sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 158

La luz divina de mi Espíritu sea entre vosotros.

Sed bienvenidos, discípulos amados, que acudís cual mansas ovejas al llamado del Buen Pastor, y si después de encontraros dentro del aprisco, alguna osare saltar el cerco, Yo dejaré a las demás a buen cuidado para ir en busca de la perdida, porque no es mi voluntad que se pierda una sola de mis ovejas.

Estoy velando por todos, estoy dando a vuestro corazón mi paz y luz a vuestro entendimiento, para que sigáis por el buen camino, y si alguna vez llegáis a abandonarlo, olvidando a Aquél que todo lo ha dado por salvaros y con el cual vivisteis y os confortasteis con su calor, de cierto os digo: Mi caridad os seguirá por doquier y mi voz a través de vuestra conciencia, os estará haciendo incesante el llamado. No podéis equivocaros. Os he manifestado con claridad la Ley que debéis seguir. No podéis engañaros a vosotros mismos porque tenéis una conciencia que juzga acertadamente cada uno de vuestros actos, que os dice lo que es lícito y lo que no lo es; sabed que si desoís su consejo, vuestros actos os acusarán. Una vez más os digo: Conoceos a vosotros mismos para que podáis conocer a vuestros hermanos.

Preparaos para que seáis fuertes, porque no serán débiles mis nuevos apóstoles, ni caerán en el camino a poco andar. Serán los que tengan suficiente firmeza para demostrar que pueden guiar con su ejemplo, su palabra y su pensamiento, inspirando confianza, a las multitudes.

Todos tenéis dones para ser en el futuro verdaderos guías de corazones y espíritus, y aun a los seres desencarnados que vivan en la turbación, podréis librarlos de sus tinieblas guiándoles hacia la luz.

Esta misión es delicada y os la hago comprender a través de todo portavoz.

Si alguno se aparta del sendero por falta de comprensión en mi Obra, le haré un nuevo llamado para hacerle ver que quien ha hecho un pacto con Dios no puede retroceder en su camino de evolución. Hablo a vuestro espíritu, para el cual todo era obscuridad antes de reconocerme, mas desde que el Padre se manifestó en su camino se convenció de la caridad y amor del Espíritu Divino que en tres tiempos se ha limitado, en tres fases distintas pero perfectas, para hacerse comprensible al espíritu del hombre.

Algunos quieren buscar la verdad por otros caminos, a ellos digo: Si tenéis razón para buscar, hacedlo, pero buscad bien. Otros sienten que no tienen por qué apartarse, porque comprenden que están dentro de la familia del Padre, sin cuya presencia ya no podrían vivir.

Nadie podrá cuidar de vosotros como Yo, nadie os levantará con tanto amor cuando caigáis en el sendero. Soy el único que os ilumina el camino de la vida. Venid a Mí, oh amados míos, como Yo vengo a vosotros, con elevación, amor y pureza; que todos vuestros actos llevan espiritualidad y experimentaréis una dicha inefable.

Vendrán años de prueba y en medio de ella tendréis que cumplir vuestra misión. Esa misión consistirá en ayudar a vuestros hermanos que sufran, olvidándoos de vosotros mismos.

No os ofendáis si vuestra nación es juzgada por otras como inferior, demostrad que ante mi amor y bajo mi Ley todos sois iguales; que vuestro espíritu se refleje con limpidez en vuestras obras y de vuestro entendimiento brotarán lecciones y explicaciones sobre los errores de los hombres en sus distintas ideologías.

Quiero que meditéis en todo cuanto os he dicho para que guardéis esta enseñanza y por medio de ella seáis fuertes en vuestro camino.

No vengo a trazaros en este tiempo distinto sendero y os puedo decir como en el Segundo Tiempo en el templo de Salomón: "No vengo a abolir la Ley sino a darle cumplimiento", porque contemplé que los Doctores de la Ley no la comprendían y por eso estaban interpretando mal mi palabra.

Yo, el verbo, encarné en Jesús para enseñar a la humanidad una Doctrina de amor y de justicia, que partía de la Ley entregada por el Padre a la humanidad en tiempos atrás; y la enseñanza de espiritualidad que os estoy revelando en este tiempo, es para enseñaros el cumplimiento de la Doctrina de Cristo, para que el espíritu escale las cimas del conocimiento y la verdad espiritual.

La humanidad, espiritualmente, se encuentra dividida en religiones, sectas, doctrinas e ideologías y Yo demostraré el poder de mi palabra uniéndolas. Aunque ya os he dicho que antes que esto sea, el mundo se depurará y los espíritus se estremecerán como los bosques al soplo del huracán. Velad, porque vosotros aunque ignorados y humildes, poseéis la luz con la cual podréis librar de las tinieblas a los que entre ellas caminan como ciegos, mostrándoles un cielo despejado y un futuro mejor.

Dejad de ser los conservadores de tradiciones y ritos fanáticos. Practicad mi palabra con pureza, porque os he dicho que ella será el eslabón espiritual que unificará a los pueblos y a las razas, porque mi palabra de amor es Ley universal.

Por amor a vosotros y para que comprendáis hasta dónde os hago dignos de mí, me comunico por vuestro entendimiento, mas llegará el instante en que ya no sea necesaria esta forma de comunicación y entonces la fuerza de vuestra elevación acercará vuestro espíritu al del Padre para que oigáis de El su divino concierto, aquel que empieza por deciros: "Amaos los unos a los otros".

Hoy os digo: Venid a mí y encontraréis la paz. He preparado estos recintos para que sean como árboles que os den sombra y bajo ellos sigáis mi palabra. En el Segundo Tiempo me escuchasteis en los valles, a la orilla de los ríos y en las montañas; en el templo de la Naturaleza os extasiabais y hacíais comunión Conmigo. Hoy también buscaréis esos lugares y ahí, lejos del mundo que peca y me niega, sentiréis el ambiente puro, saturado de esencia, donde todo habla de Mí y ya libre vuestro espíritu vendrá a unirse con el Padre en una comunión perfecta.

Muchos espíritus me están buscando en diversas religiones, sectas y filosofías y me han pedido la luz para encontrar el camino verdadero, el más corto; y no saben que he venido a manifestarme en esta nación, bajo esta forma que vosotros conocéis. Y Yo os estoy conduciendo a todos a la luz, porque mi amor no distingue razas ni naciones. Vosotros que me oís, preparaos, transformaos, para que seáis instrumentos míos en la obra de amor, de pacificación y de elevación del espíritu.

Por vosotros saldrá la palabra profética, la palabra que sana y conforta. ¿Queréis servir a la humanidad? Las leyes fundamentales que os he dado son: El amor a quien os ha creado y el amor de los unos a los otros. Todas las virtudes tienen por principio el amor a Dios y al semejante.

Todos habéis brotado de Mí, con iguales dones. No he distinguido a unos de otros. Cada espíritu tiene las facultades y dones para labrar su propia elevación.

Sed fuertes, aceptad vuestra restitución y colaborad en la Obra del Tercer Tiempo, para que podáis mirar el establecimiento de mi Reino en el espíritu de los hombres. Escalad, para que lleguéis a habitar en mundos superiores a éste, en donde no hay sufrimientos, hasta que os hayáis perfeccionado y lleguéis a Mí. Si esta morada os ofrece tantas satisfacciones y encierra belleza y gracia, pensad en la vida espiritual que os espera y desde hoy acercaos a ella. Yo os concederé contemplar desde este valle, por medio de mirajes, esa vida maravillosa plena de paz, de amor y de armonía.

Os digo una vez más, que en Mí será salva toda la humanidad. Aquella sangre derramada en el Calvario es vida para todo espíritu, mas no es la sangre en sí, puesto que ella cayó en el polvo de la tierra, sino el amor divino que en ella está representado. Cuando os hable de mi sangre, ya sabéis cuál es y qué significado tiene.

Muchos hombres han derramado su sangre al servicio de su Señor y por el amor a sus hermanos; mas ella no ha representado el amor divino, sólo al espiritual, al humano.

La sangre de Jesús sí representa el amor divino, porque no hay ninguna mancha en ella, en el Maestro nunca hubo un pecado y de su sangre os dio hasta la última gota, para haceros comprender que Dios es todo para sus criaturas, que a ellas se entrega completamente, sin reservas, porque las ama infinitamente.

Si el polvo de la tierra bebió aquel líquido que fue vida en el cuerpo del Maestro, fue para que comprendieseis que mi Doctrina habría de fecundar la vida de los hombres con el divino riego de su amor, de su sabiduría y de su justicia.

El mundo, incrédulo y escéptico de las palabras y ejemplos del Maestro, combate mi enseñanza diciendo que Jesús derramó su sangre por salvar del pecado a la humanidad y que a pesar de ello, el mundo no se ha salvado; que peca más cada día a pesar de estar más evolucionado.

¿En dónde está el poder de aquella sangre de redención? Se preguntan los hombres, mientras los que deberían enseñar los verdaderos conceptos de mi Doctrina, no saben satisfacer las preguntas de los hambrientos de luz y sedientos de conocer la verdad.

Os digo que en este tiempo, tienen más fondo y mayor sentido las preguntas de los que no saben, que las respuestas y explicaciones que a ellas dan los que dicen conocer la verdad; mas Yo he venido nuevamente a hablaros y he aquí mis palabras para los que piensan que aquella sangre alcanzó el rescate de los pecadores ante la justicia divina, de todos aquellos que estaban perdidos y condenados al suplicio. Yo os digo que si el Padre que todo lo sabe hubiera creído que la humanidad no iba a aprovechar y entender toda la enseñanza que en sus palabras y obras les dio Jesús, de cierto que nunca lo hubiese enviado, porque el Creador nunca ha hecho nada inútil, nada que no esté destinado a dar su fruto; mas si El le envió a nacer, crecer, padecer y morir entre los hombres, es porque sabía que aquella vida radiante y fecunda del Maestro, quedaría marcando con sus obras un camino imborrable, como huella indeleble, para que todos sus hijos encontraran el sendero que los llevara al verdadero amor y que cumpliendo con su Doctrina los condujera a la mansión en la que los esperaba su Creador.

También sabía que aquella sangre que hablaba de pureza, de amor infinito, al derramarse hasta la última gota, enseñaría a la humanidad a cumplir con fe en su Creador la misión que la elevara hasta la Tierra Prometida, donde al presentar su cumplimiento pueda decirme: "Señor, todo está consumado".

Ahora puedo deciros que no fue la hora en que se derramó mi sangre en la cruz, la que marcara la hora de la redención humana. Mi sangre aquí quedó, en el mundo presente, viva, fresca, trazando con la huella sangrienta de mi pasión, el sendero de vuestra restitución que os llevará a conquistar la morada que os tiene prometida vuestro Padre.

Yo soy la fuente de la vida, venid a lavaros de vuestras manchas para que caminéis libres y salvos hacia vuestro Padre y Creador.

Mi fuente es de amor, inagotable e infinita, de eso es de lo que os habla mi sangre derramada en aquel tiempo, ella selló mi palabra, ella rubricó mi Doctrina.

También en el desierto entregue a mi pueblo un símbolo: el maná, a pesar de que le confiaba mi Ley.

En este tiempo tenéis otro maná, no es el mismo que alimentó materialmente al pueblo. Tenéis también mi sangre, aunque no sea aquella que brotara de las heridas de Jesús.

Estoy en espíritu y vosotros en espíritu me estáis oyendo. Os sustentáis con mi palabra, que es el pan de vida eterna y os purificáis llevando a la práctica mis enseñanzas. Ahora comprended que para alcanzar vuestra salvación, debéis de poner también la parte que os corresponde, que es amor y caridad hacia vuestros hermanos.

Os he dado mi sangre, sabed recibirla. Si con el solo hecho de que os la hubiera dado, os bastara para alcanzar la salvación, de cierto os digo que ya nadie pecaría, que ya no sería necesaria la Tierra para la expiación de los pecados, porque entonces ya todos los hombres estarían habitando en la Gloria.

Yo quiero que os hagáis dignos de llegar al Señor, por vuestros propios méritos, porque siendo seres conscientes, merecéis gozar de la infinita gracia, de la dicha inefable de haber llegado al seno del Padre, porque le supisteis amar y también amasteis sus criaturas, que son vuestros hermanos.

Sobre mis méritos fundad los vuestros. Ellos os trazan el camino, os conducen a lo más alto del espíritu, allí en donde existe la luz, la paz, la vida verdadera.

He aquí al maestro, quien viene a dar luz a vuestro entendimiento con sus divinas lecciones, porque estáis en el tiempo de la luz.

Acudís con presteza a mi llamado demostrando conformidad ante mi Ley, porque habéis confirmado que practicándola os dignificáis ante vuestro Señor. Es la Ley Universal de amor que conocerá y vivirá la humanidad, ella cambiará la faz del mundo, transformando a los hombres turbados en hombres de alta moral.

Me estoy sirviendo de los mismos pecadores aprovechando de ellos su voluntad de regenerarse para dar ejemplos al mundo. No os sorprendáis de que me comunique por medio del pecador, ya que no he venido a ver su pecado, sino su anhelo de salvación.

Si miráis que me encuentro hasta en los más pequeños seres de la Naturaleza, ¿Cómo he de desconoceros y apartarme de vosotros, sólo porque tenéis imperfecciones, si es entonces cuando más me necesitáis?

Yo soy la vida y en todos estoy, por eso nada puede morir. Analizad, para que no quedéis atados a la forma; aquietad vuestros sentidos y encontradme en la esencia.

Desde ahora, en que aún estáis encarnados, quiero que conozcáis las facultades del espíritu para que sepáis amarme, que vuestro culto sea digno de Mí, así me sentiréis dentro y fuera de vosotros.

Existen muchas doctrinas, religiones y sectas; todas tienden a buscarme, mas Yo os digo: el camino por donde todos podrían hallarme es aquel por donde menos me buscan: el del amor, que quiere decir verdad, caridad, elevación.

Cada vez uso menos del sentido figurado y de la parábola, porque es el tiempo de que me comprendáis a través de esta palabra humilde y sencilla. No es todavía la luz de vuestra fe la que os alumbra el camino, aun cuando así debiera ser; es la explicación de mis revelaciones y misterios la que os hace distinguir el bien del mal. Pero la luz de la fe se encenderá en vosotros y os hará mirar con claridad. Recordad que os he dicho que tendréis que salvar a muchos de vuestros hermanos. No temáis al mañana, el mañana soy Yo y en él también me encontraréis.

¿Quién mejor que vosotros para comprender y aliviar las penas de vuestros hermanos, si son las mismas que trajisteis delante de Mí y de las que os estáis purificando? Yo os dejaré preparados para consuelo de los corazones atribulados.

Mirad cómo os he ayudado a comprender y a desempeñar la delicada misión que desde la eternidad recibisteis de vuestro Padre.

No temáis, que si en Mí creéis y en Mí confiáis, saldréis avante. Recordad a aquel varón que a Mí se acercó en el Segundo Tiempo, para decirme: "Señor, yo creo en vos, y vengo a pediros que deis la salud a mi padre, que moribundo se encuentra. Yo sé que si vos lo decís, él sanará". Entonces el Maestro, viendo tanta fe en aquél, le dijo: "Id, que cuando lleguéis a vuestra morada, vuestro padre sano saldrá a vuestro encuentro". Y así fue.

Así quiero que sea vuestra fe, y que cuando contempléis el prodigio, volváis al Padre para darle gracias.

No conocéis ni la paz, ni el amor verdadero, y Yo quiero que conozcáis mi paz y que llevéis en vuestro corazón mi amor.

Todos los que anheláis obtener una vida mejor, todos los que vivís atormentados por la confusión que reina en el mundo, uníos en oración, para que comencéis a atraer mi paz hacia la Tierra. Tratad de ir poniendo en práctica mi Doctrina, para que mi palabra os haga sentir cómo empieza a llegar de nuevo el amor a los corazones. Id preparándoos para la llegada de mi Reino entre vosotros; sed como emisarios y precursores de mi paz.

El mal, que es el conjunto de todos los pecados humanos, de los vicios y de la ignorancia, ha imperado por mucho tiempo sobre los hombres, mas es mi voluntad que ahora, ellos mismos destruyan ese poder. Para ello Yo les ayudaré, les prestaré mi espada, para que con ella venzan al mal. Ese poder caerá destrozado, su influencia será rechazada de todos los corazones, sus voces serán desoídas y sus indicaciones ya no serán obedecidas. El espíritu se emancipará y estará sobre el pecado, la materia se doblegará por fin y las pasiones llegarán a ser contenidas.

La experiencia, la persuasión, la luz y la serenidad, como frutos de la evolución espiritual de los hombres, serán la tierra fértil donde descienda mi simiente.

Yo reinaré entonces; pero será en vuestro corazón. Os será encomendada la paz de los pueblos y Yo os inspiraré desde el infinito. Las diferencias de razas comenzarán a desaparecer; los obstáculos, hasta hoy considerados como insuperables, serán al fin vencidos con la razón; la equidad y el buen juicio estarán en las obras humanas y cada hombre vivirá en vigilia para que no se trastorne la paz del mundo.

La amargura y el dolor dejarán un recuerdo imborrable en los espíritus y ese dolor, ese recuerdo, será como un fantasma al que temerán los hombres, como hasta hoy le han temido a la muerte.

Pero la humanidad quiere aún más pruebas y éstas llegarán. De estas pruebas saldrán limpios muchos corazones y libres muchos de los espíritus.

La guerra de ideas, no la habéis sufrido aún, es menester que surja y que se extienda, para que los dormidos despierten y los que se hallan estacionados, salgan de su rutina y avancen por el camino de la restitución. Mi nombre y mi palabra, serán tomados como armas y con ellas se herirán los hombres; mas os digo que, no serán mi nombre ni mi palabra las que hieran o las que den muerte, sino que serán las intenciones con las que los hombres las esgriman.
Al final, todos seréis vencidos por mi Doctrina, por mi amor, porque de mi palabra brotará la luz que necesita el mundo, para creer, para saber y para salvarse.

Preparaos, porque la responsabilidad de los que han recibido mi palabra en este tiempo es muy grande.

Extraño os parece todo lo que entre vosotros está pasando en este tiempo; los hombres y las mujeres sienten el despertar de sus dones que estaban dormidos; oyen voces del más allá, contemplan visiones espirituales, tienen sueños proféticos, se estremecen bajo la influencia de fuerzas desconocidas, sienten que su mente antes torpe, se aclara y pueden analizar las lecciones profundas; los pobres de verbo, se recrean con la luz de la inspiración, los poseídos se libertan de su carga y descubren que poseen el don de la comunicación con el mundo espiritual, la voz del Señor, se hace oír de los más preparados, otros logran prodigios con los enfermos a los cuales les dan la salud por misericordia divina.

Ante todos estos prodigios ha habido gozo entre todas estas multitudes que se creían abandonadas por mi caridad y de pronto han descubierto que su espíritu estaba lleno de dones. Ha tiempo que se os anunció por la boca de un profeta que llegaría esta era.

Ha llegado el tiempo que os profetizó Joel; mas debo advertiros, que esos dones que ahora habéis visto surgir de vuestro ser, no os fueron dados hasta ahora, han venido sufriendo una transformación junto con vosotros desde el principio de vuestro espíritu y ahora, en este tiempo, Yo os envié a la Tierra a recoger el fruto de vuestra evolución.

El espíritu de Elías vino a abrir esta era tocando con el rayo de luz que en él existe, el entendimiento del hombre, puerta por la cual vendría más tarde a pasar mi luz hecha palabra, para dar amplia enseñanza a las multitudes y dejar mi palabra como testamento y camino para un nuevo tiempo.

Elías fue quien primero se hizo oír a través del portavoz humano, para anunciaros la proximidad de mi presencia espiritual entre vosotros y de que él quedaría como vuestro Pastor Espiritual, aun después de que mi comunicación hubiera cesado. Menester es que Elías os siga conduciendo, porque no todo lo que vengo a enseñaros lo alcanzaréis a entender por vosotros mismos.

Elías restituirá a su verdadero sentido la enseñanza que os entregué desde los primeros tiempos; él os iluminará para que encontréis la verdadera interpretación a mis revelaciones; tocará todo espíritu y todo corazón, para despertarles a la luz de este nuevo amanecer; también él os purificará de todas las manchas y errores que hayáis mezclado a los dones que habéis manifestado, porque no debéis pensar que habéis obrado con perfección y que toda vuestra labor ha estado apegada a la verdad.

Os he marcado el año de 1950 para la terminación de esta forma de comunicación por el entendimiento humano, pero ello no señalará la terminación del desarrollo de los distintos dones que poseéis, por el contrario, después, ante la ausencia de mi palabra, vuestro espíritu buscará mi luz, mi presencia y mi inspiración, se esforzará por alcanzarla, perfeccionándose más cada día.

Dad testimonio de mí, con vuestros dones, aplicándolos al cumplimiento de la virtud, al adelantado espiritual, a conseguir la paz para vuestros hermanos. Velad, porque un instante de flaqueza, un paso dado sin meditación, una prueba que os haga flaquear, podrá desviaros del camino recto, de la senda de la verdad, para hacer que os perdáis por caminos de aparente luz que os vayan apartando de vuestro cumplimiento.


¡Te perdono y te bendigo en mi nombre que Soy el Padre, El Hijo, el Espíritu Santo, Mi paz sea con vosotros Pueblo Bendito de Israel!

No hay comentarios: