Discípulos: Elías ha venido a prepararos y ha dejado en vuestro espíritu
elevación y paz. De cierto os digo que no sabéis quién es Elías, ni quién fue,
ni quién será, mas llegará el instante en
que le contempléis y digáis: Señor, no supimos reconocer quién era el Pastor
hasta hoy.
Voy a conversar una vez más con vosotros en el lenguaje de amor que os he
enseñado, para que alcancéis la comunicación perfecta con vuestro Padre. No es
vuestra envoltura la que siente mi presencia divina; porque no son vuestros
ojos los que me ven, ni vuestros oídos los que me escuchan, ni vuestros labios
los que me hablan. Vuestros sentidos corporales reciben mi manifestación a
través de un cuerpo humano, mas la esencia de la palabra que pronuncia el
portavoz, es la parte divina que recibe vuestro espíritu.
Sois soldados en el largo combate de esta vida y todos llegaréis a la tierra
que buscáis. ¡Qué alegría para vuestro Padre y también para vuestro espíritu
cuando lleguéis al Reino prometido después de haber pasado por tantas
vicisitudes y de haber sostenido tantas batallas! Será cuando al fin se imponga
el espíritu a la carne y a través de ella logre manifestar su luz. Dejará la
materia de ser el obstáculo, el abismo y el tentador del espíritu.
Mis marcados serán reconocidos en la Tierra; aun cuando vuestras manos se
cerrasen para ocultar sus dones, ahí serán descubiertos; aunque calláseis, en
vuestros labios sorprenderían los hombres mi enseñanza, y aunque pretendiéseis
ocultar la señal que en vosotros he puesto, ella dará reflejos y os descubrirá;
mas ¿Por qué ocultaros? ¿Es porque aún os sentís débiles y torpes? Yo os
seguiré enseñando hasta dejaros fuertes, llenos de fe y de amor a mi causa.
Entonces a nada temeréis.
El concepto de los hombres sobre lo espiritual ha cambiado, mi luz les ha hecho
comprender que el espíritu es libre de creer, no le impongo determinado credo a
nadie ni obligo a ninguno a que me ame.
Las tierras preparadas con el rocío de mi gracia, serán favorables para que
cultivéis esta semilla. Las cadenas del fanatismo religioso quedarán rotas en
este tiempo y desaparecerá la idolatría. El espíritu dejará de ser esclavo y se
levantará a buscarme por el camino de la verdad. La evolución y el conocimiento
que el espíritu ha recogido en la vida, hoy le permite desempeñar la misión que
le he asignado.
Es verdad que no habéis nacido en este tiempo; sois espiritualmente el mismo
pueblo a quien he venido doctrinando en todos los tiempos, el cual ha
reencarnado era tras era, por que en una sola existencia no podría haber
cumplido con la gran misión que trae en su destino. A veces una vida alcanza
apenas para sembrar una semilla, sin dar tiempo a cultivarla y menos a verla
florecer.
En muchas de mis enseñanzas menciono al pueblo de Israel, porque fue un
instrumento de mi Divinidad para dar lecciones y hablar a la humanidad, sobre
él derramé mi amor y mis complacencias, mas también las grandes pruebas de mi
justicia. Me serví de su amor para dar mi enseñanza, así como de su flaqueza e
incredulidad; reyes, sacerdotes, publicanos y hasta los hombres más ignorantes,
fueron instrumentos para mis lecciones y ejemplos. Mas he aquí, que mientras
unos en este tiempo han venido a resurgir en otras tierras para reconocer que
la Tierra Prometida no es Canaán sino mi Reino, otros, que sólo han heredado la
sangre de aquel pueblo, viven aun apegados a sus tradiciones y a la
interpretación material que a las lecciones divinas dieron sus antepasados.
Todo lo he cambiado para mi nueva manifestación: sitios y medios de
comunicación, para destruir la ignorancia, la confusión y la mala
interpretación que se ha dado a mis anteriores revelaciones. Así como el sol
aparece en el oriente y le veis en el zenit al mediodía, para luego contemplar
como se oculta en occidente; así la luz de mi Espíritu ha venido de tiempo en
tiempo avanzando de Oriente hacia Occidente, para que no limitéis mi grandeza y
mi poder a lugares, a hombres o a razas.
Hoy habitáis pasajeramente una nueva tierra, la cual encontrásteis también por
anuncio divino, para que ella, aunque pasajera, fuese vuestra heredad. Llena de
dulzura estaba preparada esta tierra, pero otros pueblos os han hecho amarga y
dura vuestra vida. A pesar de ello, este pueblo nunca tendrá actos de venganza,
sólo de perdón para sus hermanos. También la Judea fue pasto de los
extranjeros, hasta que la convirtieron en ruinas y escombros.
El dolor ha sido vuestro crisol, en él se ha templado vuestro espíritu, porque
mañana tendrá que dar a la humanidad los frutos de evolución de su experiencia.
La guerra no ha penetrado entre vosotros, ¿Qué nuevas lecciones podríais sacar
de ella? ¿Qué temple podría dar a los que ya se han fortalecido en el dolor?
Vuestra misión es otra. Cuando 1950 haya pasado, os levantaréis como profetas,
vuestros labios hablarán bajo mi inspiración y haréis prodigios. Para ese
tiempo, ya no esperaréis que mi palabra brote como ahora por los labios del
portavoz, mas si os preparáis en oración, todo aquello que aparentemente
habíais olvidado, surgirá de vuestro corazón porque os seguiré hablando a
través de vuestra conciencia.
Veréis con sorpresa a hombres de distintas religiones levantarse a seguiros,
confesando que a quien tuvísteis entre vosotros fue el Maestro. Ellos serán
como Nicodemus, que a solas hablaba con Jesús, al cual reconoció como al Hijo
de Dios, lo amó como a su Maestro y lloró amargamente cuando lo vio salir de
Jerusalén, llevando a cuestas la cruz de la injusticia y de la ingratitud. En
ese instante su espíritu sollozante me dijo: Maestro, yo os seguiré. Y me
siguió.
Bienaventurados los que en este tiempo se levanten así, sin temor a los
hombres, porque en ellos será mi luz.
¿En qué pensáis, mis hijos? Yo lo sé; pensáis que el Padre acaba de confiaros
un nuevo año para que en él logréis dar un paso hacia adelante; un año que a
veces parece interminable y que para el espíritu es tan sólo como un segundo en
la eternidad.
Un año pasó ya, dejando su huella en los hombres. Al escuchar mi palabra de
Juez ha despertado vuestro espíritu, y por vuestra memoria pasó el recuerdo de
vuestras obras, palabras y pensamientos, de todos vuestros sufrimientos y
alegrías, de todo lo que lográsteis y lo que no pudísteis alcanzar. Y al
terminar vuestro examen ante la luz de vuestra conciencia, habéis dado gracias
a vuestro Creador por todo cuanto de El habéis recibido.
El hombre y toda la creación me han entregado su tributo y su ofrenda.
¡Benditos seáis!
Como si todas las criaturas se dieran cita en este instante para unirse en un
homenaje al Padre, así contemplo todos los mundos y a todos los seres unidos
ante mi mirada. Contemplo hasta las obras más pequeñas hechas por Mí, escucho
la voz de mis criaturas cuando me invocan y el himno de los que me glorifican.
En todo lo creado hay vida y existe sensibilidad; en verdad os digo, que hasta
las mismas piedras son sensibles al toque divino: Todas las criaturas se
recrean en si mismas, que es como recrearse con mi Divinidad.
El astro rey, es la imagen de un padre que entrega a sus hijos su vida, su
energía, su calor y su luz.
La tierra es como una madre, cuyo regazo es fuente inagotable de caricias; en
ella existe el manto que protege al huérfano, el seno que alimenta, y el
albergue cálido y confortable para sus hijos. Su arcano ha revelado sus grandes
secretos a los hombres y en su faz se ha reflejado siempre la castidad y la
belleza.
El año que pasó, fue de prueba; año en que la justicia divina se hizo sentir en
toda criatura humana. ¿Quién no apuró el cáliz de amargura?
Cuántos seres queridos dejaron esta Tierra, para volar al más allá, porque la
vida espiritual les llamaba. Los corazones al fin manaron agua cristalina y
sobre las sienes del anciano aparecieron muchas canas; sin embargo también
tuvísteis alegrías: nuevos hijos vinieron al mundo con su mensaje de inocencia,
los enfermos recobraron su salud, y los que habíais sido abandonados vísteis
retornar al ser querido.
Me escucháis con gozo en el espíritu y me pedís que descorra el velo de
misterio que envuelve al nuevo año que ante vosotros se presenta como un camino
que habéis de recorrer, y os digo: haced en el futuro lo que habéis hecho en el
pasado; escuchadme hoy en que la savia de mi palabra se derrama aún entre
vosotros, a semejanza de la sangre del Redentor que fue vertida en aquel tiempo
en todo espíritu.
Pasó un año, pueblo, y en él la guerra no terminó, los hombres no se
reconciliaron, los grandes gobernantes no se dieron la mano en señal de paz. Y
en este preciso instante en que vosotros os recreáis espiritualmente en esta
comunión con mi divino Espíritu, están cayendo vidas, está aumentando el número
de huérfanos y viudas y la sangre sigue corriendo y humedeciendo la Tierra, la
sangre de los hombres que es mi sangre.
Voy a proponer nuevamente la paz a los hombres, confiándoles un tiempo más para
que alcancen ese supremo bien del espíritu. Mas si desaprovechan esta ocasión,
sus dolores y amarguras aumentarán.
Vosotros atraed la paz con la regeneración, con la oración y la práctica de mi
Doctrina. Haced obras dignas de vuestro espíritu, que también lo serán del Mío.
Es tiempo de que os estiméis en algo más alto, en que le deis su justo valor a
lo que he puesto en el hombre: el espíritu.
Cuando lleguéis a tener el verdadero conocimiento de vuestro valor, no os
envanezcáis, reconoced que no sois más que simples mortales, que sois enviados
e instrumentos de mis designios divinos.
04-110.29
Nadie ha nacido por casualidad, nadie ha sido creado por el acaso; comprendedme
y reconoceréis que nadie es libre en el camino de su vida, que existe una ley
que rige y gobierna todos los destinos.
Conversemos, hijos míos; conversad con el Maestro. No he venido a reclamaros
sino a bendeciros, y así como comencé, quiero terminar mi lección entre
vosotros acariciándoos.
Contadme en silencio vuestras penas, confiadme vuestros anhelos. Aunque todo lo
sé, quiero que vayáis aprendiendo a formar vuestra propia oración, hasta que
lleguéis a practicar la comunicación perfecta de vuestro espíritu con el Padre.
Ancianos, jóvenes, doncellas, niños y padres de familia; pedid que se os dará.
Soy fuente de justicia y amor y os presentaré el camino de vuestra vida
iluminado con mi luz.
¿Qué me pedís para la Tierra que os da albergue ¿Qué es lo que sentís por todas
las criaturas del Padre? Vivid en armonía con todos los seres. porque en verdad
todos sois hermanos delante de Mí. Bendecid todo lo creado y me estaréis
bendiciendo a Mí.
Veo que teméis al futuro, porque la sombra de la guerra y el eco de su
estruendo llega hasta vosotros, porque la amenaza del hambre, de la peste y de
la desolación acecha por doquier. Mas ¿Qué teméis si lleváis en vuestro
espíritu mi luz ¿No os he nombrado soldados de mi causa? Dejad el temor para
los que no tienen fe, para los que me van negando.
Muchas pruebas llegarán a la humanidad y a causa de ellas conocerá mi palabra y
mi Obra.
Quiero que vuestro corazón permanezca sensible al dolor, al necesitado, al
hambriento, al enfermo, que sea como los umbrales de la nueva Jerusalén, donde se
congregue el pueblo de Dios, que es la humanidad.
El Sexto Sello está desatado y en él habéis escuchado mi palabra a través del
entendimiento humano, la cual ha sido entre vosotros ley, revelación y
profecía. Aún os concedo siete años para que en ellos me escuchéis en esta
forma. Siete años en que el mundo espiritual vibrará aún a través del cerebro
de los escogidos y de ellos responderéis al Padre en el último día de 1950, que
será de juicio para vosotros cuando me escuchéis por última vez hablaros desde
el Monte de la Nueva Sión.
Escribo estas palabras en vuestro corazón y en vuestra conciencia porque quiero
que sean para vosotros inolvidables.
No olvidéis lo que oísteis del Divino Maestro; lo que escuchásteis de María, la
Madre universal y lo que oísteis de Elías el enviado del Tercer Tiempo, que
cual pastor os reunió en el aprisco de mi amor.
De muchas complacencias habéis gozado, mas ellas terminarán, porque ha llegado
el tiempo de que trabajéis con pureza, apegados a mi Ley.
No tengáis ningún interés personal al servirme, servirme por amor sin pensar en
el pago o en el galardón que os espera. Pensad en los que sufren, en los que
han caído, en los que no contemplan la luz ni conocen el camino, y dadles mi
enseñanza con caridad, conducidlos hacia Mí y descuidad si ellos llegan antes
que vosotros; sed el postrero consciente de su misión, que yo os sabré esperar,
porque todos llegaréis a Mí.
Pueblo: os concedo un nuevo año para luchar. Sobre la guerra, la destrucción y
la muerte, se extenderá el azul del cielo como un manto de paz, adornaré la faz
de la Tierra con las flores, soplarán brisas que serán como un tributo de amor.
El seno de las madres de todas las especies será fecundo y su abundancia será
en vuestro beneficio. Ilumino la inteligencia humana para que descubra en la
Naturaleza nuevas revelaciones, para bien de mis hijos. Bendigo los mares, para
que los seres que habitan en su seno, se multipliquen y no sufran hambre los
hombres después de la guerra. Abro brechas para que las diversas razas se
conozcan y se estrechen.
Que la primavera llegue entre vosotros como un presente de paz y de esperanza,
de reconciliación y perdón entre la humanidad.
El verano calcinará con el fuego de su sol, regiones y desiertos, donde los
hombres al cruzar caerán de hinojos ante Jehová, pidiendo clemencia. Los que me
habían olvidado, me recordarán. y los científicos, ante estos fenómenos, se
confundirán, pero en el fondo escucharán mi voz que les dice que limpien su
planeta y su mente para penetrar en el camino de la sabiduría.
El otoño me hará presente la cosecha de los que cultivan la tierra, y esa
cosecha será abundante porque algunas naciones volverán a la paz y empuñarán
las herramientas de labranza.
Habrá bendición en la simiente, porque los niños y las mujeres cultivarán la
tierra en ausencia de los hombres. Las manos que dejen las armas y empuñen el
arado serán benditas y también lo serán las que fueron enemigas y después se
estrechen como hermanos, porque descenderá el pan de los cielos como descendió
el mana en el desierto.
El invierno llegará y sus nieves serán el símbolo de la purificación.
Todo está preparado. Velad y orad, labriegos. Estoy bendiciendo también las
manos que ungieron enfermos, los labios que pronunciaron mi palabra con amor;
los ojos que vencieron el sueño velando a la cabecera del moribundo, al corazón
que latió por que el sufría, porque son los instrumentos del espíritu que sabe
elevarse en oración por la humanidad.
Vengo a hacer latir vuestro corazón a una nueva vida, porque lo encuentro
muerto a la fe, a la esperanza y al amor.
Yo soy el único juez que puede juzgar a los espíritus y sin embargo no vengo a
veros cual reos, sino como a hijos y discípulos.
Sabedme tener entre vosotros como Padre, sabed dar su valor a la palabra que os
doy, o ¿Queréis acaso tenerme como juez? ¿Queréis que haga sentir mi justicia
no sólo en mi palabra, sino también en vuestra vida, para que despertéis y me
creáis?
La semilla que os estoy confiando, no siempre la habéis sembrado bien, ved que
no habéis levantado la cosecha que esperábais, mas no por eso abandonéis la
lucha: comprended que si ella a veces es causa de vuestras lágrimas, también es
cierto que en este cumplimiento está la paz de vuestro espíritu.
No quiero ver llorar a este pueblo por los caminos de la tierra quejándose de
las asperezas del sendero.
En todos los tiempos os he puesto en el camino que conduce a la mansión donde
os espero, no temáis hallar cerrada su puerta, el que hasta ella llega, es
porque ha recorrido todo el camino.
Me presentáis vuestro corazón y de él, como de un granero, recojo la buena
simiente y la vana os la dejo para que la destruyáis.
Ya no debéis de alimentaros de prácticas imperfectas o impuras, os encontráis
en el Tercer Tiempo. Quien practique mi Doctrina como os la estoy entregando,
estará haciendo mi voluntad, y quien hace la voluntad del Padre será salvo.
Os he dado, a través de los tiempos, grandes pruebas de mi amor; os he brindado
oportunidades para llegar hasta Mí, mas nunca me habéis obedecido y habéis
preferido el dolor del mundo con sus goces pasajeros, al cumplimiento de mi Ley
que os da la verdadera paz.
Si viniese a vosotros solamente como juez, os haría estremecer; mas entre mi
justicia y el hombre, se interpone siempre la cruz y de Mí sólo brotan palabras
de amor y de perdón.
¡Cuánto os he ayudado en este mundo, para que no tengáis que arrepentiros
cuando en espíritu lleguéis ante el juez!
Sois los mismos que cruzásteis el desierto junto con Moisés, los mismos que
seguísteis a Jesús por la Judea y todavía en este tiempo venís a pedir milagros
para creer, o a solicitar los bienes de la Tierra, como si no conociéseis la
finalidad de vuestro destino.
No os familiaricéis con esta manifestación, porque perderéis el respeto y la fe
que ante ella debéis tener y ¿Qué podréis aprovechar de ella si vuestro
espíritu está ausente y vuestra mente distraída?.
En mi Divinidad existe el amor de intercesión, es María. ¡Cuántos corazones que
permanecían cerrados a la fe, se han abierto por ella al arrepentimiento y al
amor! Su esencia maternal está en toda la creación, es sentida por todos y sin
embargo hay quienes contemplándola la nieguen.
Sed vosotros los sembradores incansables de mis revelaciones, para que el mundo
se prepare y alcance elevación y luz.
Antes de mi partida, prepararé los caminos por los que tenéis que andar. No
sabéis lo que tengo decretado para los últimos años de mi manifestación. Os
preparo, porque grandes pruebas surgirán en esos días. Haré desaparecer entre
vosotros, toda la mixtificación que a mi Doctrina habéis traído, para que
conozcáis mi Obra en su pureza.
Velad, pueblo, porque después de mi partida habrá quienes se levanten
haciéndoos creer que sigo manifestándome a través del entendimiento humano. Os
dejo alerta y preparo vuestro corazón para que él, conociendo mi esencia y el
sabor de este fruto, no se deje seducir por los impostores; mas si no os
preparáis para esos tiempos y os despojáis de lo que os he entregado, ¿Cómo
vais a distinguir la verdad de la mentira ?
No asimiléis influencias maléficas que puedan desvirtuar el conocimiento y la
luz que os he dado, porque os verías envueltos en la misma causa que aquellos
que van a traicionarme. Alba tras alba he de preveniros para que viváis alerta
y no lleguéis a flaquear. Muchos lloraréis mi partida y no encontraréis
consuelo; viviréis suspirando por el tiempo en que me comuniqué por el
entendimiento humano; mas en los instantes en que oréis, os iluminaré
haciéndoos recordar toda la gracia y los dones que en vosotros deposité; para
que no os sintáis solos o abandonados, sino que reconociendo que me encuentro
cerca de mis discípulos, os levantéis con vuestra heredad para hacer méritos
con obras de amor en vuestros hermanos.
Aprovechad este tiempo de enseñanzas, ved que en vuestra nación existe paz,
mientras que otros pueblos se están destrozando. Es necesario que comprendáis
que debéis crear un ambiente de paz en vuestro pueblo, para que todo aquel
extranjero que entre vosotros penetre, descanse y se conforte en vuestro seno,
y a su retorno se sienta iluminado por buenos pensamientos y animado de nobles
propósitos.
Ya deberán surgir de las naciones, hombres fuertes en el bien y llenos de luz.
Ellos serán los que hagan reconocer sus errores y sus faltas a todos aquellos
que habiendo traído al mundo una gran misión, la hayan equivocado.
También está próximo el momento en que las epidemias se desaten en las
naciones, arrasando pueblos.
En este día os pregunto: si os enviase a aquellas tierras diciéndoos: atravesad
mares y penetrad en las ciudades de dolor y desolación, ¿Lo haríais, mis hijos?
Más allá de la muerte espera a todos la vida; pero ¿Quiénes son los que van a
llevar una gota de bálsamo y una palabra de luz a los que aún pueden resucitar
en esta vida a la verdad? Esos deben ser mis discípulos.
Muchos hombres verán esclarecidos los misterios de mis manifestaciones desde
este mundo y otros tendrán que penetrar en el valle espiritual para contemplar
la verdad.
¡Toma de mi amor y mi bendición en Mi nombre que Soy el Padre, el Hijo el Espíritu Santo, la paz de mi Divinidad nunca se aparte de Vosotros!
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