sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 154


La luz de mi Espíritu os ilumina en esta alba de gracia.

Mi enseñanza y ejemplos del Segundo Tiempo, no han sido comprendidos por la humanidad, por que en vez de amor de los unos para los otros, encuentro división entre los pueblos y pugna entre las distintas doctrinas, sectas y religiones. Yo vine a daros un ejemplo de humildad, desde mi cuna, hasta que expiré entre vosotros, sobre una cruz. Mi vida, mis ejemplos y enseñanzas y mi sacrificio, no han sido imitados por los hombres.

Aquella página del libro de Dios, fue una enseñanza para todos los tiempos; en ella dejé todo cuanto en aquel tiempo tenía que deciros, nada podía olvidar. Os anuncié que volvería entre vosotros, y aquí me tenéis, cumpliendo mi promesa. Mas contemplo a vuestro mundo turbado, a los hombres tratando de cambiar la faz del planeta con sus creencias y doctrinas; pero hoy vengo lleno de amor para deciros: Si no habéis comprendido las enseñanzas del Segundo Tiempo, heme aquí para ayudaros con mi palabra a comprenderlas.

Oíd: cierta vez se acercó Jesús a la ribera del Jordán y ahí encontró a Juan, el Bautista, enseñando a sus discípulos, anunciándoles la venida del Reino de los Cielos. El precursor del Segundo Tiempo, al contemplar la luz de su mirada, la serenidad de su faz y la majestad divina que Jesús irradiaba, reconoció al Mesías y ante El se inclinó. Juan, que se encontraba preparando a sus discípulos y había oído hablar de la Doctrina que venía enseñando Jesús, había les dicho: "El Reino se acerca a los hombres", y cuando se encontró frente al Redentor, al instante lo reconoció y exclamó: "Helo ahí, ese es Aquél de quien no soy digno de atar las correas de sus sandalias".

Mas como Juan era mi profeta y mi siervo, sus enseñanzas fueron unidas a las mías y sus discípulos también lo fueron míos.

En otra ocasión, encontraba sé Jesús en las cercanías de una aldea, envió a sus discípulos a que buscasen víveres para alimentarse, y ellos al regresar, encontraron a los discípulos de Juan predicando; entonces, llegando ante el Maestro le dijeron: "Señor, Señor, hemos encontrado a unos hombres que predicaban una doctrina y hacen prodigios. ¿Está esto dentro de tu ley?" Jesús les dijo: ¿Por qué os escandalizáis? Todo aquel que practica la caridad está dentro de la Ley.

Hoy os digo esto, discípulos del Tercer Tiempo, para que no juzguéis fuera de mi ley a quienes encontréis en vuestro camino, sembrando amor, caridad y luz, sea cual fuera el nombre de la doctrina que practican.

En aquel tiempo no fui reconocido por todos como el Sembrador Divino; para muchos fui tan sólo un galileo que predicó sobre la Tierra. Sólo aquellos que encontraron en la palabra de Jesús la voz de la Divinidad, lo reconocieron como Hijo del Altísimo.

El que hoy se manifiesta entre vosotros, es el mismo que os habló en el Segundo Tiempo, mas lo que contemplaron entonces los hombres, no es ahora lo mismo; aquel Maestro, de frente serena, de apacible mirada y dulce palabra, viene hoy en espíritu y os habla por conducto del hombre.

El que quiera sentirme y contemplarme bajo esta forma de comunicación, haga que penetren en calma su mente y su corazón.

Muchos habéis perdido la tranquilidad, mas al contemplar la paz y confianza de vuestros hermanos, os habéis refugiado en ellos, en su fe y en su esperanza, deseando alcanzar el puerto de salvación. Así os ayudaréis los unos a los otros.

Yo formaré en este tiempo un pueblo que sea celoso de mi Ley, amante de la verdad y de la caridad. Ese pueblo será como un espejo en el cual los demás podrán ver reflejados los errores en que hayan incurrido. No será el juez de nadie, pero sus virtudes, obras y cumplimiento irán tocando al espíritu de todos los que se crucen en su camino, e irán señalándoles sus errores a todos los que falten a mi Ley.

Cuando este pueblo sea fuerte y numeroso, atraerá sobre sí la atención de sus semejantes, porque la limpidez de sus obras y la sinceridad de su culto tendrán que sorprender a la humanidad; entonces se preguntarán los hombres: ¿Quiénes son éstos que sin tener templos saben orar de tal manera? ¿Quién ha enseñado a estas multitudes a orar, adorando a su Dios, sin que sientan la necesidad de elevar altares para su culto? ¿De dónde han salido estos caminantes y misioneros que a semejanza de las aves no siembran, ni cosechan, ni hilan y sin embargo subsisten?

Y Yo les diré: este pueblo pobre y humilde, pero celoso de mi Ley y fuerte contra las pasiones del mundo, no ha sido preparado por hombre alguno. Estas multitudes que gozan haciendo el bien, a las que ilumina la inspiración y saben llevar a los corazones el mansaje de paz y la gota de bálsamo, no han sido enseñadas por maestros o ministros de ningún culto de la Tierra, porque de cierto os digo que, en este tiempo no existe un solo hombre en vuestro mundo, que sepa o que pudiera enseñar el culto de Dios, bajo la verdadera espiritualidad. No es en el esplendor de los ritos o de las ceremonias, ni en la riqueza o en el poder terrenal donde radica la verdad que por ser humilde, busca como templo a los corazones limpios, nobles, sinceros, amantes de lo puro. ¿En dónde están esos corazones?

Cristiana se nombra una gran parte de esta humanidad, sin saber siquiera lo que significa la palabra Cristo, ni conocer su Doctrina.

¿Qué hicisteis de mi palabra, de mis ejemplos, de mi Doctrina que os di en aquel tiempo?

¿Sois actualmente hombres más evolucionados que los de aquella era? ¿Por qué no lo demostráis con las obras de vuestro espíritu? ¿Acaso creéis que esta vida es eterna o acaso pensáis que sólo debéis de evolucionar por la ciencia humana?

Yo vine a enseñaros el verdadero cumplimiento de la Ley, a fin de que convirtieseis este mundo en un gran templo donde se adorase al verdadero Dios, donde la vida del hombre fuese una constante ofrenda de amor a su Padre, al que debiera amar en cada uno de sus semejantes rindiendo así tributo a su Creador y Maestro.

Y ahora que he vuelto a los hombres ¿Qué es lo que encuentro? La mentira y el egoísmo han sustituido a la verdad y a la caridad; la soberbia y la vanidad, en vez de la mansedumbre y humildad; la idolatría, el fanatismo y la ignorancia, en vez de la luz, la elevación y la espiritualidad; el lucro y la profanación, donde sólo debería existir el celo y la rectitud; el odio y la guerra desatada entre hermanos han sustituido a la fraternidad, la paz y el amor.

Mas Yo llegaré a mi templo para arrojar de allí a los mercaderes como lo hice en el Segundo Tiempo en el templo de Jerusalén y les diré una vez más: "No hagáis de la casa de oración una casa de mercado". Enseñaré a los hombres para que cada uno sepa oficiar delante del verdadero altar, para que ya no se confundan más, ni se pierdan en la ignorancia, debido a las malas interpretaciones que dan a mi Ley.

El Maestro os dice: el ministro es el espíritu, siendo el altar el corazón, la oración es el pensamiento elevado, y la ofrenda, son las buenas obras que podáis presentar.

Cuando sintáis que la caridad y el amor hacia vuestros hermanos forman vuestra verdadera vida, ¿Cómo no ha de comprender el mundo que el corazón no es tan sólo un órgano insensible y que el espíritu es más que la materia? ¿Cómo no ha de comprender que la inspiración, es más valiosa que las imágenes que el hombre ha forjado para representar lo divino, y que las buenas acciones con las que deis testimonio de mi Ley, son más meritorias que los más valiosos bienes terrenales?

De cierto os digo que si queréis salvar vuestra fe y así evitar que vuestro espíritu zozobre en esta tempestad, debéis de construir espiritualmente vuestro templo. Dejad que mi Reino descienda a vuestro corazón, contra su luz nadie puede luchar. Veréis entonces cuando pase el torbellino, cómo se levantará invisible, pero fuerte y grande, el templo indestructible, cuyos cimientos estarán en vuestro corazón.

Contemplad cómo en este instante se ilumina el mundo con la luz diáfana que irradia de mi Espíritu. La luz os ayuda en vuestro progreso y comprensión y con ella lográis la paz.

La luz y el amor nacen del corazón, la paz está en el espíritu como un reflejo de la eternidad.

Mi palabra es dulce, mas no os hastiéis de ella, porque encontraré vacíos vuestros corazones recreándose sólo en los goces materiales. Por eso vengo con frecuencia a vosotros, para hacer que vuestro corazón palpite con un ritmo distinto al ponerse en contacto con lo divino, porque siempre os perdéis del sendero de vuestro cumplimiento.

¿Por qué han existido y existen hombres que habiendo llegado a conocer la ciencia humana con el uso de las facultades que el Creador les concedió, la usan para combatir y desconocer la ciencia divina? Porque su vanidad no les permite penetrar con humildad y respeto en el arcano del Señor y buscan su meta y su trono en este mundo.

De entre los pecadores seleccionaré a los que en este tiempo me han de servir; mi potencia vibrará en ellos y les transformaré con mi gracia. 

Reconciliaos con vuestra conciencia para que seáis perdonados por ella, porque mientras creáis estar en preparación y no escuchéis la voz interior que os señala vuestros errores, no podrá existir comunicación Conmigo ni podrá desaparecer absolutamente la idolatría.

En este tiempo os hablo como Padre y como Juez, mas no temáis, que también en lo divino existe el amor y la ternura de una Madre a quien llamáis María.

Amados hijos míos: sentid amor hacia Ella. Yo escucho la plegaria que brota de vuestro espíritu para ensalzarla, porque sabéis que vuestros labios son torpes para hacerlo, porque los consideráis impuros y preferís cerrarlos.

Más Yo os pregunto: ¿Habrá alguien que no haya recibido una caricia de la Madre Celestial? En verdad os digo que todos, absolutamente todos, alcanzáis de su amor.

Ved a los que ayer se hallaban perdidos, ahora se encuentran escalando las alturas de la montaña; hoy podréis estar entre la escoria y pronto, mediante mi gracia y vuestros méritos de paciencia y caridad en este tiempo de crisol espiritual, harán que también os elevéis por sobre toda miseria; no olvidéis que el dolor es el artífice del espíritu.

El espíritu y la envoltura, van formando un ser armonioso, consciente de sus deberes espirituales y humanos. Habéis sido testigos de la evolución de las doctrinas y en vuestra meditación habéis llegado a comprender quién es el Creador de toda la belleza de vuestro mundo, porque ya no existe niebla en vuestra mente.

Vivís en paz porque procuráis estar en armonía con vuestro Dios y la paz es tesoro para el espíritu en este mundo, se experimenta después de haber cumplido todos los deberes para con el Padre.

Procurad vivir experimentando siempre esa satisfacción para que en el momento de vuestra elevación de este valle hacia el otro, no se lleve vuestro espíritu ninguna preocupación terrestre, ni dolor por falta de cumplimiento.

No podéis cansaros de hacer el bien, ya que os lo estáis haciendo a vosotros mismos. Hablad de mi enseñanza con amor y mi palabra florecerá en los corazones.

Os estoy preparando y llenando de sabiduría porque ya os he dicho que después de 1950, ya no escucharéis mi palabra por el entendimiento humano, y el que no aproveche mis lecciones, sentirá vacío su corazón y vagará como muerto. ¿Por qué como muerto? porque espiritualmente y moralmente se sentirá decaído y en sus pruebas no encontrará fuerza para sobreponerse y percibir mi caricia divina.

A vosotros toca volver a la vida a aquellos hermanos vuestros, apartándolos del materialismo y persuadiéndolos de la gracia tan grande que encierra la espiritualidad.

Después de 1950, seguiré manifestándome por la inspiración de cada uno de vosotros. Si sabéis preparaos, Yo haré prodigios. Sólo os pido que vuestra fe, sea al menos del tamaño del grano de la mostaza y veréis mi palabra cumplida.

Hablad y entregad la caridad sin temor a ser censurados, es menester que tendáis vuestra mano a vuestros semejantes, sin distinción, porque no sabéis quiénes son los que interiormente sufran más. Veréis muchas veces cómo vuestros hermanos al escucharos, se alegrarán y os darán palpables muestras de gratitud.

Invitadlos incansablemente al camino del bien y ya en él muchos dolores se apartarán de ellos.

Sobre la Nueva Jerusalén descenderá el maná.

Yo haré que entre vosotros exista la libertad de credo y de palabra y que haya justicia, para que al penetrar entre vosotros hombres de otras nacionalidades, a su regreso lleven en su corazón un presente de amor y encendido un ideal de fraternidad y justicia.

Después de 1950, la humanidad espera la paz verdadera, mas Yo os digo: es menester que la hoz exterminadora prosiga segando la mala hierba, hasta que los campos queden limpios y pueda brillar la espiga del trigo.

Veréis partir de este mundo, mandatarios notables que son obstáculos para la paz, y las naciones que se opusieran a la justicia divina, desaparecerán para dejar lugar a nuevos pueblos que ahí mismo surgirán.

Orad, para que depositéis ya vuestra simiente de paz; unificaos como un solo corazón y un solo pensamiento y sentiréis muy cercana mi presencia.

Cumplid con el mandato que en dos tiempos os he dejado: "Amaos los unos a los otros".

Así como se repartió al pueblo de Israel la Tierra Prometida, así se repartirá toda la Tierra a la humanidad. Esto sucederá cuando el tiempo sea propicio, después de la depuración. Como es mi voluntad que haga esa repartición, en ello habrá justicia y equidad, para que todos los hombres puedan trabajar unidos en una misma obra.

Hoy los pueblos comen las migajas de la mesa de los reyes y señores, mientras éstos se enriquecen acumulando el pan de sus siervos y vasallos; pero siendo duros los mendrugos de los pobres, éstos no son tan amargos como los manjares que comen los grandes.

Unos y otros son víctimas, por eso es menester que Yo venga a libertaros, a romper vuestras cadenas, pero también es necesario que la esclavitud y devastación provocada por las plagas vaya en aumento, porque de otra manera los hombres no querrían seguir al que viene a salvaros. ¿Recordáis el cáliz que bebía Israel cuando en Egipto gemía en la esclavitud? Fue necesario que surgiera Moisés para llevarle a la liberación. ¿Recordáis también cuando el pueblo se encontraba en su misma patria cautivo y humillado, y cómo se encontraban las demás naciones cuando apareció el Mesías en la Tierra para enseñarles el camino de la salvación?

También en este tiempo será preciso que antes de la liberación conozcan los hombres la estrechez, la miseria, la opresión, la injusticia, el hambre, la sed, para que al fin se levanten deseando llegar a encontrar otra vida que sea mejor.

Cuando esta humanidad se despoje de su materialismo y comience a reconocer lo alejada que ha vivido de mi Ley, dirá desde su corazón: Cuán necios y torpes hemos sido los hombres al entregarnos voluntariamente a las pasiones, para luego ser esclavos de ellas. Ahí está el monte desde el cual el Padre os ha mostrado su Ley, subid por el sendero que os he señalado; la Tierra de Promisión se encuentra con sus puertas eternamente abiertas en espera de las multitudes, a las cuales les está brindando paz y bendiciones.

Cuando el hombre haya descendido al fondo del abismo y cansado de luchar y sufrir ya no tenga fuerzas ni para salvarse a sí mismo, verá maravillado cómo surge del fondo de su misma flaqueza, de su desesperación y desengaño, una fuerza desconocida que es la que emana del espíritu, el cual al darse cuenta de que ha llegado la hora de su liberación, batiendo las alas se levantará de los escombros de un mundo de vanidades, de egoísmo y de mentiras para decir: ahí está Jesús el repudiado, El vive, en vano le hemos querido matar a cada paso y en cada día; vive y viene para salvarnos y darnos todo su amor.

Esa será la hora en que el hombre reconozca que para lograr la verdadera grandeza espiritual así como una vida elevada en la Tierra, no existe otra Ley que la de Dios, ni más Doctrina que la que os dí en la palabra de Cristo.

Analizad vuestros conflictos, estudiad los problemas que os afligen, y luego poned en práctica mis mandamientos y mis máximas, y veréis cómo en ellas puede encontrar la humanidad la solución de todos los problemas que la afligen; mas como no os sentís capaces de llevar a la práctica las palabras y los ejemplos que os diera el Divino Maestro, será menester que el dolor que también es maestro, se acerque a vosotros para persuadiros, de muchas verdades, para sensibilizaros y además para doblegaros.

Me preguntáis: ¿Por ventura vuestra palabra no tiene el poder suficiente para persuadirnos de nuestros errores y salvarnos, evitándonos tener que pasar por el crisol del dolor? Y Yo os digo: Mi palabra tiene más fuerza de la que pudierais llegar a suponer, más si el que me escuchase quedara transformado al instante, sin esfuerzo, tan sólo por el hecho de haberla escuchado ¿Qué mérito tendría eso de vuestra parte?

Es necesario que aquel que la escucha, ponga fe, voluntad, esfuerzo y amor. Entonces habrá un mérito grande, cuyo premio o galardón será el de no sentir el dolor, porque ha tomado como arma mi Ley y mi Doctrina.

Multitudes que me estáis escuchando: ¿No sentís sobre vuestro espíritu la presencia de mi Ley? ¿No sentís que vuestro corazón al escuchar mi palabra, palpita con una nueva vida?

Orad para que entendáis, y velad para que llevéis a la práctica mis enseñanzas, porque en esta hora amarga y difícil para la humanidad, tenéis grandes responsabilidades.

Si a pesar de las grandes vicisitudes que os afligen no perdéis ese átomo de espiritualidad que habéis logrado alcanzar, veréis realizarse en vuestro camino verdaderas maravillas y prodigios, con los cuales vuestro Padre os irá alentando en la dura jornada.



¡Te perdono y te bendigo en mi nombre que Soy el Padre, El Hijo, el Espíritu Santo, Mi paz sea con vosotros Pueblo Bendito de Israel!

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