sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 164

Mucho os he probado en este tiempo, para que podáis adquirir la luz y la fortaleza necesarias al espíritu para alcanzar su perfeccionamiento. No hay prueba que no tenga solución, ni dolor que no deje un rayo de luz en el espíritu. Ahí es donde vosotros os podéis dar cuenta de vuestra resignación y donde podéis apreciar vuestras flaquezas; porque es menester que deis muestras de fe y testimonio de mi Doctrina, no sólo con vuestras palabras, sino con vuestras obras, que servirán de ejemplo a vuestros hermanos.

Os preparo para que después de recibir la lección, tengáis la oportunidad de ponerla en práctica y no la olvidéis. Os estoy pulimentando en el camino de vuestra vida, para que cuando llegue el tiempo en que ya no tengáis mi palabra a través de los portavoces, podáis seguir comunicándoos Conmigo de espíritu a Espíritu. Doquiera que vayáis, iréis acompañados por Mí y en vuestra palabra estará mi Verbo, en vuestro pensamiento mi inspiración, y en vuestro espíritu estará el mío. Sois mis nuevos discípulos y no os abandonaré, como no abandoné a los que me siguieron en el Segundo Tiempo. También ellos fueron probados y en el momento supremo de la prueba, los observé y juzgué su fe.

Recordad este pasaje: Navegaba el Maestro acompañado de sus discípulos en un mar tranquilo; Jesús hablaba y aquellos lo oían, después de terminada la lección, el Maestro cerró los ojos y se entregó al reposo. Ellos comentaban mi palabra ayudándose los unos a los otros en su análisis. Hasta ese momento, todo era paz en torno de aquel grupo; después, aparecieron las señales de una gran tormenta. La tempestad se desató y el mar embravecido se agitó, las ondas se encresparon y la barca se convirtió en juguete de las olas. Los discípulos temieron por sus vidas, se daban órdenes unos a otros, plegaron las velas, mientras unos oraban. No se atrevían a despertar a Jesús, mas como el peligro crecía, lo llamaron a grandes voces; mas El dormía y no eran atendidos. Le llamaron por segunda y tercera vez, diciendo: Maestro, despierta, mira que zozobramos. Jesús abrió los ojos y les dijo: ¡Ah hombres de poca fe que no habéis creído en Mí! Y extendiendo su mano, ordenó a las aguas que se calmaran. Nuevamente reinó la paz y el mar quedó tranquilo. Los discípulos, avergonzados por su falta de fe y maravillados por el prodigo que ante sus ojos habían visto realizarse, se prometieron no volver a dudar y después de esa prueba, su fe fue mayor.

En este tiempo vais navegando por el mismo mar, lucháis con una tempestad de confusiones, de pecado y de egoísmo. La barca es mi Obra, aquel Maestro, es el mismo que estáis escuchando, los discípulos, sois vosotros que ahora estáis Conmigo. Las olas que hoy azotan vuestra barca también son grandes y viendo que la tempestad aumenta, creéis que Yo duermo y cuando me llamáis a grandes voces, os hacéis acreedores a que Yo os repita aquellas mismas palabras y a que os diga que no habéis aprovechado mis lecciones.

Sigamos navegando en la barca, mirad que ya se acerca el momento en que Yo extienda mi mano sobre las aguas para decirles: Aquietaos, sea la calma. Hoy os preparo, porque pronto ya no me oiréis y quiero dejaros fortalecidos. No os he entregado aún mi última lección, mas cuando esa hora llegue, no temáis a las pruebas, no vayáis a acobardaros ante el peligro, recordad y analizad mi enseñanza y con ella seréis fuertes y sabréis cumplir.

Ahora el Maestro os pregunta: ¿En dónde están vuestros muertos y por qué lloráis la desaparición de los seres que amáis? En verdad os digo que, delante de Mí, ninguno ha muerto, porque a todos les he dado vida eterna. Todos viven, aquellos que creíais perdidos, son Conmigo. Ahí donde creéis contemplar la muerte, está la vida; donde miráis el fin, está el principio. Donde creéis que todo es misterio e insondable arcano, está la luz, con claridad de interminable aurora. Donde creéis que está la nada, está el todo y donde percibís el silencio, está el concierto.

Vuestro espíritu no ha despertado plenamente a su evolución, pero las pruebas que en este tiempo en muchas formas os presentaré, os pondrán frente a la realidad, y este mundo que tanto amáis ahora, que tanto admiráis, porque ha dado placer a vuestra envoltura, lo miraréis pequeño, porque ya habréis escalado y os habréis colocado en un plano más alto, más espiritual, y así seguiréis hasta alcanzar la plenitud.

Benditos sean los que tomen del mundo tan sólo lo que sea necesario para el adelanto de su espíritu y de su materia, porque en esa forma no os parecerá difícil la separación de este mundo, no sentiréis que vuestro espíritu sufra cuando tenga que abandonar su envoltura.

Quiero que sepáis desprenderos con verdadera sumisión, del cuerpo que temporalmente es vuestra envoltura, vuestro vestido, y que lo mismo hagáis con todo lo que hayáis alcanzado en el mundo que hoy habitáis. Quiero que sepáis que para el espíritu no existe la distancia, la ausencia o la muerte, y que al partir de este mundo, comprendáis que vais a una vida mejor, en la que seguiréis amando al mismo Padre, rigiéndoos por la misma Ley y alentando el mismo ideal de elevación; que desde ahí contemplaréis mejor la vida, desempeñaréis en mejor forma vuestra misión y que sabréis distinguir el abismo de la cumbre.

Cuánto teme el hombre a la muerte, cuánto es lo que se acobarda cuando va llegando la hora suprema. El espíritu teme al infinito, a ese valle supremo y desconocido, ¿Y por qué teméis? Porque no os habéis preparado, Yo os he dado la enseñanza espiritual, conocéis desde su principio vuestro destino. Siempre han estado aparejadas la ley divina y la humana, enseñándoos a vivir, para que lleguéis conscientes y preparados a esa hora.

Cuando habéis estado a punto de olvidar mi Doctrina, ha aparecido ante vosotros un enviado mío, ya sea un profeta o Yo mismo, para devolveros la luz; por eso ahora he venido ante vosotros en silencio, sin alarde, lleno de misterio según algunos, de ejemplo claro para otros, en forma confusa para los que no me han llegado a comprender, mas lleno de majestad para quienes sí han sentido mi presencia.

Orad, pueblo, y que la paz de mi Espíritu, unida a esa oración, sea sentida y derramada en todo el mundo. Cuando todos os encontréis en el valle espiritual, contemplaréis que no fueron inútiles vuestras prácticas, ahí sabréis cuán cerca están todos los seres y cuán fácil es la comunicación de espíritu a Espíritu. Esto que la ciencia no ha logrado presentir, lo practicaréis vosotros dentro de mi enseñanza que todo lo abarca, y de la cual ahora os estoy dando estas lecciones a través del entendimiento humano.

En esta alba de gracia, la irradiación de Cristo se manifiesta para recibiros en representación del mundo entero.

Concentraos y escuchad mi palabra. He venido en esencia a vosotros, porque vosotros no habéis venido a Mí, mas en verdad os digo: es menester que el hombre alcance su completa evolución espiritual para que se eleve y pueda llegar a Mí. En todos los tiempos el hombre ha manifestado oposición a mis mandatos pretextando la reaciedad de su materia que interrumpe el progreso de su espíritu. Más Yo he venido lleno de bondad a enseñaros a poner en práctica mi enseñanza, para que comprobéis que no es imposible de ejecutar.

Ved que estáis estacionados mientras el mundo os necesita; que es necesario que os preparéis y os unáis para que encontréis fuerza en vuestras obras. Es menester que comprendáis, que esta palabra, no sólo os llena de entereza material, sino también de confianza espiritual. En ella está la gracia del Padre.

La salvación espiritual la alcanzaréis mediante el ahínco que tengáis por perfeccionaros, en sembrar de amor y caridad el sendero de vuestra vida.

Luchad por alcanzar la espiritualidad siendo hombres de bien, con firmeza en vuestro carácter, porque esta Obra está sobre toda ciencia humana, sobre todo lo que el hombre posee y lo que podrá conocer en este mundo. La materialización a que ha llegado la humanidad no le permite vislumbrar la vida maravillosa de la espiritualidad. No os juzgo en este instante, sólo quiero que me comprendáis, analizando mi palabra.

El mundo no está escuchando porque la voz de estas materias por las que me comunico tienen escaso alcance, es entonces la voz de la conciencia que es mi sabiduría la que habla a la humanidad sorprendiendo a muchos, que encerrados en su egoísmo, están sordos al llamado de aquella voz, atentos sólo a la adulación y a la adoración terrestre, recreándose en su grandeza y en su poderío.

Esos hombres, cuando sepan que he venido a conversar con vosotros y que os he revelado que para llegar a Mí es menester que practiquéis el amor y la caridad, despertarán de su profundo letargo y preparándose llegarán a Mí, humildemente para servirme. Por medio de estos ejemplos hablaré a la humanidad, conmoveré sus principios, se fundirán las lenguas y las razas, porque los hombres hallarán el secreto de la fraternidad que no habían encontrado en sus libros y pergaminos.

A todos os amo, a todos os entrego mi palabra orientadora, para que os guíe por el verdadero sendero, y lleguéis a convenceros de que estáis practicando mi Ley perfecta.

Hoy vivís más para el mundo que para Mí. Debéis ser equitativos dando a vuestra materia lo que ella necesita para su sostenimiento y a vuestro espíritu lo que él requiere para su salvación.

Todos laboran para el engrandecimiento de su obra humana, cada mente es fuente de diferentes ideas, mas no todas las obras de los hombres os sirven para alcanzar mayor evolución, porque hace falta que ellas estén de acuerdo con la Ley perfecta de amor.

El hombre con su ciencia, viola las leyes naturales y encauza las fuerzas que Yo he dejado para provecho vuestro, por la senda de la destrucción. Por eso existen muchas perturbaciones en vuestra vida, porque desatáis la guerra homicida y los emisarios de la paz se sienten fracasados y sin fe.

Pero estoy preparando nuevos enviados para que lleven mi paz a todo corazón necesitado de ella; y esos sois vosotros. Participad de esta paz a la humanidad por medio de vuestras oraciones. También con obras haced la paz entre vuestros hermanos y así, conquistando corazón por corazón, llegará el día en que el mundo penetre en el reino de la paz, no esa paz que los hombres crean basada en su poderío y en sus amenazas, sino en la paz espiritual, en la paz que alcanzaréis amándoos los unos a los otros.

Después de 1950, comenzará el tiempo de la espiritualidad. Yo me comunicaré por todo el que se prepare y así sentiréis que mi Espíritu jamás se aparta del vuestro.

Mi palabra quedará grabada en vuestro espíritu y la veréis cumplida. Cuando la recordéis, sentiréis consuelo en vuestro corazón, y en el espíritu, fortaleza y luz.

Mi Ley no podrá ser pesada cruz sobre vuestros hombros, por el contrario, es descanso y deleite para el espíritu.

No temáis a vuestros hermanos incrédulos, por estarme sirviendo así; también ellos tienen marcado el instante en el que deberán llegar ante mi presencia, y cuando eso sea, se levantarán a servirme, mas antes, es menester que vosotros me sirváis para que deis ejemplo de mi Doctrina. El tiempo que aquí ocupéis en servirme, Yo os lo compensaré en la vida eterna.

Quiero entregarle mi amor a la humanidad a través de vosotros. Ved que mientras vuestra nación está a salvo, otras se hunden en el abismo. Dirigid vuestras miradas y vuestros pensamientos hacia el Oriente y ahí encontraréis el hambre, el dolor y la desesperación. Mas para esto es menester que vuestra oración encierre caridad y amor por el semejante, entonces el amor de vuestro espíritu, para el que no existen distancias, llegará a vuestros hermanos envolviéndolos en vuestra caricia.

Cuántos son los que sueñan en morir, con la esperanza de que ese momento sea el de su llegada ante Mí para adorarme eternamente en el Cielo, sin saber que el camino es infinitamente más largo de lo que ellos han podido creer. Para ascender un peldaño de la escala que os conducirá hacia Mí es necesario haber sabido vivir la vida humana. La ignorancia es la que hace que muchos confundan la esencia de mis lecciones.

Temen mancharse en el mundo creyendo con ello perder el Cielo para siempre; y están en un error, porque el Cielo nadie lo perderá, la eternidad es la divina oportunidad que vuestro Creador os dá para que todos lleguéis a El.

Otro error está en querer conservarse limpio, no por amor al Padre, no por querer agradar a quien lo ha formado, sino únicamente por el interés egoísta de conservarse en condiciones de labrarse un lugar para sí, un sitio cómodo y de venturas en la vida eterna de acuerdo con la imagen que de ella se han formado los hombres.

Hay algunos que se sienten movidos a ejecutar buenas obras temerosos de que la muerte les sorprenda, porque no tienen méritos que hacer presentes ante su Señor. Otros se apartan de lo malo, tan sólo por el temor de morir en pecado y tener que soportar después de esta vida el tormento del infierno.

Cuán deforme e imperfecto es ese Dios en la forma en que tantos lo imaginan; qué injusto, monstruoso y cruel. Reuniendo todos los pecados y crimenes que hayan cometido los hombres, no pueden compararse con la perversidad que significa el castigo del infierno para toda la eternidad al cual, según ellos, condena Dios a los hijos que pecan. ¿No os he explicado que el atributo más grande de Dios es el amor? ¿No creéis, entonces, que un tormento eterno sería la negación absoluta del atributo divino del amor eterno?

Cristo se hizo hombre para manifestar ante el mundo el amor divino, pero los hombres son duros de corazón y de entendimiento reacio, olvidan pronto la lección recibida y la interpretan mal. Yo sabía que la humanidad llegaría a confundir la justicia y el amor, con la venganza y el castigo, por eso os anuncié un tiempo en que volvería espiritualmente al mundo a explicar a la humanidad, las lecciones que no había comprendido.

Ese tiempo anunciado es éste en que vivís, y os he dado mi enseñanza para que se manifieste mi justicia y mi sabiduría divina, como una perfecta lección del amor sublime de vuestro Dios. ¿Creéis que Yo haya venido por el temor de que los hombres llegaran a destruir las obras de su Señor o aun la misma vida? No, Yo vengo sólo por amor a mis hijos, a los que quiero ver llenos de luz y de paz.

¿Verdad que es justo que también vosotros vengáis a Mí únicamente por el amor? Mas no por el amor a vosotros mismos, sino amando al Padre y a vuestros hermanos. ¿Creéis que se inspire en el amor divino aquel que huye del pecado sólo por miedo al tormento, o aquel que hace buenas obras pensando sólo en el premio que con ello puede alcanzar al conquistar un lugar en la eternidad? El que así piensa, ni me conoce, ni viene por amor a Mí, obra únicamente por amor a sí mismo.

Ya es hora de que caiga para siempre la venda de la ignorancia que por tanto tiempo ha cubierto los ojos de los hombres, para que puedan contemplar la vida en su plenitud. Si algunos quieren que los hombres sigan creyendo en el castigo del infierno, para que esa creencia les sirva de freno para guiar sus pasos en la Tierra, Yo os digo que la verdad tiene más poder sobre el espíritu que el engaño.

Oíd mi palabra con recogimiento, oh discípulos, y meditad profundamente en ella.06-

Humanidad: si todo lo que habéis dedicado a fomentar guerras sangrientas, lo hubieseis dedicado a ejecutar obras humanitarias, vuestra existencia estaría llena de las bendiciones del Padre, pero el hombre ha venido utilizando las riquezas que ha acumulado, en sembrar la destrucción, el dolor y la muerte. Esta no puede ser la verdadera vida, la que deben llevar los que son hermanos e hijos de Dios. Esta forma de vivir no está de acuerdo con la Ley que escribí en vuestra conciencia.

Para haceros comprender el error en que vivís, brotarán volcanes; el fuego surgirá de la tierra para exterminar la mala hierba. Los vientos se desencadenarán, la tierra se estremecerá y las aguas arrasarán comarcas y naciones.

De esta manera manifestarán los elementos su resentimiento con el hombre; han roto con él, porque el hombre ha ido destruyendo uno tras otros los lazos de amistad y de fraternidad que lo ligaban con la Naturaleza que lo rodea.

Os hace estas revelaciones el Maestro, porque veo que mientras los hombres de ciencia se desvelan por arrancar a la Naturaleza sus secretos y descubrir nuevos elementos y nuevas fuerzas para destruir y matar, descuidan la verdadera ciencia, aquella que enseña a conservar, a amar y a construir. No se han dado cuenta los hombres de este tiempo, que han venido descuidando su verdadera labor, que tienen abandonada su misión.

Millones de enfermos pueblan la Tierra; millones de niños andan por el mundo abandonados a sus propias fuerzas, sin camino fijo; multitudes de ancianos sin conocer el consuelo de un báculo que los ayude a cumplir con su destino; viudas y mujeres desamparadas que ignoran las delicias del calor de un verdadero hogar. Lo más digno de la vida humana lo habéis hollado por haber profanado el matrimonio que es una institución de origen divino. Se atenta contra la vida humana que debería ser sagrada; se destruyen las casas de mis hijos que deben respetar por ser los santuarios y los templos en que se me venera, por humildes que ellos sean. Sin embargo, dicen los hombres tener religión, a lo cual Yo podría preguntarles: ¿Cuál es la religión que os enseñan a ejecutar las obras que habéis venido haciendo?

En el gran día hablará el Padre a todos los hombres y su voz será de justicia.

Este desastre proviene de la materialización en que ha caído la humanidad. Si habéis relegado al espíritu a último término y antepuesto a él las pasiones de la materia y las ideas de la muerte, natural es que hubieseis llegado a obtener el resultado que hoy estáis mirando. Si la carne es egoísta ¿Qué otro fruto podríais haber esperado de ella, si no las guerras y la más completa degeneración moral?

Sólo la Doctrina de la espiritualidad logrará hacer que la voz de la conciencia sea escuchada por el hombre y que el espíritu logre liberarse del pecado.

La nueva guerra que se desatará no será de ambiciones materiales, será una lucha entre el espíritu y la materia, y cuando el espíritu haya triunfado, dará como señal de restablecimiento de la paz del mundo, el imperio del amor de los unos a los otros. ¿No creéis que sobre los cimientos de una paz verdadera podréis levantar un mundo de progreso espiritual y material?

La obra espiritual constructiva es la que espera a las futuras generaciones; cuando el hombre viva consagrado a esta noble y elevada labor sentirá que ha encontrado la armonía con su Señor, con su Creador, el cual no ha cesado de construir.

Si escuchando estas lecciones empezáis a renovar el pequeño mundo de vuestras palabras, pensamientos y obras, con ello ayudaréis a la renovación de la humanidad.

El Universo es un gran libro de sabiduría el cual he abierto ante los ojos del hombre para que en él conozca las leyes que rigen a la Creación y aprenda a respetarlas. Estudiando en ese libro, alcanzará la sabiduría, buscará el mejoramiento, el bienestar y el adelanto de su vida en la Tierra, y si sobra ese conocimiento coloca todo lo que es espiritual, alcanzará un triunfo absoluto en esta existencia, que es una profunda y grande prueba, porque se hará poseedor de la verdad y será inmortal.

Las leyes divinas que rigen al Universo, son las de la sabiduría, poder y amor, de ellas se desprenden todas las demás en lo que se refiere a la creación de todo lo que existe.

Universo: cuando el hombre te estudie con el corazón limpio y la mente llena de anhelo por conocer más de mi verdad, inspirado ante todo por el espíritu, y no obligado por sentimientos egoístas o de orgullo, de tí recibirá las grandes lecciones que hasta ahora no ha recibido, en tí podrá encontrar una semejanza con mi Reino.

Amados hijos míos: en vuestra mente derramo mi luz para que estudiéis mis palabras como letras del libro de mi sabiduría. El pensamiento humano es un campo infinito que se presta a la reflexión, meditad en mis palabras.

Muchos me han escuchado, por ahora no todos se levantarán con el mismo amor a seguirme. También en aquel tiempo llamé a grandes multitudes, más de ellas sólo me siguieron doce hombres; de ellos sólo tres estuvieron realmente cerca del Maestro y fue Juan el único que tuvo la revelación de los grandes misterios, porque abrió el arcano con el poder de su gran amor. El amor abre las puertas de la sabiduría porque encierra humildad y mansedumbre. El amor es el verdadero remanso de paz en la eternidad del espíritu. El que lo practica, no necesita preguntar nada porque a él viene la sabiduría. Comprende a los imperfectos, a los pecadores, a nadie condena y a todos disculpa. Sabe comprender a los débiles y también a los fuertes. El amor todo lo hizo, por él fue creado el hombre y será la potencia que a todos moverá y logrará unir. El amor es la causa de vuestra existencia.

Cuántos misterios existen aún para el hombre. Esta rodeado de seres invisibles e impalpables, los cuales ya deberían ser visibles y palpables para él.

Una vida llena de belleza y revelaciones palpita sobre la existencia de los hombres y éstos en su ceguedad no han alcanzado aún a mirarla.

No olvidéis mis enseñanzas porque ellas os ayudarán a ser apóstoles de la verdad; el verdadero apóstol de mi Doctrina es aquel que practica todo lo que Dios le enseñó a través de Jesús. Yo os aseguro que si preguntase a cada uno de vosotros, a los que tanto me habéis escuchado: ¿Qué estáis haciendo, qué os he dado a hacer o qué queréis? ¿Hacéis lo que Dios os dicta, o lo que vosotros habéis ordenado? No sabríais contestarme.

Esta nación fue escogida para cumplir en esta era mi promesa, para que fuerais vosotros los testigos de la llegada y la partida de mi palabra. En el Segundo Tiempo tampoco fue necesario que mi manifestación se extendiese a todo el mundo para que éste supiera de mi venida, fue suficiente despertar a un pueblo para que él se levantara a testificar y a esparcir la simiente recibida. Debo advertiros, que el pueblo al que he doctrinado con mis lecciones, no debe considerarse como dueño absoluto de tal heredad, ni tampoco el único a quien se le confíe una misión espiritual en esta Obra. Mi mensaje de todos los tiempos se ha dirigido a toda la humanidad y ha sucedido que el pueblo que recibió la revelación fue el que menos provecho supo obtener, porque no logró apreciar los dones y gracias que en él había derramado el Señor.

Recordad cómo en el Segundo Tiempo la simiente que Cristo sembró en Judea, floreció fuera de ella.

No quiero deciros con esto, que todos esos hechos se tendrán que repetir en vosotros, porque Yo deseo que entre este pueblo brille mi Doctrina alumbrando su camino, pero si vais a entregaros al cumplimiento de la bendita misión que os he confiado, si vais a consagraros como verdaderos discípulos del Divino Maestro, llamad a las multitudes, explicadles lo que hablé a quienes me escucharon, trasmitidles mis mandatos, iluminadles el camino para que cumplan con mi Ley y mis órdenes.

No olvidéis que mi palabra es sustento y que la humanidad perece por que le hace falta; mi palabra es la huella que marca el camino de la salvación, pensad que hay muchos que se han perdido y que vagan turbados. Id a ellos y salvadlos.

Fijaos en los que vienen a escuchar mi palabra. Ved cómo lloran de dicha y forman propósitos de enmienda arrepintiéndose de sus faltas pasadas. Mirad cómo los que han llegado ante mi presencia hambrientos de amor, han retornado a su hogar llevando en su corazón la paz. Eran parias cuando les trajisteis ante mi presencia y contemplasteis que de ellos hice portavoces, guías y profetas, para que siguieran extendiendo mi Obra. Mi palabra no tan sólo confortó su espíritu, sino también fue salud para su materia.

Sois un pueblo al que hace siglos vengo hablando y enseñando. Me refiero a vuestro espíritu al que muchas veces lo he iluminado con la luz de mi verdad, ayudándolo en su restitución, concediéndole una nueva envoltura.

Un libro de amor y de sabiduría os he legado a través de los tiempos, para que en sus páginas podáis encontrar la luz que os marque el camino que os conduzca hacia Dios. Si queréis encontrar en mis revelaciones de este tiempo una prueba palpable de su verdad, la podéis hallar en la íntima relación que existe entre esa palabra y la que os di en tiempos pasados cuando os dije: "Yo soy el camino la verdad y la vida, y nadie viene al Padre si no cumple mi Ley".

¡Te perdono y te bendigo en mi nombre que Soy el Padre, El Hijo, el Espíritu Santo, Mi paz sea con vosotros Pueblo Bendito de Israel!

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