sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 12

Benditos seáis en esta alba de santo recuerdo, en la cual los hombres honran la memoria del Mesías.
No sólo vengo a traeros esperanzas sino también bellas realidades.
La tormenta de pesares que lleváis en vuestra vida será de corta duración, todo eso pasará y dejaréis de llorar y de sufrir.
La existencia de un hombre en la Tierra es sólo un instante en la eternidad, un soplo de vida que alienta por un tiempo al ser humano y luego se aparta para después volver a alentar a un nuevo cuerpo.
Alegraos de que ningún dolor sea eterno; vuestros sufrimientos son temporales y desaparecen muy pronto.
El tiempo de expiación, de purificación es fugaz para quien ve las pruebas con espiritualidad; en cambio, para quien está revestido de materialismo, tardará mucho lo que en realidad pasa muy pronto. Como pasan los latidos de vuestro corazón, así pasa en el infinito la vida de los hombres.
No hay por qué temer, porque así como se escapa un suspiro, como se vierte una lágrima o como se dice una palabra, así también desaparecen los sufrimientos en el hombre.
En la infinita ternura de Dios, tendrán que desvanecerse todos vuestros dolores y pesares.
Si el dolor os hiere, no es porque de Mi vaya a vosotros, es porque de antemano lo habéis buscado y la ley de justicia tiene que cumplirse.
Sin embargo ninguno está desamparado, todos tenéis quien os aliente y cuide, tenéis muchos amores tras el velo de la materia; pero vosotros no los conocéis ni sabéis de qué manera os aman desde el Más Allá. Son los espíritus que habitan en el reino de la luz, que ayudan y consuelan a los hermanos pequeños, a los débiles, a los caídos, a los enfermos.
Los iluminados son los altos enviados del Señor, que trayendo importantes y delicadas misiones que cumplir, vienen a ordenar y a cuidar todo lo que se les ha encomendado.
Los llamo iluminados porque son los que han dejado florecer mi simiente de amor en su espíritu. Estos son los iluminados que vosotros aún no conocéis porque os falta la sensibilidad espiritual.
Para que mi presencia fuese sentida por vosotros, fue necesario que mis pensamientos se hiciesen sonoros a través de una materia; más en verdad os digo que el Universo está lleno de vibraciones espirituales que también podríais oír si vuestra preparación y capacidad espiritual os lo permitiesen.
Tuve que hablaros bajo esta forma para hacerme oír, porque vengo a libertaros de vuestras cadenas de ignorancia, a romper esos lazos que os estorban y ayudaros a comprender verdaderamente mi Doctrina.
El que esté atado a las flaquezas del mundo, no podrá sentirme en plenitud. Ningún hombre que tenga endurecido el corazón, puede alcanzar la perfección.
Tengo que hacerme sentir en vuestro corazón para que me comprendáis y muchas veces debo repetir mis enseñanzas, buscando el momento en que vengáis preparados para recibirme.
Es necesario que comprendáis que he venido a romper las cadenas que os han convertido en esclavos del dolor, a liberaros de sufrimientos que vosotros mismos os habéis forjado y que habéis hecho más duraderos porque repetís vuestros errores e imperfecciones. Pero si vosotros sois necios en el mal, Yo soy constante en mi amor por salvaros; y si fueseis a los antros del fango o del más profundo abismo de vuestras pasiones, ahí llegaré a buscar a los perdidos para llevarlos al Reino de la Luz. Más necesitáis ser humildes y justos para que mi simiente florezca en vosotros.
En verdad os digo que aun contemplando que os habéis desligado de lo pasajero o lo superfluo, que os habéis esforzado por apartaros de los malos senderos, todavía no puedo deciros que ya sois capaces de dirigir un pueblo, porque aún os falta mucho para alcanzar la espiritualidad.
También vengo a despertar ideales en vosotros, para que os libréis de la ignorancia, porque con esa cadena que ata al materialismo, no podréis surgir como mis apóstoles, ni dar ejemplos de verdadero amor.
Yo soy el sol de la verdad que disipa la niebla de la ignorancia; salid de vuestras tinieblas y venid a recibir los rayos luminosos y cálidos de la inspiración de Dios.
Si ya me comprendieseis, plenamente sentiríais cómo llego a vuestro espíritu como sabiduría, como vida y si vuestro entendimiento y corazón conservasen mis palabras de luz, pronto seríais del número de los iluminados.
¡Oh alba bendita, llenad de oraciones, de cantos y bendiciones; si al menos por un instante los hombres penetrasen en la grandeza de su significado, cuánta paz y cuánta luz recogerían para su espíritu!
Mirad, pueblo, contemplad el cielo, miradlo bien y veréis que en cada estrella hay una promesa, un mundo que os espera, son moradas prometidas a los hijos de Dios en las que vendréis todos a habitar, porque todos conoceréis mi reino, el cual no fue hecho sólo para determinados seres, fue creado como el hogar universal donde se reunirán todos los hijos del Señor.
Mas necesitáis tener siempre clara vuestra mente, sin nubes; estar siempre en vigilia para sentir que mi inspiración llega a vosotros.
Cuando un iluminado por mi sabiduría llegue a gobernar la Tierra, todo será armonía, pero hasta hoy no habéis aceptado mi enseñanza, no habéis deseado ser gobernantes de la Tierra, ni de una sola nación y por eso hay guerras.
Ahora escuchad algo importante para vosotros que os consolará en vuestro dolor.
En el futuro os enviaré espíritus iluminados, que vendrán como gobernantes de la Tierra, y ellos no permitirán más guerras, porque saben que este planeta es para todos los hombres y que la división de naciones que viene desde los principios de la humanidad, es prueba innegable de envidias, rencores, desconfianzas, distanciamiento y odio entre los hombres.
Esta alba iluminada por el recuerdo de mi llegada a este mundo a través de Jesús, se ha iluminado más con vuestra elevación.
No dejéis de practicar la oración aun cuando sea tan breve que sólo dure cinco minutos, pero que en ella sepáis hacer un buen examen con la luz de vuestra conciencia, a fin de que observéis vuestras obras y sepáis de lo que tenéis que corregiros.
Si perdieseis la noción del tiempo al elevaros en oración, será señal de espiritualidad, ya que lograsteis aunque sea por unos instantes saliros del tiempo que los esclavos del materialismo sólo quieren para sus placeres o para aumentar sus caudales.
El que diariamente se examina, tendrá que mejorar su manera de pensar, de vivir, de hablar y de sentir.
La evolución espiritual del hombre, su transformación, su regeneración y elevación, son la causa de la manifestación de mi palabra en este mundo.
Quiero que alcancéis la perfección, para que labréis vuestra felicidad y vuestra paz.
Si aun haciendo ese diario examen de conciencia, no vais por el buen sendero, seréis responsables de vuestros tropiezos, de vuestras caídas y errores.
Si algunas de mis lecciones no fuesen debidamente interpretadas porque hayan sido dichas por un portavoz pobre de lenguaje, id a la parte espiritual de la palabra sin deteneros ante esa pobreza de expresión y encontraréis en la verdad de mi Doctrina, la esencia divina de mis enseñanzas.
A muchos que escuchan mi palabra, les parece la más grande lección que hoy puede recibirse en la Tierra; a otros les parece carente de verdad; mas no es la primera vez que mis revelaciones son negadas por los hombres.
Muchos maestros y emisarios han venido a este mundo, y cuando han empezado a sembrar mi simiente de verdad y de amor, les habéis dado muerte porque las tinieblas de la humanidad no han soportado tanta luz.
Los profetas, los patriarcas, los videntes, han sido mártires, víctimas de la maldad humana, porque los hombres no han sabido comprender la verdad que brota de sus labios, ni la bondad de aquellos corazones.
Todos los iluminados han conocido la cruz del sufrimiento, con todas las penas y amarguras que saben dar los hombres a sus hermanos.
Esas penas son necesarias para todo maestro, son espinas sobre las cuales tiene que pasar y amarguras que tiene que conocer, para manifestar la grandeza de su espíritu en medio de ellas.
Ese camino todavía no lo conocéis, pero tendréis que conocerlo y recorrerlo, cuando llenos de la fortaleza que da el amor, os levantéis inspirados por Mí.
Para vosotros el amor es una bella palabra, pero hasta hoy no habéis penetrado a su verdadero sentido.
El que es maestro sabe cuál es su destino y lo bendice y conoce cuál es el destino de sus hermanos.
¿Y cuál es vuestro destino? El mismo que antaño vivió el Maestro de maestros y el que han traído todos los enviados: el de salvar, amar y redimir a los pecadores.
Vuestro destino es ser iluminado y profeta; algún día lo seréis y entonces conoceréis las amarguras de aquellos que vinieron a trazaros el camino; al mismo tiempo, conoceréis el amor y la fortaleza que los acompañó en su jornada.
Todos ellos tuvieron que vencer en una lucha interior en la hora suprema del sufrimiento y de la prueba; y así cuando su conciencia les preguntaba si querían apartarse de su misión o seguir entre el pueblo que les daba muerte, contestaban resueltos que seguirían con su pueblo, porque esa era su misión, aunque sus hermanos no la comprendiesen así. Ellos permanecieron firmes entre los que amaban, mientras un soplo de vida les quedó. Sabían que las tinieblas de la humanidad debían ser disipadas, más en verdad os digo, que no les animó ningún interés egoísta, aunque les estaba reservado en mi Reino su galardón.
Soy el libro para todos, y en prueba de ello aquí me tenéis. Sigo con vosotros porque os amo y os hago falta. Para conquistar la gloria tenéis dos caminos a seguir por propia voluntad: el del amor y el del dolor, más en verdad os digo, que en cualquier sendero que elijáis estaré cual Cirineo en vuestra compañía. También vosotros cuando conozcáis los elevados sentimientos del espíritu purificado, diréis: "Seguiré con los pecadores".
Yo pregunto a los que han trabajado con amor en mi Obra: ¿Qué habéis sentido cuando habéis estado ocupados en el bien, en provecho de los demás?
Me decís: "Maestro, un efluvio nos ha envuelto y una fuerza nos ha impulsado a seguir sin hastío ni fatiga".
¿Os habéis cansado de escucharme? "No, Maestro", me decís. Tampoco Yo me he cansado de estar con vosotros, desde el principio de vuestra creación.
Os doy mis enseñanzas, divinos consejos, leyes y normas para la eternidad y a veces también vosotros, al poner en práctica mis palabras, habéis dado cátedra con vuestra caridad, trabajando para el bien de los demás.
Si alguno de vosotros no se conmoviese ante mi enseñanza, será semejante a la roca, mas todos vosotros estáis atentos a mi palabra, porque ante esta luz nadie puede permanecer insensible.
Alguno me pregunta, Maestro: ¿Por qué hay quienes traen grandes misiones a la Tierra y en cambio otros no? Y Yo os digo, que los hombres que hoy tienen una pequeña misión, serán el mañana los grandes iluminados.
Vivid siempre alerta porque en vuestro camino habrá quienes os digan que son conmigo, pero no les creáis al primer instante, creed por lo que manifiesten en humildad, en sabiduría, en amor.
Otros os dirán que tienen comunicaciones conmigo, siendo ellos los primeros engañados, por ello tendréis que estar siempre velando en la misión que tenéis y en el puesto que ocupáis; necesitáis ver, oír y perdonar mucho también.
Necesitáis saber mucho para que les digáis cuál es el camino verdadero y cómo libertarse de la esclavitud, de la ignorancia. Comprended que vosotros estáis obligados también a demostrar con obras la verdad que prediquéis.
Este planeta se transformará, porque los hombres se espiritualizarán y entonces elevarán un culto perfecto a Dios.
Ha llegado el momento del silencio, el momento de vuestra comunicación conmigo, para que así como se confunden en el mar las olas, vosotros os unáis a mi Espíritu divino; silencio no solamente en los labios, también en el templo interior del hombre, porque es vuestro espíritu el que me habla, y el momento es solemne.
Entrad en silencio y escuchadme, caminantes de muchos senderos que lleváis el polvo de diversos caminos; dejad que Yo sea la luz en vuestro destino.
De distintas religiones habéis venido a escuchar esta palabra con la cual habéis sabido que la única Ley espiritual, la única Doctrina verdadera, aquella que debe reinar sobre los hombres, será la de "Amaos los unos a los otros"; mas esta Doctrina la extenderán los iluminados con estas enseñanzas, no los prevaricadores, ni los malos predicadores del infierno eterno.
En los labios de mis nuevos emisarios no anidará la mentira ni la blasfemia, ellos no enseñarán la doctrina de un Dios injusto, cruel, despiadado, impotente para salvar a todos sus hijos, sino del Dios del verdadero amor y la justicia perfecta.
Ni siquiera os digo que esta Doctrina Espiritualista será la religión mundial, porque nunca he entregado religión, sino ley; Yo sólo me concreto a deciros que la ley que triunfará en la Tierra, estableciéndose en ella para iluminar la existencia de los hombres; será la Ley del amor que en mi Doctrina os he explicado para que la conozcáis plenamente.
La humanidad aún hará muchas falsas obras de amor y caridad, mientras aprende a amar y hacer la caridad verdadera, y muchos aún tendrán que andar de religión en religión, hasta que su espíritu se eleve en conocimientos y lleguen a comprender que la Ley única, la Doctrina Universal y eterna del espíritu, es la del amor, a la cual todos llegarán.
Todas las religiones desaparecerán y sólo quedará brillando dentro y fuera del hombre, la luz del Templo de Dios, en el cual rendiréis todos un solo culto de obediencia, de amor, de fe y buena voluntad.
Vuestra conciencia está presta a llamaros la atención en cada uno de vuestros pasos y os hace sentir intranquilos cuando faltáis a mi Ley, entonces os habéis hecho el propósito de no volver a caer en maldad.
También he visto a los que en silencio consuelan y sanan al enfermo, a los que sin alarde saben dar la palabra precisa que salva, que orienta y fortalece.
Al estarme escuchando se ennoblece vuestro corazón y el espíritu se eleva sobre el egoísmo de la materia para pensar en los demás y hacer propios sus dolores y pruebas. Quisierais que ya no hubiese guerra, porque comenzáis a amará la paz; sin embargo, la guerra seguirá su paso de destrucción y de muerte, porque aún no todos los hombres piensan ni sienten como vosotros en este instante; mas ya no es largo el plazo dado a los poderosos, pronto veréis su imperio y su poder reducido a cenizas.
¿Cuál será la deuda de esos hombres delante de Dios y cómo tendrán que pagarla? Eso sólo Yo lo sé, pero de cierto os digo que ninguno escapará a la ley de restitución; por eso os digo: mientras ellos siguen destrozando el mundo que Dios les dio para vivir, velad y orad por vuestros hermanos, porque no saben lo que hacen; porque de saberlo, tiempo ha que con sus lágrimas, con su sangre y aun con su vida, estarían reconstruyendo todo lo que han destruido.
Seguid orando por la paz del mundo, es vuestro deber, orad para que los hombres se comprendan y se amen los unos a los otros.
Si los hombres comprendiesen que la Tierra ha sido creada para todos y supiesen compartir en forma justa con sus hermanos los tesoros materiales y espirituales de que está sembrada su existencia, de cierto os digo que aquí en este mundo, comenzaréis a sentir la paz del Reino espiritual.
He estado entre vosotros, aunque os digo una vez más que no he descendido hasta la materia, y que sólo he enviado mis pensamientos divinos a un cerebro humano, a través del cual se han convertido en palabras.
Si alguien dijese que es imposible que Yo me comunique por este medio con la humanidad, porque soy infinito y no sois dignos de recibirme, os digo: Más que fijarme en vuestra pequeñez, me manifiesto a vosotros porque me necesitáis.
Mi Espíritu divino, no reconoce distancias ni barreras, en cualquier forma estoy con vosotros porque mi presencia es universal.
Pronto dejaré de servirme de estos portavoces, porque esta forma de comunicación llegará a su fin en 1950. Soy vuestro Padre y vosotros mis hijos; aprended a hablarme directamente. ¿No recordáis como os enseñó el divino Maestro en aquel tiempo? Recordad que Jesús no buscó intermediarios para hablar al Padre.
Mi palabra, mi cátedra, en apariencia es hoy tan sólo para vosotros, pero en verdad ella es para todos, porque su sabiduría y amor, abarca a todo el Universo, unifica a todos los mundos, a todos los espíritus encarnados o desencarnados. Acercaos si sentís necesidad de Mi; buscadme si os sentís perdidos.
Soy vuestro Padre que conoce vuestras penas y viene a confortaros. Vengo a infundiros el amor, que tanto necesitáis para vosotros mismos y para derramarlo en vuestro derredor.
Si en verdad reconocéis mi presencia a través de la sabiduría que manifiesto por estos entendimientos, reconoced también que es el momento de iniciar la obra constructiva en el sendero espiritual.
¡Ah si todos los que han sido llamados acudiesen, de cierto os digo que la mesa del Señor se encontraría pletórica de discípulos y todos comerían el mismo manjar! Pero no todos los invitados han llegado, han pretextado diferentes ocupaciones, relegando a segundo término el divino llamado.
Bienaventurados los que presurosos han acudido, porque ellos han tenido su premio.
El hombre en todos los tiempos, pero ahora más que en el pasado, se siente dueño de sus actos, independiente de toda ley espiritual; se ha convertido en un ser egoísta que sólo piensa en sí mismo; su corazón está vació de amor hacia los demás y por eso la humanidad ha venido a semejarse a un inmenso desierto, seco y árido. ¿Podrán los hombres en esta forma unirse, comprenderse y ayudarse de una manera sincera y noble? No, si no aparta de su corazón la mala semilla, la humanidad seguirá destruyéndose a sí misma, desconfiarán los unos de los otros y seguirán riñendo mientras se encuentren carentes de amor.
Esta es la tierra en la cual vengo a sembrar mi simiente en el Tercer Tiempo, para lo cual estoy preparando un pueblo de labriegos, un pueblo cuyo corazón se aparte del egoísmo, reflexione sobre mi verdad y se convierta al bien.
Mas antes de llegar a mí, habéis buscado para vosotros la dicha y la paz, sin pensar en desprenderos de vuestra felicidad para lograr la ajena, ni anteponer a vuestros deseos las necesidades de vuestros semejantes.
Cuando cumpláis con la ley de amor, habréis logrado vuestra unificación y armonía, dejaréis de sufrir y la paz de las naciones, no lograda por los hombres hasta ahora, se hará en la humanidad.
Con un poco de espiritualidad, ¡Cuán fácil sería a los hombres poderse entender!
Yo pregunto a quienes reconocen esta Doctrina como una verdad capaz de salvar y unir a la humanidad: ¿Por qué no os decidís a practicarla? ¿Por ventura os conformáis con llevarla como una simple filosofía o como una teoría más?
El hombre quiere salvarse, sin reconocer su naturaleza; y ése es su más grande error. Mientras vive y se siente fuerte en la Tierra, procura olvidarse de toda idea que le hable de la eternidad y de la vida espiritual; no pierde esa intuición, pero se desentiende de ella y sólo cuando la muerte se le aproxima y siente en sí la agonía, es cuando quisiera en un instante reparar faltas y reponer el tiempo perdido; mas entonces ya será tarde porque no todo lo logra el arrepentimiento. Es ley de justicia recoger lo que se ha sembrado, aunque el arrepentimiento le ayudará a llevar con amor y paciencia su restitución, que en realidad será su obra de restauración y regeneración.
Estáis escuchando y al mismo tiempo aceptando que os hablo con verdad; dejáis hablar a vuestra conciencia y ella os dice que muchas veces vuestra fe tan sólo fue aparente, porque no teníais la certeza de la existencia de una vida eterna para el espíritu. Ciertamente teníais pensado gozar plenamente vuestra existencia en el mundo, y prepararos para el paso hacia la vida espiritual hasta que hubiese llegado el último momento. La idea de una vida después de ésta, era como un depósito de fe, para recurrir a él llegado el instante y entonces poder pasar por los momentos angustiosos de la partida.
¿Es así como el hombre debe vivir? os pregunto. ¿Es así como mostráis vuestra fe en el Padre y lográis una verdadera elevación espiritual?
Meditad en todo cuanto os he dicho en esta enseñanza y terminaréis por comprender que el hombre ha estado equivocado siempre con sus sentimientos egoístas y materiales.
Analizad mi doctrina que viene a revelar al hombre la comunicación de espíritu a Espíritu por medio del amor y cuantas virtudes de él se derivan, así como de todos los sentidos y dones del espíritu, y decid si no es la llave que puede abrir a la humanidad las puertas de la paz y la sabiduría eterna.
En los tres tiempos en que he dividido la evolución de la humanidad, he venido a trazaros con mi luz la misma senda recta y estrecha para la elevación del espíritu, el camino único del amor, la verdad y la justicia.
Os he llevado de enseñanza en enseñanza, de revelación en revelación, hasta llegar a este tiempo en que os estoy diciendo que ya podéis comunicaros conmigo de espíritu a Espíritu. ¿Podría la humanidad haberse comunicado en esta forma en el Primer Tiempo? No; fue necesario que se ayudasen con el culto material, con el rito y las ceremonias, con el festín tradicional y con los símbolos para poder sentir cerca de sí lo divino y espiritual. De aquella incapacidad para aproximarse a lo espiritual, de elevarse a lo divino, de conocer lo profundo y de esclarecer los misterios, surgieron las diversas religiones, cada una de acuerdo con el grado de atraso o adelanto espiritual de los hombres, unas apegándose más que otras a la verdad, unas más espiritualizadas que otras; pero todas tendiendo hacia un mismo fin. Es el sendero que los espíritus vienen recorriendo a través de los siglos y de las eras, sendero que señalan las diversas religiones. Unas han avanzado con suma lentitud, otras se han estacionado y otras han mixtificado y contaminado.
Una nueva era se ha abierto para la humanidad, es la era de la luz, cuya presencia marcará un alto en el camino espiritual de todos los hombres, a fin de que despierten, mediten, se despojen del fardo pesado de sus tradiciones, de su fanatismo y de sus errores, para después levantarse a una nueva vida.
Unas antes y otras después, todas las religiones y sectas irán llegando ante el Templo del Espíritu Santo que está presente en mi Obra, firme como una columna que se eleva al infinito, en espera de los hombres de todos los pueblos y linajes.
Cuando todos hayan penetrado al interior de mi santuario para orar y meditar, alcanzarán unos y otros el mismo conocimiento de mi verdad; por lo que una vez terminado ese ALTO en el camino, todos se levantarán unidos en una misma Ley y tendrán una misma forma de rendir culto a su Padre.
¿Por qué ha de sentirse alguien sorprendido ante mis nuevas revelaciones? En verdad os digo, que los patriarcas de los tiempos antiguos ya tuvieron conocimiento de la llegada de esta Era y los videntes de otras épocas la contemplaron y los profetas la anunciaron. Fue una promesa divina hecha a los hombres, mucho tiempo antes de que Yo, a través de Jesús, viniese al mundo.
Cuando anuncié a mis discípulos mi nueva venida y dejé entrever la forma en que me manifestaría a los hombres, ya hacía mucho tiempo que la promesa os había sido hecha.
Aquí tenéis ante vosotros desarrollándose aquel tiempo, aquí están cumpliéndose aquellas profecías. ¿Quién puede sorprenderse?
Sólo los que han dormido en tinieblas o los que borraron de ellos mismos mis promesas.
Aquí está mi luz esperando a todos para detenerlos en su camino, porque voy a demostrarles el tesoro espiritual que llevándolo consigo no han sabido descubrir, voy a convencerles de que ya mucho escudriñaron lo material, ya se entregaron a lo pasajero, a lo fugaz. Voy a enseñarles a buscar en su propio espíritu la conciencia, que es la esencia divina que en cada hombre he dejado.
En verdad os digo, que todo lo grande y lo bueno que existe en el espíritu, jamás lo habéis dado porque ni siquiera lo conocéis, ¿Cómo vais a amaros los unos a los otros con la perfección que Yo os enseñé, si no os reconocéis como hermanos? Necesitáis tomar la esencia que lleva el espíritu, para que vuestro amor sea amor y vuestra caridad sea verdadera caridad; algo más que palabras vanas, algo más que míseras monedas, algo más que el mendrugo de pan que sobra en vuestra mesa y que son los únicos medios que empleáis para haceros creer que practicáis la caridad y que os amáis los unos a los otros.
¡Qué hermoso será vuestro mundo, cuando los hombres hayan descubierto en su espíritu el tesoro bendito con que su Creador les dotó desde el instante mismo de su formación!
Os dejo esta lección, para que a través de ella miréis hacia el pasado buscando vuestro principio, examinéis vuestro presente y después miréis hacia el futuro que os espera, pleno de sabiduría, de trabajo, de lucha y de compensaciones divinas.
Sois pecadores pero me amáis y al acordaros de Mí, tratáis de agradarme practicando la caridad con vuestros hermanos. Sois pecadores, lo sé, pero sabéis orar cuando tenéis una pena. Sois pecadores, pero sabéis compartir de vuestro pan a quien se acerca a vuestra puerta a pedir caridad.
Por cuanto bien hacéis queriendo agradarme, tomad mi caricia, sentid mi consuelo, recibid mi bendición. 
¡Mi paz sea con vosotros

No hay comentarios: