Multitudes: vuestro espíritu se llena de júbilo
por haber tenido la gracia de ver la aurora del nuevo tiempo que os fuera
anunciado por los profetas y por el Señor vuestro Dios. Estad pendientes de
todo cuanto pasa por el mundo, porque no es solamente a vosotros a quienes me
estoy manifestando.
He venido a sorprender a los hombres en su
materialismo, para que se den cuenta del tiempo que están viviendo y reconozcan
como señales divinas, muchos de los acontecimientos que han visto con
indiferencia, por haberlos atribuido a otras causas.
En los tiempos pasados, hubo épocas en que el
pueblo de Dios supo interpretar espiritualmente todo cuanto pasaba a su
alrededor, porque era el pueblo que vivía dentro de la Ley, que me amaba, y que
hacía una vida sencilla y virtuosa; las fibras de su corazón aún eran
sensibles, así como también lo era su espíritu. Aquel pueblo vivía en continua
comunicación espiritual con su Señor. Escuchaba la voz humanizada de su Creador,
sabía recibir mensajes del mundo espiritual, de aquellos seres a quienes
llamaba ángeles; y en el reposo de la noche, en la paz de su corazón, y por
medio del don de los sueños, recibía mensajes, avisos y profecías, a los cuales
daba crédito y obediencia.
Dios no sólo estaba en sus bocas, también se
albergaba en su corazón; la Ley no era para ellos sólo un escrito, sino que era
vivida por los hombres; era natural que su existencia estuviese llena de
prodigios que ahora ya no contempláis.
Esos son los ejemplos dignos de imitarse que
aquel pueblo dejó escritos con su vida, y que ahora deben ser el camino y la
simiente para las generaciones que les han sucedido.
Entended que, si por su sencillez y elevación
aquellos hombres sintieron cerca de sí lo espiritual, natural es que el
materialismo y la falta de fe de los hombres de este tiempo, hayan alejado de
sí aquellas manifestaciones; mas os digo que ya basta de la vida pobre,
infecunda y miserable que vive esta humanidad; que por eso os he buscado,
llamando al corazón de los que duermen, dando la vista a los ciegos que no
aciertan a contemplar la verdad, y tocando las fibras escondidas de los hombres
para hacerlos sensibles a mi presencia.
¿Creéis difícil que este mundo científico y
materialista vuelva a sentir inclinación por la espiritualidad? Os digo que no
es nada difícil, porque mi poder es infinito. La elevación, la fe, la luz y el
bien, son para el espíritu una necesidad más imperiosa que lo que es para
vuestro cuerpo el comer, beber y dormir.
Si los dones, facultades y atributos del
espíritu han estado adormecidos mucho tiempo; despertarán ante mi llamado y
harán que vuelva entre los hombres la espiritualidad con todos sus prodigios,
porque ahora estáis más capacitados para comprenderlos.
Debo decir a los hombres de este tiempo y de los
tiempos venideros, que no esperen contemplar las mismas señales o
manifestaciones que vieron los primeros, porque debéis comprender que ahora
estáis viviendo en una nueva era, que habéis caminado y evolucionado lo
bastante, para intuir, comprender y sentir de una manera completamente
diferente. Por lo tanto, no pidáis manifestaciones exteriores que sólo vengan a
impresionar vuestros sentidos, para fundar en ellas vuestra creencia. Yo os
tengo reservadas en número infinito, señales, manifestaciones y prodigios, los
cuales veréis más con vuestra mirada espiritual que con la de la materia.
Estudiad y analizad lo que la historia os dice;
pero entended que este es otro tiempo, que es otra era la que estáis viviendo y
que si en vuestro espíritu existe mayor evolución que en aquellos días, la
forma en que ahora os estoy presentando mis lecciones no es la misma, aun
cuando su sentido sea el mismo porque es eterno.
En este día en que habéis esperado con una
oración a vuestro Maestro, desciendo en verdad a vuestro corazón. Recibidme ahí
pueblo, que Yo os recibo en mi Espíritu de Padre.
No os hablo en este instante de los sentidos
corporales sino de los del espíritu que ha tiempo están en él, pero que
vosotros no los habéis comprendido porque sólo aceptáis las formas y rechazáis
la esencia.
Os estáis acercando a la vida imperecedera y os
digo: Sois aún pequeños, porque las inclinaciones de vuestra materia
desarmonizan con vuestro espíritu. Más Yo os he dejado la fortaleza y el valor
para que venzáis los instintos con la meditación y la oración.
Mi palabra entregada a través del portavoz se
ha hecho cada vez más clara, profunda y perfecta, haciendo que los corazones
endurecidos se conviertan en sencillos y nobles.
¿Quién es aquél que no ha tenido un calvario y
quién no ha sufrido en la vida? Nadie, porque todos lleváis una cruz a
imitación de Cristo. Os contemplo caminar sumisos y obedientes, sin rebelaros a
las leyes naturales ni a los elementos, y al ver que no habéis quebrantado
dichas leyes os he dicho: Sois dignos del Padre y del Maestro, habéis llegado a
comprender que no es el sacrificio de la materia con lo que debéis rendir
pleitesía al Creador y habéis comprendido la forma de ensalzarle con el
espíritu, dejando así de ser los paganos.
Estáis morando en la Tierra y tenéis que
serviros de los elementos de la Naturaleza para vivir, mas como todos se
encuentran bajo una Ley, tomadlos dentro de esa misma Ley, así daréis al
espíritu lo de él, y a vuestro cuerpo lo que a él corresponde. Nada os prohíbo
porque nada contraría mis designios divinos, mas tomadlo con moderación.
Cumplid con lo que os ordena mi palabra, porque
quiero hacer de vosotros un pueblo de paz y progreso, porque sois el pueblo que
busco; sois Israel, en el cual se encuentra Leví al que he acrisolado para que
en este tiempo me sirva.
En el Primer Tiempo el Padre ungió a Leví para
que de él brotaran los servidores del culto divino y fueran los intérpretes de
mi inspiración y de mi Ley; por eso veis que entre los novicios busco a mis
servidores, a aquellos que han de caminar hacia otras naciones a cumplir mi
mandato. Esto acontecerá después de 1950, porque mi Obra será reconocida
universalmente.
Hoy sois el discípulo ávido de saber, porque
reconocéis que aún no podéis consideraros maestros y entonces acudís a oír la
palabra del que todo lo sabe.
Preparad vuestro espíritu, corazón y mente y
llegaréis a ser maestros que os recreéis con vuestros discípulos.
Yo recibo vuestra oración en la que me pedís
que derrame gracia en vosotros, para poder comprender mi palabra.
Ved que no siempre os hablo en parábolas, lo
hago con toda claridad para que podáis comprender.
Alimentad y fortaleced vuestro espíritu en mi
Doctrina para que pueda evolucionar.
La lección del Maestro comienza siempre en la
misma forma, porque encierra el mismo amor. Principia en amor y termina en
caridad, dos palabras dentro de las cuales se encierra toda mi enseñanza. Esos
sentimientos elevados son los que dan fuerza al espíritu para alcanzar las
regiones de la luz y la verdad.
Ved en qué forma os vengo haciendo comprender y
cumplir mi voluntad; no como una orden, porque Yo, como sabiduría infinita, sé
que si os inspiro y os despierto para el amor, de vosotros mismos nacerá la
voluntad de obedecer mi Ley, Mi amor os ilumina y os deja en libertad. Mi
caridad sólo os señala el camino de perfección por donde debéis caminar. El
camino de que tanto os hablo, es aquel que va más allá de la muerte del cuerpo,
porque debéis de estar siempre preparados para ese momento de transición.
¿Acaso vuestra intuición o vuestra conciencia, no os dice que hay algo que
persiste sobre la materia y que ese algo es el espíritu? Siempre he venido a
enseñaros ese camino y a prepararos para pasar la encrucijada, para que vuestro
espíritu al pasar de la vida pasajera del mundo al valle espiritual donde está
la vida eterna, no se sorprenda, no se turbe ante el infinito.
Sólo os toca cumplir aquí con vuestro destino y
Yo os prometo, por el buen cumplimiento de vuestras misiones y deberes, una
jornada dichosa en la vida espiritual. Cuando así sea, no volveréis a mancharos
en el lodo de la maldad de este mundo. Vuestro espíritu no volverá a
obscurecerse con las bajas pasiones de la materia.
En verdad os digo que para que lleguéis a la
completa limpidez, aún tendrá vuestro espíritu que purificarse mucho en este
mundo y en el valle espiritual.
Cuantas veces os sea necesario tendréis que
volver a este planeta y mientras más desaprovechéis las oportunidades que
vuestro Padre os concede, tanto más retardaréis vuestra definitiva entrada en
la vida verdadera y prolongaréis más vuestra estancia en el valle de lágrimas.
Todo espíritu debe demostrar en cada existencia
terrestre el adelanto y los frutos de su evolución, dando en cada vez un paso
firme hacia adelante.
Tened presente que el único bien que redunda en
beneficio propio, es aquel que se hace por verdadero amor y caridad con los
demás, aquel que, además, se hace desinteresadamente.
Cuando un espíritu llega a ser dócil y sumiso a
la voluntad de su Señor, es porque en El confía, no se rebela para dejar una
materia y volver al más allá, porque no teme al juicio, ni se resiste en volver
a la Tierra donde le esperan los peligros y las tentaciones, porque sabe que de
ese crisol saldrá más puro.
El que venza las tentaciones de fuera y las de
sí mismo, será llamado por los demás, iluminado y escogido del Señor. Además,
tendrá a su lado a un ser espiritual o ángel de luz, que velará por él y unidos
trabajarán hasta que se cumpla mi voluntad.
Por eso, no temáis que vuestros ojos no lleguen
a contemplar el cumplimiento de estas profecías en esta vida. Yo concederé a
vuestro espíritu no sólo mirar sino hasta recoger el fruto que él haya sembrado
en tiempos pasados, ya sean próximos o lejanos.
Viene el tiempo de controversias en el que los
hombres pondrán de manifiesto su inteligencia y su elocuencia, de la que
llegarán hasta el alarde y la vanidad. Volverá a ponerse a discusión mi palabra
del Segundo Tiempo, y también se discutirán las diversas interpretaciones que a
ella se han dado. En verdad os digo: De ese torbellino surgirá la luz y muchos
velos quedarán descorridos y la hipocresía será abatida por la verdad.
Es mi divino deseo que los hombres lleguen a la
unificación de ideas y de culto espiritual, porque algo tengo reservado para
ellos cuando esto sea.
Estudiad, asimilad y vivir mis enseñanzas, para
que nada tengáis que temer de los sabios, de los científicos y de los letrados.
Orad para que de vuestra boca emane la
sabiduría infinita.
Pueblo: ¿Teméis llegar ante mi presencia y
encontrarme como Juez? En verdad os digo, que también como Juez soy perfecto,
por lo cual no debéis temer injusticia alguna de mi parte.
Basta que recordéis el caso de la mujer
adúltera, a quien ya sus jueces habían sentenciado; ella quedó a salvo por las
palabras de Cristo, el mismo que en estos instantes os habla.
Yo no puedo daros sentencia mayor al peso de
vuestras faltas, por lo cual os digo que de Mi nada debéis temer, sino de
vosotros mismos.
Sólo Yo sé la gravedad, la magnitud y la
importancia de vuestras faltas; los hombres constantemente se dejan llevar de
las apariencias, y es que ellos no logran penetrar en el corazón de sus
semejantes. Yo sí penetro en los corazones y puedo deciros que han llegado
hombres delante de Mí, acusándose de graves faltas y llenos de pesar por
haberme ofendido y Yo les he encontrado limpios; por el contrario, otros han
venido para decirme que nunca han hecho mal a nadie y Yo sé que mienten,
porque, aunque sus manos no se hayan manchado con sangre de su hermano, sobre
su espíritu ha caído la sangre de sus víctimas, a quienes han mandado quitar la
vida; ellos son los que lanzan la piedra y esconden la mano. Cuando en mi
palabra he llegado a pronunciar las palabras de: "cobarde", "falso"
o "traidor", todo su ser se ha estremecido y muchas veces se han
ausentado de la cátedra porque han sentido sobre ellos una mirada que los ha
estado juzgando.
Porque la justicia humana es imperfecta,
vuestros presidios están llenos de víctimas y los patíbulos se han manchado con
sangre de inocentes. ¡A cuántos criminales veo gozar de libertad y de respeto
en el mundo y a cuántos perversos habéis levantado monumentos para venerar su
memoria!
¡Si pudieseis contemplar a esos seres cuando ya
habitando en el valle espiritual se ha hecho la luz en su espíritu! En vez de
insensatos e inútiles homenajes, les enviaríais una oración para consolarles en
su remordimiento.
Yo vengo a establecer un Reino de paz entre los
hombres, y, aunque esto mueva a risa a algunos, seguiré adelante hasta probaros
la fuerza del amor y de la justicia, fuerzas que no conocéis porque muy poco
uso habéis hecho de ellas.
No será sobre escombros ni sobre cadáveres
donde Yo levante este Reino, será sobre tierras fértiles, fecundas por la
experiencia y abonadas con el dolor, allí florecerá mi simiente, allí veréis
brillar mi justicia.
A esta humanidad toca regenerar y purificar su
envoltura, para que deje buena herencia a los que vendrán después, que, por lo
que toca a los espíritus que habrán de venir a encarnar para esos tiempos, ya
los tengo preparados y escogidos.
Comprended vuestro destino, pueblo, analizad
esta palabra para que lleguéis a conocer vuestra misión; no quiero que
intentéis hacer más de lo que en verdad os corresponde, ni que hagáis menos de
lo que os he confiado, porque entonces vuestra obra no será firme.
Algunos de vosotros en vuestro corazón me
decís: Maestro ¿Por qué a veces en vuestra palabra nos hacéis responsables de
la paz de la humanidad? Y Yo os digo que no seréis vosotros quienes salvéis al
género humano en este tiempo, porque es obra sobrehumana, mas si sois el
principio de una nueva forma de vivir, el principio de una humanidad espiritual
y este principio sí tendrá que influir en la salvación y liberación de los
pueblos y de las naciones.
Es necesario que una vez más os diga que este
pueblo que estáis formando en torno a mi manifestación, no es un pueblo al que
el Padre distinga con su amor sobre los demás pueblos de la Tierra, si el Señor
ha puesto su mirada en él, es porque lo ha formado con espíritus que han estado
en el mundo siempre que ha descendido una nueva revelación divina. Son hijos
espirituales de aquel pueblo de Israel: pueblo de profetas, de enviados, de
videntes y patriarcas.
¿Quiénes mejor que ellos podrían recibirme en
este tiempo, comprender la nueva forma de mi manifestación y testificar el
cumplimiento de mis promesas?
Os digo esto, que solamente Yo podía revelaros,
porque estaba escrito que sólo el Cordero podría abrir el Libro de los Siete
Sellos; os lo hago saber para qué comprendáis la responsabilidad que volvéis a
contraer con los demás pueblos del mundo, ante los cuales debéis ser como un
espejo que refleje mi Ley.
Para este pueblo sólo un Dios ha existido y
sabe que Cristo fue el Verbo a través del cual habló el Padre a los hombres. Ni
Moisés, ni Abraham, ni Salomón, ni Elías, ninguno de los profetas fue visto por
él como Divinidad; en cambio, ¡Cuántos enviados del Señor han sido divinizados
en otros pueblos, olvidando o desconociendo con ello al Dios verdadero!
Cuando hablo de mi "Pueblo de
Israel", del "Pueblo del Señor", me refiero a los que han traído
misión espiritual a la Tierra, a los que dieron a conocer mi Ley, a los que me
anunciaron, a los que me fueron fieles, a los que proclamaron la existencia del
Dios viviente, a los que perpetuaron la semilla del amor y a los que supieron
reconocer en el Hijo, la presencia y la palabra del Padre. Esos son los que
forman el pueblo de Dios, ese es Israel, el fuerte, el fiel, el prudente
Israel; esa es mi legión de soldados fieles a la Ley, fieles a la verdad.
Los que persiguieron a mis profetas, los que
laceraron el corazón de mis enviados; los que volvieron la espalda al Dios
verdadero para inclinarse delante de los ídolos; los que me negaron y me
burlaron y pidieron mi sangre y mi vida, ésos, aunque por la raza se nombrasen
israelitas, no eran del pueblo escogido, no eran del pueblo de los profetas, de
la legión de iluminados, de los soldados fieles; porque Israel es nombre
espiritual que indebidamente fue tomado para dominar una raza.
También debéis saber que todo aquel que aspire
a formar parte de mi pueblo, puede lograrlo con su amor, su caridad, con su
celo y su fidelidad en la Ley.
Mi pueblo no tiene tierras ni ciudades
determinadas en el mundo, mi pueblo no tiene raza, sino que está en todas las
razas, entre toda la humanidad. Esta porción de hombres que escuchan mi palabra
y reciben las nuevas revelaciones, son sólo una parte de mi pueblo, otra parte
está diseminada por la Tierra y otra, la mayor, habita en el valle espiritual.
Ese es mi pueblo: el que me reconoce y me ama,
el que me obedece y me sigue.
Delante del pueblo, marchan como guías ciento
cuarenta y cuatro mil escogidos, unos están en materia y los otros en espíritu,
detrás de ellos, caminan grandes legiones, lo mismo de espíritus que de hombres
que tratan de conquistar la luz para llamarse dignamente "hijos del pueblo
de Israel".
Los hijos de este pueblo siempre dieron pruebas
de tener potestad sobre los elementos de la Naturaleza, su paso por el mundo
dejó huella de grandes maravillas que asombraron a la humanidad de aquellos
tiempos. Esa potestad debe seguirla demostrando Israel al mundo, porque ella
habla de la superioridad del espíritu sobre la materia.
Cuando alguno de vuestros hermanos os muestre
el poder de sus ciencias ocultas, no temáis, ni os asombréis, que mayores
maravillas os he enseñado.
Tampoco vayáis a juzgar mal a nadie, porque cada pueblo ha buscado la
verdad acerca de la vida espiritual, según su capacidad y creencia.
De todo os hablo para que todo sepáis y nada os
sorprenda; os doy ampliamente mi enseñanza para que no vayáis a caer en
ciencias que llamáis ocultas, en misticismo o en muda o inútil contemplación.
La espiritualidad es claridad, es sencillez, es
culto al amor y es lucha por alcanzar la perfección del espíritu.
Cuando este pueblo, surja y se extienda entre
la humanidad doctrinando con palabra y con obras, será combatido por
religiones, sectas y ciencias; unas encontrarán una parte que atacar, otras
conceptos que combatir; para entonces ya estará fuerte el pueblo, ya la fe y el
conocimiento serán un fruto maduro en su corazón.
¿Quiénes de los hijos de este pueblo, serán los
que lleven esta semilla hasta los confines de la Tierra? No lo sabéis, pero sí
os revelo que vosotros sois el principio de la siembra en este tiempo.
Juan, el discípulo, habló mucho para vosotros;
sus inspiraciones son luz para vuestro camino, son respuesta a vuestras
interrogaciones y tema para vuestro estudio. En su revelación vio la lucha
espiritual de este tiempo, cuyas guerras fratricidas sólo son un reflejo de la
Gran Batalla que en el espacio espiritual y en este mundo se está librando.
Ciego está el hombre ante la verdad de lo que
ocurre y necesita de esta revelación para conocer el por qué de la lucha y del
caos que reina en el mundo; también necesita adquirir espiritualidad para tener
armas para su defensa en medio del combate.
Bienaventurados los que crean en mi palabra y
se preparen, porque serán salvos, ¡Ay de los que escuchen con indiferencia mis
amonestaciones porque ellos serán sorprendidos por el torbellino en completa
impotencia!
Antes pasarían los Cielos y la Tierra, que mi
palabra no se cumpliese. Ya veis: hace muchos siglos os fue anunciado este tiempo y llegó, porque
Yo lo había profetizado.
Vosotros debéis orar, multitudes, porque la
oración limpiará el camino de los que más tarde se levanten como sembradores.
Sabed que en el instante de vuestra comunicación Conmigo, desde lo infinito
desciende mi luz como rocío de gracia sobre aquellos por quienes estéis orando.
Comprended vuestra misión para que cada uno de
vosotros sea un digno hijo de Israel, el pueblo de Dios.
Os estoy preparando para que imitéis a aquellos
apóstoles que me siguieron en el Segundo Tiempo y que supieron con su ejemplo
trazar un camino de mansedumbre, obediencia y humildad. Seréis mensajeros de
esta buena nueva y a cada paso escucharéis la voz de vuestra conciencia, que os
hará comprender si vais dejando en el camino el buen ejemplo con vuestras
obras. He de mostraros las extensas sementeras donde habrá de caer mi simiente
divina, ya mi caridad lo está preparando y disponiendo todo.
Sobre todo espíritu y toda carne he derramado
la luz de mi Espíritu, para que todos me sintáis y me contempléis, para que
todo el mundo dé testimonio de mi verdad.
El hombre está despierto, se ha preparado y ha
desarrollado su mente, pero ha dejado aletargados los dones del espíritu que
son esenciales para su perfeccionamiento.
El hombre ha equivocado el camino, porque estas
guerras que ha promovido, son frutos de su mala ciencia que no ha querido
purificar ante la luz de su conciencia. Cuando la mente humana evolucione al
par que los sentidos iluminados por la luz divina, veréis a los hombres
descubrir y crear maravillas con su ciencia, cuando estén inspirados en el amor
a sus semejantes.
Sólo mi voz puede guiaros en medio de esta
confusión en la que ya nadie sabe lo que es verdad, ni alcanza a distinguir el
bien del mal, ni la luz de la tiniebla.
A vosotros que me escucháis, os digo: vuestra
heredad en este tiempo es la misma de los tiempos anteriores: llevar la luz de
mi mensaje a las naciones.
No sólo mi palabra ha venido a prepararos,
también las pruebas que a cada paso habéis ido encontrando, han formado parte
de mi divina lección; a veces habéis sabido entender y aprovechar las pruebas,
otras, habéis permanecido insensibles y sordos a la voz del Maestro.
Un ser que parte de vuestro lado para llevarlo
a morar al valle espiritual; algo de que os despoje en la Tierra; una
enfermedad que os retenga en el lecho purificándoos con el dolor, son pruebas
que sabiamente llegan a vuestra vida para ayudaros a cumplir con vuestro
destino, que es el de amaros los unos a los otros.
¡Te perdono y te bendigo en mi nombre que Soy el Padre, El Hijo, el Espíritu Santo, Mi paz sea con vosotros Pueblo Bendito de Israel!
No hay comentarios:
Publicar un comentario