sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 145

He aquí mi Espíritu Divino entre vosotros.

Acercáos a Mí, hijos amados, descansad de vuestro peregrinar por caminos y desiertos, que no soy Yo quien vengo a vosotros, sino vosotros los que habéis llegado a Mí.

Yo, vuestro Creador, vengo a mostrar al hombre mi mansedumbre, mi humildad y mi amor por todos mis hijos. En el Segundo Tiempo envié a mi Verbo para que encarnase entre vosotros, se llamó a sí mismo, "el hijo del hombre".

Estoy manifestándome por medio de la criatura predilecta de la Creación: el hombre, para que escuchéis mi Palabra a través del entendimiento de vuestros hermanos.

Cuán lejos me creíais de vosotros, y en realidad, qué cerca estoy.

En vosotros recibo a toda la humanidad que en este día está dando el adiós a un año más que le he confiado.

No sabéis cómo me mostraré a vosotros en este día; si como Padre, como Maestro o como Juez.

Voy a sorprenderos y a penetrar en lo más íntimo de vuestro corazón.

En verdad os digo que Jehová, el Verbo y el Espíritu Santo, son un solo Dios, el único que es principio y fin de todo lo creado, el Alfa y la Omega de todo lo existente. Voy a hablaros como Padre y a enseñaros como Maestro: mi ternura descenderá sobre vuestra materia y sobre vuestro espíritu.

María, vuestra Madre Universal, está en Mí, y es ella quien otorga las más tiernas caricias a sus criaturas muy amadas, ha estado en vuestro corazón para dejar en él su paz y la preparación de un santuario. María vela por el mundo y extiende sus alas como alondra, para cubrirlo de un polo al otro.

De toda la creación recibo el tributo que como acción de gracias llega a Mí.

Mi mirada perspicaz penetra en el corazón del hombre y al de la mujer, desde la niñez hasta la ancianidad. Me presento invisiblemente en las naciones, en las comarcas, en las distintas iglesias y ante los seres desencarnados que aún pueblan la Tierra. Y mi presencia espiritual hace estremecer a los hombres. Es que no saben lo que el futuro reserva a la humanidad.

Ahora tocaré al hombre en su libre albedrío, él querrá hacer su voluntad, pero todo será hecho según la mía.

La evolución es con todos los espíritus y por medio de su virtud e intuición desarrolladas llegará a ellos esta luz.

Comprenderá que no hay paz en el mundo, que hay sed y hambre, escasez y miseria y Yo os pregunto ¿Por qué?

¿Acaso el caudal de bendiciones que deposité en esta Tierra, ha desaparecido? ¿El orden y las leyes del Universo han cambiado? ¿El astro rey ya no da luz y vida? ¿No hay agua en los manantiales, fertilidad en las tierras, ni fruto en los árboles? ¿No existe luz en vuestro cerebro ni sentimientos en vuestro corazón? ¿No hay un átomo de fuerza en vuestro espíritu para que podáis levantar vuestra faz ante Mí? Entonces ¿Por qué os portáis como enemigos si todos habéis brotado de Mí?

También el Espíritu Divino llora, pero no deben caer ahora mis lágrimas en el mundo, Yo le perdono, caigan ellas en mi manto divino.

Tomad de Mí la espiga, es el trigo de amor, de paz y buena voluntad. Cultivadlo y con él, haced pan que sustente a vuestro espíritu.

En mi manto está una espada, pero no es el arma homicida. Ella es la verdad. El que quiera ser soldado de la verdad, tómela en su diestra y con su luz vencerá en todas las batallas.

El espíritu de la humanidad avanza en busca de la Doctrina que os estoy entregando; ya empiezan a llegar los peregrinos.

Debéis estar ¡Alerta! porque los hombres de ciencia os pondrán a prueba. No desconfiéis por ser humildes, porque a los humildes se les ha revelado siempre lo que a los sabios engrandecidos se les ha ocultado o no se les ha permitido comprender.

Unificáos para que si llegáis a ser perseguidos, el Mar Rojo se abra para daros paso; mas debéis cumplir con mi Ley de amor, oh pueblo, ¿Queréis mi perdón? También Yo quiero que perdonéis a vuestros hermanos.

Me habéis entregado a vuestros muertos y Yo os digo: vuestros muertos viven en Mí. Me habéis entregado vuestro amor y os pido que lo mostréis en caridad a vuestros hermanos.

Humanidad: ya se acercan los rayos del sol alumbrando la faz de vuestro mundo para deciros con su luz, que un nuevo día aparece ante vosotros como un tiempo precioso, para que en él labréis vuestro progreso y alcancéis la paz verdadera como corresponde a los hombres de buena voluntad.

Oid a vuestro Padre, descansad unos instantes, oh pueblo de espíritus errantes. Bienaventurado el que escucha, ama y cree en mi palabra, porque él es hijo digno del Padre, porque sabe guardar celosamente mis leyes y enseñanzas para cumplirlas después con obras de amor.

En estos momentos todos os encontráis atentos a mi palabra, ningún pensamiento superfluo turba vuestro entendimiento. Unos escuchan extasiados, otros, cabizbajos por sus remordimientos, otros más pendientes de cada una de mis manifestaciones.

Humanidad, a quien en este instante representa este pueblo, ha pasado un año que fue como una sombra de dolor para los que lloraron, una mano amiga para los que recibieron sus favores, un segundo para la eternidad de vuestro espíritu. Pero el tiempo sigue su marcha, porque el Tiempo soy Yo, Yo que he estado y estaré siempre con todos mis hijos.

Hay en este día un instante en que todo espíritu siente mi presencia divina en su conciencia, y cuanto mayor es la misión que lleva, es también mayor la voz que interiormente le habla.

1945 se llevó las últimas sombras de la guerra; la hoz segó millares de existencias y millares de espíritus retornaran al valle espiritual. La ciencia asombró al mundo y con sus armas destructoras hizo estremecer la Tierra. Los que vencieron se convirtieron en jueces y verdugos de los vencidos; el dolor, la miseria y el hambre se extendieron dejando como huella de su paso, una estela de viudez, de orfandad y de frío. Las plagas avanzan de nación en nación, y hasta los elementos hacen oir su voz de justicia y de reproche para tanta maldad. Un manto de destrucción, de muerte y desolación, es la huella que el hombre que se dice civilizado dejó sobre el haz del planeta. Esta es la cosecha que me presenta esta humanidad, mas os pregunto: ¿Esta cosecha, es digna de pasar a mis graneros? ¿El fruto de vuestra maldad, merece ser recibido por vuestro Padre? De cierto os digo que este árbol dista mucho de ser el que podríais haber sembrado si hubiéseis cumplido con aquel mandamiento divino que os ordena amaros los unos a los otros.

Duros e inflexibles son los hombres con sus hermanos, como lo fueron en tiempos de Moisés cuando era costumbre establecida el devolver golpe por golpe. Hoy os digo, que si esta es la forma en que entendéis la justicia, seréis medidos con la misma vara con que medisteis a vuestros semejantes.

Más Yo os perdono, os bendigo y os doy tiempo para que cultivéis con amor la semilla bendita de mi Enseñanza. Yo soy el gran Guerrero. ¿Quién se apresta a ser soldado de esta causa? Yo hago la guerra con la paz. Y doy muerte al mal con la espada del bien.

Todo aquél que en el silencio de su vida se levante a seguirme por la senda del bien, es mi soldado y en su mano deposito una espada para que luche y venza. Esa espada es la verdad, ante ella no habrá enemigo que resista su luz.

Es día de júbilo. Israel amado, porque el Eterno se encuentra delante de vosotros para enseñaros a amar y a perdonaros los unos a los otros. Yo os he entregado mi enseñanza. He venido a vosotros lleno de regocijo, pero también he sufrido, porque por momentos os olvidáis de Mí.

Recibid mi paz. Una vez más os bendigo y perdono. Han llegado vuestros corazones ante mi planta como una ofrenda, como un holocausto, como una inovación de paz y perdón para todo el mundo. La enseñanza del maestro, como una antorcha de luz, ha quedado encendida una vez más en vuestro entendimiento y espíritu.

Es el tiempo de la lucha de la luz contra las tiniebla, que sorprende a los pueblos de la Tierra. Tiempo de pruebas y restituciones. Tiempo de purificación y de justicia. Contemplo confundidas a todas las naciones. Todas las sectas y religiones se encuentran divididas. Y este es el tiempo en que vengo a mostraros nuevamente el libro de la verdad.

Vosotros decís que llega un año más, Yo os digo: El espíritu no está sujeto a los tiempos. Es el tiempo el que está sujeto a la eternidad, al espíritu.

Bienaventurado el que ha oído y ama mi palabra, el que comprende mis manifestaciones y guarda solícitamente en su corazón el recuerdo de lo que ha visto y oído.

Creyentes e increyentes me oyen: lo que me aman y los que me blasfeman están pendientes de mi palabra; los despiertos y los dormidos, los diligentes y los perezosos, los espiritualizados y los materializados: Todos escuchan en mis casas de oración que forman el templo del Espíritu Santo, el templo sin altares materiales, el templo sin vanidades humanas.

¡Cuánto habéis caminado, humanidad! ¡Cuánto habéis errado por los caminos! ¡Cuánto habéis buscado! ¡Cuánto habéis escudriñado! Os habéis levantado muy alto y habéis caído en el abismo.

Y he aquí a Jehová, el Eterno, al Desconocido, al Olvidado, preguntando a los hombres: ¿Ya os habéis cansado? ¿Ya queréis deteneros en el camino del pecado? ¿No os habéis desengañado aún? ¿Queréis ser todavía grandes en este mundo? ¿No sabéis que en la humildad está la grandeza?

Yo soy el Padre y soy el Dador. Yo soy el que en todos los tiempos ha dicho al hombre: "Pedid, que se os dará". He aquí mi mano; en ella se encuentra un cetro de justicia, una espiga dorada y una espada de luz, tomad lo que queráis, todavía queda en el fondo del cáliz lo más amargo, pero también el nuevo año se acerca como una promesa de paz.

¿Queréis que el Reino de los Cielos se acerque a vosotros, como os lo he prometido? ¡Mi voluntad sea la vuestra!

Yo os perdono, humanidad pecadora, porque soy Padre amoroso. Tomad la espiga dorada y cultivad el trigo; multiplicandlo al ciento por ciento y recread vuestro espíritu con vuestra cosecha. Es el trigo del amor, de la armonía, de la fraternidad, de la paz y la buena voluntad, ¡Llevadlo en vosotros! Amasad el pan de cada día con este trigo y brindadlo a vuestro hermano. Es trigo de perdón, de caridad, de amistad. ¿Me comprendéis, pueblo?

Descorro en este día el velo del futuro y os preparo. Contemplad cómo avanzan las grandes turbas y caravanas en busca de este pueblo, mirad cómo avanzan las legiones en busca de la luz. Los peregrinos están llamando a vuestra puerta ¡Alerta pueblo! El hombre de la ciencia se apresta para escudriñaros, para interrogaros.

Habéis respetado mis arcanos y habéis penetrado cuando Yo os he llamado. Vosotros me conocéis hasta donde os he concedido y vais penetrando paso a paso en Mí.

Sois de mis escogidos en este tiempo. Unos fuisteis llamados en la niñez, otros en la juventud, otros en la ancianidad, y a cada quien le ha sido confiada una misión, de acuerdo con el tiempo que aún deba habitar la Tierra.

Al llegar a Mí, no hubo un espíritu que no me presentara una cuita. Os parecía que aquel dolor con que llegásteis era un obstáculo en vuestra vida, pero luego os dísteis cuenta de que sólo había sido el peldaño que os aproximó a Mí. Entonces bendijisteis aquella prueba que tanta alegría había de proporcionar a vuestro espíritu.

Hacéis bien en bendecir aquel dolor que os acercó a Mí, porque por él aprendisteis a buscarme y a pedirme. Más tarde aprendisteis a orar y finalmente a desempeñar una misión espiritual, para poner en práctica mis enseñanzas de amor y caridad con vuestros hermanos.

Desde entonces habéis visto realizado un milagro en vuestra vida, porque comiendo el mismo pan que antes comíais, ahora ya no os sabe amargo, sino dulce y agradable, las dificultades que a vuestro paso encontrabais, y que os hacían blasfemar o perder la fe, ahora ya no os amedrentan, porque ya no las consideráis insuperables y hasta vuestros sufrimientos físicos, que antes os llegaban a vencer, ahora ya no os acobardan.

Es la fuerza de la fe, es el efecto de la espiritualidad y la regeneración.

Antes pasaban desapercibidas para vosotros muchas sensaciones espirituales, porque sólo buscabais la satisfacción de vuestros sentidos y los sentidos tienden muchas veces a materializar vuestro espíritu. Ahora comenzáis a descubrir una vida nueva, comenzáis a encontrar la esencia, la belleza, el sentido, la verdad de cuanto os rodea.

A medida que escucháis mi enseñanza, vais elevando vuestro pensamiento, modificando vuestra antigua forma de rendirme culto y mejorando vuestra vida. Ya dejasteis de pedir con la exigencia con que antes lo hacíais, y vais aprendiendo a orar y a sentir lo que en la oración me decís: Así, cuando habéis dicho: "Hágase Señor, tu voluntad en mí", es porque habéis comprendido el significado de vuestras palabras, disponiéndoos a recibir de Mí, según Yo lo ordene. Pero hay siempre postreros entre la multitud, porque sin cesar llegan a estos recintos nuevos corazones en busca del agua de la vida. A ellos tengo que hablarles en otra forma, para que me comprendan y a la vez se sientan comprendidos.

Recordad que a cada uno de vosotros así le recibí, cuando por vez primera se acercó a escuchar mi palabra. A unos no les hablo de una misión espiritual, porque no me entenderían, pero les hablo del fardo de sufrimientos que llevan en la vida, bajo cuyo peso se sienten vencidos y agobiados. Les enseño la forma de resolver las grandes pruebas que dentro o fuera del hogar han surgido, les consuelo en su amargura, les concedo el bálsamo que les devuelva la salud, les conforto y les lleno de esperanza.

Entonces el enfermo siente que una mirada celestial sabe de su dolor y que esa mirada es la de su Padre, quien viene a liberarle del fardo de sufrimientos que va arrastrando. El corazón que en la Tierra no ha sabido de ternura, de comprensión o de cariño, de pronto se siente envuelto en la ternura de mi palabra; ama con un amor infinito, y siente desbordarse el torrente de su dolor contenido por mucho tiempo.

Lo mismo el hombre solitario o incomprendido, que el hombre convertido en esclavo de pasiones o vicios, que la mujer abandonada o la doncella temerosa de enfrentarse a la vida. Lo mismo el padre o la madre de familia que me presentan todos sus problemas, que el huérfano que no tiene amparo en el mundo. A todos les escucho y a todos les toco el corazón con el fino cincel de mi palabra.

Yo sé que ocupándome de todo aquello que les aflige, por muy humano o muy material que sea, me estoy ocupando de su espíritu porque le estoy liberando de su carga, porque le estoy preparando el camino que habrá de recorrer después y porque en esa forma le estoy encendiendo la lámpara de la fe.

Mi fuente de amor se desborda en estos instantes sobre vosotros, perdonándoos y bendiciéndoos.

A todos os recibo en este día para que escuchéis mi palabra y os recreéis con ella.

Si entre estas multitudes hay hipócritas y fariseos, usureros, ladrones de bienes materiales, o de bienes morales como es la honra, o de bienes espirituales como son la fe y la paz, Yo quiero acariciaros a todos como si en ninguno hubiese manchas, porque soy vuestro Padre que tiene sed de vuestra regeneración y de vuestro amor.

Precisamente en los más perdidos y alejados de la Ley es en quienes siempre pruebo el poder de mi palabra, por lo que en este tiempo vine a hablaros en forma amplia, con una lección llena de amorosa justicia y de enseñanzas infinitamente sabias, para salvaros de los abismos y elevaros a la cumbre, porque los abismos están llenos de tinieblas y ahí no podréis ver jamás la verdad, y en cambio las cumbres están iluminadas con la luz de la sabiduría, del amor y la justicia.

Las pruebas justicieras y los reclamos son para los reacios, para los necios y obstinados en el mal, mas Yo sé cuándo es suficiente una palabra de amor para que se rediman.

Este pueblo es tocado continuamente en las dos formas. El amor es suficiente para que se dejen guiar por él los dóciles de espíritu y materia, mientras que para aquellos que no son susceptibles al amor, es necesario que sea el dolor el que los reduzca a la moderación y al orden.

Lentamente y paso a paso según vaya surgiendo la regeneración en ellos, irán pasando de las filas de los que se purifican con el dolor a las filas de los que se elevan por la espiritualidad.

Todos me oís y todos calláis. El libro de vuestra conciencia está abierto ante vuestro espíritu, ante vuestro entendimiento, mostrándoos el camino verdadero y señalándoos el sendero por el que libremente habéis caminado, mas en estos instantes el espíritu de la multitud se ha recogido, para escuchar hasta la última de mis palabras.

Aquí, ante esta palabra, no hay hombre que no se estremezca dentro y fuera de su ser, es decir, en el espíritu y en la carne. Aquí, al escucharme, es cuando piensa en la vida, en la muerte, en la justicia divina, en la eternidad, en la vida espiritual, en el bien y en el mal.

Aquí es donde al oír mi voz, siente en sí la presencia de su espíritu, y recuerda de dónde procede.

Oyéndome, se siente en esos momentos identificado con todos sus semejantes, reconociéndolos en el fondo de su ser como a sus verdaderos hermanos. Hermanos en la eternidad espiritual, más próximos aún que los que lo son solamente por la carne, ya que ésta es pasajera en la Tierra.

No hay hombre ni mujer que escuchándome no se sienta contemplado por Mí, por lo tanto, nadie se atreve a ocultar o a disimular delante de Mí sus manchas; y Yo las muestro pero sin señalar a ninguno públicamente, porque soy el Juez que jamás delata; os digo que entre vosotros descubro adulterios, infanticidios, hurtos, vicios y lacras que son como lepra en el espíritu de quienes han pecado. Mas no sólo vengo a probaros la verdad de mi palabra demostrándoos que sé descubrir las faltas de vuestro corazón, quiero también probaros el poder de mis lecciones, dándoos las armas para vencer el mal y las tentaciones, enseñándoos a lograr la regeneración, despertando en vuestro ser un anhelo por lo bueno, lo elevado y lo puro y una repulsión absoluta por todo lo innoble, por todo lo falso y por todo lo malo al espíritu.

Hombres y mujeres con quienes formare mi nuevo pueblo, multitudes amadas que en silencio y en espíritu lloráis en esta hora bendita, descansad en Mí, sentid como desciende mi perdón hacia vosotros, limpiándoos de vuestras manchas y descargándoos de vuestro fardo para que iniciéis una existencia nueva.

No temáis, estoy viendo el arrepentimiento sincero en quienes se han dado cuenta de la magnitud de sus faltas y en estos instantes me piden con el corazón desgarrado que les perdone, que no les vaya a hacer pagar sus faltas, midiéndoles con la misma vara con que han medido en el mundo, y finalmente me ruegan que les proporcione una oportunidad para probarme su arrepentimiento. ¿Cómo no he de saber quién es el que llora con verdadero arrepentimiento para que Yo pudiera negarle esa oportunidad que con tanta angustia me solicita? Así como también se de los que se engañan a sí mismos con un falso arrepentimiento, mas no a Mí, que veo más allá de vuestro presente. A ésos les dejaré sujetos a pruebas por el tiempo que sea necesario para su despertar pleno al llamado de su conciencia.

Por ahora, sentid todos mi caricia, mi amor y mi paz, porque habéis venido al festín espiritual a la casa del Maestro, y justo es que todos alcancéis a saborear los majares del perdón y del amor de vuestro Padre.

Mi manto de amor se extiende sobre el Universo.

¡Te perdono y te bendigo en mi nombre que Soy el Padre, El Hijo, el Espíritu Santo, Mi paz sea con vosotros Pueblo Bendito de Israel!

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