Mi Verbo se derrama inagotablemente sobre vosotros. Soy el
Cristo que en el Segundo Tiempo habitó entre los hombres, y que desciende a
vosotros nuevamente, para dar testimonio de Sí mismo, cumpliendo su promesa y
su palabra, como en aquel tiempo vine a confirmar con mis obras la ley que el
Padre dictó a Moisés, quien no hizo su voluntad, ni la de los hombres, sino la
voluntad del Eterno, por lo que os digo, que si no borré lo que dijo Moisés,
tampoco vendría ahora a borrar lo que os enseñé en Jesús.
Estoy con vosotros, porque así lo prometí y anuncié a mis
discípulos, cuando en cierta ocasión, encontrándome rodeado por ellos, me
interrogaron de esta manera: Maestro, habéis dicho que partiréis, pero que
después volveréis; decidnos, ¿cuándo será ésto? Yo veía que la inocencia y el
deseo de saber les hacía escudriñar los arcanos de su Señor; sin embargo, Yo,
amablemente les dije: "En verdad no está lejano el día en que retorne
entre los hombres", dándoles a entender que mi presencia sería en
Espíritu, y al mismo tiempo, dándoles a saber las señales que anunciarían mi
próxima llegada. Aquellas señales serían guerras, caos y grandes amarguras en
toda la tierra; mas en verdad os digo que así fue mi llegada en este tiempo, en
medio de un caos. Aquí estoy, humanidad, con un mensaje de luz y de paz para
vuestro espíritu, del que voy a hacer un arca en la que penetren todos los
hombres de fe que quieran salvarse, donde pueda refugiarse la humanidad. Esta
arca será fuerte por la fe, la esperanza y la caridad de los que me sigan y
tendrá semejanza espiritual con aquella que le fue encomendada a Noé, cuando
los elementos se desencadenaron.
¿En qué tiempo os encontráis? Analizad y os daréis cuenta de
que os he dado mi lección en tres tiempos. La primera fue la ley, la segunda el
amor y la tercera, que es la presente, corresponde a la sabiduría.
Un solo Espíritu, que es el mío, ha sido siempre con
vosotros; mas si lo he manifestado bajo tres fases diferentes, pensad que las
formas en que Yo me manifiesto en toda la creación, son infinitas y al mismo
tiempo Perfectas.
Conocisteis en el Primer Tiempo al Padre como Juez y
Legislador; en el Segundo Tiempo hice encarnar mi Verbo en Jesús y su palabra
habló con sabiduría divina; Cristo es el Verbo, el mismo que dijo a los
hombres. "Quien conoce al Hijo, conoce al Padre". Ahora os encontráis
en el Tercer Tiempo, en el que derramo sobre vosotros mi sabiduría.
Cumpliendo mi promesa he venido en Espíritu, sobre la nube
simbólica que forman vuestros espíritus al elevarse a Mí, para edificar en el
corazón de la humanidad el verdadero templo.
Al escucharme a través de estos portavoces, no penséis que
mi Espíritu se aloja en estos pequeños e impuros cuerpos; ya os dije que es
sobre vuestro espíritu donde desciende un rayo de mi luz, que es inspiración
divina, que es sabiduría y amor.
Palpad el milagro de esta comunicación, reconociendo que a
través del entendimiento de estas criaturas rudas, brota de sus labios la
palabra que ilumina al ignorante y que convierte al pecador, haciéndolo
construir en su corazón, una morada digna de Dios, y dándole la llave de la fe,
aquella que abre la puerta de la sabiduría.
Con paciencia infinita esperé el tiempo en que el desarrollo
de vuestro espíritu os permitiera comprender mi comunicación a través del
entendimiento del portavoz, como una preparación para la comunicación perfecta
entre vuestro espíritu y el mío.
Esa es la razón por la que el portavoz pronuncia mi palabra
sin que su cerebro se fatigue ni su garganta se enronquezca; porque soy Yo
quien mueve aquellos labios, para hacer el llamado a la humanidad. La estoy
invitando a descansar bajo la sombra del árbol de la vida y a comer el fruto de
vida eterna.
Nuevamente cargo mi cruz, porque he de atravesar por entre
pecados, impurezas, adulterios, materialismos, burlas y dudas, si tomáis en
cuenta que me comunico a través de criaturas que no siempre saben purificar su
entendimiento o limpiar su corazón, y que, por otra parte, expongo mi
manifestación y mi palabra ante multitudes de todo credo y de toda condición.
Mas el mérito consiste en hacer manar agua de estas rocas, que es fe y amor de
los unos hacia los otros. Por eso os digo, que voy paso a paso por entre las
turbas, llevando a cuestas mi cruz.
Este es el tiempo en que renace el espíritu, que se
despierta llorando como el niño, pero que su llanto presto es calmado por el
arrullo de las caricias paternales.
¿Qué haríais si llevaseis la vida en el cuerpo y la muerte
en el espíritu? ¿Qué obras dignas de Mí podríais hacer, y qué esperanzas de
inmortalidad podríais alimentar? ¡Cuántos muertos he resucitado en este
tiempo!, y ¡cuántos ciegos han visto mi luz!
Despertad plenamente, haceos poseedores de mi luz, pero no
sólo por mi amor, sino también por vuestro esfuerzo y vuestra voluntad.
Penetrad en las lecciones que os hablan de eternidad; son luces necesarias a
vuestro espíritu. Entre el cielo y la tierra existen lazos que el pecado y la
iniquidad humana no podrán romper; uno de esos lazos es el de mi comunicación
espiritual con vosotros.
Mi cruz no es pesada, mas siempre debéis tener presente que
toda obra espiritual exige sacrificio. Yo seré como un peregrino incansable
siguiendo vuestros pasos por doquiera, hasta el instante en que estéis a salvo
en la "tierra de promisión".
No he venido a deslumbramos con el brillo del oro, ni con el
lujo de las ceremonias litúrgicas.
Mi amor es el don que os vengo ofreciendo, y mi palabra el
mejor tesoro. Humildemente ofrezco a vuestro espíritu, lo que para él reservo,
porque "mi reino no es de este mundo".
Este pueblo que me escucha es verdaderamente israelita, mas
no lo es por la raza, sino por el espíritu, y le envío una vez tras otra a la
tierra, para que sea como un eslabón entre mi Espíritu y el de la humanidad.
Entre ese pueblo espiritual, se encuentran los 144,000
marcados o señalados por Mí, para que sean la luz que ilumine la senda a las
multitudes, como lo hizo la tribu de Leví en el Primer Tiempo, cuando Israel
atravesó el desierto. Vuestra restitución, al mismo tiempo que vuestro
arrepentimiento os ha purificado y vuestra humildad os ha significado. Id así
limpios por el mundo, y os aseguro que vuestro paso será riego fecundo, para
que mi semilla germine en el corazón de vuestros hermanos.
Grande será vuestra labor, porque el corazón del hombre se
ha deformado con la maldad; mas nada os sorprenderá, porque os habré preparado
para la lucha.
En este instante he inundado de amor y de paz vuestro
corazón, y con ello os habéis sentido satisfechos y gozosos.
No os he ofrecido un pan material, y sin embargo habéis
estado en comunión con mi Espíritu.
Hoy que evocáis el Primer Tiempo, recordáis que en épocas de
escasez el pueblo recibió el maná, que fue sustento valioso para que las
multitudes no desfalleciesen. Hoy, mi palabra os alimenta y os sostiene en días de prueba; cuántas veces
habéis querido retroceder o huir porque la fe os faltó, mas os he hecho sentir
mi presencia en medio del desierto de vuestra vida.
De cierto os digo, que Yo estoy siempre con vosotros en
todas y cada una de vuestras pruebas.
El que tenga fe, aunque sea tan pequeña como el grano de una
mostaza, consérvela y hágala aumentar. ¡Bienaventurado el espíritu con fe!
¡Cuántos hay que no sabiendo que me llevan en su ser, me buscan sin saber
encontrarme! ¡Cuántos que estando iluminados por Mí, no alcanzan a percibir la
inspiración, porque no han abierto su corazón para gozar de tan precioso don!
Israel, sois una vez más mi emisario. Os había prometido
venir y aquí tenéis cumplida mi palabra. Yo os anuncié mi retorno entre ángeles
y sobre la nube; mas si sabéis analizar o interpretar, pronto sabréis quienes
son los ángeles de que os hablé y cuál es la nube que profeticé.
Elías preparó vuestro espíritu, diciéndose Preparaos porque
la venida del Maestro está cerca y con ella veréis maravillas, grandezas
espirituales y grandes sucesos en el universo, pero sólo una pequeña parte de
la humanidad se encontraba esperando el cumplimiento de aquellas profecías,
preguntándose si ya sería inminente la presencia del Señor, puesto que ya estaban
cumplidas las señales.
Ya estando presente mi Espíritu para manifestarse en el
Tercer Tiempo, os he llamado uno a uno para confirmar su creencia en que éste
era el tiempo de mi retorno e invitarle a elevarse hasta lograr la comunión
espiritual Conmigo.
Mas si por oírme y seguirme, vuestros hermanos os
desconocen, si sois calumniados, no temáis; cerrad vuestros oídos a la
murmuración, y a las palabras sin sentido. En el inundo no esperéis ser
comprendidos; el único que podrá colmar vuestros anhelos de sabiduría, de paz y
amor, seré Yo; mas para alcanzarlo entregaos a MI y Yo os daré salud y paz.
Orad más con el espíritu que con la materia, porque para
salvarse no basta un instante de oración o un día de amor, sino una vida de
perseverancia, de paciencia, de obras elevadas y acatamiento a mis mandatos.
Para ello os he dado grandes potencias y sentidos.
Mi obra es como un arca de salvación que invita a todos a
penetrar. Todo el que cumpla con mis leyes, no perecerá. Si os guiáis por mi
palabra, seréis salvos.
Esta simiente que he traído a los corazones, fructificará y
dará alimento a la humanidad; mas os digo que perseveréis para que aquellas
obras que no hayan florecido florezcan, porque todo lo que tiene principio de
amor y de fe, tiende a crecer. La fe, la caridad y la buena voluntad, darán
frutas en multiplicación.
Quiero que los fuertes ayuden a los débiles, que, los sanos
impartan salud, que compartáis el fruto de vuestros dones con vuestros hermanos
y que en este cumplimiento sintáis cómo avanza vuestro espíritu y cómo goza
sembrando caridad.
Cuando mi palabra cese por medio de los portavoces,
vosotros, mis labriegos, daréis mi palabra; mas, ¡cuánto tenéis que prepararos
para recibir mis inspiraciones! Ese tiempo que habéis contemplado lejano, ya se
acerca, por lo tanto, no despreciéis mis palabras por sencillas y humildes que
sean. Cada una de ellas tiene esencia divina y el poder para consolar y sanar
a muchos corazones. Esa esencia llegará como luz radiante a todos aquellos que
no han comprendido el sentido de la existencia y han esperado de su lucha un
resultado que no han obtenido, porque Yo les envié a trabajar por su espíritu y
no por la carne. A ellos, mi palabra sencilla y tierna les dará la paz y les
hará descansar.
Orad por las naciones que no tienen mi palabra. Orad por los
pueblos que sufres las amarguras de la guerra; orad por los que no tienen un
rincón de paz espiritual. También Por las mujeres indefensas, por los hombres
que son arrastrados sin piedad a la guerra, orad, es grave la hora que vivís y
sólo vuestra unificación os salvará.
Habéis penetrado en el tiempo final, y a medida que éste
avanza, la humanidad comprende cómo pesa sobre ella el juicio divino, haciendo
que los hombres penetren en un examen minucioso de todos sus actos. Mas ese
juicio no perderá al hombre, por el contrario, lo salvará; y entonces todos
vendréis a Mí limpios y sin deuda, como seres que han llegado a cumplir la
misión que se les confió. Sólo la práctica del amor, como lo enseña mi
doctrina, os hará merecedores del bien supremo que es la paz del espíritu.
A María, la dulce intercesora que vela por vosotros, le he
dicho: Esperad, que la humanidad pronto tomará el camino de la regeneración y
volverá su pensamiento a Vos.
Multitudes, que llegáis a escuchar mi palabra, no os
confundáis en la perversidad que impera en vuestro mundo; si miráis que el
ideal de los hombres es la grandeza humana, las vanidades y los placeres que
halagan los sentidos, vosotras encended en vuestro corazón el anhelo de
elevación espiritual.
Yo os inspiraré; para eso he buscado estos humildes lugares
¿desde donde os hago el llamado, para prepararos como una simiente que, al germinar
y multiplicarse en mis campiñas, llegue a contrarrestar el mal que reina en la
tierra.
La misión que os confío es de amor; mas no por el hecho de
haber sido llamados por Mí, os creáis los más limpios de la tierra; pensad que
aún distáis de encontraros Libres de pecado. No por ello os sintáis menos
amados, porque en muchas ocasiones, de entre los grandes pecadores han surgido
mis más fervientes discípulos.
De éstos sois vosotros, a los que ahora os digo: Venid por
el camino del amor, paso a paso, confiando siempre en Mí, pero viviendo siempre
alerta, porque en cualquier instante podrán manifestarse en vuestro ser las
debilidades de la carne, con las cuales lucharéis hasta depurar vuestra materia
y librar a vuestro espíritu.
En verdad os digo, que conforme os vayáis transformando, Yo
os iré revelando todos los dones que poseéis. Por eso no rehuyáis las pruebas
que os envíe en cada día, porque ellas son el cincel que esculpe y pule vuestro
espíritu. Notad que después de una prueba os levantáis con más temple y
confianza en Mí y en vosotros. ¿Qué sería de los soldados de una causa
cualquiera, si antes no se preparasen para la lucha? ¿Qué será entonces de mis soldados, si ellos no conociesen las acechanzas de la tentación para rechazarlas?
Serán débiles y a les primeros tropiezos llorarían y en cada golpe
retrocederán.
Mirad, Discípulos, el año de 1950 en que dejaré de hablaros
como ahora lo hago, está próximo; por ello os estoy anunciando que para los
últimos días serán muy grandes, las multitudes que me escuchen, por lo que
serán tambien muchos los hombres que conozcan este mensaje.
Se sabrá en el mundo que Cristo estuvo nuevamente entre los
hombres, ya no humanizado, sino en Espíritu, y se comprenderá que en cada
tiempo tengo una nueva forma de manifestarme.
Comprended que si en aquel tiempo vine a hacer méritos por
vuestra salvación, ahora serán los méritos que hagáis los que os salven y por
medio de los cuales salvaréis a vuestros hermanos. Discípulos, ya que habéis
tenido un Maestro que os enseñe con tanto amor la lección, ¿creéis que haya
sido inútil mi sacrificio en cuanto hombre, e inútil la sangre derramada? En
verdad os digo que no, porque la sangre del Cordero de Dios, simbolizando el amor
divino, está fresca en la conciencia de todo espíritu. En aquel tiempo, cuando
las turbas me condujeron al calvario, Yo cargué la cruz; hoy la llevará todo
aquel que me ame y siga con humildad, y entonces Yo seré su cirineo en la
dolorosa jornada y les enviaré a los ángeles custodios para que les den luz y
fortaleza espiritual en la hora suprema.
Si miráis que en este tiempo hice sentir mi presencia al
haceros escuchar mi palabra en occidente y no en oriente, no os confundáis,
porque no son los puntos de la tierra los que busco, sino a los espíritus.
Si pensáis que mi verbo no es florido, comprended que es el
Maestro de la humildad, de la sencillez el que habla, y que si sabéis penetrar
en el fondo de esta enseñanza, pronto descubriréis en ella la verdadera
sabiduría.
Apenas os estoy preparando, no estáis en la plenitud de la
lucha, porque la gran jornada comenzará al finalizar 1950, y no podéis saber
cuándo termine. Los que caigan en la lucha escucharán mi voz que les dirá: Vuestro
espíritu no ha caído, os habéis elevado, y si en la tierra no habéis recibido
honores por vuestro sacrificio, no temáis, que mi reino os espera, para que
desde él miréis a vuestros hijos y a vuestros discípulos continuar vuestra
obra.
Al paso de este pueblo saldrán los gentiles y los fariseos
para detenerle, los mismos que caerán rendidos ante la verdad, la justicia y el
amor que desbordan mis palabras. Perseverad, discípulos amados, porque cuando
las multitudes lleguen a las puertas de la "tierra prometida", éstas se abrirán en señal de
bienvenida para mi pueblo, que llega victorioso a los umbrales de la eternidad.
¡Qué hermosa es la lucha que espera a mis soldados, qué
grande y qué noble!
Vosotros, escuchándome, no podéis lanzaros a esa lucha,
porque aún os sentís débiles y, sin embargo, Yo sabré encontrar entre vosotros,
la simiente que lleve la buena nueva a todos los pueblos de la tierra. No
temáis, que no os exijo un imposible, ni os conduzco a la muerte. Yo estaré en cada
paso de aquel que en mi nombre camine, y si su fe es grande, encontrará fuerza
invencible en su espíritu. Mas quien me negare como Pedro, por temor, o por
falta de fe, dudare de Mí como Tomás, ése será más pequeño que los más débiles,
se sentirá torpe y menesteroso y tendrá que cerrar sus labios, esconder sus
manos, olvidando que está lleno de dones, y hasta negará que me ha escuchado.
No os sintáis más que nadie porque hayáis tenido la gracia
de escucharme en este tiempo, pero sí reconoced que la palabra que habéis
recibido, es el Tercer Testamento que he legado a vuestro espíritu, y que en el
mundo sólo eran conocidas las dos primeras partes de este libro, la primera.
revelada a través de Moisés y los profetas, la segunda, aquella que os di en
Jesús; mas no poseíais la tercera, que es la que en este tiempo os ha enviado
mi Espíritu.
Estos son los tres testamentos que unidos, encierran la ley,
el amor, la sabiduría y la vida eterna.
Contemplo a muchos de vosotros ansiosos de paz y elevación,
manifestando el deseo de una vida de espiritualidad y amor, y ese anhelo pronto
será el grito de liberación espiritual en toda la humanidad.
Por eso, cuando escucháis que os anuncio el establecimiento
de un reino de paz en vuestro mundo, ansiosamente preguntáis: ¿Cuándo se
cumplirán esas profecías, Maestro? ¿Cuándo llegaremos a vivir todos los hombres
en la moral y en la virtud? ¿Cuándo veremos el respeto mutuo entre padres e
hijos y entre esposos? ¿Cuándo volveremos a ver inocencia en los niños, pureza
en las doncellas, rectitud en los varones, dignidad en los ancianos, justicia
en los jueces, magnanimidad en los gobernantes, en una palabra, amor entre los
hombres?
Yo os bendigo porque empezáis a suspirar por todo lo que es
bueno, bello y verdadero, mas os digo que si que se acorte el tiempo de la
llegada de ese reino, tendréis que velar, orar y luchar. Para esa lucha vengo a
prepararos tanto de materia como de espíritu, porque si no he venido en contra
de lo que en otros tiempos revelé, también tengo que deciros, que no vengo en
contra de las leyes que rigen la naturaleza. vengo a entregaros mi amor para
que podáis alcanzar la armonía con todo cuanto os rodea.
Comprended que lo que reprueba mi ley, es lo superfluo, los
vicios, los abusos o excesos, así sea en lo material como en lo espiritual. Por
eso os digo siempre que os profundicéis en la meditación de la ley, para que no
caigáis en errores, en pasiones o en fanatismos.
Vosotros sois los canteros con que estoy construyendo el
templo a la espiritualidad, a aquel en el cual me recrearé, y en el que
vosotros recibiréis el pan de vida eterna.
Cumplid con mis leyes en la tierra y no tendréis por qué
temer vuestra llegada al más allá; así como habéis visto la luz del mundo al
llegar y así como sentisteis en la tierra la presencia de vuestros padres, así
sentiréis la presencia de vuestro Señor en aquel valle que espera vuestro
retorno. Y cuando hayáis penetrado en mi seno, escucharéis mi voz, diciéndoos:
Hijos muy amados, he aquí a vuestro Padre, miradme, conocedme, amadme y luego
contemplad la creación, porque quiero que sepáis que lo que es mío también lo
es vuestro.
Discípulos, para llegar a mi reino, necesitáis recorrer la
escala espiritual, que es el camino, habitando hoy una mansión y mañana otra,
hasta llegar a la de los espíritus perfectos. Tened presente aquello que os
dije desde el Segundo Tiempo: "En la casa de mi Padre hay muchas
moradas".
Entonces orad y regeneraos, para que el dolor se levante de
entre vosotros, y una vez libres de su carga, os entreguéis al trabajo del
espíritu, que es la lucha por elevar vuestra vida, haciendo el bien, y
sembrando de amor el camino de vuestros hermanos.
Bienaventurados los que se enmienden por amor a Mí y por dar
buen ejemplo a los demás, porque ellos caminarán con firmeza por la senda que
les he trazado.
Los que sabéis que en tiempos pasados Israel fue cautivo de
otros pueblos y que tuve piedad de él, enviándole a un libertador, sois los que
ahora clamáis desde lo más profundo de vuestro corazón, que os salve de la
esclavitud que padecéis Pidiéndome con verdadera angustia, que os libre de
cuanto os acecha, amenaza y aflige. A todo esto, Yo os digo como lo hice en
aquel tiempo: "¿Qué puede temer el que está Conmigo?" No os alejéis
de Mí y os sentiréis seguros en cualquier tiempo y en cualquier sitio. Si
teméis, es que, o no estáis en el camino, o estando en él, habéis flaqueado en
vuestra fe.
Vosotros tenéis que dedicar vuestra vida a amar, servir y a
sembrar caridad, para que entonces todas vuestras obras están encaminadas a un
fin noble, tanto en lo humano como en lo espiritual.
Jamás veáis enemigos en nadie, ved en todos los hombres,
sólo hermanos, esa es vuestra misión; si perseveráis en ella hasta el fin,
triunfarán la justicia y el amor en la tierra, y ello os dará la paz y la
seguridad que tanto anheláis.
¿Creéis que me falta piedad, o deje de sentir vuestras
aflicciones? ¿Cómo concebís que sea Yo quien levante a unos para hundir a
otros?
La vida es una batalla, más nunca llaméis enemigos a
vuestros hermanos, ni mucho menos me pidáis que descargue mi justicia sobre
vuestros opresores. Orad por todos
y vuestra oración será luz y paz que se irá extendiendo minuto a
minuto sobre el haz de la tierra.
El ejemplo que dio el pueblo de Israel en su travesía por el
desierto, tomadlo en su sentido espiritual, para que en este tiempo sea
aplicado por mi nuevo pueblo y más tarde imitado por toda la humanidad. Cierto
es que el pueblo de Israel tuvo momentos de flaqueza, mas su fe y su
perseverancia se impusieron al fin y lo llevaron a la conquista de la tierra
con la que soñaba.
Su largo peregrinaje en pos de una vida de libertad, de amor
y de paz, fue una lucha constante contra las adversidades y las vicisitudes;
aquel pueblo conoció el hambre, la sed, la persecución y las acechanzas de los
enemigos que le rodeaban, y tuvo que combatir contra todo para defender su vida;
tuvo que luchar contra otros pueblos que se interponían a su paso, impidiéndole
llegar a la tierra que era su ideal.
Aquella lucha, aquellos combates contra la adversidad, son
semejantes a los que hoy estáis sosteniendo para alcanzar vuestro ideal de
liberación, de elevación y paz para el espíritu; mas aún no habéis unido
vuestras fuerzas, como las unió Israel en aquel tiempo, para alcanzar la meta
que anheláis, porque a muchos les falta la comprensión sobre su misión dentro
de la obra que os ha sido encomendada, y que es la de luchar con ahínco, y sin
tregua hasta alcanzar la meta.
Buscad ahora la "tierra prometida" en lo eterno;
ahí hallaréis la paz por la cual habéis luchado en el largo camino de vuestra
vida.
¡Toma de mi amor y mi bendición en Mi nombre que Soy el Padre, el Hijo el Espíritu Santo, la paz de mi Divinidad nunca se aparte de Vosotros!
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