sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 130

El mundo se conmueve con el recuerdo de mi pasión. En esta tarde, en que rememoráis aquellos sucesos y en que desciende mi rayo divino a dar quietud al espíritu de la humanidad, Jesús os contempla conmovidos.

Vosotros que me amáis y que como apóstoles me ofrecéis vuestra vida, vosotros que sabéis ofrecer al sediento Rabí el agua cristalina de vuestro amor, sentid que en verdad el Espíritu Sagrado del Maestro se encuentra entre vosotros.

Ya es tiempo de que reino el Espíritu de Verdad y se aparte del corazón de los hombres el fanatismo religioso.

En este instante siente mi Espíritu un gozo muy grande al encontrarme entre mis discípulos, a quienes vengo a ofrecer el vino de mi mesa de amor, no el vino de uva que, nunca dejará de ser el jugo de la vid, sino mi propia vida espiritual.

Ha pasado ya el tiempo en el que os dije que recordaseis el santo cenáculo, tomando el pan y el vino en memoria mía Hoy vengo a enseñar a vuestro espíritu a alimentarse con la esencia de mi enseñanza de amor, prescindiendo de todo simbolismo.

No vengo a tratar de haceros recordar dolores que correspondieron a otra era, aunque si vais a llorar con mi lección, Pero ese llanto deberá ser de arrepentimiento.

El mundo no es un cáliz lleno de amargura, mas Cristo, el Verbo del Padre, viene lleno de amor a continuar la enseñanza de infinita caridad que he dado a los hombres. En este tiempo vengo a mostraros el sendero que debéis seguir para alcanzar la redención de vuestros pecados; mas no quiero que tan sólo llevéis a Cristo en vuestro pensamiento sino que testifiquéis con obras de amor la verdad de su doctrina.

Ved como en este día muchos de mis hijos simbolizan erróneamente aquella cena en la que por última vez me reuní con mis discípulos; mi palabra, mis lecciones de amor, han sido falseadas. En este instante el Verbo Divino, en comunicación directa con todos los espíritus, os entrega su amor, así corno repartió el pan entre sus apóstoles.

He aquí a Cristo, el príncipe de la paz, a quien las turbas juzgaron agitador y rebelde. Recordad que el Hombre Dios vino al mundo y dijo: "Estos son mis hijos, por los que daré hasta la última gota de mi sangre". Ahora, amados hijos míos, vengo a hablaros sencillamente. En aquel tiempo os hablé en parábola, y muchas veces no me entendisteis, porque dabais un significado equivocado a mis palabras.

Humanidad infinitamente amada por Mí, he vuelto a vos, mas no como me oísteis en el Primer Tiempo, ni como me mirasteis y escuchasteis en el Segundo; hoy vengo a entregaros mi enseñanza a través de un cerebro preparado por mi sabiduría.

Entre mi pueblo siempre se han encontrado los que sienten la espiritualidad, así como los que únicamente persiguen los bienes materiales. En el Primer Tiempo hubo veces en que mientras unos adoraban al "becerro de oro", otros lloraban de temor ante Jehová; y en el Segundo, en el seno de mis apóstoles, estaba uno que ambicionaba recibir de Mí la potestad de convertir las piedras en oro, pretextando que estaba bien el socorrer con dinero a los pobres que padecían de hambre, al cual Yo le dije: "El dar dinero a las multitudes, haría que no lo apreciaran por ser fácil de obtener". Y añadí: "Aquel que me siga, debe ser pobre, como su Maestro". Por eso humildemente me incliné a lavar los pies de mis discípulos, y les dije: "Nunca os creáis los primeros, sino los últimos ante el Padre".

A vosotros, que sois mis nuevos discípulos, os digo: "Lo que veáis que hago con vosotros, hacedlo con vuestros hermanos".

Habéis preparado vuestro corazón para recibir la esencia de mi palabra y con ella, el consuelo, la fortaleza y la luz que necesitáis. Confiáis en Mí, porque sabéis que vosotros como todos los seres, recibís mi protección; mas Yo os he dicho que vivas en un tiempo de restitución y purificación y que aún conoceréis el dolor en mayor grado.

Hay en el futuro de los hombres grandes combates y vicisitudes; y vosotros, como parte, de esa humanidad, también tendréis que sufrir. Sólo la oración y la vigilia harán llevaderas las penas; muchos van a perder el rumbo en esas pruebas, van a flaquear y a buscar la solución de sus males por otros caminos; y sólo cuando retornen al sendero del bien, de la paz y de la justicia, recobrarán su tranquilidad; y aún entre este pueblo que ha sido marcado en este tiempo, de los 144,000 señalados en su frontal, ¿cuántos de ellos me abandonarán, a pesar de estar ahora rodeando al Maestro, escuchando su lección de infinito amor?

Por eso he venido en esta era, para daros fuerza en vuestra lucha, para enseñaros a trabajar por un ideal elevado, que es el mismo por el cual he luchado en todos los tiempos, vuestra elevación espiritual

Poseed y valorizad todos vuestros dones para que podáis hacer frente a esa gran prueba. No os despojéis de ellos, para que no os sintáis huérfanos, porque vais a necesitar hacer acopio de fe, de fuerza espiritual, de valor, para no desmayar.

Mas todo lo que os anuncio, no será para aniquilaros, sino para haceros grandes; porque encontraréis innumerables motivos para hacer el bien y derramar vuestra caridad. Si sabéis prepararos, os olvidaréis de vosotros mismos para ir en ayuda de vuestros hermanos y encontraréis su espíritu dispuesto como tierra virgen, para recibir la simiente y el riego benéfico de vuestras obras de amor.

Así he preparado el espíritu de mis hijos, para que llegado el momento puedan testificar que todos los acontecimientos que les rodean, les han hablado de Mí, que han sentido que mi Espíritu ha estado cerca de ellos.

Porque Yo no soy sólo palabra, soy acción. Lucho incesantemente en el espíritu de mis hijos para transformarlo, y estoy atento para contestar vuestras interrogaciones, para
responder a vuestro llamado y acudir en vuestra ayuda, para que podáis cumplir con vuestro destino.

Es el tiempo en que mi luz está derramada sobre todo espíritu; el que se ha dispuesto a practicar mi doctrina, se ha sentido lleno de fortaleza y animado de una voluntad superior, y las obras que ha realizado, le han dado vida y han afirmado su fe. Este ya no podrá apartarse del camino, aun cuando tuviese que pisar sobre espinas, porque la fuerza de su espíritu ha crecido y sabe dominar el sufrimiento, para alcanzar su ideal. El que no ha dado principio a la jornada, que la empiece hoy y que no se detenga. Aun la más sencilla de sus obras le será tomada en cuenta por Mí. No encontraréis en la tierra satisfacción mayor que la de socorrer a un semejante sintiendo su dolor.

Todas las obras que hice en el Segundo Tiempo para enseñaros mis lecciones de caridad, debéis repetirlas ahora. mirasteis que Yo devolví la vista al ciego, vosotros podéis hacer mirar la clara luz de mi doctrina a los ciegos de este tiempo, que viven en las tinieblas de la ignorancia. Haced caminar al paralítico, que se ha detenido por falta de enseñanza; resucitad al que ha muerto a la vida de la gracia Y de la espiritualidad; haced hablar al mudo, al que no sabe pronunciar las palabras de amor y de perdón. Todo cuanto queráis hacer, os lo concederé, porque os he revestido de dones de inapreciable valor, para que podáis testificar mi verdad.

Mi amor por la humanidad ha sido constante; no sólo cuando he descendido a la tierra he hecho prodigios; mi obra de dar vida y protección a los hombres es eterna, y mi enseñanza también es inagotable. ¿Cuándo comprenderéis mi lucha, cuando reconoceréis a Elías, que es incansable trabajando entre vosotros?

Ya se acerca el final de los tiempos Y he de venir a recoger la cosecha. Solo trigo maduro recibiré. sólo obras de amor, concluídas y perfectas. llevaré a mi granero: y vosotros. como discípulos míos, tenéis que presentarme así vuestro trabajo y ayudar a vuestros hermanos. En todas las naciones hay discípulos míos, profetas, precursores, cuyos dones se están manifestando al igual que los vuestros. Ellos buscan en la oración el bálsamo que cure a los enfermos, se comunican Conmigo esritualmente, buscando la luz que ilumine su sendero y me reconocen como su guía y Maestro.

No os sorprendais de que ellos. sin haber tenido mi comunicación a través del entendimiento del hombre conozcan estas lecciones, porque os he dicho que el espíritu ha evolucionado, y cada criatura tiene una misión que cumplir. Su espíritu se ha purificado en el dolor, Y no encontrando sobre la tierra verdaderos guías, me ha buscado, sabiendo que me encuentro en Espíritu iluminando Y conduciendo a todos mis hijos.

Aquí me tenéis, dispuesto a recibir vuestros pensamientos Y vuestro corazón. para ofrecemos la esencia de mi palabra como el verdadero vino de vida eterna, del cual os digo que quien tomare de él sed no volverá a sentir.

No confundáis mas mi palabra, que es el pan de vida con los símbolos que tan solo representan una imagen de ella.

La luz del Espíritu Santo ilumina vuestro sendero y llena de paz a vuestro espíritu. ¡Cuanta gracia habrá en la tierra cuando este pueblo, que se encuentra diseminado entre la humanidad, viva consagrado a enseñar a sus hermanos, a amarse los unos a los otros! Cuando os hablo de unificación debéis entender que estoy mirando vuestra desunión y falta de armonía; mas sabed que este reclamo lo dirijo a todos los hombres y a todos los pueblos, porque la semilla de la discordia se ha multiplicado y ha penetrado en todos los corazones.

La discordia ha invadido insensiblemente lo más íntimo de la vida de los hombres y ha logrado que se conmuevan los imperios, las naciones, los hogares, religiones y sectas. Muy amargos han sido los frutos que ha producido la falta de armonía entre los hombres, y aún les falta probar los más amargos; pero no ha sido mi voluntad que la humanidad necesitara de ese cáliz para que reconociera su error y abriera sus ojos a la verdad, porque aunque os estoy juzgando en este instante, nunca dejo de ser vuestro Padre y quisiera que la rellexión y el arrepentimiento os salvaran del abismo al cual os estáis precipitando. ¿Quiénes serán los que me dejen penetrar en su corazón? ¿Cuáles pueblos me abrirán sus puertas? ¿Quiénes serán los que no atiendan el llamado de su conciencia?

Orad. ¿Qué más podéis hacer en estos instantes, si aún os contemplo pequeños en vuestro desarrollo espiritual, si aún estáis débiles y torpes? Fortalecéos en la práctica de mis enseñanzas; vuestra vida os ofrece diariamente la oportunidad de que hagáis méritos y de que os perfeccionéis. Sed un pueblo que refleje en cada una de sus obras la luz de mi Espíritu, y pronto os enviaré al cumplimiento de vuestra misión, como humildes apóstoles de mi enseñanza.

Si pensáis que he dejado mi trono por venir a comunicarme con vosotros, estáis en un error, porque ese trono que vosotros os imagináis, no existe; los tronos son para los hombres envanecidos y orgullosos. Mi Espíritu, siendo infinito y omnipotente, no habita en un lugar determinado, está en todas partes, en todos los sitios, en lo espiritual y en lo material. ¿Dónde está ese trono que vosotros me atribuis?

No toméis mis palabras como reproches a vuestra escasa comprensión y conocimiento de la verdad; no he venido a vosotros para humillaros, haciendo resaltar vuestra pequeñez; por lo contrario, he venido para ayudaros a que os eleves hacia la luz de la verdad.

¿Creéis que no me doy cuenta del adelanto y de la evolución que vuestras creencias y conocimientos han alcanzado desde que venís a escuchar esta palabra? En verdad os digo que contemplo, mejor que vosotros mismos, los pasos que vais dando por el sendero espiritual.

Cuando llegasteis ante mi manifestación, no creíais en mi enseñanza a través del entendimiento humano, porque tenéis la creencia que sólo así podríais encontrarme en las imágenes, símbolos y demás objetos consagrados por vuestras religiones. Después, cuando a pesar de vuestra falta de fe, sentisteis que mi enseñanza conmovía vuestro corazón, y que vuestro espíritu sentía mi paz, reconocisteis que una luz divina se manifestaba a través de estas criaturas destinadas a transmitir mi divino mensaje. Una nueva fe nació en vuestro corazón, se encendió una luz que os enseñó a comprender que el hombre podía comunicarse directamente con su Dios; mas no fue eso todo, faltaba que llegaseis a comprender que no es indispensable la mente humana, para que el Padre os pudiese dar su enseñanza; entonces supisteis que esta comunicación divina a través del portavoz sería pasajera, porque más tarde vendría el tiempo de la comunicación de Espíritu a espíritu, cuando los hombres aparten de su culto, de sus creencias y prácticas, el materialismo, el fanatismo y toda la ignorancia que encierran sus tradiciones y ritos.

Unos ya habéis comprendido, otros estáis practicando; pero aún os falta mucho para alcanzar la meta, desde la cual podáis concebirme en mi verdad, en la realidad de mi grandeza, y ya no a través de fantasías forjadas con vuestra escasa imaginación humana.

Dejad de materializarme en tronos semejantes a los de la tierra, despojadme de la forma humana que siempre me atribuís, dejad de soñar con un cielo que vuestra mente humana está incapacitada para concebir; y cuando os libertéis de todo ello, será como si rompieses las cadenas que es ataban, como si una elevada muralla se derrumbase ante vuestra vista, como si una espesa niebla se disipase, permitiéndoos contemple un horizonte sin límites y un firmamento infinito, luminoso, pero a la vez accesible al espíritu.

Unos dicen: Dios está en les cielos,otros: Dios habita en el más allá; pero no saben lo que dicen, ni conocen lo que creen. Ciertamente que habito en los cielos, pero no en el lugar determinado que habéis imaginado; Yo habito en los cielos de la luz, del poder, del amor, de la sabiduría, de la justicia, de la felicidad, de la perfección.

Yo estoy en el más allá, sí; pero más allá del pecado humano, más allá del materialismo, de la soberbia, de la ignorancia. Por eso es digo que voy a vosotros, porque voy hacia vuestra pequeñez, porque os hablo en forma que vuestros sentidos puedan sentirme y vuestra mente comprenderme, no porque llegue de otros mundos o moradas, porque mi Espíritu habita en todas partes.

Habéis luchado y habéis necesitado mucho tiempo para transformar vuestras creencias, y aún tendréis que esforzaros más para alcanzar la meta espiritual a que os he destinado, que es la de conocer a vuestro Padre, amarle y rendirle culto a través del espíritu; entonces comenzaréis a presentir la verdadera gloria del espíritu, aquel estado de elevación, de armonía, de paz y bienestar, que son el verdadero paraíso a donde todos habréis de llegar.

Hoy abrís las puertas de vuestro corazón y de vuestro entendimiento ante la luz de mi enseñanza; ¿con qué obras venís a glorificarme?

Todos calláis, calla el espíritu y también la materia delante de Mí; doblegáis vuestra cerviz y os humilláis; no quiero que mis hijos se humillen delante de Mí; quiero que sean dignos de levantar su faz y contemplar la mía, porque no vengo en busca de siervos, ni esclavos, no vengo en busca de criaturas que se sientan proscritas, desterradas. Vengo a mis hijos a quienes tanto amo, para que al escuchar mi voz de Padre, eleven su espíritu por el sendero de su elevación espiritual.

Mas he aquí que llego a la casa de Jacob y sólo encuentro temor dentro de ella, espero encontrar fiesta y sólo existe silencio. ¿Por qué, mi pueblo?, porque vuestra conciencia os reclama vuestra falta y os impide que a mi llegada experimentéis alegría. Es que no os habéis amado, es que no habéis trabajado, como Jesús os enseñó.

Os ha faltado preparación espiritual, para presentir la sombra de dolor que os acecha, y es menester que vuestro Padre se materializase y os hable en vuestra lengua, para que podáis saber que el ángel de la guerra avanza, que sus armas son más fuertes, y que frente a él, el ángel de la paz solloza.

Cabalgando en alas del viento, la peste avanza instante por instante, y en el ambiente espiritual flotan millares de seres que sucumben día tras día en los campos de odio y de cizaña y cuya turbación nubla vuestra mente y vuestro corazón.

Los elementos se desatan despertando de su sueño a los hombres de ciencia, pero éstos, obstinados en su grandeza, siguen su obra destructora entre la humanidad; mientras vosotros os olvidáis de orar, no cumplís con la misión que el Padre os ha confiado.

Sabéis íntimamente que la misión de hacer paz, pesa sobre vuestro espíritu, desde aquellos tiempos en que dije a Jacob: "He aquí que os daré una simiente numerosa, por la cual serán benditos todos los pueblos de la tierra". Por eso calláis delante de Mí.

¿Esperáis acaso que las leyes de los hombres os vengan a desheredar y a obligaros a cerrar vuestros labios, que Yo he preparado para que deis testimonio de Mí?

No seáis hombres de poca fe; si Yo os he escogido, es porque sé que podréis y sabréis servirme.

En este día os digo: Si las naciones quieren la paz, Yo la pongo al alcance de su amor; si aún quieren más guerra, la tendrán, y por medio de ella, el cetro de mi justicia será sobre la tierra.

Si la humanidad, persiguiendo a mis nuevos discípulos, tratase de impedir que ellos sanen a los enfermos y hablen de mi doctrina, se desatarán entre los hombres, las enfermedades mas extrañas, los hombres de ciencia enfermarán, de muchos se cerrarán sus ojos, a otros se les trastornará su cerebro. Las puertas del más allá se abrirán y legiones de espíritus turbados asolarán comarcas y poseerán a los hombres. Entonces, ante la impotencia de los hombres de ciencia, se levantarán mis humildes labriegos, dando pruebas de su saber, por medio de los cuales muchos creerán. Ha tiempo que os fueron anuncidas todas estas desgracias, a pesar de lo cual permanecéis sordos y ciegos. Sois ingratos.

A veces es menester que os hable así, mas no tomé mi palabra de amor confundiéndola con un látigo. Yo os amo; venid para que sintáis mi calor; acercaos a Mi, para que sintáis la paz de mi reino. Sois los que a través del desierto me habéis buscado, sois los que habéis caminado siempre en pos de mi promesa.

¿Estáis cansados de esta vida? Pues descansad un instante bajo la sombra de este árbol. Decidme aquí vuestras cuitas y llorad en mi seno; ¿hasta cuándo estaréis por siempre Conmigo? Quiero ya contemplar la paz en todo espíritu.

Dejad que la alondra por ahora extienda sus alas sobre todo el universo, para que sintáis su paz y su calor.

Mujeres, sois vosotras las que con vuestra oración conserváis la poca paz que en la tierra existe, las que como fieles guardianes del hogar cuidáis de que no le falte el calor del amor. Así os unía a María, vuestra Madre, para quebrantar la soberbia humana.

Varones, os he hecho señores en esta tierra, para que en ella me representéis; es vuestro espíritu semejante al del Padre, y vuestro cuerpo semejante al universo. No juzguéis la perfección de vuestro cuerpo por sus dimensiones, sino por la vida maravillosa que en él existe, su orden y su armonía. Aun en toda su perfección, el cuerpo es limitado, y llega el instante en que deja de crecer; sigue entonces desarrollándose la inteligencia y los sentimientos, hasta que la muerte le detiene, pero toda la sabiduría y experiencia que adquirió en la tierra, queda impresa en el espíritu, el que sigue creciendo y desarrollándose hasta la eternidad.

Haced de vuestro hogar un segundo templo, de vuestros afectos un segundo culto. Si queréis amarme, amad a vuestras esposas y amad a vuestros hijos, porque también de ese templo brotarán grandes obras, pensamientos y ejemplos.

Todos sois en este tiempo ovejas de Elías; unos habitan en su aprisco, otros aún están descarriados. La luz del Sexto Sello alumbra en este tiempo a todos los espíritus encarnados y desencarnados. Mientras en la tierra unos toman esta ley para adelanto y salvación de su espíritu, otros la toman para penetrar en los misterios de la ciencia y descubrir nuevas maravillas; son las manos profanas y desobedientes que aún cortan los frutos del árbol de la ciencia para envenenar el corazón de la humanidad. Estáis viviendo la sexta etapa que la humanidad recorrerá en la tierra como una imagen del camino que tendrá que recorrer en la eternidad.

En la primera etapa me representó en la Tierra Abel, Noé en la segunda, en la tercera Jacob, Moisés en la cuarta, Jesús en la quinta, en la sexta, que es la presente, Elías, y en la séptima reinará el Espíritu Santo.

¿Qué habéis hecho de mis enviados? El primera cayó bajo el golpe de su propio hennano, movido por la envidia. El segundo fue desconocido y burlado por multitudes de incrédulos e idólatras.

El tercero vivió dando pruebas de mi poder, recibiendo en cambio la ingratitud hasta de los suyos.

El cuarto hubo de romper las tablas de la ley, por la poca fe de su pueblo, a quien tanto amó.

El quinto, habiendo anunciado su venida. no fue esperado, creído, ni amado, y después de entregar al mundo su mensaje de amor, recibió de los hombres la muerte más ignominiosa que profeta o enviado hubiera recibido.

El sexto, ha venido en espíritu en este tiempo; sin embargo los dardos de la duda, la indiferencia y la mofa le persiguen.

Cuando el Séptimo Sello sea desatado y en vez de un enviado, sea el mismo Espíritu del Eterno quien alumbre a los hombres, ¿quién tratará de herirme o de darme muerte?

Te perdono y te bendigo en mi nombre que Soy el Padre, El Hijo, el Espíritu Santo, Mi paz sea con vosotros Pueblo Bendito de Israel.

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