sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 117

Pueblo, descansad en tierra firme, detened vuestro paso bajo la sombra de esta palmera, y oíd mi voz para que sanéis todos vuestros males, recobréis vuestras fuerzas y podáis proseguir la caminata. Mirad que no tenéis necesidad de decirme las penas de vuestro corazón, ni de donde venís, porque Yo todo lo se. Sé que vuestro espíritu viene de una gran lucha y ha tratado de apartarse de los caminos torcidos; venís a buscar apoyo y fuerza en Mí, para no desmayar. Cuando estuvisteis a punto de debilitar, cuando ya vuestras energías se estaban agotando, os elevasteis a Mí para pedirme ayuda y Yo al instante respondí, llamándoos hacia este oasis de paz, para que tuvieseis una tregua en vuestro dolor.

¿Cuántas de mis enseñanzas habéis comprendido y analizado desde el instante en que por primera vez escuchasteis esta palabra. En ella comprendisteis que el espíritu no se perfecciona en un día, ni en un año, ni en una vida, porque teniendo naturaleza eterna, su trayecto tiene que ser largo para lograr su perfección. También habéis aprendido a oír la voz de la conciencia, que os habla siempre de ley, de amor, de bien, de rectitud y pureza, llegando a distinguirla de aquella otra voz que proviene de los sentidos de la carne o de las pasiones del corazón, la cual no siempre induce al buen sendero.

Ya sabéis que poseéis armas para defendemos, sabéís también cual es el escudo que os protege, por lo que habéis comenzado a hacer uso de la oración, de los buenos pensamientos, de la fuerza de voluntad y de la fe.

Habéis aprendido a dar su justo lugar en la vida, a las partes que forman vuestro ser, comprendiendo que lo esencial está en el espíritu y que después de él, ocupando un lugar digno, se encuentran los sentimientos y la mente.

Sabéis ahora que la verdadera espiritualidad en el hombre no consiste en apartarse de lo que pertenece a la vida material, sino en armonizar con toda la creación, y que el espíritu Para lograr esa armonía necesita caminar delante, estar Por sobre lo humano, en una palabra, ser el guía. De otra manera el espíritu es esclavo de la carne.

Sabéis que en mi camino no se puede fingir amor, ni pureza, ni saber, porque al instante sentís una mirada que todo lo penetra y lo juzga. Sabéis que para que vuestros méritos sean reales, vuestras virtudes y vuestras obras tienen que ser verdaderas.

Si os hablo así, no es porque venga a exigiros la suprema perfección, sino a pediros que hagáis un esfuerzo por alcanzarla.

Ahora, cuando sufrís, cuando atravesáis una dura prueba, o cuando os encontráis en el lecho del dolor, sabéis que aquel cáliz os purifica y os renueva; que aquel trance os hace expiar faltas, o que se trata de una sabia lección. para el espíritu, y entonces lo apuráis con paciencia y conformidad.

Habéis llegado a comprender que estoy construyendo en cada uno de vosotros un templo, y ya no os atrevéis a destruir lo edificado, sino que tratáis de colaborar Conmigo en esta obra.

Habéis entendido bien que no es delante de los hombres ante quienes debéis hacer méritos para recibir de ellos la alabanza o el galardón, sino delante de vuestro Padre, único que puede valorizar vuestras obras.

Si entendéis todas estas lecciones de amor que os doy, por muy reacia que sea vuestra materia y muy fuertes vuestras pasiones, tendrá que nacer una sumisión de la carne hacia el espíritu, que será un principio para lograr la armonía y orden que deben existir en el hombre para llamarse dignamente hijo mío.

De vuestro presente depende el futuro de muchos seres, pueblo amado, no lo dudéis. Entonces pensad en ésto, despojaos del último resto de egoísmo que alberguéis y labrad para el mañana la paz, unificación, moral y espiritualidad, que son indispensables para que las nuevas generaciones encuentren preparado el camino.

No dudéis de poder llevar a cabo esta obra en el mundo, porque no es la primera vez que os confío mi semilla; prueba de ello es que os hablo en esta forma y me entendéis.

Esta es la continuación de mis lecciones, mas no la consumación de los tiempos, según lo interpreta el hombre. El mundo seguirá girando en el espacio; los espíritus seguirían llegando a la tierra a encarnarse para cumplir su destino; los hombres seguirán poblando este planeta y sólo la forma de vida entre la humanidad cambiará. Las transformaciones que la vida humana sufra, serán grandes, tanto, que os parecerá como si un mundo se acabara y otro naciera.

Así como en todos los tiempos la vida del hombre se ha dividido en eras o edades, y cada una de ellas se ha significado por algo, ya sea por sus descubrimientos, por las revelaciones divinas que dentro de ella han recibido los hombres, por el desarrollo del sentido de lo bello, a lo cual llamáis arte, o por su ciencia; así os digo, que este tiempo se significará por el desarrollo de los dones del espíritu, esa parte de vuestro ser por la que debíais haber empezado a cultivaros, para evitaros tantos males y errores.

¿No creéis que la vida humana pudiera transformarse totalmente, desarrollando vuestra espiritualidad, cultivando vuestros dones y estableciendo en la tierra la ley de la conciencia?

¡Ah, si pudieseis daros cuenta de todo lo que posee vuestro espíritu! Mas no lo sabéis, a pesar de los milenios que lleváis habitando el mundo y el espacio, porque en vuestro egoísmo, que es amor hacia vosotros mismos, sólo os ha importado la ciencia al servicio de la existencia material.

Yo seré quien descubra ante vosotros las virtudes, dones, bellezas, poderes y maravillas que se encuentran ocultos en vuestro espíritu, ya que éste es el tiempo propicio, porque estáis recogiendo los últimos frutos de una era.

Pronto reconocerán todos los pueblos, que Yo, su Señor, les he hablado en cada una de las eras por las que ha atravesado la humanidad, siendo cada una de mis revelaciones, como un peldaño de la escala espiritual que he tendido para que todos podáis ascender hasta Mí.

Este tiempo será llamado el de la luz, la era del Espíritu, o el tiempo de la verdad; mas Yo os digo, que será el tiempo de la elevación de los espíritus y el de su reivindicación.

El espíritu es el templo construido por Mí, un santuario continuamente profanado por el hombre. Mas es llegada la era de la luz tantas veces profetizada, cuya claridad será vista por todos, y bajo cuyo calor se unirán todos los hijos del Señor. Yo no os hablo de una religión que acoja a unos y rechace a otros, que proclame su verdad y, niegue verdad a los demás, o que emplee armas indignas para imponerse por la fuerza o por el temor. No, Yo os hablo simplemente de una ley, explicada por una doctrina, que es precisamente el mensaje que a través de esta palabra os he revelado en este tiempo. Así cuando llegue la hora de levantaros a dar la buena nueva, predicaréis con hechos la paz, el amor, la caridad, la unificación y la fraternidad; mas si en vuestro camino encontraseis a alguien que hipócritamente fuera predicando lo mismo que vosotros, pero falseando la verdad, con vuestras obras pondréis a Descubierto la mentira. Si por el contrario os encontraseis con hermanos vuestros que con ejemplos predican la verdad, el amor y la caridad, entonces os uniréis a ellos, porque su lucha y la vuestra serán la mima.

No puedo dejar de deciros que si os encontraseis impuros e impreparados, os sentiréis indignos de llevar a cabo esta obra. Entonces, cuando veáis que otros se levantan a luchar con verdadera fe y pureza, no les estorbéis el paso, porque sería doble vuestra responsabilidad ante mi justicia.

De todo os prevengo para que nada os sorprenda, y así, al surgir para esta lucha, verdaderamente sepáis despertar el ideal de elevación.

Esta tierra, que siempre ha enviado al más allá una cosecha de espíritus enfermos, cansados, turbados, confundidos o con escaso adelanto, pronto podrá ofrecerme frutos dignos de mi amor.

La enfermedad y el dolor se irán desterrando de vuestra vida, al llevar una existencia sana y elevada, y cuando llegue la muerte, es encontrará preparados para el viaje hacia la mansión espiritual.

¿Quién podrá extraviarse o confundirse al penetrar en la morada del espíritu, si ya desde esta vida la había presentido en los instantes de orar, meditar, soñar o inspirarse en mi ley?

Ahora os parece inalcanzable tanta paz y tanto bien, y es porque miráis toda la confusión que reina en torno a vosotros; confusión que sabéis irá aumentando en todos los órdenes de la vida humana. Mas Yo os digo que confiéis en Mí, que veléis, oréis y seáis los sembradores incansables, para que esta noche tempestuosa deje asomar la luz de la nueva aurora y la tierra sienta como sus nuevos moradores vienen a sembrarla con obras nobles, restaurando y reconstruyendo cuanto los insensatos y profanos destruyeron y mancharon.

Pueblo, en este día os he revelado parte de mis planes divinos para con vosotros, os he adelantado algo que pertenece al futuro y os he preparado para la lucha que se aproxima a toda la humanidad.

Meditad bien y os sentiréis fortalecidos, porque en verdad os digo: Benditos sean los que están leyendo en este libro que os revela mi palabra. En él habéis hallado muchas lecciones que se encontraban ignoradas por vosotros.

He querido hacerme oír de los que nada tienen en la tierra, para luego servirme de ellos. Os he escogido entre los humildes, como en todos los tiempos en que he buscado a mis servidores entre los sencillos de corazón. Ya sabéis que los dueños de riquezas en el mundo siempre están ocupados con ellas y no se acuerdan de Mí. A ellos les es confiado un tiempo para que rindan culto a lo que tanto aman; mas siempre llegará la hora de escuchar mi voz, de tomar su cruz y seguirme, pero antes se purificarán en el crisol del dolor.

Amados discípulos, sólo quedan siete años, que serán siete albas en las que podréis escucharme. Quiero que en ese lapso dejéis vuestros titubeos y afirméis vuestros pasos, para que podáis decirme cuando llegue el año de 1950: Señor, se ha hecho la unificación entre nosotros y os presentamos pruebas de nuestra espiritualidad y de nuestra fraternidad.

Este pueblo sabe que sólo espero su elevación para hacerle oír mi voz en su conciencia, cuando le diga: Pueblo, levantaos y multiplicaos como el polvo de la tierra; cruzad valles, ciudades, desiertos y mares y esparcid con amor y humildad esta enseñanza. Mi caridad omnipotente abrirá caminos y borrará fronteras. Mi amor os protegerá contra toda persecución o acechanza, y mi Verbo lo pondré en vuestros labios cuando la ocasión lo requiera.

Grande, muy grande es esta obra que os estoy confiando, porque os quiero fuertes y grandes de espíritu. En verdad os digo, que en el corazón de vuestro Padre no puede tener albergue el egoísmo.

Siete años confío al pueblo que ha recibido estas tierras benditas, para que de ellas recoja frutos dignos de mi Divinidad.

Pueblo, tened caridad y paciencia con los que vienen dando sus primeros pasos. Aconsejadles con la gracia con que Yo os he corregido, amaos con el amor con que Yo os he amado, y entonces habrá armonía entre vosotros.

¡Venid!, mi presencia es como la sombra de un árbol, mi palabra es como el canto de una ave. Venid a Mí, hambrientos y sedientos de justicia, enfermos, pobres de espíritu e incomprendidos, ¡acercaos a Mí!

Yo no os rechazo por vuestra pobreza ni os desprecio por vuestra condición. Sé que en el fondo de cada uno de vosotros existe un espíritu que necesita de mi luz para levantarse a la vida.

Traigo salud para los enfermos y esperanza para los atribulados. Ninguno saldrá sin consuelo para su dolor. Mas cuando hayáis logrado la paz, os sentiréis revestidos de esta dignidad que vengo a daros. No reneguéis del mundo, ni de sus vicisitudes y sufrimientos, recordad que ellos fueron los que os acercaron a Mí; tampoco os alejéis de vuestros hermanos, por el contrario, ahora que habéis visto cómo os recibo y cómo os entrego, aproximaos más a ellos, haciendo en los necesitados lo que habéis visto que he hecho con vosotros.

Por uno de vosotros que verdaderamente practique mi enseñanza, muchos serán los que alcancen mi gracia.

Oración, caridad y buena voluntad, es cuanto necesitáis para que vuestros conocimientos en mi enseñanza esplendan como luz brillante en medio de las tinieblas. Se avecinan tiempos de prueba y quiero que todos mis discípulos se encuentren preparados.

En medio de la paz o de los placeres, la humanidad no os llamará, mas por el dolor, sí os buscará. Preparaos, porque pronto el dolor se desbordará sobre el mundo. Entonces seréis llamados por los enfermos, para que les llevéis mi bálsamo; muchos de vuestros hermanos solicitarán vuestras oraciones y también buscarán vuestra enseñanza para encontrar el sendero que les lleve a la elevación espiritual.

¿Veis cuán delicada y grande es la misión que os espera?.
05-117.43 Intimamente confesáis que es grande la revelación que os he hecho en este tiempo; si sabéis comportaros como discípulos míos, mayores luces contemplaréis en mi obra.

Formad el pueblo de la paz y la espiritualidad, apartad de vuestro corazón los últimos restos de fanatismo que guardéis; alcanzad la purificación por medio de la regeneración, y entonces daré en el cielo una señal que será contemplada en el mundo, la cual os dirá que el "día del Señor" ha llegado. Esa será vista hasta por los ciegos y entendida por los más rudos entendimientos.

Utilizad el arma más fuerte que os he confiado, que es la oración, y orad para que no prestéis oído a quienes traten de apagar la flama de vuestra fe. Alerta, pueblo, no permitáis que alguien ofusque vuestro corazón, haciendo que equivoquéis el sendero; ya conocéis mi ley, ella es el camino, no os desviéis nunca de él y nada tendréis que temer.

Si en la tierra hay quienes procuran perderse y quienes oran por vosotros, porque os creen perdidos, pensad que en lo espiritual hay quienes velan por cada uno de vuestros pasos. Vuestra Madre Celestial os ampara bajo su manto; Elías os cuida con el amor de un pastor espiritual, y vuestros hermanos que en el más allá viven consagrados al bien, os protegen y aconsejan. Así hablo a los que en medio de titubeos y dudas van dando sus primeros pasos y con frecuencia sufren golpes y tropiezos.

Pronto habrá de encenderse la fe en sus corazones, y cuando ésto sea, nada ni nadie podrá apagarla; pero antes tengo que daros mis enseñanzas, para que vuestro corazón se fortalezca al par que vuestro espíritu se vaya alejando más y más de lo superfluo. Así os iréis elevando. Entonces sentiréis cómo la sed de verdad y de amor que me hacíais presente, se ha calmado, haciendo que marchéis llenos de fortaleza y de ánimo al cumplimiento de vuestra misión.

Os preparo con amor infinito porque mi lección a través de estos portavoces no va a ser eterna; pronto dejaréis de escuchar esta palabra y a pesar de ello tendréis que ser fuertes en la lucha que vendrá cuando ya mi palabra no sea transmitida bajo esta forma.

¿Qué haréis si no hubieseis comprendido la lección del Maestro? ¿Cómo podréis defender vuestra fe si no hubieseis llegado a conocer las armas que os podrían ayudar a defenderos? Meditad en estas palabras, porque muchos tendrán que caer nuevamente de rodillas ante los ídolos, por no haber sabido aprovechar mis enseñanzas.

Pueblo, no seáis sordos a mi voz, ni interpretáis torcidamente mi obra; os he dicho que debéis darla a conocer con la pureza con que Yo os la he confiado; escuchad mi voz para que cuando oigáis la de vuestros enemigos, sepáis libraros de sus lazos y celadas.

Hasta ahora habíais mirado a la vida y a la humanidad superficialmente; mas he venido a mostraros el sentido y la esencia de todas las lecciones que en los tres tiempos es he revelado, para que tengáis pleno conocimiento de quiénes sois, y para que abracéis vuestro destino como Cristo a su cruz y améis en el Creador a vuestros semejantes. Todo ésto os lo revela y enseña mi doctrina. Ahora os digo, que el que haya sido marcado por Mí, no se sienta superior al que no haya recibido esa señal, porque muchos de ellos os darán pruebas de espiritualidad y de poseer dones tan grandes como los vuestros.

Este es el tiempo en que se escucha en el infinito la campana celestial que llama a los hombres a congregación, que invita a meditar y a orar. Su eco vibra sin cesar en el fondo de cada corazón, porque es el Tercer Tiempo, en que Elías, como enviado mío, está llamando desde un confín al otro del mundo a los espíritus para que asistan al juicio. " vosotros de los que en esa hora me busquen por medio del espíritu y no a través de formas e imágenes hechas por manos humanas, para que pueda Yo decir que sois de los que han perseverado en mi ley, ya que en ella, la que os entregué en el Sinaí, os ordené que para adorarme no deberíais poner ante vuestros ojos ninguna imágen que representara a mi Divinidad.

Si desde entonces he inspirado el culto espiritual, justo es que ahora me lo ofrezcáis, oh pueblo, que por momentos perdéis la esperanza de llegar a la completa regeneración y a la espiritualidad. Ved cómo he alargado vuestra existencia y cómo os he hecho recorrer el camino de restitución y de evolución, para que a vuestro paso y en vuestro constante caminar vayáis dejando toda imperfección y toda mancha. ¿No véis cómo las aguas ennegrecidas por el cieno llegan a purificarse en su rauda corriente? de cierto os digo, que de igual manera acontecerá con vuestro espíritu.

Yo soy el dueño de la viva y de lo creado, por lo que os digo, que soy el único que conoce el arcano, la eternidad y el destino de todos los seres.

Si la humanidad no se obstinara en su ignorancia, otra sería su existencia en la tierra; mas los hombres se rebelan ante mis mandatos, reniegan de su destino, y en vez de colaborar Conmigo en mi obra, buscan la forma de eludir mis leyes, para hacer su voluntad. También os digo, que si la humanidad observase con cuidado cada uno de sus actos, se daría cuenta de cómo a cada paso se va rebelando en contra mía.

Si derramo mis complacencias sobre los hombres, éstos ce vuelven egoístas; si les concedo que saboreen el gozo, llegan al exceso; si pongo a prueba su fortaleza, con el fin de templarles el espíritu, protestan; y si permito que el cáliz de amargura llegue a sus labios para purificarles, reniegan de la vida y sienten perder la fe. Si pongo en sus hombros la carga de una familia numerosa, se desesperan y cuando levanto de la tierra a alguno de sus seres queridos, me acusan de injusto.

Nunca os veo conformes, nunca escucho que bendigáis mi nombre en vuestras pruebas, ni contemplo que tratéis, a través de vuestra vida, de trabajar en mi obra creadora.

¿No recordáis los ejemplos que en Jesús vine a daros, al consagrar aquella vida a glorificar a su Padre?

Jesús nada poseyó en la tierra, y sin embargo jamás protestó por su pobreza, tuvo que dejar a su Madre y a su patria y supo renunciar a todo, por amor al que le envió; su obra fue árdua y su camino penoso hasta el fin, mas nunca se rebeló; fue perseguido y burlado, juzgado y finalmente muerto, mas de su corazón, de sus labios y aun de sus ojos, sólo brotaron bendiciones, perdones y consuelo para quienes lo amaron, igual que para quienes lo ofendieron.

Mas no sólo en Mí podéis hallar ejemplos dignos de imitar; recordad la mansedumbre de Abraham, cuando su Señor le pidió la vida de su hijo, la paciencia de Job, que me bendecía en cada una de sus tribulaciones, y así como esos ejemplos, muchos más que hasta vosotros han llegado a través de la historia.

A veces os asombráis cuando llegáis a ver a algún enfermo que lleva con paciencia su cruz, algún ciego o paralítico que bendice mi voluntad. En otras ocasiones no acertáis a comprender la conformidad de un padre que acaba de perder al hijo a quien mucho amaba, y es que esa conformidad, esa paciencia y ese acatamiento a los designios de Dios, no los conciben los hombres materializados de este tiempo, tan alejados de la verdad. Soy Yo quien va poniendo a vuestro paso esos bellos ejemplos de humildad, de obediencia a mi voluntad y de elevación espiritual, para que tengáis modelos que imitar en vuestras pruebas.

Yo os digo que cuando esta humanidad haga todo lo que sea mi voluntad, en la tierra no se conocerá el dolor, porque en su espíritu estará mi paz.

¡Toma de mi amor y mi bendición en Mi nombre que Soy el Padre, el Hijo el Espíritu Santo, la paz de mi Divinidad nunca se aparte de Vosotros!

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