La luz de mi Espíritu os ilumina en esta alba de
gracia.
Mi enseñanza y ejemplos del Segundo Tiempo, no
han sido comprendidos por la humanidad, por que en vez de amor de los unos para
los otros, encuentro división entre los pueblos y pugna entre las distintas
doctrinas, sectas y religiones. Yo vine a daros un ejemplo de humildad, desde
mi cuna, hasta que expiré entre vosotros, sobre una cruz. Mi vida, mis ejemplos
y enseñanzas y mi sacrificio, no han sido imitados por los hombres.
Aquella página del libro de Dios, fue una
enseñanza para todos los tiempos; en ella dejé todo cuanto en aquel tiempo
tenía que deciros, nada podía olvidar. Os anuncié que volvería entre vosotros,
y aquí me tenéis, cumpliendo mi promesa. Mas contemplo a vuestro mundo turbado,
a los hombres tratando de cambiar la faz del planeta con sus creencias y
doctrinas; pero hoy vengo lleno de amor para deciros: Si no habéis comprendido
las enseñanzas del Segundo Tiempo, heme aquí para ayudaros con mi palabra a
comprenderlas.
Oíd: cierta vez se acercó Jesús a la ribera del
Jordán y ahí encontró a Juan, el Bautista, enseñando a sus discípulos,
anunciándoles la venida del Reino de los Cielos. El precursor del Segundo
Tiempo, al contemplar la luz de su mirada, la serenidad de su faz y la majestad
divina que Jesús irradiaba, reconoció al Mesías y ante El se inclinó. Juan, que
se encontraba preparando a sus discípulos y había oído hablar de la Doctrina
que venía enseñando Jesús, había les dicho: "El Reino se acerca a los
hombres", y cuando se encontró frente al Redentor, al instante lo
reconoció y exclamó: "Helo ahí, ese es Aquél de quien no soy digno de atar
las correas de sus sandalias".
Mas como Juan era mi profeta y mi siervo, sus enseñanzas
fueron unidas a las mías y sus discípulos también lo fueron míos.
En otra ocasión, encontraba sé Jesús en las
cercanías de una aldea, envió a sus discípulos a que buscasen víveres para
alimentarse, y ellos al regresar, encontraron a los discípulos de Juan
predicando; entonces, llegando ante el Maestro le dijeron: "Señor, Señor,
hemos encontrado a unos hombres que predicaban una doctrina y hacen prodigios.
¿Está esto dentro de tu ley?" Jesús les dijo: ¿Por qué os escandalizáis?
Todo aquel que practica la caridad está dentro de la Ley.
Hoy os digo esto, discípulos del Tercer Tiempo,
para que no juzguéis fuera de mi ley a quienes encontréis en vuestro camino,
sembrando amor, caridad y luz, sea cual fuera el nombre de la doctrina que
practican.
En aquel tiempo no fui reconocido por todos como
el Sembrador Divino; para muchos fui tan sólo un galileo que predicó sobre la
Tierra. Sólo aquellos que encontraron en la palabra de Jesús la voz de la
Divinidad, lo reconocieron como Hijo del Altísimo.
El que hoy se manifiesta entre vosotros, es el
mismo que os habló en el Segundo Tiempo, mas lo que contemplaron entonces los
hombres, no es ahora lo mismo; aquel Maestro, de frente serena, de apacible
mirada y dulce palabra, viene hoy en espíritu y os habla por conducto del
hombre.
El que quiera sentirme y contemplarme bajo esta
forma de comunicación, haga que penetren en calma su mente y su corazón.
Muchos habéis perdido la tranquilidad, mas al
contemplar la paz y confianza de vuestros hermanos, os habéis refugiado en
ellos, en su fe y en su esperanza, deseando alcanzar el puerto de salvación.
Así os ayudaréis los unos a los otros.
Yo formaré en este tiempo un pueblo que sea
celoso de mi Ley, amante de la verdad y de la caridad. Ese pueblo será como un
espejo en el cual los demás podrán ver reflejados los errores en que hayan
incurrido. No será el juez de nadie, pero sus virtudes, obras y cumplimiento
irán tocando al espíritu de todos los que se crucen en su camino, e irán
señalándoles sus errores a todos los que falten a mi Ley.
Cuando este pueblo sea fuerte y numeroso,
atraerá sobre sí la atención de sus semejantes, porque la limpidez de sus obras
y la sinceridad de su culto tendrán que sorprender a la humanidad; entonces se
preguntarán los hombres: ¿Quiénes son éstos que sin tener templos saben orar de
tal manera? ¿Quién ha enseñado a estas multitudes a orar, adorando a su Dios,
sin que sientan la necesidad de elevar altares para su culto? ¿De dónde han
salido estos caminantes y misioneros que a semejanza de las aves no siembran,
ni cosechan, ni hilan y sin embargo subsisten?
Y Yo les diré: este pueblo pobre y humilde,
pero celoso de mi Ley y fuerte contra las pasiones del mundo, no ha sido
preparado por hombre alguno. Estas multitudes que gozan haciendo el bien, a las
que ilumina la inspiración y saben llevar a los corazones el mansaje de paz y
la gota de bálsamo, no han sido enseñadas por maestros o ministros de ningún
culto de la Tierra, porque de cierto os digo que, en este tiempo no existe un
solo hombre en vuestro mundo, que sepa o que pudiera enseñar el culto de Dios,
bajo la verdadera espiritualidad. No es en el esplendor de los ritos o de las
ceremonias, ni en la riqueza o en el poder terrenal donde radica la verdad que
por ser humilde, busca como templo a los corazones limpios, nobles, sinceros,
amantes de lo puro. ¿En dónde están esos corazones?
Cristiana se nombra una gran parte de esta
humanidad, sin saber siquiera lo que significa la palabra Cristo, ni conocer su
Doctrina.
¿Qué hicisteis de mi palabra, de mis ejemplos,
de mi Doctrina que os di en aquel tiempo?
¿Sois actualmente hombres más evolucionados que
los de aquella era? ¿Por qué no lo demostráis con las obras de vuestro
espíritu? ¿Acaso creéis que esta vida es eterna o acaso pensáis que sólo debéis
de evolucionar por la ciencia humana?
Yo vine a enseñaros el verdadero cumplimiento
de la Ley, a fin de que convirtieseis este mundo en un gran templo donde se
adorase al verdadero Dios, donde la vida del hombre fuese una constante ofrenda
de amor a su Padre, al que debiera amar en cada uno de sus semejantes rindiendo
así tributo a su Creador y Maestro.
Y ahora que he vuelto a los hombres ¿Qué es lo
que encuentro? La mentira y el egoísmo han sustituido a la verdad y a la
caridad; la soberbia y la vanidad, en vez de la mansedumbre y humildad; la
idolatría, el fanatismo y la ignorancia, en vez de la luz, la elevación y la espiritualidad;
el lucro y la profanación, donde sólo debería existir el celo y la rectitud; el
odio y la guerra desatada entre hermanos han sustituido a la fraternidad, la
paz y el amor.
Mas Yo llegaré a mi templo para arrojar de allí
a los mercaderes como lo hice en el Segundo Tiempo en el templo de Jerusalén y
les diré una vez más: "No hagáis de la casa de oración una casa de
mercado". Enseñaré a los hombres para que cada uno sepa oficiar delante
del verdadero altar, para que ya no se confundan más, ni se pierdan en la
ignorancia, debido a las malas interpretaciones que dan a mi Ley.
El Maestro os dice: el ministro es el espíritu,
siendo el altar el corazón, la oración es el pensamiento elevado, y la ofrenda,
son las buenas obras que podáis presentar.
Cuando sintáis que la caridad y el amor hacia
vuestros hermanos forman vuestra verdadera vida, ¿Cómo no ha de comprender el
mundo que el corazón no es tan sólo un órgano insensible y que el espíritu es
más que la materia? ¿Cómo no ha de comprender que la inspiración, es más
valiosa que las imágenes que el hombre ha forjado para representar lo divino, y
que las buenas acciones con las que deis testimonio de mi Ley, son más
meritorias que los más valiosos bienes terrenales?
De cierto os digo que si queréis salvar vuestra
fe y así evitar que vuestro espíritu zozobre en esta tempestad, debéis de
construir espiritualmente vuestro templo. Dejad que mi Reino descienda a
vuestro corazón, contra su luz nadie puede luchar. Veréis entonces cuando pase
el torbellino, cómo se levantará invisible, pero fuerte y grande, el templo
indestructible, cuyos cimientos estarán en vuestro corazón.
Contemplad cómo en este instante se ilumina el
mundo con la luz diáfana que irradia de mi Espíritu. La luz os ayuda en vuestro
progreso y comprensión y con ella lográis la paz.
La luz y el amor nacen del corazón, la paz está
en el espíritu como un reflejo de la eternidad.
Mi palabra es dulce, mas no os hastiéis de
ella, porque encontraré vacíos vuestros corazones recreándose sólo en los goces
materiales. Por eso vengo con frecuencia a vosotros, para hacer que vuestro
corazón palpite con un ritmo distinto al ponerse en contacto con lo divino,
porque siempre os perdéis del sendero de vuestro cumplimiento.
¿Por qué han existido y existen hombres que
habiendo llegado a conocer la ciencia humana con el uso de las facultades que
el Creador les concedió, la usan para combatir y desconocer la ciencia divina?
Porque su vanidad no les permite penetrar con humildad y respeto en el arcano
del Señor y buscan su meta y su trono en este mundo.
De entre los pecadores seleccionaré a los que
en este tiempo me han de servir; mi potencia vibrará en ellos y les
transformaré con mi gracia.
Reconciliaos con vuestra conciencia para que
seáis perdonados por ella, porque mientras creáis estar en preparación y no
escuchéis la voz interior que os señala vuestros errores, no podrá existir
comunicación Conmigo ni podrá desaparecer absolutamente la idolatría.
En este tiempo os hablo como Padre y como Juez,
mas no temáis, que también en lo divino existe el amor y la ternura de una
Madre a quien llamáis María.
Amados hijos míos: sentid amor hacia Ella. Yo
escucho la plegaria que brota de vuestro espíritu para ensalzarla, porque
sabéis que vuestros labios son torpes para hacerlo, porque los consideráis
impuros y preferís cerrarlos.
Más Yo os pregunto: ¿Habrá alguien que no haya
recibido una caricia de la Madre Celestial? En verdad os digo que todos,
absolutamente todos, alcanzáis de su amor.
Ved a los que ayer se hallaban perdidos, ahora
se encuentran escalando las alturas de la montaña; hoy podréis estar entre la
escoria y pronto, mediante mi gracia y vuestros méritos de paciencia y caridad
en este tiempo de crisol espiritual, harán que también os elevéis por sobre
toda miseria; no olvidéis que el dolor es el artífice del espíritu.
El espíritu y la envoltura, van formando un ser
armonioso, consciente de sus deberes espirituales y humanos. Habéis sido
testigos de la evolución de las doctrinas y en vuestra meditación habéis
llegado a comprender quién es el Creador de toda la belleza de vuestro mundo,
porque ya no existe niebla en vuestra mente.
Vivís en paz porque procuráis estar en armonía
con vuestro Dios y la paz es tesoro para el espíritu en este mundo, se
experimenta después de haber cumplido todos los deberes para con el Padre.
Procurad vivir experimentando siempre esa
satisfacción para que en el momento de vuestra elevación de este valle hacia el
otro, no se lleve vuestro espíritu ninguna preocupación terrestre, ni dolor por
falta de cumplimiento.
No podéis cansaros de hacer el bien, ya que os
lo estáis haciendo a vosotros mismos. Hablad de mi enseñanza con amor y mi
palabra florecerá en los corazones.
Os estoy preparando y llenando de sabiduría
porque ya os he dicho que después de 1950, ya no escucharéis mi palabra por el
entendimiento humano, y el que no aproveche mis lecciones, sentirá vacío su
corazón y vagará como muerto. ¿Por qué como muerto? porque espiritualmente y
moralmente se sentirá decaído y en sus pruebas no encontrará fuerza para
sobreponerse y percibir mi caricia divina.
Después de 1950, seguiré manifestándome por la
inspiración de cada uno de vosotros. Si sabéis preparaos, Yo haré prodigios.
Sólo os pido que vuestra fe, sea al menos del tamaño del grano de la mostaza y
veréis mi palabra cumplida.
Hablad y entregad la caridad sin temor a ser
censurados, es menester que tendáis vuestra mano a vuestros semejantes, sin
distinción, porque no sabéis quiénes son los que interiormente sufran más.
Veréis muchas veces cómo vuestros hermanos al escucharos, se alegrarán y os
darán palpables muestras de gratitud.
Invitadlos incansablemente al camino del bien y
ya en él muchos dolores se apartarán de ellos.
Sobre la Nueva Jerusalén descenderá el maná.
Yo haré que entre vosotros exista la libertad
de credo y de palabra y que haya justicia, para que al penetrar entre vosotros
hombres de otras nacionalidades, a su regreso lleven en su corazón un presente
de amor y encendido un ideal de fraternidad y justicia.
Después de 1950, la humanidad espera la paz
verdadera, mas Yo os digo: es menester que la hoz exterminadora prosiga segando
la mala hierba, hasta que los campos queden limpios y pueda brillar la espiga
del trigo.
Veréis partir de este mundo, mandatarios
notables que son obstáculos para la paz, y las naciones que se opusieran a la
justicia divina, desaparecerán para dejar lugar a nuevos pueblos que ahí mismo
surgirán.
Orad, para que depositéis ya vuestra simiente
de paz; unificaos como un solo corazón y un solo pensamiento y sentiréis muy
cercana mi presencia.
Así como se repartió al pueblo de Israel la
Tierra Prometida, así se repartirá toda la Tierra a la humanidad. Esto sucederá
cuando el tiempo sea propicio, después de la depuración. Como es mi voluntad
que haga esa repartición, en ello habrá justicia y equidad, para que todos los
hombres puedan trabajar unidos en una misma obra.
Hoy los pueblos comen las migajas de la mesa de
los reyes y señores, mientras éstos se enriquecen acumulando el pan de sus
siervos y vasallos; pero siendo duros los mendrugos de los pobres, éstos no son
tan amargos como los manjares que comen los grandes.
Unos y otros son víctimas, por eso es menester
que Yo venga a libertaros, a romper vuestras cadenas, pero también es necesario
que la esclavitud y devastación provocada por las plagas vaya en aumento,
porque de otra manera los hombres no querrían seguir al que viene a salvaros.
¿Recordáis el cáliz que bebía Israel cuando en Egipto gemía en la esclavitud?
Fue necesario que surgiera Moisés para llevarle a la liberación. ¿Recordáis
también cuando el pueblo se encontraba en su misma patria cautivo y humillado,
y cómo se encontraban las demás naciones cuando apareció el Mesías en la Tierra
para enseñarles el camino de la salvación?
También en este tiempo será preciso que antes
de la liberación conozcan los hombres la estrechez, la miseria, la opresión, la
injusticia, el hambre, la sed, para que al fin se levanten deseando llegar a
encontrar otra vida que sea mejor.
Cuando esta humanidad se despoje de su
materialismo y comience a reconocer lo alejada que ha vivido de mi Ley, dirá
desde su corazón: Cuán necios y torpes hemos sido los hombres al entregarnos
voluntariamente a las pasiones, para luego ser esclavos de ellas. Ahí está el
monte desde el cual el Padre os ha mostrado su Ley, subid por el sendero que os
he señalado; la Tierra de Promisión se encuentra con sus puertas eternamente
abiertas en espera de las multitudes, a las cuales les está brindando paz y
bendiciones.
Cuando el hombre haya descendido al fondo del abismo y cansado de luchar y sufrir ya no tenga fuerzas ni para salvarse a sí mismo, verá maravillado cómo surge del fondo de su misma flaqueza, de su desesperación y desengaño, una fuerza desconocida que es la que emana del espíritu, el cual al darse cuenta de que ha llegado la hora de su liberación, batiendo las alas se levantará de los escombros de un mundo de vanidades, de egoísmo y de mentiras para decir: ahí está Jesús el repudiado, El vive, en vano le hemos querido matar a cada paso y en cada día; vive y viene para salvarnos y darnos todo su amor.
Esa será la hora en que el hombre reconozca que
para lograr la verdadera grandeza espiritual así como una vida elevada en la
Tierra, no existe otra Ley que la de Dios, ni más Doctrina que la que os dí en
la palabra de Cristo.
Analizad vuestros conflictos, estudiad los
problemas que os afligen, y luego poned en práctica mis mandamientos y mis
máximas, y veréis cómo en ellas puede encontrar la humanidad la solución de
todos los problemas que la afligen; mas como no os sentís capaces de llevar a
la práctica las palabras y los ejemplos que os diera el Divino Maestro, será
menester que el dolor que también es maestro, se acerque a vosotros para
persuadiros, de muchas verdades, para sensibilizaros y además para doblegaros.
Me preguntáis: ¿Por ventura vuestra palabra no
tiene el poder suficiente para persuadirnos de nuestros errores y salvarnos,
evitándonos tener que pasar por el crisol del dolor? Y Yo os digo: Mi palabra
tiene más fuerza de la que pudierais llegar a suponer, más si el que me
escuchase quedara transformado al instante, sin esfuerzo, tan sólo por el hecho
de haberla escuchado ¿Qué mérito tendría eso de vuestra parte?
Es necesario que aquel que la escucha, ponga
fe, voluntad, esfuerzo y amor. Entonces habrá un mérito grande, cuyo premio o
galardón será el de no sentir el dolor, porque ha tomado como arma mi Ley y mi
Doctrina.
Multitudes que me estáis escuchando: ¿No sentís
sobre vuestro espíritu la presencia de mi Ley? ¿No sentís que vuestro corazón
al escuchar mi palabra, palpita con una nueva vida?
Orad para que entendáis, y velad para que
llevéis a la práctica mis enseñanzas, porque en esta hora amarga y difícil para
la humanidad, tenéis grandes responsabilidades.
Si a pesar de las grandes vicisitudes que os
afligen no perdéis ese átomo de espiritualidad que habéis logrado alcanzar,
veréis realizarse en vuestro camino verdaderas maravillas y prodigios, con los
cuales vuestro Padre os irá alentando en la dura jornada.
¡Te perdono y te bendigo en mi nombre que Soy el Padre, El Hijo, el Espíritu Santo, Mi paz sea con vosotros Pueblo Bendito de Israel!
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