Os parecen nuevas muchas de las lecciones que en
este tiempo os doy porque permanecían olvidadas por vosotros, mas este es el
tiempo en que Yo os las vuelva a mostrar. Tengo preparada para vosotros una
gran campiña en la cual os invito a que vengáis a sembrar la simiente de
eternidad que es la que os estoy entregando.
Vengo a preparar a mis nuevos discípulos, los
cuales llegarán a alcanzar, mediante su fe y su caridad, potestad sobre las
enfermedades del cuerpo y del espíritu, potestad sobre los elementos y también
sobre el mundo espiritual.
Comprended que ya no son los tiempos de la
ignorancia; ahora vivís en los tiempos de la comprensión y de las grandes
prácticas de mi enseñanza. ¿Imagináis hasta donde habríais ya llegado, si desde
los primeros tiempos, hubieseis practicado mis lecciones y obedeciendo mis
mandatos? Pero por largo tiempo habéis dormido y también por largo tiempo os
habéis entregado a satisfacer a la materia con los placeres y todo esto os ha estacionado
en el camino de la evolución espiritual. Por eso, ahora que he llegado ante
vosotros, con mi nueva lección espiritual, ésta os parece extraña y fuera de
vuestra manera de pensar, de sentir y de vivir. Pero os basta meditar en una de
mis cátedras para que reconozcáis la verdad de mi palabra, entonces veis que no
es extraña mi Doctrina, sino que más bien, la que es extraña es vuestra manera
de vivir.
Venid a mi campiña, que Yo aquí os recordaré
todo lo que habíais olvidado. Borraré todo aquello que no debéis conservar como
simiente espiritual y os mostraré todo lo que hasta ahora no habéis visto. De
un solo paso, os haré salir del estancamiento en que estabais sumergidos para
haceros penetrar en una nueva vida, en aquella que debíais haber vivido desde
un principio.
¿Veis cuán humilde es esta palabra que florece
en los labios de los portavoces? Pues de cierto os digo, que ella, en su
sencillez y en su pobreza de forma, llevará a los hombres a la comprensión de
la sabiduría que por medio de las ciencias y con la ayuda de las teologías, no
habían llegado a comprender.
Los buenos discípulos, los perseverantes, los
fieles, serán los grandes analizadores de esta Doctrina. Ellos también serán
humildes, pero a pesar de su sencillez asombrarán a sus hermanos con la luz de
la palabra.
Mi pueblo no deberá hablar tan sólo con sus
labios, sino que predicará mis enseñanzas con sus obras, enseñando cómo se
cumple y se respeta mi Ley, sabrá dar sin egoísmo, cuanto de su Señor haya
recibido, mostrará su celo, por la verdad y la pureza del tesoro que se le ha
confiado.
Enseñad a vuestros hermanos, con buenas acciones
puras y elevadas. Pensad que desde aquí debéis de ir purificando vuestro
espíritu, para que cuando pase a otra morada, sea digno de estar en ella y no
se turbe, ni se pierda.
Tenéis la fuerza necesaria para ir apartando de
vuestro camino todo lo que os obstruya el paso, ya sabéis que el arma que todo
lo vence es el amor. Muy grande será el gozo de aquel que salga triunfante en
esa lucha humana, y se presente como el soldado victorioso después de haber
ganado esa batalla.
Recordad que soy Yo, quien os ha dado las armas
y que no me he concretado a sólo eso, sino que también os he enseñado a combatir
para ganar las batallas.
¿Qué tenéis entonces que buscar por otros
caminos, cuando todo os lo estoy dando por el camino de la verdad?
He venido a abrir el entendimiento de los
torpes para que puedan recrearse con la interpretación de mi palabra. He venido
a abrir los ojos de los ciegos a la luz de la verdad, para que se purifiquen de
sus pecados al sentirse amados de su Señor.
¿No se os profetizó desde los primeros tiempos,
que llegaría el día en que todo ojo contemplaría a su Padre? Pues el que esté
limpio me verá y ese será su premio y aquel que lleve mancha en su corazón,
también me verá y esa será su salvación. El que abre sus ojos delante de mi
luz, penetra en el misterio y conoce el por qué. Sabe el principio y el fin.
Ese tendrá que caminar con firmeza en el futuro.
Interpretad justamente mi enseñanza, no penséis
que mi Espíritu pueda gozar viendo vuestros sufrimientos en la Tierra, o que Yo
venga a privaros de todo lo que os es grato, para gozarme con ello. Yo vengo a
haceros reconocer y respetar mis leyes, porque son dignas de vuestro respeto y
de vuestro acatamiento y porque obedecerlas, os traerá la felicidad.
Os enseñé a dar a Dios lo que es de Dios y al
César lo que es del César, mas para los hombres de hoy sólo existe el César y a
su Señor nada tiene que ofrecerle. Y si al menos le dieseis al mundo lo justo,
vuestras penas serían menores; pero el César que habéis puesto delante de
vuestras acciones, os ha dictado leyes absurdas, os ha convertido en esclavos y
os quita la vida sin daros nada en compensación.
Estudiad cuán distinta es mi Ley, que no ata al
cuerpo ni al espíritu; sólo os persuade con amor y os guía con dulzura; todo os
lo da sin interés y egoísmo y todo lo premia y os lo compensa a lo largo del
camino.
Comprended, discípulos, estudiad mis lecciones
para que sepáis que quiero formar con vosotros un pueblo en el cual el Padre
deposite su confianza, porque estará preparado para desempeñar grandes
misiones. Un pueblo que no se amedrente al primer toque de alarma, un pueblo
que sepa ir al encuentro de aquel que se dice su enemigo y que lo sepa
perdonar, amar e instruir.
Así quiero que estéis preparados para el día de
mi partida. Todos sabéis que 1950 es la fecha señalada por mi voluntad, para
dejar de comunicarme por el entendimiento del portavoz y como mi palabra
siempre se cumple, ese día cerraré mi comunicación, que marcó para vosotros el
principio de la Tercera Era.
No intentaréis cambiar esa fecha, ni trataréis
por ningún medio de retener la manifestación de mi palabra bajo esa forma, ni
la del mundo espiritual. Desde ahora os digo, que quienes lo hicieran no
estarán ya iluminados por la luz del Maestro.
Más ¿Por qué habríais de caer en tal
profanación, cuando Yo os he anunciado y os he prometido, que después de este
tiempo, os comunicaréis Conmigo de espíritu a Espíritu, aun cuando no hayáis
sido pedestales?
También os digo que aquellos a quienes he
llamado y donado como profetas de este tiempo, tienen la misión de prevenir a
las multitudes, de no dejarlas dormir. A ellos les revelaré grandes lecciones
para que os ayuden a no caer en tentación.
Os estoy hablando con suma claridad, aun usando
el sentido figurado, porque sé que así podréis entenderme mejor. En el Segundo
Tiempo, cuando hablaba a las multitudes, muchas veces lo hice por medio de
parábolas para que me comprendieran, mas cuando sólo me dirigía a mis
discípulos, lo hacía con lenguaje sencillo, pero profundo en su enseñanza.
Por eso, entended que cuando hablo por medio de
parábolas y empleo el sentido figurado, es para que los postreros, los torpes
de entendimiento o los que aún tienen poco evolucionado su espíritu, alcancen a
comprender todo el significado de mi enseñanza; cuando os hago revelaciones sin
emplear el sentido figurado, están dirigidas para aquellos cuyo desarrollo y
conocimiento de las lecciones espirituales, les permite entender mejor.
En vano dirán muchos hombres que esta Doctrina
es nueva, o que no tiene relación con las revelaciones divinas que os hicieron
en tiempos pasados. Yo os aseguro que cuanto os he dicho en este tiempo por
conducto del entendimiento humano, tiene sus raíces y sus cimientos en lo que
ya se os había profetizado en el Primero y Segundo Tiempos.
Mas la confusión de que os hablo vendrá porque
los que han interpretado aquellas revelaciones, han impuesto a la humanidad sus
análisis y éstos han sido en parte acertados y en parte erróneos. También será
porque aquella luz espiritual de mis enseñanzas, fue ocultada a los hombres y a
veces se les ha dado a conocer adulterada. Por eso ahora que ha llegado el
tiempo en que mi luz ha venido a sacaros de las tinieblas de vuestra
ignorancia, muchos hombres han negado que ésta pueda ser la luz de la verdad,
ya que no concuerda, según su criterio, con lo que antes os había enseñado.
Os aseguro que ninguna de mis palabras se
perderá y que los hombres de este tiempo, llegarán a saber qué fue lo que os
dije en los tiempos pasados. Entonces dirá el mundo cuando conozca el
Espiritualismo: en realidad, ya todo lo había dicho Jesús.
Efectivamente: todo lo dije ya, aun cuando de
muchas de las verdades reveladas, sólo os manifesté el principio de ellas; os
las dejé para que empezaseis a entenderlas, porque en aquel tiempo aún no
estaba capacitada la humanidad para comprender todo lo que ahora he venido a
mostraros en plenitud.
Cierta ocasión se encontraba Jesús con un
hombre que era entendido en Ley y el Maestro contestando a las preguntas de
aquél, le hizo una revelación. Entonces el hombre, asombrado ante lo que nunca
había imaginado, dijo a Jesús: Señor, ¿Pero cómo puede ser esto? A lo que el
Divino Maestro respondió: ¿Si no podéis creer en las cosas terrenas que os
digo, como llegaréis a creer en las lecciones celestiales? Mas ya es tiempo de
que me entendáis, porque el espíritu evolucionado del hombre, puede recibir
aquella luz intensa de la Divinidad que todo lo revela, lo descubre y lo
explica y a lo cual llamáis la luz del Espíritu Santo o sea el Espíritu de
Verdad.
No temáis, pueblo amado, que la enseñanza que
os he traído en este tiempo, será para vosotros el pan de la vida eterna.
También ahora tan sólo os estoy dejando
entrever las enseñanzas que mañana comprenderéis plenamente, porque ahora no
las comprenderíais, ni las creerías muchos de vosotros. Con esto os quiero
decir que no habéis alcanzado aun la meta, la cima del conocimiento espiritual,
ni mis enseñanzas divinas han alcanzado su límite.
Sed eternamente mis discípulos, sed siempre
celosos de mi palabra la cual nunca trataréis de cambiar. Mi Ley y mi Doctrina
jamás se contradicen. En lo divino todo es orden, armonía y perfección, de la
cual os podéis convencer por la naturaleza material que os envuelve.
En el Segundo Tiempo nadie podía resistir la
fuerza divina que emanaba de la palabra de Jesús. Quien la oía quedaba al punto
convencido, subyugado y persuadido. Lo mismo el pecador que el orgulloso, el
pobre que el rico, el fariseo y el escriba, el representante de Dios, que el
representante del César; todos los que lo creyeron sintieron que su espíritu se
estremecía ante la presencia divina del Hijo de Dios.
Es que la palabra de Jesús era tan solo la
explicación de sus obras, porque el testimonio de su existencia, estaba
contenido en las palabras de su Doctrina.
De la misma manera enseñó Jesús a sus
discípulos, haciéndoles ver que para que su palabra pudiera ser creída, era
menester que la acompañara con el ejemplo de sus buenas obras.
También la palabra de Dios, en los labios de
aquellos discípulos hacía estremecer a los que la escucharon, porque de sus
ojos irradiaba la luz y de sus palabras brotaban verdades a las cuales no se
les podía oponer negación alguna. Ellos también enseñaron con sus ejemplos,
predicaron con sus obras y las sellaron con su sangre al igual que su Maestro,
con su muerte confirmaron la verdad de la palabra con la que hablaron al mundo.
Por eso conquistaron el corazón de los pueblos y de las naciones adonde
llevaron la simiente de la verdad y del amor.
Las multitudes, aun siendo gentiles y paganas,
se rendían ante la verdad y la pureza de mi Doctrina, practicada y predicada
también con pureza y verdad.
Todo aquel que ha tenido la dicha de recibir en
su corazón mi palabra en su original pureza, ese, ya nunca se ha desviado del
camino; mas ¡Ay de los que la han recibido mezclada con las impurezas humanas!
Esos, cuando han llegado a descubrir aquella imperfección, le han vuelto la
espalda y se han mofado de lo que antes tuvieron por verdad absoluta.
Mirad a esos grandes pueblos de la Tierra,
dominados por el egoísmo que es la negación de mi Doctrina, miradlos hundidos
en el materialismo, viviendo tan sólo para el mundo y desoyendo todo llamado
espiritual. Os digo que también ellos conocieron mi enseñanza; pero faltó que
quienes entregaron mi simiente hubieran dado testimonio de aquella verdad, con
su vida y con el ejemplo de sus obras, como lo hicieron aquellos discípulos del
Señor y también algunos otros que les imitaron después, entregando con su vida
la verdad de la Doctrina.
¿Cómo es posible, os preguntáis algunas veces,
que habiendo sido sembrado este mundo con la palabra del Redentor y regado con
su sangre y la de los que le siguieron, haya hombres y pueblos que no conserven
algo de aquella enseñanza?
A lo cual Yo os digo que en estos tiempos han
faltado apóstoles de la verdad, que demuestren con sus obras de amor los
errores de los hombres y prueben la verdad contenida en la enseñanza divina.
De la práctica de mi Doctrina, que sólo os
enseña el amor, la caridad, el respeto, la justicia y la paz, se pasó al culto
idólatra, al materialismo, al fanatismo religioso, a la profanación, y la
humanidad al sentir en todo ello un alejamiento de la verdad, buscó su
liberación.
Hoy, no solo se han alejado muchos del
cumplimiento de mi Doctrina, sino que la han atacado y están tratando de borrar
del corazón de los hombres hasta los últimos restos de ella. No saben que Yo
estoy dispuesto a sorprenderlos utilizando aquella palabra a la que nadie puede
resistir, con aquella voz que hacía temblar a reyes y señores y que hizo caer tronos
e imperios. Mas es menester que antes quede arrancada de raíz toda planta que
no hay sido sembrada por Mí, para que mi semilla divina vuelva a caer en
tierras preparadas.
Discípulos: id al fondo de toda esta lección
para que seáis de los que veléis y oréis en los tiempos de prueba.
Nada perturba en este instante vuestra paz.
Nada altera el recogimiento con que habéis logrado vuestra elevación.
Siempre que recibáis al Maestro en esta forma,
sentiréis cómo se disipan las tristezas que a veces llenan de niebla vuestro
corazón.
Grande es mi caridad, porque también grandes
son vuestros sufrimientos, pero no digáis que los tiempos han cambiado y que
ellos os han traído el dolor, porque los tiempos no cambian, son los hombres
los que se modifican.
Se ha transformado vuestra vida a causa de la
ciencia, de las nuevas leyes, ideas y costumbres. Si vuestro espíritu se
sujetara siempre a la espiritualidad, no sufriría la contaminación del
materialismo que le rodea, pero él muchas veces se deja arrastrar por las
influencias del mundo y en la culminación del materialismo viene a vosotros mi
divina luz que os pregunta: ¿Qué cambios habéis observado en la Naturaleza que
os rodea? Ninguno, pero id más allá de las formas materiales y veréis la
evolución espiritual y mental de la humanidad.
Es densa la oscuridad que os envuelve, y el
espíritu necesita libertad; esa libertad viene a dársela mi palabra que hará el
prodigio de que el espíritu se reconcilie con la materia al comprender que
ambos están unidos por una sola Ley. Entonces obrarán materia y espíritu de
acuerdo con la conciencia, la que os revelará quiénes sois y a donde vais.
Vuestras obras nacerán de acuerdo con vuestro
modo de pensar y si el pensamiento se ilumina con la inspiración del espíritu y
éste escucha la voz de la conciencia, vuestras obras serán perfectas, ya que el
espíritu es perfecto en cuanto a su procedencia.
Siempre os diré: tomad de las satisfacciones
que vuestro mundo os pueda proporcionar, pero tomadlas bajo mi Ley, y seréis
perfectos.
Oís con frecuencia el reclamo de la conciencia
y es porque no habéis armonizado materia y espíritu, con la Ley dada por Mí.
Muchas veces seguís pecando porque creéis que
no tenéis perdón; creencia ignorante, porque mi corazón es una puerta
eternamente abierta para el arrepentido.
¿Acaso no vive dentro de vosotros la esperanza
que os anima para aguardar un mañana mejor? No os dejéis invadir por la
melancolía y la desesperación, pensad en mi amor que siempre es con vosotros.
Buscad en Mí la respuesta a vuestras dudas, y pronto os sentiréis iluminados
por una nueva revelación, la luz de la fe y de la esperanza se encenderán muy
dentro de vuestro espíritu. Entonces seréis baluarte de los débiles.
Años de hambre se acercan, mas si os amáis como
hermanos, se obrará nuevamente el milagro del Primer Tiempo y el maná
descenderá sobre vosotros.
Yo he venido a desatar la lengua de los hombres
en este tiempo, para que me reconozcan por un solo idioma: el espiritual, el
del amor. Cumplida quedará entonces la profecía de Isaías cuando dijo: las
lenguas se desatarán porque lenguas de fuego vendrán a desatarlas.
Manifestad mi caridad, hablad de mi Obra, no os
detengáis ante el sacrificio. Haced uso de vuestras armas de amor, caridad,
nobleza y templanza y si os enfrentáis con fe y valor a la lucha, no tardaréis
en obtener la victoria. Mas analizad mi palabra, para que no sintáis que mi
Doctrina os obliga a cumplir, porque Yo sólo os invito a escucharme y una vez
que me hayáis comprendido, que se levante a cumplir aquel que lo haga por amor,
por convicción, por voluntad propia; mi deber de Padre es mostrar siempre el
camino de salvación a mis hijos.
Ved, amados míos, cómo en esta enseñanza
sencilla tenéis la forma de conocer y comprender la caridad de vuestro Padre.
Yo también vengo a buscar la sencillez y pureza de vuestro corazón para
manifestarme a vosotros en plenitud.
Ahora que es el tiempo de mi comunicación, me
estoy manifestando en todos los portavoces, dando por su conducto órdenes y
enseñanzas. ¿Quién puede atreverse a negar que Yo me comunique por éste o por
aquél? ¿Quién es aquel que conoce de verdad mi esencia? Amaos y respetaos unos
a otros, para que vuestra obra tenga mérito en los cielos. Es también mi
voluntad que mi palabra sea impresa para que la conozcan las generaciones
venideras.
Para que vosotros seáis reconocidos por
vuestros hermanos, tenéis que procurar que vuestros actos los guíe siempre el
amor. Sed sensibles al dolor ajeno, apartad con la potestad que os he dado, las
malas influencias que perturben la salud de vuestros hermanos y seréis
conocidos por ellos como hombres de poder espiritual. Oíd mi parábola.
P A R A B O L A .
"Iba por un camino un anciano avanzando
lenta y trabajosamente. Pronto fue alcanzado por dos jóvenes que alegremente
marchaban por el mismo sendero, los cuales le dijeron: Buen anciano ¿Aún está
muy lejos vuestra meta? A lo que el anciano contéstoles: La meta está distante,
aún es largo el camino y hay que andarlo despacio para no desfallecer. Creo,
aunque estoy cansado, llegar con el último esfuerzo.
Aquellos jóvenes, después de escucharlo,
continuaron rápidamente su jornada, olvidando las palabras del anciano y
juzgando irónicamente el optimismo de aquel viejo caminante que esperaba llegar
al final del camino, cuando, según ellos, estaba próximo a caer.
El
anciano siguió caminado y aquellos mancebos que tan pronto se habían alejado de
él, fueron sorprendidos luego por la sed, el hambre y la fatiga, cayendo al fin
vencidos por el cansancio. Dormían profundamente cuando fueron alcanzados por
el anciano, quien despertándoles dulcemente les dijo: Mancebos, que en vuestra
juventud habéis sentido cansancio, no toméis con paso vertiginoso este camino
que es tan largo, vayamos paso a paso y os aseguro que llegaremos. Pero
aquellos despertando, contestaron: Dejadnos que hemos agotado el último
esfuerzo y no podemos continuar, vos tenéis báculo y podéis seguir, nosotros no
lo tenemos.
El anciano, incomprendido, al contemplarlos
así, les ofreció un trozo de pan con lo cual los reanimó, acercó un poco de
agua a sus labios y les calmó la sed. Los ayudó a levantarse, les acompañó en
la jornada y encendió su fe hasta hacerlos llegar por fin a la meta".
Analizad y estudiad, discípulos amados, porque
tendréis que ser guías de la humanidad.
¡Te perdono y te bendigo en mi nombre que Soy el Padre, El Hijo, el Espíritu Santo, Mi paz sea con vosotros Pueblo Bendito de Israel!
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