso en doctrinaros y entended por qué os pruebo a cada paso.

Mientras que a Andrés, a Simón y a Juan les dije cuando por primera vez me vieron: "Seguidme", y me siguieron, a vosotros en este tiempo he tenido que hablaros mucho para que al fin en vuestro corazón se abriera paso la fe.

Quiero que encontréis en aquellos apóstoles el ejemplo que os fortalezca en vuestra jornada y que comprendáis que cuando ellos salieron a los caminos a predicar con mi palabra, en sus corazones había penetrado ya la paz y el amor, habiendo huido de ellos la impureza.

No hubo uno que sembrara semilla que no fuera la mía, ni que ejecutara un acto con el cual pudieran confundirse sus hermanos. Es que ellos, a su vez y a semejanza de los frutos, esperaron a madurarse en el árbol de la vida para poder ofrecerse con pureza a la avidez de los corazones hambrientos de conocer la verdad.

En cambio, ahora os habéis levantado pretendiendo ser maestros, cuando aún no habéis podido aprender mi primera lección; queréis ir a salvar a vuestros hermanos, cuando todavía estáis en peligro de caer y vais hablando de limpidez, de pureza, de espiritualidad, cuando aún no habéis hecho desaparecer vuestros vicios.

Esta es la causa por la cual muchos de vosotros volvéis a Mí, llorando y quejándoos de que os han llamado impostores, porque no pudísteis sanar a un enfermo, porque no llegasteis a convencer a un incrédulo, o porque fuísteis sorprendidos ejecutando prácticas impropias de mi Obra. Entonces algunos se consagran a estudiar mi Doctrina y a mejorar su vida para no volver a fracasar, mientras que otros prosiguen en su impureza de sembrar la confusión, y otros finalmente, desalentados por los tropiezos sufridos, se alejan del camino, negando la verdad de mi Obra.

Yo he querido llevaros paso a paso, enseñando a vuestro espíritu página por página mis lecciones de amor, porque no hay camino más largo que éste de la evolución del espíritu. En verdad os digo: que no podéis encontrar en la Tierra nada que sea más sagrado para vosotros que uno de vuestros semejantes.

Esta Doctrina viene a daros el conocimiento de lo que es y lo que debe significar para vosotros el espíritu, la conciencia, los sentimientos, la fe. Cuando uno de vosotros llega a conocer estas enseñanzas, siente que de su corazón emana hacia sus hermanos un respeto y un amor profundo, porque en cada uno de ellos puede ver algo de la presencia de Dios, ve a un hijo del Ser Supremo; en cada uno de sus semejantes y en el interior de cada uno de los hombres contempla el templo del Señor.

El que llega a comprender y a considerar como ciertos todos estos conocimientos, ¿Osaría profanar ese templo, o llegaría a ser capaz de ofender a ese hermano?

Esa es la lección que quiero que lleguéis a comprender, porque cuando ésto sea, estaréis ya sólo a un paso de empezar a practicar el supremo mandamiento que os dice: "Amáos los unos a los otros".

¿Cómo podréis llamaros espiritualistas, mientras no sepáis lo que es un espíritu y lo que significa y vale ante Dios?

Meditad en todo cuanto os he dicho, para que vuestra envoltura fundida en una sola voluntad con vuestro espíritu, deje que éste se manifieste y cumpla con su misión. Veréis entonces que cada uno de vuestros dones es una luz y una fuerza ante los que se doblegarán las más duras cervices y los más duros corazones; y cuando reciban una prueba de verdadera espiritualidad exclamarán conmovidos: "éstos si van practicando la Doctrina de Jesús, éstos van predicando la verdad".

Tomad esta hora como la de vuestra comunión con el Padre. Conversad espiritualmente Conmigo, Yo os escucho, oh pueblo. Depositad en Mí todas las penas que vais recogiendo por el mundo; lavad con vuestras lágrimas las manchas de vuestro espíritu. Veréis cómo el llanto y la oración van haciendo sentir más liviana la carga a vuestro corazón. Entonces Yo derramaré mi gracia en vosotros con lo cual os haré sentir fuertes.

Si os nombráis Trinitarios porque habéis analizado mis enseñanzas y dais testimonio de ellas con vuestras obras, no puede faltar en vosotros la luz, la fortaleza y la paz.

He puesto en vosotros el sello divino que os hace herederos de la sabiduría que está guardada en el libro de mi Divinidad y quien lleva esa luz no puede caer.

El Padre de todos los tiempos es el que ahora os está hablando, el mismo que con Moisés os reveló la Ley, en Cristo os hizo escuchar la voz del Verbo, y el que ahora os envía a Elías en espíritu para que venga a preparar a los hombres, porque en este tiempo aprenderán a comunicarse con el Espíritu Santo que soy Yo mismo. Quién llegare a comunicarse Conmigo, encontrará que soy el propio Padre y que Aquél a quién llamáis el Hijo, es el Verbo de amor de la Divinidad. La Trinidad de Dios no significa diversidad de espíritus, sino de atributos o potencias.

Ley, amor, sabiduría, he ahí las tres fases con las cuales me he mostrado al hombre para que llegue a tener plena firmeza en su camino de evolución y un completo conocimiento de su Creador. Esas tres fases son distintas entre sí, pero todas proceden de un solo principio y en su conjunto son la perfección absoluta.

En varias ocasiones os he dicho: ¿Por qué os empeñáis en querer mirar tres seres divinos donde sólo podéis encontrar uno? Una sola voz os ha hablado en todos los tiempos, un sólo Espíritu Divino se ha mostrado delante de vosotros. Esa voz única, eterna, que a través de diversas expresiones os ha manifestado mi Ley, es la que lleváis grabada en vuestra conciencia, y deberíais guardar en vuestro corazón su esencia, pero en vez de amarme en espíritu y en verdad como os lo ha enseñado mi Doctrina, me amáis a través de vuestro materialismo, porque no podéis concebir en otra forma a vuestro Creador.

Cuando grabé mi Ley en una piedra ¿Quién había de dudar que aquellas tablas fueran sagradas si contenían el mandamiento divino? Sin embargo, Yo aparté de la vista del hombre aquellas piedras, dejándoles tan sólo el conocimiento de mi Ley.

Cristo nació y murió en pobreza, pureza y perfección, y hubierais deseado que permaneciese eternamente en la Tierra, por ello lo habéis querido perpetuar en imágenes fabricadas por la mano del hombre; debéis comprender que desapareció su forma humana para dejar tan sólo al espíritu del hombre, la esencia purísima de su palabra y de sus obras, que fueron la expresión perfecta del divino amor. Ahora que vengo a manifestarme en espíritu y me he comunicado por medio de los entendimientos preparados por Mí ¿Qué es lo que podéis materializar de mi tercera manifestación? ¿Esperáis divinizar objetos, lugares o personas? No, sólo debéis conservar de este tiempo de mi comunicación espiritual, la luz infinita que he derramado en vosotros, luz de eterna sabiduría. Si en la Ley del Primer Tiempo buscaseis amor y sabiduría, los encontraréis; si en el amor de Jesús buscaseis ley y sabiduría; las hallaríais, y si en la sabiduría que mi Espíritu ha derramado en este Tercer Tiempo sobre todas las criaturas, trataseis de encontrar la ley y el amor, en su fondo podréis encontrarlos. Ved cómo todas las virtudes y potencias divinas forman una sola esencia y ésta es Dios.

Analizad la lección que os he dado, en ella se manifiesta el amor que tengo para la humanidad.

Con mi enseñanza vengo a modelar vuestro corazón sirviéndome de los hombres humildes. Los discípulos del Espiritualismo conservarán mi Doctrina en toda su pureza, porque ella será la que consolide la paz y la fraternidad entre la humanidad.

Desaparecerán los símbolos religiosos, porque es menester que el hombre no me limite, para que su obra sea digna del Padre.

Escuchándome sin representación material, habéis formado en vosotros un nuevo carácter, se ha despertado vuestra mente y se ha fortalecido vuestra moral.

Yo quiero para el mañana, hombres y mujeres de convicción, discípulos que prediquen con ejemplos, no prevaricadores, porque sería muy dolorosa vuestra caída por falta de moral y verdad, por falta de paz y valor.

Ved cómo la humanidad que a través de las eras ha atravesado por el crisol que purifica y las pruebas de fuego que redimen, aún no logra cimentar su paz. Sigue prolongándose la huella sangrienta, porque los hombres han olvidado mi palabra. No existe sinceridad, confianza, caridad ni amor.

Y heme aquí, con mi nuevo mensaje de unificación y paz, con mi humilde palabra que realizará después de gran batalla, el milagro de unir las mentes y los corazones de los hombres. ¿Y aún habrá quienes pregunten por qué he venido?

También en este tiempo muchos fueron los llamados y pocos los escogidos, mas no tengo privilegiados. Porque es el hombre el que se dignifica ante su Señor y se hace acreedor a su gracia.

A todos he dado mi enseñanza en igual forma, a todos los he enseñado a andar por este camino y a habitar el valle de lágrimas. Comprendedme: no tan sólo vosotros tendréis que vivir bajo esta Ley sino el mundo entero, pero serán mis discípulos diseminados por todo el orbe, los que la implanten con su moral y su ejemplo.

Cumplid desde ahora y no dejéis que el tiempo pase sobre el espíritu sin aprovecharlo, porque podría llegar el instante de las lamentaciones.

Esa es la razón por la que me estoy sirviendo de los humildes, de los que encontrándose perdidos por los caminos de la vida, oyeron la voz salvadora del Señor y se levantaron dispuestos a seguirle. Esos sois vosotros, los postreros, porque me estáis sirviendo en el Tercer Tiempo.

Os envío mi paz, pero en verdad os digo: mientras existan hombres que poseen todo lo necesario y se olviden de los que mueren de hambre, no habrá paz en la Tierra.

La paz no está en las grandezas humanas, ni en las riquezas. Está en la buena voluntad, en amarse, en servirse y respetarse los unos a los otros ¡Oh, si el mundo comprendiese estas lecciones, desaparecerían los odios y brotaría el amor en el corazón humano!

Sólo mi amor y mi justicia pueden amparar ahora a los que tienen hambre y sed de ellas. Sólo Yo sé recibir en mi justicia perfecta a quién atenta contra su propia existencia.

Si supiesen que la soledad del espíritu es más tremenda que la soledad de este mundo, esperarían con paciencia y fortaleza hasta el día postrero de su existencia.

Os he dado mi caricia en esta palabra, testificad mi verdad con vuestras obras.

¡Te perdono y te bendigo en mi nombre que Soy el Padre, El Hijo, el Espíritu Santo, Mi paz sea con vosotros Pueblo Bendito de Israel!


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