He aquí mi Espíritu Divino entre vosotros.
Acercáos a Mí, hijos amados, descansad de
vuestro peregrinar por caminos y desiertos, que no soy Yo quien vengo a
vosotros, sino vosotros los que habéis llegado a Mí.
Yo, vuestro Creador, vengo a mostrar al hombre
mi mansedumbre, mi humildad y mi amor por todos mis hijos. En el Segundo Tiempo
envié a mi Verbo para que encarnase entre vosotros, se llamó a sí mismo,
"el hijo del hombre".
Estoy manifestándome por medio de la criatura
predilecta de la Creación: el hombre, para que escuchéis mi Palabra a través
del entendimiento de vuestros hermanos.
Cuán lejos me creíais de vosotros, y en
realidad, qué cerca estoy.
En vosotros recibo a toda la humanidad que en
este día está dando el adiós a un año más que le he confiado.
No sabéis cómo me mostraré a vosotros en este
día; si como Padre, como Maestro o como Juez.
Voy a sorprenderos y a penetrar en lo más íntimo
de vuestro corazón.
En verdad os digo que Jehová, el Verbo y el
Espíritu Santo, son un solo Dios, el único que es principio y fin de todo lo
creado, el Alfa y la Omega de todo lo existente. Voy a hablaros como Padre y a
enseñaros como Maestro: mi ternura descenderá sobre vuestra materia y sobre
vuestro espíritu.
María, vuestra Madre Universal, está en Mí, y
es ella quien otorga las más tiernas caricias a sus criaturas muy amadas, ha
estado en vuestro corazón para dejar en él su paz y la preparación de un
santuario. María vela por el mundo y extiende sus alas como alondra, para
cubrirlo de un polo al otro.
De toda la creación recibo el tributo que como
acción de gracias llega a Mí.
Mi mirada perspicaz penetra en el corazón del
hombre y al de la mujer, desde la niñez hasta la ancianidad. Me presento
invisiblemente en las naciones, en las comarcas, en las distintas iglesias y
ante los seres desencarnados que aún pueblan la Tierra. Y mi presencia
espiritual hace estremecer a los hombres. Es que no saben lo que el futuro
reserva a la humanidad.
Ahora tocaré al hombre en su libre albedrío, él
querrá hacer su voluntad, pero todo será hecho según la mía.
La evolución es con todos los espíritus y por
medio de su virtud e intuición desarrolladas llegará a ellos esta luz.
Comprenderá que no hay paz en el mundo, que hay
sed y hambre, escasez y miseria y Yo os pregunto ¿Por qué?
¿Acaso el caudal de bendiciones que deposité en
esta Tierra, ha desaparecido? ¿El orden y las leyes del Universo han cambiado?
¿El astro rey ya no da luz y vida? ¿No hay agua en los manantiales, fertilidad
en las tierras, ni fruto en los árboles? ¿No existe luz en vuestro cerebro ni
sentimientos en vuestro corazón? ¿No hay un átomo de fuerza en vuestro espíritu
para que podáis levantar vuestra faz ante Mí? Entonces ¿Por qué os portáis como
enemigos si todos habéis brotado de Mí?
También el Espíritu Divino llora, pero no deben
caer ahora mis lágrimas en el mundo, Yo le perdono, caigan ellas en mi manto
divino.
Tomad de Mí la espiga, es el trigo de amor, de
paz y buena voluntad. Cultivadlo y con él, haced pan que sustente a vuestro
espíritu.
En mi manto está una espada, pero no es el arma
homicida. Ella es la verdad. El que quiera ser soldado de la verdad, tómela en
su diestra y con su luz vencerá en todas las batallas.
El espíritu de la humanidad avanza en busca de
la Doctrina que os estoy entregando; ya empiezan a llegar los peregrinos.
Debéis estar ¡Alerta! porque los hombres de
ciencia os pondrán a prueba. No desconfiéis por ser humildes, porque a los
humildes se les ha revelado siempre lo que a los sabios engrandecidos se les ha
ocultado o no se les ha permitido comprender.
Unificáos para que si llegáis a ser
perseguidos, el Mar Rojo se abra para daros paso; mas debéis cumplir con mi Ley
de amor, oh pueblo, ¿Queréis mi perdón? También Yo quiero que perdonéis a
vuestros hermanos.
Me habéis entregado a vuestros muertos y Yo os
digo: vuestros muertos viven en Mí. Me habéis entregado vuestro amor y os pido
que lo mostréis en caridad a vuestros hermanos.
Humanidad: ya se acercan los rayos del sol
alumbrando la faz de vuestro mundo para deciros con su luz, que un nuevo día
aparece ante vosotros como un tiempo precioso, para que en él labréis vuestro
progreso y alcancéis la paz verdadera como corresponde a los hombres de buena
voluntad.
Oid a vuestro Padre, descansad unos instantes,
oh pueblo de espíritus errantes. Bienaventurado el que escucha, ama y cree en
mi palabra, porque él es hijo digno del Padre, porque sabe guardar celosamente
mis leyes y enseñanzas para cumplirlas después con obras de amor.
En estos momentos todos os encontráis atentos a
mi palabra, ningún pensamiento superfluo turba vuestro entendimiento. Unos
escuchan extasiados, otros, cabizbajos por sus remordimientos, otros más
pendientes de cada una de mis manifestaciones.
Humanidad, a quien en este instante representa
este pueblo, ha pasado un año que fue como una sombra de dolor para los que
lloraron, una mano amiga para los que recibieron sus favores, un segundo para
la eternidad de vuestro espíritu. Pero el tiempo sigue su marcha, porque el
Tiempo soy Yo, Yo que he estado y estaré siempre con todos mis hijos.
Hay en este día un instante en que todo
espíritu siente mi presencia divina en su conciencia, y cuanto mayor es la
misión que lleva, es también mayor la voz que interiormente le habla.
1945 se llevó las últimas sombras de la guerra;
la hoz segó millares de existencias y millares de espíritus retornaran al valle
espiritual. La ciencia asombró al mundo y con sus armas destructoras hizo
estremecer la Tierra. Los que vencieron se convirtieron en jueces y verdugos de
los vencidos; el dolor, la miseria y el hambre se extendieron dejando como
huella de su paso, una estela de viudez, de orfandad y de frío. Las plagas
avanzan de nación en nación, y hasta los elementos hacen oir su voz de justicia
y de reproche para tanta maldad. Un manto de destrucción, de muerte y
desolación, es la huella que el hombre que se dice civilizado dejó sobre el haz
del planeta. Esta es la cosecha que me presenta esta humanidad, mas os
pregunto: ¿Esta cosecha, es digna de pasar a mis graneros? ¿El fruto de vuestra
maldad, merece ser recibido por vuestro Padre? De cierto os digo que este árbol
dista mucho de ser el que podríais haber sembrado si hubiéseis cumplido con
aquel mandamiento divino que os ordena amaros los unos a los otros.
Duros e inflexibles son los hombres con sus
hermanos, como lo fueron en tiempos de Moisés cuando era costumbre establecida
el devolver golpe por golpe. Hoy os digo, que si esta es la forma en que entendéis
la justicia, seréis medidos con la misma vara con que medisteis a vuestros
semejantes.
Más Yo os perdono, os bendigo y os doy tiempo
para que cultivéis con amor la semilla bendita de mi Enseñanza. Yo soy el gran
Guerrero. ¿Quién se apresta a ser soldado de esta causa? Yo hago la guerra con
la paz. Y doy muerte al mal con la espada del bien.
Todo aquél que en el silencio de su vida se
levante a seguirme por la senda del bien, es mi soldado y en su mano deposito
una espada para que luche y venza. Esa espada es la verdad, ante ella no habrá
enemigo que resista su luz.
Es día de júbilo. Israel amado, porque el
Eterno se encuentra delante de vosotros para enseñaros a amar y a perdonaros
los unos a los otros. Yo os he entregado mi enseñanza. He venido a vosotros
lleno de regocijo, pero también he sufrido, porque por momentos os olvidáis de
Mí.
Recibid mi paz. Una vez más os bendigo y
perdono. Han llegado vuestros corazones ante mi planta como una ofrenda, como
un holocausto, como una inovación de paz y perdón para todo el mundo. La
enseñanza del maestro, como una antorcha de luz, ha quedado encendida una vez
más en vuestro entendimiento y espíritu.
Es el tiempo de la lucha de la luz contra las
tiniebla, que sorprende a los pueblos de la Tierra. Tiempo de pruebas y
restituciones. Tiempo de purificación y de justicia. Contemplo confundidas a
todas las naciones. Todas las sectas y religiones se encuentran divididas. Y
este es el tiempo en que vengo a mostraros nuevamente el libro de la verdad.
Vosotros decís que llega un año más, Yo os
digo: El espíritu no está sujeto a los tiempos. Es el tiempo el que está sujeto
a la eternidad, al espíritu.
Bienaventurado el que ha oído y ama mi palabra,
el que comprende mis manifestaciones y guarda solícitamente en su corazón el
recuerdo de lo que ha visto y oído.
Creyentes e increyentes me oyen: lo que me aman
y los que me blasfeman están pendientes de mi palabra; los despiertos y los
dormidos, los diligentes y los perezosos, los espiritualizados y los
materializados: Todos escuchan en mis casas de oración que forman el templo del
Espíritu Santo, el templo sin altares materiales, el templo sin vanidades
humanas.
¡Cuánto habéis caminado, humanidad! ¡Cuánto
habéis errado por los caminos! ¡Cuánto habéis buscado! ¡Cuánto habéis
escudriñado! Os habéis levantado muy alto y habéis caído en el abismo.
Y he aquí a Jehová, el Eterno, al Desconocido,
al Olvidado, preguntando a los hombres: ¿Ya os habéis cansado? ¿Ya queréis
deteneros en el camino del pecado? ¿No os habéis desengañado aún? ¿Queréis ser
todavía grandes en este mundo? ¿No sabéis que en la humildad está la grandeza?
Yo soy el Padre y soy el Dador. Yo soy el que
en todos los tiempos ha dicho al hombre: "Pedid, que se os dará". He
aquí mi mano; en ella se encuentra un cetro de justicia, una espiga dorada y
una espada de luz, tomad lo que queráis, todavía queda en el fondo del cáliz lo
más amargo, pero también el nuevo año se acerca como una promesa de paz.
¿Queréis que el Reino de los Cielos se acerque
a vosotros, como os lo he prometido? ¡Mi voluntad sea la vuestra!
Yo os perdono, humanidad pecadora, porque soy
Padre amoroso. Tomad la espiga dorada y cultivad el trigo; multiplicandlo al
ciento por ciento y recread vuestro espíritu con vuestra cosecha. Es el trigo
del amor, de la armonía, de la fraternidad, de la paz y la buena voluntad,
¡Llevadlo en vosotros! Amasad el pan de cada día con este trigo y brindadlo a
vuestro hermano. Es trigo de perdón, de caridad, de amistad. ¿Me comprendéis,
pueblo?
Descorro en este día el velo del futuro y os
preparo. Contemplad cómo avanzan las grandes turbas y caravanas en busca de
este pueblo, mirad cómo avanzan las legiones en busca de la luz. Los peregrinos
están llamando a vuestra puerta ¡Alerta pueblo! El hombre de la ciencia se
apresta para escudriñaros, para interrogaros.
Habéis respetado mis arcanos y habéis penetrado
cuando Yo os he llamado. Vosotros me conocéis hasta donde os he concedido y
vais penetrando paso a paso en Mí.
Sois de mis escogidos en este tiempo. Unos
fuisteis llamados en la niñez, otros en la juventud, otros en la ancianidad, y
a cada quien le ha sido confiada una misión, de acuerdo con el tiempo que aún
deba habitar la Tierra.
Al llegar a Mí, no hubo un espíritu que no me
presentara una cuita. Os parecía que aquel dolor con que llegásteis era un
obstáculo en vuestra vida, pero luego os dísteis cuenta de que sólo había sido
el peldaño que os aproximó a Mí. Entonces bendijisteis aquella prueba que tanta
alegría había de proporcionar a vuestro espíritu.
Hacéis bien en bendecir aquel dolor que os
acercó a Mí, porque por él aprendisteis a buscarme y a pedirme. Más tarde
aprendisteis a orar y finalmente a desempeñar una misión espiritual, para poner
en práctica mis enseñanzas de amor y caridad con vuestros hermanos.
Desde entonces habéis visto realizado un
milagro en vuestra vida, porque comiendo el mismo pan que antes comíais, ahora
ya no os sabe amargo, sino dulce y agradable, las dificultades que a vuestro
paso encontrabais, y que os hacían blasfemar o perder la fe, ahora ya no os
amedrentan, porque ya no las consideráis insuperables y hasta vuestros
sufrimientos físicos, que antes os llegaban a vencer, ahora ya no os acobardan.
Es la fuerza de la fe, es el efecto de la
espiritualidad y la regeneración.
Antes pasaban desapercibidas para vosotros
muchas sensaciones espirituales, porque sólo buscabais la satisfacción de
vuestros sentidos y los sentidos tienden muchas veces a materializar vuestro
espíritu. Ahora comenzáis a descubrir una vida nueva, comenzáis a encontrar la
esencia, la belleza, el sentido, la verdad de cuanto os rodea.
A medida que escucháis mi enseñanza, vais
elevando vuestro pensamiento, modificando vuestra antigua forma de rendirme
culto y mejorando vuestra vida. Ya dejasteis de pedir con la exigencia con que
antes lo hacíais, y vais aprendiendo a orar y a sentir lo que en la oración me
decís: Así, cuando habéis dicho: "Hágase Señor, tu voluntad en mí",
es porque habéis comprendido el significado de vuestras palabras, disponiéndoos
a recibir de Mí, según Yo lo ordene. Pero hay siempre postreros entre la
multitud, porque sin cesar llegan a estos recintos nuevos corazones en busca
del agua de la vida. A ellos tengo que hablarles en otra forma, para que me
comprendan y a la vez se sientan comprendidos.
Recordad que a cada uno de vosotros así le
recibí, cuando por vez primera se acercó a escuchar mi palabra. A unos no les
hablo de una misión espiritual, porque no me entenderían, pero les hablo del
fardo de sufrimientos que llevan en la vida, bajo cuyo peso se sienten vencidos
y agobiados. Les enseño la forma de resolver las grandes pruebas que dentro o
fuera del hogar han surgido, les consuelo en su amargura, les concedo el
bálsamo que les devuelva la salud, les conforto y les lleno de esperanza.
Entonces el enfermo siente que una mirada
celestial sabe de su dolor y que esa mirada es la de su Padre, quien viene a
liberarle del fardo de sufrimientos que va arrastrando. El corazón que en la
Tierra no ha sabido de ternura, de comprensión o de cariño, de pronto se siente
envuelto en la ternura de mi palabra; ama con un amor infinito, y siente
desbordarse el torrente de su dolor contenido por mucho tiempo.
Lo mismo el hombre solitario o incomprendido,
que el hombre convertido en esclavo de pasiones o vicios, que la mujer
abandonada o la doncella temerosa de enfrentarse a la vida. Lo mismo el padre o
la madre de familia que me presentan todos sus problemas, que el huérfano que
no tiene amparo en el mundo. A todos les escucho y a todos les toco el corazón
con el fino cincel de mi palabra.
Yo sé que ocupándome de todo aquello que les
aflige, por muy humano o muy material que sea, me estoy ocupando de su espíritu
porque le estoy liberando de su carga, porque le estoy preparando el camino que
habrá de recorrer después y porque en esa forma le estoy encendiendo la lámpara
de la fe.
Mi fuente de amor se desborda en estos
instantes sobre vosotros, perdonándoos y bendiciéndoos.
A todos os recibo en este día para que
escuchéis mi palabra y os recreéis con ella.
Si entre estas multitudes hay hipócritas y
fariseos, usureros, ladrones de bienes materiales, o de bienes morales como es
la honra, o de bienes espirituales como son la fe y la paz, Yo quiero
acariciaros a todos como si en ninguno hubiese manchas, porque soy vuestro
Padre que tiene sed de vuestra regeneración y de vuestro amor.
Precisamente en los más perdidos y alejados de
la Ley es en quienes siempre pruebo el poder de mi palabra, por lo que en este
tiempo vine a hablaros en forma amplia, con una lección llena de amorosa
justicia y de enseñanzas infinitamente sabias, para salvaros de los abismos y
elevaros a la cumbre, porque los abismos están llenos de tinieblas y ahí no
podréis ver jamás la verdad, y en cambio las cumbres están iluminadas con la
luz de la sabiduría, del amor y la justicia.
Las pruebas justicieras y los reclamos son para
los reacios, para los necios y obstinados en el mal, mas Yo sé cuándo es
suficiente una palabra de amor para que se rediman.
Este pueblo es tocado continuamente en las dos
formas. El amor es suficiente para que se dejen guiar por él los dóciles de
espíritu y materia, mientras que para aquellos que no son susceptibles al amor,
es necesario que sea el dolor el que los reduzca a la moderación y al orden.
Lentamente y paso a paso según vaya surgiendo
la regeneración en ellos, irán pasando de las filas de los que se purifican con
el dolor a las filas de los que se elevan por la espiritualidad.
Todos me oís y todos calláis. El libro de
vuestra conciencia está abierto ante vuestro espíritu, ante vuestro
entendimiento, mostrándoos el camino verdadero y señalándoos el sendero por el
que libremente habéis caminado, mas en estos instantes el espíritu de la
multitud se ha recogido, para escuchar hasta la última de mis palabras.
Aquí, ante esta palabra, no hay hombre que no
se estremezca dentro y fuera de su ser, es decir, en el espíritu y en la carne.
Aquí, al escucharme, es cuando piensa en la vida, en la muerte, en la justicia
divina, en la eternidad, en la vida espiritual, en el bien y en el mal.
Aquí es donde al oír mi voz, siente en sí la
presencia de su espíritu, y recuerda de dónde procede.
Oyéndome, se siente en esos momentos identificado con todos sus semejantes, reconociéndolos en el fondo de su ser como a sus verdaderos hermanos. Hermanos en la eternidad espiritual, más próximos aún que los que lo son solamente por la carne, ya que ésta es pasajera en la Tierra.
No hay hombre ni mujer que escuchándome no se
sienta contemplado por Mí, por lo tanto, nadie se atreve a ocultar o a
disimular delante de Mí sus manchas; y Yo las muestro pero sin señalar a
ninguno públicamente, porque soy el Juez que jamás delata; os digo que entre
vosotros descubro adulterios, infanticidios, hurtos, vicios y lacras que son
como lepra en el espíritu de quienes han pecado. Mas no sólo vengo a probaros
la verdad de mi palabra demostrándoos que sé descubrir las faltas de vuestro
corazón, quiero también probaros el poder de mis lecciones, dándoos las armas
para vencer el mal y las tentaciones, enseñándoos a lograr la regeneración,
despertando en vuestro ser un anhelo por lo bueno, lo elevado y lo puro y una
repulsión absoluta por todo lo innoble, por todo lo falso y por todo lo malo al
espíritu.
Hombres y mujeres con quienes formare mi nuevo
pueblo, multitudes amadas que en silencio y en espíritu lloráis en esta hora
bendita, descansad en Mí, sentid como desciende mi perdón hacia vosotros,
limpiándoos de vuestras manchas y descargándoos de vuestro fardo para que
iniciéis una existencia nueva.
No temáis, estoy viendo el arrepentimiento
sincero en quienes se han dado cuenta de la magnitud de sus faltas y en estos
instantes me piden con el corazón desgarrado que les perdone, que no les vaya a
hacer pagar sus faltas, midiéndoles con la misma vara con que han medido en el
mundo, y finalmente me ruegan que les proporcione una oportunidad para probarme
su arrepentimiento. ¿Cómo no he de saber quién es el que llora con verdadero
arrepentimiento para que Yo pudiera negarle esa oportunidad que con tanta
angustia me solicita? Así como también se de los que se engañan a sí mismos con
un falso arrepentimiento, mas no a Mí, que veo más allá de vuestro presente. A ésos
les dejaré sujetos a pruebas por el tiempo que sea necesario para su despertar
pleno al llamado de su conciencia.
Por ahora, sentid todos mi caricia, mi amor y
mi paz, porque habéis venido al festín espiritual a la casa del Maestro, y
justo es que todos alcancéis a saborear los majares del perdón y del amor de
vuestro Padre.
Mi manto de amor se extiende sobre el Universo.
¡Te perdono y te bendigo en mi nombre que Soy el Padre, El Hijo, el Espíritu Santo, Mi paz sea con vosotros Pueblo Bendito de Israel!
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