No hay día en que la humanidad no se estremezca
ante una prueba o no se maraville ante un acontecimiento que califica de
extraordinario, y sin embargo, no ha llegado a darse cuenta del tiempo en que
vive, ni del significado de cada una de esas pruebas. Con cuánta claridad os
anunciaron los antiguos profetas, Joel, Daniel y el apóstol Juan sobre lo que
había de ocurrir en estos tiempos; mas cuán indiferentes han sido los hombres
de esta era ante los llamados de su Señor. Si acaso llegan a romper su
indiferencia y materialismo, es tan sólo para preguntarse: ¿Qué es lo que está
pasando en la Tierra, que todo es zozobra, guerra, dolor, desolación y muerte?
Mas no velan, no oran, ni llegan a meditar en lo que les ha sido revelado, porque
hasta ahora sólo les han interesado las falsas satisfacciones que el mundo les
proporciona.
Mientras más cercados se ven los hombres,
mientras más amenazados se encuentran por las calamidades que ellos mismos han
desatado, en lugar de refugiarse en Mí, de invocar mi caridad y solicitar mi
ayuda, creen que les bastan sus propias fuerzas, se dejan arrastrar de sus
bajas pasiones, haciendo de sus odios y ambiciones las armas con las que
quieren combatir y defenderse; mas, ¿Cuándo habéis sabido que el mal se pueda
combatir con el mal?
Dejaré que los hombres continúen en su soberbia
y se vanaglorien en su materialismo, que por un tiempo más continúen en su
falta de caridad, para que vean hasta donde los van a llevar sus pasiones.
Mientras, Yo me haré sentir en el corazón de todo aquel que se halle preparado
y que se encuentre esperándome.
He derramado mi Espíritu sobre todo espíritu y
sobre toda carne, para que de acuerdo con la profecía, los hombres y las
mujeres profeticen. Yo os hablo por medio de sueños y de visiones espirituales
y doy señales a la humanidad por los elementos de la Naturaleza, para que surja
de entre la multitud, un pueblo fuerte, grande, tan grande como nunca lo han
conocido. Este pueblo arrasará con el mal que encuentre a su paso y no habrá
enemigo que no sea vencido por él, ni habrá muro que no pueda salvar. Sus
hombres, penetrarán por todas partes, sus voces llegarán a ser oídas por toda
la humanidad, su palabra acabará con toda obra falsa y logrará hacer ver la
verdad a todos los hombres. Ante su paso temblarán las doctrinas, religiones,
ideas y ciencias que oculten la verdad.
Vosotros, los que estáis escuchando esta
palabra, dad gracias al Señor, vuestro Padre, de haber logrado ver el
cumplimiento de mi palabra dada por mis antiguos profetas, aquellos que ya os
habían profetizado mi comunicación, cuando uno de ellos os anuncio: "que
mi Espíritu se derramaría sobre toda carne".
Velad y sed fuertes para que lleguéis a formar
parte de ese pueblo de valientes soldados que Yo levantaré en breve. No creáis,
como ya os lo he dicho en numerosas ocasiones, que sólo vosotros formáis parte
de ese pueblo, porque no sólo los que me han oído en esta forma de
comunicación, serán los agraciados con el conocimiento de mi Doctrina, recordad
que mi simiente se encuentra dispersa por todo el orbe.
Aquellos profetas de los tiempos pasados no
recibieron consagración o autorización alguna en la Tierra, no estaban
obligados a tener sumisión ante ninguna autoridad y sólo se concretaban a
obedecer los dictados de su Señor, que era el que ponía su palabra en los
labios de aquellos escogidos por El.
Llenos de fe y de valor, nada los detenía en su
misión de enseñar mi Ley al pueblo y apartarlo del fanatismo religioso,
haciéndole comprender la indolencia y los errores de los sacerdotes.
Si meditáis un poco y estudiáis las escrituras,
veréis cómo a través de todos los profetas, una sola fue la esencia que en su
palabra entregaron a los hombres. Ellos dieron a la humanidad amonestaciones,
revelaciones y mensajes, sin los errores del culto materializado que profesaba
el pueblo en aquellos tiempos. Enseñando a obedecer la Ley y la palabra de
Dios, ayudaron a la humanidad a ponerse en contacto con su Padre Celestial.
Pueblo: ¿No encontráis gran semejanza entre
aquellos profetas y estos portavoces por medio de los cuales os estoy hablando
ahora? También en los labios de estos últimos pongo la esencia de mi Ley,
también llega a vosotros mi inspiración a través de sus palabras y de ellas
surge vibrante la enseñanza que invita a las multitudes a buscar a su Señor por
los medios más puros; hablan sin temer que entre las multitudes que los
escuchan existen escudriñadores o fanáticos. Cumplen con su misión entregándose
al servicio de su Padre para que por su conducto El hable a la humanidad, y
entregue estas lecciones que abrirán nuevas sendas de luz a los hombres.
Pueblo: No sólo existe una gran semejanza entre
aquellos profetas y estos portavoces, sino que también hay una perfecta
relación entre ellos. Aquellos anunciaron a éstos y lo que aquellos
pronosticaron ha mucho tiempo, lo están contemplando ahora estos siervos.
No pensáis que en aquellos tiempos todo el
pueblo creía en lo que predicaban sus profetas. No, muchas veces tuvieron que
soportar la burla de sus hermanos, las amenazas de los sacerdotes y la
persecución de los poderosos. Era menester que se cumpliesen las profecías que
anunciaban la justicia de Dios sobre los hombres; para que todos creyesen en la
verdad que los siervos del Señor predicaban. Muchas veces, se cumplió lo que
anunciaron cuando ya no pertenecían a este mundo. También en este tiempo, estos
hijos míos han sufrido la burla, la calumnia, la indiferencia de muchos de los
que les han escuchado, pero mi palabra será conocida fuera de estos recintos,
no importa que sea burlada y rechazada; también lo que os he anunciado se irá
cumpliendo y entonces los hombres empezarán a fijar su atención en lo que antes
miraron con desprecio o con indiferencia.
Así como aquel pueblo una vez que creyó en lo
que sus profetas pronosticaban, se saturó de fe en el Dios invisible, todo
poder y justicia, así este pueblo que ahora ha recibido esta manifestación,
llegará a saturarse de una fe inquebrantable, fortalecida por la comunicación
que ha recibido de su Señor. Esta fe es indispensable para que el testimonio
que de vuestros labios brote, vaya lleno de firmeza, aunque ya os he dicho que
si vosotros no supieseis dar testimonio de Mí, Yo lo daré cuando la hora sea
llegada, porque no podría faltar a mis promesas.
Cuántas veces en la historia del pueblo de
Dios, los hombres se interpusieron con sus desobediencias y a pesar de sus
errores se cumplió mi palabra. Lo mismo sucederá en este tiempo. No todos serán
obedientes a mis mandatos; mientras unos se levanten interpretando justamente
mis órdenes, otros queriendo conciliar lo puro y verdadero con lo bajo y
carnal, tratarán de pasar sobre mi voluntad, sin comprender que la voluntad
divina que es poder y justicia infinita, será la que juzgue todos los actos
impuros de quienes hayan profanado mi palabra.
Oídme a través de mis nuevos profetas, a
quienes llamáis portavoces, e interpretad justamente mi palabra, para que
después cumpláis con los mandatos que os he dado.
Mientras los hombres han querido ver en Mí un
Dios distante, remoto, Yo me he propuesto demostrarles que estoy más cerca de
ellos que las pestañas de sus ojos.
Rezan maquinalmente y si no ven realizado todo
lo que pidieron en forma inmediata, exclaman desalentados: "Dios no nos ha
oído".
Si ellos supiesen orar, si unieran la mente con
el corazón a su espíritu, escucharían en su conciencia la voz divina del Señor
y sentirían que su presencia estaba muy cerca de ellos, pero ¿Cómo quieren
sentir mi presencia si me piden a través de cultos materializados? ¿Cómo es
posible que logren sensibilizar su espíritu, si hasta a su Señor lo adoran en
imágenes hechas con sus manos?
Quiero que comprendáis que me tenéis muy cerca,
que os podéis comunicar fácilmente Conmigo, así como sentirme y recibir mis
inspiraciones.
Si analizáis las revelaciones y enseñanzas que
he venido dándoos a través de los tiempos, sólo llegaréis a encontrar un camino
que puede conduciros a la meta de la espiritualidad. Fijaos que soy Yo quien os
ha enseñado los medios perfectos y eficaces para que podáis llegar a Mí; no veo
por qué os dejáis seducir por falsas enseñanzas que sólo fomentan vuestro
fanatismo y aumentan vuestra ignorancia.
Cuando se dio la Ley al mundo os dije: "No
tendréis dioses ajenos a Mí".
En el Segundo Tiempo, cuando una mujer preguntó
a Jesús si era en Jerusalén el lugar en donde debía de adorar a Dios, el
Maestro le contestó: Se aproxima el tiempo en el que ni Jerusalén, ni ningún
otro lugar sean el sitio indicado para adorar a Dios, porque será adorado en
espíritu y en verdad, o sea, de espíritu a Espíritu.
Cuando mis discípulos me pidieron que les
enseñara a orar, Yo les dí como norma la oración que llamáis el Padre Nuestro,
haciéndoles comprender que la oración, la verdadera, la perfecta, será aquella
que a semejanza de la de Jesús, nazca espontánea del corazón y se eleve hasta
llegar al Padre. Debe encerrar obediencia, humildad, confesión, gratitud, fe,
esperanza y adoración.
Cuántas y cuántas lecciones llenas de
espiritualidad os ha dado el Padre a través de estos mensajes, y cuánto es lo que
se ha deformado su Ley y su Doctrina en la Tierra. Esa materialización, la
continua profanación y la falsedad de lo que os he entregado puro, son la causa
del caos que está padeciendo la humanidad, tanto en lo espiritual como en lo
material; esas dos formas de la vida que siempre han ido unidas en el hombre,
porque no sería posible afectar a una de ellas sin que la otra no resulte
afectada.
¿Os asombráis de que muchos hombres me han
abandonado en estos tiempos y de que otros pueblos han rechazado mi Doctrina?
¿Os indignáis cuando veis que las doctrinas materialistas siguen avanzando
entre la humanidad? Cada uno de vosotros oiga la voz de su conciencia y
pregúntese si con vuestra vida habéis dado un testimonio verdadero de la
Doctrina que se encierra en mi palabra.
Sobre las grandes faltas y sobre los errores
que se han cometido en mi Ley, estará mi justicia; no quedará una sola falta
que no vaya a ser corregida por el Maestro perfecto. No debéis confundiros,
corregíos y no juzguéis. Comprended que Yo nunca os castigo, vosotros mismos os
castigáis.
Hago luz en el que ha pecado por ignorancia y
muevo hacia el arrepentimiento al que ha pecado a sabiendas, para que ambos
llenos de fortaleza en mi perdón se levanten a reparar la falta cometida, ésta
es la única forma de llegar a Mí.
Pensad en todo esto, ministros que conducís a
los hombres por los distintos senderos de las religiones. Orad y llevad a los
vuestros hacia la espiritualidad. Ya es tiempo de que os arrepintáis de
vuestros errores, para que iniciéis una lucha en contra del materialismo
humano, que es muerte y tiniebla para el espíritu; para ello debéis usar mi
verdad, esgrimir como arma mi palabra y vivir en mi enseñanza.
Yo no tengo preferencia para una o por otra
religión; no seré Yo, sois vosotros los que debéis estar de parte mía, porque
si así lo hacéis habréis logrado uniros todos en espíritu.
De párvulos os habéis ido convirtiendo en
discípulos, sin embargo, veo que os habéis estacionado y con ello no ayudáis a
vuestros hermanos. Sí, pueblo, estáis deteniendo el progreso de las nuevas
multitudes, por vuestra falta de adelanto en mi Doctrina. Habéis creado una
barrera que está haciendo muy difícil que alguno de vuestros hermanos pueda dar
un paso más allá de donde vosotros habéis llegado.
Así como en esta manifestación Yo os daré a
conocer hasta la última lección que podáis comprender, así vosotros tendréis
que practicar hasta la última de sus enseñanzas.
Si aún no habéis llegado a prepararos, es
porque a pesar de estar oyéndome no habéis sabido escucharme. Si no habéis
comprendido mi palabra es porque no habéis meditado en ella. Si hasta ahora no
habéis practicado la verdadera caridad, es porque no os habéis sensibilizado en
mi palabra de amor, y si no habéis recibido más de lo que hasta hoy habéis
logrado, ha sido porque vuestros méritos han sido escasos.
Mayores serían las multitudes que acudieran a
escuchar mi palabra si ellas pudiesen contemplar en vosotros, ejemplos dignos
de imitarse; porque vuestras obras serían una prueba de respeto, de fe, de
obediencia hacia mi Obra y de cumplimiento a mi Doctrina.
Os he enseñado a orar, para que por medio de la
oración, no sólo os acerquéis al Padre, sino también a vuestros hermanos
necesitados para que les llevéis vuestro mensaje de paz; mas cuando Yo os
pregunto qué ha sentido vuestro espíritu cuando ha orado por las naciones, por
las viudas, por los huérfanos, por los menesterosos de pan, por los cautivos y
por los enfermos, sólo sabéis decirme: Señor. Tú eres el único que sabe
derramar los beneficios en los necesitados, somos tan pequeños y tan
ignorantes, que no sabemos sentir el dolor de nuestros hermanos ni comprender a
distancia lo que a ellos acontece. Sólo nos concretamos a pedirte que derrames
sobre ellos la caridad de tu amor infinito, pero ante necesidades tan grandes
del espíritu, debemos de confesar que aún no llegamos ni a párvulos. Sólo Tú
podrás decirnos qué hizo nuestro espíritu durante su oración.
Por lo menos en este instante sois sinceros y
confesáis vuestra ignorancia y vuestra pequeñez, por lo cual Yo os bendigo y
hago más clara mi Doctrina a fin de que sea entendida por el más rudo de los
hombres.
Pueblo: sabéis que los seres espirituales se
acercan a los hombres, y que según sea la índole de aquellos seres, así será la
influencia que ejerzan sobre la humanidad. Debéis de saber que cuando oráis por
algún semejante, vuestro espíritu se desprende de su materia, para acercarse a
aquel por quien está pidiendo. Ahora llegad a la conclusión de que de acuerdo
con vuestra preparación y el grado de limpidez y espiritualidad que hayáis
alcanzado en la vida, así será la influencia espiritual que comuniquéis a
aquellos por quienes estéis orando.
No temáis si os digo que constantemente estáis
rodeados de seres invisibles, muchos de los cuales están necesitados de vuestra
ayuda; dedicadles vuestros pensamientos, vuestras palabras y vuestras obras de
amor, para que logren encontrar el camino del cumplimiento y lleguen a ver la
luz.
Las armas que Yo os doy, no son de las que
arrancan la vida, no ciegan a nadie, no derraman sangre, ni causan dolor, no
dejan viudas ni huérfanos a su paso, ni dejan hogares sumidos en la desolación,
puesto que las armas que Yo os he dejado son: el amor, la caridad, el perdón,
para que con su ayuda podáis luchar por cambiar las malas influencias en
vibraciones de luz.
Dedicad siempre en vuestras oraciones un
pensamiento en favor de aquellos que sin ser vistos por los ojos del cuerpo,
lloran cerca de vosotros; pero no tratéis de llegar a ellos, o de obligarlos a
manifestarse si no es a través del pensamiento. Comprended que las armas que Yo
os he dado son armas de amor, de elevación, de paz.
Para llegar a ser maestros en esta Doctrina, es
indispensable que analicéis mi enseñanza, y también os digo que existen
espíritus llenos de luz y de sabiduría, que Yo he dejado como custodios. Son en
número infinito y trabajan incansablemente en la Obra del Padre de todo lo
creado. Confiad en que no estáis solos ni abandonados a vuestras propias
fuerzas, sino que tenéis quienes velan y trabajan junto a vosotros, con
humildad y sin ostentación, para que escaléis espiritualmente.
La Ley Divina se encierra en dos mandamientos:
Amar a Dios, que es vuestro Padre, y en El, amar a vuestros hermanos; eso es lo
que han venido haciendo esos seres, a quienes llama la humanidad; ángeles
guardianes, protectores, espíritus de luz, seres superiores.
Imitadles, ayudadles en su misión, y así se
establecerá una gran armonía espiritual, que es la que debe de existir entre
todos los hijos de mi Divinidad. De esa armonía brotará la paz, supremo
galardón para el espíritu en la eternidad.
Yo os he dicho que vuestra vida material es
limitada, y os lo recuerdo, para que cada uno pueda reconocer si ha cumplido
con la misión que el Padre le ha asignado. Si lo habéis olvidado, vengo a
recordárosla, para que os levantéis a cumplir como buenos discípulos.
Vuestra estancia en la Tierra es corta;
reconociéndolo así, me pedís un tiempo más y me decís: Señor, dadme tiempo para
cumplir. Yo sólo os digo: el sol no sale ni se oculta un instante antes o
después del marcado por el Creador. Todo se rige por una ley infalible. Por lo
tanto, vosotros no moraréis en la Tierra un segundo más de los marcados en
vuestro destino. He aquí por qué mi palabra está sonando para vosotros como el
reloj de la eternidad que os aconseja que aprovechéis el tiempo.
Mientras que para vuestro espíritu se acerca el
día luminoso de la eternidad, para vuestra materia se acerca la noche.
Comprendedlo y no digáis que estáis cumpliendo mi Ley por el solo hecho de
estar escuchando mi palabra. No tratéis de cumplir según vuestro modo de
pensar, sino basándoos en mis divinas enseñanzas.
Pensad que después de cumplir vuestros deberes
y misiones en esta vida, cuando ya os encontréis en estado espiritual, Yo os
concederé descender sobre el entendimiento de esta humanidad, a inspirarle e
iluminarla, ayudándola así en su jornada de evolución.
Delicada es vuestra misión, para cumplirla
tenéis que mostraros humildes, como Jesús os enseñó, con la mansedumbre y
caridad con la que El cumplió su misión.
Tenéis que despojaros de la vestidura de
superioridad y de grandeza que sólo encierra vanidad. Tenéis que despojaros del
egoísmo y descender hasta los harapientos y leprosos a consolarles en sus
penas. Y así seréis mis discípulos, porque estaréis cumpliendo con el ejemplo
que os di.
Mi caridad os he donado y es menester que
manifestéis tales dones.
Si al orar, vuestra mente está limpia y se ha
alejado de todo el materialismo que la rodea, Yo os concederé lo que vengáis a
solicitar para vuestros hermanos. Veréis entonces con admiración cómo en
vuestros labios se desborda el consuelo para el que sufre. Vuestra labor será
fructífera y bendita porque estaréis practicando mi lección de amor.
Ahora os digo que no sólo debéis ser
humanitarios con vuestros semejantes, sino también con los demás reinos y
especies, porque todas son criaturas del Señor; toda es obra perfecta del Padre
en la que se manifiesta su sabiduría.
En la naturaleza todo es vida, evolución y transformación
dentro de ella misma.
Yo os hago saber quiénes sois, para que
comprendiéndolo, seáis humanitarios con toda criatura.
Conoceos, conoced vuestras facultades, vuestros
sentimientos. No confundáis los sentimientos puros con las pasiones. Conoced
las inclinaciones e instintos propios de la materia para que el espíritu impere
siempre sobre ella. No neguéis a vuestro espíritu las oportunidades de amar,
porque no podrá vibrar de caridad por vuestros hermanos, si existe egoísmo. Cuando
améis, hacedlo espiritualmente y que vuestro amor sea para todos. Si lo
personificáis, encerrándolo sólo en determinados seres, habréis caído en
egoísmo.
Al amor espiritual podéis considerarlo como el
amor universal. Preparad vuestro corazón a semejanza de una fuente que reciba
el amor de mi gracia como agua cristalina y que se desborde en vuestros
hermanos a través de vuestras obras.
Cuanto más sintáis ese amor en vosotros, mayor
será la salud que derraméis sobre las heridas. Será verdadero bálsamo que
resucite al espíritu decaído y será perfume que embalsame la vida de los que
lloran.
Ved cómo el amor espiritual no anida en el
corazón de los hombres. Ellos aman, pero con un amor egoísta que destruye aun
su propia vida, porque la pasión es como un gusano que corroe los mejores
sentimientos. Cuando las pasiones se agitan en el corazón del hombre, llegan a
destruir todo lo bueno que había en su espíritu. La pasión es el abismo que se
abre a los pies del hombre, y que al arrastrarlo a su fondo, le hace perder la
luz y la paz.
Ved que mi enseñanza está destruyendo la
ignorancia, para que vosotros, reconociéndome como sabiduría divina y única,
destruyáis los falsos dioses, como hizo Abraham al buscar a Dios más allá de lo
que sus ojos contemplaban. Por eso hice pacto con él, para que fuese la
simiente del pueblo escogido. El demostró, cuando fue puesto a prueba, que su
Dios era Creador y Dios viviente.
Vosotros también tendréis que demostrar la
verdad de estas revelaciones, con una práctica limpia y un culto libre de
adoraciones superfluas y fanáticas.
Recordad que en las tablas de Moisés quedó
grabado aquel precepto que dice: "No te harás imagen, ni ninguna semejanza
de cosa que esté arriba en el Cielo, ni abajo en la Tierra, ni en las aguas
debajo de la tierra".
Mirad desde cuándo he venido librándoos de la
idolatría, para que llegaseis a mirarme sobre todo lo creado, sobre todo lo que
se mueve y cambia, para que ahí elevéis vuestro espíritu al Reino de los
Cielos.
¡Te perdono y te bendigo en mi nombre que Soy el Padre, El Hijo, el Espíritu Santo, Mi paz sea con vosotros Pueblo Bendito de Israel!
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