sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 13

La casa del Padre está de fiesta. El banquete se encuentra preparado. Es que este pueblo, cual hijo pródigo, ha retornado al hogar. Sentaos a la mesa y comed del manjar, la hora es propicia y amable.
También en el Segundo Tiempo solía sentarme a la mesa rodeado de mis discípulos. Ellos sabían que Jesús era el Mesías, que había sido prometido para venir a salvar a su pueblo. Vosotros no me habéis visto en materia como aquellos me vieron, mas por la esencia de esta palabra, sentís la presencia del Maestro, el cual os había prometido volver y enviaros al espíritu de Verdad, para que os explicara todas las enseñanzas pasadas y comprendieseis lo que no habíais comprendido.
Más ¿Quién es el Espíritu de Verdad, sino la misma sabiduría de Dios? ¿Dónde podréis encontrarlo, sino en esta Doctrina espiritual que todo os explica y aclara?
Os profeticé que volvería, cuando la humanidad se encontrase en su mayor altura de maldad y confusión; es por eso que al contemplar los hombres que su ciencia y su perversidad han dado un fruto que se encuentra en plena madurez, presienten que algo divino está por manifestarse. Ese presentimiento, es debido a que mi presencia espiritual le habla a cada espíritu, mi justicia de Padre, está manifestándose entre la humanidad.
No volveréis a verme en cuanto hombre, hoy tenéis que prepararos para contemplarme en espíritu; así se os dio a entender desde el Segundo Tiempo. En una nube ascendió el Maestro, la última vez que estuvo visible aún ante sus discípulos, y en esa misma forma se os había anunciado que volvería.
Ahora os hablo a través de estos entendimientos preparados por Mí; mañana resonará mi voz en vuestro corazón y en todos los espíritus, porque mi palabra es como el teñir de la campana sonora que despierte y resucite lo mismo a los encarnados que a los desencarnados. Es una llamado universal. Desde los tiempos pasados os dije que ninguno de mis hijos se perdería y que si una oveja estuviese en peligro, dejaría a las noventa y nueve en el aprisco para ir en pos de la perdida.
De cierto os digo, oh mis nuevos discípulos, que llegaréis a entender lo que ninguno de mis discípulos del Segundo Tiempo comprendieron.
Cuántas veces al hablarles, se miraban unos a otros para indagar quién de ellos había comprendido lo que Jesús había dicho; y no pudieron explicarse las palabras del Maestro, al fin le rogaban que fuese más claro en su lección. En verdad os digo, que más clara no podía ser mi palabra, más en este tiempo no había evolucionado lo suficiente el espíritu para comprender toda la enseñanza que había recibido; era necesario que pasara el tiempo, que la humanidad adelantara espiritualmente para que, iluminada con la luz de la espiritualidad, entendiera el sentido de las revelaciones divinas.
Sin embargo, cuando llegó la hora en que aquellos discípulos, sabían cuando era necesario para enseñar a sus hermanos y lo que aún no conocían, lo revelaba por sus bocas el Espíritu Santo, porque ellos ya estaban preparados para esa misión.
Si en el tiempo en que vivieron con el Maestro, unos interpretaron en una forma y otros en forma distinta su enseñanza, cuando llegó el tiempo de sus luchas y de sus predicaciones, todos estaban unidos en un solo ideal, los animaba la misma sabiduría, el mismo amor. Cada quien emprendió la caminata por distintas comarcas; más sus espíritus, sus pensamientos, estaban unidos en la misión que deberían cumplir y los animaba el recuerdo de Jesús.
Siempre procuraban reunirse, para cambiar impresiones sobre sus luchas, sus tribulaciones y también para alegrarse con los triunfos alcanzados. Unos a otros se impartían aliento, valor y fe.
Supieron sembrar la simiente que les confié, porque no fue uno a sembrar el trigo y otro la cizaña, no, todos sembraron una sola simiente, y ésa fue la del amor que les enseñé, por eso el fruto que brotó del corazón de los hombres fue de amor. ¿Entendéis lo que quiero deciros, cuando os hablo de los hechos que llevaron a cabo vuestros hermanos de aquel tiempo?
No penséis si vosotros sois mayores o menores que ellos; sólo os digo que les debéis de amar, como ellos os amaron, limpiándoos el camino, enseñándoos a seguir a vuestro Señor, dándoos su vida. Imitadles en su fe, en su ahínco, en su caridad.
Sentíos de verdad como mis discípulos. Os he traído en mi Doctrina la Ley divina que está presente en vuestra conciencia. ¿Qué es lo que teméis de otras doctrinas, de teorías, ciencias o filosofías? ¿O es que teméis acaso a quienes estudian las escrituras antiguas, a las religiones que se llaman cristianas? En verdad os digo, que la Doctrina que os estoy entregando, no es más que la aclaración, la confirmación de las revelaciones que se os hicieron en los tiempos pasados.
No he venido a traeros una confusión para agregarla a las que ya reinan en el mundo, sino más bien a rescataros de ellas, como antes hiciera Moisés con su pueblo, al cual rescató del Egipto donde era esclavo.
Quiero llevaros como en aquel tiempo a tierra segura y para ello he abierto mi libro ante vosotros en un nuevo capítulo para que por él reconozcáis el sendero estrecho y recto, que a través de los tiempos he venido trazándoos con mi Ley.
Cumplid, para que no tengáis que volver a la Tierra en tiempos de dolor, a recoger el fruto de vuestras faltas o el de vuestro egoísmo. Cumplid con vuestra misión y entonces sí volveréis, pero será en tiempo de paz a recrearos cultivando la siembra que dejasteis empezada. Ahora no estará Moisés al frente de vosotros para rescataros como lo estuvo en el Primer Tiempo, será vuestra conciencia la que os guíe.
En apariencia se levantarán por sí solos los hombres buscando la paz y la verdad, mas de cierto os digo, que el espíritu de Elías se mostrará delante de los pueblos y naciones, y les hará el llamado hacia la libertad.
Os habla el Verbo que ha estado siempre en Dios, el mismo que estuvo en Cristo y que hoy conocéis por el Espíritu Santo; porque el Verbo es palabra, es Ley, es mensaje, es revelación, es sabiduría. Si oísteis al Verbo a través de la palabra de Cristo y ahora la recibís por medio de la inspiración del Espíritu Santo, de cierto os digo que es la voz de Dios la que habéis escuchado, porque un solo Dios existe, un solo Verbo y un solo Espíritu Santo.
Analizad, comprended y preparaos para que no os sorprendan los tiempos de pruebas, para que no sea estéril mi palabra de la cual quiero que mañana deis testimonio a la humanidad. Tenéis que estar firmes para que vuestra fe no flaqueé, porque un solo instante de flaqueza puede ser la causa de vuestra confusión.
En 1950 ya debéis de estar preparados. Esta fecha será inolvidable para este pueblo.
¿Quiénes llegarán a esa fecha? ¿Quiénes serán testigos de los mandatos e instrucciones que en aquel día os entregue, así como de mis nuevas profecías? No lo sabéis, mas también os digo: ¿Quiénes serán los que se encuentren verdaderamente preparados para esa prueba y para seguir en la verdadera senda de la lucha?
No lo sabéis, sólo os digo que si para vosotros faltan años, para Mí sólo son unos breves instantes, porque Yo no vivo bajo el tiempo y vosotros sí. Más si creéis que los años que aún os faltan son muchos y que aun desperdiciándolos tendréis tiempo suficiente para prepararos, estáis en grave error; no os confiéis, porque el tiempo pasa velozmente y nada hará variar mi voluntad. ¿Podréis detener el tiempo? No, me respondéis. Entonces tampoco podréis impedir que mis órdenes se cumplan.
Meditad, preparaos para que gocéis de esta comunicación y aprovechad el tiempo en la práctica de todo lo que os dé espiritualidad. Así no temeréis la hora en que dejéis de escuchar mi palabra.
Os he hablado de muchas pruebas y os he prevenido. Mi palabra llena de enseñanzas y de amor es la fuerza y la caricia que os imparte vuestro Señor.
Estoy esperándoos en la cumbre del monte donde he de daros la paz. He venido a vosotros en tres eras para doctrinaros y ésta es la tercera en que estoy reuniéndoos, para comunicaros mis últimas enseñanzas. Mi misión de Maestro no había quedado concluida en la cruz. Hoy alcanzaréis a comprender con la luz de mis lecciones mucho más de lo que antes habíais conocido.
Mas cuán pocos son los que se han preparado para recibirme. Entre vosotros contemplo a muchos que han apagado su lámpara y se han quedado en tinieblas y a otros que ya se han olvidado de Mí. A pesar de vuestro adelanto espiritual, no habéis alcanzado la perfección, y mientras unos han evolucionado, otros se han quedado estacionados.
Desde el principio de los tiempos os he enseñado a orar, para que siempre estéis en contacto con mi Divinidad. Os dije que deberíais cumplir con la Ley divina y también con la humana. La que entregué a los primeros hombres, es la misma que hoy os entrego para su cumplimiento.
Israel amado, ¿No os habéis cansado de tanto caminar? ¿No os ha agobiado el peso de vuestra restitución? ¿No os ha hastiado tanto dolor que habéis apurado? ¿Es tanta vuestra familiaridad con el dolor, que ya os habéis hecho insensibles? ¿Ya no sentís amor por vuestro padre, ni por vuestros hermanos? Habéis penetrado en un profundo letargo y sois indiferentes a todo sentimiento elevado, vivís una vida vertiginosa e inhumana y habéis olvidado vuestros deberes espirituales; mas Yo quiero que preparéis vuestro entendimiento para recibir mi palabra y me dejéis morar en vuestro corazón para que volváis a vivir en gracia.
Quiero llevaros a vivir a otros planos donde vibraréis en armonía con los espíritus elevados, para que sigáis escalando sin deteneros. Cuando os levantéis para seguirme no volveréis a ser indolentes, ya no apuraréis el cáliz de amargura, amaréis la vida y estaréis unidos a todos vuestros hermanos.
Preparaos, id a vuestros hermanos en mi nombre, enjugad el llanto de los que sufren, dad valor al débil, levantad al caído y rescatad al perdido. Llevad la luz por doquier. Muchos me reconocerán en su vida humana y otros cuando se encuentren en el valle espiritual. Es mi voluntad que todos despierten para depositar en su espíritu mi simiente de amor.
Contemplaréis que unos creerán en mi manifestación de este Tercer Tiempo, al oír mi enseñanza por conducto del portavoz, otros por vuestro testimonio, y muchos más por los escritos que queden de mi palabra.
Quiero que todos quedéis fuertes, para que no retrocedáis al primer tropiezo, ni que temáis a ningún enemigo. Os preparo para que hagáis prodigios y transforméis a vuestros hermanos con las pruebas que Yo os concederé.
Comprendedme, cimentad vuestra fe sobre la firmeza de la roca para que nada pueda destruirla. No calléis vuestros labios por temor a la censura, ni ocultéis a vuestros hermanos que Yo he venido en este tiempo. Desarrollad el don de la palabra y dejad que de vuestro corazón se desborde el amor y la sabiduría que os he confiado.
Velad por vuestra nación, no dejéis que penetre en ella la guerra. Abrid las puertas de vuestro corazón y dejad que penetre al que llamáis extranjero, al hombre de buena voluntad y también aquel que encierre en su corazón la maldad, porque en esta tierra se iluminará su espíritu y ella será para todos como una madre solícita. Preparo los graneros para que deis alimento a los hambrientos y haya bienandanza y paz entre todos mis hijos.
Preparaos espiritualmente, para que vislumbréis vuestro futuro y contempléis que después de 1950 quedaréis como mis apóstoles, a imitación de aquellos que en otro tiempo me siguieron. Ellos sabían que aun cuando me vieran desaparecer en cuanto hombre, tendrían mi presencia espiritual y que seguirían siendo acompañados e iluminados por Mí. Yo me recreé contemplando su fe, su unificación, su inspiración y muy pronto su palabra conmovió a los hombres de aquel tiempo, porque supieron poner en práctica todo lo que su Maestro les había enseñado.
Preparaos, humanidad y recibid la luz de mi espíritu que está derramada en todo lo creado. Estoy doctrinando a un pueblo que os llevará un mensaje de paz. Yo hablaré por sus bocas, si los rechazáis, me habréis rechazado a Mí.
Recordad a la humanidad, que cada vez que he llegado a ella, la he sorprendido distraída en lo mundano y es por eso que no ha sentido mi presencia. Mas ¿Cómo había de saber esperar durante tanto tiempo, si cuando salisteis del Egipto disteis muestra de vuestra impaciencia, ya que no pudisteis esperar sólo unos cuantos días el retorno de Moisés? Cuando éste descendió del Sinaí, llevando las Tablas de la Ley, encontró al pueblo entregado a un culto idólatra. Con solo unos cuantos instantes de flaqueza, habían borrado de su corazón el nombre del Dios verdadero, para sustituirlo por un becerro de oro.
Fue entonces cuando el Señor llamó duro de entendimiento a aquel pueblo. Por ello no me extraña que después de una era encuentre que los hombres, a pesar de que tienen mi promesa, hayan faltado a su fe, hayan dejado que su lámpara se apagase y en mi lugar hayan puesto tantos ídolos como hoy adoran. ¿Sería posible que me reconocieran hoy que he llegado entre ellos? Es natural que todo lo mío les parezca extraño.
Yo os revelé que mi retorno sería en una nube. Hoy que ya me encuentro entre vosotros y que por lo tanto, he cumplido aquella palabra, de cierto os digo, que la nube es la representación de mi presencia en espíritu, En la misma forma en que me vieron ascender mis discípulos, una vez que dejé concluida mi obra en el Segundo Tiempo, así he descendido en este tiempo entre la humanidad.
Debéis recordar que cuando Moisés fue llamado al Sinaí por el Señor, una nube cubrió dicho monte y al tercer día, de en medio de la nube, resonó la voz de Jehová. Aquella manifestación fue contemplada por todos, aquella nube fue vista por la multitud congregada al pie de aquel Monte. Era el Señor que desde entonces os daba a entender que su reino y su morada están más allá de todo lo material.
A pesar de haber materializado el Señor su presencia en aquella nube y de haber hecho estremecer al pueblo con sus manifestaciones de poder y de justicia, aquellos hombres duros de entendimiento y corazón, se tornaban en infieles al pacto que sólo en instantes de temor habían hecho ante Dios.
Ahora que vengo en la nube, estoy posándome en vuestro espíritu, por lo tanto mis manifestaciones en este Tercer Tiempo son invisibles a los ojos mortales. Sólo el espíritu con sus sentidos elevados, es el que puede mirar, sentir y comprender mis revelaciones.
Ese sentido espiritual que os estoy desarrollando, para que por medio de él podáis analizar y contemplar todo cuanto hasta ahora se os ha revelado desde el principio de vuestra vida, será el que venga a destruir a todas las falsas interpretaciones que de lo divino han hecho los hombres. Poco a poco la luz va penetrando en el corazón de mis hijos, por lo cual os digo que ya no está muy lejana la hora en que por ellos mismos comprendan el sentido de lo que puede acontecer en la vida de la humanidad.
Hay quienes se preguntan al escuchar esta palabra: ¿Acaso el Señor ha descendido en este tiempo para hacerse sentir solamente en los que hemos escuchado su enseñanza por el conducto humano, o lo ha hecho entre toda la humanidad? En verdad os digo: La nube espiritual da su sombra protectora a todo el mundo, lo mismo que en el Primer Tiempo en el que cubrió a todo su pueblo que se encontraba delante del Monte Sinaí.
Discípulos del nuevo tiempo, estudiad mi palabra, porque necesitáis de mi sabiduría en vuestra lucha.
Contemplad las páginas del libro cuyos sellos fueron desatados por el Cordero. La voz del Verbo Divino brota del Libro de la Vida y llega a los que están muertos a la vida de la gracia para resucitarles.
No me es indispensable un cuerpo humano para hacerme oír de los hombres. Aquí me tenéis en espíritu, hablándoos a través del entendimiento humano sin que Yo tenga que pisar materialmente el polvo de la Tierra. Esta manifestación ha sido la preparación para la comunicación directa de espíritu a Espíritu, entre vosotros y vuestro Creador.
Bienaventurados sean los que en este tiempo esperan mi llegada espiritual, porque ellos me verán llegar en la nube.
Los hombres se han dedicado a escudriñar los antiguos testamentos, torturando su mente en la investigación e interpretación de las profecías y de las promesas. Los que de entre ellos se han aproximado más a la verdad, son los que han encontrado el sentido espiritual de mis enseñanzas, porque aquellos que siguen aferrados a la interpretación material, y no saben o no quieren encontrar el sentido espiritual de mis manifestaciones, tendrán que sufrir confusiones y decepciones, como las que sufrió el pueblo judío cuando llegó el Mesías, al cual habían imaginado y esperado de una manera distinta a la que le mostró la realidad.
Os entrego esta explicación al desatar el Sexto Sello del Libro de la Vida.
Para que os diese estas nuevas revelaciones, fue necesario que en el tiempo que transcurrió entre mi manifestación a la humanidad en cuanto hombre y mi llegada en espíritu en este tiempo, hubieseis pasado por muchas reencarnaciones en la Tierra, para que cuando Yo viniese a pediros la lección pasada, vuestro espíritu supiese contestar y cuando le hiciese nuevas revelaciones, las supiera comprender.
El libro de los Siete Sellos es la historia de vuestra vida, de vuestra evolución en la Tierra, con todas sus luchas, pasiones, contiendas y finalmente con el triunfo del bien y la justicia, del amor y de la espiritualidad sobre las pasiones del materialismo.
Creed verdaderamente que todo tiende hacia un fin espiritual y eterno, para que deis a cada lección el lugar justo que le corresponde.
Mientras os alumbre la luz del Sexto Sello, será tiempo de contienda, de vigilia y purificación, mas pasado ese tiempo habréis llegado a una nueva etapa en la que os mostrará nuevas revelaciones el Séptimo Sello. Cuán satisfecho y gozoso recibirá al nuevo tiempo el espíritu de aquel que haya sido sorprendido limpio y preparado. Mientras el Sexto Sello os ilumine, materia y espíritu se purificarán.
Se acerca el tiempo en que vuestro espíritu debe manifestarse con plenitud en la Tierra. Hasta ahora, no le ha sido posible por la dureza y el materialismo que conserva; pero después de la purificación, los hombres dejarán a su espíritu manifestarse y desarrollarse en virtud. El vaso estará limpio y transparente y dejará contemplar su contenido y también lo dejará desbordarse.
Antes de partir para el más allá, harán los hombres de esta Tierra un mundo de paz, una morada donde brille eternamente la luz del espíritu.
Vosotros, no os recostéis a dormir, pensando que otros serán los que vean el cumplimiento de esta profecía y los que disfruten de aquella paz. ¿Por ventura sabéis si vosotros vendréis para esos tiempos? Ciertamente os digo que no hay siembra sin fruto, ni obras sin galardón.
Muchas serán las amarguras que tendrán que sufrir los hombres para ver llegar ese tiempo, más vosotros que lo esperáis no debéis temer, porque en vuestras luchas o en vuestra soledad, siempre hay una estrella luminosa que alumbra vuestro sendero y esa estrella es Elías.
Multitudes que escucháis esta voz, Yo os pregunto: ¿Estáis dispuestos a seguirme por esta senda obedeciendo mis mandatos? ¿Tendréis el valor necesario para hablar de esta Doctrina a vuestros hermanos? ¿Creéis estar ya capacitados para adorarme sin necesidad de ritos ni de símbolos? ¿No os avergonzaréis ante las distintas religiones de llamaros espiritualistas? ¿No flaquearéis ni os arrepentiréis de haber iniciado esta jornada? ¿No dudaréis ante las críticas y ataques que os hagan vuestros semejantes, ni renegaréis si os desconocen arrojándoos de sus hogares?
No creáis que os interrogue porque Yo ignore vuestra manera de sentir mañana y vuestra conducta ante las pruebas. Bien sabéis que nada ignoro, mas si os formulo estas preguntas, es para que vosotros mismos os las repitáis meditando en ellas, porque de la meditación podéis llegar a la luz, a la decisión, a la fortaleza y a la confianza en Mí.
Si no os previniese para que os preparéis, ¿Cómo podríais hacer frente a las adversidades y a las pruebas?
Sed paciente, pueblo, y prudente ante la humanidad; no desesperéis, pensad que en las pruebas es en donde dejaréis vuestros más bellos ejemplos de perdón, de caridad y de firmeza.
Mas no temáis, porque os he dicho que vengo a haceros ricos espiritualmente, los elementos que son indispensables para vuestra vida humana no os faltarán, sabed que el que se ha espiritualizado ha llegado a poseerlo todo, y aunque no tenga bienes terrenales, si logrará identificarse con el Dueño de todo lo creado, él como hijo, tendrá que sentirse heredero y aun dueño de cuanto posee su Padre Celestial.
¡Mi paz sea con vosotros!

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