Sois el pueblo en el cual he puesto una vez más mis
complacencias, porque siempre que el dolor ha sido muy acerbo en vosotros,
habéis sabido levantar vuestros ojos hacia Mí, para llamarme.
Este es tiempo de pruebas, pero mi palabra como bálsamo
divino ha venido a traeros consuelo y esperanza en vuestra tribulación. Mas Yo
os pregunto ¿Por qué os encontráis llorando, hambrientos, enfermos y desnudos?
¿Por qué dormíais? ¿Por qué habíais borrado de vuestro corazón mis palabras de
vida, que son el sustento para el espíritu?
No estabais preparados cuando os sorprendió mi presencia,
pero al menos supisteis sentirme cuando os disteis cuenta de que mi voz os
estaba llamando para haceros una nueva revelación.
Para venir en mi busca, mucho os valió el ser pobres de
bienes materiales, pero no es que voluntariamente hubierais renunciado a ellos
para buscar la espiritualidad, sino que mi caridad os apartó de las riquezas
frívolas y superfluas, para que estuvierais libres cuando Yo llamara a las
puertas de vuestro corazón.
Cuando llegasteis por vez primera a escuchar esta palabra,
poco o nada os interesaba la finalidad espiritual de mi manifestación; lo que
vuestro corazón deseaba y me pedía, sólo eran bienes terrenales, de los cuales
os sentíais muy menesterosos; mas luego os fuisteis dando cuenta de que los
dones que venía derramando vuestro Maestro eran espirituales y llegasteis a
comprender que los bienes de la tierra jamás llegarían a tener el valor de aquellos.
Cuando esa luz brilló en vuestro entendimiento,
comprendisteis la miseria de las grandes naciones, el dolor de los que, siendo
ricos y señores en el mundo, sólo aparentemente lo tienen todo; descubristeis
que era falso el esplendor, la mentira, la grandeza y el placer.
Habéis visto la impotencia de las religiones para unir y
regenerar a la humanidad, y a cada paso habéis sido testigos de su desunión.
Al contemplar tanto desequilibrio y confusión entre los
hombres, de vuestro corazón se ha escapado una acción de gracias hacia el
Padre, porque escuchándole en este tiempo habéis encontrado en su palabra un
puerto seguro para vuestro Espíritu
Mas así como os habéis dado cuenta de todas estas verdades,
es preciso que también os vayáis enterando de la responsabilidad que tenéis
ante vuestros, hermanos, porque debéis de comprender que ¿acaso esta paz que
disfrutáis y esta luz que ilumina vuestra existencia, la he puesto tan sólo
para ayudar a este pueblo? No, multitudes, mis complacencias se han derramado
sobre vosotros tan sólo como una primicia o un anticipo de lo que más tarde
daré a la humanidad. Ved por qué os digo que veléis en espera de los caminantes que vendrán en busca de sombra y de refugio. ¿No estaría de
plácemes vuestro corazón si los hombres que llegaran de otros pueblos,
encontrasen en vuestro seno un ejemplo de caridad, de espiritualidad y de paz?
Esa será vuestra misión, después de que Yo haya concluído de
daros mi lección; y así con Elías en espíritu fue, mi precursor, este pueblo
será mi sucesor. el que dé con su vida, sus palabras y sus obras, el mejor de
los testimonios de que Yo estuve entre vosotros.
Grande será. vuestra satisfacción cuando sepáis recibir con
amor a vuestros hermanos y darles algo de lo mucho que Yo os he entregado; mas
pensad que sería mayor vuestra pena, cuando la humanidad estuviese llamando a
las puertas de vuestra ciudad, sus moradores estuviesen dormidos o entregados
al cumplimiento de prácticas superfluas.
No estéis absolutamente confiados en vuestras acciones,
porque las tentaciones os acechan y no es difícil que, quien había ya
adelantado en el sendero de la espiritualidad, quisiera volver a los caminos de
placer, al Materialismo egoísta, a la vida vacía por la falta de un ideal
verdadero y elevado.
Os digo ésto, para que viváis alerta, mas no penséis que mi
ley tortura o esclaviza; cierto es que el paso de la tiniebla a la luz, del mal
al bien, de lo bajo a lo elevado, resulta muchas veces, doloroso para el
hombre; mas cuando ya logra caminar firmemente por mi senda, todo lo que
encuentra en su jornada, es paz, porque para el espíritu, no significa ningún
sacrificio la práctica de la virtud.
¿Quién de vosotros podrá decirme que no le he invitado a
caminar por el sendero de la virtud? Mirad que Yo no vengo a hacer alarde de
los beneficios que os he venido concediendo, pero si os pido que me digáis si
no he derramado prodigios en vosotros y en vuestras familias, si no he sanado a
los enfermos sólo con vuestra oración o vuestras lágrimas, si no os he librado
de la muerte cuando ya os encontrabais al borde del abismo. ¿Cómo había de
dejar de hacer ésto con vosotros, si sé que vais a necesitar de mucha fe y
fortaleza para transitar por mi camino?
Os he traído mi luz para que gocéis en su contemplación; no
lo he hecho para herir vuestros ojos, ni para cegar a vuestro espíritu.
Tomad con serenidad y calma el camino para que no os parezca
ni más corto de lo que en realidad es, ni tampoco demasiado largo. Vosotros
debéis pensar tan sólo en que para alcanzar la paz en la eternidad de la que
formáis parte por el espíritu, las pruebas en la vida son el camino; id por él
en paz, con verdadero ideal de perfeccionamiento y nunca llegaréis a sentirlo
pesado ni escabroso; será para vosotros como uno de esos viajes en los que se
contempla un bello camino, un paisaje grato y el que quisierais que nunca
terminara.
Si os lo hubiese dado todo en esta vida, ya no estariais deseando
ascender un peldaño más, pero lo que no habéis alcanzado en una existencia, lo
buscáis en la otra, y lo que no alcanzáis en aquella, os lo está prometiendo
otra más elevada, y así sucesivamente hasta el infinito, en el camino sin fin
de los espíritus.
Cuando escucháis mi palabra, os parece imposible que vuestro
espíritu vaya a ser capaz de alcanzar tanta perfección, y Yo os digo, que hoy
ponéis en duda el alto destino del espíritu, porque sólo miráis lo que
alcanzáis a ver con vuestros ojos materiales, pequeñez, ignorancia, maldad,
pero eso se debe a que el espíritu en unos está enfermo, en otros se encuentra
paralítico, hay quienes son ciegos y quienes van muertos espiritualmente. Y
ante tanta miseria espiritual tenéis que dudar del destino que la eternidad os
tiene reservado. Y así vivís en este tiempo de amor al mundo y de materialismo;
mas ya la luz de mi verdad ha llegado hasta vosotros disipando las tinieblas de
la noche de un tiempo que ya pasó y anunciando con su aurora la llegada de una
era en la que el espíritu recibirá la iluminación de mi enseñanza.
Esta luz os librará de la ignorancia, de la mentira; bajo su
claridad, cuánta falsedad, cuánto adulterio e impostura quedarán al
descubierto. iAy de los que han adulterado la ley! ¡Ay de los que han ocultado
o falseado la verdad¡ No se imaginan cómo será su juicio.
Mi palabra exhorta al mundo a la meditación, para que de
ella pueda nacer el arrepentimiento y de éste la regeneración; pero así como la
palabra a través de estos portavoces os despierta y estremece, también en otras
tierras, en otras comarcas, por otros caminos, se han levantado enviados míos a
amonestar al pueblo, a recordarle la pureza de mi ley y la verdad de mi
doctrina. Ellos se han preparado bajo la luz de mi inspiración y aunque van
soportando burlas y desprecios, siguen paso a paso en el cumplimiento de su
misión. Yo os digo que a ellos les reservo su galardón, y llegará el instante
en que también conozcan lo que ahora vosotros estáis recibiendo.
No todos los que andan por calles y caminos, hablando de los
acontecimientos de los tiempos pasados, interpretando profecías o explicando
revelaciones, son mis enviados, porque muchos por vanidad, por despecho o por
intereses humanos, han tomado aquellas enseñanzas para ofender y juzgar, para
humillar o herir y aun para matar.
Necesario es que esta luz que tan dulcemente ha llegado
hasta vuestro corazón, se extienda de un punto al otro del orbe para que los
hombres se acuerden de que Cristo no hiere, ni humilla y menos entrega muerte;
porque El es la vida, el pan, la salud, el consuelo, y de todo ésto hoy se
encuentra menesterosa la humanidad.
Pueblo, he conversado con vosotros, pensad en mis palabras,
juzgaos a través de ellas, mirad con esta luz que os doy, la vida y cuanto os
rodea; para que cuando volváis a escucharme una vez más, es encuentre mas
conscientes y mejor preparados para el desempeño de vuestra misión.
Os he hablado por medio de símbolos a través de los tiempos,
mas ahora estáis a la entrada de uno nuevo en que os hablaré en forma clara,
porque ya podéis entenderme.
Todo en la creación os habla de Dios y de la vida eterna,
todo cuanto os rodea y acontece en la vida, es como una imagen de lo espiritual;
mas no os habéís conformado con las obras que he creado y a través de las
cuales os hablo, os revelo y os enseño. Cada pueblo, cada religión o secta,
crea imágenes, símbolos, formas y figuras, para la
representación de lo divino. Lo habéis creído necesario y Yo os lo he
permitido, oh humanidad; mas ahora que vuestro espíritu está más iluminado, más
desarrollado que en los tiempos anteriores, puede mirar la vida y entenderla
con claridad. Yo les enviaré a todos este mensaje, para que despierten a la luz
y puedan contemplar de frente la verdad.
Los dones del espíritu, marchitos por el abandono en que el
hombre los ha tenido, sentirán descender el rocío de mi caridad, y cuando
nuevamente la humanidad eleve con pureza sus pensamientos hacia Mí, podrá
contemplar lo que antes no había visto; escuchará la voz del Padre hablándole
en muchas formas y sentirá su presencia a cada paso.
Entonces, dejarán de crear símbolos y formas, porque al
mirar la faz radiante de su Padre en toda la creación, dejarán de sentir la
necesidad de esos objetos, a los cuales dotan de virtudes para creer en ellos
como si fueran la imagen del Padre.
A vosotros, discípulos, que habéis escuchado esta palabra en
mis lecciones, os pregunto: ¿Por qué mirándome, oyéndome y sintiéndome, habéis
creído tener la necesidad de crear símbolos para vuestro culto?
Si a estas preguntas contestáis que sólo estáis respetando
lo que los primeros os legaron, Yo os digo que ellos, sorprendidos por la luz
de mi revelación, con símbolos concibieron lo que es la espiritualidad.
Este pueblo, tiene una gran misión espiritual que cumplir en
medio de esta humanidad amenazada por el materialismo más absoluto, el cual
crece y avanza como un nuevo paganismo, como un nuevo y más grande culto a la
materia, al mundo y a sus pasiones.
Y ante esa prueba, ¿aún queréis seguir conservando
reminiscencias de cultos idólatras? ¿Es ése el ejemplo de espiritualidad que
vais a dar, y ésas son las armas que estáis preparando para luchar?
Dejad que mi palabra germine en vuestro corazón, para que
pronto podáis levantamos a testificar con vuestras obras mi doctrina.
Cuando deje de comunicarme con vosotros, porque esta etapa
haya llegado a su fin, no vayáis a desviaras del camino, no dejéis de buscarme
en vuestras tribulaciones, seguid confiando en mi enseñanza.
Yo soy la puerta estrecha por donde debéis pasar y María la
escala por la que ascenderéis, amando y obedeciendo a vuestra Madre. Creyendo y
respetándome, no encontraréis tropiezos y acortaréis el camino.
Estáis en el tiempo de la lucha del bien contra el mal;
vosotros habéis sido llamados a colaborar Conmigo en esa batalla que ya ha dado
principio. Yo he venido a enseñaros cómo debéis luchar para disipar las
tinieblas y hacer luz en todo espíritu. Mi
palabra os ha guiado, para que viváis velando y orando, para que no os
dejéis seducir por falsas luces, ni deis vida a voces engañosas.
Cuando haya pasado este tiempo y veáis mi comunicación muy
lejana, y vosotros en cumplimiento a mis mandatos transmitáis a vuestros
descendientes esta buena nueva, suspiraréis por estos tiempos y os sentiréis
dichoso de haber sido escogidos para presenciar mi manifestación divina; mas ya
para esos tiempos habrá desaparecido todo lo que de impuro habéis mezclado a
esta doctrina y mi palabra surgirá de vuestro espíritu diáfana y pura,
revelando sólo la luz y la verdad.
Cuando seáis interrogados por vuestros hermanos, hablad sin
callar nada de lo que mi obra encierra y recordad ante ellos al Maestro en cada
una de sus lecciones.
Os hago responsables de las generaciones que, nacidas de
vosotros, han de venir; pensad que mi palabra de este tiempo no ha sido dada
para unas cuantas generaciones, sino para todas las que han de sucederos, y que
ellas han de prepararse con mayor espiritualidad, para alcanzar la cima que Yo
he señalado como meta al hombre.
Bendigo a los que siguen el camino ascendente y que a medida
que el tiempo pasa, alcanzan mayor elevación en el estudio de mi palabra y se
disponen a oír mi voz en su espíritu, cuando este tiempo de mi comunicación por
medio del entendimiento del hombre haya pasado. Bienaventurados los que den
crédito a mi obra y sepan honrarla con su espiritualidad.
¡A cuántos de vuestros hermanos podéis salvar con vuestra
oración! Este mundo está al borde de un abismo y Yo os envío a él para que
evitéis su caida. Detened a la juventud en su carrera hacia la destrucción de
su moral; ilustrad su espíritu para que ponga las bases a una vida recta y
elevada.
Cruzad los caminos del mundo llevando como norma de vuestra
vida la verdad de mis enseñanzas; mas respetad la tierra que pisáis, y esos
senderos transitados por vosotros quedarán preparados y habrá alianza entre las
naciones y haréis de esta tierra un hogar en el que todos sintáis el calor de
vuestro Padre Celestial y os reconozcáis como hermanos unos a otros.
He sufrido al contemplar la ingratitud de mis criaturas, y
si ellas me han desconocido como Padre, Yo nunca he negado que sois mis hijos,
aunque algunos se encuentren manchados. He contemplado a grandes naciones
alejadas de Mí, entregadas tan sólo a su vida material, a sus problemas, sin
esperar nada de Mí. Mas pronto llegará el tiempo del despertar, y desde los
niños hasta los ancianos, ocuparán su vida en el estudio y práctica de mi
enseñanza. Los ancianos hablarán con dulzura y guiarán con la luz de su
experiencia. Los niños sorprenderán al mundo con el desarrollo de sus dones y
con su consagración a mi obra.
Hoy, pueblo amado, extraed de mi doctrina la más elevada
moral para vuestra vida. Si anheláis que el mundo crea en esta revelación, dad
con vuestra vida el mayor testimonio de mi verdad. Os he dicho, que vosotros debéis ser los
espejos limpios, el pueblo que sepa dar ejemplo de fe, obediencia y Iimpidez.
Haced que entre vosotros tome fuerza la pureza y el bien, y
con esto iréis corrigiendo a los que sin llevar sanas intenciones han penetrado
entre vuestras filas.
Los que habéis llegado a concebir la verdad y la perfección
de mi doctrina, tenéis el deber de contrarrestar con vuestras buenas obras todo
el mal que causan a esta obra aquellos que no han comprendido su finalidad.
Ved cómo la mala simiente se ha multiplicado entre vosotros,
hasta casi ocultar la verdadera semilla. La mentira, la superstición, la
hipocresía, el lucro, las malas influencias, el fanatismo y todas las
impurezas, han sido la mala hierba que ha cundido entre este pueblo al cual
quisiera ver libre de toda lacra, para enviarle como emisario mío a otros
pueblos y naciones.
Esta labor de depuración la confío a quienes amen lo
verdadero, lo limpio; es una obra de gran paciencia; mas, cuan grande será la
dicha de este pueblo, cuando vea que su luz por fin ha disipado las tinieblas.
Entonces será cuando os considere como emisarios de esta buena nueva y os envíe
al mundo a luchar contra el imperio del mal, contrarrestando su fuerza con la
regeneración de vuestros hermanos.
Mirad con cuánto amor y con qué divina paciencia he venido a
enseñar y a corregir, diciéndoos que me dejéis ser quien os señale vuestros
errores y defectos y quien os lleve a la perfección, pero ¡ay, cuántos son los
que permanecen sordos a estas palabras, y en su indolencia, en la dureza de su
corazón. dejan pasar instantes preciosos de preparación, sin querer creer en
las pruebas que se acercan!
Un día el mundo se propondrá juzgar y escudriñar a este
pueblo, y sólo el que haya velado logrará salir avante; mas el que haya tomado
mi obra para fines egoístas e insanos, ése sentirá sobre sí la justicia de la
tierra, y entonces tardíamente lamentará haber querido crearse su propio reino,
su trono de adulaciones y comodidades dentro de mi propia obra espiritual, que
es camino de amor, de humildad y de renunciación.
Os digo a todos una vez más, velad y orad, y si en verdad
creéis en mi palabra, no dejéis para mañana el cumplir con ella, porque mañana
podría ser tarde.
Ved, pueblo, que ya resulta pequeña la tierra para contener
tanto dolor humano. Ayer le parecía al hombre un valle sin fin este planeta,
ahora lo ha conquistado y lo ha poblado.
Yo di al hombre por morada este mundo diciéndole: "Creced
y multiplicaos y henchid la tierra", y en verdad que ha henchido la
tierra, mas lo ha hecho con el pecado y el dolor.
Este mundo, que debiera ser el hogar de una sola familia que
abarcara a toda la humanidad, es manzana de discordia y motivo de absurdas
ambiciones, traiciones y guerra. Esta vida que debería ser aprovechada para el
estudio, la meditación y el esfuerzo por alcanzar la vida eterna, aprovechando
las pruebas y las lecciones en beneficio del espíritu, es erróneamente
interpretada por la humanidad, dejando que su corazón se envenene con la
rebeldía, la amargura, el materialismo y la inconformidad.
Los hombres olvidan el idioma con el que les habla la
conciencia, pierden la fe y dejan apagar los dones de su espíritu para entregarse
unos al materialismo, otros a renegar en contra de esta existencia, pretextando
un anhelo infinito de huir de este mundo para pasar a otra vida.
A éstos les pregunto: ¿Tenéis ya la espiritualidad necesaria
para habitar mundos mejores? ¿No pensáis que si no estáis preparados, aunque
pudierais penetrar en la mejor de las moradas espirituales, no podríais estimar
el valor de aquella vida, ni gozar ampliamente de su paz?
En verdad os digo, el mérito de esta vida que hoy tenéis,
está en saber sobreponer el espíritu a todas las vicisitudes y miserias
imperantes; y no es éso todo, sino que a más de estar conformes, logréis
experimentar en vuestro espíritu el gozo que proviene de ser útiles a vuestros
hermanos en un mundo donde existe tanta necesidad.
El día en que el espíritu haya alcanzado la perfección que
le es necesaria para sentirse en mi gloria, no le importará el sitio o mundo en
que habite, o si está encarnado o desencarnado; llevará en sí el reino de los
cielos y sabrá disfrutar de su gracia en todas y en cada una de las misiones
que su Padre le envíe a cumplir.
Meditad en ésto, y por ahora mirad que este valle es una
extensa tierra, propicia para que en ella hagáis los méritos necesarios para
conquistar esas moradas a las que aspira vuestro espíritu.
¡Toma de mi amor y mi bendición en Mi nombre que Soy el Padre, el Hijo el Espíritu Santo, la paz de mi Divinidad nunca se aparte de Vosotros!
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