La luz divina de mi Espíritu sea entre vosotros.
Sed bienvenidos, discípulos amados, que acudís
cual mansas ovejas al llamado del Buen Pastor, y si después de encontraros
dentro del aprisco, alguna osare saltar el cerco, Yo dejaré a las demás a buen
cuidado para ir en busca de la perdida, porque no es mi voluntad que se pierda
una sola de mis ovejas.
Estoy velando por todos, estoy dando a vuestro
corazón mi paz y luz a vuestro entendimiento, para que sigáis por el buen
camino, y si alguna vez llegáis a abandonarlo, olvidando a Aquél que todo lo ha
dado por salvaros y con el cual vivisteis y os confortasteis con su calor, de
cierto os digo: Mi caridad os seguirá por doquier y mi voz a través de vuestra
conciencia, os estará haciendo incesante el llamado. No podéis equivocaros. Os
he manifestado con claridad la Ley que debéis seguir. No podéis engañaros a
vosotros mismos porque tenéis una conciencia que juzga acertadamente cada uno
de vuestros actos, que os dice lo que es lícito y lo que no lo es; sabed que si
desoís su consejo, vuestros actos os acusarán. Una vez más os digo: Conoceos a
vosotros mismos para que podáis conocer a vuestros hermanos.
Preparaos para que seáis fuertes, porque no
serán débiles mis nuevos apóstoles, ni caerán en el camino a poco andar. Serán
los que tengan suficiente firmeza para demostrar que pueden guiar con su
ejemplo, su palabra y su pensamiento, inspirando confianza, a las multitudes.
Todos tenéis dones para ser en el futuro
verdaderos guías de corazones y espíritus, y aun a los seres desencarnados que
vivan en la turbación, podréis librarlos de sus tinieblas guiándoles hacia la
luz.
Esta misión es delicada y os la hago comprender
a través de todo portavoz.
Si alguno se aparta del sendero por falta de
comprensión en mi Obra, le haré un nuevo llamado para hacerle ver que quien ha
hecho un pacto con Dios no puede retroceder en su camino de evolución. Hablo a
vuestro espíritu, para el cual todo era obscuridad antes de reconocerme, mas
desde que el Padre se manifestó en su camino se convenció de la caridad y amor
del Espíritu Divino que en tres tiempos se ha limitado, en tres fases distintas
pero perfectas, para hacerse comprensible al espíritu del hombre.
Algunos quieren buscar la verdad por otros
caminos, a ellos digo: Si tenéis razón para buscar, hacedlo, pero buscad bien.
Otros sienten que no tienen por qué apartarse, porque comprenden que están
dentro de la familia del Padre, sin cuya presencia ya no podrían vivir.
Nadie podrá cuidar de vosotros como Yo, nadie os
levantará con tanto amor cuando caigáis en el sendero. Soy el único que os
ilumina el camino de la vida. Venid a Mí, oh amados míos, como Yo vengo a
vosotros, con elevación, amor y pureza; que todos vuestros actos llevan
espiritualidad y experimentaréis una dicha inefable.
Vendrán años de prueba y en medio de ella
tendréis que cumplir vuestra misión. Esa misión consistirá en ayudar a vuestros
hermanos que sufran, olvidándoos de vosotros mismos.
No os ofendáis si vuestra nación es juzgada por
otras como inferior, demostrad que ante mi amor y bajo mi Ley todos sois
iguales; que vuestro espíritu se refleje con limpidez en vuestras obras y de
vuestro entendimiento brotarán lecciones y explicaciones sobre los errores de
los hombres en sus distintas ideologías.
Quiero que meditéis en todo cuanto os he dicho
para que guardéis esta enseñanza y por medio de ella seáis fuertes en vuestro
camino.
No vengo a trazaros en este tiempo distinto
sendero y os puedo decir como en el Segundo Tiempo en el templo de Salomón:
"No vengo a abolir la Ley sino a darle cumplimiento", porque
contemplé que los Doctores de la Ley no la comprendían y por eso estaban
interpretando mal mi palabra.
Yo, el verbo, encarné en Jesús para enseñar a
la humanidad una Doctrina de amor y de justicia, que partía de la Ley entregada
por el Padre a la humanidad en tiempos atrás; y la enseñanza de espiritualidad
que os estoy revelando en este tiempo, es para enseñaros el cumplimiento de la
Doctrina de Cristo, para que el espíritu escale las cimas del conocimiento y la
verdad espiritual.
La humanidad, espiritualmente, se encuentra
dividida en religiones, sectas, doctrinas e ideologías y Yo demostraré el poder
de mi palabra uniéndolas. Aunque ya os he dicho que antes que esto sea, el
mundo se depurará y los espíritus se estremecerán como los bosques al soplo del
huracán. Velad, porque vosotros aunque ignorados y humildes, poseéis la luz con
la cual podréis librar de las tinieblas a los que entre ellas caminan como
ciegos, mostrándoles un cielo despejado y un futuro mejor.
Dejad de ser los conservadores de tradiciones y
ritos fanáticos. Practicad mi palabra con pureza, porque os he dicho que ella
será el eslabón espiritual que unificará a los pueblos y a las razas, porque mi
palabra de amor es Ley universal.
Por amor a vosotros y para que comprendáis
hasta dónde os hago dignos de mí, me comunico por vuestro entendimiento, mas
llegará el instante en que ya no sea necesaria esta forma de comunicación y
entonces la fuerza de vuestra elevación acercará vuestro espíritu al del Padre
para que oigáis de El su divino concierto, aquel que empieza por deciros:
"Amaos los unos a los otros".
Hoy os digo: Venid a mí y encontraréis la paz.
He preparado estos recintos para que sean como árboles que os den sombra y bajo
ellos sigáis mi palabra. En el Segundo Tiempo me escuchasteis en los valles, a
la orilla de los ríos y en las montañas; en el templo de la Naturaleza os
extasiabais y hacíais comunión Conmigo. Hoy también buscaréis esos lugares y
ahí, lejos del mundo que peca y me niega, sentiréis el ambiente puro, saturado
de esencia, donde todo habla de Mí y ya libre vuestro espíritu vendrá a unirse
con el Padre en una comunión perfecta.
Muchos espíritus me están buscando en diversas
religiones, sectas y filosofías y me han pedido la luz para encontrar el camino
verdadero, el más corto; y no saben que he venido a manifestarme en esta
nación, bajo esta forma que vosotros conocéis. Y Yo os estoy conduciendo a
todos a la luz, porque mi amor no distingue razas ni naciones. Vosotros que me
oís, preparaos, transformaos, para que seáis instrumentos míos en la obra de
amor, de pacificación y de elevación del espíritu.
Por vosotros saldrá la palabra profética, la
palabra que sana y conforta. ¿Queréis servir a la humanidad? Las leyes
fundamentales que os he dado son: El amor a quien os ha creado y el amor de los
unos a los otros. Todas las virtudes tienen por principio el amor a Dios y al
semejante.
Todos habéis brotado de Mí, con iguales dones.
No he distinguido a unos de otros. Cada espíritu tiene las facultades y dones
para labrar su propia elevación.
Sed fuertes, aceptad vuestra restitución y
colaborad en la Obra del Tercer Tiempo, para que podáis mirar el
establecimiento de mi Reino en el espíritu de los hombres. Escalad, para que
lleguéis a habitar en mundos superiores a éste, en donde no hay sufrimientos,
hasta que os hayáis perfeccionado y lleguéis a Mí. Si esta morada os ofrece
tantas satisfacciones y encierra belleza y gracia, pensad en la vida espiritual
que os espera y desde hoy acercaos a ella. Yo os concederé contemplar desde
este valle, por medio de mirajes, esa vida maravillosa plena de paz, de amor y
de armonía.
Os digo una vez más, que en Mí será salva toda
la humanidad. Aquella sangre derramada en el Calvario es vida para todo
espíritu, mas no es la sangre en sí, puesto que ella cayó en el polvo de la
tierra, sino el amor divino que en ella está representado. Cuando os hable de
mi sangre, ya sabéis cuál es y qué significado tiene.
Muchos hombres han derramado su sangre al
servicio de su Señor y por el amor a sus hermanos; mas ella no ha representado
el amor divino, sólo al espiritual, al humano.
La sangre de Jesús sí representa el amor
divino, porque no hay ninguna mancha en ella, en el Maestro nunca hubo un
pecado y de su sangre os dio hasta la última gota, para haceros comprender que
Dios es todo para sus criaturas, que a ellas se entrega completamente, sin
reservas, porque las ama infinitamente.
Si el polvo de la tierra bebió aquel líquido
que fue vida en el cuerpo del Maestro, fue para que comprendieseis que mi
Doctrina habría de fecundar la vida de los hombres con el divino riego de su
amor, de su sabiduría y de su justicia.
El mundo, incrédulo y escéptico de las palabras
y ejemplos del Maestro, combate mi enseñanza diciendo que Jesús derramó su
sangre por salvar del pecado a la humanidad y que a pesar de ello, el mundo no
se ha salvado; que peca más cada día a pesar de estar más evolucionado.
¿En dónde está el poder de aquella sangre de
redención? Se preguntan los hombres, mientras los que deberían enseñar los
verdaderos conceptos de mi Doctrina, no saben satisfacer las preguntas de los
hambrientos de luz y sedientos de conocer la verdad.
Os digo que en este tiempo, tienen más fondo y
mayor sentido las preguntas de los que no saben, que las respuestas y
explicaciones que a ellas dan los que dicen conocer la verdad; mas Yo he venido
nuevamente a hablaros y he aquí mis palabras para los que piensan que aquella
sangre alcanzó el rescate de los pecadores ante la justicia divina, de todos
aquellos que estaban perdidos y condenados al suplicio. Yo os digo que si el
Padre que todo lo sabe hubiera creído que la humanidad no iba a aprovechar y
entender toda la enseñanza que en sus palabras y obras les dio Jesús, de cierto
que nunca lo hubiese enviado, porque el Creador nunca ha hecho nada inútil,
nada que no esté destinado a dar su fruto; mas si El le envió a nacer, crecer,
padecer y morir entre los hombres, es porque sabía que aquella vida radiante y fecunda
del Maestro, quedaría marcando con sus obras un camino imborrable, como huella
indeleble, para que todos sus hijos encontraran el sendero que los llevara al
verdadero amor y que cumpliendo con su Doctrina los condujera a la mansión en
la que los esperaba su Creador.
También sabía que aquella sangre que hablaba de
pureza, de amor infinito, al derramarse hasta la última gota, enseñaría a la
humanidad a cumplir con fe en su Creador la misión que la elevara hasta la
Tierra Prometida, donde al presentar su cumplimiento pueda decirme:
"Señor, todo está consumado".
Ahora puedo deciros que no fue la hora en que
se derramó mi sangre en la cruz, la que marcara la hora de la redención humana.
Mi sangre aquí quedó, en el mundo presente, viva, fresca, trazando con la
huella sangrienta de mi pasión, el sendero de vuestra restitución que os
llevará a conquistar la morada que os tiene prometida vuestro Padre.
Yo soy la fuente de la vida, venid
a lavaros de vuestras manchas para que caminéis libres y salvos hacia vuestro
Padre y Creador.
Mi fuente es de amor, inagotable e infinita, de
eso es de lo que os habla mi sangre derramada en aquel tiempo, ella selló mi
palabra, ella rubricó mi Doctrina.
También en el desierto entregue a mi pueblo un
símbolo: el maná, a pesar de que le confiaba mi Ley.
En este tiempo tenéis otro maná, no es el mismo
que alimentó materialmente al pueblo. Tenéis también mi sangre, aunque no sea
aquella que brotara de las heridas de Jesús.
Estoy en espíritu y vosotros en espíritu me
estáis oyendo. Os sustentáis con mi palabra, que es el pan de vida eterna y os
purificáis llevando a la práctica mis enseñanzas. Ahora comprended que para
alcanzar vuestra salvación, debéis de poner también la parte que os
corresponde, que es amor y caridad hacia vuestros hermanos.
Os he dado mi sangre, sabed recibirla. Si con
el solo hecho de que os la hubiera dado, os bastara para alcanzar la salvación,
de cierto os digo que ya nadie pecaría, que ya no sería necesaria la Tierra
para la expiación de los pecados, porque entonces ya todos los hombres estarían
habitando en la Gloria.
Yo quiero que os hagáis dignos de llegar al
Señor, por vuestros propios méritos, porque siendo seres conscientes, merecéis
gozar de la infinita gracia, de la dicha inefable de haber llegado al seno del
Padre, porque le supisteis amar y también amasteis sus criaturas, que son
vuestros hermanos.
Sobre mis méritos fundad los vuestros. Ellos os
trazan el camino, os conducen a lo más alto del espíritu, allí en donde existe
la luz, la paz, la vida verdadera.
He aquí al maestro, quien viene a dar luz a
vuestro entendimiento con sus divinas lecciones, porque estáis en el tiempo de
la luz.
Acudís con presteza a mi llamado demostrando
conformidad ante mi Ley, porque habéis confirmado que practicándola os
dignificáis ante vuestro Señor. Es la Ley Universal de amor que conocerá y
vivirá la humanidad, ella cambiará la faz del mundo, transformando a los
hombres turbados en hombres de alta moral.
Me estoy sirviendo de los mismos pecadores
aprovechando de ellos su voluntad de regenerarse para dar ejemplos al mundo. No
os sorprendáis de que me comunique por medio del pecador, ya que no he venido a
ver su pecado, sino su anhelo de salvación.
Si miráis que me encuentro hasta en los más
pequeños seres de la Naturaleza, ¿Cómo he de desconoceros y apartarme de
vosotros, sólo porque tenéis imperfecciones, si es entonces cuando más me
necesitáis?
Yo soy la vida y en todos estoy, por eso nada
puede morir. Analizad, para que no quedéis atados a la forma; aquietad vuestros
sentidos y encontradme en la esencia.
Desde ahora, en que aún estáis encarnados,
quiero que conozcáis las facultades del espíritu para que sepáis amarme, que
vuestro culto sea digno de Mí, así me sentiréis dentro y fuera de vosotros.
Existen muchas doctrinas, religiones y sectas;
todas tienden a buscarme, mas Yo os digo: el camino por donde todos podrían
hallarme es aquel por donde menos me buscan: el del amor, que quiere decir
verdad, caridad, elevación.
Cada vez uso menos del sentido figurado y de la
parábola, porque es el tiempo de que me comprendáis a través de esta palabra
humilde y sencilla. No es todavía la luz de vuestra fe la que os alumbra el
camino, aun cuando así debiera ser; es la explicación de mis revelaciones y
misterios la que os hace distinguir el bien del mal. Pero la luz de la fe se
encenderá en vosotros y os hará mirar con claridad. Recordad que os he dicho
que tendréis que salvar a muchos de vuestros hermanos. No temáis al mañana, el
mañana soy Yo y en él también me encontraréis.
¿Quién mejor que vosotros para comprender y
aliviar las penas de vuestros hermanos, si son las mismas que trajisteis
delante de Mí y de las que os estáis purificando? Yo os dejaré preparados para
consuelo de los corazones atribulados.
Mirad cómo os he ayudado a comprender y a
desempeñar la delicada misión que desde la eternidad recibisteis de vuestro
Padre.
No temáis, que si en Mí creéis y en Mí
confiáis, saldréis avante. Recordad a aquel varón que a Mí se acercó en el
Segundo Tiempo, para decirme: "Señor, yo creo en vos, y vengo a pediros
que deis la salud a mi padre, que moribundo se encuentra. Yo sé que si vos lo
decís, él sanará". Entonces el Maestro, viendo tanta fe en aquél, le dijo:
"Id, que cuando lleguéis a vuestra morada, vuestro padre sano saldrá a
vuestro encuentro". Y así fue.
Así quiero que sea vuestra fe, y que cuando
contempléis el prodigio, volváis al Padre para darle gracias.
No conocéis ni la paz, ni el amor verdadero, y
Yo quiero que conozcáis mi paz y que llevéis en vuestro corazón mi amor.
Todos los que anheláis obtener una vida mejor,
todos los que vivís atormentados por la confusión que reina en el mundo, uníos
en oración, para que comencéis a atraer mi paz hacia la Tierra. Tratad de ir
poniendo en práctica mi Doctrina, para que mi palabra os haga sentir cómo
empieza a llegar de nuevo el amor a los corazones. Id preparándoos para la
llegada de mi Reino entre vosotros; sed como emisarios y precursores de mi paz.
El mal, que es el conjunto de todos los pecados
humanos, de los vicios y de la ignorancia, ha imperado por mucho tiempo sobre
los hombres, mas es mi voluntad que ahora, ellos mismos destruyan ese poder.
Para ello Yo les ayudaré, les prestaré mi espada, para que con ella venzan al
mal. Ese poder caerá destrozado, su influencia será rechazada de todos los
corazones, sus voces serán desoídas y sus indicaciones ya no serán obedecidas.
El espíritu se emancipará y estará sobre el pecado, la materia se doblegará por
fin y las pasiones llegarán a ser contenidas.
La experiencia, la persuasión, la luz y la
serenidad, como frutos de la evolución espiritual de los hombres, serán la
tierra fértil donde descienda mi simiente.
Yo reinaré entonces; pero será en vuestro
corazón. Os será encomendada la paz de los pueblos y Yo os inspiraré desde el
infinito. Las diferencias de razas comenzarán a desaparecer; los obstáculos,
hasta hoy considerados como insuperables, serán al fin vencidos con la razón;
la equidad y el buen juicio estarán en las obras humanas y cada hombre vivirá
en vigilia para que no se trastorne la paz del mundo.
La amargura y el dolor dejarán un recuerdo
imborrable en los espíritus y ese dolor, ese recuerdo, será como un fantasma al
que temerán los hombres, como hasta hoy le han temido a la muerte.
Pero la humanidad quiere aún más pruebas y
éstas llegarán. De estas pruebas saldrán limpios muchos corazones y libres
muchos de los espíritus.
La guerra de ideas, no la habéis sufrido aún, es menester que surja y
que se extienda, para que los dormidos despierten y los que se hallan
estacionados, salgan de su rutina y avancen por el camino de la restitución. Mi
nombre y mi palabra, serán tomados como armas y con ellas se herirán los
hombres; mas os digo que, no serán mi nombre ni mi palabra las que hieran o las
que den muerte, sino que serán las intenciones con las que los hombres las
esgriman.
Al final, todos seréis vencidos por mi
Doctrina, por mi amor, porque de mi palabra brotará la luz que necesita el
mundo, para creer, para saber y para salvarse.
Preparaos, porque la responsabilidad de los que
han recibido mi palabra en este tiempo es muy grande.
Extraño os parece todo lo que entre vosotros
está pasando en este tiempo; los hombres y las mujeres sienten el despertar de
sus dones que estaban dormidos; oyen voces del más allá, contemplan visiones
espirituales, tienen sueños proféticos, se estremecen bajo la influencia de
fuerzas desconocidas, sienten que su mente antes torpe, se aclara y pueden
analizar las lecciones profundas; los pobres de verbo, se recrean con la luz de
la inspiración, los poseídos se libertan de su carga y descubren que poseen el
don de la comunicación con el mundo espiritual, la voz del Señor, se hace oír
de los más preparados, otros logran prodigios con los enfermos a los cuales les
dan la salud por misericordia divina.
Ante todos estos prodigios ha habido gozo entre
todas estas multitudes que se creían abandonadas por mi caridad y de pronto han
descubierto que su espíritu estaba lleno de dones. Ha tiempo que se os anunció
por la boca de un profeta que llegaría esta era.
Ha llegado el tiempo que os profetizó Joel; mas
debo advertiros, que esos dones que ahora habéis visto surgir de vuestro ser,
no os fueron dados hasta ahora, han venido sufriendo una transformación junto
con vosotros desde el principio de vuestro espíritu y ahora, en este tiempo, Yo
os envié a la Tierra a recoger el fruto de vuestra evolución.
El espíritu de Elías vino a abrir esta era
tocando con el rayo de luz que en él existe, el entendimiento del hombre,
puerta por la cual vendría más tarde a pasar mi luz hecha palabra, para dar
amplia enseñanza a las multitudes y dejar mi palabra como testamento y camino
para un nuevo tiempo.
Elías fue quien primero se hizo oír a través
del portavoz humano, para anunciaros la proximidad de mi presencia espiritual
entre vosotros y de que él quedaría como vuestro Pastor Espiritual, aun después
de que mi comunicación hubiera cesado. Menester es que Elías os siga
conduciendo, porque no todo lo que vengo a enseñaros lo alcanzaréis a entender
por vosotros mismos.
Elías restituirá a su verdadero sentido la
enseñanza que os entregué desde los primeros tiempos; él os iluminará para que
encontréis la verdadera interpretación a mis revelaciones; tocará todo espíritu
y todo corazón, para despertarles a la luz de este nuevo amanecer; también él
os purificará de todas las manchas y errores que hayáis mezclado a los dones
que habéis manifestado, porque no debéis pensar que habéis obrado con
perfección y que toda vuestra labor ha estado apegada a la verdad.
Os he marcado el año de 1950 para la
terminación de esta forma de comunicación por el entendimiento humano, pero
ello no señalará la terminación del desarrollo de los distintos dones que
poseéis, por el contrario, después, ante la ausencia de mi palabra, vuestro
espíritu buscará mi luz, mi presencia y mi inspiración, se esforzará por
alcanzarla, perfeccionándose más cada día.
Dad testimonio de mí, con vuestros dones,
aplicándolos al cumplimiento de la virtud, al adelantado espiritual, a
conseguir la paz para vuestros hermanos. Velad, porque un instante de flaqueza,
un paso dado sin meditación, una prueba que os haga flaquear, podrá desviaros
del camino recto, de la senda de la verdad, para hacer que os perdáis por
caminos de aparente luz que os vayan apartando de vuestro cumplimiento.
¡Te perdono y te bendigo en mi nombre que Soy el Padre, El Hijo, el Espíritu Santo, Mi paz sea con vosotros Pueblo Bendito de Israel!
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