sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 159

Multitudes: vuestro espíritu se llena de júbilo por haber tenido la gracia de ver la aurora del nuevo tiempo que os fuera anunciado por los profetas y por el Señor vuestro Dios. Estad pendientes de todo cuanto pasa por el mundo, porque no es solamente a vosotros a quienes me estoy manifestando.

He venido a sorprender a los hombres en su materialismo, para que se den cuenta del tiempo que están viviendo y reconozcan como señales divinas, muchos de los acontecimientos que han visto con indiferencia, por haberlos atribuido a otras causas.

En los tiempos pasados, hubo épocas en que el pueblo de Dios supo interpretar espiritualmente todo cuanto pasaba a su alrededor, porque era el pueblo que vivía dentro de la Ley, que me amaba, y que hacía una vida sencilla y virtuosa; las fibras de su corazón aún eran sensibles, así como también lo era su espíritu. Aquel pueblo vivía en continua comunicación espiritual con su Señor. Escuchaba la voz humanizada de su Creador, sabía recibir mensajes del mundo espiritual, de aquellos seres a quienes llamaba ángeles; y en el reposo de la noche, en la paz de su corazón, y por medio del don de los sueños, recibía mensajes, avisos y profecías, a los cuales daba crédito y obediencia.

Dios no sólo estaba en sus bocas, también se albergaba en su corazón; la Ley no era para ellos sólo un escrito, sino que era vivida por los hombres; era natural que su existencia estuviese llena de prodigios que ahora ya no contempláis.

Esos son los ejemplos dignos de imitarse que aquel pueblo dejó escritos con su vida, y que ahora deben ser el camino y la simiente para las generaciones que les han sucedido.

Entended que, si por su sencillez y elevación aquellos hombres sintieron cerca de sí lo espiritual, natural es que el materialismo y la falta de fe de los hombres de este tiempo, hayan alejado de sí aquellas manifestaciones; mas os digo que ya basta de la vida pobre, infecunda y miserable que vive esta humanidad; que por eso os he buscado, llamando al corazón de los que duermen, dando la vista a los ciegos que no aciertan a contemplar la verdad, y tocando las fibras escondidas de los hombres para hacerlos sensibles a mi presencia.

¿Creéis difícil que este mundo científico y materialista vuelva a sentir inclinación por la espiritualidad? Os digo que no es nada difícil, porque mi poder es infinito. La elevación, la fe, la luz y el bien, son para el espíritu una necesidad más imperiosa que lo que es para vuestro cuerpo el comer, beber y dormir.

Si los dones, facultades y atributos del espíritu han estado adormecidos mucho tiempo; despertarán ante mi llamado y harán que vuelva entre los hombres la espiritualidad con todos sus prodigios, porque ahora estáis más capacitados para comprenderlos.

Debo decir a los hombres de este tiempo y de los tiempos venideros, que no esperen contemplar las mismas señales o manifestaciones que vieron los primeros, porque debéis comprender que ahora estáis viviendo en una nueva era, que habéis caminado y evolucionado lo bastante, para intuir, comprender y sentir de una manera completamente diferente. Por lo tanto, no pidáis manifestaciones exteriores que sólo vengan a impresionar vuestros sentidos, para fundar en ellas vuestra creencia. Yo os tengo reservadas en número infinito, señales, manifestaciones y prodigios, los cuales veréis más con vuestra mirada espiritual que con la de la materia.

Estudiad y analizad lo que la historia os dice; pero entended que este es otro tiempo, que es otra era la que estáis viviendo y que si en vuestro espíritu existe mayor evolución que en aquellos días, la forma en que ahora os estoy presentando mis lecciones no es la misma, aun cuando su sentido sea el mismo porque es eterno.

En este día en que habéis esperado con una oración a vuestro Maestro, desciendo en verdad a vuestro corazón. Recibidme ahí pueblo, que Yo os recibo en mi Espíritu de Padre.

Encuentro paz en vuestro espíritu y armonía en vuestros sentidos. Esa paz la esparce vuestro ser y esa preparación interior invita a mi Espíritu a descender en su irradiación divina. Tened preparadas todas vuestras potencias para que podáis analizar mi enseñanza.

No os hablo en este instante de los sentidos corporales sino de los del espíritu que ha tiempo están en él, pero que vosotros no los habéis comprendido porque sólo aceptáis las formas y rechazáis la esencia.

Os estáis acercando a la vida imperecedera y os digo: Sois aún pequeños, porque las inclinaciones de vuestra materia desarmonizan con vuestro espíritu. Más Yo os he dejado la fortaleza y el valor para que venzáis los instintos con la meditación y la oración.

Mi palabra entregada a través del portavoz se ha hecho cada vez más clara, profunda y perfecta, haciendo que los corazones endurecidos se conviertan en sencillos y nobles.

¿Quién es aquél que no ha tenido un calvario y quién no ha sufrido en la vida? Nadie, porque todos lleváis una cruz a imitación de Cristo. Os contemplo caminar sumisos y obedientes, sin rebelaros a las leyes naturales ni a los elementos, y al ver que no habéis quebrantado dichas leyes os he dicho: Sois dignos del Padre y del Maestro, habéis llegado a comprender que no es el sacrificio de la materia con lo que debéis rendir pleitesía al Creador y habéis comprendido la forma de ensalzarle con el espíritu, dejando así de ser los paganos.

Estáis morando en la Tierra y tenéis que serviros de los elementos de la Naturaleza para vivir, mas como todos se encuentran bajo una Ley, tomadlos dentro de esa misma Ley, así daréis al espíritu lo de él, y a vuestro cuerpo lo que a él corresponde. Nada os prohíbo porque nada contraría mis designios divinos, mas tomadlo con moderación.

Si conocéis la Ley del Padre, nada tendréis que temer, porque sabréis tomar lo que os corresponde dentro de mi Ley.

Cumplid con lo que os ordena mi palabra, porque quiero hacer de vosotros un pueblo de paz y progreso, porque sois el pueblo que busco; sois Israel, en el cual se encuentra Leví al que he acrisolado para que en este tiempo me sirva.

En el Primer Tiempo el Padre ungió a Leví para que de él brotaran los servidores del culto divino y fueran los intérpretes de mi inspiración y de mi Ley; por eso veis que entre los novicios busco a mis servidores, a aquellos que han de caminar hacia otras naciones a cumplir mi mandato. Esto acontecerá después de 1950, porque mi Obra será reconocida universalmente.

Hoy sois el discípulo ávido de saber, porque reconocéis que aún no podéis consideraros maestros y entonces acudís a oír la palabra del que todo lo sabe.

Preparad vuestro espíritu, corazón y mente y llegaréis a ser maestros que os recreéis con vuestros discípulos.

Yo recibo vuestra oración en la que me pedís que derrame gracia en vosotros, para poder comprender mi palabra.

Ved que no siempre os hablo en parábolas, lo hago con toda claridad para que podáis comprender.

Alimentad y fortaleced vuestro espíritu en mi Doctrina para que pueda evolucionar.

La lección del Maestro comienza siempre en la misma forma, porque encierra el mismo amor. Principia en amor y termina en caridad, dos palabras dentro de las cuales se encierra toda mi enseñanza. Esos sentimientos elevados son los que dan fuerza al espíritu para alcanzar las regiones de la luz y la verdad.

Ved en qué forma os vengo haciendo comprender y cumplir mi voluntad; no como una orden, porque Yo, como sabiduría infinita, sé que si os inspiro y os despierto para el amor, de vosotros mismos nacerá la voluntad de obedecer mi Ley, Mi amor os ilumina y os deja en libertad. Mi caridad sólo os señala el camino de perfección por donde debéis caminar. El camino de que tanto os hablo, es aquel que va más allá de la muerte del cuerpo, porque debéis de estar siempre preparados para ese momento de transición. ¿Acaso vuestra intuición o vuestra conciencia, no os dice que hay algo que persiste sobre la materia y que ese algo es el espíritu? Siempre he venido a enseñaros ese camino y a prepararos para pasar la encrucijada, para que vuestro espíritu al pasar de la vida pasajera del mundo al valle espiritual donde está la vida eterna, no se sorprenda, no se turbe ante el infinito.

Sólo os toca cumplir aquí con vuestro destino y Yo os prometo, por el buen cumplimiento de vuestras misiones y deberes, una jornada dichosa en la vida espiritual. Cuando así sea, no volveréis a mancharos en el lodo de la maldad de este mundo. Vuestro espíritu no volverá a obscurecerse con las bajas pasiones de la materia.

En verdad os digo que para que lleguéis a la completa limpidez, aún tendrá vuestro espíritu que purificarse mucho en este mundo y en el valle espiritual.

Cuantas veces os sea necesario tendréis que volver a este planeta y mientras más desaprovechéis las oportunidades que vuestro Padre os concede, tanto más retardaréis vuestra definitiva entrada en la vida verdadera y prolongaréis más vuestra estancia en el valle de lágrimas.

Todo espíritu debe demostrar en cada existencia terrestre el adelanto y los frutos de su evolución, dando en cada vez un paso firme hacia adelante.

Tened presente que el único bien que redunda en beneficio propio, es aquel que se hace por verdadero amor y caridad con los demás, aquel que, además, se hace desinteresadamente.

Cuando un espíritu llega a ser dócil y sumiso a la voluntad de su Señor, es porque en El confía, no se rebela para dejar una materia y volver al más allá, porque no teme al juicio, ni se resiste en volver a la Tierra donde le esperan los peligros y las tentaciones, porque sabe que de ese crisol saldrá más puro.

El que venza las tentaciones de fuera y las de sí mismo, será llamado por los demás, iluminado y escogido del Señor. Además, tendrá a su lado a un ser espiritual o ángel de luz, que velará por él y unidos trabajarán hasta que se cumpla mi voluntad.

Por eso, no temáis que vuestros ojos no lleguen a contemplar el cumplimiento de estas profecías en esta vida. Yo concederé a vuestro espíritu no sólo mirar sino hasta recoger el fruto que él haya sembrado en tiempos pasados, ya sean próximos o lejanos.

Viene el tiempo de controversias en el que los hombres pondrán de manifiesto su inteligencia y su elocuencia, de la que llegarán hasta el alarde y la vanidad. Volverá a ponerse a discusión mi palabra del Segundo Tiempo, y también se discutirán las diversas interpretaciones que a ella se han dado. En verdad os digo: De ese torbellino surgirá la luz y muchos velos quedarán descorridos y la hipocresía será abatida por la verdad.

Es mi divino deseo que los hombres lleguen a la unificación de ideas y de culto espiritual, porque algo tengo reservado para ellos cuando esto sea.

Estudiad, asimilad y vivir mis enseñanzas, para que nada tengáis que temer de los sabios, de los científicos y de los letrados.

Orad para que de vuestra boca emane la sabiduría infinita.

Pueblo: ¿Teméis llegar ante mi presencia y encontrarme como Juez? En verdad os digo, que también como Juez soy perfecto, por lo cual no debéis temer injusticia alguna de mi parte.

Basta que recordéis el caso de la mujer adúltera, a quien ya sus jueces habían sentenciado; ella quedó a salvo por las palabras de Cristo, el mismo que en estos instantes os habla.

Yo no puedo daros sentencia mayor al peso de vuestras faltas, por lo cual os digo que de Mi nada debéis temer, sino de vosotros mismos.

Sólo Yo sé la gravedad, la magnitud y la importancia de vuestras faltas; los hombres constantemente se dejan llevar de las apariencias, y es que ellos no logran penetrar en el corazón de sus semejantes. Yo sí penetro en los corazones y puedo deciros que han llegado hombres delante de Mí, acusándose de graves faltas y llenos de pesar por haberme ofendido y Yo les he encontrado limpios; por el contrario, otros han venido para decirme que nunca han hecho mal a nadie y Yo sé que mienten, porque, aunque sus manos no se hayan manchado con sangre de su hermano, sobre su espíritu ha caído la sangre de sus víctimas, a quienes han mandado quitar la vida; ellos son los que lanzan la piedra y esconden la mano. Cuando en mi palabra he llegado a pronunciar las palabras de: "cobarde", "falso" o "traidor", todo su ser se ha estremecido y muchas veces se han ausentado de la cátedra porque han sentido sobre ellos una mirada que los ha estado juzgando.

Porque la justicia humana es imperfecta, vuestros presidios están llenos de víctimas y los patíbulos se han manchado con sangre de inocentes. ¡A cuántos criminales veo gozar de libertad y de respeto en el mundo y a cuántos perversos habéis levantado monumentos para venerar su memoria!

¡Si pudieseis contemplar a esos seres cuando ya habitando en el valle espiritual se ha hecho la luz en su espíritu! En vez de insensatos e inútiles homenajes, les enviaríais una oración para consolarles en su remordimiento.

Yo vengo a establecer un Reino de paz entre los hombres, y, aunque esto mueva a risa a algunos, seguiré adelante hasta probaros la fuerza del amor y de la justicia, fuerzas que no conocéis porque muy poco uso habéis hecho de ellas.

No será sobre escombros ni sobre cadáveres donde Yo levante este Reino, será sobre tierras fértiles, fecundas por la experiencia y abonadas con el dolor, allí florecerá mi simiente, allí veréis brillar mi justicia.

A esta humanidad toca regenerar y purificar su envoltura, para que deje buena herencia a los que vendrán después, que, por lo que toca a los espíritus que habrán de venir a encarnar para esos tiempos, ya los tengo preparados y escogidos.

Comprended vuestro destino, pueblo, analizad esta palabra para que lleguéis a conocer vuestra misión; no quiero que intentéis hacer más de lo que en verdad os corresponde, ni que hagáis menos de lo que os he confiado, porque entonces vuestra obra no será firme.

Algunos de vosotros en vuestro corazón me decís: Maestro ¿Por qué a veces en vuestra palabra nos hacéis responsables de la paz de la humanidad? Y Yo os digo que no seréis vosotros quienes salvéis al género humano en este tiempo, porque es obra sobrehumana, mas si sois el principio de una nueva forma de vivir, el principio de una humanidad espiritual y este principio sí tendrá que influir en la salvación y liberación de los pueblos y de las naciones.

Es necesario que una vez más os diga que este pueblo que estáis formando en torno a mi manifestación, no es un pueblo al que el Padre distinga con su amor sobre los demás pueblos de la Tierra, si el Señor ha puesto su mirada en él, es porque lo ha formado con espíritus que han estado en el mundo siempre que ha descendido una nueva revelación divina. Son hijos espirituales de aquel pueblo de Israel: pueblo de profetas, de enviados, de videntes y patriarcas.

¿Quiénes mejor que ellos podrían recibirme en este tiempo, comprender la nueva forma de mi manifestación y testificar el cumplimiento de mis promesas?

Os digo esto, que solamente Yo podía revelaros, porque estaba escrito que sólo el Cordero podría abrir el Libro de los Siete Sellos; os lo hago saber para qué comprendáis la responsabilidad que volvéis a contraer con los demás pueblos del mundo, ante los cuales debéis ser como un espejo que refleje mi Ley.

Para este pueblo sólo un Dios ha existido y sabe que Cristo fue el Verbo a través del cual habló el Padre a los hombres. Ni Moisés, ni Abraham, ni Salomón, ni Elías, ninguno de los profetas fue visto por él como Divinidad; en cambio, ¡Cuántos enviados del Señor han sido divinizados en otros pueblos, olvidando o desconociendo con ello al Dios verdadero!

Cuando hablo de mi "Pueblo de Israel", del "Pueblo del Señor", me refiero a los que han traído misión espiritual a la Tierra, a los que dieron a conocer mi Ley, a los que me anunciaron, a los que me fueron fieles, a los que proclamaron la existencia del Dios viviente, a los que perpetuaron la semilla del amor y a los que supieron reconocer en el Hijo, la presencia y la palabra del Padre. Esos son los que forman el pueblo de Dios, ese es Israel, el fuerte, el fiel, el prudente Israel; esa es mi legión de soldados fieles a la Ley, fieles a la verdad.

Los que persiguieron a mis profetas, los que laceraron el corazón de mis enviados; los que volvieron la espalda al Dios verdadero para inclinarse delante de los ídolos; los que me negaron y me burlaron y pidieron mi sangre y mi vida, ésos, aunque por la raza se nombrasen israelitas, no eran del pueblo escogido, no eran del pueblo de los profetas, de la legión de iluminados, de los soldados fieles; porque Israel es nombre espiritual que indebidamente fue tomado para dominar una raza.

También debéis saber que todo aquel que aspire a formar parte de mi pueblo, puede lograrlo con su amor, su caridad, con su celo y su fidelidad en la Ley.

Mi pueblo no tiene tierras ni ciudades determinadas en el mundo, mi pueblo no tiene raza, sino que está en todas las razas, entre toda la humanidad. Esta porción de hombres que escuchan mi palabra y reciben las nuevas revelaciones, son sólo una parte de mi pueblo, otra parte está diseminada por la Tierra y otra, la mayor, habita en el valle espiritual.

Ese es mi pueblo: el que me reconoce y me ama, el que me obedece y me sigue.

Delante del pueblo, marchan como guías ciento cuarenta y cuatro mil escogidos, unos están en materia y los otros en espíritu, detrás de ellos, caminan grandes legiones, lo mismo de espíritus que de hombres que tratan de conquistar la luz para llamarse dignamente "hijos del pueblo de Israel".

Los hijos de este pueblo siempre dieron pruebas de tener potestad sobre los elementos de la Naturaleza, su paso por el mundo dejó huella de grandes maravillas que asombraron a la humanidad de aquellos tiempos. Esa potestad debe seguirla demostrando Israel al mundo, porque ella habla de la superioridad del espíritu sobre la materia.

Cuando alguno de vuestros hermanos os muestre el poder de sus ciencias ocultas, no temáis, ni os asombréis, que mayores maravillas os he enseñado.

Tampoco vayáis a juzgar mal a nadie, porque cada pueblo ha buscado la verdad acerca de la vida espiritual, según su capacidad y creencia.

De todo os hablo para que todo sepáis y nada os sorprenda; os doy ampliamente mi enseñanza para que no vayáis a caer en ciencias que llamáis ocultas, en misticismo o en muda o inútil contemplación.

La espiritualidad es claridad, es sencillez, es culto al amor y es lucha por alcanzar la perfección del espíritu.

Cuando este pueblo, surja y se extienda entre la humanidad doctrinando con palabra y con obras, será combatido por religiones, sectas y ciencias; unas encontrarán una parte que atacar, otras conceptos que combatir; para entonces ya estará fuerte el pueblo, ya la fe y el conocimiento serán un fruto maduro en su corazón.

¿Quiénes de los hijos de este pueblo, serán los que lleven esta semilla hasta los confines de la Tierra? No lo sabéis, pero sí os revelo que vosotros sois el principio de la siembra en este tiempo.

Juan, el discípulo, habló mucho para vosotros; sus inspiraciones son luz para vuestro camino, son respuesta a vuestras interrogaciones y tema para vuestro estudio. En su revelación vio la lucha espiritual de este tiempo, cuyas guerras fratricidas sólo son un reflejo de la Gran Batalla que en el espacio espiritual y en este mundo se está librando.

Ciego está el hombre ante la verdad de lo que ocurre y necesita de esta revelación para conocer el por qué de la lucha y del caos que reina en el mundo; también necesita adquirir espiritualidad para tener armas para su defensa en medio del combate.

Bienaventurados los que crean en mi palabra y se preparen, porque serán salvos, ¡Ay de los que escuchen con indiferencia mis amonestaciones porque ellos serán sorprendidos por el torbellino en completa impotencia!

Antes pasarían los Cielos y la Tierra, que mi palabra no se cumpliese. Ya veis: hace muchos siglos os fue anunciado este tiempo y llegó, porque Yo lo había profetizado.

Vosotros debéis orar, multitudes, porque la oración limpiará el camino de los que más tarde se levanten como sembradores. Sabed que en el instante de vuestra comunicación Conmigo, desde lo infinito desciende mi luz como rocío de gracia sobre aquellos por quienes estéis orando.

Comprended vuestra misión para que cada uno de vosotros sea un digno hijo de Israel, el pueblo de Dios.

Os estoy preparando para que imitéis a aquellos apóstoles que me siguieron en el Segundo Tiempo y que supieron con su ejemplo trazar un camino de mansedumbre, obediencia y humildad. Seréis mensajeros de esta buena nueva y a cada paso escucharéis la voz de vuestra conciencia, que os hará comprender si vais dejando en el camino el buen ejemplo con vuestras obras. He de mostraros las extensas sementeras donde habrá de caer mi simiente divina, ya mi caridad lo está preparando y disponiendo todo.

Sobre todo espíritu y toda carne he derramado la luz de mi Espíritu, para que todos me sintáis y me contempléis, para que todo el mundo dé testimonio de mi verdad.

El hombre está despierto, se ha preparado y ha desarrollado su mente, pero ha dejado aletargados los dones del espíritu que son esenciales para su perfeccionamiento.

El hombre ha equivocado el camino, porque estas guerras que ha promovido, son frutos de su mala ciencia que no ha querido purificar ante la luz de su conciencia. Cuando la mente humana evolucione al par que los sentidos iluminados por la luz divina, veréis a los hombres descubrir y crear maravillas con su ciencia, cuando estén inspirados en el amor a sus semejantes.

Sólo mi voz puede guiaros en medio de esta confusión en la que ya nadie sabe lo que es verdad, ni alcanza a distinguir el bien del mal, ni la luz de la tiniebla.

A vosotros que me escucháis, os digo: vuestra heredad en este tiempo es la misma de los tiempos anteriores: llevar la luz de mi mensaje a las naciones.

No sólo mi palabra ha venido a prepararos, también las pruebas que a cada paso habéis ido encontrando, han formado parte de mi divina lección; a veces habéis sabido entender y aprovechar las pruebas, otras, habéis permanecido insensibles y sordos a la voz del Maestro.

Un ser que parte de vuestro lado para llevarlo a morar al valle espiritual; algo de que os despoje en la Tierra; una enfermedad que os retenga en el lecho purificándoos con el dolor, son pruebas que sabiamente llegan a vuestra vida para ayudaros a cumplir con vuestro destino, que es el de amaros los unos a los otros.


¡Te perdono y te bendigo en mi nombre que Soy el Padre, El Hijo, el Espíritu Santo, Mi paz sea con vosotros Pueblo Bendito de Israel!

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