sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 109.

Llegáis humildes ante mi manifestación, como llegaron aquellos pastores de Judea ante el Redentor que acababa de nacer. Ellos doblaron con respeto su rodilla ante la gracia y la belleza del cuadro que contemplaban sus ojos extasiados.

Aquel pueblo oprimido y humillado, hacía siglos, que esperaba al Mesías, por lo que al llegar éste al mundo, rodeado de pobreza, fue reconocido por los humildes. También los señores, los grandes y los ricos esperaban al Mesías, mas ellos lo concebían en otra forma por eso aquella estrella que apareció en el firmamento anunciado la llegada del Salvador, aunque brilló para todo el mundo y todos los espíritus, sólo fue contemplada por los que velaban y oraban.

Nadie sabía con certeza cómo llegaría el Mesías, cómo sería El, ni bajo qué forma se presentaría; mas ese misterio quedó esclarecido y todo el pueblo y con él la humanidad, supieron que vino del Padre, que fue concebido por gracia divina y que su Doctrina fue de justicia, de amor, de caridad y humildad. Sólo los sencillos de corazón, los pobres de espíritu y los hombres de buena voluntad, creyeron en aquel Maestro que ocultaba tras de su mansedumbre y su pobreza, toda la majestad y el poder de Dios. Desde entonces ¡Cuánto se ha discutido a Cristo, cuántas disputas y controversias, cuántos juicios y comentarios! Los ricos no quisieron saber nada sobre el desinterés y la caridad; los poderosos no aceptaron más reino ni más poder que el
de este mundo, los científicos negaron la existencia de la vida espiritual y las religiones falsearon muchas de las revelaciones divinas.

La niñez de Jesús pasó pronto; puedo deciros que la vía dolorosa comenzó desde antes de su nacimiento y se prolongó después de la muerte en la cruz, si se toma en cuenta que mi nombre y mi Doctrina, no han cesado de verse perseguidos y juzgados. Es por eso que mi calle de amargura ha sido muy larga, como también para el espíritu de María, mi tierna Madre en cuanto hombre.

Si en la Tierra su corazón se sintió lacerado muchas veces hasta la muerte, también en espíritu había de experimentar el dolor de ver su nombre y su pureza profanados por las blasfemias, dudas, juicios y burlas de los hombres materializados.

La encarnación del Verbo ha encontrado siempre a muchos corazones con las puertas cerradas a la realidad, a pesar de que todas mis obras han estado envueltas en la luz clarisima de la verdad.

Hoy vuelve mi Verbo entre vosotros, mas no ha encarnado en el seno de la Virgen, para hacerse hombre como en el Segundo Tiempo; sin embargo María, la esencia maternal, esta siempre presente en espíritu.

La paja del establo donde vino al mundo Jesús, así como la cruz del Calvario donde exhaló el último aliento, los encontraré en este tiempo en el corazón de la humanidad; mas al final, después de las tinieblas se hará la luz en todos los espíritus y seré glorificado.

Este tiempo será de lucha, mas cuando todo hay sido consumado, la humanidad elevará un himno de gozo hacia Mí; porque al fin, después de tantas contiendas, los enemigos de la paz se tornarán en hombres de buena voluntad.

Vuestra vida presente ha sido una continua lucha y es por eso que cuando miráis a otros gozando de placeres y satisfacciones, os preguntáis por qué es vuestro destino tan duro y severo, y la respuesta ha llegado a vuestro corazón, cuando habéis orado, ofreciéndome vuestras cuitas, trabajos y vicisitudes. Ese ha sido el instante en que la luz de la intuición os ha dicho que debéis aceptar con paciencia vuestro cáliz, ya que cada espíritu tiene contraída conmigo una deuda que el corazón humano no conoce.

Discípulos: convenceos de que en este tiempo no vinísteis a la Tierra a recoger glorias ni honores, ni a deleitaros con el fruto del placer, sino a cumplir una restitución purificando el espíritu en las pruebas de esta vida y en la práctica de mis enseñanzas. Sin embargo, no quiero deciros que rechacéis todas aquellas satisfacciones sanas que llamen a vuestra puerta porque caeríais en fanatismo y os haríais muy penosa la jornada.

Analizad lo que os digo, porque si no penetráis al estudio de mi palabra, podríais caer en fatalismo y ved que mi Doctrina es la antorcha de la fe y de la esperanza que viene a alumbrar el sendero de los que se han hundido en las tinieblas del desengaño, de la turbación y la desesperanza.

Penetrad en vuestro interior, tratad de conoceros a través de mis lecciones y descubriréis la vida maravillosa del espíritu, revelándoos que no sois pobres, ni pequeños ni desheredados; y haciéndoos comprender que sois los hijos predilectos en la Creación de vuestro Padre. Por eso os enseño, para que dejéis de ser el niño que todo lo ignora y que no se conoce a sí mismo.

Cierto es que por medio de la ciencia habéis logrado saber mucho de vuestro cuerpo, mas ahora sabéis que vuestro ser no se concreta a la materia, sino que en ella vibra otro ser de diferente naturaleza al cual no conocéis aún y que es vuestro espíritu.

Bien poco es lo que sobre el espíritu han revelado a la humanidad las religiones, mas ya despertarán de su letargo y serán bendecidas las que venciendo escrúpulos y temores descubran a la humanidad la verdad que han ocultado.Yo les iluminaré con la luz de mi perdón, de mi gracia y mi sabiduría.

Cuando la humanidad reconozca que las religiones no son solamente para que los hombres vivan moralmente en la Tierra, sino que tienen la misión de conducir al espíritu hacia su morada eterna, la humanidad habrá dado un paso de adelanto en el sendero de su evolución espiritual.

Elevaos, pueblo, para que os encuentre siempre en vigilia espiritual, no infringiendo mi Ley, unidos en vuestro hogar y buscando a los que de mi camino se han apartado. Así me estaréis imitando como Maestro, mas no intentéis nunca ocupar mi lugar de juez. A vosotros corresponde perdonaros los unos a los otros y si queréis ocupar en alguna forma mi lugar, hacedlo enseñando, amando y perdonando. Tenéis muchos ejemplos míos para que los toméis como norma para vuestras obras. No es que mi espíritu haga ostentación ante vosotros, mas debéis comprender que como Maestro tengo que mostraros mis lecciones para que las imitéis. Si Yo ocultara mis obras ¿Cómo podríais imitarlas? Por eso os digo: amaos como os amo Yo.

Vosotros solicitáis mi perdón, porque a cada paso me ofendéis, y Yo os perdono. En cambio, vosotros no os disponéis a perdonar a quienes os ofenden. Por eso os he concedido que mi manifestación se prolongue hasta 1950, para que por medio de mis lecciones pudiéseis comprender mi Doctrina y concederle su justo valor.

Mi Ley y mi Doctrina, dadas a conocer a través de eras, son el único libro en el que todo es verdad, sin embargo, los hombres van buscando en los libros de la Tierra, algo que les descubra lo eterno y les revele la verdad, y tan sólo logran llenar su mente de teorías, sin encontrar verdadera luz para su espíritu.

Ha sido menester de mi caridad, para que esta Doctrina echase raíces en vuestro corazón, una labor de paciencia y de amor, que sólo Yo, vuestro Señor, podía llevar a cabo. Lo que en este tiempo deberéis saber será lo que os revele en mis lecciones; mas quedará oculto lo que reservo para que lo conozcáis en tiempos venideros. Si hoy os lo dijese todo, muchos se confundirían y otros, creyendo comprender, se llenarían de vanidad; aquella grandeza le perdería y debéis reconocer que mi Doctrina no tiene por finalidad apartaros del camino de la Verdad.

Tomad esta vida como un combate, luchad en él hasta vencer, llegad a mi presencia como un buen soldado y Yo os entregaré un galardón que llenará de luz y gracia a vuestro espíritu. Mas a quienes duerman espiritualmente, imitando en su infidelidad a las vírgenes imprudentes de la parábola, serán sorprendidos por la muerte, la que los encontrará con su lámpara apagada.

Cada criatura, cada hombre, tiene un sitio asignado que no debe perder, mas tampoco debe tomar el sitio que no le corresponda.

¡Cuánta responsabilidad tienen los que me hayan escuchado en este tiempo, aunque sólo me hayan oído una sola vez!

Al recibir mi llamado, os habéis levantado presurosos, para reuniros y conversar espiritualmente conmigo. Quiero mirar a vuestro espíritu lleno de esperanza y de fe, conforme con sumisión, fuerte y sereno en las pruebas. No os canséis de luchar, no os detengáis si sentís que el camino es largo, no olvidéis que mi Espíritu os acompaña y que por lo tanto, podéis ser invencibles en las pruebas.

Vuestro cáliz, lo mismo ha contenido alegrías y paz, que dolores e incertidumbres. Habéis reído y llorando en vuestra vida y hay quienes han envejecido prematuramente, por que flaquearon en la prueba y sintieron que las fuerzas les faltaron.

Mujeres: Contemplo herido vuestro corazón, las penas han abatido a vuestra envoltura, mas aún hay fuerza en el espíritu para seguir en pie. A pesar del sufrimiento, habéis sabido confiar y esperar en Mí, porque sabéis que siempre me acerco a enjugar vuestras lágrimas y a endulzar vuestros labios. Recordad que os he dicho “que la hoja del árbol no se mueve sin mi voluntad”. ¿No habéis pensado que ese dolor que habéis apurado es el crisol en donde se purifica vuestro espíritu? ¿No sabéis que estáis en una época de lucha espiritual en la que debéis dar pruebas de vuestra fortaleza? Benditas seáis porque en muchas pruebas habéis sido fuertes y por eso vuestros méritos os hacen acreedoras a mi paz. Yo no os he ofrecido goces perpetuos en la Tierra; el espíritu sabe, que al venir a este valle, le esperan trabajos y lucha para forjarse y perfeccionarse; mas siempre en medio de vuestra batalla, mi caridad ha sido como un manto que os ha protegido.

Pueblo: ¿No estáis satisfechos, sabiendo que estoy manifestándome ante las multitudes en forma clara, y que en todas las naciones estoy esperando a mis escogidos? Quiero ser para todos como un amigo, como un consejero y confidente de vuestro espíritu.

No todos creéis en Mí, mas esto no impide que Yo os ame y venga a vosotros. ¿Quién podrá detener la fuerza de mi Espíritu, si soy todo amor para mis hijos? ¿Y quién podrá juzgar mi Obra y penetrar en mi arcano?

Hoy estáis conmigo, discípulos; descansad, que Yo velo por vosotros. No minéis más vuestra salud en obras superfluas. ¡Cuánto habéis tenido que sufrir para devolver la pureza a vuestro espíritu y restituirle las virtudes de que fue dotado!

¡Ah si os hubiéseis mantenido puros como lo fuísteis en la niñez, en esa edad en que la carne es inocente y el espíritu va a comenzar una nueva jornada, cuán cerca estaríais de Mí, y cómo vendrían a vosotros los ángeles para entablar un concierto con vosotros! Mas el hombre, a medida que crece, va alejando a su espíritu del sendero limpio y luminoso, para entablar una lucha incesante con el mundo, y en la que una veces vence el espíritu y otras la carne. Todos os habéis alejado del buen sendero y debéis orar para ser libres de peligros y apartaros del mal. En esa caminata lleváis un báculo para que os apoyéis, y ese báculo es el ángel guardián que os acompaña a todas partes que vayáis.

He llegado a vosotros para redimiros por medio de pruebas de amor y de justicia y a enseñaros mi Doctrina para hacerme seguir de vosotros.

De vuestras buenas obras Yo tomo los méritos que hay en ellas, aun de aquellas que consideréis muy pequeñas porque Yo soy el único que puede juzgar su verdadero valor. El que ama y sirve a la humanidad, me ama y me sirve, Yo sólo os pido que os améis y esto me bastará para hacer grandes obras por vuestro conducto. De ello os he dado muchas pruebas, pues siempre he estado presente cuando habéis tendido la mano al necesitado, haciendo que vuestro espíritu experimente la paz que da el cumplimiento del deber para con su Padre y para con sus hermanos

Lleváis una señal imborrable que os distingue de todos los pueblos; esa señal es una luz que he hecho brillar en vuestro espíritu; también os he hecho surgir en esta nación preparada por Mí para que en ella vuestro espíritu pueda elevarse y encontrar campo propicio para su cumplimiento.

Cuidad el tesoro que os he dado en mi palabra y no permitáis que manos impuras os lo arrebaten. Dadlo a todo aquel que desee conocerlo o que busque en él su salvación.

Si vosotros no supiéseis defender mi legado, Yo lo defenderé; pero entonces tendréis que responderme de vuestras flaquezas. Trabajad con amor por el cumplimiento de las leyes espirituales y materiales. Si atendéis vuestros deberes espirituales, os será fácil el trabajo material. No haréis ostentación de vuestras virtudes; si en verdad sentís mi palabra y la practicáis, guardad celosamente vuestras obras, ahí donde sólo Yo pueda mirarlas, y vuestro ejemplo de humildad alentará a vuestros hermanos a imitaros.

Amaos con el mismo amor con que Yo he venido a enseñaros, sabiendo que procedéis de Mí, que todos habéis sido formados de una misma sustancia y que así como habéis estado en el principio en Mí, en el final también lo estaréis, cuando volváis a vuestro Señor.

Vengo a buscaros, para que os aproximéis a la fuente de la vida. He aquí el camino que conduce a ella. Para llegar a encontrarla es menester llegar a veces al sacrificio, luchar y perseverar en la virtud.

Oíd mi voz que a cada instante os despierta, esa voz interior que os reclama el cumplimiento de mi Ley; porque hasta ahora habéis caminado a vuestro libre albedrío, haciendo cuanto os place en vuestra vida.

He venido a dulcificar vuestro corazón endurecido en las vicisitudes de la vida, dándole a saborear el pan del amor divino, y vuestro corazón ha sabido conmoverse.

En Mí está el Juez, el Padre y el Maestro; tres fases distintas en un solo Ser, tres potencias y una sola esencia: el amor.

Así me manifiesto ante vosotros para ayudaros a cumplir la misión que deposité en vuestro espíritu desde el principio de los tiempos.

Os estoy doctrinando nuevamente para que enseñéis esta palabra a la humanidad. Cuando este pueblo se encuentre preparado, en él encontrará la humanidad consuelo en sus penas, bálsamo en sus tribulaciones y luz para su espíritu.

No pasará la presente generación sin que os hayáis levantado a dar testimonio de mi segunda venida. Mas yo os he dicho: Si no os queréis levantar a practicar mi enseñanza, las piedras hablarán y darán testimonio de mi presencia, mas de ello vosotros me responderéis.

Si existen en vuestro sendero obstáculos para seguirme, mostradme buena voluntad y ahínco y Yo limpiaré el camino, Yo os ayudaré.

Quiero que estéis preparados porque el mundo os probará, y si no supiéseis dar testimonio de los prodigios que he hecho entre vosotros, en vuestros hermanos surgirá la duda.

Veo entre vosotros a los que han logrado romper las cadenas que les ataban al mundo y me piden fortaleza para perseverar en su noble propósito de regeneración y Yo les doy aliento con mis palabras y con mi presencia. Aún tendrán más pruebas que les servirán para afirmar sus pasos en el camino. Velad y orad, para que esas pruebas no os sorprendan dormidos, porque sería amargo vuestro despertar si os diéseis cuenta de que habíais desandado el camino.

Si llegáseis a caer, acordaos al instante de vuestro Padre y orad, para que en Mí encontréis nuevas fuerzas para vencer. Si así os preparáseis, la voz de vuestra conciencia será claramente escuchada en vuestro interior.

Ya no seáis siervos de la tentación, luchad por conservar vuestra libertad espiritual. Quiero que mis discípulos sean los buenos hermanos en el seno de la humanidad, que siempre espera una mano fraternal y sincera que se tienda hacia ella.

Los hombres buscan con avidez la luz de la verdad y muchos esperan mi llegada, ignorando que mi presencia está con vosotros.

No todos me escucharán en el tiempo de mi comunicación, pero estoy doctrinando a este pueblo para que cada uno de los que me escucharon, sea una guía de corazones cuando mi palabra ya no se manifieste a través de estos portavoces. Para entonces os habréis espiritualizado y recibiréis mi palabra y mis mandatos por intuición y hablaréis de lecciones desconocidas que serán verdaderas revelaciones.

Ya desde ahora os he revelado mucho de lo que estaba prometido a los hombres y por vuestro conducto he anunciado acontecimientos que habéis visto realizados, por lo cual podéis decir que no solamente habéis sido mis portavoces, sino también mis profetas.

Vosotros no habéis logrado aún penetrar al fondo de mi palabra, más llegarán las nuevas generaciones que os he prometido y ellas os darán el análisis profundo y justo de lo que no hayáis alcanzado a comprender; mas también vendrán hombres de otras naciones que sabrán interpretar mis enseñanzas. Sin embargo Yo os digo que los que me oyeron de viva voz, los que sintieron mi presencia serán los primeros en comprender mi Obra, para enseñarla y explicarla.

No quiero que en los años que os restan por escucharme, os hagáis merecedores de reclamos, porque se estacionaría mi enseñanza y es mi voluntad manifestarme con mayor claridad en cada lección, para que al final de mi comunicación os sintáis a un paso de convertiros en maestros. En vosotros he depositado mis anhelos divinos para que alcancéis el amor y la sabiduría, abriendo vuestro entendimiento para el conocimiento espiritual.

Os estoy enseñando a prepararos para recibir la inspiración divina a fin de que reveléis a vuestros hermanos que todos pueden ser poseedores de esta gracia.

Dejad que mi palabra quede depositada en vuestro corazón, para que cuando seáis maestros, la encontréis siempre presente en vuestro templo interior.

No temáis ser desgarrados por la humanidad por causa de mi Doctrina; el corazón del hombre se encuentra tan cansado de teorías y palabras vanas, que cuando reciba esta buena nueva sentirá sobre su espíritu la luz de la verdad que descienda como fresco rocío a darle vida.

El Amigo Perfecto ha llegado hasta vosotros para deciros que no temáis, que aunque encontréis veneno, maldad y traición en muchos corazones, al discípulo fiel y preparado no podrán amedrentarlos esas pruebas.

Sed semejantes a aquellos apóstoles que me siguieron en el Segundo Tiempo. Si aún no habéis sabido sanar al enfermo, mejorad vuestra preparación, acrisolándoos en la caridad y estando en contacto con el dolor. Si no estáis preparados, no toquéis al enfermo esperando que sane, porque ese prodigio no lo contemplaréis. Mas si os preparáis espiritual y materialmente, pronto recibiréis, si es mi voluntad, el milagro que solicitéis de Mí.

Si vuestra fe en mi poder no fuese grande, ni vuestro amor hacia los demás fuese verdadero, vuestra obra no será de salvación y contemplaréis estéril vuestro trabajo; mas si alcanzáis la espiritualidad, veréis realizarse verdaderos milagros en vuestro camino.

Si no habéis conseguido la paz entre los vuestros, o si los lazos de unión y de amor se han roto, velad y orad, comunicaos con mi Espíritu y la paz será con vosotros.

Si aún no sabéis hablar de Mi, cerrad vuestros labios, pero elevad el espíritu porque él, con el pensamiento, hablará a los necesitados.

Si no habéis alcanzado a comprender mi Enseñanza y queréis penetrar en su significado, espiritualizaos, y al escucharme o al recordar mi palabra quedaréis sorprendido de vuestro análisis. Mi palabra es sencilla y humilde para que la podáis comprender; pero encierra una esencia que es divina, para que sintáis mi presencia.

Hoy me encuentro en un nuevo cenáculo, rodeado de discípulos y párvulos, que meditan y recuerdan el día y la hora en que el Verbo se hizo hombre en Jesús. Cerráis vuestros ojos y tratáis de imaginar el lugar de mi nacimiento, la solemnidad de aquella hora, la pureza de la Madre, la mansedumbre del justo y casto compañero de María y todo cuanto rodeó aquel acontecimiento. Entonces comprendéis la divina humildad de Cristo, humildad que vino a predicar con sus obras y con su divina palabra, desde el primer instante.

Pueblo amado: vivid aquellos momento y recreaos recordando y meditando, porque de vuestra meditación surgirá la luz que disipe vuestra ignorancia.

Buscadme en lo más recóndito y elevado de vuestro ser, sentid mi presencia en vuestro espíritu y mis manifestaciones en lo más sutil de vuestra vida. Pensad que cuanto más elevada y espiritual sea mi manifestación, mayor será vuestro goce, porque ello será la prueba de que ya estáis capacitados para comprender mis grandes lecciones.

Sois vosotros los que en este tiempo aceptásteis mi venida en espíritu y creísteis sin ver; mas hay quienes me esperan en la forma en que estuve en el mundo en el Segundo Tiempo; y otros, que me esperan bajo diversas formas, según la interpretación que cada quien ha dado a las profecías. Yo bendigo a todos los que me esperan y les envío mi luz, para que cuando sepan que mi presencia y mi comunicación en este tiempo es espiritual, no se confundan.

También bendigo a los que no me esperan. Unos debilitaron en la fe y otros se confundieron entre tantas ideas y doctrinas humanas, mas Yo derramo mi luz en todas sus sendas, para que alcancen su salvación.

Hay quienes me esperan espiritualmente, y que sin embargo negarán que sea Yo quien se manifiesta, porque ellos querrán verme venir envuelto en el esplendor de una luz cegadora, para poder creer. Querrán verme llegar con la majestad de un rey de la Tierra, porque no conciben la verdadera grandeza en la humildad. Entonces tendré que deciros nuevamente: “Mi Reino no es de este mundo”.


¡Toma de mi amor y mi bendición en Mi nombre que Soy el Padre, el Hijo el Espíritu Santo, la paz de mi Divinidad nunca se aparte de Vosotros! 

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