sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 141

Pueblo: veo vuestra lucha y vuestros esfuerzos, contemplo también vuestra paciencia para sufrir, cumpliendo con las lecciones de mi doctrina. La lucha está en todos los caminos que tiene que recorrer el hombre; comprended que no sólo vosotros la tenéis. Ahora más que nunca debéis de ser fuertes. Velad y orad y, al rayar cada alba estad Conmigo y os iluminaré en ese instante, para que mi luz os acompañe en todas las obras que vayáis a ejecutar en ese día.

No importa que no tengáis palabras o ideas para formar una oración; a Mí me basta con que elevéis vuestro pensamiento hacia el infinito, porque sabré interpretar el lenguaje de vuestro corazón.

La lucha espiritual de este tiempo, la miráis reflejarse en muchos hogares. Matrimonios que no comparten las mismas ideas; unos, en los cuales me sigue el varón, otros en los que es la mujer la que arrastra todo por seguirme llena de fe, mientras el compañero la hiere a cada paso con sus burlas y su incredulidad. Muchas veces al estar juntos en su alcoba, sus espíritus viven distantes uno de otro. Las atenciones y la ternura de otras veces, han dejado paso a las palabras violentas y a las frases hirientes; entonces la flama de la fe, que arde en el corazón, se estremece azotada por la ternpestad de las pasiones y de los sentimientos exaltados.

Hay hogares en los cuales a los hijos, a unos en su niñez y a otros en su juventud, les impresiona el ser testigos de esta lucha entre sus padres, y también sienten que en su corazón se levanta la inquietud, la duda, y se preguntan: ¿A quién es al que debo darle la razón? ¿Quién será el poseedor de la verdad? ¿A quién de ellos es al que debo seguir y por cuál consejo debo guiarme?

Esta lucha es amarga y dolorosa, pero tenía que surgir entre vosotros, porque no estabais preparados para comprender mis nuevas lecciones. Lo mismo aconteció en el Segundo Tiempo en el seno de las familias, porque mientras unos de sus miembros daban la vida asegurando que Jesús, el Cristo, era el Mesías, otros le negaban toda verdad y anhelaban ver que se exterminara su doctrina.

A vosotros que venís a escucharme y que tenéis en vuestro hogar esta batalla, os digo que llevéis de mi doctrina la luz, para que tengáis el tacto necesario para obrar atinadamente; que en vuestro corazón haya caridad; que la inteligencia y el amor de vuestros actos os guíen en vuestro hogar; que toméis fortaleza en mi palabra para que tengáis paciencia en la dura prueba que constituye vuestra restitución.

No temáis, porque si sabéis cumplir en la forma que os estoy enseñando, veréis obrar prodigios entre los vuestros, y habrá veces, en que los más reacios, en que los más incrédulos lleguen a ser después los más fervientes. Toco a esos corazones concediéndoles la prueba que les es necesaria para poder creer.

No lloréis, pueblo, apurad con amor esta prueba, que la paciencia y la fe con que la soportéis serán vuestro galardón.

Concluid por comprender que todos amáis a un mismo Dios y no riñais por la diferencia de forma en que unos y otros lo habéis venido haciendo. Es menester que lleguéis a comprender que hay seres en los que las creencias, las tradiciones y las costumbres han echado raíces tan hondas, que no os será fácil arrancarlas en el primer momento en que les doctrinéis. Tened paciencia y en el transcurso de los años lo lograréis.

Hay quienes me escuchan una vez, y desde ese instante se entregan a Mí plenos de fe; en cambio hay otros, que vienen en busca de mi palabra, una, otra y muchas veces más, sin llegar a sentir esa iluminación interior. Eso se debe a que no todos los espíritus marchan al unísono, porque mientras unos están ya a punto de sentirme, otros aún necesitan evolucionar más y fortalecerse con las pruebas que purifican al espíritu, para comprender mis revelaciones.

El espiritualismo está provocando una batalla mundial entre las ideas, creencias y los cultos. Pero después de esta lucha, esta doctrina traerá a los hombres la bendita paz que tanto necesitan y hará que brille sobre todos los espíritus el sol de mi divina justicia.

Esta etapa de luz, que eso ha sido mi comunicación espiritual, pasará desapercibida para muchos; sin embargo, sucesos demasiado claros quedarán como una huella imborrable que venga a marcar dos importantes acontecimientos para la humanidad: el principio y el final de mi comunicación, para que los hombres estudien, investiguen y por fin lleguen a aceptar que el Señor estuvo una vez más entre ellos. Prepararé a mis hijos para que formen el libro que contendrá mis cátedras y lecciones, el cual llegará a ser un torrente de agua cristalina, un río de vida que venga a calmar la sed de espiritualidad y el ansia de luz de esta humanidad.

Ahora que han pasado sobre vosotros dos eras y se inicia la tercera, vengo en Espíritu en busca de vuestro fruto, y en el silencio de vuestro corazón escucho que me decís: Padre, qué poco podemos presentarte de bueno y cuán poco hemos adelantado en el camino.Ya es corto el tiempo en que os seguiré hablando bajo esta fonna y debéis apresurar vuestro paso y mejorar vuestras obras, porque las congregaciones están pendientes de vuestro ejemplo; las multitudes están dispuestas a seguiros e imitaros, pero debéis testificar con vuestras obras de amor para ser creídos.

Estudiad a fondo mis enseñanzas y analizad mis órdenes, para que llegado el instante os levantéis en pos de los caminos que os,señale vuestra misión y podáis hacer salir de su letargo a los que se hayan estacionado, y a la vez podáis salvar al que se haya perdido en la encrucijada. Quiero que conozcáis el sendero antes de andarlo. ¿No os he dicho que mi palabra es el camino? Pues oídme y estudiad.

Nadie vaya a levantarse trazando el camino a su voluntad, ni creando leyes o alterando mis mandatos, porque irá al abismo junto con los que seduzca.

Si tenéis el convencimiento y la fe de que sois el pueblo del Señor, que tiempo ha cruza por el desierto de esta vida, no olvidéis ni un instante la ley, no seáis infieles a vuestro Padre, ni perdáis la ruta que conduce a la meta que persigue vuestro espíritu, aquella que llamáis la "tierra prometida" y que es la morada de la luz perfecta donde vuestro Padre os espera.

¿Quién puede decir que es débil cuando recibe a cada instante mi fortaleza? ¿Quién puede decir que tiene hambre, cuando tantas veces se ha sentado a comer en mi mesa el pan de la vida verdadera? Todos tenéis heredad, dones, y si os sentís a veces débiles o pobres, es porque aún tenéis escasa vuestra fe. Reacia es vuestra carne para dejar manifestar cuanto de bueno trae el espíritu, pero en cambio, cuán fácilmente deja reflejar las malas inclinaciones o las insanas tendencias que el espíritu alberga. Comprobad ésto en los niños, quienes por si solos rasgan el velo de su inocencia, o se muestran rebeldes ante las buenas acciones. No todos los que vuelven a la tierra llegan purificados; hay quienes necesitan beber los más amargos cálices que la vida ofrece en sus lecciones, y soportar las más duras pruebas para que se dobleguen, se dulcifiquen y se conviertan.

El mundo va a estremecerse con la luz de mis nuevas revelaciones y los hombres conocerán la verdad.

Cuando os hablo como Padre, es el libro de la ley el que se abre ante vosotros. Cuando os hablo como Maestro es el libro del amor el que muestro a mis discípulos. Cuando os hablo como Espíritu Santo, es el libro de la saibiduria que os ilumina con sus enseñanzas y que forman una sola doctrina, porque provienen de un solo Dios.

Ya está próximo el día en que cesará esta comunicación, por eso derramo mi palabra extensamente para que este pueblo quede fuerte y preparado.

Todos podéis decir que en este tiempo me habéis visto, unos con el corazón, otros con la mente y otros con el espíritu. Cuando os habéis recreado con mis enseñanzas divinas, me habéis visto, cuando asistís al cumplimiento de alguna de mis profecías, me habéis mirado, y cuando sentís en vuestro ser la presencia de las comunicaciones espirituales, me habéis contemplado. Me he dejado mirar bajo distintas formas, pára que deis testimonio de mi venida en este Tercer Tiempo. ¿Creíais que la única forma de verme era con los ojos de vuestro cuerpo? Ante lo espiritual, vuestros ojos materiales son la forma más limitada de ver. ¿Pensábais que era indispensable verme en cuanto hombre, como me vio el mundo en el Segundo Tiempo, para que pudierais decir: Le he visto? No discípulos, el espíritu siente con mayor perfección que el corazón, la mente o los sentidos; y él es quien me ha comprendido. Mi palabra hace nacer a la verdad a unos, y a otros los resucita a la vida verdadera, porque el materialismo es muerte.

El libro del saber se abre para revelaros cuántos dones y atributos poseéis, muchos de ellos todavía desconocidos por vosotros.

Sabéis que he venido a entregaros una más de mis lecciones, para después enviaros a dar la buena nueva a la humanidad; ¿esperáis penetrar en el corazón de alguno de vuestros hermanos, sin saber lo que es corazón y lo que es espíritu? Cuánto tiempo hace que fuisteis heredados por el Padre y aún no sabéis lo que posee vuestro espíritu; pero ha llegado por fin la era de la espiritualidad para la humanidad: todo lo ignorado, será conocido, lo oculto saldrá a la luz y todo misterio quedará aclarado, porque el Espíritu de Verdad se está derramando sobre todo espíritu y sobre toda carne.

Cuando los hombres sepan espiritualmente, quiénes son y conozcan su origen, no tendrán lágrimas suficientes para llorar las faltas que por ignorancia y orgullo, su reaciedad les hizo cometer; pero después de la purificación, mi manto de perdón cubrirá al mundo y empezará una nueva era. ¿No creéis que cuando se haga la luz en la vida de los hombres y les ilumine su conciencia, habrá un cambio en su vida? Si, porque las tribulaciones, las guerras, todo lo que aflige a unos y pierde a otros, es por falta de luz espiritual, esa que podéis llamar conciencia, justicia, amor.

Oh, pueblo ya se acerca el día en que voy a dejar de hablaros en esta forma; aprovechad mis enseñanzas para que podáis resistir los torbellinos que os amenzazan. Los hombres llegarán hasta vosotros para pediros pruebas de que hablasteis con Jesús y que de El recibisteis sus lecciones.

 Vais hojeando el libro de mi enseñanza en el cual están escritas la ley, las profecías y mi palabra dada a través de los tiempos; todo quedará al final grabado en vuestro espíritu. Esta es la heredad que os dejo. Probad, experimentad y estudiad mi obra, analizadla; cuando hayáis descubierto y conocido su esencia, os sentiréis inmensamente amados por el Padre y vosotros también me amaréis.

Si por haber acudido a mi llamado, vuestros hermanos murmuran, cerrad vuestro oído y callad, son inocentes; mas si tomaseis esta causa para juzgarlos, ay de vosotros, porque ya habéis sido iluminados por la luz de vuestra conciencia y sabéis lo que hacéis.

Yo soy el juez de todo espíritu y sé quien me ama en verdad. No todo aquel que me dice Padre, está Conmigo;muchos de los que pregonan que son mis escogidos y que me están sirviendo, no me han comprendido. Vosotros podréis engañaros unos a otros, mas a Mí, ¿quien podrá engañarme?.

Os he enseñado la igualdad, el amor, la humildad; si vuestro destino aparentemente es diferente, la finalidad que he señalado a todos es la misma.

Guiaos por vuestra conciencia, ella os hablará siempre con justicia; y sabréis si estáis dentro de mi ley; si habéis hecho actos dignos de ofrecerlos a vuestro Padre. Yo amo lo puro y si queréis agradarme, sed limpios.

Llegará un tiempo en que el mundo os hará cargos, os pedirá obras poderosas que hablen de vuestros grandes dones, y si no estáis preparados, muchos me negarán como Pedro y dirán que jamás me oyeron, que no me conocían, y vosotros sabéis que por mucho tiempo mi palabra ha sido vuestro alimento y consuelo.

¿Qué me habéis pedido, que no os haya concedido? Muchas pruebas de amor os he dado para alentar vuestra fe. Bienaventurados los mansos y humildes, que saben aceptar con conformidad las pruebas de su vida sin desesperar.

Analizad mi palabra, sentidia y practicadla, para que vuestra fe sea más firme cada día.

Abrid las puertas de vuestro corazón y de vuestro entendimiento. ¿Con qué obras venís a glorificarme? Todos calláis, calla el espíritu, y también la materia calla ante mi presencia; doblegáis vuestra cervís y os humilláis. No quiero que mis hijos se humillen ante de Mí, quiero que sean dignos de levantar su faz y contemplar la mía, porque no vengo en busca de siervos, ni esclavos, no vengo en busca de criaturas que se sientan proscritas, desterradas. Vengo a mis hijos a quienes enseñé el camino de la redención por medio de la sangre del Cordero Divino, para que al escuchar mi voz de Padre se arrojen en mis brazos.

Hé aquí que llego a la casa de Jacob y sólo contemplo temor dentro de ella, espero encontrar fiesta y sólo existe silencio. ¿Por qué, pueblo? Porque vuestra conciencia os reclama vuestras faltas e impide que a mi llegada experimentáis alegría. Es que no os habéis amado, es que no habéis trabajado, como Jesús os enseñó.

Os ha faltado preparación espiritual, para presentir la sombra de dolor que os acecha, y es menester que vuestro Padre se materialice y hable en vuestra lengua, para que podáis saber que la guerra avanza, que cada vez sus, armas son más fuertes y que frente a ella, el ángel de la paz solloza.

Cabalgando en alas del viento, la peste avanza instante por instante, y en el ambiente existen millares de seres que día tras día se agitan en los campos de odio y de cizaña y cuya turbación nubla vuestra mente y vuestro corazón.

Los elementos se desatan despertando de su sueño a los hombres de ciencia, pero estos obstinados en su grandeza, siguen su obra destructora entre la humanidad, mientras vosotros os olvidáis de orar, de cumplir con la misión que el Padre os ha confiado de amaros los unos a los otros.

Sabéis íntimamente que la misión de hacer paz, pesa sobre vuestro espíritu desde aquellos tiempos en que dije a Jacob: "He aquí que os daré una simiente numerosa en la cual serán benditos los pueblos de la tierra". Por eso calláis delante de Mí.

¿Acaso creéis que las leyes del hombre os obliguen a cerrar vuestros labios, que he preparado para que deis testimonio de Mí?

No seáis hombres de poca fe; si es he escogido, es porque sé que podréis y sabéis servirme.

En este día os digo: Si las naciones quieren la paz, Yo la pongo al alcance de su mano; si aún quieren más guerra, la tendrán y por medio de ella, el cetro de mi justicia caerá sobre la tierra.

Si la humanidad, persiguiendo a mis nuevos discípulos, tratase de impedir que sanen a los enfermos y hablen de mi doctrina, se desatarán entre los hombres las enfermedades más extrañas; los hombres de ciencia enfermarán, de otros callará su lengua, muchos cegarán y a otros se les trastornará su cerebro.

Las puertas del más allá se abrirán y legiones de espíritus turbados asolarán comarcas y poseerán a los hombres. Entonces, ante la impotencia de los hombres de ciencia, se levantarán mis humildes labriegos dando pruebas de mi poder, por medio de las cuales muchos creerán. Ha mucho tiempo os he anunciado todas estas profecías, a pesar de lo cual permanecéis sordos y aun ciegos. Sois ingratos, tornadizos y veleidosos.

Es menester que os hable así, mas no toméis mi palabra de amor con-fundiéndola con un látigo. Yo os amo, venid a mis brazos para que sintáis mi calor, acercaos a Mí, para que sintáis la paz de mi reino. Sóis los que a través del desierto me habéis buscado, séis los que habéis caminado siempre en pos de mi promesa.

¿Estáis cansados de esta vida?; pues descansad un instante bajo la sombra de este árbol, decidme aquí vuestras cultas y llorad en Mí. ¿Hasta cuándo estaréis por siempre Conmigo? Ya quiero contemplar la paz en todo espíritu.

Dejad que la alondra por ahora extienda sus alas sobre todo el universo, para que sintáis su paz y su calor.

Mujeres, sois vosotras las que con vuestra oración conserváis la poca paz que en la tierra existe, las que como fieles guardianes del hogar cuidáis que a éste no le falte el calor. Así os unís a Maria, vuestra Madre Celestial, para destruir toda tentación.

Varones, os he hecho señores en esta tierra, para que en ella me representéis. Es vuestro espíritu semejante al del Padre y vuestro cuerpo semejante al universo. No juzguéis la perfección de vuestro cuerpo por sus dimensiones, sino por la vida maravillosa que en él existe, En toda su perfección, el cuerpo es limitado, y llega el instante en que deja de crecer; sigue entonces desarrollándose la inteligencia y los sentimientos, hasta que la muerte le detiene para levantarse de ahí el espíritu y crecer sin fin en la eternidad.

Haced de vuestro hogar un segundo templo, de vuestros afectos un segundo culto. Si queréis amarme, amad a vuestra esposa y amad a vuestros hijos, porque también de ese templo brotarán grandes obras, pensamientos y ejemplos.

Todos sois en este tiempo ovejas de Elías, unos habitando en su aprisco, otros aún descarriados. La luz del Sexto Sello alumbra en este tiempo a todos los espíritus, así encarnados como desencarnados. Mientras en la tierra unos toman esta luz para adelanto o salvación de su espíritu, otros la toman para penetrar sin respeto en los misterios de la ciencia y descubrir nuevas maravillas. Son las manos profanas y desobedientes que aún cortan los frutos del árbol de la ciencia para envenenar el corazón de la humanidad.

Os digo en este instante ante Elías, que estáis viviendo la sexta etapa que la humanidad recorrerá en la tierra, como una imágen de uno de los siete peldaños que escalará vuestro espíritu en el más allá.

En la primera época, me representó en la tierra Abel; Noé en la segunda; en la tercera Jacob; Moisés en la cuarta; Jesús en la quinta; en la sexta que es la presente, Elías; y el la séptima reinará el Espíritu Santo.

¿Qué habéis hecho de mis enviados? El primero cayó bajo el golpe de su propio hermano movido por la envidia. El segundo fue desconocido y burlado por las multitudes de incrédulos e idólatras.

El tercero vivió dando pruebas de mi poder, recibiendo en cambio a cada paso la ingratitud hasta de los suyos.

El cuarto hubo de romper las tablas de la ley por la poca fe de su pueblo a quien tanto amó.

El quinto, Jesús, habiendo sido anunciada su venida, no fue esperado, ni creído, ni amado, y después de entregar al mundo su mensaje de amor, recibió de Ios hombres la muerte más ignominiosa.

El sexto ha venido en espíritu en este tiempo; sin embargo, los dardos de la duda, la indiferencia y la mofa le persiguen.

Cuando el Séptimo Sello sea desatado y en vez de un enviado sea el mismo Espíritu del Eterno quien alumbre a los hombres, ¿quién tratará de herirme o darme muerte?

Os hablo así, para que mañana no seáis confundidos por teólogos.

Cada sello ha brillado en su tiempo y ha dejado su luz en el espíritu de mis hijos. Dispuesto estaba que en el Sexto Sello se escuchase en la tierra la voz del Verbo.

Pueblo, orad ante María; ella es la ternura divina hecha mujer en el Segundo Tiempo, pureza incomprendida por la humanidad materializada, virginidad que no puede ser analizada por la mente de los hombres y que sólo puede ser sentida por aquel que se purifique en sus sentimientos.

El manto de vuestra Madre Celestial ha hecho sombra al mundo desde la eternidad, cubriendo con amor a mis hijos que lo son de Ella. María, Espíritu, no nació en el mundo; su esencia maternal ha sido siempre de Mí.

Ella es la esposa de mi pureza, de mi santidad; es mi Hija al hacerse mujer y mi Madre al concebir al Verbo encarnado.

El Maestro os dice: Mucho os habéis ocupado de vosotros, y por lo mismo habéis olvidado a los demás; es menester que dejéis vuestra indiferencia al dolor y a las necesidades ajenas y os despojéis de vuestro egoísmo.

Cuando el dolor se presente en vuestro camino, preparaos a recibirle; cuando miréis muy cerca la prueba, orad como lo hizo Jesús en, el huerto, la víspera de su muerte y decid como El: "Padre mío, si fuera posible apartar de Mí este cáliz, pero antes hágase tu voluntad y no la mía". Velad, mis hijos, que si os preparáis, Yo en muchas ocasiones apartaré de vuestros labios el cáliz de amargura. Más si la tuviéseis que beber, por vuestra conformidad y sumisión ante la voluntad divina os revestiré de fuerza para salir avante.

No olvidéis que el dolor purifica y que cuando es apurado con amor y elevación, no sólo lava las manchas propias, sino aun las ajenas.

Ofrecedme vuestro dolor y él no será estéril; ¡cuánto dolor inútil ha habido entre la humanidad!; mas quien ha Podido sufrir hasta el final de su restitución y llevar su cruz, ha llegado a lo alto de la montaña cuando creía caer para siempre.

No ha alcanzado el mundo por vuestras oraciones y méritos en las pruebas de paz que debería recibir, porque cuando estáis bajo éstas, sólo pensáis en vosotros para lamentamos y rebelaros, en vez de orar al Padre y decirle: Si uno solo de mis semejantes puede alcanzar un átomo de paz por el cáliz amargo que yo apuro, con cuánta satisfacción beberé esta gota. Y el Maestro os dice: Quien así orase hará que su amor alcance a beneficiar a muchos de sus hermanos.

Pueblo, la paz aparente se ha hecho en las naciones, mas vosotros no pregonéis que la paz ha llegado. Cerrad vuestros labios. La paz verdadera no podrá levantarse sobre cimientos de temor o de conveniencias materiales. La paz tiene que nacer del amor, de la fraternidad.

Los hombres se encuentran edificando sobre arena y no sobre roca, y cuando las olas vuelvan a agitarse, azotarán aquellos muros y el edificio vendrá por tierra.

He propuesto mi paz a los hombres a través de la conciencia, para decirles: Aquí estoy, pero ellos no han querido escucharme; a veces obran como niños y como necios. Os digo que obran como niños, porque no revelan en sus actos la luz que el espíritu recoge en una larga evolución; viviendo en el Tercer Tiempo, aún no se han dado cuenta de lo que significa la paz; si su espíritu se encuentra aletargado, con mayor razón lo está su corazón que no siente lo que es caridad, ni ha llegado a vibrar de amor por la humanidad; pero llegará a ellos un dolor más amargo que el ajenjo, por el cual despertarán y se sensibilizarán. No seré Ya quien ofrezca a los hombres este cáliz, porque no puede existir en Mí esa amargura.

Todo el dolor causado por los hombres, se reunirá en un solo cáliz que será bebido por los que lo originaron; y los que nunca se conmovieron ante el dolor, ahora se estremecerán en su espíritu y en su materia.

Se acerca esa hora, en que veréis que los pueblos se conmueven ante acontecimientos extraños y sorprendentes. Sabréis de hombres que fueron grandes en el mundo y que abandonarán a sus pueblos y naciones, para buscar en el desierto, en la soledad, la paz con su conciencia; otros, que han sido notables por sus odios y por sus ambiciones, sorprenderán al mundo, porque de pronto sus bocas hablarán palabras de amor y de paz; será porque mi luz les envolverá y mi Espíritu hablará en sus labios.

¿Ya estáis preparados para estos acontecimientos, para hallar solución y explicación justa a las preguntas y para Ilevar luz a las mentes turbadas o confundidas?

Ha mucho tiempo que os vengo preparando y aún no podéis ser los soldados de la paz. Mirad a las naciones, qué poco tiempo les basta para prepararse para la guerra y cómo conmueven hasta las entrañas de la tierra. Ved cómo la fuerza de sus odios hace sentir su influencia hasta los más apartados lugares, mientras vosotros no sois capaces de hacerles sentir la paz.

¿Acaso es más fuerte el odio que el amor? ¿Es más potente la tiniebla que la luz? ¿Tiene mayor alcance el mal que el bien? No, mis hijos.

No os estoy reprendiendo, sólo os despierto con amor para deciros que no es difícil trabajar en la campiña de Jesús y que debéis perseverar en vuestra enmienda. Cuando por momento lleváis el propósito de regeneraros, se recrea vuestro espíritu y siente más próximo a su Padre; mas las tentaciones acechan vuestros pasos y os hacen caer.

Levantaos definitivamente, daos cuenta de que estáis viviendo un tiempo diferente al Primero y al Segundo, en el cual los elementos materiales y los espirituales se agitan por doquiera. Es una batalla visible solamente ante quien se encuentre espiritualriiente preparado, e invisible para quien no lo está. En este torbellino se agitan millones de seres humanos y espirituales, unos haciendo la luz, otros buscándola; unos sembrando tinieblas, otros huyendo de ellas.

¡Ay de quien buscando la luz flaquease en este tiempo! Millones de ojos invisibles os contemplan para haceros caer, Yo quiero que vosotros seais la buena simiente que llegue a invadir los campos donde haya crecido la cizaña. Como un mar que se desborda, así avanza el mal y envuelve corazón por corazón, sus aguas impuras penetran en los hogares, en el corazón de la niñez, en la mente de la juventud, en lo más puro de la mujer. Vuestras más nobles instituciones son profanadas; lo más sagrado también. Vosotros, entre tanto, ¿qué hacéis? ¿También sois de los ciegos que no os dais cuenta? ¿Vais a encerraros en vuestro egoísmo para buscar un poco de paz para vuestro corazón, os vais a encerrar entre las cuatro paredes de vuestra alcoba para no dejar que hasta ahí llegue el estruendo de la guerra ni las lamentaciones de los hombres?

Vosotros no diréis que el Maestro no os habló en profecía, cuando veáis llegar el tiempo que os anuncio. Pero antes que la paz se haga entre la humanidad, el fuego quemará la mala hierba de toda la faz de la tierra, las aguas desatadas lavarán y las nieves purificarán.

Alerta, discípulos. Estad preparados para que no os sorprendan porque seréis combatidos con palabra, con hechos y por medio de libros. Armas y calumnias se prepararán en contra de vosotros. También seréis testigos de una batalla de ideas, de doctrinas y teorías. Los teólogos tratarán de escrutar más allá de donde han escudriñado; los filósofos lanzarán al mundo nuevas ideas; los hombres de ciencia proclamarán su saber como la única verdad. Los fanáticos de las religiones se levantarán en bandos para lanzarse unos contra otros.

Ese será el tiempo para el que debéis estar preparados, porque vuestra voz será la única que se escuche serena y consciente. ,

¿Ya veis cuánto os reclamó? ¿Ya miráis cuán pequeños sois y cuántas lacras e imperfecciones tenéis aún? Pues vosotros me serviréis y vuestra ofrenda será grata y fragante ante mi Divinidad.

El tabernáculo, el arca y la ley están en vuestro corazón. A vosotros, por humildes, os revelaré lo que los sabios no llegarán a comprender.

Pueblo, en este tiempo volvisteis como el hijo pródigo a la casa del Padre, os he recibido y os he dicho: Sois el primogénito, más en vuestra ausencia se disgregaron los demás hermanos. Me quedé solo y en mi soledad he llorado, ahora habéis vuelto y os digo: Sentaos a la mesa, ahí están los panes, los frutos y el vino. En la alcoba están las herramientas de labranza. Vosotros entonces, habéis llorado vuestra ingratitud y desobediencia, reconociendo que habéis sido el paria entre otros pueblos que no recibieron lo que vos, habéis rogado que os fueran devueltos vuestros dones, y vuestro caudal os ha sido devuelto.

Os he hecho reconocer que en la desunión de la humanidad tenéis grande responsabilidad; entonces os he confiado una espada de amor para que con ella dobleguéis a aquellos que motivan guerras fratricidas y les traigáis ante mi presencia.

Vuestra misión es de paz, de fraternidad y espiritualidad. No vengo a reclamar a vuestro corazón sus obras presentes, sino a recordar a vuestro espíritu su pasado, y darle a comprender la sublime misión que le espera en la eternidad.


¡Te perdono y te bendigo en mi nombre que Soy el Padre, El Hijo, el Espíritu Santo, Mi paz sea con vosotros Pueblo Bendito de Israel.!

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