Soy el inseparable amigo del corazón humano. Os
he acompañado en todos los caminos a través de los tiempos. Si me habéis
buscado como consejero, habéis recibido sanos y amorosos consejos. Si habéis
recurrido a Mí en busca de alivio, me habéis tenido como doctor, fortaleciendo
vuestro espíritu. En los días de placer he compartido vuestras alegrías y he
sonreído cuando habéis sonreído llenos de inocencia por los sanos goces que
encontráis a vuestro paso. Invocadme con respeto cuando en medio de los vicios
os encontréis, sabiendo que hacéis daño a vuestro espíritu y causáis
degeneración a la envoltura. No me busquéis en la sombra ni en el materialismo
de una vida complicada o artificial. Buscadme en la luz y emplead vuestros dones
en beneficio de vosotros y de vuestros hermanos. Os estoy transformando para
que volváis al estado de perfección que poseías en el principio. Esta lección
que he repetido tanto, quiero que la grabéis en vuestro espíritu, porque pronto
mi palabra ya no será escuchada a través de los portavoces. No quiero que
después de este tiempo se alejen de Mí los que han recibido mi enseñanza. Estad
preparados para la comunicación de espíritu a Espíritu y aprended a recibir por
intuición mis mandatos y profecías. Oíd en el fondo de la conciencia mi voz que
os guía.
El espíritu, por su libre albedrío, es dueño de
elegir el camino, mas Yo quise que usara su razón, y su voluntad, que
demostrara su amor y reconocimiento a Mí. En el espíritu está grabada la Ley,
mas la materia es frágil. Yo preparé espíritu y materia para que formaran un
solo ser capacitado para llevar a cabo un gran destino que encierra sabiduría y
perfección.
Desde entonces, dos caminos quedaron preparados
para la lucha del espíritu, dos representantes también, desde el principio de
los tiempos: Abel y Caín. Abel es el primer ejemplo de obediencia y Caín el
primero que alimentó su corazón con la maldad y las tentaciones del mundo.
Mi luz ilumina todo lo creado y todo aquel que
quiera ser salvo, que cumpla con la Ley y doblegue su reaciedad. Yo como Padre
sufro por el que ha caído en tentación y se ha confundido, mas todos llegaréis
a Mí. El tiempo del despertar del espíritu ha llegado y Yo he venido a llamar a
la humanidad; quiero que lleguéis a la ciudad bendita que os ha sido prometida
desde el principio de los tiempos.
Vengo a mostraros mi sendero, a invitaros a que
lo toméis por amor; no os obligo, no sois mis esclavos, todos lleváis mi luz y
podréis elegir el camino que os plazca. He contemplado que el mundo os ha
causado cansancio y que os estáis preparando para penetrar paso a paso en el
Reino de los Cielos. Desde el plano en que os encontráis, orad por la humanidad
y enviadle un rayo de luz con vuestro pensamiento. Todo lo que hiciereis en mi
nombre, Yo lo bendeciré.
¿Quién reveló al hombre los misterios de la
carne? La carne misma. ¿Quién le reveló los misterios de la ciencia? La mente.
Más os digo que la existencia de Dios, sólo se la puede revelar el espíritu.
La hermosa parábola del paraíso, del árbol de la
ciencia del bien y del mal, fue dada por inspiración a los primeros. Fue un
bello mensaje para los hombres de todos los tiempos y de todas las edades; pero
la verdadera esencia de aquella enseñanza, no fue entendida por unos y fue
falseada por otros.
De esta incomprensión nació una pugna que
dividió a los que han estudiado las revelaciones divinas, y a los que han
hurgado en la Naturaleza y así fue cómo surgió la lucha entre los que me buscan
con el espíritu y los que todo lo esperan en forma material.
Qué necios fueron los que sostuvieron que la
ciencia era abominable ante los ojos de Dios, Yo nunca me he declarado enemigo
de ella, ya que Yo soy el principio y el fin de todas las ciencias. Los que con
su ciencia llegaron a formar su ley, fueron los materialistas; por rendirle
culto a su ciencia olvidaron a Dios. Aquél que con su sabiduría divina lo ha
hecho todo.
¿Cuál fue el verdadero sentido de aquella
parábola que entregué a los primeros? Su sentido se lo enseñó la voz divina que
por vez primera se hacía sentir en el hombre a través de su conciencia, para
prevenirlo ante las pruebas que la vida le presentaría. Era la voz paternal que
le decía con todo cariño al hijo: "Preparaos, velad y orad para que no
caigáis en tentación. Alerta, despertad vuestros sentidos y potencias para que
podáis salir avante de la prueba que os dejo dentro de la lucha del espíritu y
la materia, en la que deben triunfar los valores eternos sobre la pequeñez del
cuerpo perecedero. Mirad todo cuanto os rodea, pero caminad con cautela para
que no vayáis a tropezar. Ese cuerpo que poseéis y a través del cual percibís
todas estas maravillas y bellezas de la Creación, es una débil criatura a la
cual debéis guiar con el espíritu, no vayáis a dejar que ella os imponga sus
deseos y sus inclinaciones materiales, enseñadla a que ella tome lo que
necesite siguiendo mi Ley.
¿Quién podrá aconsejaros en cada uno de
vuestros pasos? La conciencia, esa luz divina que dejo en vosotros para que sea
vuestro faro y vuestra guía en la jornada. Y ¿Cómo podréis ser sensibles a esa
voz y a ese llamado? Por medio de la oración, que es la forma de comunicaros
con el Padre. Si así os preparáis, vuestra existencia en la Tierra será un
perpetuo Edén".
Más os digo que la inspiración que puse en el
hombre no fue atendida y el dolor hizo su aparición en su vida.
Muchos son ahora los que se mofan de esas
inspiraciones que sobre lo espiritual tuvieron los hombres, pero en este tiempo
que es de luz, la humanidad comprenderá las enseñanzas reveladas en los tiempos
pasados; mas para lograrlo, aún tendrán que comer algunos frutos de la cosecha
del árbol de la ciencia y que ha cultivado.
¡Ah!, sí desde el primer instante en que los
hombres tuvieron conocimiento del bien y del mal hubieran cultivado con
verdadero amor el árbol de la ciencia, os digo que muy distintos hubieran sido
los frutos que hubieran cosechado. Mirad cuánto bien han hecho a la humanidad
todos los que con nobles fines han tomado de esos frutos.
Cuánto tiempo han necesitado los hombres para
convencerse de sus errores y cuánto tiempo deberá transcurrir aún para lograr
restituir el mal que han sembrado, mas Yo les ayudaré en todo lo que necesiten
para que devuelvan a su espíritu su primitiva y original pureza.
Yo recibiré a vuestro espíritu cuando la última
generación humana haya vivido en este mundo como en un santuario, cuando haya
hecho de su existencia un verdadero paraíso, logrado por la espiritualidad de
su vida.
Estoy dirigiéndome a hombres de otros tiempos,
pero es bueno que vosotros vayáis meditando en estas enseñanzas, para que
procuréis ir limpiando el camino a los que vienen, y ellos a los que vayan a
suceder, hasta que llegue el tiempo al que me he referido en esta lección.
Mi Espíritu envía su luz e ilumina el sendero
por donde ha de venir a Mí vuestro espíritu, en él se encuentra impresa la
huella de Jesús. El que penetra en mi sendero siente que recobra su heredad
perdida, así como el que se aleja de él, se siente desheredado.
Es tiempo de juicio, mas a pesar de ello no es
mi intención que los hombres se sometan a mi Ley por temor a mi justicia, sino
que se rindan ante mi amor divino.
Sois creación de mi caridad infinita y os
llevaré a la perfección. Pasarán siglos y eras sobre vuestro espíritu y mi
cincel no cesará de pulimentarlo. Ninguna obra divina puede quedar sin
concluir.
El hombre, haciendo uso de su libre albedrío,
ha torcido la ruta hasta olvidar de quién ha brotado, y ha llegado hasta el
grado de parecerle extraño a su naturaleza, la virtud, el amor, el bien, la
paz, la fraternidad, y miran como lo más natural y lícito, el egoísmo, el vicio
y el pecado.
La nueva Sodoma está en toda la Tierra y es
menester una nueva purificación; la buena simiente será rescatada y con ella se
formará una nueva humanidad. Sobre tierras fértiles regadas con lágrimas de
arrepentimiento caerá mi semilla, la que germinará en el corazón de las futuras
generaciones, las cuales sabrán ofrecer a su Señor un culto más elevado.
Os pregunta el Maestro: ¿Se ha preparado
vuestro espíritu para iniciar la comunicación de espíritu a Espíritu cuando
haya cesado mi palabra?
Vuestros hijos ya no me escucharán a través del
entendimiento de estos portavoces, pero vosotros les prepararéis la senda y
ellos sabrán dar un paso más adelante en la espiritualidad.
La luz que ilumina este tiempo es la del Sexto
Sello. He ahí el candelero como lámpara de fe inagotable, iluminándolo todo,
iluminando a vivos y a muertos.
En esa luz se inspira el hombre de ciencia, de
ella toma el filósofo y todo aquel que quiere penetrar en los arcanos.
¿Más que son los Siete Sellos? ¿Qué es el Sexto
Sello? ¿Podríais responder con certeza a esta pregunta que el Maestro os hace y
podríais hacerlo acertadamente al teólogo y a la humanidad, si esta misma
interrogación os hiciese?
Breve es el tiempo en que permaneceréis como
párvulos, para luego convertiros en discípulos y finalmente maestros que lleven
por los caminos de la humanidad la semilla de mi verdad.
Voy a abrir mi arcano en este día, voy a
descorrer un velo y revelaros un secreto, para que seáis fuertes entre los
hombres, para que seáis maestros.
En esto no habéis imitado a los hombres de
ciencia que consagran su vida al estudio. No os digo que seáis científicos, porque
la sabiduría de mi Doctrina está por sobre todas las ciencias, sólo os digo:
imitadles en su perseverancia. Ellos cultivan el árbol de la ciencia, cuyos
frutos Yo os los he dado al entregaros el árbol de la vida espiritual para que
lo cultivéis y de él toméis sus frutos para alimentar vuestro espíritu.
Orad, para que Yo os encuentre preparados y
dignos, porque mi palabra quedará escrita para las generaciones venideras y
vosotros deberéis dar testimonio de ella con vuestras obras.
Es el Cordero el que os habla, El es quien os
revela estas enseñanzas y quien descifra estos misterios, porque hasta ahora
sólo El ha sido digno de desatar los sellos. Mas el sacrificio del Cordero
inmolado os hace a todos dignos de esta luz y a su debido tiempo llegará este
conocimiento a todos los confines de la Tierra.
Os hablaré también como Creador, porque el
Padre está en el Hijo, así como el Hijo está en el Padre y en el Espíritu
Santo.
Discípulos: de Mi han brotado las tres naturalezas:
la divina, la espiritual y la material. Como Hacedor y dueño de todo lo creado
puedo hablaros en forma divina y a la vez comprensible. Si la naturaleza
material nació de Mí, también puedo materializar mi voz y mi palabra, para
hacerme comprensible al hombre.
Yo soy la ciencia perfecta, el principio de
todo, la causa de todas las causas y la luz que todo lo ilumina; Yo estoy por
sobre todo lo creado, sobre todas las sabidurías.
Para que dios pudiera nombrarse Padre, hizo
brotar de su seno espíritus, criaturas semejantes a El en sus divinos atributos
y los convirtió en seres humanos para que tuvieran en su ser las tres
naturalezas. Pero antes, el Padre le preparó su morada: la Tierra, con sus
entrañas de roca y fuego, el aire, el agua, los metales, los gases y la luz. Y
todo ello fue como un reino, fuerte e inconmovible, para servir de cimiente a
la mansión del hombre: el reino mineral.
Quiso el creador engalanar esa morada y para
ello hizo brotar de la tierra las plantas, los árboles, sus flores y sus
frutos, para que el hombre encontrara en ellos, sustento, sombra, deleite,
inspiración, bálsamo y alegría, y fue como un nuevo reino: el vegetal.
No debía encontrarse solo el hombre y el Padre
le dio por amigos y siervos a los seres inferiores, las bestias, las aves y los
peces. Todos los seres que habitan las entrañas de la tierra y la superficie,
los que cruzan los vientos y los que habitan las aguas, para que el hijo
encontrara en ellos, sustento en unos, amistad en otros y ayuda en otros más, y
cuando esa familia se encontró creada en tal forma, fué un nuevo reino en la
Tierra: el reino animal.
Los tres reinos formaron con su armonía un solo
mundo, y cuando todo era como una gran fiesta en que la vida, la luz y la
gracia animaba el Señor, envió al hombre, al ser que se asemeja a su Creador y
en el cual se refleja la Divinidad, en el que puso Dios una chispa de su
espíritu: la conciencia, para que en el trayecto de su jornada alcanzara ese
ser así dotado, la perfección del espíritu.
Esos tres reinos que forman vuestro mundo,
fueron hechos en siete etapas que algunos hombres han llamado días.
Fue el Padre forjando con paciencia perfecta
todo lo necesario para el camino y la vida de sus hijos. Así creó en una etapa
el sol y los astros, en otra la Tierra con sus plantas y sus mares, en otra los
animales y finalmente el hombre.
Todo quedó preparado, ordenado y previsto para
que el hombre no encontrara imperfección alguna, sino que viera a cada paso
maravillas y perfecciones y encontrara por doquier el amor de su Padre y su
presencia en todo lo creado.
Y cuando todo estuvo dispuesto, dijo al hombre:
He ahí vuestra morada, he ahí vuestro reino pasajero. Cruzad los caminos, bebed
de las fuentes, probad y saboread los frutos, conocedlo todo, levantáos como
señor de la Tierra, es vuestro reino. Y el hombre, cuando abrió sus ojos a la
luz y a la vida, sintió gozo al ser acariciado por los rayos del astro rey, se
deleitó en la frescura de las aguas y en el sabor de los frutos que a sus
labios se ofrecían.
Mas sabéis que el hombre por razón de su libre
albedrío tuvo flaquezas desde su origen, por las cuales conoció el dolor, el
trabajo, la lucha, las tinieblas, las caídas.
Todo estaba previsto y dispuesto para que el
espíritu encontrase el camino de su evolución. Entonces el Padre le reveló su
Ley por medio de la conciencia, para que conociese el camino de la luz y la
armonía con la Divinidad y con la Naturaleza. Y desde entonces la intuición le
reveló al hombre la existencia de su propio espíritu, cuya conciencia que es mi
propia luz, le enseñó a distinguir el bien del mal e interiormente le indujo a
marchar por el camino recto. Y entonces el Padre preparó para el espíritu del
hombre el camino y el santuario.
En el principio de los tiempos el Señor dejó
que la humanidad se multiplicara y poblara la Tierra, y manifestó su
existencia, su presencia y su justicia, hablando a los hombres por medio de los
elementos, que unas veces pródigos y otras hostiles e inclementes, corregían
los yerros o premiaban los actos buenos.
Pero no sólo la voz de los elementos os habló
de mí, también envié al mundo hombres que aconsejasen la virtud y mantuviesen
despierto al espíritu de la humanidad, enseñándole la existencia de un Ser
divino a quien debía de servir y adorar.
Ese fue el Primer Tiempo, cual primer reino
espiritual, en el que el Padre reinó en el corazón del hombre, quién vivió en
gracia en aquella morada creada para su espíritu.
Mas esta morada que comenzaba a edificar el
Señor en el corazón de sus hijos, también había de formarla en tres eras o
reinos.
El Segundo Tiempo o segundo reino lo fundó el
Padre al encarnar en Jesús y habitar entre los hombres y el Tercer Tiempo con
el que se cierra esta obra de perfección espiritual, lo inicia con su
advenimiento como Espíritu Santo en este tiempo que viene a ser el tercer
reino.
En el primero se manifestó el Espíritu Divino como
justicia, en el segundo fue el amor y para culminar esta obra en el Tercer
Tiempo, vino a manifestarse como luz de sabiduría y como revelación.
He ahí tres reinos que forman uno solo, he ahí
tres tiempos en los que se consuma una obra de perfeccionamiento espiritual.
Tres eras que encerraban un misterio que en este día el Maestro os ha revelado.
Pero sabed que estos tres reinos fueron formados en siete etapas de lo cual
tenéis una imagen en la creación de la Naturaleza material; siete etapas, de
las cuales la última es la mansión perfecta del espíritu.
La primera de estas etapas de evolución
espiritual en el mundo, está representada por Abel, el primer ministro del
Padre, quien ofreció su holocausto a Dios. El es el símbolo del sacrificio. La
envidia se levantó ante él.
La segunda etapa, la representa Noé. Es el
símbolo de la fe; él construyó el arca por inspiración divina y llevó a los
hombres a penetrar en ella para que alcanzasen salvación. Ante él se levantaron
las multitudes con la duda, la burla y el paganismo en su espíritu. Más Noé
dejó su simiente de fe.
La tercera etapa representada por Jacob. El
simboliza la fuerza, es Israel, el fuerte. El vió espiritualmente la escala por
la que todos pasaréis para sentaros a la diestra del Creador. Ante él se
levantó el ángel del Señor para poner a prueba su fuerza y su perseverancia.
La cuarta está simbolizada por Moisés.
Representa la Ley. El presenta las tablas donde fue escrita para la humanidad
de todos los tiempos. El fue quién, con su fe inmensa rescató al pueblo, para
conducirlo por el camino de salvación a la Tierra Prometida. Es el símbolo de
la Ley.
La quinta etapa está representada por Jesús el
Verbo Divino, el Cordero Inmolado, quien os ha hablado en todos los tiempos y
os seguirá hablando. El es el amor, por el que se hizo hombre para habitar en
la morada de los hombres, sufrió el dolor de ellos, mostró a la humanidad el
sendero del sacrificio, del amor y de la caridad, por el cual debe alcanzar la
redención de todos sus pecados; vino como Maestro a enseñar a nacer en la
humanidad, a vivir en el amor, a llegar hasta el sacrificio, y a morir amando,
perdonando y bendiciendo. El representa la quinta etapa y su símbolo es el
amor.
La sexta etapa la representa Elías. Es el
símbolo del Espíritu Santo. Él es quien va sobre su carro de fuego llevando la
luz a todas las naciones y a todos los mundos desconocidos por vosotros, pero
conocidos por Mí, porque Yo soy el Padre de todos los mundos y de todas las
criaturas. Esta es la etapa que estáis viviendo, la de Elías, es su luz la que
os ilumina. El representa las enseñanzas que estaban ocultas y que en este
tiempo se le están revelando al hombre.
La séptima etapa está representada por el mismo
Padre. El es el final, es la culminación de la evolución, en El está el tiempo
de la gracia, el Séptimo Sello.
He aquí descifrado el misterio de los siete
sellos, he aquí por qué os hablo de que este tiempo es el sexto; porque cinco
de ellos ya pasaron, el sexto es el que se encuentra desatado y el séptimo aún
permanece cerrado, el contenido de él aún no ha llegado, falta tiempo para que
esa etapa aparezca delante de vosotros. Cuando esa etapa sea llegada, habrá
gracia, perfección y paz, pero para llegar a ella, ¡Cuánto tendrá que llorar el
hombre para purificar su espíritu!
Cuando cese la purificación, la tentación será
retenida, habrán cesado las guerras entre los hombres y no habrá perturbaciones
ni perversidad; entonces vendrá el reino de paz y de gracia, alcanzará la
humanidad gran progreso espiritual y su comunicación con el espíritu del Padre
será directa.
Así como os he revelado que el hombre es
semejante a su Creador, ahora os digo que este reino material, formado por Mí
con gracia y perfección, es un libro abierto que siempre os habla de los tres
reinos, de los tres tiempos y de las potencias del Padre. La creación quedó
también preparada para que las siete etapas de su formación fueran una figura
de los siete sellos, ese gran libro de la vida, cuyo velo que cubría su
secreto, he venido a descorrer con la luz de mi palabra.
Dejad que la luz del Sexto Sello os alumbre.
Sólo Yo podré decir en donde termina la sexta
etapa y en donde comienza la séptima. Estáis viviendo en la sexta etapa, en el
tiempo de Elías, en el Tercer Tiempo y a pesar de estar bañados con la luz de
mi Espíritu que brota de mi palabra, aún no os habéis despojado del pecado, ni
habéis alcanzado la perfección, comunicándoos de espíritu a Espíritu con mi
Divinidad. Pero vuestros hijos, las generaciones venideras, alcanzarán esa
limpidez y serán mis discípulos que conversen espiritualmente con su Maestro,
serán verdaderos profetas en los caminos del mundo. Ellos vivirán en paz y en
armonía con todas las leyes y llegarán a crear la verdadera morada del espíritu
del hombre en la Tierra.
En verdad os digo que para que estas profecías
se cumplan, muchos soles pasarán, muchas aguas caerán de los cielos, muchos
años transcurrirán y serán olvidadas por los hombres, y muchas generaciones
también, pero llegará al fin aquel tiempo en que el Padre corone su Obra en
este planeta.
Llevad esta enseñanza sencilla y diáfana como
la luz del día, transparente como las aguas, para que, en el silencio de
vuestra alcoba, en el recogimiento de la noche, analicéis y meditéis en lo que
os he revelado y podáis recrearos con su perfección.
¡Bendigo vuestros caminos amados míos porque benditos son por el Padre, benditos son por vuestro maestro, benditos son por el espíritu, benditos son hermanos míos, benditos son!
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