sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 161 "Reino Animal, Reino vegetal y Reino mineral" siete etapas, de las cuales la última es la mansión perfecta del espíritu.

Soy el inseparable amigo del corazón humano. Os he acompañado en todos los caminos a través de los tiempos. Si me habéis buscado como consejero, habéis recibido sanos y amorosos consejos. Si habéis recurrido a Mí en busca de alivio, me habéis tenido como doctor, fortaleciendo vuestro espíritu. En los días de placer he compartido vuestras alegrías y he sonreído cuando habéis sonreído llenos de inocencia por los sanos goces que encontráis a vuestro paso. Invocadme con respeto cuando en medio de los vicios os encontréis, sabiendo que hacéis daño a vuestro espíritu y causáis degeneración a la envoltura. No me busquéis en la sombra ni en el materialismo de una vida complicada o artificial. Buscadme en la luz y emplead vuestros dones en beneficio de vosotros y de vuestros hermanos. Os estoy transformando para que volváis al estado de perfección que poseías en el principio. Esta lección que he repetido tanto, quiero que la grabéis en vuestro espíritu, porque pronto mi palabra ya no será escuchada a través de los portavoces. No quiero que después de este tiempo se alejen de Mí los que han recibido mi enseñanza. Estad preparados para la comunicación de espíritu a Espíritu y aprended a recibir por intuición mis mandatos y profecías. Oíd en el fondo de la conciencia mi voz que os guía.

El espíritu, por su libre albedrío, es dueño de elegir el camino, mas Yo quise que usara su razón, y su voluntad, que demostrara su amor y reconocimiento a Mí. En el espíritu está grabada la Ley, mas la materia es frágil. Yo preparé espíritu y materia para que formaran un solo ser capacitado para llevar a cabo un gran destino que encierra sabiduría y perfección.

Desde entonces, dos caminos quedaron preparados para la lucha del espíritu, dos representantes también, desde el principio de los tiempos: Abel y Caín. Abel es el primer ejemplo de obediencia y Caín el primero que alimentó su corazón con la maldad y las tentaciones del mundo.

Mi luz ilumina todo lo creado y todo aquel que quiera ser salvo, que cumpla con la Ley y doblegue su reaciedad. Yo como Padre sufro por el que ha caído en tentación y se ha confundido, mas todos llegaréis a Mí. El tiempo del despertar del espíritu ha llegado y Yo he venido a llamar a la humanidad; quiero que lleguéis a la ciudad bendita que os ha sido prometida desde el principio de los tiempos.

Vengo a mostraros mi sendero, a invitaros a que lo toméis por amor; no os obligo, no sois mis esclavos, todos lleváis mi luz y podréis elegir el camino que os plazca. He contemplado que el mundo os ha causado cansancio y que os estáis preparando para penetrar paso a paso en el Reino de los Cielos. Desde el plano en que os encontráis, orad por la humanidad y enviadle un rayo de luz con vuestro pensamiento. Todo lo que hiciereis en mi nombre, Yo lo bendeciré.

¿Quién reveló al hombre los misterios de la carne? La carne misma. ¿Quién le reveló los misterios de la ciencia? La mente. Más os digo que la existencia de Dios, sólo se la puede revelar el espíritu.

La hermosa parábola del paraíso, del árbol de la ciencia del bien y del mal, fue dada por inspiración a los primeros. Fue un bello mensaje para los hombres de todos los tiempos y de todas las edades; pero la verdadera esencia de aquella enseñanza, no fue entendida por unos y fue falseada por otros.

De esta incomprensión nació una pugna que dividió a los que han estudiado las revelaciones divinas, y a los que han hurgado en la Naturaleza y así fue cómo surgió la lucha entre los que me buscan con el espíritu y los que todo lo esperan en forma material.

Qué necios fueron los que sostuvieron que la ciencia era abominable ante los ojos de Dios, Yo nunca me he declarado enemigo de ella, ya que Yo soy el principio y el fin de todas las ciencias. Los que con su ciencia llegaron a formar su ley, fueron los materialistas; por rendirle culto a su ciencia olvidaron a Dios. Aquél que con su sabiduría divina lo ha hecho todo.

¿Cuál fue el verdadero sentido de aquella parábola que entregué a los primeros? Su sentido se lo enseñó la voz divina que por vez primera se hacía sentir en el hombre a través de su conciencia, para prevenirlo ante las pruebas que la vida le presentaría. Era la voz paternal que le decía con todo cariño al hijo: "Preparaos, velad y orad para que no caigáis en tentación. Alerta, despertad vuestros sentidos y potencias para que podáis salir avante de la prueba que os dejo dentro de la lucha del espíritu y la materia, en la que deben triunfar los valores eternos sobre la pequeñez del cuerpo perecedero. Mirad todo cuanto os rodea, pero caminad con cautela para que no vayáis a tropezar. Ese cuerpo que poseéis y a través del cual percibís todas estas maravillas y bellezas de la Creación, es una débil criatura a la cual debéis guiar con el espíritu, no vayáis a dejar que ella os imponga sus deseos y sus inclinaciones materiales, enseñadla a que ella tome lo que necesite siguiendo mi Ley.

¿Quién podrá aconsejaros en cada uno de vuestros pasos? La conciencia, esa luz divina que dejo en vosotros para que sea vuestro faro y vuestra guía en la jornada. Y ¿Cómo podréis ser sensibles a esa voz y a ese llamado? Por medio de la oración, que es la forma de comunicaros con el Padre. Si así os preparáis, vuestra existencia en la Tierra será un perpetuo Edén".

Más os digo que la inspiración que puse en el hombre no fue atendida y el dolor hizo su aparición en su vida.

Muchos son ahora los que se mofan de esas inspiraciones que sobre lo espiritual tuvieron los hombres, pero en este tiempo que es de luz, la humanidad comprenderá las enseñanzas reveladas en los tiempos pasados; mas para lograrlo, aún tendrán que comer algunos frutos de la cosecha del árbol de la ciencia y que ha cultivado.

¡Ah!, sí desde el primer instante en que los hombres tuvieron conocimiento del bien y del mal hubieran cultivado con verdadero amor el árbol de la ciencia, os digo que muy distintos hubieran sido los frutos que hubieran cosechado. Mirad cuánto bien han hecho a la humanidad todos los que con nobles fines han tomado de esos frutos.

Cuánto tiempo han necesitado los hombres para convencerse de sus errores y cuánto tiempo deberá transcurrir aún para lograr restituir el mal que han sembrado, mas Yo les ayudaré en todo lo que necesiten para que devuelvan a su espíritu su primitiva y original pureza.

Yo recibiré a vuestro espíritu cuando la última generación humana haya vivido en este mundo como en un santuario, cuando haya hecho de su existencia un verdadero paraíso, logrado por la espiritualidad de su vida.

Estoy dirigiéndome a hombres de otros tiempos, pero es bueno que vosotros vayáis meditando en estas enseñanzas, para que procuréis ir limpiando el camino a los que vienen, y ellos a los que vayan a suceder, hasta que llegue el tiempo al que me he referido en esta lección.

Mi Espíritu envía su luz e ilumina el sendero por donde ha de venir a Mí vuestro espíritu, en él se encuentra impresa la huella de Jesús. El que penetra en mi sendero siente que recobra su heredad perdida, así como el que se aleja de él, se siente desheredado.

Es tiempo de juicio, mas a pesar de ello no es mi intención que los hombres se sometan a mi Ley por temor a mi justicia, sino que se rindan ante mi amor divino.

Sois creación de mi caridad infinita y os llevaré a la perfección. Pasarán siglos y eras sobre vuestro espíritu y mi cincel no cesará de pulimentarlo. Ninguna obra divina puede quedar sin concluir.

El hombre, haciendo uso de su libre albedrío, ha torcido la ruta hasta olvidar de quién ha brotado, y ha llegado hasta el grado de parecerle extraño a su naturaleza, la virtud, el amor, el bien, la paz, la fraternidad, y miran como lo más natural y lícito, el egoísmo, el vicio y el pecado.

La nueva Sodoma está en toda la Tierra y es menester una nueva purificación; la buena simiente será rescatada y con ella se formará una nueva humanidad. Sobre tierras fértiles regadas con lágrimas de arrepentimiento caerá mi semilla, la que germinará en el corazón de las futuras generaciones, las cuales sabrán ofrecer a su Señor un culto más elevado.

Os pregunta el Maestro: ¿Se ha preparado vuestro espíritu para iniciar la comunicación de espíritu a Espíritu cuando haya cesado mi palabra?

Vuestros hijos ya no me escucharán a través del entendimiento de estos portavoces, pero vosotros les prepararéis la senda y ellos sabrán dar un paso más adelante en la espiritualidad.

La luz que ilumina este tiempo es la del Sexto Sello. He ahí el candelero como lámpara de fe inagotable, iluminándolo todo, iluminando a vivos y a muertos.

En esa luz se inspira el hombre de ciencia, de ella toma el filósofo y todo aquel que quiere penetrar en los arcanos.

¿Más que son los Siete Sellos? ¿Qué es el Sexto Sello? ¿Podríais responder con certeza a esta pregunta que el Maestro os hace y podríais hacerlo acertadamente al teólogo y a la humanidad, si esta misma interrogación os hiciese?

Breve es el tiempo en que permaneceréis como párvulos, para luego convertiros en discípulos y finalmente maestros que lleven por los caminos de la humanidad la semilla de mi verdad.

Voy a abrir mi arcano en este día, voy a descorrer un velo y revelaros un secreto, para que seáis fuertes entre los hombres, para que seáis maestros.

Yo esperé que vosotros, profundizándoos en vuestro análisis, llegaseis a descubrir el contenido de este misterio, pero hasta ahora todavía no os habéis desvelado estudiando mi Obra.

En esto no habéis imitado a los hombres de ciencia que consagran su vida al estudio. No os digo que seáis científicos, porque la sabiduría de mi Doctrina está por sobre todas las ciencias, sólo os digo: imitadles en su perseverancia. Ellos cultivan el árbol de la ciencia, cuyos frutos Yo os los he dado al entregaros el árbol de la vida espiritual para que lo cultivéis y de él toméis sus frutos para alimentar vuestro espíritu.

Orad, para que Yo os encuentre preparados y dignos, porque mi palabra quedará escrita para las generaciones venideras y vosotros deberéis dar testimonio de ella con vuestras obras.

Es el Cordero el que os habla, El es quien os revela estas enseñanzas y quien descifra estos misterios, porque hasta ahora sólo El ha sido digno de desatar los sellos. Mas el sacrificio del Cordero inmolado os hace a todos dignos de esta luz y a su debido tiempo llegará este conocimiento a todos los confines de la Tierra.

Os hablaré también como Creador, porque el Padre está en el Hijo, así como el Hijo está en el Padre y en el Espíritu Santo.

Discípulos: de Mi han brotado las tres naturalezas: la divina, la espiritual y la material. Como Hacedor y dueño de todo lo creado puedo hablaros en forma divina y a la vez comprensible. Si la naturaleza material nació de Mí, también puedo materializar mi voz y mi palabra, para hacerme comprensible al hombre.

Yo soy la ciencia perfecta, el principio de todo, la causa de todas las causas y la luz que todo lo ilumina; Yo estoy por sobre todo lo creado, sobre todas las sabidurías.

Para que dios pudiera nombrarse Padre, hizo brotar de su seno espíritus, criaturas semejantes a El en sus divinos atributos y los convirtió en seres humanos para que tuvieran en su ser las tres naturalezas. Pero antes, el Padre le preparó su morada: la Tierra, con sus entrañas de roca y fuego, el aire, el agua, los metales, los gases y la luz. Y todo ello fue como un reino, fuerte e inconmovible, para servir de cimiente a la mansión del hombre: el reino mineral.

Quiso el creador engalanar esa morada y para ello hizo brotar de la tierra las plantas, los árboles, sus flores y sus frutos, para que el hombre encontrara en ellos, sustento, sombra, deleite, inspiración, bálsamo y alegría, y fue como un nuevo reino: el vegetal.

No debía encontrarse solo el hombre y el Padre le dio por amigos y siervos a los seres inferiores, las bestias, las aves y los peces. Todos los seres que habitan las entrañas de la tierra y la superficie, los que cruzan los vientos y los que habitan las aguas, para que el hijo encontrara en ellos, sustento en unos, amistad en otros y ayuda en otros más, y cuando esa familia se encontró creada en tal forma, fué un nuevo reino en la Tierra: el reino animal.

Los tres reinos formaron con su armonía un solo mundo, y cuando todo era como una gran fiesta en que la vida, la luz y la gracia animaba el Señor, envió al hombre, al ser que se asemeja a su Creador y en el cual se refleja la Divinidad, en el que puso Dios una chispa de su espíritu: la conciencia, para que en el trayecto de su jornada alcanzara ese ser así dotado, la perfección del espíritu.

Esos tres reinos que forman vuestro mundo, fueron hechos en siete etapas que algunos hombres han llamado días.

Fue el Padre forjando con paciencia perfecta todo lo necesario para el camino y la vida de sus hijos. Así creó en una etapa el sol y los astros, en otra la Tierra con sus plantas y sus mares, en otra los animales y finalmente el hombre.

Todo quedó preparado, ordenado y previsto para que el hombre no encontrara imperfección alguna, sino que viera a cada paso maravillas y perfecciones y encontrara por doquier el amor de su Padre y su presencia en todo lo creado.

Y cuando todo estuvo dispuesto, dijo al hombre: He ahí vuestra morada, he ahí vuestro reino pasajero. Cruzad los caminos, bebed de las fuentes, probad y saboread los frutos, conocedlo todo, levantáos como señor de la Tierra, es vuestro reino. Y el hombre, cuando abrió sus ojos a la luz y a la vida, sintió gozo al ser acariciado por los rayos del astro rey, se deleitó en la frescura de las aguas y en el sabor de los frutos que a sus labios se ofrecían.

Mas sabéis que el hombre por razón de su libre albedrío tuvo flaquezas desde su origen, por las cuales conoció el dolor, el trabajo, la lucha, las tinieblas, las caídas.

Todo estaba previsto y dispuesto para que el espíritu encontrase el camino de su evolución. Entonces el Padre le reveló su Ley por medio de la conciencia, para que conociese el camino de la luz y la armonía con la Divinidad y con la Naturaleza. Y desde entonces la intuición le reveló al hombre la existencia de su propio espíritu, cuya conciencia que es mi propia luz, le enseñó a distinguir el bien del mal e interiormente le indujo a marchar por el camino recto. Y entonces el Padre preparó para el espíritu del hombre el camino y el santuario.

En el principio de los tiempos el Señor dejó que la humanidad se multiplicara y poblara la Tierra, y manifestó su existencia, su presencia y su justicia, hablando a los hombres por medio de los elementos, que unas veces pródigos y otras hostiles e inclementes, corregían los yerros o premiaban los actos buenos.

Pero no sólo la voz de los elementos os habló de mí, también envié al mundo hombres que aconsejasen la virtud y mantuviesen despierto al espíritu de la humanidad, enseñándole la existencia de un Ser divino a quien debía de servir y adorar.

Ese fue el Primer Tiempo, cual primer reino espiritual, en el que el Padre reinó en el corazón del hombre, quién vivió en gracia en aquella morada creada para su espíritu.

Mas esta morada que comenzaba a edificar el Señor en el corazón de sus hijos, también había de formarla en tres eras o reinos.

El Segundo Tiempo o segundo reino lo fundó el Padre al encarnar en Jesús y habitar entre los hombres y el Tercer Tiempo con el que se cierra esta obra de perfección espiritual, lo inicia con su advenimiento como Espíritu Santo en este tiempo que viene a ser el tercer reino.

En el primero se manifestó el Espíritu Divino como justicia, en el segundo fue el amor y para culminar esta obra en el Tercer Tiempo, vino a manifestarse como luz de sabiduría y como revelación.

He ahí tres reinos que forman uno solo, he ahí tres tiempos en los que se consuma una obra de perfeccionamiento espiritual. Tres eras que encerraban un misterio que en este día el Maestro os ha revelado. Pero sabed que estos tres reinos fueron formados en siete etapas de lo cual tenéis una imagen en la creación de la Naturaleza material; siete etapas, de las cuales la última es la mansión perfecta del espíritu.

La primera de estas etapas de evolución espiritual en el mundo, está representada por Abel, el primer ministro del Padre, quien ofreció su holocausto a Dios. El es el símbolo del sacrificio. La envidia se levantó ante él.

La segunda etapa, la representa Noé. Es el símbolo de la fe; él construyó el arca por inspiración divina y llevó a los hombres a penetrar en ella para que alcanzasen salvación. Ante él se levantaron las multitudes con la duda, la burla y el paganismo en su espíritu. Más Noé dejó su simiente de fe.

La tercera etapa representada por Jacob. El simboliza la fuerza, es Israel, el fuerte. El vió espiritualmente la escala por la que todos pasaréis para sentaros a la diestra del Creador. Ante él se levantó el ángel del Señor para poner a prueba su fuerza y su perseverancia.

La cuarta está simbolizada por Moisés. Representa la Ley. El presenta las tablas donde fue escrita para la humanidad de todos los tiempos. El fue quién, con su fe inmensa rescató al pueblo, para conducirlo por el camino de salvación a la Tierra Prometida. Es el símbolo de la Ley.

La quinta etapa está representada por Jesús el Verbo Divino, el Cordero Inmolado, quien os ha hablado en todos los tiempos y os seguirá hablando. El es el amor, por el que se hizo hombre para habitar en la morada de los hombres, sufrió el dolor de ellos, mostró a la humanidad el sendero del sacrificio, del amor y de la caridad, por el cual debe alcanzar la redención de todos sus pecados; vino como Maestro a enseñar a nacer en la humanidad, a vivir en el amor, a llegar hasta el sacrificio, y a morir amando, perdonando y bendiciendo. El representa la quinta etapa y su símbolo es el amor.

La sexta etapa la representa Elías. Es el símbolo del Espíritu Santo. Él es quien va sobre su carro de fuego llevando la luz a todas las naciones y a todos los mundos desconocidos por vosotros, pero conocidos por Mí, porque Yo soy el Padre de todos los mundos y de todas las criaturas. Esta es la etapa que estáis viviendo, la de Elías, es su luz la que os ilumina. El representa las enseñanzas que estaban ocultas y que en este tiempo se le están revelando al hombre.

La séptima etapa está representada por el mismo Padre. El es el final, es la culminación de la evolución, en El está el tiempo de la gracia, el Séptimo Sello.

He aquí descifrado el misterio de los siete sellos, he aquí por qué os hablo de que este tiempo es el sexto; porque cinco de ellos ya pasaron, el sexto es el que se encuentra desatado y el séptimo aún permanece cerrado, el contenido de él aún no ha llegado, falta tiempo para que esa etapa aparezca delante de vosotros. Cuando esa etapa sea llegada, habrá gracia, perfección y paz, pero para llegar a ella, ¡Cuánto tendrá que llorar el hombre para purificar su espíritu!

Cuando cese la purificación, la tentación será retenida, habrán cesado las guerras entre los hombres y no habrá perturbaciones ni perversidad; entonces vendrá el reino de paz y de gracia, alcanzará la humanidad gran progreso espiritual y su comunicación con el espíritu del Padre será directa.

Así como os he revelado que el hombre es semejante a su Creador, ahora os digo que este reino material, formado por Mí con gracia y perfección, es un libro abierto que siempre os habla de los tres reinos, de los tres tiempos y de las potencias del Padre. La creación quedó también preparada para que las siete etapas de su formación fueran una figura de los siete sellos, ese gran libro de la vida, cuyo velo que cubría su secreto, he venido a descorrer con la luz de mi palabra.

Dejad que la luz del Sexto Sello os alumbre.

Sólo Yo podré decir en donde termina la sexta etapa y en donde comienza la séptima. Estáis viviendo en la sexta etapa, en el tiempo de Elías, en el Tercer Tiempo y a pesar de estar bañados con la luz de mi Espíritu que brota de mi palabra, aún no os habéis despojado del pecado, ni habéis alcanzado la perfección, comunicándoos de espíritu a Espíritu con mi Divinidad. Pero vuestros hijos, las generaciones venideras, alcanzarán esa limpidez y serán mis discípulos que conversen espiritualmente con su Maestro, serán verdaderos profetas en los caminos del mundo. Ellos vivirán en paz y en armonía con todas las leyes y llegarán a crear la verdadera morada del espíritu del hombre en la Tierra.

En verdad os digo que para que estas profecías se cumplan, muchos soles pasarán, muchas aguas caerán de los cielos, muchos años transcurrirán y serán olvidadas por los hombres, y muchas generaciones también, pero llegará al fin aquel tiempo en que el Padre corone su Obra en este planeta.

Llevad esta enseñanza sencilla y diáfana como la luz del día, transparente como las aguas, para que, en el silencio de vuestra alcoba, en el recogimiento de la noche, analicéis y meditéis en lo que os he revelado y podáis recrearos con su perfección.


¡Bendigo vuestros caminos amados míos porque benditos son por el Padre, benditos son por vuestro maestro, benditos son por el espíritu, benditos son hermanos míos, benditos son!

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