sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 143

Estoy fortaleciendo a vuestro espíritu para que resista la lucha que se avecina, porque grande será la batalla de ideas, doctrinas y creencias. En verdad os digo, que cuando se desate la persecución en contra de los espiritualistas, surgirán nuevos apóstoles llenos de fe y de valor. Ellos serán los que proclamen que en verdad he estado con vosotros en este tiempo y serán precursores y profetas en sus pueblos. De entre ellos surgirán los que escriban mis inspiraciones, los que analicen mi Doctrina y los que contemplen visiones espirituales.

En este tiempo me manifestaré lo mismo en los hombres que en las mujeres, en los jóvenes que en los niños y en los ancianos.

Todo el mundo recibirá revelaciones, manifestaciones y mirajes, porque escrito está que todo ojo me verá.

Me he presentado en donde trabaja el hombre de ciencia y le ha asombrado mi presencia. He sorprendido a los ejercitos en medio del combate, deteniendo su avance por medio de los elementos. Me he manifestado derramando mi caridad en los hogares desolados donde no había pan; ha llegado a las puertas de las casas un mancebo llevando en sus manos una torta de pan y se han preguntado los hombres y las mujeres: ¿Quién será?

Estudiad mi Obra, discípulos, porque tendréis que ser fuertes para que, cuando todos los elementos visibles e invisibles se hayan desencadenado, deis testimonio de mi Doctrina de amor. Siete dones os confié en este tiempo para el desarrollo de vuestro espíritu y para el cumplimiento de vuestra misión, helos aquí: Guía, piedra fundamental, portavoz, facultad, vidente, plumas de oro y columna. Mas no es la primera vez que Yo concedo estos dones al pueblo de Israel; también cuando cruzasteis el desierto en pos de la Tierra de Promisión, os entregué esos mismos dones. Moisés fue guía y a la vez trasmitió mi palabra y expresó mi voluntad al pueblo; en sus manos puse la piedra fundamental de mi Ley que es el cimiento que debéis levantar en vuestro corazón. La tribu de Judá fué la columna fuerte que sostuvo el valor y el ánimo de las multitudes. La tribu de Leví fué la legión de los labriegos espirituales que estuvieron facultados por Mí para que mantuvieran encendida la fe en el Señor. La historia, la profecía y la revelación, fueron escritas por manos predestinadas para ello y bajo mi inspiración los profetas contemplaron el futuro con los ojos del espíritu.

No hay nuevos dones en este tiempo para vuestro espíritu, todo lo lleváis en vosotros desde el instante en que brotasteis de Mí.

Se acercan los días en que os revele las grandes enseñanzas que no conocíais, porque no serán los hombres quienes os las revelen. Cierto es que en el seno de toda religión se encuentran enviados míos, pero no serán ellos los que abran mi arcano, menos podrán ser los que, sin estar destinados para esa misión, la han tomado por su propia voluntad. A los que Yo he enviado para este servicio, tienen la sabiduría por inspiración; los que no son mis siervos, han tomado el conocimiento de los libros. Mientras unos oran y aman, otros leen y estudian, mas nunca alcanzará la mente la elevación del espíritu. Los primeros cuando hablan, persuaden, conmueven, acarician y sanan. Los segundos, sorprenden, admiran, pero no consuelan ni salvan.

Sed humildes, discípulos, trabajad sin esperar recompensa. Gozad amando sabiendo que sois amados por vuestro Padre Celestial. No imaginéis vuestro galardón porque él no podrá ser conocido jamás por vuestra mente.

Nuevamente os digo: ¡Preparáos! No sabéis si en el presente año venga a sorprenderos con grandes revelaciones. La luz del Sexto Sello os ilumina en este tiempo y justo es que sepáis el contenido de ese misterio. Yo esclareceré estas lecciones por medio de mis portavoces.

Juan, mi apóstol, oyó y escribió lo que vio en mirajes, sin llegar a comprenderlos. La mano bendita de aquel profeta dejó escritas en sentido figurado mis promesas y revelaciones. Y en este tiempo, vengo a daros explicación de aquellas palabras e inspiraciones, porque sólo Yo puedo hacerlo. Mas para que yo os trasmita esta luz y vosotros comprendáis esta palabra, purificáos, velad y orad.

En verdad os digo que si hasta ahora no habéis escuchado mayores enseñanzas, es porque os ha faltado elevación y limpidez. Hacéos dignos de recibir en vuestro corazón las páginas que encierra este libro de los Siete Sellos, amándoos los unos a los otros.

Vengo a mis hijos para enseñaros la virtud, para que vuestro espíritu sea fuerte y podáis vencer las tentaciones que son tendencias de vuestro cuerpo. Abrid vuestros ojos espirituales y contemplad lo mucho que tengo en mi arcano para vosotros.

Voy cincelando vuestros corazones con mi palabra, para que forméis parte del templo de mi Espíritu Santo.

Pueblo amado: El Maestro os entrega la enseñanza y en su esencia está la luz que ilumina a vuestro espíritu.

Os eleváis a Mí en vuestra oración porque sabéis que a través de ella sois escuchados por vuestro Padre, quien os da la fuerza y os ayuda cual cirineo a llevar vuestra cruz.

En mi palabra hallaréis el escudo y el arma luminosa para que venzáis en vuestra lucha. Os estoy preparando para que con la evolución de vuestro espíritu y el desarrollo de vuestros dones estéis capacitados para enfrentaros a las pruebas.

Vivid alerta, pueblo amado, imitad a las vírgenes de la parábola entregada a mis discípulos en el Segundo Tiempo, estad como ellas, con vuestra lámpara encendida, para que la fe y la esperanza siempre la tengáis en Mí. En vosotros está el santuario que Yo he venido a preparar con gran amor en este Tercer Tiempo. Sois los depositarios de mi palabra y cada espíritu y corazón lo he convertido en una fuente de amor, de virtud, de bálsamo, que como aguas cristalinas serán derramadas entre la humanidad.

Grande es vuestro regocijo, Israel, porque habéis contemplado que cuando habéis estado preparados, el consuelo ha brotado de vosotros para el corazón afligido y los que se encontraban agobiados por el dolor, se han sentido alentados por vuestra palabra. ¡Benditos seáis los que así váis cumpliendo! Seguid luchando para entregar mi caridad a la humanidad. Yo vengo con mi palabra a daros aliento en esta lucha, vengo a enseñaros a edificar y reconstruir lo que a través de los tiempos ha destruido la humanidad con su materialismo. Vuestro espíritu sabe el tiempo en que vive, va aprendiendo a vencer las pruebas que halla en su camino, porque grande es su fe y su amor para mi Obra.

Hijos amados: Yo os daré el galardón al final de vuestra lucha. Ahora no sabéis cuándo ni como, pero de cierto os digo, que mi palabra se cumple y Yo os he ofrecido la Tierra de Promisión, en donde alcanzaréis la gloria, el descanso y la dicha; sentiréis de lleno mi paz porque para entonces vuestro espíritu habrá triunfado.

He venido a mostraros nuevamente el camino que debe recorrer vuestro espíritu, en él está mi luz, las virtudes y los ideales espirituales con los que debéis caminar. He venido en este tiempo con una espada de fuego, no para dar muerte al espíritu sino para combatir las tinieblas que se han cernido a vuestro derredor.

 ¡He aquí la potestad de mi palabra que en obras de amor manifiesto delante de vosotros! Vengo dando testimonio de mí mismo. Vengo haciendo prodigios en cada corazón, para convertiros en los hijos de la luz; porque vuestro Padre es la Luz y la sabiduría infinita. A cada uno entrego mi palabra que es ley, mas reconoced que no vengo a obligaros con mí poder a que cumpláis con ella, a que veáis en mi palabra un látigo que lastime vuestro corazón. ¿No sabéis que como Padre no quiero el dolor para mis hijos? Ved que con mi enseñanza os limpio y os sano de las heridas que me hacéis presentes y si por instantes mi palabra os juzga, es porque Yo soy la justicia perfecta y con ella vengo a preveniros del dolor que os labráis cuando os olvidáis del cumplimiento de mi Ley.

 Quiero que seáis libres espiritualmente, mas no caigáis en el libertinaje que os inspira la materia, porque Yo os la he confiado para que sea el dócil instrumento que ayude a vuestro espíritu en su evolución, pero ha convertido en su siervo al que debía de gobernarla. Yo vengo a doctrinaros con mi palabra para que no os dejéis arrebatar por la tempestad de vuestras pasiones y sepáis dominaros.

Pueblo mío: amad y en cada una de vuestras obras dad testimonio de Mí. Entregad mi luz, practicad las virtudes; Yo estoy derramando en vuestro espíritu, lo estoy alimentando con el pan de vida eterna; está saboreando el fruto de la vida, está recibiendo mi sabiduría. Esta es la esencia de mi palabra. Vosotros habéis preparado vuestro corazón como un cáliz limpio y en él Yo vierto gota a gota mi sangre.

Comprended mi pueblo, el sentido figurado de mi palabra y con ella recreáos.

Vuestros ojos materiales no pueden contemplar mi faz radiante, pero si me comprendéis a través de la palabra que asimila vuestro espíritu; mi palabra es la vibración que da el ritmo a todo lo creado para que todo esté en perfecta armonía y así vuestro espíritu cederá a la fuerza de mi palabra para que lleguéis al puerto de salvación y después a la Tierra Prometida.

 ¡He aquí mi presencia! ¡He aquí el poder de mi Espíritu hecho Ley en vosotros mismos, ley que os dice: amaos los unos a los otros! Con esta ley invisiblemente estoy unificando a todos mis hijos. Yo haré surgir de todos los corazones la flama del amor, para que todos puedan fundirse en un solo ideal.

Vuestro Maestro os trae el mensaje de paz y salvación que hace tanto tiempo estáis esperando. Sólo Yo con mi enseñanza puedo ayudaros a encontrar el camino que os conduzca a la mansión espiritual.

Escucháis mi palabra a través de unos labios humanos.

¿Qué es lo que necesitáis para iniciaros en el camino de la espiritualidad? Si tenéis amor, llegaréis muy alto, y si en Mí confiáis, no tropezaréis en vuestra vida, y las facultades de curar, hablar y persuadir que hay en vosotros, se desarrollarán y todo ello será para el progreso de vuestro espíritu.

Todos podéis seguir mis huellas porque todos estáis preparados para ascender y llegar a Mí. ¿Quién os ha dicho que unos llegarán y otros no?

Yo no he creado espíritus con diferentes jerarquías, todos han sido formados de la misma manera y todos lleváis mi unción divina; mas hoy, no todos estáis limpios como cuando lo estuvisteis al ser formados, y por eso os digo que es necesario que os purifiquéis, porque quiero que lo que brote de vuestro corazón sea limpio, que obedezcáis mis inspiraciones para que vuestro trabajo sea desinteresado y vuestra lealtad se refleje en todas vuestras obras. El egoísmo o la envidia no son manifestaciones de un espíritu elevado. Cuando hayáis limpiado vuestro corazón para dar paso a la luz, entonces estaréis preparados para dar a conocer mi Obra, y será cuando podáis ser los intérpretes, videntes y profetas de la verdad.

Mi rayo universal está iluminando al espíritu de los hombres, purificándolos y elevándolos, porque quiero que vayáis más allá de lo humano y hagáis prodigios como Yo os he enseñado.

Mirad que soy benévolo y no he juzgado vuestras obras. Vengo a daros mi socorro, vengo en ayuda de los que sufren, de los que han equivocado el camino y no los sentencio porque aún pueden arrepentirse y evitar nuevas caídas. A nadie he delatado, sólo he preparado a vuestro espíritu para que os sintáis responsables de todos y cada uno de vuestros pasos, y podáis levantaros reparando faltas y edificando sobre tierra firme.

Sanad enfermos, por fe y por amor; desarrollad vuestras potencias para que sepáis con cuanta gracia os he preparado y no digáis que lo que hoy os pido está fuera de vuestro alcance.

Buscad con limpidez mi presencia, y llenos de fortaleza id por los caminos predicando el amor. Enseñad con pruebas, y demostrad que el amor puede devolver la salud a un enfermo, por ser el más poderoso de cuantos medios conoce el hombre para curar.

Elevad vuestro espíritu y pensad en los enfermos del mundo, a los que podéis contar por millones y sobre todos ellos derramad el bálsamo de vuestra oración.

Cristo no ha muerto, vive eternamente para dar vida y resurrección a los espíritus. Si habéis llegado doloridos a Mí y al salir de este recinto buscáis vuestros dolores y no los encontráis, es porque habéis sabido analizar mi palabra, habéis encontrado en ella el bálsamo que os ha devuelto la salud y la paz.

He venido en este tiempo a mostraros mi Ley a pesar de la incredulidad humana. Los que Yo he escogido para formar con ellos mi apostolado, al oír mi palabra han creído, y su fe es inquebrantable; mas aquellos que después de oírme se han alejado, negando que sea Yo quien se manifiesta, llevan ya en su espíritu la simiente de mi amor y tarde o temprano, tornarán a Mí.

 Si por mi causa fueseis desconocidos y quisieran convenceros de que estáis en error, ¿Qué responderíais?

Me decís que me seguiréis hasta el fin; que habéis encendido en vuestro corazón una lámpara de amor y que sufriréis las más grandes pruebas dando testimonio de Mí, y Yo os doy fortaleza, porque en verdad se levantarán grandes torbellinos queriendo apagar la lámpara de vuestra fe.

Si mostráis como testimonio de esta verdad vuestra vida sencilla y recta, y dejáis que hable el espíritu lleno de potestad, defenderéis vuestra fe y Yo seré creído. Las armas más fuertes para vencer a vuestros enemigos son el amor, la prudencia y la justicia. Respetad la fe de vuestros hermanos, mas haced luz en su espíritu. Sed humildes y no hagáis guerra por causa de mi Doctrina. Todos dicen estar cumpliendo mis preceptos y hacen actos indignos ante Mí. Vosotros, preparáos y no prevariquéis. Por conducto vuestro hablaré a la humanidad, porque cada uno de mis escogidos deberá ser un portavoz de mi Doctrina, un emisario de buena voluntad.

Si queréis que vuestros hermanos me reciban, llevadme con vosotros en el santuario de vuestro corazón. Voy a dejar abierto el libro de mi verdad para que el mundo pueda leer en él.

Quiero dejaros preparados antes del año de 1950; quiero deciros adiós dejándoos mi paz. Es mi voluntad que os hagáis acreedores a recibir mis últimos mandatos y recomendaciones.

Después de ese año, en que se habrán reunido los 144,000 marcados con el fuego de mi amor; unos en materia y otros en espíritu, habrán quedado preparados y no habrá poder humano que pueda despojarlos de los dones por Mí concedidos, ni revestirlos con otras gracias.

Bienaventurados los que para ese tiempo se hayan espiritualizado, los que hayan permitido que su espíritu evolucione siguiendo el camino ascendente, porque ellos estarán preparados para el paso de transición que os espera y serán fuertes para hacer frente a sectas y religiones.

Os he dado a conocer mi enseñanza que es como un río vivificador que procede de mí. Nadie podrá detener su corriente, ella ha descendido de un alto monte para fertilizar las tierras que se encuentran sedientas y hacerlas fructificar.

Estoy con vosotros y nada debéis temer. Mi inspiración fluye eternamente y siempre podéis alimentaros de Mí. Como aquel ángel, ahora os digo: Gloria a Dios en la conciencia del hombre espiritualizado y paz en la Tierra a la humanidad, cuando ésta trabaje para construir la paz en el mundo.

Pueblo amado: derramo en vosotros el fuego purificador de mi palabra para que tengáis fuerza, luz y vida. Os envío mi pensamiento a través de este portavoz, sin que al pasar por él pueda mancharse. La Divinidad no se mancha al comunicarse por el cerebro humano, aunque éste no se haya espiritualizado.

Tengo que repetir una y otra vez mis enseñanzas, con el fin de que los postreros que continuamente llegan ante Mí, den el primer paso y desde ese momento, desde la primera lección, vayan conociendo la esencia de esta manifestación.

Sabed que los que se aman pueden comunicarse a través de las mayores distancias, Yo os amo y vosotros también me amáis. Para el espíritu no existen barreras, en vuestra senda tendréis muchas ocasiones de probarlo. Estáis aprendiendo a amarme y hay instantes en que tenéis destellos de haber alcanzado el amor verdadero, el cual dejo que ilumine vuestro corazón para que os dé aliento en vuestra jornada.

No vengo a exigiros que hagáis lo que no sabéis ó lo que no podáis, si eso hiciera sería injusto con vosotros. Si alguien conoce el grado de evolución que habéis alcanzado, ése soy Yo. Observad que no os exijo que os comuniquéis conmigo de espíritu a Espíritu sin que antes paséis por una preparación previa. Esa preparación os la he estado dando al comunicarme por medio de los portavoces, por cuyo cerebro os he hecho llegar mis lecciones.

Aprended a escuchar, oh párvulos, porque escuchar no es lo mismo que oir. Todos oyen, pero son muy pocos los que saben escuchar, y esa es la única forma en que se puede comprender la verdad de mis enseñanzas.

Sabed que esta labor de acercamiento espiritual entre el hombre y Dios, la está llevando a cabo vuestro maestro al enviaros su pensamiento para que descienda a iluminar al vuestro. Exteriormente es demasiado humilde el lenguaje que brota por los labios de los intérpretes, pero su esencia es perfecta como es vuestro Padre, que es quien os la envía. La finalidad de esta Obra está más allá de lo que imagináis y entendéis, por lo mismo debéis imaginárosla divina, grande, eterna. Ella es más que un consuelo para los afligidos, más que un bálsamo para los enfermos. Es el don supremo para el espíritu, que os dá la dicha de amar a Dios y os muestra el conocimiento de la vida verdadera.

Sabed que el que llega a entender y conocer algo de lo que está reservado a los que se elevan, ése, ya no podrá apartar de su espíritu aquella luz que le fue revelada. Así penetre en moradas desconocidas o retorne una y otra vez más a la Tierra, lo que un día recibió como un divino destello, surgirá a cada paso de lo más puro de su ser como presentimiento, como un dulce despertar o como un canto celestial que inundará de gozo el corazón, como un anhelo de volver a la mansión espiritual. Eso es lo que significa mi Doctrina para los espíritus que retornan a esta vida. En apariencia el espíritu olvida su pasado, pero en verdad no pierde el conocimiento de mi enseñanza.

A los que dudan de que es el Verbo Divino quien os habla en este instante y bajo esta forma, les digo que si no quieren darme ese nombre, si no quieren atribuir esta palabra al divino Maestro, que tomen la esencia de esta lección, que analicen cada uno de sus pensamientos, y si al meditar en lo que han escuchado llegan a la conclusión de que encierra luz y verdad para la humanidad, que la tomen como norma de sus pasos en la Tierra y con ella transformaran su vida.

Yo se que os estoy entregando la verdadera sabiduría, lo que los hombres crean no afecta un átomo a mi verdad, mas se hace necesario que el hombre tenga la certeza de lo que cree, de lo que sabe y de lo que ama; es por eso que en mis manifestaciones llego a veces a colocarme al nivel de la humanidad, para así lograr que me reconozcan.
06-143.57 Debo decir a los que llamo ya discípulos, que ellos tienen el deber sagrado de instruir y hacer comprender esta Doctrina a los que llamo párvulos, porque no comprenden aún lo que ven, o lo que escuchan en mis lecciones. Para ser mis discípulos no es suficiente entender, deben también sentir; porque hay muchos que entendiendo bastante de las enseñanzas que en mi palabra les he entregado, no son capaces de tender su mano hacia el que no ha logrado comprender la divina enseñanza. Dáos cuenta de que mis párvulos están necesitados muchas veces de vuestras explicaciones y de vuestra experiencia. Preparáos para que les instruyáis y veréis desarrollarse en ellos la fe y en vosotros el don de la palabra. Encenderéis la fe profunda, que también sabe de razonamientos y de comprensión.

No es verdad que todos seáis duros de corazón. Yo os he visto muchas veces llorar por los demás y sentir destrozado vuestro corazón ante un dolor ajeno.

Este tiempo se ha abierto con la comunicación de mi rayo a través de los entendimientos, los cuales fueron escogidos porque en sí llevaban esta misión; no creáis que han sido elegidos por su pureza, porque si así fuera, no habría encontrado a uno solo.

Saturáos de mi fortaleza divina y sentíos seguros porque estáis conmigo, mañana cuando vuestro corazón despierte al amor y sea animado por el sentimiento de la caridad, él será a cada paso con sus hermanos como Yo fuí con él.

Recordad aquel día que fue de luz y regocijo para la primera congregación de discípulos de esta Obra. Fue aquel primero de septiembre de 1866, cuando la luz de Elías se derramó en inspiración entre los que se reunían en torno de Roque Rojas.

En aquel día fueron consagrados los que habían de ser los primeros guías y los primeros portavoces. Fue día de inspiración, de revelaciones, de promesas y pactos.

Aquellos discípulos se sintieron espiritualmente transportados al Sinaí o al Monte Tabor, recordaron las grandes revelaciones del Primero y Segundo Tiempos. Y no se equivocaron en su presentimiento, porque la presencia espiritual de Moisés, Mi presencia y la de Elías, estaban con ellos, como estuvo en el Monte Tabor, en aquella visión contemplada por algunos de mis discípulos, manifestación que fue llamada por los hombres "la Transfiguración de Jesús".

En verdad os digo a vosotros que me escucháis en este día, que la presencia espiritual de Moisés, Mi presencia y la de Elías, están con vosotros, ¿Qué tuvieron los hombres del Segundo Tiempo, que no tengáis vosotros? Lo mismo hay fe en éstos, como en aquellos, como también os digo que lo mismo hay imperfección y pecado entre vosotros, como los hubo en aquel tiempo.

Aquí tenéis la presencia de los tres enviados: la de Moisés, la de Jesús y la de Elías. Presencia espiritual, invisible a los ojos humanos y sólo perceptibles a los sentidos del espíritu. Por eso os digo: preparáos, para que gocéis de la luz que se derrama sobre vuestro espíritu en estos instantes.

Abrid vuestro corazón y sentid en él la presencia de Moisés; sensibilizáos y oid su voz espiritual animándoos a seguir en la jornada, lo mismo que alentaba a su pueblo en el Primer Tiempo cuando cruzaron el desierto.

Moisés no está inactivo en el seno del Padre, su espíritu trabaja sin cesar, haciendo escuchar en todo espíritu la voz de la Ley. El viene a deciros que seáis los verdaderos hijos de la fe, para que lleguéis a la Tierra Prometida al espíritu.

Pueblo: guardad en vuestro corazón la lección que habéis escuchado, para que siempre gocéis de mi presencia espiritual que os ha conducido a través del camino de la vida.

Orad, que Yo recibo vuestros pensamientos, y mientras dure vuestra plegaria, Yo derramaré mi bendición en la humanidad.


¡Te perdono y te bendigo en mi nombre que Soy el Padre, El Hijo, el Espíritu Santo, Mi paz sea con vosotros Pueblo Bendito de Israel!

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