Abridme las puertas de vuestro corazón, ¡oh humanidad¡ He
visto que las pruebas de la vida os azotan cual viento huracanado; he visto
penetrar en vuestro hogar las enfermedades y enseñorearse la miseria. Yo vengo
a traeros la paz. ¡Ah humanidad amada, si supieseis cuan fácil os seria
encontrar vuestra salvación, si tuvieseis buena voluntad! Una oración, un
pensamiento, una palabra bastarían para reconciliar a hombres, a pueblos y
naciones; pero los hombres buscan por otros medios la solución de sus
conflictos. Todo, menos imitar a Cristo, es el lema de muchos hombres; todo,
menos practicar su doctrina, y he ahí sus consecuencias.
¿Qué podréis esperar de vuestras obras, si en ellas no
existe justicia, amor y caridad? ¿No son éstas las lecciones que os enseñó
Jesús? En verdad os digo que el amor, la justicia y la caridad, no están
reñidas con el modo de vivir en vuestra época, son virtudes propias de los
seres adelantados en espíritu.
Cuando veo a los hombres ocupados en guerras, matándose por
la posesión de las riquezas del mundo, no puedo menos que seguir comparando a
la humanidad con esos niños que riñen por lo que no tiene valor. Niños son aún
los hombres que pelean por un poco de poder o por un poco de oro. ¿Qué
significan esas posesiones al lado de las virtudes que otros hombres atesoran?
No podréis comparar al hombre que divide pueblos sembrando
el odio en los corazones, con aquel que consagra su vida a regar la semilla de
la fraternidad universal No podéis comparar al que va causando sufrimientos en
sus hermanos, con aquel que dedica su vida a mitigar el dolor de sus
semejantes.
Cada hombre sueña con un trono en la tierra, a pesar de que
desde el principio, la humanidad ha visto lo poco que vale un trono en el
mundo.
Yo os he prometido un lugar en mi reino, pero muy pocos son
los que han aceptado, y es que no quieren saber que el más pequeño de los
súbditos del Rey de los cielos, es más grande que el más poderoso monarca de la
tierra.
Aún son niños los hombres; mas la gran prueba que a ellos se
acerca, les hará vivir tanto en tan poco tiempo, que de esta infancia pasarán
pronto a la madurez, y ya con el fruto de la experiencia exclamarán: Tenía
razón Jesús, nuestro Padre, vayamos a El.
El Cordero inmolado por vuestros pecados, os habla en este
instante y su palabra es de amor y de perdón. El libro de la justicia divina
está abierto en el sexto capítulo, porque el Cordero ha desatado cada uno de
sus sellos.
1950 pronto llegará, y esta forma de comunicación terminará;
mas el Sexto Sello no se cerrará por ello, sino que seguirá iluminando hasta el
final de su tiempo, cuando el Séptimo Sello sea desatado.
Quiero que en este tiempo se prepare la humanidad, para que
cuando el último sello sea abierto, los hombres se den cuenta de ello y se
apresten a escuchar y entender el contenido de las nuevas revelaciones Quiero
que las naciones y los pueblos se fortalezcan para que resistan las amarguras
de aquellos días.
Yo llamaré bienaventurados a los que sepan pasar las pruebas
de esos tiempos y les daré un galardón por su perseverancia y su fe en mi
poder, dejándoles como padres de una nueva humanidad.
Los pecados de los hombres se habrán borrado y todo será
como nuevo. Una luz de pureza y de virginidad iluminará a todas las criaturas,
una nueva armonía saludará a aquella humanidad, y entonces comenzará a elevarse
del espíritu del hombre hacia su Señor un himno de amor, que por tanto tiempo
he esperado.
La madre tierra, que desde los primeros tiempos ha sido
profanada por sus hijos, volverá a ataviarse con sus galas más hermosas y los
hombres no la volverán a llamar valle de lágrimas, ni la convertirán en campo
de sangre y de muerte. Este mundo será como un pequeño santuario en medio del
universo, desde el cual los hombres eleven su espíritu al infinito, en una
comunicación llena de humildad y amor con su Padre Celestial
Mis hijos llevarán impresa mi ley en su espíritu y mi
palabra en su corazón, y si la humanidad en los tiempos pasados encontró
deleite en la maldad y gozó en el pecado, para entonces no tendrá más ideal que
el bien, ni encontrará más placer que el de transitar por mi camino. Mas no
penséis que por ello el hombre vaya a renunciar a su ciencia ni a su
civilización, refugiándose en los valles y en los montes, para hacer una vida
primitiva; no, aún tendrá que saborear los frutos del árbol de la ciencia que
con tanto interés ha cultivado, y cuando su espiritualidad sea mayor, también
lo será su ciencia; mas al final de los tiempos, cuando el hombre haya
recorrido todo ese camino y haya arrancado del árbol el último fruto,
reconocerá la pequeñez de sus obras que antes le parecieron tan grandes y
comprenderá y sentirá la vida espiritual, y a través de ella, admirará como
nunca la obra del Creador. Recibirá por inspiración las grandes revelaciones, y
su vida será un retorno a la sencillez, a la naturalidad, a la espiritualidad.
Aún falta tiempo para que ese día llegue, mas todos mis hijos lo verán.
Por ahora debéis dar un paso hacia adelante, a fin de que
vuestro espíritu no tenga que lamentar haber llevado una vida estéril
Os he hablado para los tiempos venideros; no os extrañen mis
palabras, porque de cierto es digo, que mañana avivarán la le y encenderán la
esperanza en el corazón de muchos hombres.
Humanidad, tengo potestad para destruir con amor vuestro
pecado y salvaros; no me detendré a contemplar vuestras manchas, y aunque os
encontrase perdidos en el cieno del mundo, de ahí sabré rescataros para haceros
mis apóstoles.
Entre la humanidad habitan una parte de los ciento cuarenta
y cuatro mil señalados por Mí. Diseminados se encuentran en el mundo esos
siervos míos cumpliendo con la misión de orar por la paz y de trabajar por la fraternidad de
los hombres. No se conocen unos a otros, pero ellos, intuitivamente unos, y
otros iluminados por esta revelación, van cumpliendo con su destino de hacer
luz en la senda de sus hermanos.
Estos marcados por mi amor, unos son hombres sencillos, mas
también los hay que son notables en el mundo; sólo se les podrá distinguir por
la espiritualidad en su vida, en sus obras, en su forma de pensar y de
comprender las revelaciones divinas. No son idólatras, fanáticos, ni frívolos;
parece que no practican ninguna religión y, sin embargo, de ellos se eleva un
culto interior entre su espíritu y el de su Señor.
Los señalados con la luz del Espíritu Santo, son como
barquillas salvadores, son guardianes, son consejeros y baluartes. les he
dotado de luz en su espíritu, de paz, de fuerza, de bálsamo de curación, de
llaves que invisiblemente abren las Puertas más reacias, de armas para vencer
obstáculos insuperables para otros. No es necesario que ostenten títulos del
mundo, para hacer reconocer sus dones. No conocen ciencias y son doctores, no
conocen leyes y son consejeros, son pobres bienes de la tierra y sin embargo,
pueden hacer mucho su paso.
Entre estas multitudes que han venido a recibir mi palabra,
han llegado muchos de ellos sólo a confirmar su misión, porque no es en la
tierra donde se les han dado los dones o se les ha confiado el cargo. De cierto
os digo, que la luz que cada espíritu posee, es la que se ha labrado en el
largo camino de su evolución.
Benditos sean los señalados que, inspirados en mi amor,
lleguen a cumplir su misión espiritual, y bienaventurados los que les imiten,
porque alcanzarán la elevación que aquellos tienen.
En el Segundo Tiempo, cuántas veces aquellas gentes
sencillas que oían la palabra de Jesús a los enfermos que a ellos se acercaban,
lograban hacer prodigios mayores que los de mis discípulos, sin ser del número
de mis apóstoles.
Buscad la meta con afán, venid todos a Mí por el camino de
la fe, de la caridad y de la humildad y todos os sentiréis igualmente dignos de
vuestro Padre.
Al despuntar la luz del nuevo día, se ha elevado vuestro
espíritu para dar gracias al Padre.
Venid nuevamente a aprender de Mí, discípulos y párvulos,
guardad profundamente mis palabras para que los tiempos de prueba no vayan a
sorprendemos. No quiero contemplaros como frágiles barquillas en un mar
embravecido.
Regeneración es lo que pido a mi pueblo, para que al
despojaros de lo superfluo y de lo malo, aprovechéis mis enseñanzas y al mismo
tiempo deis con ello una prueba de que es el Espíritu de Verdad a quien estáis
escuchando. Ved que ahora tenéis que lavar esas manchas con arrepentimiento y
con humildad y testificar mi verdad con obras de amor.
Desde vuestros primeros pasos por este camino haced uso de
la verdad, ya sea para hablar o para practicar. La mentira carece de esencia
divina, por eso nunca convencerá.
Yo purifico estos conductos antes de comunicarme por ellos,
para que solamente os den a conocer la verdad. Si mañana los hombres os
hiriesen poniendo en duda esta palabra, porque ella fue vertida también por
labios de mujeres, no temáis, les diréis que no vine a escoger a mis discípulos
por sexos ni por clases y que para mi comunicación bastó una mente despejada y
unos labios dóciles para expresar a través de ellos mi inspiración.
No temáis a quienes os busquen, aunque los veáis llegar como
escudriñadores o delatores de vuestros actos; en el fondo ved siempre espíritus
que andan en busca de luz.
¿Quién podrá apartar de mi redil a la oveja que en verdad me
ama? Detrás de la humildad de cada uno de mis labriegos, oculto a la mirada
humana, se encuentra un ángel que vela por cada uno de vuestros pasos.
Os he dicho que seréis combatidos y que si queréis que la
verdad brille, debéis ser fuertes en la lucha, perdonando toda ofensa que os
hicieren y no dejando que el rencor os dé armas que no debéis tornar.
Si sabéis perdonar sin alarde, ganaréis la batalla. Si sois
puestos a prueba, orad y Yo haré obras sorprendentes, fuera de toda ciencia,
que harán estremecer a los corazones incrédulos.
Así os prevengo de las pruebas que tendréis que vivir; mas
para que no seáis sorprendidos, estad siempre preparados.
Sed sensibles a mis inspiraciones y no imitéis a los duros
de corazón que esperan los golpes de la vida para corregir entonces sus yerros.
Os digo que también ante vosotros se encuentran el dolor y la muerte, ellos
también os hablan.
Es el tiempo en que todo espíritu ha de darse cuenta de la
era en que se encuentra, para que pueda levantarse a cumplir la misión que le
he confiado.
Cuánto dolor habéis dado a los vuestros, mas a todos amo y a
todos daré los medios para su salvación, hasta que, lleguen a Mí.
Elías me ha secundado en la obra de restauración en el
Tercer Tiempo. Hoy no lo miráis encarnado como en eras pasadas, recorriendo los
caminos, preparando al espíritu de los hombres para ofrecerle el culto a mi
Divinidad; sólo percibís su presencia en espíritu y su gran lucha para rescatar
a la humanidad.
A todos espero después de que hayáis cumplido vuestra misión,
en ella tendréis por guía a ese buen pastor.
¿No habéis mirado en él la rectitud, el amor y su sacrificio
por vosotros a través de los tiempos?, y ¿no queréis elevaros venciendo los
obstáculos para llegar al fin, alabando a Elías y glorificando a vuestro Señor?
Escrito estaba que me veríais venir sobre vosotros con gran
majestad; muchos me han visto con la mirada espiritual, sin alcanzar a
comprender la obra que estoy realizando entre los hombres; mas si os
preguntasen: ¿A quién oís y por qué os habéis apartado del mundo? ¿Qué
contestaríais? Hablad con la verdad, no neguéis lo que habéis visto, no imitéis
a Pedro diciendo que no conocéis esta obra, porque no podéis ocultar la señal
que hay en vuestro espíritu y que os distingue, sin que vosotros podáis
evitarlo.
Sé que, a pesar de las pruebas que os he dado, muchos me
volveréis la espalda por temor a ser juzgados y llevados ante un tribunal, y si
vosotros que me habéis oído, calláis, ¿quién defenderá mi causa? Mas Yo preparo
a quienes sin saber de mi doctrina, al ser puesta en juicio, la estudiarán y la
encontrarán justa y ahogarán por mi pueblo.
Si queréis ser mis labriegos, tendréis que imitarme y ser
conformes con las pruebas que han de venir, porque están dispuestas por Mí; y
cuando llegue a vosotros ese tiempo, no os confundáis ni olvidéis que todo os
lo había anunciado. Entonces conoceréis mi poder y mi justicia, y si habíais
dudado de mi palabra, comprobaréis que os he preparado para que no seáis
sorprendidos, y en medio de esas pruebas contempléis mi infinita clemencia y
caridad para vosotros.
Habéis atribuido a los seres humanos un gran poder y habéis
dudado del mío; pronto habrán de venir acontecimientos que os prueben que todo
está sujeto a mi voluntad y que todo obedece a mis leyes. Para ese tiempo
quiero que seáis limpios y que vuestro único afán sea el de iluminar con mi
enseñanza a vuestros hermanos. Mirad que vosotros podíais haber hecho de este
mundo un paraíso si hubieseis cumplido mis leyes. Vuestra vida podría haber
sido una eterna glorificación a vuestro Dios; mas aún podéis reparar vuestras
faltas y bendecir la oportunidad constante que os doy, para que volváis al buen
camino.
Amad, para que seáis amados. Perdonad, para que os hagáis
dignos de ser perdonados. Estad dispuestos a inclinaros ante aquellos que han
sido vuestros siervos, para que os Probéis a vosotros mismos en vuestra
humildad,
Sed mis siervos y nunca seréis humillados por Mí. Mirad que
no he venido como rey, ni traigo cetro ni corona; estoy entre vosotros como
ejemplo de humildad, y aun más, como vuestro siervo. Pedidme y os daré;
ordenadme y obedeceré, para daros una prueba más de mi amor y mi humildad; sólo
os pido que me reconozcáis y hagáis mi voluntad y si encontráis obstáculos para
el cumplimiento de vuestros deberes, orad y venced en mi nombre y vuestros
méritos serán mayores.
Cuando no podáis acercaros a un ser que sufre para ungirlo y
consolarlo, orad, y vuestro espíritu llegará a él y así podréis cumplir vuestra
bendita misión. Por los esforzados, alcanzarán los negligentes y por un justo
será salva una nación.
¡Cuánto tiempo ha pasado desde el día en que os hice saber
que mi reino se ha acercado a los hombres, hasta éste en que me oís, pero no
habéis credo ni obedecido mis palabras y cada día que pasa os acerca al fin!
¿Qué haréis cuando este tiempo termine, si no habéis aprovechado la oportunidad
de trabajar por vuestro espíritu? A pesar de ello os sigo diciendo que os
espero y que mi paciencia es infinita, mas quiero que me comprendáis, para que
tengáis caridad de vosotros mismos.
He renovado vida por vida vuestro cuerpo y he iluminado a
vuestro espíritu para que deis principio a vuestra lucha, y os digo que no
temáis dejar en ella jirones de vuestra vestidura o pedazos de vuestro corazón,
porque sólo esos méritos serán los que os abran la puerta y os lleven a la
mansión eterna.
Os habéis maravillado con los prodigios que hice en el
Segundo Tiempo, y si meditáis, veréis que éstos no han cesado de verificarse en
este mundo, unos en forma material, otros en el espíritu de los hombres.
Los sordos oyen. Son aquellos que habiendo acallado la voz
de su conciencia, hoy han dado oídos a mis palabras, las cuales han llegado a
su corazón, haciéndoles sentir arrepentimiento y buenos propósitos, y su
espíritu se encuentra en camino de salvación.
El paralítico ha sanado y hoy me sigue. Este día es el hijo
que habiéndose apartado de la senda espiritual se encontraba entorpecido,
imposibilitado de caminar hacia Mí, y hoy, después de haber oído mi palabra, ha
sanado y se dispone a venir libre de las cadenas que lo ataban, para
encontrarse Conmigo.
Y los ciegos han visto. Después de las tinieblas y del
letargo en que vivía esta humanidad, sin querer mirar más allá de lo que le
rodeaba, he venido a iluminarla con la luz de un nuevo día, a mostrarse el
sendero pleno de luchas y de pruebas en las que mi Espíritu se manifiesta y se
deja mirar para que todos, sin distinción alguna, podáis reconocerme.
También los muertos han resucitado. Cuán pocos saben
conservarse en gracia y vivir cerca de Mí. A esos que habían muerto a la
gracia, he venido a devolverles la fe, la esperanza, para hacerles renacer a
una nueva vida, en la que han contemplado un mundo de infinitas sorpresas que
no alcanzan a abarcar, en el que todo es fuerza, salud y paz.
Estos son los que me han reconocido en este tiempo; mas os
digo que después de 1950, cuando mi palabra haya cesado y se acerquen a
vosotros nuevas multitudes, despertadlas y preparadlas, como Yo os he
preparado. Os doy una gran potestad, para que sigáis alentando la fe de los
nuevos creyentes.
No dudéis de mi palabra por el hecho de haberme servido de
hombres y mujeres pecadores. Dadme un justo y por medio de él os hablaré; mas
en verdad os digo, que no encuentro entre la humanidad espíritus limpios y
perfectos, y mi comunicación debe de verificarse en este tiempo, a pesar del
materialismo e imperfección humanos. Si estas criaturas no tienen la pureza de
los ángeles o la acrisolada virtud de los patriarcas, los he preparado desde
hace tiempo, he elegido su espíritu y he depurado su envoltura, y de generación
en generación sus padres se han purificado. ¿Quién puede penetrar en mis íntimos juicios? Mi obra va a consumarse y cuando os haya dado mi
última palabra, tomaréis su esencia divina y con ella os alimentaréis, vosotros
y todos aquellos que vengan en busca del Tercer Testamento.
No es la casa de oración el único lugar en el que debéis
meditar y practicar mi enseñanza, sino en todo sitio; no solo os estoy
enseñando a vivir en este mundo, sino que os preparo para la vida espiritual
que os espera y que no tiene fin.
Velad y orad, porque no sabéis el instante en que voy a
llamar a vuestro corazón para darle la inspiración y hacer que derrame entre la
humanidad los dones espirituales que le he concedido.
Venís cansados de andar por los caminos de la vida, habéis
sufrido mucho; descansad en mi casa, sentaos a mi mesa y bebed de este vino.
Mañana tendréis que reanudar la jornada, pero llevaréis en todo vuestro ser una
nueva fuerza, que habrá de ayudaros a llegar hasta el final del camino.
Voy a confiaros unas tierras extensas para que las
cultivéis, y es indispensable que tengáis la fortaleza necesaria para que no
desmayéis en el trabajo. Cada uno de vosotros será un labriego afanoso en esta
campiña, en la cual aprenderá a sembrar, cultivar y cosechar, alentado por mis
divinas enseñanzas. Es una gracia que vengo a concederos en este tiempo, como
la más preciosa oportunidad que mi amor os da, para que hagáis méritos que os
acerquen a Mí.
No vayáis más en pos de placeres ni de frivolidades del mundo;
id tras del ideal de elevar vuestra vida, que Yo os daré a lo largo de vuestra
existencia, las satisfacciones que sean aliciente para vuestro corazón.
Comprended que existe mucha miseria y dolor en el mundo; a
cada paso podéis encontrar a los necesitados de consuelo, de amor, de bálsamo y
de justicia. Abrid vuestro corazón a todo dolor. Dulcificaos para que escuchéis
las quejas de los que van llorando y desarrollad la intuición para que sepáis
penetrar en los que callan y esconden su pena.
No os enseñoreéis delante de los pobres, que nadie vaya a
sentirse Dios, rey o señor, si es que no quiere verso humillado el día de mi
justicia, delante de los mismos a quienes hubiese humillado.
No os apartéis de aquellos que, en su desesperación, lleguen
a blasfemar en mi contra o en contra vuestra, os doy para ellos una gota de mi
bálsamo.
Preparaos a perdonar a todo el que os ofendiera en lo más
querido para vosotros; de cierto os digo que, cada vez que en una de estas pruebas
otorguéis el perdón sincero y verdadero, será un peldaño más que habréis
escalado en él camina de vuestra elevación.
¿Vais entonces a sentir rencor y a negar el perdón a aquellos que os están ayudando a acercaros a Mí? ¿Vais a renunciar al deleite espiritual de imitarme, dejando que la violencia ofusque vuestro cerebro para devolver golpe por golpe?
En verdad os digo, que esta humanidad no conoce aún la fuerza del perdón y los milagros que él obra. Cuando tenga fe en mi palabra, se convencerá de esta verdad.
Pueblo amado: Voy a dejaros el agua que mitiga la sed y sana todo mal.
Vengo buscando corazones para morar en ellos para que, escuchando mi palabra, lleguen a reconocer su misión espiritual. Quiero que aprendáis a orar, a conversar con vuestro Padre Celestial, meditando y sintiendo todo aquello que queráis comunicarme, con aquel fervor y verdad con la que es enseñó Jesús; mas no imitéis a los que diariamente repiten una y más veces: Hágase Señor tu voluntad, así en la tierra como en el cielo, y en realidad no saben lo que dicen, porque en verdad no están conformes con mi voluntad.
Ya es hora de que se levante este pueblo a practicar mis divinas enseñanzas; para ello os he hecho simplificar vuestra vida y desmaterializar vuestro corazón.
La práctica de mi doctrina es un retorno a la vida sencilla de los tiempos pasados, pero a la vez un paso hacia adelante en el conocimiento de lo espiritual
Los escogidos de este tiempo no han sido elegidos al azar; existe una razón divina para escoger a cada uno de mis hijos. Para que cumpláis con la misión para la que fuisteis destinados antes de venir a la tierra y ayudaros a cumplirla, os la estoy dando a conocer por medio de mi enseñanza.
¿No habéis visto cuánto os he probado para darle temple y fuerza a vuestra fe? ¿No sentís una sed inagotable por alcanzar y conocer lo espiritual? ¿No habéis sentido opresión y asfixia en el ambiente que envuelve al mundo? ¿No advertís cómo y sin saber por qué, huís del fango? Todas esas señales son demostración de que estabais destinados para una misión espiritual, la cual había de estar antes que todas las demás que contrajeseis en la tierra.
El espíritu quiere vivir, busca su inmortalidad, quiere lavarse y purificarse, tiene hambre de saber y sed de amor. Dejadle pensar, sentir y trabajar, concededle que tome una parte del tiempo de que disponéis, para que ahí se manifieste y se recree en la libertad.
De todo lo que sois aquí en el mundo, sólo quedará después de esta vida vuestro espíritu. Dejadle que él acumule y atesore virtudes y méritos para que, llegada la hora de su liberación, no sea un menesteroso ante las puertas de la "tierra prometida".
¡Toma de mi amor y mi bendición en Mi nombre que Soy el Padre, el Hijo el Espíritu Santo, la paz de mi Divinidad nunca se aparte de Vosotros!
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