Elevad vuestro espíritu y traspasad los umbrales
de lo material para que os comuniquéis con mi Divino Espíritu.
¿Por qué queréis sujetar el espíritu a la
Tierra, privándole de los deleites espirituales? No olvidéis que él pertenece a
otro mundo.
Dejad que vuestro espíritu penetre en mi
santuario para que saturándose ahí de luz, sea después el guía de vuestros
pasos, el maestro y el juez interior.
Estas multitudes que escuchan mi
palabra, han abierto sus ojos espirituales a la luz en este tiempo, porque no
hubo ser humano que predicase con la limpidez, verdad y pureza con que Yo he
dado mi enseñanza. En todos los tiempos los hombres han falseado mi verdad y
han ocultado mi Ley a la humanidad.
Ahora, he visto que la Doctrina que
os enseñé en el Segundo Tiempo se encuentra oculta, imperfectamente
interpretada y no conforme a la evolución espiritual que tenéis ahora, sino
adecuada al entendimiento de los hombres de hace muchos siglos. Mas he llegado
entre vosotros y al contemplaros hambrientos, os he entregado el pan en
abundancia para que os hartéis y luego déis a las multitudes que han de venir.
Pensad que un nuevo tiempo os espera,
que mi palabra cesará y que os quedaréis solos con mi enseñanza. Entonces, si
sabéis prepararos, sabréis hablar de Mí; mas si sabéis y caéis en tentación, si
adulteráis mi palabra o no la interpretáis debidamente, entonces mi lección en
vuestros labios no será sustento para vuestros hermanos.
Aún es tiempo de que oréis y os preparéis para
vuestro cumplimiento. No esperéis que mi justicia os toque, no esperéis que el
dolor y la guerra os azoten como aquellas naciones hermanas vuestras que están
ensangrentando los campos y dejando desolados los hogares. Sostened con la
oración a vuestra nación y no queráis verla destruída como lo fue Jerusalén.
Cultivad con vuestras obras un jardín en el que las flores sean de perdón, de
amor, de oración y caridad. Ese jardín comenzará en vuestro corazón y terminará
en vuestro espíritu. Dedicad unos instantes del día a la meditación, dejad que
se eleve vuestro espíritu para que mi inspiración llegue a vosotros. Mirad que
no tenéis libros en vuestras manos y sólo por medio de esa inspiración podréis
percibir la luz de este tiempo. Pensad que llegará el momento en que tendréis
que dar testimonio de mi verdad y necesitaréis recurrir al libro que está en
vuestro corazón. Aprended a leer en ese libro invisible para que no se turbe
vuestra mente, sabed penetrar en vosotros mismos para que la voz de vuestro
espíritu pueda brotar por vuestros labios.
Toda religión y toda secta se
preparan porque presiente la proximidad de la lucha; entre ellas os
encontraréis, mas debéis de estar preparados, porque buscaré vuestro entendimiento
para manifestarme.
Hoy todavía os contemplo débiles, porque si a
cambio de vuestra caridad recibís la ingratitud de vuestros hermanos, habéis
llorado en silencio y me habéis dicho: "¿Esta es la cruz que habéis puesto
en mis hombros?" A lo que Yo os contesto con otra pregunta: ¿Ya olvidasteis el ejemplo de Jesús entre los hombres? Cuando el mundo os hiera, no
lo acuséis ante Mí, compadecéos de él; Yo cerraré vuestra herida.
Dejad que los hombres os contemplen pequeños,
si sois humildes Yo os haré grandes de espíritu. Callad siempre que podáis,
pero trabajad intensamente. Dad testimonio de Mí, que Yo también lo daré de
vosotros.
Si vuestro espíritu experimenta la necesidad de
elevarse, es porque hay instantes en que se siente extraño en este mundo, en
que se siente como extranjero. Comprended que su verdadera patria, su casa,
está en el más allá.
Las doce tribus de Israel se encuentran
dispersas por el mundo, ellas se unirán en el cumplimiento de su misión aun
cuando se encuentren distantes unas de otras. Escudriñan el infinito en espera
de mi nueva manifestación. Mas las profecías se cumplirán y contemplarán la
luz. Entre ellos están los más grandes espíritus, los entendimientos
desarrollados, los corazones de gran nobleza e inspiración. Muchos de ellos
vendrán entre vosotros y os sorprenderéis de su elevación a pesar de no haberme
escuchado en este tiempo. No vayáis a permitir que ellos se sorprendan de
vuestra escasa preparación.
Se avecina el tiempo en que se levanten pueblos
que os sorprendan por su espiritualidad y el desarrollo de sus dones y en que
surjan profetas, porque la luz de mi Santo Espíritu está sobre todo espíritu y
sobre toda inteligencia para revelarle el tiempo que vive y designarle a cada
quien su misión.
Las puertas de esta nación pronto se
abrirán para dar albergue a hombres y mujeres que vendrán de naciones
extranjeras; todos traerán hambre, dolor, necesidad y entre vosotros
encontrarán calor, pan y consuelo. Preparad vuestro corazón para que les
recibáis con amor.
¡Cuántos de vosotros tendréis que
penetrar en tierras extranjeras y necesitaréis que os reciban como hermanos!
Os dejo a todos formando un solo corazón.
Decid con los espíritus de luz: "Gloria a
Dios en las alturas y paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad",
tal es el canto de los ángeles.
Pueblo: disponeos con toda sumisión
a escuchar mi palabra y os daréis cuenta de que ha sido una gracia que hayáis
visto nuevamente la luz del Maestro. Mi inspiración se ha hecho palabra humana
y viene en busca de los espíritus que estén necesitados o que se encuentren
sedientos de luz. El dulce consuelo que anteriormente os fue prometido, viene
en la esencia de esta palabra humilde y tierna que trata de persuadiros. En
ella hay aroma celestial y hace latir los corazones elevados, como latieron los
de mis discípulos del Segundo Tiempo en la noche de la última cena.
Sed bienvenidos ante mi lección, venís por la
promesa de vuestra salvación, venís por la palabra que os muestra la vida
verdadera. Imitadme, amad vuestra cruz, besad la de vuestra vida, bendecid la
voluntad de vuestro Padre.
Os digo que améis vuestra cruz, porque si al
tener que llevarla a cuestas renegáis, el dolor abrirá en vuestro corazón una
profunda herida. Yo sí amo mi cruz, oh pueblo, y ¿Sabéis qué es lo que llamo mi
cruz? Mi cruz la constituis vosotros, oh humanidad, a quien tanto amo.
No debéis blasfemar en la dura caminata, cada nuevo
dolor es una nueva luz en vuestro corazón, cada prueba hará brotar en vuestro
ser las flores de la experiencia. Comprended que si el dolor llega hasta
vosotros, es porque lo necesitabais; también debéis comprender que si la
alegría llega a posesionarse de vosotros, era porque también la estabais necesitando.
Benditos aquellos que callan sus penas y en
cambio hacen partícipes a sus hermanos de todas sus alegrías, aunque éstas sean
muy pequeñas.
Bendito sea el que al aceptar el dolor, sabe
que éste le perfecciona y que le conducirá a la cumbre, porque se ha dado
cuenta de que el dolor es la herencia del hombre y que ese será el medio por el
cual logrará lavarse para retornar al Padre.
Yo concedí al hombre todos los elementos
necesarios para que con ellos construyese con obras de amor una escala que lo
elevara hasta Mí. Lo he heredado con mi sabiduría y con mi amor, mas como no ha
hecho buen uso de esos dones, ha venido el dolor a llenar ese vacío.
La cuna es el principio del hombre, el sepulcro
es el final, y veo que en el lapso que une a ambos extremos, es más lo que
sufrís que lo que gozáis en vuestra existencia. Lloráis al nacer, cuando vivís
y finalmente al morir; Yo que vengo siguiendo vuestros pasos quiero y debo
salvaros. Mi Doctrina es la voz que viene a llamaros para que encontréis el
camino de la paz. En todos los tiempos mi Ley ha sido de justicia, de amor y de
paz, ella os ha señalado y os ha marcado la ruta por la que podéis salvaros.
Muchos de los hombres de este tiempo al oir que
con frecuencia se repite en mi Doctrina la palabra amor, se dirán: ¿Cuál será
el amor que tanto están predicando? Mis seguidores tendrán entonces que llevar
a cabo obras que expliquen y aclaren cuál es el amor que Yo os he señalado e
inspirado. También en aquel tiempo me preguntaron de qué clase era el amor del
que tanto les hablaba Jesús a los hombres, y estando el Maestro sentado junto a
un rosal cuyas flores se encontraban secas y marchitas, las acarició con su mano
mientras El predicaba, y aquellas flores revivieron bajo el influjo de su
caricia, dejando a todos los que le rodeaban verdaderamente maravillados ante
semejante prodigio. Así serán los corazones de los hombres cuando sepan amarse
unos a otros. Los rosales volverán a florecer y las rosas secas resucitarán.
No todos los hombres pensarán de igual manera
al recibir esta luz, porque el tiempo de evolución no es el mismo en toda la
humanidad. Unos llevan más tiempo que otros en el camino de la vida, también
debéis saber que todos los hombres están retrasados en conocimiento y
elevación, porque se han apartado de la senda de evolución.
Ha vivido mucho el hombre, pero de su vida ha
sido poco lo que ha aprovechado y es que le ha dado mayor importancia a las
satisfacciones materiales, despreciando la ciencia de vivir con amor y con
justicia.
Una nueva lección he venido a dar al mundo, la
cual será como un riego divino que resucite a los corazones marchitos y anime a
los espíritus estacionados o enfermos.
Recordad que os dije: "Pedid que se os
dará", y por eso venís con vuestra lista de peticiones. Mas ahora os digo
que aprendáis a pedir y a recibir. Pedir con humildad y recibir con
conformidad.
Vuestro corazón me dice: ¿Cuántas veces,
Maestro, os habremos ofendido con necias e ignorantes peticiones? Mas Yo os
digo que no me habéis ofendido si por ignorancia los hicísteis.
Por vuestra falta de conocimiento he venido a
mostrarme una vez más como Maestro entre vosotros y aquí me tenéis enseñando y
corrigiendo con amor a mis discípulos.
Hacéis bien en acudir a mi llamado, porque
todos los destinos están en Mí. No es el mundo el que os da; ni son las leyes
de la Tierra las que rigen vuestro destino; vuestro libre albedrío también
tiene límite, el hombre no es absoluto, Yo soy el único absoluto, en cuyo ser
está todo lo creado, sin embargo, os digo que tengo sed de vuestra perfección.
¿Por qué os veo caminar cabizbajos como
fracasados en esta vida? Levantad la faz, tened confianza en vuestro destino,
mirad siempre adelante y ahí, en el horizonte, me contemplaréis.
Humanidad: conoced mi Doctrina, la
espiritualidad que ella imparte os hará escuchar mi voz en los instantes de
soledad o de dolor, os dará fuerzas desconocidas en las horas de prueba y
cuando el murmullo del mundo haya fatigado vuestra mente y sintáis tristeza en
vuestro corazón, escucharéis desde el infinito el concierto celestial. Cuando
salgáis de vuestro arrobamiento, preguntaréis: ¿En qué libro habré aprendido? y
Yo os diré: en el libro de mi sabiduría y de mi amor.
Cuando esto sea, os estaréis comunicando de
espíritu a Espíritu, entonces habréis penetrado en el Templo del Señor.
Es menester que se eleve vuestro espíritu para
que la materia sea fuerte y os ayude en la lucha. Si en verdad confiáseis en
Mí, no tendríais necesidad de llamar inutilmente a las puertas de vuestros
hermanos, cuyo corazón casi siempre está cerrado a la caridad.
Mi Doctrina viene a forjar al espíritu,
colaborad con vuestro Padre, educando en ella el corazón de vuestros hijos.
Hoy sois mis discípulos, mañana lo serán
vuestros hijos.
¡Pensad en aquellos que en su niñez pierden a
su padre!
¡Pensad en los que nunca supieron de la ternura
de la madre!
Sólo el camino de mi ley podrá compensar su
vacío y llevarles al puerto de su salvación. Por eso está impresa
indeleblemente mi huella en todas las sendas de vuestra vida.
Pueblo amado: Mañana, cuando corra la voz de
que estuve entre vosotros, vendrán multitudes de hombres a interrogaros, si
para ese tiempo la vida en vuestro hogar es limpia y vuestro culto al Padre es
el que he venido a enseñaros, ¿No creéis que esa será la mejor respuesta que
déis y la mejor prueba de que oísteis mi palabra?
En este tiempo en que hasta el aire, la tierra
y el agua, se encuentran envenenados de la maldad de los hombres, ¡Cuán pocos
son los que no se contaminan por el mal o por las tinieblas!
¿Quiénes de vuestros hermanos, al encontrar un
pueblo que vive en la virtud y en la paz, podrán negar que el Padre ha estado
doctrinándolo? Podrán venir monarcas destronados llorando su poder perdido y en
el seno de ese pueblo recobrar la paz del espíritu al reconocer la falsedad de
las vanidades terrenas. Vendrán ministros de sectas y religiones, los cuales,
al ver la espiritualidad de esa congregación y su culto lleno de pureza,
sentirán en su corazón el juicio de su propia conciencia reclamándoles sus
errores.
Ese pueblo es el del Señor, el cual hará oir su
voz sobre todos los pueblos de la Tierra, y les vencerá con la luz de la
verdad, y al vencerlos, hará que formen parte de esa familia, porque todos los
espíritus son hijos del pueblo de Dios.
Hoy sabéis a quién váis a escuchar y disponéis
vuestro espíritu para recibir en él este pan celestial. Preparáis vuestro
espíritu, porque el que viene a enseñaros no es un maestro humano, no es un
sabio, un filósofo, ni hombre de ciencia, o rey en la Tierra, y sin embargo, es
más que todo eso junto. Abierto está ante vosotros el libro que os enseña el
camino de perfección.
Todo ésto lo saben mis discípulos, mas los
postreros que apenas van llegando, se sorprenden de hallarme en medio de esta
pobreza material, y entonces es menester decirles que Yo nada tengo en la
Tierra, que cuando vine a morar entre vosotros viví en la humildad, porque así
os enseñé a comprender que mi Reino no es de este mundo y que lo que vengo a
buscar son corazones. La corona que visteis en mi cabeza no la puse Yo sino los
hombres, y fue de espinas.
Venid a Mí y confiadme vuestros anhelos,
confesad vuestras flaquezas y pedidme fortaleza. Aquí estoy con vosotros, no me
aparto de mis hijos y os sigo donde quiera que vayáis, porque si a la prisión
penetráis, ahí estoy para consolaros. Si emprendéis un largo viaje, en él
tenéis mi compañía. Si enfermáis, a vuestra cabecera me tenéis como enfermero y
doctor, si estáis solos os hago sentir mi presencia.
Vedme aquí cultivando mi semilla, soy
incansable en hablaros desde el tiempo en que Elias, por labios de Roque Rojas
anunció el nuevo tiempo. Muchos han abandonado la siembra y la herramienta, mas
Yo sigo trabajando en mi campiña, pero si algunos creen que siempre estaré
comunicándome de esta manera, están equivocados, porque ya es corto el tiempo
en que aun me escucharéis en esta forma. Es menester que cese esta comunicación
para que empecéis a espiritualizaros, a comunicaros directamente con mi Espíritu
y podáis ver a vuestro Señor sobre la nube de vuestra elevación espiritual.
¿No os preocupa la ausencia de esta palabra?
¿Acaso ya habéis almacenado lo suficiente para vosotros y para vuestros
hermanos? ¿O creéis que en el día de mi partida terminará esta Obra?
Vengo borrando formas, ritos y tradiciones,
para que os concretéis en los tiempos venideros al cumplimiento de la Ley y no
hagáis lo que en los tiempos pasados que os entregásteis con todo vuestro
entusiasmo a las tradiciones y festines, haciendo a un lado la Ley.
No sabéis cuánto ha llorado el espíritu de
Moisés en el más allá al contemplar la infidelidad y la flaqueza del pueblo que
tanto amó. Su simiente fue más tarde regada con la sangre del Redentor.
¿Cómo encontré al pueblo que había sido
heredado en el nombre de sus patriarcas? Dividido, separado en dos reinos que
se veían uno al otro como extranjeros. Yo vine a unirles y no sólo a ellos,
sino a todos los pueblos de la Tierra. Todo cuanto traje, aquí lo dejé, del
mundo sólo me llevé ingratitudes y dolores. Mi palabra la dejé al Mundo como
herencia eterna, mi sangre, derramada hasta la última gota, mi cuerpo bajo a
las entrañas de la Tierra, y mi Espíritu lo derrame entre mis apóstoles. Ese
fue mi testamento. Después de mi partida los hombres me reconocieron; mi
semilla germinó y se extendió a otras naciones; mis perseguidores fueron
después mis soldados; los que habían blasfemado en contra mía, después me
bendecían.
Una era de paz y de moral fue para los pueblos
el florecimiento de la semilla cristiana; la virtud daba frutos, la meta y el
ideal eran el Cielo. Más tarde volvió la fragilidad, la aparente observancia de
mi Doctrina, cumplimiento que disfraza el mundo con festines y ritos suntuosos
que impresionan a los hombres, que no satisfacen al Padre ni elevan al
espíritu.
Ha vuelto el caos porque la virtud no existe, y
donde no hay virtud no puede haber verdad. No es que la Ley que el Padre
confiara a Moisés no tuviera fuerza, ni que la Doctrina de Jesús sólo fuera
aplicable a los tiempos pasados. Una y otra en su esencia son leyes eternas,
mas reconoced que son como una fuente de cuyas aguas no se obliga a beber a
nadie, sino que todo el que se acerca a ese manantial de amor lo hace por su
propia voluntad.
Yo entregué al pueblo la Ley en el Primer
Tiempo para que todas las tribus viviesen unidas en ella, mas cuando llegué las
encontré divididas, desconociéndose unas a otras, profanando mi Ley y
entregadas a la idolatría.
Mi Doctrina de amor vino a unir más
tarde a todos los pueblos en una sola Ley, y ahora que vuelvo entre los
hombres, nuevamente los veo divididos en sectas, en religiones, en ideas y
teorías. Cada uno practica según su idea o conveniencia. Todos dicen amar a un
mismo Dios, sin embargo, se encuentran divididos y Yo os digo, que el que no
ama a su hermano, no me está amando a Mí. Bien está que no todos los espíritus
marchen al unísono, ya que se encuentran en diferente estado de evolución, mas
¿Quién es aquel que conociendo mis leyes y mi Doctrina ignora que ellas tienen
por esencia el amor de los unos a los otros? Muchos se nombran cristianos, pero
os digo una vez más, que no puede ser cristiano quien no tenga amor.
En verdad os digo que el mundo ignora muchas
lecciones espirituales de mi Doctrina, porque en lugar de buscar la
interpretación de mis enseñanzas para luego practicarlas, se ha conformado con
ritos y tradiciones. Por eso es que las grandes pruebas han surgido entre la
humanidad y aparecen conflictos a los que los hombres no encuentran solución.
¿Por ventura ha sido una sorpresa para la
humanidad el caos de este tiempo? No, estaba anunciado para que lo pudiéseis
evitar. Yo dí a Juan, mi discípulo, la revelación de estos tiempos, que si la
hubiéseis sabido interpretar, si le hubiéseis dado el valor que encierra, en
vez de apartarla con indiferencia, habríais sabido que este tiempo pertenece al
Sexto Sello del Libro de la Revelación, habríais velado y orado y os hubiéseis librado
de grandes males.
Ved cómo os prepara mi palabra para los tiempos
venideros, por eso os digo que la aprovechéis, porque esta manifestación pasará
como pasó Moisés por el desierto y no llegó a Canaán, como pasó Jesús por el
mundo y terminó su jornada en la cruz.
Os estoy preparando para el tiempo que seguirá
a la terminación de esta comunicación. Quedará un libro en cada recinto
conteniendo mi palabra para que os reunáis y podáis recrearos en su lectura.
Si para trasmitir mi palabra en este tiempo
escogí a quienes deberían expresarla, seré Yo también quien designe a aquellos
que tengan que interpretarla a través de la lectura, cuando ya no me comunique
en esta forma. Mas os digo desde ahora, que si os concretáseis a sólo escuchar
mis enseñanzas, sin el propósito de llevarlas a la práctica, no podréis al
final recoger simiente alguna. Es preciso que comprendáis que mi Doctrina no es
para que la vayáis a tomar como un motivo para crear costumbres o tradiciones,
sino para que la veáis como el verdadero camino de cumplimiento para vuestro
espíritu y para que déis testimonio de ella con vuestras obras.
Después de 1950, mi pueblo penetrará en el
estudio de esta enseñanza para llegar a grandes conclusiones.
Estos libros que bajo un dictado divino están
formando mis "plumas de oro", serán valorizados como joyas de
infinito valor, pues cada vez que los abráis en vuestras reuniones, la esencia
que contiene será como una brisa del cielo sobre vuestros espíritus y sobre
vuestros sufrimientos. Este libro os aclarará muchos misterios encerrados en el
libro de los Siete Sellos.
Estudiaréis estas enseñanzas sin que caigáis en
discusiones, y la luz del Espíritu Santo vendrá a iluminaros para que sepáis
dar la justa explicación de lo que os había parecido un misterio.
Ya se acerca el año anunciado para daros mi
adiós a través de esta comunicación y es mi voluntad entregaros todo cuanto
tengo que deciros. No perdáis una sola de mis cátedras, una sola de sus
sílabas, porque os estoy entregando las últimas palabras de este nuevo
testamento por el cual serán comprendidos los dos anteriores y los venideros.
No os revelé el análisis de los Siete Sellos en
el principio de mi comunicación porque entonces no me hubiéseis comprendido;
mas ahora he hecho luz en este misterio para que os profundicéis y salgáis de
toda ignorancia, duda o confusión.
El mundo se interesará por fin en todas estas
revelaciones divinas, y sabiendo de vuestra interpretación os buscará para
interrogaros. ¿Os ocultaréis de vuestros hermanos cuando eso sea? Vosotros, que
en todos los tiempos habéis tenido antes que los demás mis revelaciones ¿Se las
negaréis?
No durmáis, no vayáis a flaquear ni a estar
divididos, que no os encuentren ocupados en lo superfluo porque entonces en vez
de hermanos que os pregunten, veréis llegar enemigos que os ataquen, y no
sabéis si ellos en su lucha vengan a enseñaros lo que es cumplir con mi Ley y
haceros respetar la verdad. Entonces preguntaréis: Señor ¿Acaso has puesto tu
brazo justiciero del lado de mis enemigos?
Yo os he dicho que os preparéis para que
doquiera que miréis, sólo encontréis hermanos. Quiero que la señal divina que
he puesto en vosotros, sea la luz que os sirva para ser reconocidos como mis
nuevos discípulos.
Qué hermoso será para vuestro espíritu retornar
al Padre mostrándole vuestra misión cumplida; una imagen de esa dicha la ha
experimentado aquí en el mundo el hijo que ha retornado al hogar paterno
después de haber ido a cumplir obedientemente una orden de su padre. Cuánta
alegría reboza del corazón de ambos al estrecharse, el padre sabiéndose
obedecido y respetado, y el hijo mirándose ensalzado y recibido por su padre.
¿Os habéis imaginado cómo será el festín para
el espíritu que retorna a la casa del Padre Celestial? ¿Cómo será el ósculo con
el que el Padre reciba a su hijo y el júbilo de los seres que habitan aquella
mansión?
No os detengáis en el camino certero, venid por
él, humanidad, y no volváis atrás vuestra vista hasta que lleguéis ante la gran
puerta donde Yo os estaré esperando para recibiros.
Sed fervientes, aprended a encender en vuestro
corazón la llama de la fe y la confianza en Mí, para que siempre estéis
conformes con las pruebas que os envío.
Os ilumino. Caen sobre la humanidad,
innumerables rayos para hacer luz donde antes habíais hecho tinieblas. Ha
aparecido la aurora de un nuevo tiempo invitando a todos a despertar y a
emprender la jornada de regreso a Mí. Os estoy llamando, porque ya se acerca la
hora en la que he de recoger de la Tierra mi semilla, como os lo he estado
anunciando.
Vosotros que me oís, habéis visto manifestarse
mi Verbo, bajo su influjo, habéis visto redimirse hombres y mujeres, volver a
la vida los que habían muerto a la fe y a la esperanza; sanar enfermos del
cuerpo y del espíritu. Es que he vuelto a vosotros, para ayudaros y haceros
menos penoso vuestro viaje. Velad y orad para que nada os impida o retarde el llegar
al Padre. Venid por el camino de amor y de sacrificio y cuando elevéis al Padre
vuestro espíritu pidiéndome la fortaleza, Yo os recibiré y os alentaré hasta
que lleguéis al final de vuestro tránsito en donde os daré la paz.
Practicad todo lo que he venido enseñándoos a
través de los tiempos; restituid mansamente, mas también os digo: enseñad a
vuestros hermanos con el amor y la paciencia con que Yo os he enseñado.
Me habéis buscado en las diferentes religiones
y sectas que la humanidad ha formado y Yo quiero que os despojéis de ritos y
que borréis de vuestro corazón toda huella de fanatismo. Venid a Mí en
espíritu, amadme con pureza, respetad y cumplid mis leyes y de esta manera me
estaréis ofreciendo el verdadero culto.
Venid a Mí, hombres tristes, solitarios y
enfermos. Los que arrastráis cadenas de pecado, los humillados, hambrientos y
sedientos de justicia, estad conmigo, en mi presencia desaparecerán muchos de
vuestros males y sentiréis que vuestra carga se aligera.
Si queréis poseer los bienes del espíritu, Yo
os los concederé, si me pedís posesiones terrestres para hacer buen uso de
ellas, también os las daré, porque vuestra petición es noble y justa. Entonces
os convertiréis en buenos administradores y Yo os concederé la multiplicación
de esos bienes para que de ellos participéis a vuestros hermanos.
Mirad a la humanidad cansada de luchar
inutilmente sin llegar a encontrar la finalidad de su existencia. Me presenta
una vida sin ideales y es que se ha apartado del camino de virtud y sólo busca
el placer, ahí donde hay artificio y muerte. No ha sabido encontrar la alegría
en el amor, en la caridad y en la benevolencia, no ha sabido escuchar el
insistente ruego de este Padre que tanto le ama y que sólo quiere para todos la
paz y la redención.
El mundo, dividido en religiones y sectas, me
está llamando en esta hora creyéndome ausente, o cuando menos distante. Estando
con él, no ha sentido mi presencia; pero a vosotros os digo; uno a uno iréis penetrando
en el redil en donde llegaréis a estar todos juntos cuando hayáis comprendido
mi enseñanza.
Vosotros, cultivad esta simiente y seguid
adelante. La luz será vuestra guía y en seguimiento vuestro irán las grandes
multitudes que Yo os confiaré.
Id en alas de la oración a difundir entre
vuestros hermanos la luz. Penetrad en cárceles y hospitales y dejad ahí vuestro
consuelo.
Si estáis cansados, venid a Mí que Yo os
confortaré. No temáis, Yo soy el perdón, la clemencia y la verdadera justicia.
Yo soy el manantial que a torrentes se desborda
sobre los campos en busca de simiente y de labriegos.
La tierra se encuentra preparada para que los
hombres se apresten a elegir su parte de trabajo.
El campo os espera, cultivadlo con amor y
pureza y cuando miréis que la buena simiente empieza a fructificar, destruid la
mala hierba que pudiera estorbarle en su desarrollo. Dad muerte a todo brote de
cizaña, y no caigáis en apatía porque no levantaréis buena cosecha.
Presentadme los campos cuando en ellos se vea
brillar la espiga dorada y entonces podréis cosechar y enriquecer vuestros
graneros para que la porción espiritual asignada a cada quien, no sufra hambre
en su jornada.
Las prácticas idólatras que prevalecen entre
los hombres, serán abandonadas por falsas; las enseñanzas que os he revelado
tienen la razón de la verdad y ellas serán reconocidas al fin.
El sabio busca la causa de todo cuanto es y
acontece, y espera demostrar con su ciencia que no existe ningún principio ni
verdad fuera de la Naturaleza. Más Yo les contemplo pequeños, débiles e
ignorantes.
Cuando Jesús tuvo que hacer frente a
las preguntas, miradas y juicios de las multitudes, no había leído libro alguno,
sin embargo, dió cátedra de sabiduría, porque en el entendimiento de aquel niño
brillaba la luz del Altísimo y en sus labios florecía el mismo Verbo de Dios.
Os digo esto a vosotros, porque también podéis hacerlo, cuando tengáis que
enfrentaros a las interrogaciones y pruebas a que seáis sometidos. Entonces
convenceréis, porque hablaréis de las lecciones de Dios que tienen siempre un
principio, una base, una razón. No existe milagro que no tenga una razón lógica
y natural, nada se produce sin causa. La hoja del árbol no se mueve sin mi
voluntad.
Os preguntarán: ¿Por qué siendo la majestad del
Señor tan inmensa, se vale del más insignificante mortal para derramar su
sabiduría?
A lo que vosotros contestaréis que el amor de
Dios hacia sus hijos, no tiene límites y por ello muchas veces no alcanza a
comprenderlo el hombre.
Tenéis que ser humildes, porque si vuestro
Maestro dejó su Reino para vivir y mostrarse humilde en esta Tierra, vosotros
tendréis que imitarme ante aquellos que son iguales a vosotros.
Si fuese necesario volver en materia como en el
Segundo Tiempo, vendría aun sabiendo que tendría que pasar por aquel trance
doloroso del cuerpo y del espíritu, mas ahora vengo en Espíritu y debéis
preparaos para que palpéis mi divina verdad.
¡Te perdono y te bendigo en mi nombre que Soy el Padre, El Hijo, el Espíritu Santo, Mi paz sea con vosotros Pueblo Bendito de Israel.!
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