Bienaventurados seáis vosotros, componentes de mi pueblo,
porque habéis sabido resistir con paciencia y con presencia de ánimo, las
tempestades y las pruebas. Os he visto orar y velar en las horas difíciles y
aun os he escuchado que bendecíais mi voluntad, cuando la amargura os había
invadido. He premiado entonces vuestra fe y buena voluntad, enviándoos mi paz,
por haber sido la barquilla que desafía la tempestad sin zozobrar.
También bendigo a los que, olvidándose de sus propios
sufrimientos, velan por la paz del mundo o visitan en sus lechos a los
enfermos, porque esos méritos, Yo no los dejaré sin galardón.
Durante esta guerra en la que el mundo ha vivido, habéis
estado unidos en oración día tras día, y en verdad os digo que no he cesado de
derramar prodigios entre aquellos de vuestros hermanos por quienes tanto me
pedís. No dejéis que vuestra oración se debilite, oh pueblo mío; os digo que la
vigilia no ha terminado aún, aunque los pueblos vayan diciendo que la guerra ha
cesado. No, Israel, mientras la paz de los pueblos no esté fundada en el amor
de los unos para los otros, seguid velando y orando, seguid ganando corazones
para esta obra de paz y fraternidad.
Pronto veréis que esta paz de la que los hombres están
hablando, fué falsa, que sólo constituyó una tregua en medio de su inhumana
lucha para luego proseguir en su obra de destrucción.
Dispersos por el mundo se encuentran aquellos que tienen la
misión de orar y de velar por la paz de la humanidad, entre ellos se encuentra
mi pueblo, al cual estoy doctrinando con mi palabra. Todos tenéis la obligación
de construir en el corazón de la humanidad, que es vuestra hermana, el templo
de la espiritualidad, el santuario de la paz. Cuando ese santuario espiritual se eleve a las alturas y los hombres
encuentren en él la comunicación directa con su Señor, podréis decir que habéis
dejado sembrada en el mundo la simiente que os confié en este tiempo.
Pueblo, fortaleceos en mi palabra y tened confianza en que
vuestra conciencia os dirá, si lo que estáis haciendo está conforme a las
enseñanzas de mi doctrina; orad, para que vuestro espíritu y mente luchen por
desterrar la guerra. No debilitéis, para que su influencia no vaya a ofuscar
vuestra razón o vuestros sentimientos.
Cuando uno de vosotros ora, no se da cuenta de lo que con su
pensamiento alcanza en lo espiritual, y es menester que sepáis que cuando oráis
por vuestros hermanos, por aquellos pueblos que están destrozándose en la guerra,
en esos instantes vuestro espíritu libra también una batalla mental en contra
del mal y que vuestra espada que es paz, razón, justicia y anhelo de bien para
ellos, choca contra las armas del odio, de la venganza, del orgullo.
Este será el tiempo en el que los hombres se den cuenta del
poder de la oración; para que la oración tenga verdadera fuerza y luz, es
menester que con amor la elevéis a Mí.
No os hablo de enviar el pensamiento a vuestros semejantes
con mala intención, porque nunca os he dado armas para emplearlas en fines
mezquinos, ya que cuando os ciega la ambición o el odio, hacéis uso de lo más
sagrado para vosotros y lo empleáis en herires y aun en mataros. Os inspiro la
verdadera lucha en contra del mal y os revelo cuál es el arma más poderosa e
invencible, para que triunféis, aconsejándoos que primero limpiéis vuestro
corazón para que luego os elevéis hacia Mí, os llenéis de luz y de fortaleza,
para luego enviar vuestros pensamientos como destellos luminosos entre los pueblos
sin paz y los hombres sin esperanza.
Llevad mi caridad, oh pueblo. Hombres y mujeres para los que
han sido muy crueles estos últimos tiempos; hogares en los que ha hecho presa
el dolor, sentid mi paz, en donde el pan de cada día se ha tornado en hiel,
sentid la dulzura de mi caricia.
Mucho tienen que luchar los hombres de ahora para lograr
conseguir el sustento, y el Padre os dice: Os aumento tres veces vuestra
fortaleza, para que no desmayéis.
Encended en la juventud el amor hacia sus semejantes,
inspiradles grandes y nobles ideales, porque ella será la que el mañana luche
por alcanzar una existencia en la cual brille la justicia, el amor y la sagrada
libertad del espíritu. Preparáos todos, porque la gran batalla de la que os han
venido hablando las profecías, no ha llegado aún.
Tened en cuenta que mientras mayor sea la evolución que la
humanidad alcance, serán mayores las armas con que cuenten para luchar. No
durmáis, pueblo amado, y estad prestos para trabajar por mi causa.
Una nueva guerra se avecina, en ella tomarán parte todas las
potencias y fuerzas del hombre, y es menester que los hijos de este pueblo, a
quienes les toque vivir en esa prueba, sepan cruzar por ella con su estandarte de verdad, dejando una
profunda huella de espiritualidad.
Los científicos, los teólogos, los sabios, los filósofos,
todos se aprestarán para esa gran lucha en la cual quedará destruida la mentira
y el mal, surgiendo victoriosos el bien y la verdad.
Grande será la confusión de los hombres antes de que a ellos
venga la luz, porque entre la humanidad habrá hombres que tuvieron una gran fe
y la perderán, otros cambiarán de creencias y algunos andarán de puerta en
puerta, de religión en religión, en busca de la verdad para su espíritu. Es
necesario que todo el camino sea recorrido, para que todo el mal sea expulsado
de los espíritus y desaparezca de los corazones.
Veréis surgir por caminos, ciudades y aldeas a hombres y
mujeres pregonando que son enviados de Dios, diciendo que son profetas o
emisarios; y desde ahora os digo que tengáis cuidado, para que sepáis
reconocerles por sus obras. Nunca digáis que sois profetas, videntes o
apóstoles, pero en vuestras obras dad siempre pruebas de mi gracia, de todo lo
que os he confiado y de la doctrina que he depositado en vuestro corazón;
entonces ya no serán vuestros labios los que digan si sois profetas o apóstoles
o discípulos mios, lo dirán vuestros hermanos por las obras que os vean hacer.
Vuelvo a deciros que permanezcáis en oración, hasta que veáis que la paz
retorna a los pueblos y la alegría a todos los hogares del mundo.
En esta era el Espíritu de vuestro Padre se presenta a la
voz de vuestro llamado. Escuchad ahora mi palabra que es el sustento para
vuestro espíritu. El día en que cese mi palabra quedaréis dándoos ayuda unos a
otros, mas después. a imitación de las aves cuando crecen, aprenderéis a batir
vuestras alas y podréis buscar el sustento. Será cuando por medio de vuestra
elevación sepáis llegar a Mí para recibir inspiración y paz.
Velad, no dejéis que el sueño se apodere de vuestro corazón
y venza a vuestro espíritu, porque el tiempo pasa, y llegará el día en que
despertéis llorando por el tiempo perdido; entonces vais a querer reponer esos
instantes y oportunidades desaprovechadas, mas ya no podréis hacerlo, porque
mientras unos se hallen en la ancianidad, otros se encontrarán en espíritu en
el más allá. Pediréis clemencia y misericordia a vuestro Padre, sin entender que
vosotros fuisteis los que no tuvisteis misericordia ni clemencia de vuestro
propio espíritu.
Tened caridad de vuestros hermanos, que es tanto como tener
caridad de vosotros mismos; si no cumplís esta misión, seréis los primeros en
llorar porque contemplaréis que vuestra mano, que estuvo colmada de dones, se
encontrará vacía, que el bálsamo con que sanábais al enfermo ha desaparecido, y
aquella facultad para libertar a los poseídos, se ha alejado también. Sed
humildes para que no sintáis perder vuestros dones, no tratéis de parecer
superiores a vuestros hermanos; haced lo que Yo hice con mis discípulos en el
santo cenáculo.
Vengo a señalaros vuestros errores, no para juzgaros, sino
para que os enmendéis y lleguéis a ser el pueblo obediente en el cumplimiento
de mis enseñanzas.
Esto que hago con vosotros, será para bien de las futuras
generaciones, mas no olvidéis que para enseñaros nunca os he lastimado ni he
hecho brotar sangre de vuestro corazón. Aprended a enderezar el árbol que ha
crecido torcido y a enderezar también las sendas.
Mi justicia es grande, mas cuando os hablo de ella, no os
amenazo tan sólo para llenar de temor vuestro corazón. Vengo a hablaros con
verdad porque mi justicia será en cada uno de vosotros, y si no queréis llorar
mañana, haced méritos desde ahora.
Cada una de vuestras obras queda anotada por Mí, y las obras
que son agradables, las tomo cono la simiente que he de cultivar hasta
multiplicarse entre la humanidad.
No me busquéis cual juez, porque tendréis que escuchar mi
voz llena de justicia y severidad; buscadme como Maestro y como Padre. ¿Qué
esperáis para mañana? ¿Queréis ir a expiar vuestras faltas en el más allá?
¿Queris prepararos desde ahora un camino de abrojos a vuestro espíritu? No
desconozco vuestros méritos, mas ellos son todavía como el débil trigo junto al
cual crece la cizaña.
Practicad mi doctrina confiando en Mí, porque mientras
cumpláis con mi palabra, Yo velaré por vos y por los vuestros. ¿Por qué
contemplo fuertes a unos y débiles a otros? Es que los fuertes no han sabido
comunicar su fortaleza a los débiles.
Uníos todos y todos seréis fuertes; amaos y tened lazos de
fraternidad y contemplaréis que los débiles arbustos se convierten en frondosos
árboles. Recibid a todos porque nadie sabe la misión que trae su semejante.
Nadie conoce su pasado, por eso nadie debe ser rechazado por vosotros. Mientras
más torpes o necios sean vuestros hermanos, más caridad y piedad debéis tener
con ellos, teniendo en cuenta que son los que han caído, los que no han sabido
afirmar su planta en el camino. De los corazones endurecidos como roca, sé
hacer corazones que emanen ternura; vosotros también podéis hacerlo.
Limpiad vuestro corazón para que vuestras obras sean
limpias. Tened en cuenta que un árbol malo nunca podrá dar buenos frutos.
Para ésto os he llamado en este tiempo, para convertiros en
árboles que brinden su sombra y su abrigo al caminante, y quienes así lo han
comprendido, han abierto su corazón para Decirme: Hoy sé que soy vuestra
criatura y que he sido enviado para cumplir una delicada y noble misión, se que
en vos tengo mi principio y en vos está mi fin.
Sí, Yo soy el camino; todo el que quiera caminar por él, que
tome su cruz y venga en pos de Mí. Sólo os pido, para que podáis transitar por
este sendero, que améis a vuestro Padre en vuestros propios hermanos. Ésa es la
ley o el camino: llamar a Dios y amarse unos a otros". Es la ley que en
todos los tiempos ha iluminado la senda de los hombres.
Con un solo amor os he amado a todos; ¿por qué no habéis de
amaros todos por igual? Las naciones esperan la llegada de los emisarios de la
paz, los pueblos de la tierra se lamentaban de su miseria cual ovejas dispersas
en espera de la llegada del pastor, de aquel que las reunirá en un solo
aprisco.
Preparáos, porque está próximo el tiempo en que estas
órdenes las recibáis de mi Espíritu, porque ya no serán dadas por hombre alguno
en la tierra. Nadie levantará su planta sin antes haber recibido el mandato
divino. Yo conozco el camino y no quiero que lloréis en él. Antes es prepararé
y os indicaré el momento de iniciar la jornada.
Las religiones y las sectas deliberan entre sí, se preparan
y se aprestan a la lucha porque presienten la batalla; también vosotros
deliberad, preparaos y orad, para que no seáis sorprendidos, porque si no lo
hiciéreis, mi doctrina sería juzgada y calumniada por los hombres, mi Espíritu
recibiría todas las injurias y Yo os mostraría heridas a semejanza de Jesús en
el calvario.
Vuestro espíritu está despertando a una vida más elevada; ya
comienza a formarse en él un ideal de un mundo mejor.
Vengo a enseñaros a conquistar la paz y a conservarla como
el verdadero tesoro del espíritu. Mi palabra os libertará del mal en este
Tercer Tiempo, apartándoos de los inciertos caminos, por donde tanto habéis
peregrinado y sufrido.
Mi voz llamará a las puertas de cada corazón, y será el
espíritu quien responda desde el interior de cada ser.
Unos reconocerán al punto mi llamado; otros, inciertos, se
preguntarán quién es el que llama; y así, uno tras otro se irán levantando en
pos de la luz.
¡Qué hermoso es el despertar de un espíritu!, cuando el
hombre se pregunta: ¿Quién vibra dentro de mí?, ¿De dónde nace mi inspiración y
quién me impulsa al bien?
También mi palabra os enseña a leer en vuestro espíritu, a
penetrar en él, a encontrar su esencia que es luz, verdad, amor, obediencia,
limpidez.
Cuando el hombre se encuentra espiritualmente a sí mismo, es
cuando siente en sí la presencia de su Padre; mas, cuando no sabe ni quién es,
ni de dónde procede, me siente distante, extraño, inalcanzable, o permanece
insensible.
Sólo despierto el espíritu puede penetrar en el reino de la
verdad; el hombre, por su sola ciencia, no podrá conocerla.
Veo que los hombres ambicionan el saber, la gloria, la
fuerza, la riqueza y el poder, y Yo vengo a ofrecerles los medios de alcanzarlo
todo, pero en su esencia, en su verdad espiritual, no en lo superficial y en lo
artificioso del mundo, no en lo pasajero ni en lo engañoso.
Cuando el hombre se entrega a lo material, encerrándose en
el pequeño espacio de un mundo como el vuestro, empobrece, limita y oprime su
espíritu, nada existe ya para él, fuera de lo que posee o de lo que conoce;
entonces se hace necesario que lo pierda todo para que abra sus ojos a la
verdad, y una vez desengañado de su error, vuelva su mirada hacia lo eterno.
Nada mejor que mi doctrina, que está inspirada en el amor
divino hacia vosotros, para señalaros el camino verdadero. ¿Quién mejor que Yo,
podría enseñaros a dar a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del
César?"
Esa es la razón por la que he hecho oír una vez más mi voz
en vuestro mundo, porque os he visto perdidos en un mar de tiniebla y
confusiones.
Mi luz de amor encenderá la lámpara de la fe en los
corazones que vienen a oscuras, y mi caridad levantará a los que han muerto
para mi reino.
El que no sepa encontrar la esencia de esta palabra, podrá llegar a creer que mi doctrina es un yugo que sujeta y esclaviza al hombre; mas quien sepa darle su justa interpretación, sentirá todo su ser inundado de luz y su gozo no tendrá limite. De su espíritu surgirá un cántico interior, llevándolo a una vida armoniosa, que será el mejor culto hacia Mí.
El que camine dentro de mi ley, por muy probado que sea, no caerá; la fe le dará la fortaleza necesaria para salir triunfante. Por muy imargo que fuere su cáliz, nunca blasfemará; será paciente y sabrá esperar, conforme con la voluntad de su Señor. Quien practique así mis enseñanzas, estará haciendo méritos para que en él se manifiesten mis prodigios.
La fe, la conformidad y la humildad ante lo dispuesto por Mí, harán más breve la jornada, porque no caminaréis por la senda dolorosa más de una vez; pero si en las pruebas surgiese la rebeldía, la inconformidad y la blasfemia, la prueba se prolongará, porque tendréis que recorrer nuevamente aquel camino hasta aprender la lección.
La vida es una constante lección para los espíritus. El universo, al formarse bajo Mi mandato. no tuvo otra misión que la de enseñar. La vida es crisol y lucha para el espíritu, no es un goce absoluto como muchos quisieran que fuera. El goce, el triunfo, la paz o la gloria, están mas allá de toda lucha, más allá de ese crisol. La gloria del espíritu, con todas sus dichas, está en la perfección del espíritu.
Comprended esta verdad, para que no paséis de largo ante el libro que día a día os muestra nuevas páginas de sabiduría. Educad vuestro espíritu de tal manera, que se convierta en el buen observador, educad vuestra mente en la meditación, orad con la oración propia del espíritu. sensibilizando la mente, y el corazón para que podáis recibir mis divinos mensajes y aprendáis el lenguaje espiritual de la vida que os rodea. señalándoos el camino de la perfección.
Para ayudaros, desciendo a vuestros corazones cansados, para darles nueva vida.
Cuando el entendimiento de estos portavoces se eleva limpiamente hacia Mí, mi palabra llega directamente a los espíritus. Esta palabra humilde, que ha conmovido a grandes multitudes, será la que haga el milagro de que volváis a ser Míos, oh pueblo amado, porque ha tiempo que os habíais alejado del camino de la verdad. Habíais olvidado que me lleváis con vosotros, y cuando vinisteis a escucharme, sentisteis brillar nuevamente mi presencia, como la de una estrella luminosa que viniera a iluminar a vuestro corazón.
Vengo a recibiros, pero antes de hacerlo con vuestra parte humana, tomo a vuestro espíritu que es el verdadero hijo de mi Divinidad. En el espíritu está la conciencia, la inteligencia, y es por medio de él, por quien haré llegar al ser humano mis inspiraciones y pensamientos.
Pueblo, a quien amo infinitamente, un pensamiento mío hecho palabra en labios de estos portavoces, es como un camino lleno de luces para vuestro espíritu.
Oídme: sed humildes en el mundo y sembrad el bien en él, para que recojáis sus frutos en el cielo. Si cuando hacéis mal no os agrada tener testigos, ¿Por qué os agrada tenerlos cuando hacéis buenas obras? ¿De qué podéis envaneceros, si sólo habéis cumplido con vuestro deber?
Comprended que como sois tan pequeños y tan humanos, las alabanzas hacen daño a vuestro espíritu. ¿Por qué después de que habéis hecho una buena obra esperáis inmediatamente que vuestro Padre os dé la recompensa? Quien piensa así, no obra desinteresadamente y por lo tanto, su caridad es falsa y su amor dista mucho de ser verdadero.
Dejad que el mundo vea que practicáis las buenas obras, mas no con el fin de recibir homenajes, sino tan sólo con el de dar buenos ejemplos y enseñanzas y dar testimonio de mi verdad.
Por todos los lugares del universo se encuentran los ángeles del Señor, derramando su caridad y su amor, entre todos los hijos de Dios. En silencio espiritual trabajan sin cesar por alcanzar el bien para sus hermanos y, ¿cuándo habéis visto que lleguen a la tierra a pediros el premio a el pago de lo que os han dado, o cuando menos para hacer ostentación del favor que os concedieron?
Sed humildes, porque la grandeza humana, su orgullo y sus vanidades, pertenecen a la tierra, son propias de la materia y con ellas bajáis al sepulcro. El espíritu sólo conserva lo que pueda llevar a las alturas, lo que pueda brillar en la luz; si la grandeza no es espiritual. si sólo es vanidad, mañana tendrá aflicción en su espíritu.
Existe la verdad y la falsedad, y es menester que conozcáis ambos caminos, para que en vuestra elección podáis seguir el verdadero camino. Abrid vuestros ojos, despertad a vuestro espíritu, afinad vuestros sentidos, para que percibáis en todo lo creado el amor de vuestro Padre. Yo todo os lo he dado, sin pediros nada para Mí. Si en vuestra incomprensión habéis llegado a decir que es mucho lo que os pido, a cambio de todo lo que os he dado, estáis en un error. Si algo o mucho es pido, es sólo para vuestro bien, para vuestra dicha en la eternidad.
Tendréis que rendir cuentas a vuestro Padre de todo cuanto hayáis hecho en la vida; mas, ¿cómo vais a acallar la voz de la conciencia en esa hora suprema? ¿Qué responderéis cuando vuestro espíritu escuche la voz del Señor. advirtiéndole que nunca podréis justificar el mal?
Sólo el esfuerzo para levantamos de la caída, el amor y el ahínco con que marchéis por el sendero de la restitución, harán que de vuestro ser desaparezcan las huellas y las manchas del pecado, para poder presentaras limpios ante el divino juez.
Aprended todo ésto desde aquí; sabed que donde están vuestros intereses, ahí estarán vuestros pensamientos y vuestro corazón. Si éstos son materiales. estaréis materializados, si son espirituales, estaréis en el camino de la perfección.
Vivid en la tierra, como os ha enseñado mi palabra. Vivid la lucha, amad y buscad todo lo bueno, deleitaos con todo lo que os he confiado, pero dejad que vuestro espíritu. a semejanza de las nubes, flote en los espacios infinitos. lleno de blancura y de luz.
Es en vano que los hombres busquen el placer perfecto en el materialismo. Todo es triste y vacío sin la presencia del Padre. El es la alegría verdadera.
Dejad que se alejen de vosotros todos los malos pensamientos y atraed los pensamientos nobles. La felicidad no está En lo que materialmente se posee, sino en lo que espiritualmente se conoce. Conocer es poseer y practicar.
El que verdaderamente sabe, es humilde de espíritu, no es orgulloso con la sabiduría de la tierra, que sólo aspira conocerlo todo y mes todo aquello que no ha llegado a comprender. El que lleva en sí la luz del conocimiento inspirado. sabe recibir a su debido tiempo las revelaciones así como también sabe esperarlas. Sabios se han nombrado muchos y ha sido un misterio para ellos el sol que día tras día brilla a plena luz..
Muchos han creído saberlo todo, y en verdad os digo, que la hormiga que imperceptiblemente se cruza en su camino, encierra también para ellos un misterio insondable.
Podrán los hombres investigar muchas de las maravillas de la naturaleza, pero mientras no lo hagan por el sendero del amor divino, no llegarán a alcanzar la verdadera sabiduría, la que se encierra en la vida inmortal del espíritu.
Hombres, acercaos a Mí; no necesitáis quebrantar vuestra mente para lograr descubrir secretos y misterios, sólo necesitáis abrir el corazón con la llave de la fe.
Tened la voluntad firme de ir hacia el Padre, de estar con El, de penetrar en su estancia, y quedaréis maravillados, y más tarde llegaréis también a hacer maravillas, cuando viváis practicando mi amor y mi perdón.
¡Te perdono y te bendigo en mi nombre que Soy el Padre, El Hijo, el Espíritu Santo, Mi paz sea con vosotros Pueblo Bendito de Israel.!
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