sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 15

En esta alba de conmemoración os pregunto ¿Qué habéis hecho de la Ley que por conducto de Moisés envié a la humanidad? ¿Acaso esos mandamientos fueron dados solamente para los hombres de aquel tiempo?
En verdad os digo que aquella bendita simiente no está en el corazón de los hombres, porque no me aman, ni se aman los unos a los otros; no honran a sus padres ni respetan lo ajeno y sí, en cambio, se quitan la vida, adulteran y se causan deshonra.
¿No escucháis en todos los labios la mentira? ¿No os habéis dado cuenta de cómo un pueblo le roba la paz a otros pueblos?... y sin embargo, la humanidad dice conocer mi Ley. ¿Qué sería de los hombres si olvidasen por completo mis mandatos?
Comprended que la Ley es el camino trazado por el amor del Supremo Hacedor, para guiar a cada una de sus criaturas. Meditad sobre la vida que os rodea, compuesta de elementos y organismos en número infinito, y llegaréis a descubrir que cada cuerpo y cada ser, marchan por un camino o trayectoria guiados por una fuerza en apariencia extraña y misteriosa. Esa fuerza es la Ley que Dios ha dictado para cada una de sus criaturas. Analizando estas enseñanzas concluiréis por reconocer que verdaderamente todo vive, camina y crece bajo un mandato supremo; llegaréis a descubrir también, que en medio de esta creación surge el hombre, distinto a todas las demás criaturas, porque en él existe la razón y el libre albedrío. En el espíritu del hombre existe una luz divina que es la conciencia, la cual ilumina a su inteligencia y le inspira el cumplimiento del deber. Porque si una fuerza irresistible le obligara solamente a seguir el camino recto, no tendría ningún mérito su cumplimiento y se sentiría humillado al comprenderse incapaz de obrar por voluntad propia y que, a pesar de ello, estuviera sujeto a una Ley; mas en las condiciones en que se desarrolla vuestra existencia ¿Quién podría guiar vuestros pensamientos hacia el bien? Sólo la luz divina de la conciencia que inspira al hombre a cumplir con la Ley, luz que habita en el espíritu y a través de él se manifiesta a la materia.
¿Por qué no siguió el espíritu desde su principio los dictados de la conciencia? Porque no había evolucionado lo suficiente para comprender y cumplir los mandatos que le inspiraba y al mismo tiempo, saber dominar los impulsos de la carne. El libre albedrío y la influencia de la materia, son las pruebas a las que está sujeto vuestro espíritu.
Si la humanidad desde el principio hubiera escuchado el dictado de su conciencia como lo hizo Abel, ¿Creéis que hubiera sido necesario que vuestro Padre tuviera que materializarse de tiempo en tiempo para explicaros la Ley y enseñaros el camino de la evolución del espíritu? De cierto os digo que no. Si hubieseis sido sumisos y obedientes a mi Ley, todas mis revelaciones y enseñanzas os hubieran llegado a través de vuestra conciencia; pero cuando vi a esta humanidad cautiva de las pasiones que el mundo le brindaba, sorda a mi voz y ciega para mirar la luz espiritual que alumbraba su camino, tuve que materializar mi Ley en el Primer Tiempo, labrándola en la piedra y manifestándome en sus sentidos corporales, para vencer su materialismo.
Nuevamente la humanidad se apartó de mis mandatos y tuve que llegar a los hombres para doctrinarlos. No fue suficiente que os hubiese dado mi Ley en aquella forma material, ni tampoco encerraba ella todo lo que el Padre tenía que deciros; y así, os envié a Jesús por quien escucharíais al Verbo de Dios. El habló a vuestro corazón; aquel Maestro conocía los caminos que conducen hasta lo más íntimo del ser humano y con sus palabras, con sus obras y su sacrificio en la cruz, conmovió las fibras dormidas, despertó vuestros sentimientos aletargados, sabiendo que sin esa preparación, no llegaría el tiempo en el que el hombre escuchara en su propio espíritu la voz de su Señor, al que ahora tenéis entre vosotros como os fue anunciado.
Es vuestro Dios quien os habla, mi voz es la Ley; hoy la escucháis nuevamente sin que sea necesario labrarla en piedra, ni tener que enviaros a mi Verbo encarnado entre vosotros. Es mi voz divina la que llega a vuestro espíritu y le revela el principio de una era en la cual el hombre se justificará, se reconciliará con su Creador y se purificará como está escrito.
No interpretéis mal mis palabras, diciendo que la Ley del Primer Tiempo fue la Ley de la carne y que la del Segundo, habló solamente a vuestro corazón; porque Yo he tocado en cada tiempo la parte más sensible y desarrollada de vuestro ser, para manifestarme allí y hacerme sentir; mi Ley siempre ha hablado a vuestro espíritu, porque es él quien conduce a la materia en la vida humana.
Cuando algunos de mis discípulos en el Segundo Tiempo vieron la transfiguración de su Maestro en el Monte Tabor, contemplando que a su diestra aparecía Moisés y a su siniestra Elías, cayeron por tierra sobrecogido su ánimo ante la grandeza incomparable de lo que sus ojos estaban contemplando. Yo les advertí después que guardaran ese secreto para darlo a conocer cuando su tiempo fuera llegado; porque era necesario que antes Yo partiese de este mundo, para que cuando se os diesen a conocer estas enseñanzas, comprendieseis que ellas os hablaban anunciándoos el futuro.
¡Ah, si la humanidad de este tiempo comprendiese el sentido de aquella transfiguración y entendiese que el testimonio de mis discípulos era para los hombres de este tiempo, cuán grande sería su adelanto! El cincel que labró mis mandamientos en la piedra en el monte Sinaí, es el mismo que ahora viene a escribir en vuestro corazón los pensamientos divinos; la sangre de vuestro Salvador que fue la lección que os habló de amor, de resurrección, de vida eterna y de dicha suprema, es la misma que vierto ahora en la esencia de esta palabra; y la profecía y potestad con que Elías asombró a los hombres, son las mismas que habéis tenido presentes en las manifestaciones que os estoy concediendo en este tiempo.
La lucha de mis discípulos de esta Era, para lograr que se establezca mi Ley en la Tierra, será mayor que nunca; y para que llegue a reinar en el mundo la espiritualidad, de la cual proviene toda justicia, todo el amor y la razón, antes habrán de beber los pueblos y las naciones del mundo, un cáliz muy amargo.
Será entonces cuando quede destruido para siempre el becerro de oro, abolidos los sacrificios inútiles, cuando ya no sean objeto de lucro los bienes espirituales, los cuales no cambiaréis por bienes terrenales. Será hasta que el hombre haya alcanzado la evolución plena de su espíritu y sepa respetar en sí mismo los dones preciosos con los que su Padre le ha agraciado desde el principio de su formación.
Para ayudaros a alanzar ese grado de espiritualidad, es por lo que ahora vengo a entregaros la savia de mi palabra, el fruto de buen sabor. Soy el Padre amoroso que viene a entregaros pan y abrigo para vuestro cuerpo y para el espíritu la luz que os guíe, para que de ella entreguéis a vuestros hermanos. Mi bálsamo de curación también es con vosotros; los unos lo recibirán de lleno y en otros, serán atenuados sus dolores. Los unos lavarán sus propias culpas, mas los otros con sus ejemplos ayudarán a su purificación a sus semejantes.
¿Queréis mi fortaleza? Cumplid mis mandatos, amad mi Ley porque sois responsables de la humanidad. Sois los doctrinados y ante vosotros se presenta el camino que Elías ha venido a preparar. Caminad con paso lento, con paso de mansedumbre.
Sois los hijos de la luz; no dejéis que la tentación os haga caer en sus redes.
Imitad a los apóstoles del Segundo Tiempo que hablaron del Padre a las multitudes y éstas reconocieron a su Dios y Señor en las obras de sus enviados. Así quiero contemplaros, ya es tiempo de que os entreguéis de lleno a predicar mi verdad.
Apartaos de las obras superfluas de los hombres y gobernad la envoltura. No permitáis que ella os gobierne. Así, después de esta lucha, os veré llenos de regocijo y paz.
Luchad y trabajad, Israel, analizad y comprended que con estas enseñanzas os estoy entregando las vestiduras blancas, para que vayáis por los caminos del mundo cumpliendo vuestra misión.
Grande es la jornada que tengo señalada al espíritu para su preparación, restitución y cumplimiento. Cuando alcancéis a comunicaros espiritualmente conmigo, os sentiréis fuertes para la lucha y aprenderéis a abriros paso en el camino venciendo los obstáculos que en él se os presenten.
¿Queréis formar parte de mi apostolado? ¿Queréis ser contados entre mis discípulos? Perseverad entonces en el estudio, haced que vuestra preparación vaya en aumento, para que pronto llevéis mi palabra a vuestros hermanos.
El espíritu de los hombres ha evolucionado, por eso es que ha progresado su ciencia; le he permitido que conozca y descubra lo que ayer ignoraba, pero no debe dedicarse solamente a las labores materiales, le he concedido es luz para que labre su paz y felicidad en la vida espiritual que le espera.
En medio de este mundo formado por diversas criaturas, el hombre es el ser predilecto, a quien le he dado una parte de mi espíritu y el derecho de comunicarse conmigo, de llevarme en su ser, para que sintiéndome tan íntimamente ligado a él, nazca en su espíritu la confianza y la fe de mi Divinidad.
La finalidad de la creación de este mundo es el hombre, para su complacencia he puesto a los demás seres y elementos, a fin de que se sirva de ellos para su conservación y recreo, más si él me hubiese amado y reconocido desde los primeros tiempos, desde su infancia espiritual, hoy formaría parte de un mundo de grandes espíritus, en donde no existiría la ignorancia ni habría diferencias, en donde todos seríais iguales en el saber y en la elevación de vuestros sentimientos; pero ¡Cuán lentamente evoluciona el hombre! ¡Cuántos siglos han pasado desde que él vive en la Tierra y aún no ha alcanzado a comprender su misión espiritual y su verdadero destino! No ha podido descubrir en sí mismo a su espíritu que no muere porque tiene vida eterna; no ha sabido vivir en armonía con él, ni le ha reconocido sus derechos, y éste privado de su libertad, no ha desarrollado sus dones y se encuentra estacionado.
Hoy, ante los acontecimientos que el mismo hombre ha provocado, ante la guerra y el desbordamiento de todas las pasiones del materialismo, se encuentra confundido porque no sabe ni puede detener la maldad y se pregunta asombrado el porqué de ese resultado; porque el hombre se ha desviado del camino de su evolución espiritual y se precipita en su abismo, sin que haya poder humano que pueda contener esa fuerza.
Este mundo, formado con tanto amor para que fuera el hogar temporal de mis hijos, se ha convertido en un valle de zozobra, de angustia y de muerte; solamente la práctica del amor y de la virtud podrá salvarlo; por eso estoy reuniendo a todas las tribus dispersas de Israel para preparar su espíritu y enviarlo a luchar, hasta alcanzar la salvación y la espiritualidad del linaje humano.
Todo el que ha llegado a Mí y ha oído mi palabra, pertenece a ese pueblo tan antiguo y numeroso, y ya que os hago conocer estas lecciones, comprenderéis que vuestros dones han permanecido latentes y que en este tiempo es cuando vuelven a resurgir llenos de la fuerza que os da el amor. Vuestro destino ha sido señalado desde el principio de los tiempos, para que seáis los que veléis por la humanidad y le comuniquéis los mensajes que de tiempo en tiempo he venido dándoos a conocer.
Llegará el momento en que toda la humanidad esté compuesta por discípulos míos, en que me comprendáis y analicéis mi palabra fácilmente; los soberbios descenderán de su pedestal para estar conmigo y los sabios me reconocerán como su Maestro.
Quiero contemplaros a todos en el camino de la espiritualidad, adquiriendo fortaleza y temple en las pruebas para que a medida que vayáis escalando, Yo os revele el caudal de sabiduría contenida en el libro que he venido a mostraros.
Si vais a convertiros en maestros, debéis de prepararos. Borrad de vosotros toda huella de idolatría y enseñad un culto espiritual, respetuoso y sincero, basado únicamente en el amor.
Mi palabra, aun cuando vuestra memoria no os fuese fiel, está en vuestra conciencia, de donde no se borrará jamás. Vuestro espíritu hablará y será un manantial de sabiduría que al desbordarse llevará la luz entre vuestros hermanos, en vuestro camino de evolución.
Recreaos con mi presencia que Yo también gozo dándoos mi enseñanza. Estudiad en el libro y conoced la explicación de todo lo que no habéis comprendido. Percibid la esencia de la lección que vengo a revelaros. Si os preparáis, seréis la luz en las tinieblas que hoy envuelven a la humanidad.
Siempre me tenéis esperando vuestra comunión espiritual. Todo el que se purifique y se eleve a Mí, sentirá que se ha desposado conmigo y Yo guiaré sus pasos por el mejor camino.
Muchos se preguntan por qué he vuelto a la Tierra, si ya os había doctrinado con mi palabra en el Segundo Tiempo; más habíais olvidado mi Ley y os he encontrado naufragando en un mar de ignorancia. He luchado para llevaros al camino de la paz y la verdad, os ofrezco un báculo para que os apoyéis porque estáis cansados de peregrinar sin un guía y por eso he venido a ayudaros.
Estoy reuniendo a mis nuevos apóstoles, que no serán doce sino ciento cuarenta y cuatro mil, y cada uno de ellos deberá manifestar mi Doctrina; todos hablarán y serán como heraldos que den la buena nueva, de que el Maestro ha vuelto a los hombres como Espíritu Santo.
Desde 1866 busco entre la humanidad a los nuevos discípulos y les preparo para que lleven con sumisión mis mandatos y sean precursores de nuevos apóstoles que han de venir a Mí.
Llegará el día en que la humanidad tenga noticias del pueblo de Dios y os buscarán para pediros luz y otros para combatir con sus conceptos vuestro saber. No quiero que sintiéndoos pobres y humildes, os dejéis sorprender por aquellos que hablen con lenguaje florido y que os presenten teorías que sólo revelarán confusión ó escasa luz. Vosotros que conocéis la verdad de esta palabra, porque sabéis que es mi revelación como Espíritu Santo, no os dejéis confundir.
Tampoco quiero que os ocultéis por temor, sino que os enfrentéis a los que soliciten vuestra ayuda; para todos tendréis palabras de amor que los despierten y conmuevan y que les hagan sentir mi presencia. Así seréis reconocidos.
Cerca de vosotros está Elías, cumpliendo la gran misión que le he encomendado, que es la de inspiraros la regeneración, para que os levantéis en busca de la paz, de la enmienda y de la perfección espiritual.
Pronto descansaréis de vuestro trabajo, esta gran Obra se está llevando a cabo con la ayuda de muchos espíritus, a cada uno de los cuales he señalado una misión determinada.
Vosotros que me seguís sois mi ejército y Yo soy vuestro Padre que se ha empeñado en dar salvación a sus hijos, voy delante de vosotros para guiaros, ¿Queréis seguirme? Vuestro corazón me dice que sí y Yo recibo vuestro anhelo. Mirad que no exijo más de lo que podéis luchar con vuestros dones si sabéis usarlos y si de verdad me amáis.
La Ley espiritual es antes que la humana, por lo tanto, debéis de darme vuestro tributo antes que al mundo. Mirad la Naturaleza con sus campos y montañas, sus mares, selvas y desiertos, toda ella está tributando en todo momento su ofrenda al Creador que le ha dado vida y le sustenta. Todos me manifiestan su tributo dando testimonio de Mí. ¿Por qué vosotros no me ofrecéis un culto digno? ¿Por qué pedís mi presencia, para después dudar de Mí?
Preparaos para que analicéis vuestra naturaleza espiritual y comprendáis mi palabra. Penetrad en mi enseñanza, escudriñad, os lo permito, interrogadme, pero llegad a Mí; entregaos a Mí con esa confianza que tenéis cuando sois niños y seguís por doquiera a vuestros padres, así amad y confiad en vuestro Padre Celestial.
No quiero que derraméis llanto, ni que me hagáis sufrir. Mucho habéis llorado y transitado por el desierto. No heredéis a vuestros hijos esa simiente de sufrimiento que habéis llevado. Dejad que esos seres vengan a contemplar una vida de rectitud, de trabajo y de cumplimiento a mi ley, para que vean florecer la paz y el bienestar.
¿Por qué os sorprendéis, pueblo, del prodigio que he venido a mostraros en este tiempo, al comunicarme por medio del entendimiento del hombre? Mayores obras hice en los tiempos pasados y las creísteis.
Sé que la causa de vuestra extrañeza, se debe a vuestro alejamiento de las enseñanzas espirituales, porque hace tiempo que sólo creéis en lo que miráis, en lo que tocáis y en lo que probáis por medio de vuestra ciencia.
En la Primera Era, cuando Israel leía las escrituras, meditaba en la Ley y oraba en espera del Mesías prometido, su vida estaba llena de señales y manifestaciones espirituales, su corazón era sensible a los mensajes que el Señor le enviaba y creía en todo ello porque tenía fe.
Pero no creáis que todos los hijos de aquel pueblo sabían recibir los divinos mensajes, no; los ricos avaros nada sentían, no veían, ni escuchaban, así como los sacerdotes, que teniendo abierto ante sus ojos el libro de las profecías, tampoco percibían la vida espiritual sobre los hombres, porque cegados y ensoberbecidos en el lugar que ocupaban, no podían escuchar los llamados del Señor que ya se acercaba.
¿Quiénes eran entonces, los que en las noches en Judea oraban, velaban y recibían en su corazón la luz que enciende la esperanza? ¿Quiénes eran los que tenían sueños proféticos y sabían presentir con el corazón y daban a las escrituras la interpretación espiritual? Eran los humildes, los pobres, los esclavos, los enfermos, los hambrientos de luz, los sedientos de justicia, los necesitados de amor.
Era la gente del pueblo, los hombres y las mujeres de corazón sencillo, los que por siglos habían esperado a su Salvador.
La noche en que Jesús nació a esta vida, fueron los corazones de los pobres pastores de Belén los que se estremecieron ante el emisario espiritual del Señor, que les hizo saber que ya había llegado su Salvador por tanto tiempo esperado.
En esta hora solemne los ricos, los señores y los poderosos dormían.
También en este tiempo, mientras mi Rayo descendió a los hombres para darles por vez primera mi mensaje, los grandes, los señores, los ricos, los sabios y los teólogos, dormían profundamente.
¡Cuán pocos me esperaban y cuán pocos creyeron en mi presencia!
Mas aquellos que a Mí vinieron, fueron hombres y mujeres de corazón sencillo, de humilde entendimiento, de los que se burlan los incrédulos porque creen en manifestaciones sobrenaturales y hablan de enseñanzas extrañas.
No juzguéis mal a los que su falta de preparación los hace caer en error, dado que por lo menos conservan la intuición de lo espiritual, que es la prueba de un anhelo oculto de comunicarse con su Padre, de aproximarse al mundo de la luz, de recibir de Él, una palabra de amor.
Estos pobres a quienes no ha deslumbrado el falso brillo del mundo, son los que tienen intuición, los que presienten, los que sueñan, los que dan testimonio de lo espiritual y Yo les he buscado para abrir ante sus ojos el libro de la sabiduría, colmando así sus anhelos de saber y de verdad.
Los he hecho sentir mi presencia y también la proximidad del mundo espiritual como un premio a su esperanza y a su fe.
También les he hablado de sus dones, de su misión, del valor de mi Doctrina, para que aparten de su corazón todo lo que no pertenezca a esta Obra, y para que su testimonio llegue limpio y pleno de luz al corazón de sus hermanos.
Levantaos, Israel, y escalad la montaña espiritual, que Yo soy ahora vuestro Cirineo. En este tiempo todos me ayudaréis con la cruz que llevo a cuestas por amor a la humanidad.
¡Mi paz sea con vosotros!

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