sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 147

Yo recibo a mi pueblo, a vosotros que venís en busca de la dulzura de mi palabra, para mitigar los sinsabores de la vida. Vengo a entregaros la ternura que alberga mi corazón divino y a bendeciros.

Es el tiempo en que vengo a entregar en esta forma mi palabra de verdad en este planeta, valle de dolores en el cual os encontráis sufriendo, ¡Oh humanidad!

Sobre vuestro pesado sueño y sobre la amargura en que os encontráis, aparece una vez más mi ley, que viene a despertaros, a iluminar la Tierra, según mi promesa hecha en el Segundo Tiempo.

Escrito estaba que cuando los hombres se encontrasen en gran altura de perversidad, brillaría mi luz en el mundo, se convertirían todos los espíritus, por los niños y los ancianos habría profecías; y las mujeres y los hombres tendrían visiones espirituales.

Ved que estáis ya en esos tiempos, en que se ha extendido el pecado de Sodoma y Gomorra; en que los padres desconocen a los hijos y éstos se levantan en contra de los padres. Es entonces cuando mi luz, cual faro sublime de esperanza, viene a iluminaros como el sol radiante de la mañana.

Os he prometido que si tres de vosotros os reunís en el nombre del Padre, mi rayo descendería y mis pensamientos divinos se convertirían en palabras para consolaros y fortaleceros en vuestra tristeza y soledad. Porque Yo soy el Verbo Divino que ha amado y ama a la humanidad, antes y después de la cruz.

El mundo se conmueve porque las mentes están enfermas y en su confusión no saben si soy o no el Maestro. Los hombres han perdido siempre el equilibrio de la justicia y de la verdad. Han tocado los extremos. En los tiempos pasados, adorabais a Dios en todas las formas materiales que estaban delante de vuestros ojos: en los astros, en los elementos y en los ídolos hechos por vuestras manos. Ahora el hombre siente grandeza y enaltece su personalidad y se avergüenza de proclamar a Dios, llamándole con otros nombres para no comprometer su soberbia, para no bajar del pedestal de su posición. Por eso me llaman: Inteligencia cósmica, arquitecto del Universo, pero Yo os he enseñado a decirme: ¡Padre nuestro! ¡Padre mío! Como en el Segundo Tiempo os enseñé. ¿Por qué diciéndome Padre, los hombres creen rebajarse o menguar su personalidad?

A vosotros, oh discípulos amados, el Maestro os pregunta: ¿Qué es vuestro en este mundo? Todo lo que poseéis, el Padre os lo ha dado para que de ello os sirváis en vuestro tránsito por la Tierra, mientras late vuestro corazón. Si vuestro espíritu procede de mi Divinidad, si es un hálito del Padre celestial, si es encarnación de un átomo de mi Espíritu; si vuestro cuerpo ha sido formado también dentro de mis leyes y os lo confío como instrumento de vuestro espíritu, nada es vuestro, hijos muy amados. Todo lo creado es del Padre y de ello os ha hecho poseedores temporalmente. Recordad que vuestra vida material es tan sólo un paso en la eternidad, es un rayo de luz en el infinito y por ello debéis atender lo que es eterno, lo que nunca muere y eso es el espíritu.

¡Mirad! Todas las galas de este mundo están destinadas a desaparecer, para que a su tiempo vengan otras; mas vuestro espíritu seguirá viviendo eternamente y contemplará al Padre en todo su esplendor, al Padre de cuyo seno brotó. Todo lo creado tiene que volver al lugar de donde provino.

El amor de Dios es infinito y cuanto más lo hayáis querido empequeñecer, más grande se levantará delante de vosotros y más intensamente se manifestará en vuestro camino. Le habéis querido humanizar buscándole en diversas formas y le habéis adorado en la estrechez de un santuario de cantera hecho por manos humanas. Pero Yo os digo: ¡No le busquéis tan pequeño! ¡No le busquéis así! Buscadlo en la grandeza de su Espíritu Santo, sublime, divino, majestuoso, dueño de todo lo que ha sido, de lo que es y lo que será.

Si en vuestro pensamiento os preguntáis aún si será posible que el rayo de luz de Jesús de Nazaret se encuentre iluminando este mundo pecador por medio de su palabra, esta voz os interroga: ¿Cuándo debe llegar el doctor si no es cuando hay gravedad en el enfermo? Hoy el mundo se agita en medio de su más profundo dolor, hay agonía y estertor de muerte en los espíritus y por eso es el momento que el Padre ha elegido para iluminar y levantar a los espíritus por medio de este mensaje de paz y de amor, en cumplimiento de las profecías.

El hombre se ha olvidado de su Creador y sólo ha querido vivir para la materia. Hoy viene el Maestro a deciros: Aprended a hacer uso de las potencias de vuestro espíritu, para que el dueño del mundo y de los átomos, de las grandezas del infinito y hasta de lo más imperceptible, lo sea también de vuestros pensamientos; brille y resplandezca en vuestra morada de luz y esa luz os envuelva e ilumine como a todos los astros.

No os preguntéis más por qué estoy con vosotros. Dejad que mi Espíritu Divino vibre de amor por todas las criaturas, acercaos a este banquete espiritual que os estoy brindando, a la mesa en donde la ternura de mis palabras os invita a elevaros con firmeza por el camino de la verdadera luz. Apresuraos, hijos míos, porque este legado os lo entregaré en sólo cortos instantes.

Yo escucho el clamor del agonizante y el de la madre en momentos de tristeza y angustia. Mi espíritu, que está en todo lugar, dentro y fuera de lo humano, les contesta: ¡No temáis, Yo escucho vuestra plegaria, heme aquí con vosotros!

Discípulos amados del Tercer Tiempo: Yo vengo a invitaros para que brilléis conmigo, para que seáis la luz del mundo y mis colaboradores en esta divina tarea, para que preparéis la sementera con espiritualidad, con piedad, con misericordia, con amor, como Yo os lo he enseñado. Regad esta siembra con lágrimas de compasión que vertáis al sentir el dolor de vuestro semejante, con lágrimas de arrepentimiento, ellas traen alegría a mi Divinidad y poseen el poder sublime de la contrición y de la fe. No os pido que lo hagáis con la sangre de vuestras venas, porque ella no llega a Mí.

El hombre en su ceguedad, me busca por caminos errados, y cuando no humaniza mi Divinidad, diviniza su humanidad. Por eso mi voz le dice: Tiempo es ya de que me escuchéis y me sintáis en el fondo de vuestro corazón. Recordad que en vuestras tristezas y en vuestras alegrías siempre está presente mi amor. Pero cuando vuestro corazón quiere decirme: ¡Yo os he sentido! acalláis su voz; cuando vuestro espíritu quiere elevarse a Mí, le detenéis con las pesadas cadenas de vuestro materialismo.

No desesperéis en las pruebas: Llevad con resignación vuestra cruz, como Yo os enseñé a cargarla, tened fe y pensad que nada pasa desapercibido para Mí y que todo cuanto existe está contado: Hasta la última de las arenas del mar y hasta la más lejana estrella. También estuvieron contadas mis palabras en el Sermón de la Montaña; los golpes del martillo que taladraron mis manos y mis pies al ser enclavado en el madero; las espinas de la corona que la humanidad posó en mis sienes divinas y mis últimas palabras en la cruz.

Nunca os sintáis solos ni atentéis contra vuestra vida, porque vuestros días también están contados por el Padre.

Olvidad por un instante vuestros dolores y entregad misericordia, piedad y amor, para que podáis manifestar el poder y el amor del Padre a través de vosotros mismos.

Si os habéis sentido muy pequeños para que Dios se ocupe de vosotros, Yo os  digo: Pensáis así por vuestro egoísmo que no os deja concebir la grandeza de vuestro Padre. Recordad todo lo que hacen vuestros padres materiales para guiar vuestros pasos cuando sois pequeños y cuánto se desvelan para cuidaros. Pues el conjunto del amor de todos los padres y de todas las madres de la Tierra es sólo un débil reflejo de lo que os ama Dios. Comprended cuánto debe amaros vuestro Padre Celestial, para haber venido a sufrir a este mundo, para enseñaros el verdadero camino y entregaros la vida eterna. Vosotros sois el ser más preciado, la obra magna de su creación. Siendo átomos, sois grandes delante de Él. En vosotros está representado su Reino y está simbolizado el Universo; dentro de vosotros podéis encontrar el cielo y un sol luminoso, pero no habéis sabido conoceros a vosotros mismos, por lo que hoy os digo: Comprended mi palabra, dejadme alumbrar en vuestro cielo interno y vivir en vosotros. Dejad que mi Obra florezca y fructifique en vuestro corazón, para que sea glorificado vuestro Padre y lleve a cabo su plan divino de dar salvación a todos los espíritus.

La humanidad, en su materialismo, me dice: ¿Será cierto que existe el reino del Espíritu? Y Yo os contesto: Oh incrédulos, sois el Tomás del Tercer Tiempo. Sentir piedad, compasión, ternura, bondad, nobleza, no son atributos de la materia, como tampoco los son las gracias y dones que lleváis ocultos en vosotros mismos. Todos esos sentimientos que lleváis grabados en vuestro corazón y en vuestra mente, todas esas potencias, son del espíritu y no debéis negarlo. La carne es sólo un instrumento limitado, y el espíritu no lo está: El es grande por ser átomo de Dios.

Buscad la mansión del espíritu en el fondo de vuestro ser y la gran sabiduría en la grandeza del amor.

Aprended de Mí, para que seáis buenos sembradores en la campiña de amor. En este tiempo en que la humanidad no se ama, y no se da cuenta de la hora que vive, he venido a vosotros cumpliendo mi promesa.

Vengo a daros nuevamente mis lecciones despertando vuestros sentidos y facultades dormidas, para que todo lo bueno que hay en vosotros lo pongáis al servicio de mi Ley divina.

Se acerca ya el término de mi comunicación y debéis llegar a ese día con verdadera espiritualidad y conocimiento de mi Doctrina.

Las manifestaciones que estáis viendo no las volveréis a contemplar, ellas sólo han sido la preparación para mi comunicación espiritual directa con vosotros.

Siempre que se eleve vuestro espíritu a Mí, sentiréis en verdad mi presencia.

Ya es tiempo de que mi Obra debiera ser más conocida, pero vuestro temor no ha permitido que así sea; muchas veces teméis hablar, mas después de 1950 ella será universalmente conocida y comprendida.

En mi labor de Maestro en este tiempo, he sido secundado por el mundo espiritual, el cual ha dejado entre este pueblo un ejemplo de fraternidad, de elevación y cumplimiento. Falta que vosotros hagáis lo mismo.

Mi palabra ha luchado contra vuestro fanatismo religioso. Dulcemente os ha persuadido de que vuestro espíritu, dentro de la evolución que ha logrado; puede prescindir de todo culto exterior y de toda forma ritual.

He querido dejaros unidos como hermanos, porque se acerca el tiempo de la lucha y quiero que lleguéis a poseer temple en el espíritu y fortaleza moral.

Mirad que en vuestro camino vais a encontrar cuadros de miseria, de dolor. Vais a cruzaros con los muertos vivientes y los poseídos de las tinieblas. Vais a contemplar a los que tienen el corazón empedernido y a los que han caído víctimas de sus pasiones.

Yo os digo desde ahora: No temáis llegar hasta ellos. Si es su cuerpo el que adolece de enfermedades para vosotros repugnantes o contagiosas, no temáis al contagio ni a las enfermedades del espíritu. No olvidéis ni dudéis que estáis protegidos por mi gracia, para que también ello sea un testimonio más ante los incrédulos. Id al encuentro de los enfermos y necesitados y por medio de vuestra elevación, consejos y oraciones, acercadlos al Doctor de los doctores. Si así lo hacéis, habréis puesto en práctica los dones que os he entregado.

Aún tenéis que luchar mucho para alcanzar el desarrollo y evolución de vuestro espíritu. Es necesario que aumentéis vuestra voluntad de servirme en vuestros semejantes.

Unificad vuestro análisis y vuestra interpretación de mi palabra, para que vuestro culto y vuestras obras sea las mismas en todos.

Cuando los hombres se acerquen a vosotros a preguntaros cuál es vuestra ideología, les mostraréis está página de amor divino, con vuestras obras, palabras y escritos.

A los discípulos del Espíritu Santo les está encomendada esta tarea. Trabajad y veréis coronados vuestros esfuerzos.

Veo en vuestro espíritu el anhelo de conocer el más allá. Ya no os concretáis tan sólo a vivir y a preocuparos por lo que a este mundo pertenece. El dolor, las lágrimas, las pruebas, os han desengañado, os han desmaterializado y os han llevado al camino de la elevación espiritual.

Transportaos en alas de la oración a las regiones del espíritu, para que ahí os saturéis de paz y de luz.

Dad a mis enseñanzas su verdadero sentido, sin olvidar que los hombres de los que me valgo para hablaros, sólo son un instrumento de mi voluntad.

Estáis ante el altar de la sabiduría, del cual os hago guardianes y responsables. Velad porque no sea profanado, pero cuidaos de caer en misticismo, porque Yo he contemplado a muchos que imitan a los blancos mausoleos que exteriormente ostentan su blancura y guardan en su interior sólo podredumbre.

Vosotros los que trabajáis en mi campiña, llevaréis mi palabra como una semilla y la sembraréis y cultivaréis como Yo os he enseñado. Seréis los continuadores de mis discípulos del Segundo Tiempo y predicaréis mi evangelio en las distintas naciones.

¡Cuánto tendréis que luchar para lograr ablandar el duro corazón humano y cómo debéis resistir las pruebas para ser creídos! Sólo la fe y la perseverancia en mi enseñanza os llevarán al triunfo. Si debilitáis, habréis perdido esta oportunidad de salvaros y llevaréis en vuestro espíritu el dolor de haber cedido bajo la influencia de los increyentes.
Habéis venido a Mí, obedeciendo el llamado que os he hecho y llegaréis buscando sin saber cuál es la mejor forma de presentaros ante vuestro Padre, y Yo os digo: venid como discípulos, hijos míos y permaneced cerca de Mí.

Sé, desde antes de que elevéis vuestra plegaria, lo que me vais a pedir, lo que os hace falta y sólo os concedo aquello que es para vuestro bien, porque vosotros mismos no sabéis qué es lo que os conviene. Si confiáis en Mí y estáis conformes con mi voluntad, Yo os daré lo que os hace falta y vuestro corazón os hará notar que lo que habéis recibido es lo justo, lo que necesitáis, y me concederéis la razón para regir vuestro destino.

Yo no os pido pago por mis beneficios, os amo y sólo cumplo mi deber de Padre. En cambio, cuando el mundo os otorga un favor, no lo hace por aliviar vuestra pena, sino por atraer hacia sí la admiración, la alabanza, y esa caridad humillante, no es meritoria. Yo os he enseñado la caridad discreta, las obras piadosas que dignifican al que las hace y al que las recibe, esas que se ocultan entre dos corazones y que buscan aliviar y confortar, teniendo como único testigo a mi Divinidad.

Todos los que me seguís, debéis buscar en la vida futura vuestra esperanza de salvación y de compensación a vuestras penalidades, y entonces llenos de confianza, seréis pacientes en las pruebas, conformes con vuestra restitución y aún más, seréis dichosos, porque podréis pagar deudas pasadas, reparar errores y libraros de graves faltas.

En este instante, estáis elevados saboreando mis palabras, no tenéis secretos para Mí, me invitáis a que penetre en vuestro corazón y para que conozca todo lo que hay en su interior, y Yo dejo en él, como una flor sedienta, mi palabra de amor, que es rocío vivificante.  Así como hoy os habéis preparado, hacedlo siempre, guardad en vuestra memoria mis lecciones, analizándolas para después ponerlas en práctica.

No creéis que sirviendo a los demás os degradáis y que vuestra personalidad se debilita; ya os he dicho que más os vale dar que recibir, y que si dais una parte de vuestra heredad, estaréis acumulando obras de verdadero valor para vuestro espíritu. Lo que os he dado, no pertenece tan sólo a vosotros, os he hecho depositarios de un caudal de dones que debéis hacer llegar a vuestros hermanos.

Esta voz que ahora oís, es la misma que oyeron los primeros moradores de la Tierra, la misma que oyó el pueblo de Israel en su principio, la que hizo estremecer a Moisés. ¿No la reconocéis en su esencia?

Cuando lleguéis a comunicaros conmigo de espíritu a Espíritu, se cumplirán aquellas palabras de los profetas que dijeron: "Los hombres y las mujeres penetrarán en una vida espiritual desconocida hasta ese tiempo, sus ojos verán más allá de lo terrenal y todo se transformará". Vosotros sois de los llamados a ver el principio de una nueva era que llevará a la humanidad a conocer el verdadero fin para el cual fue creada. En este tiempo, Yo seré amado y reconocido por mis hijos y ellos se amarán entre sí. Esta es la meta que Yo he señalado al hombre y a la cual llegará. Yo os la anuncio desde ahora.

En esta era, venid ante el Maestro de maestros, venid a descansar de vuestra fatiga terrestre bajo el follaje del Árbol de la Vida. Venid a alimentaros con el pan de vida eterna y a saciar vuestra sed en las aguas cristalinas que a torrentes estoy derramando en vuestro espíritu.

Os recibo para daros mi calor de Padre, mi enseñanza de Maestro y el bálsamo cual Doctor de los doctores. Todo lo hallaréis en Mí y no tenéis por qué quejaros, porque Yo no os abandono. Cual ladronzuelo me acerco de puntillas hacia vuestro corazón y en silencio me recreo cuando os encuentro preparados. Cuando meditáis en mi Obra, en vuestra oración enseño a vuestro espíritu a comunicarse con mi Divinidad, es cuando os revelo la verdad y os entrego todo lo que vais a necesitar en vuestro camino.

Van a llegar tiempos difíciles para vosotros y también para la humanidad. Tiempos de grandes calamidades y si no estáis preparados, debilitaréis en vuestra fe y en la confianza de lo que os estoy hablando. El mañana veréis cumplidas mis profecías, mirad que Yo no os defraudo. En vuestros buenos propósitos Yo os fortalezco y os digo: Por aquí caminad, y cuando un mal pensamiento os asalta, os digo: Por aquí no caminéis; haced esto y esto no lo hagáis; os muestro el mejor camino; Yo os digo: Comed de este fruto y dejad el otro porque éste es bueno y el otro os envenena.

Entonces ¿Por qué vosotros no encendéis más vuestra fe en mi Divinidad? ¿Por qué no os dejáis guiar por mi palabra? ¿Acaso encontráis en ella maldad y mala dirección para vosotros? No, me decís en vuestro corazón. En verdad es vuestro espíritu el que me habla, el que se confiesa delante de Mí, se reviste de mi fortaleza y se satura de mi sabiduría, porque él sí sabe quién es el que le enseña y le ordena.

Vengo en pos de vuestro espíritu, es a él a quien he llamado, porque mi voz se escucha espiritualmente en todo el Universo haciendo el llamado a todo espíritu. Porque es el tiempo en que todos debéis recordar las enseñanzas espirituales que han sido olvidadas en el corazón del hombre.

Ha sido mi voluntad derramar a torrentes la luz del Espíritu Santo, para que el mundo contemple con claridad el camino que conduce a la espiritualidad, al adelanto y progreso de esta humanidad; un camino que les vengo a mostrar a todos sin distinción alguna, un camino en el cual no están los placeres mundanos, ni el materialismo, un camino limpio de bajas pasiones, exento de conflictos materiales y que sólo conduce a un fin divino, a un fin espiritual.

¿Y quiénes son los que transitarán por este camino? Lo transitará todo aquel que quiera despojarse del materialismo, aquel que quiera penetrar a un cumplimiento espiritual, aquel que quiera ser mi servidor, mi compañero. Porque Yo tengo una campiña y a ella llegará todo el que quiera servir a la humanidad, porque sirviendo a la humanidad, me está sirviendo a Mí.

Comprended mi inspiración y mi deseo divino, para que paso a paso os vayáis preparando y estéis dispuestos a recibir lo que tengo que entregaros a cada uno de vosotros en este Tercer Tiempo, porque Yo estoy entregando grandes misiones, estoy heredando a los espíritus y preparando a las materias para que unidos el espíritu y la materia, se levanten al cumplimiento de su misión.

Yo os estoy preparando como el fuerte de las naciones, del mundo; por vosotros Yo enviaré mensajes a los afligidos, detendré los elementos desatados; por uno de mis servidores que ostente en su espíritu el triángulo de mi Divinidad y que con fe se eleve en oración, detendré el caos que envuelve a la humanidad.

Seguiré preparándoos y entregándoos la luz para que alcancéis a comprender mi enseñanza y así, poco a poco, os iréis elevando en conocimiento espiritual, os confiaré la esencia de mi palabra, mi sabiduría, para que mañana seáis los grandes analizadores de mi palabra.

Yo os estoy apartando de vuestros errores, de vuestra ignorancia, de vuestro atraso espiritual; os estoy dando una nueva oportunidad para que os acerquéis más a Mí por medio del conocimiento, de la luz de la convicción y así ya podréis defenderos y defender mi Obra. Mi Ley que en Tres Tiempos os he entregado, ahora ya no la ocultaréis, esa Ley será presentada ante los hombres en toda su pureza, en su verdad, en su sabiduría. Porque todo el que cumpla con la Ley se regenerará en corto tiempo. El pueblo de Israel será preparado con ella y será el pueblo que enseñe a purificarse a todo el que se halle en su camino.

Pueblo amado: Yo siempre me he manifestado en mi poder, en mi luz y en mi sabiduría, y si los hombres no me han encontrado en lo que soy, es porque no han meditado ni han contemplado mi grandeza. Sólo se han confundido, sus mentes se han turbado y no encuentran una solución para sus turbaciones. Más llegará el instante en que todos me sentirán y me contemplarán, en lo divino, en lo puro, en lo invisible, en lo espiritual.

Haced méritos con obras que os eleven y os dignifiquen ante Mí, porque según sea vuestra preparación, así os iréis acercando al Padre.

Por eso os digo que os preparéis, porque tenéis que llegar al Padre y no quiero que os presentéis con la mancha de vuestro pecado.

Yo os entrego el arma del amor, con esta arma podréis vencer todos los obstáculos, podréis apartar toda confusión, el odio y la mala voluntad. Con el amor podréis hacer grandes obras. Esgrimid esta arma porque es con la que Yo he venido combatiendo en este Tercer Tiempo y con ella quiero que vosotros hagáis obras maravillosas entre vuestros hermanos.

Pueblo, escuchad y seguidme, apartad con la fuerza que os he entregado, todo lo que a vuestro paso se interponga y al final de vuestra jornada seréis el vencedor, el guerrero que triunfe en la batalla; porque si hoy no estáis aún en la gran contienda, mañana sí estaréis, y con la comprensión de la misión que os he entregado y con pleno conocimiento de vuestra responsabilidad, os levantaréis dando el alerta, dando la buena nueva de mi enseñanza que viene a daros fortaleza al corazón de la humanidad, para que se levante y os siga en el camino.

Estoy enseñándoos cómo se combate y cómo se logra la victoria, para que vosotros llevéis estos ejemplos a vuestros hermanos.

Os encontráis bajo la sombra del árbol, comiendo de los más ricos manjares que ningún hombre podría entregaros, el Maestro sí os lo puede dar porque Yo he preparado la mesa y los frutos, y Elías os ha reunido para que podáis hartaros, para recreo y alimento de vuestro espíritu y para fortaleza de vuestro cuerpo.

He venido nuevamente como el Gran Guerrero, luchando para rescatar a mi pueblo, me he presentado en medio de las tinieblas para disiparlas con la luz de mi Espíritu Santo, para que mi pueblo pueda contemplarme en todo mi esplendor, en todo mi poder.

06-147.71 Ya desde el Segundo Tiempo os he hablado en parábola y en sentido figurado y ahora ha sido mi voluntad materializar más el sentido de mi palabra, para que todos me podáis comprender. Porque Yo os he dicho que en este tiempo todo ojo pecador y no pecador me contemplará. Ahora, grandes multitudes escucharán mi palabra, se recrearán con mis prodigios y sus cerebros sabrán analizar mis lecciones con perfección. Estoy iluminando los cerebros de los torpes, para que analicen mi palabra. Por eso os vengo limpiando de todo lo que os puede confundir, para que con vuestro entendimiento libre y preparado con mi luz, podéis asimilar la esencia de mi palabra y la deis a conocer por todos los caminos como es mi voluntad.

Los hombres en su ciencia, en sus doctrinas y de acuerdo con su propia voluntad, han preparado muchos caminos para conducir a su espíritu hacia Mí, mas Yo os digo; Yo he permitido todo esto a la humanidad, para que después de haberme buscado en su materialismo, se detenga a meditar en lo espiritual, porque se han olvidado que llevan un espíritu que es parte de mi Espíritu.

He venido a combatir la confusión y el error en que la humanidad ha caído al confiar y vivir tan sólo para la materia. Por eso me he presentado con toda humildad en este Tercer Tiempo a convivir con vosotros, ya no en materia, ahora en Espíritu, para que os asemejéis a Mí y vayáis despertando vuestro espíritu, para que en él se desarrollen los dones que posee y se manifiesten a través de la materia. Porque quiero un pueblo fuerte, en el cual ponga toda mi confianza, las grandes misiones, los grandes cargos. Un pueblo que no debilite ante la primera prueba ni se detenga ante el invasor; que contemple al enemigo como a un hermano inocente e ignorante en la Obra del Padre, que se le acerque sin temerle y con todo amor y caridad le enseñe, lo prevenga, lo conduzca y le hable a su espíritu, a su corazón.

Mi lucha es grande, porque quiero contemplar un pueblo responsable de sus actos, un pueblo activo en el cual se reflejen las buenas obras, el amor, la humildad, el reconocimiento a mi Divinidad, la comprensión de la Obra Espiritualista Trinitaria Mariana. Un pueblo que sólo esgrima las armas del amor, de la caridad y de la luz. Así quiero contemplar a mi pueblo, así quiero dejarlo preparado para después de que finalice mi comunicación a través del cerebro humano, en 1950, fecha señalada por mi Divinidad y como mi palabra no puede volver atrás, en esa fecha daré término a mi comunicación por el entendimiento humano.

Vosotros no profanéis este mandato, ni intentaréis retener mi Rayo entre vosotros ni a mi Mundo Espiritual, porque ¡Ay, ay de vosotros si así lo hiciereis! porque no será mi Espíritu, no será mi Rayo el que os ilumine. Después de 1950, Yo me comunicaré con todo el que sepa prepararse, con todo el que se espiritualice para que pueda comunicarse Conmigo de espíritu a Espíritu; porque entonces mi inspiración será recibida por todos, no sólo por los que he nombrado pedestales, no, mi inspiración será trasmitida por todos, en su verdad y en su esencia, porque esta es mi voluntad.

¡Te perdono y te bendigo en mi nombre que Soy el Padre, El Hijo, el Espíritu Santo, Mi paz sea con vosotros Pueblo Bendito de Israel!

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