sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 113

Pueblo amado de Israel, discípulo, párvulo y postreros, las obras de vuestro espíritu a través de la materia son juzgadas, por el único Ser que en verdad os puede juzgar.
Habéis sido contemplados por la única mirada que puede penetrar en vuestros pensamientos, y vuestro espíritu se ha estremecido ante ese juicio. No es la carne la que se da cuenta de la magnitud de sus faltas, sino el espíritu, y es el que no se ha atrevido a contemplar la faz divina, mas habéis inclinado vuestra cervíz para escuchar la voz del juez, oh discípulos amados. Yo os envío mi bendición, mi amor y mi perdón de Padre.

¿Hasta cuándo la voz del juez, no tendrá nada que reclamaros y sólo contemple que vuestras lágrimas, como un rocío, purifican vuestro espíritu y vuestro corazón?

Yo estoy con vosotros; he venido una vez más como Maestro, como Padre, como amigo y compañero de viaje en el camino de vuestro espíritu. He penetrado hasta lo más íntimo de vuestro corazón y aquí me tenéis nuevamente entre vosotros, para enseñaros y daros el consejo celestial que os señala el camino en donde está mi gracia y del cual no debéis apartaros.

Elías, con su voz de pastor, conocida por todas sus ovejas, os reune y guarda en el aprisco. Mi arcano se ha abierto para los espíritus encarnados y desencarnados, mi gracia y mi caridad se derraman en el universo, en Espíritu y en verdad. El amor del Padre es eterno. Mas ante la manifestación de mi amor divino, ¿quiénes de vosotros habéis penetrado en meditación y os habéis regenerado para lograr la espiritualidad?; ¿quién es aquel discípulo que ya ha comprendido y practicado mis enseñanzas?

En el Segundo Tiempo hablé a grandes multitudes y por muchos fui comprendido, y si ahora en el Tercer Tiempo, vosotros me comprendéis y practicáis la enseñanza que os vengo a recordar, benditos seáis, porque en el presente tiempo daréis un paso de adelanto en el camino de la espiritualidad.

A lo largo de vuestra existencia viviréis mi propia pasión, porque desde el Segundo Tiempo os enseñé a nacer y vivir en la humildad. Os enseñé a vivir "dando a Dios lo que es de Dios y al mundo lo que es del mundo". Os enseñé que, llegado el instante de cumplir con la voluntad del Padre, debe dejarse lo que pertenece al mundo para encaminarse hacia la "tierra prometida", hacia el "reino celestial". Yo os enseñé el sendero del sacrificio, del amor, del perdón, de la caridad, caminando siempre adelante y hacia arriba, hasta llegar a la cruz del sacrificio.

En este tiempo vosotros me imitáis en " pasión de aquel Segundo Tiempo, porque habéis nacido humildes y porque a través de vuestra vida humana habéis experimentado el dolor, las caídas, los abrojos, las ofensas, y habéis derramado vuestro llanto por amor a mi obra.

En el Segundo Tiempo, el Divino Maestro, siendo puro de Espíritu y de cuerpo, fue bautizado por Juan en las aguas del Jordán, para daros una prueba de mansedumbre y humildad; y si Aquel que no tenía mancha alguna, no rechazó el símbolo de la purificación, ¿cómo podrán los pecadores en este Tercer Tiempo llamarse puros delante de la humanidad?

Después me interné en el desierto para meditar, para enseñaros a penetrar en comunión con el Creador y contemplar desde el silencio del desierto la obra que me esperaba, para enseñaros con ello, que para levantaros al cumplimiento de la obra que os he confiado, antes tenéis que purificaros. Después, en el silencio de vuestro ser, buscad la comunión directa con vuestro Padre, y así preparados, limpios, fortalecidos y resueltos, levantaos con firmeza al cumplimiento de vuestra delicada misión.

En el Segundo Tiempo, solamente tres años prediqué entre las multitudes que me escucharon y siguieron. El caudal de amor, sabiduría, justicia y ley que había en mi Espíritu, no sólo estuvo en mi palabra, sino también en mis obras, en mis miradas, en el bálsamo que derramé en los enfermos, en el perdón que regeneró a los reacios pecadores, en mi voz qué levantó a los muertos, en mi palabra que alejaba a los espíritus luz perdida. El momento era llegado y escrito estaba que había que penetrar en la ciudad de Jerusalén donde los fariseos y los grandes sacerdotes de aquel tiempo, sólo esperaban la ocasión para dar muerte a Jesús. Mis obras quedaron como un recuerdo imperecedero para toda la humanidad, el día de mi entrada triunfal en Jerusalén, el santo cenáculo, la aprehensión, la noche de agonía, la vía dolorosa y por fin, la crucifixión.

En aquel tiempo sólo fue contemplado el hombre que os enseña, que lloró y sufrió por sus discípulos y por las multitudes. Hoy os eleváis y contempláis el fondo de aquella obra, y no sólo lloráis por el dolor humano de Jesús, ni sólo os conmovéis con aquella sangre que brotó de su cuerpo, sino que con el estudio y elevación espiritual, comprendéis que dentro y fuera de aquel hombre estuvo el Espíritu Divino, que con su luz vino a enseñar a los hombres a cumplir la misión que los purifique de todas sus faltas, un Dios que lloraba y sangraba a través de un cuerpo, a causa de las tinieblas o ignorancia que cubrían a la humanidad, un Dios que se hacía hombre para habitar con los hombres y enseñarles el verdadero camino y el amor de unos a otros, un Dios que se humanizaba para sentir el dolor del hombre y estar cerca de él.

Los tiempos han pasado y el hombre no me ha olvidado. La humanidad lleva grabado mi nombre en su conciencia, mas se ha apartado del verdadero camino y hoy solamente se conforma con conocer mi nombre, recordarlo y confundir mi enseñanza; porque el hombre la envolvió en ritos, en ceremonias, en tradiciones y festines, y con ello se conforma. Dejó de amar a su propio hermano, dejó de sentir el dolor de su semejante, llenó su corazón de egoísmo, se enseñoreó, se olvidé de que su Maestro derramó su sangre y la convirtió en bálsamo, en gracia, en redención y en vida para la humanidad, y que todo aquel que me ama y me sigue, puede hacer lo que Yo hice, regenerar y salvar con la palabra, resucitar al muerto y sanar todos los males con la caricia espiritual

Después de mi partida en el Segundo Tiempo, mis apóstoles continuaron mi obra, y los que siguieron a mis apóstoles, continuaron la labor de ellos. Eran los nuevos labriegos, los cultivadores de aquella campiña preparada por el Señor, fecundada con su sangre, sus lágrimas y su palabra, cultivada con el trabajo de los doce primeros y también por los que les siguieron; mas de tiempo en tiempo y de generación en generación, los hombres fueron mistificando o falseando mi obra y mi doctrina.

¿Quién le dijo al hombre que él podía hacer mi imagen?; ¿quién le dijo que me representara pendiente de la cruz? ¿quién le dijo que podía hacer la imagen de María, la forma de los ángeles o el rostro del Padre?

¡Ah hombres de poca fe!, que para poder palpar mi presencia, habéis tenido que materializar lo espiritual.

La imagen del Padre fue Jesús; la imagen del Maestro, sus discípulos. Yo dije en el Segundo Tiempo: "Quién conoce al Hijo, conoce al Padre". Esto quiere decir, que Cristo, que hablaba en Jesús, era el propio Padre. Sólo el Padre podía hacer su propia imagen.

Después de muerto en cuanto hombre, me manifesté con vida ante mis apóstoles, para que reconocieran que Yo era la vida y la eternidad y que en materia o fuera de ella estaba presente entre vosotros. No todos los hombres entendieron ésto y por eso cayeron en idolatría y en fanatismo.

Me preguntan algunos: Señor, ¿habremos caído en un nuevo fanatismo o en una nueva idolatría?, y el Maestro os, dice: No estáis Limpios del todo, no os habéis preparado con toda la espiritualidad que el Maestro os está enseñando, pero poco a poco la alcanzaréis. En este Tercer Tiempo he preparado profetas para que contemplen con el espíritu y den testimonio al pueblo.

Escuchad mi voz a través de la conciencia, reconoced que sois mi pueblo escogido, que tenéis que dar el ejemplo y ser el espejo limpio, donde los pueblos puedan contemplarse. Más tarde, cuando todos hayáis formado un solo cuerpo y una sola voluntad, seréis ejemplo ante las doctrinas y las religiones, y tendréis derecho de hablar de amor y paz, de decir a los demás, que se amen los unos a los otros, porque vosotros les daréis ejemplo. Enseñaréis a los demás la regeneración, porque vosotros antes os habréis regenerado y comprendido mi enseñanza.

Mientras no os espiritualicéis ¿cómo podréis levantaros para derrumbar los falsos dioses? Solamente espiritualizados podréis ir por el mundo y hacer cesar odios, necias ambiciones, faIsas grandezas y malas ciencias. Solamente así, preparados, podréis detener el avance de la perversidad; ¿cómo? con el amor, que es espiritualidad. Entonces seréis un libro abierto; a nadie diréis que sois maestros, ni que sois mis discípulos. Sin hacer alarde os levantaréis por los caminos y Yo Pondré a las multitudes a vuestro paso, prepararé las comarcas y los caminos, haré que podáis comunicaras con vuestros hermanos de distintas lenguas. No todos atravesaréis los mares. Señalados están por Mí los que habrán de levantarse a lejanas o cercanas comarcas; pero todos se levantarán como parvada de palomas. Serán mis emisarios en todos los lugares de la tierra como enviados de paz.

Sí, pueblo, es la misión que os espera. Hoy os vengo a hablar con más claridad a través de mis portavoces. En el Segundo Tiempo hablé a mis discípulos y a grandes multitudes en sentido figurado y en parábolas.

Los hombres no me comprendían, mas su espíritu sí penetraba en la esencia de aquella palabra. Mis discípulos se preguntaban unos a otros: ¿Qué ha querido decir el
Maestro con esta palabra? y ni unos ni otros, acertaban a comprender toda mi enseñanza; mas ella iba quedando almacenada, para cuando llegara el tiempo en que fuera comprendida con toda claridad.

En este Tercer Tiempo, mi palabra dada a través del entendimiento humano, ha sido más clara y comprensible para vuestro entendimiento, porque habéis evolucionado; ¿cómo podría esperar de vosotros evolución y perfeccionamiento, si antes os hubiese privado de vuestros dones?

Si hay seres que en su camino han perdido el sentido de la verdadera vida, convirtiéndose en plantas parásitas, Yo les transmito savia de vida eterna para que tornen a ser plantas fructíferas.

Pueblo: aprovechad mis enseñanzas, porque muchas de mis palabras no serán recogidas por las plumas de oro y muchos de los escritos van a ser ocultados por corazones egoístas e ignorantes.

Pensad en que pronto dejaréis de escucharme en esta forma y que deberéis estar preparados para recibir por inspiración mis revelaciones y mandatos.

¡Ay de los que pretendieran torcer mis designios, porque la hoz justiciera, al llegar la hora de la siega, les tratará como a cizaña o mala hierba!

Entended que he venido a enseñaros a compartir el dolor de vuestros hermanos, para que sepáis levantaros sembrando paz y vertiendo mi bálsamo sobre toda dolencia.

Mirad la guerra, que, semejante a un manto negro, va cubriendo de luto los pueblos y las naciones por donde pasa. Los mares, los montes y los valles, han sido convertidos en campos de sangre y de muerte, mas vosotros no perdáis la fe; por grande qué sea la confusión que reine en el mundo, no desconfiéis de vuestras fuerzas para resistir las pruebas, porque entonces será cuando la elevación espiritual y la forma de orar que os he enseñado, ayude a vuestros hermanos a encontrar el sendero de la verdadera luz.

¿Veis esos hombres que tan sólo viven para satisfacer desmedidas ambiciones, pasando sobre la vida de sus semejantes, sin respetar los derechos que Yo, su Creador, les he concedido? ¿veis cómo sus obras sólo hablan de envidia, de odio y de codicia? Pues es por ellos por los que debéis orar más que por otros, que no están tan necesitados de luz. A estos hombres perdonadles todo el dolor que os causan y ayudadles con vuestros pensamientos limpios a razonar. No hagáis en torno a ellos más densa la niebla que les rodea, porque cuando tengan que responder de sus actos también llamaré a responder a quienes en vez de orar por ellos, sólo les, enviaron tinieblas con sus malos pensamientos.

¿Os parece imposible que esos seres lleguen a escuchar algún día la voz de la conciencia? Yo os digo, que pronto llegará la hora en que ellos llamen a mi puerta y me digan: Señor, ábrenos, porque no hay más reino que el tuyo.

En la vida de los hombres siempre ha estado el mal sobre el bien; vuelvo a deciros que el mal no prevalecerá, sino que mi ley de amor y justicia reinará sobre la humanidad.

Oíd mi palabra, oh discípulos, porque vendrá el día en que ya no podáis escucharla, y es preciso que almacenéis su esencia, en vuestro corazón. Sólo Yo puedo calmar vuestra sed de justicia en este tiempo de egoísmo y mentira. Bebed estas aguas cristalinas, que en verdad vuelvo a deciros: "Quién de esta agua bebiera, sed no volverá a sentir".

Cuando pensáis en que estoy dando mi divina palabra por conducto de estos rudos entendimientos, y que en ella encuentran salud y consuelo millares de corazones, os inclináis ante el milagro.

En verdad os digo, que si Moisés tocando con su vara la roca en el desierto, hizo brotar de ella el agua que apagó la sed de la multitud, en este tiempo con mi justicia que es amor y potestad, he tocado estas mentes y estos corazones de roca, haciendo brotar de ellos agua de vida eterna.

Mi palabra es la senda; penetrad en ella y con la luz de mi amor conoceréis el camino. Yo soy el guía que conduce vuestros pasos; mi voz que está en vuestra conciencia os anima y orienta, y mis prodigios encienden vuestra fe.

En todos los tiempos ha sido mi ley la voz que ha conducido a los pueblos hacia la luz; los hombres que he enviado al frente de las multitudes, han sido ejemplos de fidelidad y fortaleza que a cada paso les han ido señalando el verdadero camino.

Penetrad con amor en el estudio de mi doctrina, porque os vais acercando al tiempo en el que no tendréis más guía que vuestra conciencia, ni más pastor que mi Espíritu.

Mientras no alcancéis una completa preparación, tendréis necesidad de alguien que os ayude a caminar y a dirigir vuestros pasos por el buen sendero; es por eso que de entre vosotros escojo a algunos de mis hijos para ponerles al frente de pueblos o multitudes. ¡Qué delicado es ese cargo y qué grave su responsabilidad! Benditos los que Henos de celo, obediencia y temor, conducen por mi senda a sus hermanos, porque será menos amargo su cáliz, cuando las multitudes como pesada cruz los agobien. Yo les ayudaré cuando estén próximos a doblegarse bajo el peso de sus responsabilidades y nunca les dejaré caer.

Benditas sean también las multitudes que con mansedumbre sigan los pasos de quienes velan y sufren porque no se desvíen ni un paso del sendero del cumplimiento.

Uníos verdaderamente y escucharéis con claridad la voz del Divino Pastor, que os va conduciendo al aprisco celestial.

Todo estaba preparado para que, en el Tercer Tiempo me escuchaseis a través del entendimiento humano; los que así me han oído, ya estaban destinados para ello.

No todos me esperabais y menos en la forma en que me he manifestado, porque os ocultaron mi palabra y olvidasteis mi promesa de volver. Mas Yo, para quien no pasa. el tiempo, vine a cumpliros mi promesa. Ahora mi palabra es anuncia un nuevo tiempo de revelaciones que vendrán a libertaros de toda esclavitud. ¡No más cadenas, ni más cautiverio, humanidad!

En el Primer Tiempo me bastó un hombre para conduciros a la "tierra de promisión"; en el Segundo Tiempo fueron doce discípulos los preparados para extender mi doctrina y enseñar el camino a los hombres; ahora levantaré a un pueblo investido de mi gracia y donado con mi palabra, para que sea él quien lleve a las naciones y comarcas del mundo el pan de vida eterna que alimente a los pobres de espíritu y a los hambrientos de justicia.

Dejo en vuestro corazón el pan de amor y de verdad que compartiréis con la humanidad, porque ella aparentemente es fuerte, pero detrás de sus galas, de su esplendor y de su poder, lleva un espíritu débil, enfermo y fatigado.

Heme aquí con vosotros, he cumplido mi promesa. Vengo como Dios, como Padre, como Maestro y como amigo.

Al anuncio de mi llegada, muchos han recurrido a los libros y a la historia para confirmar ni nueva venida, mas todo les ha dicho que mi presencia es verdadera. ¿Os parece extraño que ahora haya llegado en Espíritu? comprended que ya no es tiempo de que el Verbo se haga hombre para habitar con vosotros; esa lección de amor pertenece al pasado. Hoy vivís en la era del Espíritu Santo.

Este es el tiempo de la elevación, en el que si queréis mirarme o sentirme, tenéis que preparar vuestro espíritu, porque no vais a preguntarle a nadie si es verdad que estoy entre vosotros. ¿Acaso estáis privados de espíritu o sensibilidad? ¿Por ventura, carecéis de corazón y sentidos? Entonces, ¿a quién le vais a preguntar si es cierta mi manifestación entre vosotros? No intentaréis preguntárselo a los sabios, porque ellos nada saben de Mí. Recordad que en el Segundo Tiempo, mientras los hombres del poder estaban sorprendidos de mi presencia, y mientras los teólogos se confundían y los sacerdotes me condenaban, los humildes y sencillos escuchaban el eco cae mi palabra en lo más puro de su corazón. A quienes me están escuchando y no alcanzan a concebir mi presencia bajo esta manifestación, Yo les digo, que si a pesar de su duda y reaciedad quieren saber si soy Yo el que habla, que pongan a prueba mi enseñanza, practicándola, que analicen mi palabra, que limpien su corazón y su mente, que vayan a buscar a su enemigo para perdonarle, que laven la llaga del leproso, que consuelen al triste, y entonces sabrán por sí mismos si he sido Yo, Cristo, el que ha hablado por estos labios humanos.

Será vuestra conciencia la que os diga si esta palabra es de Dios o del hombre.

Hablando a través del entendimiento humano no estoy oculto, por el contrario, me manifiesto en él.

En aquél tiempo os dije: "El árbol por su fruto será reconocido". Ved los frutos que mi doctrina está dando; los enfermos desahuciados por la ciencia, sanan los perversos se arrepienten; los viciosos se regeneran; los escépticos se hacen fervientes; los "materialistas se espiritualizan. Quien no ve estos Prodigios, es que se obstina en ser ciego.

Muchos árboles cultiva la humanidad; el hambre y la miseria de Ios hombres los hace buscar en ellos sombra y frutos que les ofrezcan salvación, justicia o paz. Esos árboles son doctrinas de hombres, inspiradas muchas veces en odios, en egoísmos, en ambiciones y en delirios de grandeza. Sus frutos son de muerte, sangre, destrucción y ultrajes a lo más sagrado en la vida del hombre, que es la libertad de creer, pensar, hablar, en una palabra que es privarlo de la libertad de espíritu.

Son las tinieblas que se levantan para luchar contra la luz.

Yo os puse alerta anunciándoos que llegaría un tiempo en que las guerras de ideas, doctrinas y guerras homicidas, se desatarían, cundiendo de nación en nación, dejando estela de hambre y dolor entre la humanidad. Y que ése sería el tiempo de mi venida sobre la nube, o sea espiritualmente.

Un instante antes de expirar en la cruz, dije en labios de Jesús: "Todo está consumado". Esa fue mi última palabra en cuanto hombre, porque espiritualmente mi voz no ha cesado jamás, ya que mi Verbo inició un concierto de amor con todos los seres desde el instante de su creación.

Ahora os estoy hablando por medio de un portavoz humano; después de 1950 conversaré de Espíritu a espíritu con vosotros y os daré a conocer grandes maravillas y revelaciones, pero siempre os hablaré, porque soy el Verbo Eterno.

Vosotros quedaréis para enseñar a vuestros hermanos lo que aprendisteis de Mí, y no habrá pregunta, por profunda que sea, que no contestéis con acierto, siempre que seáis humildes, para que no os despojéis de mi gracia.

Vosotros amad, hablad cuando debáis hacerlo, callad cuando sea conveniente, a nadie digáis que sois escogidos míos, huid de la adulación y no publiquéis la caridad que hagáis, trabajad en silencio, testificando con vuestras obras de amor la verdad de mi doctrina.

Amar es vuestro destino. Amad, porque así lavaréis vuestras manchas, tanto de vuestra vida presente como de vidas anteriores.

No digáis que soy el Dios de la pobreza o de la tristeza, tomando en cuenta que a Jesús siempre le siguieron multitudes de enfermos y afligidos. Yo busco a los enfermos, a
los tristes y a los pobres, pero es para llenarlos de alegría, de salud y esperanza, porque Yo soy el Dios de la alegría, de la vida, de la paz y la luz.

Si alguien os ha dicho que existen pecados que no tienen perdón de mi parte, no os ha dicho la verdad. Para las faltas grandes, son las grandes purificaciones, y para un intenso arrepentimiento, está mi infinito perdón. Una vez más os digo que todos llegaréis a Mí.

En este tiempo, mi pacto con vosotros no será sellado con sangre, como lo fue en Egipto cuando mi pueblo marcó las puertas de sus casas con sangre de cordero primogénito, o como después en el Segundo Tiempo lo hizo Jesús, el Cordero de Dios, al sellar con su sangre un pacto espiritual entre el Maestro y sus discípulos.

Ahora quiero que os levantéis por amor, guiados por la luz de la conciencia y por el ideal de espiritualidad, para que no sea la sangre del inocente la que selle este pacto de alianza; deberá ser la luz de mi Espíritu y vuestra luz, las que se fundan en una sola claridad, en un solo rayo de luz.

El camino que Moisés trazó a las multitudes a través del mar y del desierto, llevándolas hasta las puertas de la "tierra prometida", es un símbolo de la enseñanza que precedió a las lecciones que os revelé a través de Jesús, lecciones que principiaron en el pesebre de Belén y terminaron en el calvario.

En este tiempo seréis los que tengáis que levantaros a enseñar mis lecciones, para lo cual tendréis que penetrar en el corazón de vuestros hermanos con el mayor respeto, porque el corazón del hombre es mi templo. Si al penetrar ahí encontráis una lámpara apagada o una flor marchita, encended la lámpara y regad la flor, para que vuelvan a existir la luz y la fragancia del espíritu en aquel santuario. Mas no vayáis a querer recoger el fruto al instante. ¿Acaso cuando sembráis la semilla en la tierra, ésta germina al instante o da frutos de inmediato? ¿Por qué entonces, del corazón humano, que es más duro que la tierra, queréis recoger la cosecha el mismo día que sembráis en él?

También debéis saber que así como existen diferencias en las tierras materiales, las hay en los hombres. Muchas veces sembraréis, y cuando hayáis perdido toda esperanza de que nazca vuestra siembra, os sorprenderéis viéndola nacer, crecer y fructificar. Otras veces creeréis haber sembrado en tierras fértiles y no veréis germinar la semilla. Si encontrareis tierras tan duras que se resistiesen a vuestros esfuerzos, dejádmelas, y Yo, el Labrador Divino, las haré fructificar.

Os hablo en sentido figurado para que retengáis mis enseñanzas; no quiero que después de 1950 os sintáis como huérfanos sin herencia. Cuando cese mi vez, muchos me seguirán buscando; mas mi voz, bajo esta forma, no volverá a ser escuchada. Habrá un instante de flaqueza para el pueblo, en el que los hombres y mujeres se confundirán; cuando su confusión llegue al máximo, haré sentir con todo esplendor mi presencia. Entonces todo aquel que está preparado, abrirá sus ojos y contemplará la verdad en mi doctrina. Esos serán los que me verán y darán testimonio de mi presencia entre vosotros.

Os preparo para esos tiempos, porque cuando ya no escuchéis mi palabra, las tentaciones acudirán a vuestro corazón, queriendo aprovechar vuestra debilidad, para mostraros muchos caminos. Recurriréis entonces a vuestra memoria en busca de mi palabra, y buscaréis los libros que se están formando, para que allí encontréis el valor que le falte a vuestro espíritu. Entonces sabréis que os encontráis en el tiempo de depuración.

Sois débiles aún, pero volveréis a ser fuertes, porque en este tiempo habrá gobernantes que tiemblen ante la potestad de mi pueblo. ¿Cuándo ocurrirán estos hechos? cuando este pueblo aumente su espiritualidad, y el desarrollo de sus dones alcance un alto grado. Entonces correrán rumores sobre vuestra potestad; esos rumores irán de nación en nación y será cuando aparezca ese nuevo faraón que tratará de esclavizaros, sin conseguirlo, porque ése será el tiempo de la libertad del espíritu en la tierra. Mi pueblo cruzará el desierto de las calumnias y de las injusticias; mas no se doblegará al dolor y seguirá paso a paso, llevando en el arca de su espíritu la enseñanza del único libro revelado a los hombres en tres tiempos, la luz de los tres testamentos que son la ley, el amor y la sabiduría de Dios.


 ¡Toma de mi amor y mi bendición en Mi nombre que Soy el Padre, el Hijo el Espíritu Santo, la paz de mi Divinidad nunca se aparte de Vosotros!

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