Pueblo: veo vuestra lucha y vuestros esfuerzos, contemplo
también vuestra paciencia para sufrir, cumpliendo con las lecciones de mi
doctrina. La lucha está en todos los caminos que tiene que recorrer el hombre;
comprended que no sólo vosotros la tenéis. Ahora más que nunca debéis de ser
fuertes. Velad y orad y, al rayar cada alba estad Conmigo y os iluminaré en
ese instante, para que mi luz os acompañe en todas las obras que vayáis a
ejecutar en ese día.
No importa que no tengáis palabras o ideas para formar una
oración; a Mí me basta con que elevéis vuestro pensamiento hacia el infinito,
porque sabré interpretar el lenguaje de vuestro corazón.
La lucha espiritual de este tiempo, la miráis reflejarse en
muchos hogares. Matrimonios que no comparten las mismas ideas; unos, en los
cuales me sigue el varón, otros en los que es la mujer la que arrastra todo por
seguirme llena de fe, mientras el compañero la hiere a cada paso con sus burlas y su incredulidad.
Muchas veces al estar juntos en su alcoba, sus espíritus viven distantes uno de
otro. Las atenciones y la ternura de otras veces, han dejado paso a las
palabras violentas y a las frases hirientes; entonces la flama de la fe, que
arde en el corazón, se estremece azotada por la ternpestad de las pasiones y de
los sentimientos exaltados.
Hay hogares en los cuales a los hijos, a unos en su niñez y
a otros en su juventud, les impresiona el ser testigos de esta lucha entre sus
padres, y también sienten que en su corazón se levanta la inquietud, la duda, y
se preguntan: ¿A quién es al que debo darle la razón? ¿Quién será el poseedor
de la verdad? ¿A quién de ellos es al que debo seguir y por cuál consejo debo
guiarme?
Esta lucha es amarga y dolorosa, pero tenía que surgir entre
vosotros, porque no estabais preparados para comprender mis nuevas lecciones.
Lo mismo aconteció en el Segundo Tiempo en el seno de las familias, porque
mientras unos de sus miembros daban la vida asegurando que Jesús, el Cristo,
era el Mesías, otros le negaban toda verdad y anhelaban ver que se exterminara
su doctrina.
A vosotros que venís a escucharme y que tenéis en vuestro
hogar esta batalla, os digo que llevéis de mi doctrina la luz, para que tengáis
el tacto necesario para obrar atinadamente; que en vuestro corazón haya
caridad; que la inteligencia y el amor de vuestros actos os guíen en vuestro
hogar; que toméis fortaleza en mi palabra para que tengáis paciencia en la dura
prueba que constituye vuestra restitución.
No temáis, porque si sabéis cumplir en la forma que os estoy
enseñando, veréis obrar prodigios entre los vuestros, y habrá veces, en que los
más reacios, en que los más incrédulos lleguen a ser después los más
fervientes. Toco a esos corazones concediéndoles la prueba que les es necesaria
para poder creer.
No lloréis, pueblo, apurad con amor esta prueba, que la
paciencia y la fe con que la soportéis serán vuestro galardón.
Concluid por comprender que todos amáis a un mismo Dios y no
riñais por la diferencia de forma en que unos y otros lo habéis venido
haciendo. Es menester que lleguéis a comprender que hay seres en los que las
creencias, las tradiciones y las costumbres han echado raíces tan hondas, que
no os será fácil arrancarlas en el primer momento en que les doctrinéis. Tened
paciencia y en el transcurso de los años lo lograréis.
Hay quienes me escuchan una vez, y desde ese instante se
entregan a Mí plenos de fe; en cambio hay otros, que vienen en busca de mi
palabra, una, otra y muchas veces más, sin llegar a sentir esa iluminación
interior. Eso se debe a que no todos los espíritus marchan al unísono, porque
mientras unos están ya a punto de sentirme, otros aún necesitan evolucionar más
y fortalecerse con las pruebas que purifican al espíritu, para comprender mis
revelaciones.
El espiritualismo está provocando una batalla mundial entre
las ideas, creencias y los cultos. Pero después de esta lucha, esta doctrina
traerá a los hombres la bendita paz que tanto necesitan y hará que brille sobre
todos los espíritus el sol de mi divina justicia.
Esta etapa de luz, que eso ha sido mi comunicación
espiritual, pasará desapercibida para muchos; sin embargo, sucesos
demasiado claros quedarán como una huella imborrable que venga a marcar dos
importantes acontecimientos para la humanidad: el principio y el final de mi
comunicación, para que los hombres estudien, investiguen y por fin lleguen a
aceptar que el Señor estuvo una vez más entre ellos. Prepararé a mis hijos para
que formen el libro que contendrá mis cátedras y lecciones, el cual llegará a
ser un torrente de agua cristalina, un río de vida que venga a calmar la sed de
espiritualidad y el ansia de luz de esta humanidad.
Ahora que han pasado sobre vosotros dos eras y se inicia la
tercera, vengo en Espíritu en busca de vuestro fruto, y en el silencio de
vuestro corazón escucho que me decís: Padre, qué poco podemos presentarte de
bueno y cuán poco hemos adelantado en el camino.Ya es corto el tiempo en que os
seguiré hablando bajo esta fonna y debéis apresurar vuestro paso y mejorar
vuestras obras, porque las congregaciones están pendientes de vuestro ejemplo;
las multitudes están dispuestas a seguiros e imitaros, pero debéis testificar
con vuestras obras de amor para ser creídos.
Estudiad a fondo mis enseñanzas y analizad mis órdenes, para
que llegado el instante os levantéis en pos de los caminos que os,señale
vuestra misión y podáis hacer salir de su letargo a los que se hayan
estacionado, y a la vez podáis salvar al que se haya perdido en la encrucijada.
Quiero que conozcáis el sendero antes de andarlo. ¿No os he dicho que mi palabra
es el camino? Pues oídme y estudiad.
Nadie vaya a levantarse trazando el camino a su voluntad, ni
creando leyes o alterando mis mandatos, porque irá al abismo junto con los que
seduzca.
Si tenéis el convencimiento y la fe de que sois el pueblo
del Señor, que tiempo ha cruza por el desierto de esta vida, no olvidéis ni un
instante la ley, no seáis infieles a vuestro Padre, ni perdáis la ruta que
conduce a la meta que persigue vuestro espíritu, aquella que llamáis la
"tierra prometida" y que es la morada de la luz perfecta donde
vuestro Padre os espera.
¿Quién puede decir que es débil cuando recibe a cada
instante mi fortaleza? ¿Quién puede decir que tiene hambre, cuando tantas veces
se ha sentado a comer en mi mesa el pan de la vida verdadera? Todos tenéis
heredad, dones, y si os sentís a veces débiles o pobres, es porque aún tenéis
escasa vuestra fe. Reacia es vuestra carne para dejar manifestar cuanto de
bueno trae el espíritu, pero en cambio, cuán fácilmente deja reflejar las malas
inclinaciones o las insanas tendencias que el espíritu alberga. Comprobad ésto
en los niños, quienes por si solos rasgan el velo de su inocencia, o se
muestran rebeldes ante las buenas acciones. No todos los que vuelven a la
tierra llegan purificados; hay quienes necesitan beber los más amargos cálices
que la vida ofrece en sus lecciones, y soportar las más duras pruebas para que
se dobleguen, se dulcifiquen y se conviertan.
El mundo va a estremecerse con la luz de mis nuevas
revelaciones y los hombres conocerán la verdad.
Cuando os hablo como Padre, es el libro de la ley el que se
abre ante vosotros. Cuando os hablo como Maestro es el libro del amor el que
muestro a mis discípulos. Cuando os hablo como Espíritu Santo, es el libro de
la saibiduria que os ilumina con sus enseñanzas y que forman una sola doctrina,
porque provienen de un solo Dios.
Ya está próximo el día en que cesará esta comunicación, por
eso derramo mi palabra extensamente para que este pueblo quede fuerte y
preparado.
Todos podéis decir que en este tiempo me habéis visto, unos
con el corazón, otros con la mente y otros con el espíritu. Cuando os habéis
recreado con mis enseñanzas divinas, me habéis visto, cuando asistís al
cumplimiento de alguna de mis profecías, me habéis mirado, y cuando sentís en
vuestro ser la presencia de las comunicaciones espirituales, me habéis
contemplado. Me he dejado mirar bajo distintas formas, pára que deis testimonio
de mi venida en este Tercer Tiempo. ¿Creíais que la única forma de verme era
con los ojos de vuestro cuerpo? Ante lo espiritual, vuestros ojos materiales
son la forma más limitada de ver. ¿Pensábais que era indispensable verme en
cuanto hombre, como me vio el mundo en el Segundo Tiempo, para que pudierais
decir: Le he visto? No discípulos, el espíritu siente con mayor perfección que
el corazón, la mente o los sentidos; y él es quien me ha comprendido. Mi
palabra hace nacer a la verdad a unos, y a otros los resucita a la vida
verdadera, porque el materialismo es muerte.
El libro del saber se abre para revelaros cuántos dones y
atributos poseéis, muchos de ellos todavía desconocidos por vosotros.
Sabéis que he venido a entregaros una más de mis lecciones,
para después enviaros a dar la buena nueva a la humanidad; ¿esperáis penetrar
en el corazón de alguno de vuestros hermanos, sin saber lo que es corazón y lo
que es espíritu? Cuánto tiempo hace que fuisteis heredados por el Padre y aún
no sabéis lo que posee vuestro espíritu; pero ha llegado por fin la era de la
espiritualidad para la humanidad: todo lo ignorado, será conocido, lo oculto
saldrá a la luz y todo misterio quedará aclarado, porque el Espíritu de Verdad
se está derramando sobre todo espíritu y sobre toda carne.
Cuando los hombres sepan espiritualmente, quiénes son y
conozcan su origen, no tendrán lágrimas suficientes para llorar las faltas que
por ignorancia y orgullo, su reaciedad les hizo cometer; pero después de la
purificación, mi manto de perdón cubrirá al mundo y empezará una nueva era. ¿No
creéis que cuando se haga la luz en la vida de los hombres y les ilumine su
conciencia, habrá un cambio en su vida? Si, porque las tribulaciones, las
guerras, todo lo que aflige a unos y pierde a otros, es por falta de luz espiritual,
esa que podéis llamar conciencia, justicia, amor.
Oh, pueblo ya se acerca el día en que voy a dejar de
hablaros en esta forma; aprovechad mis enseñanzas para que podáis resistir los
torbellinos que os amenzazan. Los hombres llegarán hasta vosotros para pediros
pruebas de que hablasteis con Jesús y que de El recibisteis sus lecciones.
Vais hojeando el libro de mi enseñanza en el cual están
escritas la ley, las profecías y mi palabra dada a través de los tiempos; todo
quedará al final grabado en vuestro espíritu. Esta es la heredad que os dejo.
Probad, experimentad y estudiad mi obra, analizadla; cuando hayáis descubierto
y conocido su esencia, os sentiréis inmensamente amados por el Padre y vosotros
también me amaréis.
Si por haber acudido a mi llamado, vuestros hermanos
murmuran, cerrad vuestro oído y callad, son inocentes; mas si tomaseis esta
causa para juzgarlos, ay de vosotros, porque ya habéis sido iluminados por la
luz de vuestra conciencia y sabéis lo que hacéis.
Yo soy el juez de todo espíritu y sé quien me ama en verdad.
No todo aquel que me dice Padre, está Conmigo;muchos de los que pregonan que
son mis escogidos y que me están sirviendo, no me han comprendido. Vosotros
podréis engañaros unos a otros, mas a Mí, ¿quien podrá engañarme?.
Os he enseñado la igualdad, el amor, la humildad; si vuestro
destino aparentemente es diferente, la finalidad que he señalado a todos es la
misma.
Guiaos por vuestra conciencia, ella os hablará siempre con
justicia; y sabréis si estáis dentro de mi ley; si habéis hecho actos dignos de
ofrecerlos a vuestro Padre. Yo amo lo puro y si queréis agradarme, sed limpios.
Llegará un tiempo en que el mundo os hará cargos, os pedirá
obras poderosas que hablen de vuestros grandes dones, y si no estáis
preparados, muchos me negarán como Pedro y dirán que jamás me oyeron, que no me
conocían, y vosotros sabéis que por mucho tiempo mi palabra ha sido vuestro
alimento y consuelo.
¿Qué me habéis pedido, que no os haya concedido? Muchas
pruebas de amor os he dado para alentar vuestra fe. Bienaventurados los mansos
y humildes, que saben aceptar con conformidad las pruebas de su vida sin
desesperar.
Analizad mi palabra, sentidia y practicadla, para que
vuestra fe sea más firme cada día.
Abrid las puertas de vuestro corazón y de vuestro
entendimiento. ¿Con qué obras venís a glorificarme? Todos calláis, calla el
espíritu, y también la materia calla ante mi presencia; doblegáis vuestra
cervís y os humilláis. No quiero que mis hijos se humillen ante de Mí, quiero
que sean dignos de levantar su faz y contemplar la mía, porque no vengo en
busca de siervos, ni esclavos, no vengo en busca de criaturas que se sientan
proscritas, desterradas. Vengo a mis hijos a quienes enseñé el camino de la
redención por medio de la sangre del Cordero Divino, para que al escuchar mi
voz de Padre se arrojen en mis brazos.
Hé aquí que llego a la casa de Jacob y sólo contemplo temor
dentro de ella, espero encontrar fiesta y sólo existe silencio. ¿Por qué,
pueblo? Porque vuestra conciencia os reclama vuestras faltas e impide que a mi
llegada experimentáis alegría. Es que no os habéis amado, es que no habéis
trabajado, como Jesús os enseñó.
Os ha faltado preparación espiritual, para presentir la
sombra de dolor que os acecha, y es menester que vuestro Padre se materialice y
hable en vuestra lengua, para que podáis saber que la guerra avanza, que cada
vez sus, armas son más fuertes y que frente a ella, el ángel de la paz solloza.
Cabalgando en alas del viento, la peste avanza instante por
instante, y en el ambiente existen millares de seres que día tras día se agitan
en los campos de odio y de cizaña y cuya turbación nubla vuestra mente y
vuestro corazón.
Los elementos se desatan despertando de su sueño a los
hombres de ciencia, pero estos obstinados en su grandeza, siguen su obra
destructora entre la humanidad, mientras vosotros os olvidáis de orar, de
cumplir con la misión que el Padre os ha confiado de amaros los unos a los
otros.
Sabéis íntimamente que la misión de hacer paz, pesa sobre
vuestro espíritu desde aquellos tiempos en que dije a Jacob: "He aquí que
os daré una simiente numerosa en la cual serán benditos los pueblos de la
tierra". Por eso calláis delante de Mí.
¿Acaso creéis que las leyes del hombre os obliguen a cerrar
vuestros labios, que he preparado para que deis testimonio de Mí?
No seáis hombres de poca fe; si es he escogido, es porque sé
que podréis y sabéis servirme.
En este día os digo: Si las naciones quieren la paz, Yo la
pongo al alcance de su mano; si aún quieren más guerra, la tendrán y por medio
de ella, el cetro de mi justicia caerá sobre la tierra.
Si la humanidad, persiguiendo a mis nuevos discípulos,
tratase de impedir que sanen a los enfermos y hablen de mi doctrina, se
desatarán entre los hombres las enfermedades más extrañas; los hombres de
ciencia enfermarán, de otros callará su lengua, muchos cegarán y a otros se les
trastornará su cerebro.
Las puertas del más allá se abrirán y legiones de espíritus
turbados asolarán comarcas y poseerán a los hombres. Entonces, ante la
impotencia de los hombres de ciencia, se levantarán mis humildes labriegos
dando pruebas de mi poder, por medio de las cuales muchos creerán. Ha mucho
tiempo os he anunciado todas estas profecías, a pesar de lo cual permanecéis
sordos y aun ciegos. Sois ingratos, tornadizos y veleidosos.
Es menester que os hable así, mas no toméis mi palabra de
amor con-fundiéndola con un látigo. Yo os amo, venid a mis brazos para que
sintáis mi calor, acercaos a Mí, para que sintáis la paz de mi reino. Sóis los
que a través del desierto me habéis buscado, séis los que habéis caminado
siempre en pos de mi promesa.
¿Estáis cansados de esta vida?; pues descansad un instante
bajo la sombra de este árbol, decidme aquí vuestras cultas y llorad en Mí.
¿Hasta cuándo estaréis por siempre Conmigo? Ya quiero contemplar la paz en todo
espíritu.
Dejad que la alondra por ahora extienda sus alas sobre todo
el universo, para que sintáis su paz y su calor.
Mujeres, sois vosotras las que con vuestra oración
conserváis la poca paz que en la tierra existe, las que como fieles guardianes
del hogar cuidáis que a éste no le falte el calor. Así os unís a Maria, vuestra
Madre Celestial, para destruir toda tentación.
Varones, os he hecho señores en esta tierra, para que en
ella me representéis. Es vuestro espíritu semejante al del Padre y vuestro
cuerpo semejante al universo. No juzguéis la perfección de vuestro cuerpo por
sus dimensiones, sino por la vida maravillosa que en él existe, En toda su
perfección, el cuerpo es limitado, y llega el instante en que deja de crecer;
sigue entonces desarrollándose la inteligencia y los sentimientos, hasta que la
muerte le detiene para levantarse de ahí el espíritu y crecer sin fin en la
eternidad.
Haced de vuestro hogar un segundo templo, de vuestros
afectos un segundo culto. Si queréis amarme, amad a vuestra esposa y amad a
vuestros hijos, porque también de ese templo brotarán grandes obras,
pensamientos y ejemplos.
Todos sois en este tiempo ovejas de Elías, unos habitando en
su aprisco, otros aún descarriados. La luz del Sexto Sello alumbra en este
tiempo a todos los espíritus, así encarnados como desencarnados. Mientras en la
tierra unos toman esta luz para adelanto o salvación de su espíritu, otros la
toman para penetrar sin respeto en los misterios de la ciencia y descubrir
nuevas maravillas. Son las manos profanas y desobedientes que aún cortan los
frutos del árbol de la ciencia para envenenar el corazón de la humanidad.
Os digo en este instante ante Elías, que estáis viviendo la
sexta etapa que la humanidad recorrerá en la tierra, como una imágen de uno de
los siete peldaños que escalará vuestro espíritu en el más allá.
En la primera época, me representó en la tierra Abel; Noé en
la segunda; en la tercera Jacob; Moisés en la cuarta; Jesús en la quinta; en la
sexta que es la presente, Elías; y el la séptima reinará el Espíritu Santo.
¿Qué habéis hecho de mis enviados? El primero cayó bajo el
golpe de su propio hermano movido por la envidia. El segundo fue desconocido y
burlado por las multitudes de incrédulos e idólatras.
El tercero vivió dando pruebas de mi poder, recibiendo en
cambio a cada paso la ingratitud hasta de los suyos.
El cuarto hubo de romper las tablas de la ley por la poca fe
de su pueblo a quien tanto amó.
El quinto, Jesús, habiendo sido anunciada su venida, no fue
esperado, ni creído, ni amado, y después de entregar al mundo su mensaje de
amor, recibió de Ios hombres la muerte más ignominiosa.
El sexto ha venido en espíritu en este tiempo; sin embargo,
los dardos de la duda, la indiferencia y la mofa le persiguen.
Cuando el Séptimo Sello sea desatado y en vez de un enviado
sea el mismo Espíritu del Eterno quien alumbre a los hombres, ¿quién tratará de
herirme o darme muerte?
Os hablo así, para que mañana no seáis confundidos por
teólogos.
Cada sello ha brillado en su tiempo y ha dejado su luz en el
espíritu de mis hijos. Dispuesto estaba que en el Sexto Sello se escuchase en
la tierra la voz del Verbo.
Pueblo, orad ante María; ella es la ternura divina hecha
mujer en el Segundo Tiempo, pureza incomprendida por la humanidad
materializada, virginidad que no puede ser analizada por la mente de los
hombres y que sólo puede ser sentida por aquel que se purifique en sus
sentimientos.
El manto de vuestra Madre Celestial ha hecho sombra al mundo
desde la eternidad, cubriendo con amor a mis hijos que lo son de Ella. María,
Espíritu, no nació en el mundo; su esencia maternal ha sido siempre de Mí.
Ella es la esposa de mi pureza, de mi santidad; es mi Hija
al hacerse mujer y mi Madre al concebir al Verbo encarnado.
El Maestro os dice: Mucho os habéis ocupado de vosotros, y
por lo mismo habéis olvidado a los demás; es menester que dejéis vuestra
indiferencia al dolor y a las necesidades ajenas y os despojéis de vuestro
egoísmo.
Cuando el dolor se presente en vuestro camino, preparaos a
recibirle; cuando miréis muy cerca la prueba, orad como lo hizo Jesús en, el
huerto, la víspera de su muerte y decid como El: "Padre mío, si fuera
posible apartar de Mí este cáliz, pero antes hágase tu voluntad y no la
mía". Velad, mis hijos, que si os preparáis, Yo en muchas ocasiones
apartaré de vuestros labios el cáliz de amargura. Más si la tuviéseis que
beber, por vuestra conformidad y sumisión ante la voluntad divina os revestiré
de fuerza para salir avante.
No olvidéis que el dolor purifica y que cuando es apurado
con amor y elevación, no sólo lava las manchas propias, sino aun las ajenas.
Ofrecedme vuestro dolor y él no será estéril; ¡cuánto dolor
inútil ha habido entre la humanidad!; mas quien ha Podido sufrir hasta el final
de su restitución y llevar su cruz, ha llegado a lo alto de la montaña cuando creía
caer para siempre.
No ha alcanzado el mundo por vuestras oraciones y méritos en
las pruebas de paz que debería recibir, porque cuando estáis bajo éstas, sólo
pensáis en vosotros para lamentamos y rebelaros, en vez de orar al Padre y
decirle: Si uno solo de mis semejantes puede alcanzar un átomo de paz por el
cáliz amargo que yo apuro, con cuánta satisfacción beberé esta gota. Y el
Maestro os dice: Quien así orase hará que su amor alcance a beneficiar a muchos
de sus hermanos.
Pueblo, la paz aparente se ha hecho en las naciones, mas
vosotros no pregonéis que la paz ha llegado. Cerrad vuestros labios. La paz
verdadera no podrá levantarse sobre cimientos de temor o de conveniencias
materiales. La paz tiene que nacer del amor, de la fraternidad.
Los hombres se encuentran edificando sobre arena y no sobre
roca, y cuando las olas vuelvan a agitarse, azotarán aquellos muros y el
edificio vendrá por tierra.
He propuesto mi paz a los hombres a través de la conciencia,
para decirles: Aquí estoy, pero ellos no han querido escucharme; a veces obran
como niños y como necios. Os digo que obran como niños, porque no revelan en
sus actos la luz que el espíritu recoge en una larga evolución; viviendo en el
Tercer Tiempo, aún no se han dado cuenta de lo que significa la paz; si su
espíritu se encuentra aletargado, con mayor razón lo está su corazón que no
siente lo que es caridad, ni ha llegado a vibrar de amor por la humanidad; pero
llegará a ellos un dolor más amargo que el ajenjo, por el cual despertarán y se
sensibilizarán. No seré Ya quien ofrezca a los hombres este cáliz, porque no
puede existir en Mí esa amargura.
Todo el dolor causado por los hombres, se reunirá en un solo
cáliz que será bebido por los que lo originaron; y los que nunca se conmovieron
ante el dolor, ahora se estremecerán en su espíritu y en su materia.
Se acerca esa hora, en que veréis que los pueblos se
conmueven ante acontecimientos extraños y sorprendentes. Sabréis de hombres que
fueron grandes en el mundo y que abandonarán a sus pueblos y naciones, para
buscar en el desierto, en la soledad, la paz con su conciencia; otros, que han
sido notables por sus odios y por sus ambiciones, sorprenderán al mundo, porque
de pronto sus bocas hablarán palabras de amor y de paz; será porque mi luz les
envolverá y mi Espíritu hablará en sus labios.
¿Ya estáis preparados para estos acontecimientos, para
hallar solución y explicación justa a las preguntas y para Ilevar luz a las
mentes turbadas o confundidas?
Ha mucho tiempo que os vengo preparando y aún no podéis ser
los soldados de la paz. Mirad a las naciones, qué poco tiempo les basta para
prepararse para la guerra y cómo conmueven hasta las entrañas de la tierra. Ved
cómo la fuerza de sus odios hace sentir su influencia hasta los más apartados
lugares, mientras vosotros no sois capaces de hacerles sentir la paz.
¿Acaso es más fuerte el odio que el amor? ¿Es más potente la
tiniebla que la luz? ¿Tiene mayor alcance el mal que el bien? No, mis hijos.
No os estoy reprendiendo, sólo os despierto con amor para
deciros que no es difícil trabajar en la campiña de Jesús y que debéis
perseverar en vuestra enmienda. Cuando por momento lleváis el propósito de
regeneraros, se recrea vuestro espíritu y siente más próximo a su Padre; mas
las tentaciones acechan vuestros pasos y os hacen caer.
Levantaos definitivamente, daos cuenta de que estáis
viviendo un tiempo diferente al Primero y al Segundo, en el cual los elementos
materiales y los espirituales se agitan por doquiera. Es una batalla visible
solamente ante quien se encuentre espiritualriiente preparado, e invisible para
quien no lo está. En este torbellino se agitan millones de seres humanos y
espirituales, unos haciendo la luz, otros buscándola; unos sembrando tinieblas,
otros huyendo de ellas.
¡Ay de quien buscando la luz flaquease en este tiempo!
Millones de ojos invisibles os contemplan para haceros caer, Yo quiero que
vosotros seais la buena simiente que llegue a invadir los campos donde haya
crecido la cizaña. Como un mar que se desborda, así avanza el mal y envuelve
corazón por corazón, sus aguas impuras penetran en los hogares, en el corazón
de la niñez, en la mente de la juventud, en lo más puro de la mujer. Vuestras
más nobles instituciones son profanadas; lo más sagrado también. Vosotros,
entre tanto, ¿qué hacéis? ¿También sois de los ciegos que no os dais cuenta?
¿Vais a encerraros en vuestro egoísmo para buscar un poco de paz para vuestro
corazón, os vais a encerrar entre las cuatro paredes de vuestra alcoba para no
dejar que hasta ahí llegue el estruendo de la guerra ni las lamentaciones de
los hombres?
Vosotros no diréis que el Maestro no os habló en profecía,
cuando veáis llegar el tiempo que os anuncio. Pero antes que la paz se haga
entre la humanidad, el fuego quemará la mala hierba de toda la faz de la
tierra, las aguas desatadas lavarán y las nieves purificarán.
Alerta, discípulos. Estad preparados para que no os sorprendan
porque seréis combatidos con palabra, con hechos y por medio de libros. Armas y
calumnias se prepararán en contra de vosotros. También seréis testigos de una
batalla de ideas, de doctrinas y teorías. Los teólogos tratarán de escrutar más
allá de donde han escudriñado; los filósofos lanzarán al mundo nuevas ideas;
los hombres de ciencia proclamarán su saber como la única verdad. Los fanáticos
de las religiones se levantarán en bandos para lanzarse unos contra otros.
Ese será el tiempo para el que debéis estar preparados,
porque vuestra voz será la única que se escuche serena y consciente. ,
¿Ya veis cuánto os reclamó? ¿Ya miráis cuán pequeños sois y
cuántas lacras e imperfecciones tenéis aún? Pues vosotros me serviréis y
vuestra ofrenda será grata y fragante ante mi Divinidad.
El tabernáculo, el arca y la ley están en vuestro corazón. A
vosotros, por humildes, os revelaré lo que los sabios no llegarán a comprender.
Pueblo, en este tiempo volvisteis como el hijo pródigo a la
casa del Padre, os he recibido y os he dicho: Sois el primogénito, más en
vuestra ausencia se disgregaron los demás hermanos. Me quedé solo y en mi
soledad he llorado, ahora habéis vuelto y os digo: Sentaos a la mesa, ahí están
los panes, los frutos y el vino. En la alcoba están las herramientas de
labranza. Vosotros entonces, habéis llorado vuestra ingratitud y desobediencia,
reconociendo que habéis sido el paria entre otros pueblos que no recibieron lo
que vos, habéis rogado que os fueran devueltos vuestros dones, y vuestro caudal
os ha sido devuelto.
Os he hecho reconocer que en la desunión de la humanidad
tenéis grande responsabilidad; entonces os he confiado una espada de amor para
que con ella dobleguéis a aquellos que motivan guerras fratricidas y les
traigáis ante mi presencia.
Vuestra misión es de paz, de fraternidad y espiritualidad. No
vengo a reclamar a vuestro corazón sus obras presentes, sino a recordar a
vuestro espíritu su pasado, y darle a comprender la sublime misión que le
espera en la eternidad.
¡Te perdono y te bendigo en mi nombre que Soy el Padre, El Hijo, el Espíritu Santo, Mi paz sea con vosotros Pueblo Bendito de Israel.!
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