sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 155

Os parecen nuevas muchas de las lecciones que en este tiempo os doy porque permanecían olvidadas por vosotros, mas este es el tiempo en que Yo os las vuelva a mostrar. Tengo preparada para vosotros una gran campiña en la cual os invito a que vengáis a sembrar la simiente de eternidad que es la que os estoy entregando.

Vengo a preparar a mis nuevos discípulos, los cuales llegarán a alcanzar, mediante su fe y su caridad, potestad sobre las enfermedades del cuerpo y del espíritu, potestad sobre los elementos y también sobre el mundo espiritual.

Comprended que ya no son los tiempos de la ignorancia; ahora vivís en los tiempos de la comprensión y de las grandes prácticas de mi enseñanza. ¿Imagináis hasta donde habríais ya llegado, si desde los primeros tiempos, hubieseis practicado mis lecciones y obedeciendo mis mandatos? Pero por largo tiempo habéis dormido y también por largo tiempo os habéis entregado a satisfacer a la materia con los placeres y todo esto os ha estacionado en el camino de la evolución espiritual. Por eso, ahora que he llegado ante vosotros, con mi nueva lección espiritual, ésta os parece extraña y fuera de vuestra manera de pensar, de sentir y de vivir. Pero os basta meditar en una de mis cátedras para que reconozcáis la verdad de mi palabra, entonces veis que no es extraña mi Doctrina, sino que más bien, la que es extraña es vuestra manera de vivir.

Venid a mi campiña, que Yo aquí os recordaré todo lo que habíais olvidado. Borraré todo aquello que no debéis conservar como simiente espiritual y os mostraré todo lo que hasta ahora no habéis visto. De un solo paso, os haré salir del estancamiento en que estabais sumergidos para haceros penetrar en una nueva vida, en aquella que debíais haber vivido desde un principio.

¿Veis cuán humilde es esta palabra que florece en los labios de los portavoces? Pues de cierto os digo, que ella, en su sencillez y en su pobreza de forma, llevará a los hombres a la comprensión de la sabiduría que por medio de las ciencias y con la ayuda de las teologías, no habían llegado a comprender.

Los buenos discípulos, los perseverantes, los fieles, serán los grandes analizadores de esta Doctrina. Ellos también serán humildes, pero a pesar de su sencillez asombrarán a sus hermanos con la luz de la palabra.

Mi pueblo no deberá hablar tan sólo con sus labios, sino que predicará mis enseñanzas con sus obras, enseñando cómo se cumple y se respeta mi Ley, sabrá dar sin egoísmo, cuanto de su Señor haya recibido, mostrará su celo, por la verdad y la pureza del tesoro que se le ha confiado.

Enseñad a vuestros hermanos, con buenas acciones puras y elevadas. Pensad que desde aquí debéis de ir purificando vuestro espíritu, para que cuando pase a otra morada, sea digno de estar en ella y no se turbe, ni se pierda.

Tenéis la fuerza necesaria para ir apartando de vuestro camino todo lo que os obstruya el paso, ya sabéis que el arma que todo lo vence es el amor. Muy grande será el gozo de aquel que salga triunfante en esa lucha humana, y se presente como el soldado victorioso después de haber ganado esa batalla.

Recordad que soy Yo, quien os ha dado las armas y que no me he concretado a sólo eso, sino que también os he enseñado a combatir para ganar las batallas.

¿Qué tenéis entonces que buscar por otros caminos, cuando todo os lo estoy dando por el camino de la verdad?

He venido a abrir el entendimiento de los torpes para que puedan recrearse con la interpretación de mi palabra. He venido a abrir los ojos de los ciegos a la luz de la verdad, para que se purifiquen de sus pecados al sentirse amados de su Señor.

¿No se os profetizó desde los primeros tiempos, que llegaría el día en que todo ojo contemplaría a su Padre? Pues el que esté limpio me verá y ese será su premio y aquel que lleve mancha en su corazón, también me verá y esa será su salvación. El que abre sus ojos delante de mi luz, penetra en el misterio y conoce el por qué. Sabe el principio y el fin. Ese tendrá que caminar con firmeza en el futuro.

Interpretad justamente mi enseñanza, no penséis que mi Espíritu pueda gozar viendo vuestros sufrimientos en la Tierra, o que Yo venga a privaros de todo lo que os es grato, para gozarme con ello. Yo vengo a haceros reconocer y respetar mis leyes, porque son dignas de vuestro respeto y de vuestro acatamiento y porque obedecerlas, os traerá la felicidad.

Os enseñé a dar a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César, mas para los hombres de hoy sólo existe el César y a su Señor nada tiene que ofrecerle. Y si al menos le dieseis al mundo lo justo, vuestras penas serían menores; pero el César que habéis puesto delante de vuestras acciones, os ha dictado leyes absurdas, os ha convertido en esclavos y os quita la vida sin daros nada en compensación.

Estudiad cuán distinta es mi Ley, que no ata al cuerpo ni al espíritu; sólo os persuade con amor y os guía con dulzura; todo os lo da sin interés y egoísmo y todo lo premia y os lo compensa a lo largo del camino.

Comprended, discípulos, estudiad mis lecciones para que sepáis que quiero formar con vosotros un pueblo en el cual el Padre deposite su confianza, porque estará preparado para desempeñar grandes misiones. Un pueblo que no se amedrente al primer toque de alarma, un pueblo que sepa ir al encuentro de aquel que se dice su enemigo y que lo sepa perdonar, amar e instruir.

Así quiero que estéis preparados para el día de mi partida. Todos sabéis que 1950 es la fecha señalada por mi voluntad, para dejar de comunicarme por el entendimiento del portavoz y como mi palabra siempre se cumple, ese día cerraré mi comunicación, que marcó para vosotros el principio de la Tercera Era.

No intentaréis cambiar esa fecha, ni trataréis por ningún medio de retener la manifestación de mi palabra bajo esa forma, ni la del mundo espiritual. Desde ahora os digo, que quienes lo hicieran no estarán ya iluminados por la luz del Maestro.

Más ¿Por qué habríais de caer en tal profanación, cuando Yo os he anunciado y os he prometido, que después de este tiempo, os comunicaréis Conmigo de espíritu a Espíritu, aun cuando no hayáis sido pedestales?

También os digo que aquellos a quienes he llamado y donado como profetas de este tiempo, tienen la misión de prevenir a las multitudes, de no dejarlas dormir. A ellos les revelaré grandes lecciones para que os ayuden a no caer en tentación.

Os estoy hablando con suma claridad, aun usando el sentido figurado, porque sé que así podréis entenderme mejor. En el Segundo Tiempo, cuando hablaba a las multitudes, muchas veces lo hice por medio de parábolas para que me comprendieran, mas cuando sólo me dirigía a mis discípulos, lo hacía con lenguaje sencillo, pero profundo en su enseñanza.

Por eso, entended que cuando hablo por medio de parábolas y empleo el sentido figurado, es para que los postreros, los torpes de entendimiento o los que aún tienen poco evolucionado su espíritu, alcancen a comprender todo el significado de mi enseñanza; cuando os hago revelaciones sin emplear el sentido figurado, están dirigidas para aquellos cuyo desarrollo y conocimiento de las lecciones espirituales, les permite entender mejor.

En vano dirán muchos hombres que esta Doctrina es nueva, o que no tiene relación con las revelaciones divinas que os hicieron en tiempos pasados. Yo os aseguro que cuanto os he dicho en este tiempo por conducto del entendimiento humano, tiene sus raíces y sus cimientos en lo que ya se os había profetizado en el Primero y Segundo Tiempos.

Mas la confusión de que os hablo vendrá porque los que han interpretado aquellas revelaciones, han impuesto a la humanidad sus análisis y éstos han sido en parte acertados y en parte erróneos. También será porque aquella luz espiritual de mis enseñanzas, fue ocultada a los hombres y a veces se les ha dado a conocer adulterada. Por eso ahora que ha llegado el tiempo en que mi luz ha venido a sacaros de las tinieblas de vuestra ignorancia, muchos hombres han negado que ésta pueda ser la luz de la verdad, ya que no concuerda, según su criterio, con lo que antes os había enseñado.

Os aseguro que ninguna de mis palabras se perderá y que los hombres de este tiempo, llegarán a saber qué fue lo que os dije en los tiempos pasados. Entonces dirá el mundo cuando conozca el Espiritualismo: en realidad, ya todo lo había dicho Jesús.

Efectivamente: todo lo dije ya, aun cuando de muchas de las verdades reveladas, sólo os manifesté el principio de ellas; os las dejé para que empezaseis a entenderlas, porque en aquel tiempo aún no estaba capacitada la humanidad para comprender todo lo que ahora he venido a mostraros en plenitud.

Cierta ocasión se encontraba Jesús con un hombre que era entendido en Ley y el Maestro contestando a las preguntas de aquél, le hizo una revelación. Entonces el hombre, asombrado ante lo que nunca había imaginado, dijo a Jesús: Señor, ¿Pero cómo puede ser esto? A lo que el Divino Maestro respondió: ¿Si no podéis creer en las cosas terrenas que os digo, como llegaréis a creer en las lecciones celestiales? Mas ya es tiempo de que me entendáis, porque el espíritu evolucionado del hombre, puede recibir aquella luz intensa de la Divinidad que todo lo revela, lo descubre y lo explica y a lo cual llamáis la luz del Espíritu Santo o sea el Espíritu de Verdad.

No temáis, pueblo amado, que la enseñanza que os he traído en este tiempo, será para vosotros el pan de la vida eterna.

También ahora tan sólo os estoy dejando entrever las enseñanzas que mañana comprenderéis plenamente, porque ahora no las comprenderíais, ni las creerías muchos de vosotros. Con esto os quiero decir que no habéis alcanzado aun la meta, la cima del conocimiento espiritual, ni mis enseñanzas divinas han alcanzado su límite.

Sed eternamente mis discípulos, sed siempre celosos de mi palabra la cual nunca trataréis de cambiar. Mi Ley y mi Doctrina jamás se contradicen. En lo divino todo es orden, armonía y perfección, de la cual os podéis convencer por la naturaleza material que os envuelve.

En el Segundo Tiempo nadie podía resistir la fuerza divina que emanaba de la palabra de Jesús. Quien la oía quedaba al punto convencido, subyugado y persuadido. Lo mismo el pecador que el orgulloso, el pobre que el rico, el fariseo y el escriba, el representante de Dios, que el representante del César; todos los que lo creyeron sintieron que su espíritu se estremecía ante la presencia divina del Hijo de Dios.

Es que la palabra de Jesús era tan solo la explicación de sus obras, porque el testimonio de su existencia, estaba contenido en las palabras de su Doctrina.

De la misma manera enseñó Jesús a sus discípulos, haciéndoles ver que para que su palabra pudiera ser creída, era menester que la acompañara con el ejemplo de sus buenas obras.

También la palabra de Dios, en los labios de aquellos discípulos hacía estremecer a los que la escucharon, porque de sus ojos irradiaba la luz y de sus palabras brotaban verdades a las cuales no se les podía oponer negación alguna. Ellos también enseñaron con sus ejemplos, predicaron con sus obras y las sellaron con su sangre al igual que su Maestro, con su muerte confirmaron la verdad de la palabra con la que hablaron al mundo. Por eso conquistaron el corazón de los pueblos y de las naciones adonde llevaron la simiente de la verdad y del amor.

Las multitudes, aun siendo gentiles y paganas, se rendían ante la verdad y la pureza de mi Doctrina, practicada y predicada también con pureza y verdad.

Todo aquel que ha tenido la dicha de recibir en su corazón mi palabra en su original pureza, ese, ya nunca se ha desviado del camino; mas ¡Ay de los que la han recibido mezclada con las impurezas humanas! Esos, cuando han llegado a descubrir aquella imperfección, le han vuelto la espalda y se han mofado de lo que antes tuvieron por verdad absoluta.

Mirad a esos grandes pueblos de la Tierra, dominados por el egoísmo que es la negación de mi Doctrina, miradlos hundidos en el materialismo, viviendo tan sólo para el mundo y desoyendo todo llamado espiritual. Os digo que también ellos conocieron mi enseñanza; pero faltó que quienes entregaron mi simiente hubieran dado testimonio de aquella verdad, con su vida y con el ejemplo de sus obras, como lo hicieron aquellos discípulos del Señor y también algunos otros que les imitaron después, entregando con su vida la verdad de la Doctrina.

¿Cómo es posible, os preguntáis algunas veces, que habiendo sido sembrado este mundo con la palabra del Redentor y regado con su sangre y la de los que le siguieron, haya hombres y pueblos que no conserven algo de aquella enseñanza?

A lo cual Yo os digo que en estos tiempos han faltado apóstoles de la verdad, que demuestren con sus obras de amor los errores de los hombres y prueben la verdad contenida en la enseñanza divina.

De la práctica de mi Doctrina, que sólo os enseña el amor, la caridad, el respeto, la justicia y la paz, se pasó al culto idólatra, al materialismo, al fanatismo religioso, a la profanación, y la humanidad al sentir en todo ello un alejamiento de la verdad, buscó su liberación.

Hoy, no solo se han alejado muchos del cumplimiento de mi Doctrina, sino que la han atacado y están tratando de borrar del corazón de los hombres hasta los últimos restos de ella. No saben que Yo estoy dispuesto a sorprenderlos utilizando aquella palabra a la que nadie puede resistir, con aquella voz que hacía temblar a reyes y señores y que hizo caer tronos e imperios. Mas es menester que antes quede arrancada de raíz toda planta que no hay sido sembrada por Mí, para que mi semilla divina vuelva a caer en tierras preparadas.

Discípulos: id al fondo de toda esta lección para que seáis de los que veléis y oréis en los tiempos de prueba.

Nada perturba en este instante vuestra paz. Nada altera el recogimiento con que habéis logrado vuestra elevación.

Siempre que recibáis al Maestro en esta forma, sentiréis cómo se disipan las tristezas que a veces llenan de niebla vuestro corazón.

Grande es mi caridad, porque también grandes son vuestros sufrimientos, pero no digáis que los tiempos han cambiado y que ellos os han traído el dolor, porque los tiempos no cambian, son los hombres los que se modifican.

Se ha transformado vuestra vida a causa de la ciencia, de las nuevas leyes, ideas y costumbres. Si vuestro espíritu se sujetara siempre a la espiritualidad, no sufriría la contaminación del materialismo que le rodea, pero él muchas veces se deja arrastrar por las influencias del mundo y en la culminación del materialismo viene a vosotros mi divina luz que os pregunta: ¿Qué cambios habéis observado en la Naturaleza que os rodea? Ninguno, pero id más allá de las formas materiales y veréis la evolución espiritual y mental de la humanidad.

Es densa la oscuridad que os envuelve, y el espíritu necesita libertad; esa libertad viene a dársela mi palabra que hará el prodigio de que el espíritu se reconcilie con la materia al comprender que ambos están unidos por una sola Ley. Entonces obrarán materia y espíritu de acuerdo con la conciencia, la que os revelará quiénes sois y a donde vais.

Vuestras obras nacerán de acuerdo con vuestro modo de pensar y si el pensamiento se ilumina con la inspiración del espíritu y éste escucha la voz de la conciencia, vuestras obras serán perfectas, ya que el espíritu es perfecto en cuanto a su procedencia.

Siempre os diré: tomad de las satisfacciones que vuestro mundo os pueda proporcionar, pero tomadlas bajo mi Ley, y seréis perfectos.

Oís con frecuencia el reclamo de la conciencia y es porque no habéis armonizado materia y espíritu, con la Ley dada por Mí.

Muchas veces seguís pecando porque creéis que no tenéis perdón; creencia ignorante, porque mi corazón es una puerta eternamente abierta para el arrepentido.

¿Acaso no vive dentro de vosotros la esperanza que os anima para aguardar un mañana mejor? No os dejéis invadir por la melancolía y la desesperación, pensad en mi amor que siempre es con vosotros. Buscad en Mí la respuesta a vuestras dudas, y pronto os sentiréis iluminados por una nueva revelación, la luz de la fe y de la esperanza se encenderán muy dentro de vuestro espíritu. Entonces seréis baluarte de los débiles.

Años de hambre se acercan, mas si os amáis como hermanos, se obrará nuevamente el milagro del Primer Tiempo y el maná descenderá sobre vosotros.

Yo he venido a desatar la lengua de los hombres en este tiempo, para que me reconozcan por un solo idioma: el espiritual, el del amor. Cumplida quedará entonces la profecía de Isaías cuando dijo: las lenguas se desatarán porque lenguas de fuego vendrán a desatarlas.

Manifestad mi caridad, hablad de mi Obra, no os detengáis ante el sacrificio. Haced uso de vuestras armas de amor, caridad, nobleza y templanza y si os enfrentáis con fe y valor a la lucha, no tardaréis en obtener la victoria. Mas analizad mi palabra, para que no sintáis que mi Doctrina os obliga a cumplir, porque Yo sólo os invito a escucharme y una vez que me hayáis comprendido, que se levante a cumplir aquel que lo haga por amor, por convicción, por voluntad propia; mi deber de Padre es mostrar siempre el camino de salvación a mis hijos.

Ved, amados míos, cómo en esta enseñanza sencilla tenéis la forma de conocer y comprender la caridad de vuestro Padre. Yo también vengo a buscar la sencillez y pureza de vuestro corazón para manifestarme a vosotros en plenitud.

Ahora que es el tiempo de mi comunicación, me estoy manifestando en todos los portavoces, dando por su conducto órdenes y enseñanzas. ¿Quién puede atreverse a negar que Yo me comunique por éste o por aquél? ¿Quién es aquel que conoce de verdad mi esencia? Amaos y respetaos unos a otros, para que vuestra obra tenga mérito en los cielos. Es también mi voluntad que mi palabra sea impresa para que la conozcan las generaciones venideras.

Para que vosotros seáis reconocidos por vuestros hermanos, tenéis que procurar que vuestros actos los guíe siempre el amor. Sed sensibles al dolor ajeno, apartad con la potestad que os he dado, las malas influencias que perturben la salud de vuestros hermanos y seréis conocidos por ellos como hombres de poder espiritual. Oíd mi parábola.

P A R A B O L A .

"Iba por un camino un anciano avanzando lenta y trabajosamente. Pronto fue alcanzado por dos jóvenes que alegremente marchaban por el mismo sendero, los cuales le dijeron: Buen anciano ¿Aún está muy lejos vuestra meta? A lo que el anciano contéstoles: La meta está distante, aún es largo el camino y hay que andarlo despacio para no desfallecer. Creo, aunque estoy cansado, llegar con el último esfuerzo.

Aquellos jóvenes, después de escucharlo, continuaron rápidamente su jornada, olvidando las palabras del anciano y juzgando irónicamente el optimismo de aquel viejo caminante que esperaba llegar al final del camino, cuando, según ellos, estaba próximo a caer.

El anciano siguió caminado y aquellos mancebos que tan pronto se habían alejado de él, fueron sorprendidos luego por la sed, el hambre y la fatiga, cayendo al fin vencidos por el cansancio. Dormían profundamente cuando fueron alcanzados por el anciano, quien despertándoles dulcemente les dijo: Mancebos, que en vuestra juventud habéis sentido cansancio, no toméis con paso vertiginoso este camino que es tan largo, vayamos paso a paso y os aseguro que llegaremos. Pero aquellos despertando, contestaron: Dejadnos que hemos agotado el último esfuerzo y no podemos continuar, vos tenéis báculo y podéis seguir, nosotros no lo tenemos.

El anciano, incomprendido, al contemplarlos así, les ofreció un trozo de pan con lo cual los reanimó, acercó un poco de agua a sus labios y les calmó la sed. Los ayudó a levantarse, les acompañó en la jornada y encendió su fe hasta hacerlos llegar por fin a la meta".

Analizad y estudiad, discípulos amados, porque tendréis que ser guías de la humanidad.


¡Te perdono y te bendigo en mi nombre que Soy el Padre, El Hijo, el Espíritu Santo, Mi paz sea con vosotros Pueblo Bendito de Israel!

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