Pueblo amado de Israel, discípulo, párvulo y postreros, las
obras de vuestro espíritu a través de la materia son juzgadas, por el único Ser
que en verdad os puede juzgar.
Habéis sido contemplados por la única mirada que puede penetrar en
vuestros pensamientos, y vuestro espíritu se ha estremecido ante ese juicio. No
es la carne la que se da cuenta de la magnitud de sus faltas, sino el espíritu,
y es el que no se ha atrevido a contemplar la faz divina, mas habéis inclinado
vuestra cervíz para escuchar la voz del juez, oh discípulos amados. Yo os envío
mi bendición, mi amor y mi perdón de Padre.
¿Hasta cuándo la voz del juez, no tendrá nada que reclamaros
y sólo contemple que vuestras lágrimas, como un rocío, purifican vuestro
espíritu y vuestro corazón?
Yo estoy con vosotros; he venido una vez más como Maestro,
como Padre, como amigo y compañero de viaje en el camino de vuestro espíritu.
He penetrado hasta lo más íntimo de vuestro corazón y aquí me tenéis nuevamente
entre vosotros, para enseñaros y daros el consejo celestial que os señala el
camino en donde está mi gracia y del cual no debéis apartaros.
Elías, con su voz de pastor, conocida por todas sus ovejas,
os reune y guarda en el aprisco. Mi arcano se ha abierto para los espíritus
encarnados y desencarnados, mi gracia y mi caridad se derraman en el universo,
en Espíritu y en verdad. El amor del Padre es eterno. Mas ante la manifestación
de mi amor divino, ¿quiénes de vosotros habéis penetrado en meditación y os
habéis regenerado para lograr la espiritualidad?; ¿quién es aquel discípulo que
ya ha comprendido y practicado mis enseñanzas?
En el Segundo Tiempo hablé a grandes multitudes y por muchos
fui comprendido, y si ahora en el Tercer Tiempo, vosotros me comprendéis y
practicáis la enseñanza que os vengo a recordar, benditos seáis, porque en el
presente tiempo daréis un paso de adelanto en el camino de la espiritualidad.
A lo largo de vuestra existencia viviréis mi propia pasión,
porque desde el Segundo Tiempo os enseñé a nacer y vivir en la humildad. Os
enseñé a vivir "dando a Dios lo que es de Dios y al mundo lo que es del
mundo". Os enseñé que, llegado el instante de cumplir con la voluntad del
Padre, debe dejarse lo que pertenece al mundo para encaminarse hacia la
"tierra prometida", hacia el "reino celestial". Yo os
enseñé el sendero del sacrificio, del amor, del perdón, de la caridad,
caminando siempre adelante y hacia arriba, hasta llegar a la cruz del
sacrificio.
En este tiempo vosotros me imitáis en " pasión de aquel
Segundo Tiempo, porque habéis nacido humildes y porque a través de vuestra vida
humana habéis experimentado el dolor, las caídas, los abrojos, las ofensas, y
habéis derramado vuestro llanto por amor a mi obra.
En el Segundo Tiempo, el Divino Maestro, siendo puro de
Espíritu y de cuerpo, fue bautizado por Juan en las aguas del Jordán, para
daros una prueba de mansedumbre y humildad; y si Aquel que no tenía mancha
alguna, no rechazó el símbolo de la purificación, ¿cómo podrán los pecadores en
este Tercer Tiempo llamarse puros delante de la humanidad?
Después me interné en el desierto para meditar, para
enseñaros a penetrar en comunión con el Creador y contemplar desde el silencio
del desierto la obra que me esperaba, para enseñaros con ello, que para
levantaros al cumplimiento de la obra que os he confiado, antes tenéis que
purificaros. Después, en el silencio de vuestro ser, buscad la comunión directa
con vuestro Padre, y así preparados, limpios, fortalecidos y resueltos,
levantaos con firmeza al cumplimiento de vuestra delicada misión.
En el Segundo Tiempo, solamente tres años prediqué entre las
multitudes que me escucharon y siguieron. El caudal de amor, sabiduría,
justicia y ley que había en mi Espíritu, no sólo estuvo en mi palabra, sino
también en mis obras, en mis miradas, en el bálsamo que derramé en los
enfermos, en el perdón que regeneró a los reacios pecadores, en mi voz qué
levantó a los muertos, en mi palabra que alejaba a los espíritus luz perdida.
El momento era llegado y escrito estaba que había que penetrar en la ciudad de
Jerusalén donde los fariseos y los grandes sacerdotes de aquel tiempo, sólo
esperaban la ocasión para dar muerte a Jesús. Mis obras quedaron como un
recuerdo imperecedero para toda la humanidad, el día de mi entrada triunfal en
Jerusalén, el santo cenáculo, la aprehensión, la noche de agonía, la vía
dolorosa y por fin, la crucifixión.
En aquel tiempo sólo fue contemplado el hombre que os
enseña, que lloró y sufrió por sus discípulos y por las multitudes. Hoy os
eleváis y contempláis el fondo de aquella obra, y no sólo lloráis por el dolor
humano de Jesús, ni sólo os conmovéis con aquella sangre que brotó de su
cuerpo, sino que con el estudio y elevación espiritual, comprendéis que dentro
y fuera de aquel hombre estuvo el Espíritu Divino, que con su luz vino a
enseñar a los hombres a cumplir la misión que los purifique de todas sus
faltas, un Dios que lloraba y sangraba a través de un cuerpo, a causa de las
tinieblas o ignorancia que cubrían a la humanidad, un Dios que se hacía hombre
para habitar con los hombres y enseñarles el verdadero camino y el amor de unos
a otros, un Dios que se humanizaba para sentir el dolor del hombre y estar cerca
de él.
Los tiempos han pasado y el hombre no me ha olvidado. La
humanidad lleva grabado mi nombre en su conciencia, mas se ha apartado del
verdadero camino y hoy solamente se conforma con conocer mi nombre, recordarlo
y confundir mi enseñanza; porque el hombre la envolvió en ritos, en ceremonias,
en tradiciones y festines, y con ello se conforma. Dejó de amar a su propio
hermano, dejó de sentir el dolor de su semejante, llenó su corazón de egoísmo,
se enseñoreó, se olvidé de que su Maestro derramó su sangre y la convirtió en
bálsamo, en gracia, en redención y en vida para la humanidad, y que todo aquel
que me ama y me sigue, puede hacer lo que Yo hice, regenerar y salvar con la
palabra, resucitar al muerto y sanar todos los males con la caricia espiritual
Después de mi partida en el Segundo Tiempo, mis apóstoles
continuaron mi obra, y los que siguieron a mis apóstoles, continuaron la labor
de ellos. Eran los nuevos labriegos, los cultivadores de aquella campiña
preparada por el Señor, fecundada con su sangre, sus lágrimas y su palabra,
cultivada con el trabajo de los doce primeros y también por los que les
siguieron; mas de tiempo en tiempo y de generación en generación, los hombres
fueron mistificando o falseando mi obra y mi doctrina.
¿Quién le dijo al hombre que él podía hacer mi imagen?;
¿quién le dijo que me representara pendiente de la cruz? ¿quién le dijo que
podía hacer la imagen de María, la forma de los ángeles o el rostro del Padre?
¡Ah hombres de poca fe!, que para poder palpar mi presencia,
habéis tenido que materializar lo espiritual.
La imagen del Padre fue Jesús; la imagen del Maestro, sus
discípulos. Yo dije en el Segundo Tiempo: "Quién conoce al Hijo, conoce al
Padre". Esto quiere decir, que Cristo, que hablaba en Jesús, era el propio
Padre. Sólo el Padre podía hacer su propia imagen.
Después de muerto en cuanto hombre, me manifesté con vida
ante mis apóstoles, para que reconocieran que Yo era la vida y la eternidad y
que en materia o fuera de ella estaba presente entre vosotros. No todos los
hombres entendieron ésto y por eso cayeron en idolatría y en fanatismo.
Me preguntan algunos: Señor, ¿habremos caído en un nuevo
fanatismo o en una nueva idolatría?, y el Maestro os, dice: No estáis Limpios del todo, no os habéis preparado con toda la espiritualidad que el Maestro os
está enseñando, pero poco a poco la alcanzaréis. En este Tercer Tiempo he
preparado profetas para que contemplen con el espíritu y den testimonio al pueblo.
Escuchad mi voz a través de la conciencia, reconoced que
sois mi pueblo escogido, que tenéis que dar el ejemplo y ser el espejo limpio,
donde los pueblos puedan contemplarse. Más tarde, cuando todos hayáis formado
un solo cuerpo y una sola voluntad, seréis ejemplo ante las doctrinas y las
religiones, y tendréis derecho de hablar de amor y paz, de decir a los demás,
que se amen los unos a los otros, porque vosotros les daréis ejemplo.
Enseñaréis a los demás la regeneración, porque vosotros antes os habréis
regenerado y comprendido mi enseñanza.
Mientras no os espiritualicéis ¿cómo podréis levantaros para
derrumbar los falsos dioses? Solamente espiritualizados podréis ir por el mundo
y hacer cesar odios, necias ambiciones, faIsas grandezas y malas ciencias.
Solamente así, preparados, podréis detener el avance de la perversidad; ¿cómo?
con el amor, que es espiritualidad. Entonces seréis un libro abierto; a nadie
diréis que sois maestros, ni que sois mis discípulos. Sin hacer alarde os levantaréis
por los caminos y Yo Pondré a las multitudes a vuestro paso, prepararé las
comarcas y los caminos, haré que podáis comunicaras con vuestros hermanos de
distintas lenguas. No todos atravesaréis los mares. Señalados están por Mí los
que habrán de levantarse a lejanas o cercanas comarcas; pero todos se
levantarán como parvada de palomas. Serán mis emisarios en todos los lugares de
la tierra como enviados de paz.
Sí, pueblo, es la misión que os espera. Hoy os vengo a
hablar con más claridad a través de mis portavoces. En el Segundo Tiempo hablé
a mis discípulos y a grandes multitudes en sentido figurado y en parábolas.
Los hombres no me comprendían, mas su espíritu sí penetraba
en la esencia de aquella palabra. Mis discípulos se preguntaban unos a otros:
¿Qué ha querido decir el
Maestro con esta palabra? y ni unos ni otros, acertaban a comprender
toda mi enseñanza; mas ella iba quedando almacenada, para cuando llegara el
tiempo en que fuera comprendida con toda claridad.
En este Tercer Tiempo, mi palabra dada a través del
entendimiento humano, ha sido más clara y comprensible para vuestro
entendimiento, porque habéis evolucionado; ¿cómo podría esperar de vosotros
evolución y perfeccionamiento, si antes os hubiese privado de vuestros dones?
Si hay seres que en su camino han perdido el sentido de la
verdadera vida, convirtiéndose en plantas parásitas, Yo les transmito savia de
vida eterna para que tornen a ser plantas fructíferas.
Pueblo: aprovechad mis enseñanzas, porque muchas de mis
palabras no serán recogidas por las plumas de oro y muchos de los escritos van
a ser ocultados por corazones egoístas e ignorantes.
Pensad en que pronto dejaréis de escucharme en esta forma y
que deberéis estar preparados para recibir por inspiración mis revelaciones y
mandatos.
¡Ay de los que pretendieran torcer mis designios, porque la
hoz justiciera, al llegar la hora de la siega, les tratará como a cizaña o mala
hierba!
Entended que he venido a enseñaros a compartir el dolor de
vuestros hermanos, para que sepáis levantaros sembrando paz y vertiendo mi
bálsamo sobre toda dolencia.
Mirad la guerra, que, semejante a un manto negro, va
cubriendo de luto los pueblos y las naciones por donde pasa. Los mares, los
montes y los valles, han sido convertidos en campos de sangre y de muerte, mas
vosotros no perdáis la fe; por grande qué sea la confusión que reine en el
mundo, no desconfiéis de vuestras fuerzas para resistir las pruebas, porque
entonces será cuando la elevación espiritual y la forma de orar que os he
enseñado, ayude a vuestros hermanos a encontrar el sendero de la verdadera luz.
¿Veis esos hombres que tan sólo viven para satisfacer
desmedidas ambiciones, pasando sobre la vida de sus semejantes, sin respetar
los derechos que Yo, su Creador, les he concedido? ¿veis cómo sus obras sólo
hablan de envidia, de odio y de codicia? Pues es por ellos por los que debéis
orar más que por otros, que no están tan necesitados de luz. A estos hombres
perdonadles todo el dolor que os causan y ayudadles con vuestros pensamientos
limpios a razonar. No hagáis en torno a ellos más densa la niebla que les
rodea, porque cuando tengan que responder de sus actos también llamaré a
responder a quienes en vez de orar por ellos, sólo les, enviaron tinieblas con
sus malos pensamientos.
¿Os parece imposible que esos seres lleguen a escuchar algún
día la voz de la conciencia? Yo os digo, que pronto llegará la hora en que
ellos llamen a mi puerta y me digan: Señor, ábrenos, porque no hay más reino
que el tuyo.
En la vida de los hombres siempre ha estado el mal sobre el
bien; vuelvo a deciros que el mal no prevalecerá, sino que mi ley de amor y
justicia reinará sobre la humanidad.
Oíd mi palabra, oh discípulos, porque vendrá el día en que
ya no podáis escucharla, y es preciso que almacenéis su esencia, en vuestro
corazón. Sólo Yo puedo calmar vuestra sed de justicia en este tiempo de egoísmo
y mentira. Bebed estas aguas cristalinas, que en verdad vuelvo a deciros:
"Quién de esta agua bebiera, sed no volverá a sentir".
Cuando pensáis en que estoy dando mi divina palabra por
conducto de estos rudos entendimientos, y que en ella encuentran salud y
consuelo millares de corazones, os inclináis ante el milagro.
En verdad os digo, que si Moisés tocando con su vara la roca
en el desierto, hizo brotar de ella el agua que apagó la sed de la multitud, en
este tiempo con mi justicia que es amor y potestad, he tocado estas mentes y
estos corazones de roca, haciendo brotar de ellos agua de vida eterna.
Mi palabra es la senda; penetrad en ella y con la luz de mi
amor conoceréis el camino. Yo soy el guía que conduce vuestros pasos; mi voz
que está en vuestra conciencia os anima y orienta, y mis prodigios encienden
vuestra fe.
En todos los tiempos ha sido mi ley la voz que ha conducido
a los pueblos hacia la luz; los hombres que he enviado al frente de las
multitudes, han sido ejemplos de fidelidad y fortaleza que a cada paso les han
ido señalando el verdadero camino.
Penetrad con amor en el estudio de mi doctrina, porque os
vais acercando al tiempo en el que no tendréis más guía que vuestra conciencia,
ni más pastor que mi Espíritu.
Mientras no alcancéis una completa preparación, tendréis
necesidad de alguien que os ayude a caminar y a dirigir vuestros pasos por el
buen sendero; es por eso que de entre vosotros escojo a algunos de mis hijos
para ponerles al frente de pueblos o multitudes. ¡Qué delicado es ese cargo y
qué grave su responsabilidad! Benditos los que Henos de celo, obediencia y
temor, conducen por mi senda a sus hermanos, porque será menos amargo su cáliz,
cuando las multitudes como pesada cruz los agobien. Yo les ayudaré cuando estén
próximos a doblegarse bajo el peso de sus responsabilidades y nunca les dejaré
caer.
Benditas sean también las multitudes que con mansedumbre
sigan los pasos de quienes velan y sufren porque no se desvíen ni un paso del
sendero del cumplimiento.
Uníos verdaderamente y escucharéis con claridad la voz del
Divino Pastor, que os va conduciendo al aprisco celestial.
Todo estaba preparado para que, en el Tercer Tiempo me
escuchaseis a través del entendimiento humano; los que así me han oído, ya
estaban destinados para ello.
No todos me esperabais y menos en la forma en que me he
manifestado, porque os ocultaron mi palabra y olvidasteis mi promesa de volver.
Mas Yo, para quien no pasa. el tiempo, vine a cumpliros mi promesa. Ahora mi
palabra es anuncia un nuevo tiempo de revelaciones que vendrán a libertaros de
toda esclavitud. ¡No más cadenas, ni más cautiverio, humanidad!
En el Primer Tiempo me bastó un hombre para conduciros a la
"tierra de promisión"; en el Segundo Tiempo fueron doce discípulos
los preparados para extender mi doctrina y enseñar el camino a los hombres;
ahora levantaré a un pueblo investido de mi gracia y donado con mi palabra,
para que sea él quien lleve a las naciones y comarcas del mundo el pan de vida
eterna que alimente a los pobres de espíritu y a los hambrientos de justicia.
Dejo en vuestro corazón el pan de amor y de verdad que
compartiréis con la humanidad, porque ella aparentemente es fuerte, pero detrás
de sus galas, de su esplendor y de su poder, lleva un espíritu débil, enfermo y
fatigado.
Heme aquí con vosotros, he cumplido mi promesa. Vengo como
Dios, como Padre, como Maestro y como amigo.
Al anuncio de mi llegada, muchos han recurrido a los libros y
a la historia para confirmar ni nueva venida, mas todo les ha dicho que mi
presencia es verdadera. ¿Os parece extraño que ahora haya llegado en Espíritu?
comprended que ya no es tiempo de que el Verbo se haga hombre para habitar con
vosotros; esa lección de amor pertenece al pasado. Hoy vivís en la era del
Espíritu Santo.
Este es el tiempo de la elevación, en el que si queréis
mirarme o sentirme, tenéis que preparar vuestro espíritu, porque no vais a
preguntarle a nadie si es verdad que estoy entre vosotros. ¿Acaso estáis
privados de espíritu o sensibilidad? ¿Por ventura, carecéis de corazón y
sentidos? Entonces, ¿a quién le vais a preguntar si es cierta mi manifestación
entre vosotros? No intentaréis preguntárselo a los sabios, porque ellos nada
saben de Mí. Recordad que en el Segundo Tiempo, mientras los hombres del poder
estaban sorprendidos de mi presencia, y mientras los teólogos se confundían y
los sacerdotes me condenaban, los humildes y sencillos escuchaban el eco cae mi
palabra en lo más puro de su corazón. A quienes me están escuchando y no
alcanzan a concebir mi presencia bajo esta manifestación, Yo les digo, que si a
pesar de su duda y reaciedad quieren saber si soy Yo el que habla, que pongan a
prueba mi enseñanza, practicándola, que analicen mi palabra, que limpien su
corazón y su mente, que vayan a buscar a su enemigo para perdonarle, que laven
la llaga del leproso, que consuelen al triste, y entonces sabrán por sí mismos
si he sido Yo, Cristo, el que ha hablado por estos labios humanos.
Será vuestra conciencia la que os diga si esta palabra es de
Dios o del hombre.
Hablando a través del entendimiento humano no estoy oculto,
por el contrario, me manifiesto en él.
En aquél tiempo os dije: "El árbol por su fruto será
reconocido". Ved los frutos que mi doctrina está dando; los enfermos
desahuciados por la ciencia, sanan los perversos se arrepienten; los viciosos
se regeneran; los escépticos se hacen fervientes; los "materialistas se
espiritualizan. Quien no ve estos Prodigios, es que se obstina en ser ciego.
Muchos árboles cultiva la humanidad; el hambre y la miseria
de Ios hombres los hace buscar en ellos sombra y frutos que les ofrezcan
salvación, justicia o paz. Esos árboles son doctrinas de hombres, inspiradas
muchas veces en odios, en egoísmos, en ambiciones y en delirios de grandeza.
Sus frutos son de muerte, sangre, destrucción y ultrajes a lo más sagrado en la
vida del hombre, que es la libertad de creer, pensar, hablar, en una palabra
que es privarlo de la libertad de espíritu.
Son las tinieblas que se levantan para luchar contra la luz.
Yo os puse alerta anunciándoos que llegaría un tiempo en que
las guerras de ideas, doctrinas y guerras homicidas, se desatarían, cundiendo de
nación en nación, dejando estela de hambre y dolor entre la humanidad. Y que
ése sería el tiempo de mi venida sobre la nube, o sea espiritualmente.
Un instante antes de expirar en la cruz, dije en labios de
Jesús: "Todo está consumado". Esa fue mi última palabra en cuanto
hombre, porque espiritualmente mi voz no ha cesado jamás, ya que mi Verbo
inició un concierto de amor con todos los seres desde el instante de su
creación.
Ahora os estoy hablando por medio de un portavoz humano; después
de 1950 conversaré de Espíritu a espíritu con vosotros y os daré a conocer
grandes maravillas y revelaciones, pero siempre os hablaré, porque soy el Verbo
Eterno.
Vosotros quedaréis para enseñar a vuestros hermanos lo que
aprendisteis de Mí, y no habrá pregunta, por profunda que sea, que no
contestéis con acierto, siempre que seáis humildes, para que no os despojéis de
mi gracia.
Vosotros amad, hablad cuando debáis hacerlo, callad cuando
sea conveniente, a nadie digáis que sois escogidos míos, huid de la adulación y
no publiquéis la caridad que hagáis, trabajad en silencio, testificando con
vuestras obras de amor la verdad de mi doctrina.
Amar es vuestro destino. Amad, porque así lavaréis vuestras
manchas, tanto de vuestra vida presente como de vidas anteriores.
No digáis que soy el Dios de la pobreza o de la tristeza,
tomando en cuenta que a Jesús siempre le siguieron multitudes de enfermos y
afligidos. Yo busco a los enfermos, a
los tristes y a los pobres, pero es para llenarlos de alegría, de
salud y esperanza, porque Yo soy el Dios de la alegría, de la vida, de la paz y
la luz.
Si alguien os ha dicho que existen pecados que no tienen
perdón de mi parte, no os ha dicho la verdad. Para las faltas grandes, son las
grandes purificaciones, y para un intenso arrepentimiento, está mi infinito
perdón. Una vez más os digo que todos llegaréis a Mí.
En este tiempo, mi pacto con vosotros no será sellado con
sangre, como lo fue en Egipto cuando mi pueblo marcó las puertas de sus casas
con sangre de cordero primogénito, o como después en el Segundo Tiempo lo hizo
Jesús, el Cordero de Dios, al sellar con su sangre un pacto espiritual entre el
Maestro y sus discípulos.
Ahora quiero que os levantéis por amor, guiados por la luz
de la conciencia y por el ideal de espiritualidad, para que no sea la sangre
del inocente la que selle este pacto de alianza; deberá ser la luz de mi
Espíritu y vuestra luz, las que se fundan en una sola claridad, en un solo rayo
de luz.
El camino que Moisés trazó a las multitudes a través del mar
y del desierto, llevándolas hasta las puertas de la "tierra
prometida", es un símbolo de la enseñanza que precedió a las lecciones que
os revelé a través de Jesús, lecciones que principiaron en el pesebre de Belén
y terminaron en el calvario.
En este tiempo seréis los que tengáis que levantaros a
enseñar mis lecciones, para lo cual tendréis que penetrar en el corazón de
vuestros hermanos con el mayor respeto, porque el corazón del hombre es mi
templo. Si al penetrar ahí encontráis una lámpara apagada o una flor marchita,
encended la lámpara y regad la flor, para que vuelvan a existir la luz y la
fragancia del espíritu en aquel santuario. Mas no vayáis a querer recoger el
fruto al instante. ¿Acaso cuando sembráis la semilla en la tierra, ésta germina
al instante o da frutos de inmediato? ¿Por qué entonces, del corazón humano,
que es más duro que la tierra, queréis recoger la cosecha el mismo día que
sembráis en él?
También debéis saber que así como existen diferencias en las
tierras materiales, las hay en los hombres. Muchas veces sembraréis, y cuando
hayáis perdido toda esperanza de que nazca vuestra siembra, os sorprenderéis
viéndola nacer, crecer y fructificar. Otras veces creeréis haber sembrado en
tierras fértiles y no veréis germinar la semilla. Si encontrareis tierras tan
duras que se resistiesen a vuestros esfuerzos, dejádmelas, y Yo, el Labrador
Divino, las haré fructificar.
Os hablo en sentido figurado para que retengáis mis
enseñanzas; no quiero que después de 1950 os sintáis como huérfanos sin
herencia. Cuando cese mi vez, muchos me seguirán buscando; mas mi voz, bajo
esta forma, no volverá a ser escuchada. Habrá un instante de flaqueza para el
pueblo, en el que los hombres y mujeres se confundirán; cuando su confusión
llegue al máximo, haré sentir con todo esplendor mi presencia. Entonces todo
aquel que está preparado, abrirá sus ojos y contemplará la verdad en mi
doctrina. Esos serán los que me verán y darán testimonio de mi presencia entre
vosotros.
Os preparo para esos tiempos, porque cuando ya no escuchéis
mi palabra, las tentaciones acudirán a vuestro corazón, queriendo aprovechar
vuestra debilidad, para mostraros muchos caminos. Recurriréis entonces a
vuestra memoria en busca de mi palabra, y buscaréis los libros que se están
formando, para que allí encontréis el valor que le falte a vuestro espíritu.
Entonces sabréis que os encontráis en el tiempo de depuración.
Sois débiles aún, pero volveréis a ser fuertes, porque en
este tiempo habrá gobernantes que tiemblen ante la potestad de mi pueblo.
¿Cuándo ocurrirán estos hechos? cuando este pueblo aumente su espiritualidad, y
el desarrollo de sus dones alcance un alto grado. Entonces correrán rumores
sobre vuestra potestad; esos rumores irán de nación en nación y será cuando
aparezca ese nuevo faraón que tratará de esclavizaros, sin conseguirlo, porque
ése será el tiempo de la libertad del espíritu en la tierra. Mi pueblo cruzará
el desierto de las calumnias y de las injusticias; mas no se doblegará al dolor
y seguirá paso a paso, llevando en el arca de su espíritu la enseñanza del
único libro revelado a los hombres en tres tiempos, la luz de los tres
testamentos que son la ley, el amor y la sabiduría de Dios.
¡Toma de mi amor y mi bendición en Mi nombre que Soy el Padre, el Hijo el Espíritu Santo, la paz de mi Divinidad nunca se aparte de Vosotros!
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