sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 16


La paz del espíritu y del corazón, sea en todos los que me amen. En este día de gracia venís a recibir la inspiración del Maestro la cual es captada por el cerebro de estas criaturas preparadas y destinadas por Mí, para que trasmitan a la humanidad mi Divino Mensaje.
Recibid en este día mi caricia espiritual, oh multitudes; os doy la bienvenida y os lleno de gracia.
Oíd, discípulos: Daos cuenta de que un átomo de mi presencia está manifestándose entre vosotros. Una vibración de la potencia divina os está doctrinando. Un efluvio de su esencia universal os está iluminando. No ha existido tiempo alguno en el cual la manifestación de Dios no haya sido. En todos los tiempos, en todas las edades fue, es y será esa vibración divina. En el curso de los tiempos el Padre no ha dejado de entregaros la caridad de su amor, porque en su Espíritu como en la creación, toda vibra, todo es actividad y vida. Y los acontecimientos de este mundo, son eco y reflejo de la vida espiritual.
En el transcurso de los siglos Dios no ha abandonado a la humanidad, porque uno y otra son inseparables. Hoy la voluntad del Padre ha sido comunicarse espiritualmente con el hombre del modo que estáis contemplando y oyendo, porque ha llegado el tiempo en que debéis preparaos para recibirme de espíritu a Espíritu.
Mas, aún no tenéis sensibilidad espiritual y es por eso que no percibís con claridad la inspiración divina.
Antes de que el Padre se manifestase en Jesús a la humanidad, os enviaba sus revelaciones, sirviéndose de formas y sucesos materiales. Por el nombre de Cristo conocisteis a quien manifestó el amor de Dios entre los hombres, más cuando El vino a la Tierra, antes ya se había manifestado como Padre, por lo tanto no debéis de decir que Cristo nació en el mundo, quien nació fue Jesús, el cuerpo donde se albergó Cristo.
Meditad y concluiréis por comprenderme, aceptando que antes que Jesús, ya era Cristo, porque Cristo es el amor de Dios.
Definido así, no os confundirías, dejad de sumergiros entre las turbias aguas de antiguas y erróneas interpretaciones que lleváis por tradición. Estáis cubiertos de velos de ignorancia que Yo vengo a rasgar con la luz de mi palabra, para que la sabiduría penetre en vosotros.
No olvidéis, por lo tanto, que Cristo es el amor de Dios, por eso cuando El se manifestó a través de Jesús, os turbasteis y os confundisteis; y aun mirando sus prodigios no le creísteis, porque es infinito su poder para que lo comprenda vuestra limitada razón. Por eso es que unos me niegan, otros se confunden y otros más me estudian y analizan de acuerdo con su manera de pensar y de entender. Pocos, muy pocos son los que algo alcanzan a comprender a Cristo, os digo esto porque encuentro poco amor en los corazones, ya que no os amáis ni entre hermanos.
Amad a vuestro prójimo como a vuestro propio hijo y entonces será cuando comencéis a comprender a Jesús, le amaréis, le sentiréis y tendréis que reflejar a Cristo en vuestras obras. Sin embargo, vuestro espíritu me conoce algo más, por eso es que unos buscáis al Mesías, otros buscáis al Dios Todopoderoso, para que os de un rayo de luz y de esperanza que venga a calmar vuestras penas y os aliente en el anhelo de acercaros cada vez más a Él. Es que vuestro espíritu a través de la conciencia tiene el recuerdo de su Creador, de Cristo que jamás ha dejado de buscaros y de amaros, oh humanidad, porque vuelvo a deciros que la manifestación espiritual no ha dejado de existir, ni dejará jamás de ser.
Los iluminados de los tiempos pasados siempre vieron resplandores de luz, siempre escucharon mi palabra. Los profetas, los inspirados, los precursores, los fundadores de doctrinas de elevada espiritualidad, han dado testimonio de que oían voces que parecían salir de las nubes, de las montañas, del viento o de algún lugar que no podían precisar; que oían la voz de Dios como si saliera de lenguas de fuego y en ecos misteriosos. Muchos oían, veían y sentían por medio de sus sentidos, otros a través de sus atributos espirituales, igual acontece en este tiempo.
De cierto os digo: Aquellos que recibían mis mensajes con sus sentidos corporales, interpretaban espiritualmente la inspiración divina, y lo hacían según su preparación material y espiritual, de acuerdo con el tiempo en que estuvieron en el mundo, tal como ocurre ahora en los instrumentos humanos que llamáis portavoces o facultades. Mas debo deciros, que lo mismo en los tiempos pasados como en los presentes, han mezclado a la pureza de las revelaciones divinas sus propias ideas o las que a su alrededor predominaban, y a sabiendas o ignorándolo, han alterado la pureza e ilimitada esencia de la verdad, que es, de cierto os digo, el amor en sus más altas manifestaciones.
Las vibraciones e inspiraciones espirituales fueron en ellos y tanto los primeros como los postreros han dado y darán testimonio de esa inspiración, que llegó a su espíritu casi siempre sin saber cómo, en igual forma en que hoy ocurre a muchos y como ocurrirá mañana a otros más.
Las palabras, las interpretaciones y la forma de actuar se deben a los hombres y a los tiempos en que viven, pero sobre de todos está la suprema verdad.
Vosotros, por falta de preparación espiritual, necesitáis que la inspiración divina se materialice y os despierte de vuestro letargo. Los espíritus adelantados no han necesitado de esta forma de manifestación.
Todo lo espiritual en el Universo es fuente de luz, visible o invisible para vosotros; y esa luz es fuerza, es potencia, es inspiración. De las ideas, palabras y obras, también brota luz, según la pureza y la elevación que ellas tengan. Mientras más elevada es la idea o la obra, será más delicada y sutil su vibración y la inspiración que despida, aunque también es más difícil que puedan percibirla los esclavos del materialismo; sin embargo, el efecto que ejercen espiritualmente los pensamientos y las obras elevadas, es grande.
La materialidad es contraria a la espiritualidad, más entended que me refiero a la materialidad que os induce a errores, vicios, degeneración, bajas pasiones.
Aunque la mayor parte de la humanidad pondrá en duda la verdad de mi comunicación con el hombre, de cierto os digo una vez más que dicha manifestación es continua en los espíritus encarnados y desencarnados, desde el primer instante de su formación.
Si vosotros, haciendo uso de vuestro ingenio y de vuestra ciencia, que es uno de tantos atributos espirituales que tenéis, habéis logrado transmitir vuestros mensajes salvando distancias. ¿Cómo habéis podido pensar que Dios no pueda transmitir un mensaje al hombre por medio de un aparato humano, sensitivo e inteligente?
Porque eso es el cuerpo humano: Un aparato, dotado de tal perfección que no podrá el hombre dar a sus más complicadas y grandes obras científicas. Fijaos bien en mi palabra, os hablo de la materia del hombre no de su espíritu, porque el espíritu, aunque no podrá alcanzar el poder de su Padre, si podrá hacer mayores obras que las que pueda producir su limitado cuerpo humano.
Si vuestra reducida inteligencia ha logrado alcanzar conocimientos y ha creado invenciones que, según vosotros son maravillosas, ¿Qué no podréis alcanzar con vuestro espíritu y de qué obras no será capaz vuestro Señor?
Pobre idea tiene de su Dios, quien le cree más pequeño que los seres humanos.
¿Por qué os extraña que Dios os envíe su luz, que es sabiduría y que esté vibrando sobre todos vosotros y haya creado una forma de comunicación con sus hijos? ¿Por qué os imagináis que algo es imposible para vuestro Dios, si vosotros mismos decís que todo lo sabe y que todo lo puede? ¿Vais a exigirme que cada vez que quiera hablaros mande a Jesús para que lo clavéis en un madero?
De cierto os digo, que ni vosotros mismos os dais cuenta de cómo queréis que me haga sentir en vosotros.
Para complaceros os digo, que si no queréis que me sirva de materias pecadoras para entregaros mi amor, mostradme un justo, un limpio, presentadme uno que entre vosotros sepa amar y os aseguro que me serviré de él. Comprended que me sirvo de pecadores, para atraer a los pecadores, porque no vengo a salvar a los justos, ésos ya están en el reino de la luz.
Es verdad que sois pecadores; pero Dios no desprecia ni olvida a nadie, a pesar de que vosotros creáis lo contrario. ¿Por qué os habéis hecho tan ciegos, que todo lo queréis juzgar por un instante de vuestra vida material? Sois vosotros los que os despreciáis y os olvidáis de vosotros mismos, por eso es que os sentís débiles y fatigados.
¿Creéis que Yo me olvide de mis criaturas muy amadas, aun cuando éstas sean desobedientes, si siempre me necesitan y me llaman?
Mucho pecáis y delinquís y mucho me habéis olvidado; pero infinitamente más grande que todas las faltas de vuestra existencia, es el amor del Padre Celestial para todos sus hijos.
Más debo seguir hablándoos de mi manifestación, para que os libréis de todas vuestras dudas. Muchos de vosotros aceptáis lo que os han dicho mis iluminados, a saber: Que Dios les hablaba por medio de las nubes, del fuego, del agua, del viento y Yo os pregunto: ¿Qué os parece más justo hablar al hombre por medio de estos elementos o por medio de él mismo?
¿Dónde está vuestro análisis que no os sirve para comprender las lecciones más sencillas?
¡Oh varones y mujeres del mundo que habéis olvidado en vuestras ciencias lo único que puede haceros sabios y felices; os habéis olvidado del amor que todo lo inspira, del amor que todo lo puede y todo lo transforma! Vivís dentro del dolor y de las tinieblas, porque al no practicar el amor que os enseño, origináis vuestro sufrimiento material o espiritual.
Para descubrir y comprender mis mensajes, necesitáis primero ser bondadosos y mansos de corazón, virtudes que existen en todo espíritu desde el instante de su formación, mas para llegar a sentir el verdadero sentimiento elevado del amor, necesitáis espiritualizaros, cultivando vuestros buenos sentimientos; pero todo habéis querido tener en la vida, menos amor espiritual.
En todo instante vibráis mental y espiritualmente, pero las más de las veces inspiráis egoísmo, odio, violencia, vanidad, bajas pasiones, herís y sentís cuando os hieren, pero no amáis y por lo tanto no sentís cuando os aman, y con vuestros pensamientos insanos vais saturando de dolor el ambiente en que vivís, llenando de malestar vuestra existencia. Y Yo os digo: Saturad todo de paz, de armonía, de amor y entonces seréis felices.
El amor siempre ha existido en el Espíritu del Creador, por lo tanto debéis comprender que también de él han sido dotados todos los espíritus.
Ahora, a pesar del adelanto de vuestra civilización, os habéis alejado cada vez más de la Naturaleza material, así como también de lo espiritual, de lo puro, de lo que es de Dios, por ello en cada etapa de vuestra vida vais cayendo en mayor debilidad, en mayor amargura a pesar de vuestros deseos de llegar a ser más fuertes y dichosos cada día que pasáis en la Tierra; mas daréis un paso en el cumplimiento de mi Ley ¡Oh pobladores del mundo!
El Maestro que os ha hablado en todos los tiempos, viene ahora a explicaros su enseñanza por medio de estas lecciones, manifestándose en palabra, en intuición e inspiración; despertando así a vuestro espíritu a la luz de los tiempos venideros. Para entonces tendréis la inspiración divina en diversas formas cada vez más sorprendentes, más elevadas y perfectas para vosotros.
Hoy he venido a recordaros que debéis de amaros como Jesús os enseñó. Os recuerdo a Jesús porque en Él fue la encarnación del Amor Universal.
En los tiempos de Moisés le fue dada al pueblo una ley de justicia que decía: "Ojo por ojo y diente por diente". Dicha ley, que hoy os parecería monstruosa y vengativa, era, sin embargo, justa para los hombres de aquellos tiempos.
Tiempo después cuando me humanicé en Jesús, me oísteis decir y escrito quedó, que: "Con la vara que midieseis seríais medidos". Ante esa palabra algunos han preguntado si en esa frase existen el amor, la caridad y el perdón que Jesús predicaba.
Tiempo es que Yo mismo os explique el porqué de la ley del Primer Tiempo y el porqué de aquella frase de Jesús, porque muchas de mis lecciones he tenido que dároslas por partes a través de los tiempos.
En el principio, cuando las fibras del corazón del hombre eran insensibles al sentimiento del perdón, y el de la caridad y la tolerancia aún dormían en su espíritu, fue necesario que el hombre se protegiese a sí mismo al igual que sus posesiones, amparado por una ley que le diera derecho a usar su fuerza en defensa propia. Como veis, eran preceptos y costumbres primitivas en un pueblo destinado, como todos los pueblos, a evolucionar.
La Ley emanada de la palabra de Jesús, llegó más tarde a iluminar la vida de los hombres y os dijo: "Amaos los unos a los otros", también os reveló que, "con la vara que midieseis seríais a vuestra vez medidos", con lo que os dio a entender el Maestro, que aquella justicia que por mano propia se había hecho el hombre, pasaba a ser derecho exclusivo de la Justicia Divina. Entonces el hombre supo que según juzgase, así sería juzgado por Dios, y que según sembrase en la Tierra, así sería la cosecha que recogiera en el más allá.
El hombre entonces detuvo su mano homicida, el malvado muchas veces desistió de sus perversas intenciones y el que intentaba hurtar, sabía y sentía que una mirada desde lo infinito lo contemplaba y un juicio desde ese instante le aguardaba.
Los siglos han pasado y los hombres conociendo algo más de la divina justicia, aún no han llegado a comprender la verdad y muchas veces se han confundido, llegando a creer que si han pecado gravemente en la Tierra, inexorablemente tendrán que presentarse ante el tribunal de Dios, para recibir un castigo eterno; a lo cual Yo os pregunto: ¿Qué propósito de arrepentimiento y de cumplimiento a mi Ley podrá surgir en quien de antemano se considera perdido? ¿Qué esperanza podrá albergar el que parta de este mundo, sabiendo que las faltas de su espíritu serán eternas?
Fue necesario que Yo mismo viniese a apartar de vosotros las tinieblas de vuestras erróneas interpretaciones, y aquí me tenéis.
En Jehová creísteis ver a un Dios cruel, terrible y vengativo, entonces el Señor para sacaros de vuestro error os envió a Cristo, su Divino Amor, para que "conociendo al Hijo, conocieseis al Padre" y sin embargo, la humanidad ignorante y envuelta de nuevo en su pecado, cree ver un Jesús airado y ofendido que sólo espera la llegada en espíritu de quienes le han agraviado para decirle: "Apartaos de Mí que no os conozco", y luego enviarlos a padecer los más cruentos sufrimientos en la eternidad.
Tiempo es de que comprendáis el sentido de mis enseñanzas para que no os confundáis: el Amor Divino no os impedirá llegar a Mí si no restituís vuestras faltas, será el juez inexorable de vuestra conciencia quien os diga que no sois dignos de penetrar al reino de la luz.
Mas aquí me tenéis nuevamente, humanidad, en Espíritu, como os lo prometí.
Mirad la luz del Espíritu de Verdad cómo ilumina y despierta a los que habitan en las tinieblas.
Más a los que presencian esta manifestación les digo: Escuchad con atención mi palabra porque ella viene a abriros sendas de luz y a esclareceros la verdad que debéis de conocer.
Cierto es que en la vida es menester saldar toda deuda ante Dios, más el pago, el tributo o la ofrenda que a Él deis, en realidad no es para Él, sino para quien se lo ofrezca.
Si le ofrecéis pureza, ella será en beneficio vuestro, si le presentáis obras meritorias, ellas serán las galas que enaltezcan a vuestro espíritu ante la presencia de Dios. Si pecáis y luego os arrepentís y reparáis vuestras faltas, la paz del espíritu y la dicha que existe en el que practica el bien, serán vuestro galardón.
Si muchas veces permito que apuréis el mismo cáliz que disteis a vuestros hermanos, es porque hay quienes solamente así comprenden el mal que causaron y pasando por la misma prueba que hicieron pasar a otros, conocerán el dolor que hicieron sentir, ello hará luz en su espíritu y hará brotar la comprensión, el arrepentimiento y por consiguiente el cumplimiento a mi Ley.
Mas si queréis evitar pasar por el dolor o apurar el cáliz de amargura, podéis lograrlo saldando vuestra deuda con arrepentimiento, con buenas obras, con todo lo que vuestra conciencia os diga que debéis hacer. Así saldaréis alguna deuda de amor, devolveréis una honra, una vida o la paz, la salud, la alegría o el pan, que alguna vez hubieseis robado a vuestros hermanos.
Ved cuán distinta es la realidad de mi justicia, de aquella idea que os habíais formado de vuestro Padre.
No olvidéis que si he venido a deciros que ninguno de vosotros se perderá, también he cierto que os he dicho que toda deuda deberá quedar saldada, y toda falta borrada del Libro de la Vida. A vosotros toca elegir el camino para llegar a Mí.
El libre albedrío aún es vuestro.
Si preferís la ley del Talión de los antiguos tiempos, como aún la están practicando los hombres desde sus orgullosas naciones, ved sus resultados.
Si queréis que la vara con que medís a vuestros hermanos, os mida también, ni siquiera esperéis vuestra entrada en la otra vida para recibir mi justicia, que aquí cuando menos lo esperéis, os veréis en el mismo trance en que pusisteis a vuestros hermanos; mas si queréis que una ley más elevada, venga en vuestra ayuda, no sólo para libraros del dolor, que es lo que más teméis, sino también a inspiraros los nobles pensamientos y buenos sentimientos, orad, llamadme, e id luego a vuestro camino a luchar para ser cada vez mejores, para ser fuertes en las pruebas, en una palabra, para llegar a pagar con amor la deuda que tenéis con vuestro Padre y con vuestros semejantes.
El llamado de amor que ahora escucháis de labios de los portavoces, es precursor de grandes acontecimientos para la humanidad. Estos mensajes son destellos de la sabiduría que en el futuro se manifestará a los hombres. Es el principio del despertar de todos los espíritus. Es la preparación para la Era de la Espiritualidad, el tiempo en el que os redimiréis en el amor de vuestro Padre Celestial. ¡Mi paz sea con vosotros!
Catedra Divina 17
Pueblo amado: aquí tenéis un mensaje más del Divino Maestro, el cual os hará dar un paso adelante en la comprensión de mis enseñanzas; porque no debéis deteneros en el sendero del progreso espiritual.
No vengo a formar hábitos de estacionamiento o retroceso en vosotros. Yo siempre os conduzco al camino de evolución.
Mi palabra os trae mensajes variados, todos de exquisito sabor espiritual.
Habéis pronunciado con vuestros labios: "Gloria a Dios en las alturas", mas ¿Cuándo le habéis glorificado con vuestras obras? Os habéis adorado a vosotros mismos y habéis glorificado a vuestros ídolos, pero a Dios, a vuestro Creador, ¿Cuándo? Jesús fue quien con su vida glorificó a su Padre y es a Él a quien debéis imitar.
También habéis dicho: "Paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad" y de cierto os digo que, aun a los de mala voluntad Yo les he dado paz; mas, vosotros, decidme: ¿Cuándo habéis dado paz? Muchos siglos tenéis de repetir las palabras de ese salmo, con el cual el pueblo recibió en Jerusalén a su Señor, y es lo único que la humanidad ha hecho desde entonces: repetir aquellas palabras, porque con sus obras hace todo lo contrario.
Decid vosotros esas frases si queréis, pero comprended que ni ésas ni otras palabras tienen virtud alguna mientras no las sintáis en vuestro corazón; cuando las sintáis, manifestadlas en buenas obras a vuestros hermanos, con dulzura y humildad, y entonces Yo os responderé con mi amor infinito, haciendo vibrar vuestro espíritu con la gracia inmaculada de mi paz.
Así vengo a hablaros ahora como Espíritu Santo. Son otros los tiempos y por lo tanto, otra debe ser la preparación de los hombres.
Dejad las oraciones verbales y las supersticiones y entregaos a Mí, al Maestro, al Padre, que siempre os recibiré y os comprenderé.
Orad, sí, pero con el corazón preparado, habladme con el espíritu, tal como lo sintáis en este momento; llegad a Mí con el pensamiento lleno de amor, pero acercaos, habladme como discípulos o como párvulos y os haré sentir mi sabiduría y mi amor.
Pedidme con humildad, más nunca pidáis milagros ni esperéis recibirlos.
El milagro, según vosotros lo entendéis, no existe; no hay nada contradictorio entre lo divino y lo material.
A Jesús atribuís muchos milagros y de cierto os digo, que sus obras fueron el efecto natural del amor, de esa divina fuerza que estando latente en cada espíritu, vosotros aún no la sabéis usar, porque no habéis querido conocer la virtud del amor.
¿Qué existió en todos los prodigios que realizó Jesús, sino amor?
Escuchad discípulos: Para que el amor de Dios se manifestara a la humanidad, era necesaria la humildad del instrumento, y Jesús fue siempre humilde, y como de ello vino a dar ejemplo a los hombres, os dijo en una ocasión que sin la voluntad de su Padre Celestial, nada podría hacer. Quien no penetre en la humildad de esas palabras, pensará que Jesús fue un hombre como cualquiera, pero la verdad es que Él quería daros una lección de humildad.
El sabía que esa humildad, esa unidad con el Padre, le hacía todopoderoso ante la humanidad.
¡Oh inmensa y hermosa transfiguración que da el amor, la humildad y la sabiduría!
Ahora sabéis porque Jesús, aun diciendo que nada podía hacer si no era por la voluntad de su Padre, en realidad todo lo podía, porque fue obediente, porque fue humilde, porque se hizo siervo de la Ley y de los hombres, y porque supo amar.
Reconoced entonces que, conociendo vosotros mismos algunas de las virtudes del amor espiritual, no lo sentís y por eso no podéis comprender el porqué de todo lo que llamáis milagro, o misterio, y que son las obras que hace el divino amor.
¿Qué enseñanzas os dio Jesús que no fuesen de amor? ¿Qué ciencia, prácticas o conocimientos misteriosos empleó para dejaros sus ejemplos de poder y sabiduría? Sólo la dulzura del amor con la cual todo se puede hacer.
Nada hay contradictorio en las leyes del Padre, sencillas por sabias y sabias por estar saturadas de amor.
Entended al Maestro, El es vuestro Libro.
Jesús niño dejó asombrados a los llamados doctores de la Ley; Jesús predicador, os hizo grandes revelaciones para todos los tiempos. Jesús Redentor, selló sus palabras con su vida, con su sacrificio supremo en la cruz.
Ahora bien, discípulos amados, si en verdad queréis ser grandes y fuertes en espíritu ¿Por qué no me imitáis en las obras que hice a través de Jesús? Él os dijo: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida", mostrándoos con mansedumbre y humildad la obediencia ante la divina ¿Cómo tendrá que ser la humildad que deberéis mostrarme?
Escuchad: Dios, el Ser Supremo, os creó "a su imagen y semejanza", no por la forma material que tenéis, sino por las virtudes de que está dotado vuestro espíritu, semejante a las del Padre.
Cuán agradable a vuestra vanidad ha sido el creeros la imagen del Creador. Os creéis las criaturas más evolucionadas hechas por Dios y estáis en grave error al suponer que el Universo se hizo sólo para vosotros. ¡Con cuánta ignorancia os llamáis a vosotros mismos los reyes de la creación!
Comprended que ni siquiera la Tierra está hecha solamente para los hombres. En la escala interminable de la creación divina, existe un número infinito de espíritus que van evolucionando en cumplimiento a la Ley de Dios.
Los fines que todo ello encierra y que como hombres, aunque quisiereis, no podríais comprender, son grandes y perfectos como todos los propósitos de vuestro Padre, mas en verdad os digo, que no sois vosotros ni las más grandes ni las más pequeñas criaturas del Señor.
Fuisteis creados, y en ese instante vuestro espíritu tomo vida del Omnipotente, llevando en sí tantos atributos, como os eran necesarios para cumplir una delicada misión dentro de la Eternidad.
Ni aun ahora sabéis todas las facultades que os dio el Padre, pero no temáis porque las conoceréis más tarde.
¿Sabéis acaso de la existencia de los grandes espíritus, que han sido destinados para velar por la armonía de todo lo creado, ocupados siempre en sublimes misiones ignoradas por vosotros? No, por eso vuelvo a deciros que vuestros espíritus no son los más evolucionados, solamente han desarrollado en forma limitada los atributos que Dios os ha concedido.
Sin embargo, esos atributos bastarán para llevaros felizmente a la cumbre que os corresponda si guiais vuestros pasos por la senda recta y luminosa que os señala mi Ley.
He venido a ayudaros. El tiempo es ahora de restitución, despertad, levantaos.
Habéis pecado, adulterado, delinquido, y ahora que os encontráis ante la verdad de mi palabra, la cual os señala vuestros errores, olvidáis vuestras faltas y creéis que vuestro señor es injusto cuando os habla de pruebas y restitución.
Os habéis envuelto en tinieblas de maldad y de ignorancia, impidiendo a vuestro espíritu contemplar la aurora del Tercer Tiempo y cuando vengo a levantaros con la luz de mi palabra, para que contempléis los resplandores del nuevo amanecer, no queréis despertar de vuestro letargo y a veces os levantáis con disgusto. Muchos son los que prefieren dormir en su ignorancia sin querer despertar a la suprema verdad. Prefieren el valle de lágrimas, la peste, el hambre; quieren que se prolongue el largo período de siglos en los que el vicio y la amargura han sido su único aliento, todo esto lo prefieren al dulce llamado que les hace mi amor a través de su conciencia.
Me escucháis como si estuviera Yo muy lejos de vosotros, abrís vuestros ojos con pereza; pero no pudiendo comprender el sentido del divino mensaje, porque vuestra mente está saturada de materialismo, preferís vivir en la maldad. En ese instante me olvidáis, me dais la espalda, sólo queréis seguir en el letargo sufriendo. Mas Yo os digo que si queréis habitar en ese abismo de materialidad y de ignorancia, si sólo deseáis recoger el sabor de los frívolos placeres y de las bajas pasiones, cuando menos no culpéis a Dios de vuestros dolores.
Si no tenéis la grandeza de saber amar a vuestro semejante como os ama vuestro Padre, tened siquiera el valor y la resignación para soportar las consecuencias de vuestras faltas. Si preferís vuestra falsa paz así como vuestras guerras fratricidas, no digáis que Dios así lo quiere, ni claméis al Padre pidiéndole su caridad cuando os sintáis dominados por vuestros enemigos para que El venga a daros el triunfo, con lo que solamente halagaría vuestra vanidad y fomentaría vuestra perversidad, lo cual no está en mi Ley concederos.
Si entre risas, placeres y vanidades, los hombres se olvidan de Mí y hasta me niegan, ¿Por qué se acobardan y tiemblan cuando están recogiendo la cosecha de lágrimas que atormenta a su espíritu y a su cuerpo? Entonces blasfeman diciendo que Dios no existe.
Es valiente el hombre para pecar, decidido para salirse fuera del camino de mi Ley; mas Yo os aseguro que es demasiado cobarde cuando se trata de restituir y de saldar sus deudas. Sin embargo, Yo os fortalezco en vuestra cobardía, os protejo en vuestras flaquezas, os despierto de vuestro letargo, enjugo vuestras lágrimas y os doy nuevas oportunidades para que recuperéis la luz perdida y volváis a encontrar el camino olvidado de mi Ley.
Vengo a traeros como en el Segundo Tiempo, el pan y el vino de la vida, lo mismo para el espíritu que para el cuerpo, para que viváis en armonía con todo lo creado por vuestro Padre.
En mis caminos florecen las virtudes, en cambio los vuestros están cubiertos de espinos, de abismos y amarguras.
Quien diga que los caminos del Señor están llenos de abrojos, no sabe lo que dice, porque Yo no he creado el dolor para ninguno de mis hijos; mas los que se han alejado del sendero de luz y de paz, al retornar a él tendrán que sufrir las consecuencias de su falta.
¿Por qué bebisteis el cáliz de amargura? ¿Por qué olvidasteis el mandato del Señor, así como la misión que os confié? Porque sustituisteis mi Ley por las vuestras y ahí tenéis los resultados de vuestra vana sabiduría: Amargura, guerra, fanatismo, desengaños y mentiras que os asfixian y os llenan de desesperación. Y lo más doloroso para el hombre materializado, para el que todo lo somete a sus cálculos y lo sujeta a las leyes materiales de este mundo, es que después de esta vida se encontrará cargando aún el fardo de sus errores y de sus tendencias. Entonces será muy grande el sufrimiento de vuestro espíritu.
Sacudid aquí vuestro fardo de pecados, cumplid con mi Ley y venid pronto. Pedid perdón a todos los que hubiereis ofendido y dejad lo demás a Mí, pues corto será vuestro tiempo para amar si en verdad os decidís a hacerlo.
Vuelvo a deciros que Yo no os he dejado en el camino abrojos, ni dolor. A través de Jesús os enseñé a apartar de vosotros todas las flaquezas para demostraros mi amor y el poder que él tiene, para enseñaros el verdadero gozo que se encuentra en el espíritu con la verdadera humildad. Y con mi despedida y mi promesa para estos tiempos, os dejé la paz, la luz de la esperanza y el anhelo de mi retorno. Mas vosotros no lo quisisteis entender así y seguisteis crucificándome para que Yo siguiese perdonándoos indefinidamente. Pero debéis comprender que mi perdón no os evita las consecuencias de vuestras faltas, porque los errores son vuestros, no míos. Mi perdón os estimula, os consuela porque al fin vendréis a Mí y Yo os recibiré con el amor de siempre; pero mientras no me busquéis por los caminos del bien, del amor y de la paz, ya lo sabéis y no debéis de olvidarlo; el mal que hagáis o que penséis hacer, lo recibiréis devuelto con creces.
Estáis cosechando la siembra de vuestro materialismo y aunque quisierais que Yo aprobase vuestras obras os equivocáis, porque soy inmutable en mi Ley, no procedo como vosotros quisierais porque dejaría de ser "el Camino, la Verdad y la Vida".
Vengo a nulificar vuestras leyes erróneas para que sólo os gobiernen las que sean formadas por mis preceptos y estén conforme a mi sabiduría. Mis leyes son de amor, y al proceder de mi Divinidad, son inalterables y eternas, mientras que las vuestras son pasajeras y a veces crueles y egoístas.
La Ley del Padre es de amor, de bondad, es como un bálsamo que da consuelo y fortaleza al pecador, para que pueda soportar la restitución de sus faltas. La Ley de amor del Padre, ofrece siempre la ocasión generosa al que delinque, de regenerarse, mientras vuestras leyes por el contrario, humillan y castigan al que se ha equivocado y muchas veces al inocente, al débil. En vuestra justicia hay dureza, venganza y falta de piedad. La Ley de Cristo es de dulce persuasión, de infinita justicia y de suprema, rectitud. Vosotros mismos sois vuestros jueces, en cambio Yo soy vuestro defensor incansable; pero es necesario que sepáis que existen dos maneras de pagar vuestros agravios: una con el amor y otra con el dolor.
Escoged vosotros, aún gozáis del don del libre albedrío.
¿Queréis dejar de sufrir, humanidad? Amad, haced el bien a vuestro paso, reconstruid vuestra vida. ¿Queréis ser grandes, ser felices? Amad mucho, amad siempre. ¿Queréis llorar, deseáis que la amargura os invada, queréis guerras y desolación? Continuad como estáis viviendo, dejad que en vuestra vida siga enseñoreándose el egoísmo, la hipocresía, la vanidad, la idolatría, el materialismo.
Muy claro contempláis el caos entre los hombres, para que no sigáis haciendo la Ley a vuestro gusto.
Quiero que discípulos y párvulos de mi Doctrina, lleven la nobleza en su corazón y la limpidez en su entendimiento, porque sólo así estarán capacitados para aprender de Mí y después enseñar a la humanidad.
Ahora no vengo a levantar muertos en cuanto al cuerpo, como lo hice con Lázaro en el Segundo Tiempo, hoy viene mi luz levantando a los espíritus que son los que me pertenecen. Y éstos se levantarán con la verdad de mi palabra a la vida eterna, porque vuestro espíritu es el Lázaro que ahora lleváis en vuestro ser y al que Yo resucitaré y sanaré.
Ya veis que la justicia divina es de amor, no es de castigo como la vuestra. ¿Qué sería de vosotros si Yo usara de vuestras mismas leyes para juzgaros, ante mí para quien no valen apariencias ni falsos argumentos? Si Yo os juzgase según vuestra maldad, y usara vuestras leyes de dureza terrible ¿qué sería de vosotros? Entonces sí me pediríais con justicia que tuviese clemencia. Mas no debéis temer porque mi amor nunca se marchita, ni cambia, ni pasa; en cambio, vosotros sí pasáis, morís y renacéis, os vais y luego volvéis y así vais peregrinando, hasta que llegue el día en que reconozcáis a vuestro Padre y os sometáis a su divina Ley.
Vosotros aquí sois pasajeros, pero Yo soy eterno, vosotros pasáis gimiendo porque os alejáis del sendero que os señala mi Ley, mientras que Yo soy inmutable.
Secad vuestras lágrimas, apresurad vuestro despertar y levantaos. Sentid mi presencia en vosotros, es necesario que lleguéis a Mí, porque aún no me habéis conocido, oh pueblo.
Vosotros ignoráis el galardón que corresponde al que verdaderamente se arrepiente y retorna a Mí, e ignoráis que no es necesario esperar que llegue vuestra entrada en la morada espiritual, para que recibáis el galardón que os da el amor de Dios.
Fue necesario que viniese a hablaros así, porque los hombres se han confundido con el conocimiento adquirido en los libros que han estudiado; en cambio, no han querido oír la voz de su conciencia, la voz de su saber espiritual que los invita a seguir hacia la divina luz de donde surgen todas las sabidurías.
Yo os digo: Bien está el estudio útil y bien está la ciencia; pero sobre todo ello está el amor. El amor os dará la inspiración para dignificar y aumentar vuestra ciencia, porque debéis de comprender que todos vuestros conocimientos son tan sólo un mensaje que os da mi amor.
Interrogad a vuestros sabios y si son sinceros os dirán que le han pedido inspiración a Dios. Y Yo les daría más inspiración, si me la pidieran con más amor para sus hermanos y con menos vanidad para sí mismos.
De cierto os digo que todo lo que habéis acumulado de conocimientos verdaderos, vienen de Mí, todo aquello que tienen de puro y elevado lo voy a usar en este tiempo para vuestro provecho, porque para eso os lo he concedido. Mas debéis de tener cuidado, oh pueblos de la Tierra, porque si continuáis haciendo uso de mis lecciones divinas para provocar a los elementos, si los pequeños conocimientos que tenéis los seguís aplicando al mal, recibiréis cuando menos lo esperéis, la respuesta dolorosa y justiciera. Provocáis al aire, al fuego, a la tierra, al agua y a todas las fuerzas y ya sabéis cuál será vuestra cosecha si no rectificáis a tiempo vuestras actividades, para lograr detener a los elementos desencadenados por vuestra insensatez. Os advierto que estáis llegando a colmar la medida que permite mi justicia a vuestro libre albedrío, estáis provocando demasiado a la Naturaleza. Y como sois los pequeños que se sienten grandes, viene esta palabra para advertiros del peligro en que os encontráis.
Y la palabra os dice: Hijos míos, dulcificad vuestro corazón, amando a vuestros hermanos, amad a todos vuestros hermanos, amad a todo lo creado. Buscad la reconciliación y la paz entre todos. Si no queréis que os exterminen los cataclismos que vosotros mismos estáis fecundizando, rectificad a tiempo, oh hijos muy amados, calmadlos con vuestro amor, convertidles en paz. ¡Oh humanidad, si me escuchaseis de cuántas penalidades os hubieseis librado y Yo hubiese transformado ya a vuestro mundo sin que hubiera necesidad de que sufrieseis! Yo os daría el principio del galardón en esta vida, os daría la paz y la tranquilidad. Intentadlo, hijos míos, para eso he enviado hasta vosotros mi palabra en este tiempo, para libraros del abismo.
A vosotros que me estáis oyendo os digo que guardéis en vuestro espíritu lo que os corresponda, y que lo demás lo enseñéis a vuestros hermanos. Lo que es para uno es para todos, por lo tanto, ni una sola de mis ovejas debe carecer del sustento espiritual.
Quiero que estéis unidos, para que Yo premie vuestra armonía derramando en todos mis beneficios y mi gracia. Hasta ahora sólo he visto que os unís por breves momentos, mientras tratáis de elevar vuestro culto a mi Divinidad. Convenceos de que unidos por el amor, lograréis hacer obras maravillosas, más en verdad os digo que aún es tiempo de que trabajéis para reconstruir lo que habéis destruido.
Mucho es lo que me habéis faltado y ofendido, más Yo os amo, y mayor que vuestras faltas es mi amor.
Si me buscáis como Juez, mi juicio es inexorable; si me buscáis como Maestro, es infinita mi sabiduría; si me llamáis como Padre, soy amantísima dulzura; pero en verdad os digo, que aun soy mucho más que todo eso, porque no tengo principio ni fin.
¡Mi paz sea con vosotros!

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