sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 142

Mi amor desciende a vosotros, para pediros el cumplimiento de los mandatos que os he enseñado a través de vuestra existencia. Contemplo que estáis llenos de gracia, ungidos y preparados para el cumplimiento de vuestra misión y quiero recoger los frutos de la simiente que os he entregado. Quiero gozar con vuestra humildad y buena voluntad. Si os he ofrecido que el mundo será lleno de gracia y bendiciones por vuestra intercesión, es porque os he dado potestad para que podáis ver multiplicarse vuestras buenas obras más allá de esta tierra; por vuestra intercesión alcanzarán luz los espíritus necesitados. Porque en verdad os digo, que no sólo este mundo atraviesa por una era de dificultades y pruebas para su purificación, sino que también en otros valles hay restitución y dolor.

Asimilad mi enseñanza, sentid mi palabra; así como es dulce y amorosa, es también severa; debéis comprendedla y analizarla. No dejéis que esta semilla sea llevada por el viento sin que germine en vuestro corazón, porque mañana va a haceros falta. ¿Qué esperáis para normar vuestra vida en la práctica de mis mandatos? No esperéis que las pruebas, os toquen, porque seria muy doloroso para vosotros; hacerlo por amor y convicción, cumplid con el precepto que os dice: "Amaos los unos a los otros".

Aprovechad este tiempo en que os estoy hablando con suma claridad y dejad que os guíe. Pensad que vuestro porvenir será de paz, si cumplís con mi ley.

Penetrad en vosotros mismos, examinaos a la luz de vuestra conciencia y veréis que os hablo con justicia, que que vengo a sembrar el terror, sino que os prevengo para que viváis alerta.

Mi palabra es alimento para el espíritu. Os he hablado en todos los tiempos; en el presente, sirviéndome de vosotros mismos, he dejado este mensaje para la humanidad. Estoy velando por el mundo mientras él duerme. He aparecido ante vosotros, y así como en el Segundo Tiempo, en el día de mi resurrección ascendí ante mis discípulos y me miraron partir en Espíritu, así vengo ahora a vosotros, lleno de gloria para juzgar a todos los seres.

Hoy mi luz baña a toda la humanidad. De naciones y comarcas, vendrán vuestros hermanos a esta tierra en busca de mi palabra, cuando tengan noticias de estas enseñanzas. En ese tiempo ya no me comunicaré por el entendimiento humano como hoy lo hago, y vosotros, los fieles, os enseñaréis a elevar vuestro espíritu para hacer comunión Conmigo y a todos mostraréis mi palabra impresa y el testimonio que de mi enseñanza habéis recogido. Les diréis que no me hice hombre, sino que vine en Espíritu y así he quedado entre vosotros eternamente.

Hoy que conmemoráis mi pasión, os digo que he ido una vez más al calvario, que mi pasión se renueva a cada instante, que la guerra, el pecado y el materialismo forman una, cruz de afrenta para vuestro Dios. Vosotros, los que hayáis comprendido mi palabra, os uniréis a Mí en una gran lucha contra el pecado. Los ejércitos espirituales han entablado su batalla, a ellos os uniréis.

Las pruebas despertarán al mundo. La buena nueva llegará a todos y sabrán que he venido a dejar un testamento más y a juzgar su obra.

No quiero que los que me habéis oído. lloréis más tarde, por no haber comprendido mi manifestación divina. Orad, y en vuestra oración recibiréis la luz para penetrar en esta nueva revelación que os estoy entregando.

Os concedo el don de la paz; si permanecéis preparados, la esparciréis en vuestros pensamientos y obras. Estos tiempos preciosos en que os reunís para elevar vuestro espíritu y habitar las regiones espirituales desde donde conversáis Conmigo, no volverán. Tampoco volveréis a escuchar mi palabra por el conducto humano, después del tiempo señalado por Mí.

Velad y orad y veréis cumplida mi palabra.

Os estoy entregando una nueva lección; cada una de ellas viene a preparamos para el cumplimiento de vuestra misión. Vais comprendiendo que no vinisteis a la tierra tan sólo Para conservar vuestra envoltura, para acumular caudales o labraros honores. No sois menesterosos en el camino de la vida. Si os habéis creído pobres, es porque no habéis sabido mirar lo que en vuestro espíritu lleváis. ¿Será menester que perdáis cuanto poseéis, para que sepáis aquilatar lo que teniais? No, mis hijos, es mejor que hoy que poseéis vuestros dones, tengáis conocimiento de ellos para que los utilicéis en beneficio de vuestro espíritu.

Si os parece extraña mi doctrina, os digo qué vosotros sois los extraños, porque tanto Yo como mi ley, somos inmutables y eternos. Cada vez que vengo a vosotros os encuentro más distantes, más manchados y por lo tanto, Más extraviados del camino. Os parece nueva la forma en que ahora me comunico con vosotros? No es nueva. ¿Acaso querías que mi voz se hubiese escuchado en el infinito. sin mediación de hombres? Tampoco esa forma sería nueva; ya en el Primer Tiempo hice oír mi voz ante el pueblo congregado en las faldas del monte Sinal y, ¿qué fue de aquel pueblo al escuchar así la voz de su Padre? Que sus oídos, su corazón y su mente fueron impotentes para recibir aquella manifestación, de poder, al grado de tener que tapar sus oídos para no escuchar, y de pedirle a Moisés que intercediera ante Jehová para que cesara de hablar, porqué su voz era como el estruendo de la tempestad Mi voz en aquel tiempo descendió de mi Espíritu a Vuestra materia, mientras que ahora, os estoy preparando para que os elevéis hasta donde os espera mi amor de Padre y me escuchéis de espíritu a Espíritu.

A pesar de que, en todo tiempo me he manifestado lleno de claridad, por su materialismo el hombre ha dudado. Ahí mismo en el Sinaí, bajo las sublimes pruebas y manifestaciones que al pueblo dio su Señor, aquellos corazones dudaban, flaqueaban y a cada paso estaban dispuestos a volver la espalda al Padre; en cada flaqueza del pueblo se manifestó la caridad del Señor y al final sólo su verdad resplandeció.

Si os hablo de mi manifestación en cuanto hombre, tendré que deciros, que a pesar de haber sido anunciada mucho tiempo atrás, el mundo se encontraba durmiendo y no supo reconocerme. Desde que Jesús abrió sus ojos en este mundo, hasta el instante de cerrarlos, estando pendiente en la cruz, mi corazón fue herido en toda su jornada por la duda de los hombres.

Dudaban de la Divinidad de Jesús, juzgándolo por su humildad, por la pobreza de sus vestiduras y su carencia de poder material y de caudales de la tierra; y todavía en su agonía, la duda de aquellos hombres se clavaba en el corazón de Jesús, como si fuesen dardos cada una de sus preguntas- ¿Cómo es posible que su cuerpo sangre siendo hijo de Dios? ¿Cómo es posible que muera el Hijo de Dios?

Dos mil años han pasado para que algunos comprendieran esas lecciones, y muchos más tendrán que pasar para que todos las comprendan.

Si ahora alguien dijera que he llegado por sorpresa, no os dice la verdad, porque Yo os anuncié mi nueva venida y os predije las señales que os daría; pero si estabais durmiendo cuando os dí las señales, ¿cómo podríais advertirlas?

Así como en el Segundo Tiempo mi presencia no fue en la misma forma que en el Primero, también en esta era mi manifestación es diferente, siendo siempre la misma doctrina. Siempre he anunciado mi llegada con siglos de anticipación, para encontraros preparados, para no encontrar vuestra casa en desorden y causaros vergüenza con mi visita; he querido que a mi llegada todo lo tuvieseis dispuesto, para que al llamar a vuestra puerta pudierais decirme como las vírgenes de mi parábola: Pasad, Maestro, bienvenido seáis a vuestra casa. Mas ha sido vuestra duda la que ha salido a recibirme, duda por la forma de mis manifestaciones y de mi comunicación, duda ante los prodigios que os concedo, los cuales los llegáis a atribuir a poderes maléficos, duda ante la pobreza y humildad de mis nuevos servidores y de los sitios en que me estoy manifestando; mas sé que después de la partida de mi manifestación, vendrá la fe y la comprensión de ella, como aconteció en los tiempos pasados, a pesar de vuestra frialdad, de vuestra duda y de vuestro materialismo.

Vengo a vosotros porque os amo, porque sabía que en el tiempo de mi nueva manifestación os había de encontrar como rebaño sin pastor, como a enfermos sin doctor y como a párvulos sin maestro. Vengo a preparar una porción de la humanidad para que sea la que siembre la buena semilla en las nuevas tierras, porque habéis entrado en una nueva era, la de la espiritualidad.

Desde ahora hasta 1950, aprovechad mi palabra que como manantial se derrama desde los cielos sobre vuestro corazón, almacenadla para que podáis entregarla en abundancia después de mi partida, fortaleceos en mi doctrina para que vuestro ánimo no vaya a flaquear; mirad que habrá quienes tengan que responder de esta enseñanza ante los tribunales; vosotros os concretaréis a decir con toda verdad lo qué os enseñé. Después de 1950 vuestra memoria se aclarará para recordar mis enseñanzas, mas también recibiréis por revelación nuevas y desconocidas lecciones.

Alguien desde el fondo de su corazón me está diciendo en este instante: Señor, ¿por qué no hacéis en mi camino aquellos prodigios que hicisteis en los días en que comenzaba a seguirte, si ahora me encuentro más preparado y tengo más fe? Es que no habéis sabido observar. Tampoco estoy haciendo ahora los prodigios que hice en el Primer Tiempo; aquel tiempo fue el de vuestro despertar a la vida del espíritu, fue de pruebas y milagros materiales; hoy es tiempo de prodigios espirituales; ¿cómo había de ser posible que vuestro espíritu estuviese siempre a la misma altura y que os viniese a repetir la misma lección?

Cuando llegasteis a mi presencia a escuchar mi palabra, hice prodigios sorprendentes para alentar vuestra fe; hoy, que ya tenéis esa luz; ¿por qué seguís exigiendo lo que sólo corresponde a los débiles? Ahora toca a vosotros hacer con vuestros hermanos lo que Yo hice con vosotros.

Hoy os enseño mi ley y os digo: Mi paz sea con vosotros, así como la pureza en vuestros pensamientos, para que escuchéis lo que el Verbo os dice en este día. Paz traigo a los hombres que en la tierra restituyen, con amor unos, con dolor otros. Vengo a poner a descubierto ante vuestros ojos aquellas lacras del espíritu, que vuestro corazón no conoce, para que las lavéis con paciencia. También os hago sentir la gran responsabilidad que ante mi obra habéis contraído.

En manos humildes y sencillas, pero celosas, he puesto mi obra en el Tercer Tiempo, para que con vuestras obras la honréis y la glorifiquéis.

Os doy mi palabra en la intimidad de estas casas a las cuales llamo recintos y no templos, para que no sean confundidos con aquellos donde existen ceremoniales y ritos; sabéis que a través de esta doctrina, estoy levantando en el fondo de vuestro corazón el verdadero templo del Dios viviente. Cada congregación de las que se reunen en los recintos se elevará según su amor, su obediencia y su buena voluntad en cumplimiento de mis preceptos.

Es mi voluntad que todos trabajéis por la grandeza de mi obra, porque se acercan tiempos de gran importancia para vuestro espíritu; son aquellos en que mi luz hecha voz y pensamiento, vibre desde lo infinito en vuestro espíritu en la comunicación más elevada a la que podéis llegar. No podéis decir que en este tiempo el Espíritu del Señor ha penetrado en el cerebro del portavoz, porque un ser humano es incapaz de- albergar lo que es potencia universal. Ha sido un rayo de luz divina el que na descendido sobre la mente del predestinado para transmitiros mi enseñanza. Asi es como fluye la verdad por esos labios ignorantes, y éste será el principio de la destrucción de la idolatría y el fanatismo religioso.

Estos hombres poseen la suprema gracia de servir de asiento o pedestal del rayo divino y su cerebro y sus labios de intérpretes del Verbo y, a pesar de ello, deberán seguir siendo hombres sencillos como los demás.

Mañana estos recintos se multiplicarán y reunidas en ellos las multitudes, escucharán la comunicación de Espíritu a espiritu del Señor con sus siervos, sin que nadie intente engrandecer a quienes sirven de instrumentos al Señor. Quiero sencillez en todas vuestras obras; me complazco con los humildes de corazón. Recordad que nací en un establo, entre pastores, porque en ellos encontré pureza para sentirme y para creerme. Todavía ninguno de vosotros ha tenido por cuna un pesebre, mas fue vuestro Rey quien tuvo que hacerlo, para daros ejemplo de humildad.

¿Por qué vengo nuevamente entre los hombres después de haberles dado aquellas lecciones de vida eterna? Porque los hombres han hecho ritos de cada uno de mis ejemplos. Sentidme, y no tratéis de imaginarme en ésta o en aquella forma, porque cualquiera de ellas os alejará de la verdad. Como Padre Eterno, no tratéis de imaginarme a través de un anciano como el que pintáis, porque ni el tiempo, ni la lucha dejan huellas en el Espíritu del Creador, ya que estoy sobre el tiempo y no como vosotros, sujetos a él.

Mi palabra volverá a incomodar a los hombres como en los tiempos pasados, mas les diré la verdad. Sin delatar a nadie, dije hipócrita al hipócrita, adúltero al adúltero e inicuo al inicuo. Había sido vejada la verdad y era menester que resplandeciera, tal como ahora en que la verdad ha sido ocultada, y por ello tiene que surgir nuevamente ante los ojos de los hombres. ¿Qué os enseño ahora?; a bendecir de corazón y espíritu a todo y a todos, porque quien bendice así, es semejante al Padre, al hacer llegar su calor a todos. Por eso os digo: aprended a bendecir con el espíritu, con el pensamiento, con el corazón, y vuestra paz, vuestra fuerza y vuestro calor llegarán a aquél a quien se lo enviéis, por distante que lo creáis. ¿Qué pasaría, si todos los hombres se bendijesen, aun sin conocerse ni haberse visto nunca? Que reinaría la paz perfecta en la tierra, sería inconcebible la guerra. Para que ese milagro se realice, es menester que elevéis vuestro espíritu, por medio de la perseverancia en la virtud. ¿Lo juzgáis acaso imposible?

¡Cuántos grandes pecadores convertidos llegaron a alcanzar el grado que vosotros llamáis de santidad! Aquellos no eran en su origen mejores que vosotros; pero ese grado de perfección no lo habéis alcanzado aún. Comenzáis a amar, el don de la intuición empieza a dar frutos y ya tenéis inspiración, porque cuando os toco, respondéis. No todas las puertas son sensibles a mi llamado, pero aquellas que se abren, son las que dejan pasar mi luz entre vosotros. No es imposible la transformación del pecador. Recordad a algunos nombres de la Segunda Era: Magdalena, Pablo, Agustín, Francisco de Asís. ¿Por qué sólo habéis de recordar a los del Primer Tiempo?

Estos que os menciono, supieron del pecado y hasta del cieno de las pasiones, y en cambio, ahora brillan como luminarias en el cielo, y como iluminadores de los hombres envían su luz a vosotros.

Sólo Yo puedo revelaros lo desconocido. Así puedo deciros que en vano los hombres de ahora tratan de conocer la juventud de Jesús en la tierra. Escudriñan e imaginan, mas sólo se conoce mi niñez y el tiempo de mi predicación. A vosotros os digo: Jesús, antes de levantarse a anunciar el "reino de los cielos", nada aprendió de los hombres. ¿Qué tenía que aprender de ellos quien en su infancia confundió a los doctores de la ley? Aquel tiempo, del cual los hombres nada saben, fue tan sólo un tiempo de espera.

Si aprendéis de Mí con el amor en el corazón, es imposible que os equivoquéis.

Así os estoy preparando; hoy venís unos y por vosotros vienen otros y por aquellos, otros se acercarán. Cada día y cada generación me sentirá más cerca, porque su espiritualidad será mayor.

Haced la caridad en cada día, esa será vuestra mejor elevación hacia Mi. Dad, ayudad, consolad y esa será vuestra mejor oración del día, porque hablaréis al Padre con obras, no con palabras, aunque éstas sean hermosas en su forma pero vacías en su fondo.

Orad hacia Mi con el pensamiento. No necesitáis lugar determinado para hacerlo y la posición de vuestro cuerpo es indiferente. Elevad en paz vuestro pensamiento a las alturas y esperad entonces mi inspiración.

Lo que os voy a decir en este día, ni los profetas lo saben; en mis altos juicios sólo Yo puedo revelároslo. No temáis ignorar los íntimos juicios de vuestro Padre; sed felices sabiendo que, cual Maestro, siempre os estaré revelando nuevas lecciones. ¿Cómo pensar que quiera ocultaros algo, sólo con el fin de que lo ignoréis? Os amo, y en mi corazón de Padre no puede existir el egoísmo, si me acerco a vosotros, es para iluminar a vuestro espíritu para que pueda comprenderme y amarme.

He venido en Espíritu entre vosotros, mas no todos me han creído, ni todos me han sentido; muchos me han negado y otros más me negarán; sí ante los que me niegan me manifestara bajo mil formas diferentes, en ninguna me reconocerían, porque la forma en que me han concebido los tiene confundidos.

Nunca me he ocultado detrás de un disfraz para presentanne al mundo, mas sí me he limitado para poder ser mirado, oído y comprendido por los hombres.

¿Por qué no avanzáis en el camino de vuestra evolución espiritual? ¿Debo mostrarme de acuerdo con vuestro retraso? Si estuvieseis preparados y me manifestara en una piedra para para hablaros a través de ella, aun en esa forma sería reconocido por vosotros. Los que conocen mi esencia, doquiera podrán sentirme, en cambio los que se han forjado una falsa imagen de mi Divinidad, aunque me contemplasen en todo mi esplendor, no sabrían reconocerme y hasta me negaran.

¿Qué de extraño hay en que me comunique por el entendimiento de un hombre? No me estoy ocultando, estoy presente; quien quiera probarlo, que limpie su corazón, su mente, y con sus ojos espirituales contemplará la verdad.

Nadie como el hombre podrá reflejar al Espíritu Divino; la mente del hombre es el espejo de la razón divina; su corazón es fuente donde guardo el amor; su conciencia es luz de mi Espíritu. Si dudáis de poseer tan grandes dones y os sentís indignos de ellos, no es culpa de vuestro Padre, es vuestra, porque aún no habéis comprendido el infinito amor que tengo por vosotros. Mirad que no he venido a juzgaros tan sólo por vuestros pecados, que vuestras manchas no han sido obstáculo para que me manifieste ante vosotros en esta forma; mas si los hombres de ciencia mañana juzgaran mal estas manifestaciones, no será a Mí a quien juzguen sino a ellos mismos.

Formé al hombre con tal perfección, que contemplándose a sí mismo podrá ver un reflejo de lo que es su Padre; mas el hombre no ha sabido mirarse, ni penetrar en su interior, por eso no me ha reconocido.

En las diferentes eras me he manifestado a los hombres en forma inesperada. ¿Quién os hubiera dicho que en el Segundo Tiempo el Mesías prometido, el Hijo de Dios, no tendría siquiera un humilde hogar donde nacer? ¿Quién os hubiera dicho que María, la esposa del carpintero sería la Madre de Jesús?

Desde mis primeros pasos en la tierra di muestras de mi poder, y sin embargo, por muchos ni siquiera fui presentido.

En este tiempo no he venido a sorprendemos. Si os hubieseis preparado transmitiéndoos de padres a hijos, de generación en generación, la promesa de mi nueva venida, os habría encontrado esperando mi llegada, mas nadie me esperaba; unos habíais olvidado estas profecías, otros las ignorabais porque se encontraban ocultas. ¡Cuán pocos escudriñabais el firmamento y observabais los acontecimientos del mundo en busca de las señales que habían de anunciar el tiempo de mi llegada!

Sin embargo, ésos que estaban aguardando mi retorno como Espíritu Consolador, sienten que el tiempo ha llegado y que Cristo ha venido espiritualmente a la humanidad; otros han escuchado los rumores de mi venida y no han creído.

Jesús dijo a sus discípulos: "Sólo un tiempo estaré ausente de vosotros,volveré". Luego les fué revelado que su Maestro vendría sobre la nube rodeado de ángeles y despidiendo rayos de luz hacia la tierra.

Heme aquí sobre la nube, rodeado de ángeles que son los seres espirituales que han venido a manifestarse entre vosotros como mensajeros de mi Divinidad y como buenos
consejeros vuestros. Los rayos de luz son mi Verbo que os habla de nuevas revelaciones, que desborda sabiduría en todo entendimiento.

Bienaventurados los que sin ver han creído porque son los que sienten mi presencia.

Velad, porque éste es el tiempo en que la tentación lucha incansablemente por venceros. Presiente que se aproxima el instante en que queda atada; miles de argucias tiene para apartaros de Mí, mas debéis orar y velar para que se os revele la forma de esquivar toda acechanza. Os he enseñado a conocer el verdadera sabor del fruto divino que es la esencia de mi palabra; os he enseñado el camino de la virtud y el cumplimento de vuestros deberes espirituales y humanos. Ese es el camino. ¿Cómo podríais llegar a confundiros?

No huyáis de las pruebas, aprended a hacerles frente. No os bastará cerrar vuestra puerta para estar a salvo; con la puerta cerrada el peligro penetrará. No os dejéis tentar por las bajas pasiones.

Preparaos, porque seréis combatidos con teorías que están en preparación. Alerta porque falsos profetas aparecerán. No durmáis creyendo tener ganada la batalla sin haber vencido todavía ni la primera prueba.

No temáis a la lucha, velad y venceréis. El espíritu es invulnerable, toda otra arma es frágil; por eso luchad con el espíritu, que vuestra mirada contemple siempre con claridad, y tendréis a merced vuestra al adversario, porque a él la cólera le cegará, porque no conoce la espiritualidad.

No quiero ministros ni sacerdotes del espiritualismo, quiero simplemente apóstoles. No quiero que digáis al mundo que vosotros seréis maestros; no, sed mis buenos párvulos y por vuestro conducto, entregaré grandes enseñanzas.

Si os preparáis, ese tiempo de lucha, en vez de dolor será de recreo, porque en él se verán maravillas y prodigios.

Mi palabra ha resonado en los cielos y su eco se ha escuchado en vuestro mundo.

En este día de gracia os recibo; sois los párvulos de Jesús, siempre pequeños ante la grandeza de mi doctrina. Avivo la luz de vuestra lámpara y aparto las espinas que vosotros mismos habéis cultivado para hacer sangrar vuestras plantas. Recibid el bálsamo que cura todas las heridas y con ello dejad de sufrir.

Oídme y después analizad mi palabra que os entrego con sencillez, pero que tiene un significado profundo. En ella encontraréis encerrada mi enseñanza, que es todo amor y justicia.

Me he entregado a vosotros al enviaros mi efluvio divino. Os he manifestado mi Espíritu Consolador, pero vosotros no habéis llegado a comprender todavía el significado de esta manifestación y habéis impedido que ella sea más clara, porque al estar juzgando mal a vuestros hermanos, estáis provocando la desunión, impidiendo o cerrando el conducto por medio del cual recibís mis mensajes. Por no haber unión ni amor entre mi pueblo, os habéis ido alejando de la fuente de gracia, porque no podréis afirmar que me amáis, si no lo hacéis con vuestros hermanos.

Mis leyes son justas y la desobediencia a una de ellas basta para que el mundo pierda su paz. Más grandes y delicadas de lo que habéis supuesto son mis leyes, por eso las obras que han hecho los hombres desde el principio de la humanidad, repercuten todavía, y se extienden como estela que llega hasta vosotros.

Las naciones no son mas que limitaciones hechas por los hombres. Los pueblos, las religiones, los grupos grandes o pequeños, se encuentran fuera de mis leyes, desconociéndose los unos a los otros, juzgando las acciones ajenas que a ellos no les toca juzgar. Cada uno tiene mucho que corregirse a sí mismo, tanto o más de lo que encuentra erróneo en sus semejantes.

Los hombres hablan de leyes, mas no las llevan dentro de su corazón, no las sienten ni las practican; ha llegado el momento del despertar para el espíritu. He venido a pulimentar los corazones que son como rocas, porque no brillan como deberían, como joyas muy amadas por su Creador. Cuán pocos son los que encuentro con verdadero valor, mas mi paciencia es infinita. Soy el Maestro que eternamente enseña, pule y perfecciona vuestro espíritu.

Vosotros no toméis como ejemplo de perfección al hombre, buscad como modelo al Padre, sin que lleguéis a desalentaros al ver que un hermano vuestro comete una mala obra. No dejéis que vuestra fe se debilite, porque todos vais cayendo y levantando a lo largo del camino de restitución; a veces es menester que comencéis nuevamente la caminata. levantaos y vivificaos en Mí; si os faltan fuerzas para dar principio a vuestra lucha, tomadlas de Mi y apoyaos en vuestro Padre.

¿Por qué habéis dejado que se seque la fuente de amor que he puesto en vosotros? ¿No sabéis, que el amor es vida y redención? Hablad con palabras de amor; difundid mis preceptos y sentid fortaleza, porque debéis saber que he venido a restituir al espíritu todos sus dones, y cuanto más trabajéis, más fuertes seréis.

He venido a enseñaros y quiero corregirlos también. Conoceos a vosotros mismos penetrando en vuestro interior; no dejéis que os engañe el creer que habéis adelantado mucho, si antes no aprendéis a perdonar y a amar. Necesitáis estar limpios y practicar la humildad, sólo así podréis sentiros dueños de vuestros dones, capaces de hacer grandes obras y de ir por doquiera; no habrá entonces obstáculo que pueda deteneros y todo peligro desaparecerá. Podréis descender a las tinieblas y no os confundiréis, al contrario, brillaréis con mayor luz y podréis rescatar a los que ahí habitan.

Os he dado a conocer desde el principio de los tiempos estos preceptos- "Amarás a Dios de todo corazón y espíritu" y "Amarás a tu prójimo, como a tí mismo". El cumplimiento de estas leyes que en su dualidad llegan a formar una sola, llenaría de alegría, paz y dicha a este mundo. Si analizáis que por no haber obedecido estos preceptos, el hombre ha padecido y ha perdido la ruta, entonces os animaréis a empezar una nueva vida, y veréis que hay mucho que hacer en vuestro mundo interior y también cerca de vuestros hermanos.

El amor es capaz de encender en un solo instante la fe, unir a los hombres, despertar en ellos muchas facultades que hoy están dormidas, dar nueva luz a los ojos del cuerpo y del espíritu. Si lleváis amor en el corazón, tendréis el cielo dentro de vosotros.

Cuando el mundo ame, descenderá a él la paz, mi reino y mi presencia estarán en cada espíritu y estaréis preparados para gozar de la vida espiritual, en la cual alcanzaréis una dicha perfecta.

¿Cuántas veces tendréis que volver a la tierra para llevar un cuerpo a través del que se manifieste cada vez con mayor claridad el mensaje que traéis al mundo? Dejad que vuestro espíritu, cual alondra, encuentre en esta vida su primavera y goce con ella, y en su peregrinaje encuentre la experiencia necesaria para volver a Mí. Mientras los ricos acumulan tesoros, que son demasiado efímeros, vosotros debéis acumular experiencia, verdadero saber.

Quiero que forméis hogares creyentes del Dios único, hogares que sean templos en donde se practique el amor, la paciencia y la abnegación. En ellos debéis ser maestros de los niños, a quienes debéis rodear de ternura y comprensión, velando por ellos, siguiendo con interés todos sus pasos. Prodigad vuestro amor lo mismo al que ha sido dotado de hermosura, como a los que aparentemente presentan fealdad. No siempre un rostro bello es el reflejo de un espíritu igualmente hermoso; en cambio, detrás de esas criaturas de aparente fealdad puede esconderse un espíritu lleno de virtud a quien vosotros debéis apreciar.

Orad con humildad y dejad que en vosotros se haga mi voluntad, porque no siempre lo que pedís es lo justo, lo noble o lo bueno. Ahí Yo seré quien os dé lo que os convenga para que tengáis una vida apacible y feliz.


¡Te perdono y te bendigo en mi nombre que Soy el Padre, El Hijo, el Espíritu Santo, Mi paz sea con vosotros Pueblo Bendito de Israel!

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