sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 115

Os recibo, pueblo amado, y por vos a la humanidad que es mi hija. En este tiempo en el cual me estoy comunicando a través del entendimiento del hombre, vengo a daros fortaleza para que volváis al camino de perfección, enmendando vuestros pasos y sintiendo en vuestro propio corazón el eco de mi voz divina. Os preparo en este tiempo propicio, para que elevéis vuestro espíritu que hoy se encuentra aletargado, para que sensibilicéis vuestro corazón, porque no quiero encontrarme en él como visitante pasajero, sino como eterno morador, ya que es en él donde quiero que edifiquéis mi templo.

Soy el mismo Verbo Divino que en el Segundo Tiempo se manifestó en un cuerpo que se llamó Jesús, conviviendo con vosotros y entregándoos la dulzura de su palabra y la verdad contenida en sus ejemplos perfectos. Ahora me valgo de los aparatos humanos eco he preparado y que ya estaban destinados desde antes de nacer, para el cumplimiento de esta misión sublime.

Os he dicho que esta tierra no es vuestra verdadera patria, porque en verdad, hubo un tiempo en que tuviste por morada la gloria y estabais con el Padre Celestial. Cuando no habíais descendido aún a este planeta, estabais en la mansión espiritual en donde todo es luz y verdad, pero esta impresión no la grabasteis en vuestro espíritu y por eso la memoria os traiciona y no recordáis nada de aquella vida, de vuestra estancia en lo que llamáis cielo, que no es igual a lo que vosotros imagináis a través de vuestros sentidos en este mundo que llamáis tierra.

Antes de vuestra creación estabais en Mí como criatura espiritual, en el lugar donde todo vibra en una perfecta armonía, en donde se encuentra la esencia de la vida y la fuente de la verdadera luz, que es de la que vengo a alimentaros.

El dolor no fue creado por el Padre. En los tiempos de que os hablo, no teníais por qué gemir, nada tenías que lamentar, sentíais la gloria en vosotros mismos, porque en vuestra vida perfecta, erais el símbolo de esa existencia; pero cuando dejasteis aquella morada, di al espíritu una vestidura y fuisteis descendiendo más y más. Después poco a Poco vuestro espíritu fue evolucionando hasta llegar al plano donde ahora os encontráis, donde brilla la luz del Padre.

Soy el Maestro del amor, por eso cuando no andáis por mis caminos y no amáis a la humanidad con el amor que os he enseñado, llega hasta vosotros el dolor por vuestra desobediencia. Así, de caída en caída, vais adquiriendo experiencia.

El hombre, como criatura de Dios, es hermano de todas las criaturas, de éste y de los demás mundos, porque cada forma es un pensamiento del Padre en manifestación distinta. Si vosotros estáis dotados de razón, comprended que sois parte de esa creación y en este sentido hermanos de todos los seres, y debéis daros cuenta en forma consciente del lugar que ocupáis en ella, en el plano divino y en el concierto universal; ¿Por qué no actuáis de acuerdo con la misión que os he venido a revelar? Sed el apóstol de mi doctrina, con claro criterio de que debéis evolucionar de plano en plano; apiadaos de vosotros mismos, acercaos lo más pronto que podáis al camino de salvación, que no es otro que el del amor perfecto, contenido en esta sencilla máxima. "Amad a Dios sobre todo lo creado y a vuestro prójimo como a vos mismo".

Enseñad a vuestra hermana humanidad no sólo con palabras, sino con vuestras obras de amor. En el Segundo Tiempo, siendo el Verbo del Padre, me hice hombre para enseñaros a obedecer las leyes divinas con mi propio ejemplo; porque si sólo con mi palabra os hubiera doctrinado, hubierais dicho: Habló y no hizo ninguna obra; por eso entre mis discípulos siempre estuve como Maestro.

Guardad mis lecciones y ejemplos divinos, ellos serán como un báculo mañana; pedidme en estos momentos en que me comunico por medio del pedestal, que si vuestras peticiones son nobles y justas, Yo las atenderé; mas si pedís sólo por pedir, tened cuidado que sólo os daré lo que debáis recibir. Rendidme el culto espiritual y, no seáis como aquellos que levantan templos y altares recabados de oro y pedrería, que llevan a cabo grandes peregrinaciones y se disciplinan con duras Y crueles flagelaciones, con oraciones y rezos. postrados de rodillas, y no han podido aún entregarme su corazón. Yo he venido a tocaros a través de la conciencia y por eso os digo: Quien hable diciendo lo que hace y lo proclame a los cuatro vientos, no tiene mérito alguno ante el Padre Celestial.

Si queréis andar por los caminos rectos del Señor, haced lo que os he enseñado en mi palabra, mis ejemplos y mi amor; sed humildes, devolved bien por mal, sin que os importe la ingratitud humana; tomad con paciencia vuestra cruz y seguidme.

Yo, el Verbo, me hice hombre en el Segundo Tiempo, para mostraros mi divino amor; no desdeñé vivir entre vosotros en carne humana. Quise ser hijo de esta humanidad, para sentirme más suyo, para que me viera más cerca; aquella mujer que ofreció su seno, para que en él se hiciera hombre el Verbo, era por su pureza e inocencia, el templo digno de quien la habla elegido como madre humana. María era la flor de un linaje preparado por el Señor, muchas generaciones antes que Ella naciera.

El amor materno, cuya esencia y ternura están en el Padre, encarnó en María, en aquella doncella que era flor de pureza e inocencia.

María, mujer, es la representación de la Madre universal. Es el amor maternal que existe en mi Divinidad, que se hizo mujer para que hubiese en la vida de los hombres una luz de esperanza. María, Espíritu, es la ternura divina, que vino a la tierra a llorar sobre los pecados de la humanidad. Sus lágrimas se mezclaron con la sangre del Hijo para enseñar a los hombres a cumplir su misión. En la eternidad, sus brazos abiertos Esperan amorosamente la llegada de sus hijos.

Desde el principio de la humanidad, os fue profetizada la venida del Mesías, también María os fue anunciarla y prometida.

Los que niegan la divina Maternidad de María desconocen una de las más hermosas revelaciones que la Divinidad ha hecho a los hombres.

Los que reconocen la Divinidad de Cristo y niegan a María, no saben que se están privando de poseer la esencia más tierna y dulce que existe en mi Divinidad.

¡Cuántos hay que creyendo conocer las escrituras, nada conocen, porque nada han entendido! y cuántos hay que creyendo haber encontrado el lenguaje de la creación, viven confundidos!

El Espíritu Maternal palpita dulcemente en todos los seres, Podéis contemplar su imagen a cada paso. Su divina ternura, ha caído como semilla bendita en el corazón de
todas las criaturas y cada reino de la naturaleza es un testimonio vivo de Ella, y cada corazón de madre es un altar elevado ante aquel gran amor; María fue una flor divina y el fruto fue Jesús.

Yo me hice hombre en aquella criatura, obra maestra de la caridad de Dios, para revelar a los hombres los grandes misterios de mi reino, hablándoles con obras y palabras de amor.

Todo en Cristo habló, porque es el Verbo Eterno, el mismo que estáis escuchando.

Discípulos amados: Estudiad con amor y buena voluntad mis enseñanzas y llegaréis a entender cuanto os he revelado a través de los tiempos.

En verdad os digo, que vosotros y todos los que penetren al fondo de esta palabra, serán los verdaderos intérpretes de las escrituras.

La historia de mi pueblo está llena de prodigios y milagros, que encendieron la fe de aquellas multitudes en la existencia y poder de Dios, el Dios viviente, invisible y verdadero.

El testimonio de lo que aquel pueblo vio y vivió, pasó a la historia y se escribió en textos que han conocido todas las generaciones hasta vuestros días; pero aquellos testimonios, han encontrado ahora a los hombres sin fe ni preparación espiritual, a los que para creer, necesitan pensar, analizar y escudriñar, sometiendo todo a su ciencia, a su razón y a su lógica; estos han dudado, otros se han confundido, algunos han negado y ha habido quien se ha burlado.

Es natural que, quienes tratan de encontrar la divina verdad buscándola con sus ojos o con su pobre mente, no den tres pasos sin que hayan tropezado o encontrado el abismo. El camino de la verdad sólo el espíritu puede encontrarlo.

Es menester que Yo os diga que el testimonio de los hombres que me siguieron fue verdadero, lo que legaron a la posteridad fue cierto; ellos explicaron las lecciones recibidas a través de su fe sencilla e inocente, tal como la vieron y como estudiaron todo lo sucedido.

Cada uno de aquellos hechos, de aquellas obras y pruebas de que os hablan los antiguos, encierra una verdad, una luz, una revelación. Aquellos creyeron sin escudriñar porque palparon los hechos. Á vosotros toca creer analizando, para extraer el contenido espiritual de lo que os ha sido revelado.

Todo tiene una explicación tan sencilla y tan clara; pero vuelvo a deciros que es menester que para encontrarla, el espíritu se adelante a meditar.

Grande será el asombro de esta humanidad materializada cuando hasta su misma ciencia y sus observaciones le demuestren la verdad de muchos de aquellos hechos que no querían aceptar; entonces sorprendida dirá: Fue verdad; mas todo aquello que hoy llamáis milagro, no es más que la materialización de un mensaje divino, mensaje cuya voz os habla incesantemente de algo que está más allá de vuestro planeta y de vuestra razón, de algo que viene directamente de mi Espíritu al vuestro.

Hoy mi caridad es en vosotros. Vengo a escuchar vuestras peticiones, hasta la más débil de vuestras quejas; quiero que aprendáis a conversar con vuestro Padre. Mas no penséis que sólo a vosotros he venido; no, Yo he descendido sobre todos mis hijos, porque el clamor de esta humanidad llegó hasta la altura de los cielos, como un grito angustioso, como una imploración de luz.

Al recibir vosotros mi palabra bajo esta forma, me preguntáis interiormente, si vengo como Padre o como juez, y entonces os digo que desde antes que escuchaseis mi primera palabra de este día, ya la conciencia os ha estado señalando cada una de vuestras faltas y también cada una de Vuestras buenas obras.

Mas si en mi palabra os juzgase, ¿por qué teméis? ¿Por ventura mi juicio no proviene del amor que os tengo?

Yo vengo a despertaros para que las pruebas no os sorprendan, para que las tempestades y los huracanes de estos tiempos no aparten de vosotros la luz.

Ciertamente éste es tiempo de pruebas para el cual es necesario estar fuerte y preparado para no sucumbir.

La vida en la tierra siempre ha sido de prueba y de expiación para el hombre; mas nunca había estado este camino de evolución tan lleno de dolor como ahora, nunca había estado el cáliz tan lleno de amargura.

En estos tiempos, no esperan los hombres la edad madura para enfrentarse a la lucha; cuántas criaturas ya conocen desde su niñez los desengaños, el yugo, los azotes, los tropiezos y fracasos. Puedo deciros aún más; en estos tiempos el dolor del hombre comienza antes de nacer, es decir, desde el seno de su madre.

¡Grande es la expiación de los seres que en estos tiempos, vienen a la tierra! Mas debéis pensar que todo el dolor que existe en el mundo, es obra de los hombres. ¿Qué mayor perfección en mi justicia, al dejar que los mismos que sembraron de espinos el camino de la vida, vengan ahora a recogerlos?

Sé que no todos tienen igual parte de culpa en el caos que vivís. Es verdad, mas Yo os digo, que los que no son causantes de la guerra, son responsables de la paz.

A vos, pueblo, os digo: Tened caridad de vosotros y vuestros semejantes; mas, para que esa caridad sea efectiva, reconoced vuestros dones estudiando mi palabra. El que ama a su hermano, me ama a Mí, porque su hermano es mi hijo muy amado.

Sois un pueblo al que estoy preparando para la oración, para enseñar la verdad, para la curación; la vida con sus miserias, sus luchas y amarguras se ha semejado al desierto; mas os digo que no vayáis a estacionaras ni a quedaros en el desierto, porque entonces no conoceréis la verdadera paz.

Tened presente el ejemplo de Israel del que habla la historia, cuando tuvo que errar por el desierto por mucho tiempo; luchó para alejarse del cautiverio y de la idolatría de Egipto, pero también para alcanzar una tierra de paz y libertad.

Hoy, toda esta humanidad se semeja a aquel pueblo cautivo del Faraón; se imponen creencias, doctrinas y leyes a los hombres; la mayor parte de las naciones son esclavas de otras más fuertes; la lucha ruda y el trabajo forzado bajo los latigazos del hambre y de la humillación, son el pan amargo que ahora come una gran porción de la humanidad.

Todo esto va haciendo que en el corazón de los hombres vaya tomando cuerpo un anhelo de liberación, de paz, de una vida mejor.

El estruendo de la guerra, la sangre humana que corre, el egoísmo, la ambición y el odio que fructifican en mil formas, están despertando a los hombres de su profundo letargo; y cuando ese anhelo de todos mis hijos los una en un solo ideal, como unió al pueblo de Israel en Egipto bajo la inspiración De Moisés, ¿qué hombre, qué amenaza, qué fuerza podrá detener a estos corazones? Ninguna en verdad, porque en ese anhelo estará mi luz, en esa lucha estará mi fuerza, en ese ideal estarán mis divinas promesas.

¿Necesita el mundo para libertarse de sus cadenas, a un nuevo Moisés? Yo os digo que la enseñanza que os he traído en este tiempo, es la luz que inspiró a Moisés, es palabra de justicia y profecía, es fuerza que levanta al débil, al tímido, al cobarde, y le convierte en valeroso, decidido, ferviente, es ley que guía y conduce por la senda de la verdad, es maná que sustenta en los largos días de la jornada, y finalmente, es liberación, es paz, es bienandanza para los hombres de buena voluntad.

Os sentís alentados por mi palabra, pueblo, y como si un bálsamo maravilloso cayera sobre vuestras heridas, os sentís fortalecidos, renovados, llenos de esperanza en el mañana; entonces os pregunto: ¿No creéis que si vosotros lleváis este mismo mensaje a los pueblos oprimidos de la tierra, obraría en ellos el mismo prodigio?

Por eso os digo a cada paso, que os preparéis, para que no retardéis el momento en que podáis levantaros como emisarios de esta inspiración. Si os digo que os preparéis, es porque esta buena nueva deberá ser extendida de tal manera, que no sea ella el motivo para que se cause un dolor, se provoque una contienda fratricida o se derrame una sola gota de sangre.

Mi mensaje es persuasivo, dulce, lleno de verdad; lo mismo toca al corazón, que llega a la mente y convence al espíritu.

Escuchadme, estudiad, practicad y estaréis en condiciones de abrir para los hombres brechas hacia la fe, hacia la luz, la libertad y la paz.

Para eso vengo a enseñaros el culto perfecto a mi Divinidad. Quiero que comprendáis que sólo ante Mí debéis orar, porque Yo soy el dador, sin cuya voluntad o permiso nada se hace.

María, vuestra Madre Celestial, es poseedora de dones y gracias; así, cuando vuestra elevación sea escasa, o vuestra falta de elevación os haga indignos de hablarme, orad ante Ella, buscad su ayuda y su intercesión, y en verdad os digo que por ese camino, presto llegarán a Mí vuestras peticiones.

Os doy estas lecciones, porque habéis convertido al espíritu de muchos justos en divinidades, a los cuales les pedís y adoráis como si fuesen dioses. ¡Cuánta ignorancia, oh humanidad! ¿Cómo pueden los hombres juzgar la santidad y perfección de un espíritu, tan sólo por sus obras humanas?

Soy el primero en deciros que imitéis los buenos ejemplos que vuestros hermanos hayan escrito con sus obras, con su vida, con su virtud, y os digo también que al recordarles, esperéis su ayuda espiritual y su influencia; mas, ¿por qué les levantáis altares que sólo sirven para ofender la humildad de aquellos espíritus? ¿Por qué se crean cultos en torno a su memoria como si fuesen la Divinidad, poniéndolos en el lugar del Padre, al cual olvidan por adorar a sus hermanos? ¡Cuán dolorosa ha sido para ellos la gloria que aquí les habéis dado!

¿Qué saben los humanos de mi juicio sobre aquellos a quienes llaman santos? ¿Qué saben de la vida espiritual de aquellos seres o del sitio que cada uno se ha labrado ante el Señor?

Nadie piense que con estas revelaciones vengo a borrar de vuestro corazón los méritos que mis siervos hayan hecho entre la humanidad; por el contrario, quiero que sepáis que la gracia que en Mí han hallado es grande y que es mucho lo que por sus oraciones os concedo; pero es menester que destruyáis vuestra ignorancia, de la cual proviene el fanatismo religioso, la idolatría y la superstición.

Si sentís que el espíritu de aquellos seres flota sobre el ambiente de vuestra vida, confiad en ellos que son parte del mundo espiritual, para que ellos y vosotros unidos en la senda del Señor, consuméis la obra de fraternidad espiritual, esa obra que estoy esperando como resultado de todas mis enseñanzas.

En esta forma vengo a doctrinaros, para que podáis desempeñar con limpidez vuestra misión.

Ciertamente, esta existencia es una nueva etapa para vuestro espíritu, el cual había dejado incompleta una obra que se le había encomendado, y al que ahora se le ha dado la oportunidad de llevarla un poco más adelante en el camino de la perfección.

También Yo el Divino Maestro, tuve que volver entre los hombres, porque mi obra en aquel tiempo quedó incompleta. Habrá quienes nieguen esta aseveración diciendo que la obra de Jesús concluyó al expirar en la cruz, mas esto se debe a que han olvidado que Yo os anuncié y prometí mi retorno. Mas vosotros, a quienes ahora revelo estas enseñanzas, comprended que a Mí no me es indispensable la reencarnación, porque en mi Espíritu está el poder manifestarme de mil maneras a la humanidad. Tampoco he vuelto en busca de perfeccionamiento para mi Espíritu. Si ahora vengo a vosotros, es tan sólo para seguiros enseñando la senda que os conduce a la luz. Recordad que en el Primer Tiempo os dijeron los profetas: El es la puerta, además, ¿no os dije cuando me humanicé entre vosotros. "¿Yo soy el camino?" ¿No estoy ahora diciéndoos: Yo soy la cumbre del monte que estáis escalando?.

De cierto os digo que Yo he estado siempre en la perfección. Hoy me complazco en saberos seguros transitando por mi senda; mañana será el gozo universal, cuando todos viváis dentro del hogar espiritual, que hace tiempo está esperando la llegada de los hijos del Señor.

Así hablo a vuestro espíritu, porque sé que ya puede comprender estas lecciones y que a él puedo decirle que no es hijo de esta tierra, que aquí en este mundo sólo debe considerarse como un huésped, porque su verdadera patria es espiritual.

Tomad esta palabra en su verdadero sentido, porque de lo contrario llegaríais a pensar que mí doctrina viene en contra de todo progreso humano; y no sería justo que atribuyeseis tales errores a un Padre que sólo busca el perfeccionamiento de sus hijos en las diferentes sendas de la vida.

Lo que persigue mi justicia implacablemente, es el mal, que toma diversas formas en el corazón del hombre, manifestándose a veces en sentimientos egoístas, en bajas pasiones, en codicia desmedida y aun en odios.

Discípulos, debéis estudiar lo que ahora os digo en sentido figurado: La vida es un árbol, sus ramas son en número incontable y de esas ramas, no hay dos que sean iguales, mas cada una de ellas cumple con su misión. Si un fruto se malogra, es desprendido del árbol, y si una rama se desvía, es podada, porque del árbol de la vida sólo frutos de vida tienen que brotar.

De cierto os digo, que toda ciencia que haya causado mal y toda religión que no haya hecho verdadera luz, podéis considerarlas como ramas y frutos por los cuales no corre la savia del árbol de la vida, porque fueron desprendidos de él.


 ¡Toma de mi amor y mi bendición en Mi nombre que Soy el Padre, el Hijo el Espíritu Santo, la paz de mi Divinidad nunca se aparte de Vosotros!

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