sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 104

Humanidad. me presentáis vuestra hambre de Paz, a lo cual os digo que el hombre que no ama, no puede tener paz. He escuchado vuestras plegarias, en las que decís: "Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad", mas no habéis comprendido que la buena voluntad sólo puede provenir de la in- clinación al bien y a la justicia, que son frutos del amor.

Cuando exista amor entre los hombres, sentiréis en todas partes la presencia de mi paz; porque la armonía que habéis roto con los elementos y con todo lo que os rodea, volverá, y esa bien andanza será semejante al mensaje que os trajeron los ángeles cuando os dijeron: "Gloria a Dios en las alturas y paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad".

Mucho es lo que habéis buscado por medio de la ciencia y sin embargo no habéis podido descubrir la relación tan íntima que existe entre el hombre y lo espiritual, entre la criatura humana y su Creador.

¿Cómo puede ser normal la vida de un ser que se aparta de la senda que le traza la Ley del Creador? Mirad cuanto ha luchado el hombre tratando de descubrir caminos fuera de las de las sendas que señalan mis leyes de amor y de justicia.

Vuestro mundo está lleno de artificio y de falsedad. y eso se debe a que hace tiempo os habéis distanciado de lo dispuesto por el Padre.

Inmensa es la prueba a que he sometido al espíritu cuando lo he enviado a habitar la Tierra con la misión de perseverar en mi Ley; por eso os he buscado cada vez que os habéis perdido perdonando vuestras desobediencias y equivocaciones, y ofreciéndoos nuevas oportunidades. Yo he querido que por lo grande de vuestras pruebas, presintáis la fuerza y los dones que he depositado en vuestro espíritu, así como el galardón prometido a los hijos fieles y perseverantes en mandatos.

Llevad siempre presente que si es grande el galardón que os prometo, también vuestros méritos tendrán que ser dignos de la promesa.

Yo planté el árbol de la ciencia y no lo cortaré porque frutos son de vida, mas la impaciencia, la curiosidad y la ambición humanas han torcido sus ramas.

En mi amor divino por las criaturas humanas, les permití que escudriñaran mis obras y tomasen de todo lo creado, para que nunca tuvieran motivo para decir que Dios es injusto porque oculta su sabiduría a sus hijos. Si Yo os formé y os dí el don del libre albedrío, y lo he respetado, a pesar dé, que el hombre abusando de esa libertad, me ha ofendido, profanando mi Ley; hoy vengo a hacerle sentir la caricia de mi perdón, iluminando a su espíritu con la luz de mi sabiduría. para que uno a uno de mis hijos vuelvan al sendero de la verdad.

El Espíritu de Verdad, que es mi luz, brilla en las conciencias, porque os encontráis en los tiempos anunciados en que todo misterio os será esclarecido, para que comprendáis lo que hasta ahora no ha sido debidamente interpretado.

La idea errónea que de mi justicia se formó el hombre en los primeros tiempos, desaparecerá definitivamente para dar paso al verdadero conocimiento de ella. La justicia divina será al fin comprendida como la luz que brota del amor perfecto que existe en vuestro Padre.

Aquel Dios a quien los hombres creyeron vengativo, cruel, rencoroso e inflexible, será sentido en lo profundo del corazón, como un Padre que perdona a cambio de las ofensas de sus hijos, como el Padre que persuade con ternura al pecador; como el juez que en vez de condenar al que ha faltado gravemente, le proporciona una nueva oportunidad de salvación.

¡Cuántas imperfecciones me atribuían los hombres en su ignorancia, creyéndome capaz de sentir ira siendo la ira sólo una flqueza humana! Si los profetas os hablaron de la ira santa del Señor, ahora os digo, que aquella expresión la interpretéis como justicia divina.

Los hombres del Primer Tiempo no hubieran entendido de otra manera, ni los disolutos o los libertinos hubiesen tomado en cuenta las amonestaciones de los profetas, si ellos no les hubiesen hablado en aquella fonna. Era menester que la inspiración de mis enviados fuera expresada en términos que impresionaranel cerebro y el corazón de aquelos hombres escasos de desarrollo espiritual.

Para daros una imagen fiel y verdadera de lo que es el amor y la justicia del Padre, os envié mi Verbo, para que él, a través de Jesús, manifestara mi amor. En Cristo, vísteis al rey de la humildad y de la mansedumbre, al rey que prefirió la humillante y dolorosa corona de espinas a la regia corona de la vanidad humana. Como Juez,, lo mirásteis juzgar los actos de los Pecadores de una manera diferente de la que acostumbran los hombres. El predicó el perdón con aquella enseñanza en 1a que os decía. que si recibieseis el bofetón de un semejante sobre una mejilla, presentaseis la otra con mansedumbre en señal de Perdón, mas luego con obras, confirmó sus palabras,

¡Qué terrible era el remordimiento del pecador cuando llegaba a sentirse envuelto en la luz de la mirada dulce y mansa de Jesús!

¡Cuántos milagros se operaron bajo el influjo del perdón de aquel Maestro del amor! Es que su perdón era verdadero y su juicio perfecto, ya que provenían del amor infinito que tiene Dios por sus criaturas. Pero faltaba revelar a los hombres mucho más de lo que se les había enseñado, para que pudieran comprender el sentido de aquellas lecciones; y entonces le fue anunciada a la humanidad una nueva Era y una nueva manifestación de mi Espíritu, Y el cumplimiento de aquella promesa lo es viendo realizado en esta palabra de luz, que es sabiduría para vuestro espíritu Y consuelo para vuestro corazón. ¿Quién sino Yo, podía ser el Espíritu de la Verdad y de la Consolación?

Heme aquí presente, manifiesto, visible a toda mirada espiritual, derramando luz en los senderos del espíritu, para que comprendáis todo lo que ha sido revelado a través de los tiempos.

Es ahora cuando podéis decir desde lo más profundo del corazón y del espíritu.- "Padre al fin te he mirado, al fin te conozco" ¿Y cuándo podréis amarme verdaderamente?

Os estoy hablando con el mismo lenguaje con que hablé en el Segundo Tiempo; con el mismo amor y la misma sabiduría, porque soy inmutable, mas vosotros como discípulos, estáis dando un paso más en mi camino. Os alimentáis con estas palabras y os extasiáis sintiendo próxima mi presencia.

De vuestro espíritu se eleva hacia Mí un canto de amor y de agradecimiento, por haberos hecho poseedores de esta gracia.

Pueblo. seguid recreando vuestro espíritu; y vos, humanidad, volved a Mí, retornad a vuestro cauce. Servíos unos a otros, haciendo con vuestros hermanos lo que Yo hago con vosotros, porque así me estaréis sirviendo y amando.

Buscadme como Padre, como Doctor, como Maestro muy cerca me tendréis. Pedidme y es daré, más procurad imitarme, aunque sea en una sola de vuestras acciones o pensamientos de cada día y Yo me encargaré de hacer fructificar lo que hiciereis en mi nombre.

Tened presente que vuestra vida en la Tierra es corta y que cuando lleguéis a su final, tendréis que dar cuenta de lo que sembrasteis.

Cuando mi palabra haya llegado al fondo de vuestro corazón y os encontréis dispuestos a seguirme, os uniréis en Mí para luchar, y no descansaréis hasta mirar que el mundo se haya convertido retornando al verdadero camino.

La humanidad se angustia y sufre y su dolor llega también al espíritu de vuestra Madre Celestial, ¿Qué dolor puede aquejar al hijo, que no sea sentido por Ella? Mas su intercesión os salva y su inspiración os invita a caminar por la senda de la espiritualidad.

Yo os envié Limpios a la Tierra y así retornaréis a Mí. Mas, ¡Cuánto tendréis que luchar para recobrar la pureza de que fuísteis dotados! Por so es preciso que veléis, que oréis y meditéis, para que no caigáis más en tentación y empecéis a escalar el monte sin detenemos más en vuestra ascensión para llegar a la cumbre.

Orad en este instante, para que vuestro espíritu lleve un mensaje de paz a vuestros hermanos. "Pedid y se os dará". "Buscad y encontraréis". Esto os he enseñado y mi palabra se cumple a través de los tiempos.

Labriegos amados: he agraciado a vuestro espíritu, para que pueda ponerse a salvo y para que él, a su vez, pueda rescatar del pecado a sus hermanos. Ahora os encontráis en purificación para haceros dignos de mi presencia; mañana, cuando seáis fuertes de verdad, ayudaréis a vuestros hermanos a librarse del pecado. Amo a vuestro espíritu, amo a todos mis hijos y por eso procuro,vuestra salvación.

Aquí me tenéis proponiéndoos nuevamente la Paz, esa paz que muy bien anhelan. sé recóndita-mente los hombres también anhelan, solo que, cuando la han buscado, no lo han hecho por los caminos que a ella conducen. En verdad os digo que el secreto de la paz está en la práctica de mi Doctrina, que es precisamente de lo que se ha alejado la humanidad. Decidme si acaso este mundo que peca, que hiere, mata, deshonra y profana, vive en la Doctrina que Jesús enseñó y reconoceréis que vive muy diferente de mis enseñanzas.

Hay muchos hombres que juzgan fuera de época, mi Doctrina, mas es porque su materialidad no les permite descubrir el sentido eterno de mis lecciones.

Mí Ley es inmutable; son los hombres los que pasan, con sus culturas, sus civilizaciones y sus leyes, quedando de todo ello sólo lo que el espíritu ha construido con sus obras de amor y caridad. El es quien después de cada jornada, de cada prueba, al interrogan al Arcano, contempla la piedra inconmovible de mi Ley y el libro siempre abierto que contiene la Doctrina del Espíritu.

¡Ah, si todos los hombres quisieran mirar la luz naciente de esta era, cuánta esperanza habría en sus corazones! pero están durmiendo. Ni siquiera saben recibir la luz que en cada día les envía el astro rey, esa primera luz que es como una imagen de la luz radiante del Creador. El os acaricia y os despierta a la lucha diaria, sin que los hombres, insensibles a las bellezas de la Creación, se detengan unos instantes para darme gracias. La gloria podría pasar junto a ellos sin que la percibieran, porque siempre se despiertan preocupados olvidándose de orar para buscar en Mí la fuerza espiritual; tampoco buscan energías para la materia en las fuentes de la Naturaleza. Todos corren precipitadamente, luchando sin saber por qué, caminando sin saber a punto fijo hacia donde van. Es en esa lucha sorda y sin sentido, en donde han materializado a su espíritu volviéndolo egoísta.

Ya olvidados de las leyes del espíritu, que son la luz de la vida, los hombres se destruyen, se matan y se arrebatan el pan, sin escuchar la voz de su conciencia, sin entrar en consideraciones, sin detenerse a meditar. Mas si alguien les preguntase, cómo juzgan su vida actual, ellos responderían al instante que jamás en los tiempos pasados brilló tanta luz en la vida humana como ahora, y que nunca la ciencia les reveló tantos secretos, pero tendrían que decirlo con una máscara de felicidad ante su rostro, porque en su corazón estarían ocultando todo su dolor y su miseria espiritual.

Y mientras la humanidad, despierta y contempla la luz de este amanecer, mi voz no cesa de hablar a vuestro espíritu y el dolor no deja de purificarle los corazones.

Benditos seáis, hijos míos, que os habéis unido en la oración, porque en ese momento los fuertes levantan a los débiles, el hombre de fe ha dado aliento al que vacila y el que sabe conversar con su Padre, ha enseñado a orar al que no lo sabe hacer. De esta manera los párvulos van tomando ejemplo de los discípulos.

Cuando mi palabra brota de labios del portavoz, encuentro al pueblo preparado, esperándome; entonces mi caridad penetra en los corazones para dar a cada uno según su necesidad. En esos instantes de comunicación, Yo sé quiénes me buscan animados tan sólo por el anhelo de remediar algún mal, descubro a aquellos que a pesar de su menesterosidad, se olvidan de sus necesidades, porque ante todo desean ser mis discípulos. La comprensión divina y la benevolencia con que hablo a cada corazón, son el fuego con que grabo mi palabra en vuestro espíritu para que sea inolvidable. En verdad os digo que cuando mi Doctrina ha llegado al fondo de un corazón, es una semilla que germina y se multiplica.

El instante de haber escuchado por vez Primera mi palabra, o de haber recibido en el corazón la semilla, es de juicio para vuestro espíritu, así como también lo será aquel en que tengáis que presentarme el fruto. Ahora os doy en la Tierra una ocasión preciosa para purificaros espiritualmente, y cuando retornéis a la morada eterna lleguéis tranquilos y serenos, llenos de luz y merecimientos para gozar mi Paz.

El mundo es valle de expiación en el que así como se peca también se purifica; de cierto os digo que el Más Allá es diferente a lo que en la Tierra conocéis, porque el que llega a él envuelto en pecado e impurezas, tiene que sufrir dolores muy grandes, infinitamente más grandes que aquellos que sufrió como humano; porque ya en espíritu, la conciencia se hace oír con más claridad por el espíritu, el cual al encontrarse ante tanta pureza quisiera desaparecer o por lo menos volver al Inundo material que dejó, donde según él, no se notaban sus múltiples imperfecciones.

A todo ésto, os digo que todo lo que os rodea en la Tierra, no es menos puro que lo que existe en el Reino Espiritual y que, el que os parezca que aquí en la Tierra sois menos impuros que en el más allá, es tan sólo una creencia que proviene de la poca claridad con que juzgáis el bien y el mal cuando estáis en materia.

Una de las razones por las que he venido a mostraros mi Doctrina espiritual en este tiempo, es la de ayudar a vuestro espíritu a elevarse hacia aquella vida que le espera; aprendiendo a sostenerse con mansedumbre a la purificación y a extraer del dolor y de las pruebas todo el Provecho y la luz que ellas encierran; y para que desde aquí conozca, hasta donde le sea permitido, el camino que deberá recorrer. Ved cómo la vida en la Tierra es la oportunidad preciosa para que el espíritu, cuando retorne, no tenga que avergonzarse de sus obras y de su pasado, para que no tropiece en aquel camino ni se confunda, creyendo ver tinieblas donde sólo hay luz. El hombre de este tiempo, está a punto de comprender las revelaciones espirituales. Mi palabra ha llegado en el instante justo del despertar de esta humanidad.

Si en vuestro camino llegáis a observar a hombres que con sus obras o su manera de pensar, demuestran retraso espiritual ante mis revelaciones, no os confundáis, porque debéis saber que nunca han marchado a compás todos los seres. Confiad en que desde ahora estoy dejando para ellos, las palabras que habrán de despertarlos cuando el tiempo sea llegado.

Esas palabras, que por ahora vosotros no podéis comprender, son precisamente las que aquellos hombres entenderán.

Hoy me habéis llamado diciéndome: "Señor, Señor, venid a nosotros", unos lo han hecho clamando perdón para sus faltas, otros pidiendo clemencia para sus sufrimientos y otros, los menos, para darme gracias por mis beneficios. Presto he venido a todos sin detenerme a juzgar para que me llamáis, porque lo importante para Mí, es que me habéis llamado.

Si todos me buscasen, les diría lo mismo que a vosotros - "No vengo a ver vuestras manchas ni a juzgar vuestros pecados, sino a escuchar vuestras quejas y a aliviar el dolor que os hace sufrir".

A veces, los que por un tiempo me han olvidado o los que han llegado a negarme, han experimentado el anhelo de verme y de oírme, preguntándose interiormente en dónde estoy y cómo podrían encontrarme.

Es el espíritu que necesita de lo divino y en su sed de luz solloza tristemente en la prisión de la carne, mas es precisamente en aquel instante cuando escucha una voz dulce que le dice: "Aquí estoy". No os he olvidado, mi me he alejado de vos. No podría alejarme, porque estoy en cada uno de vosotros, mas si queréis encontrarme. mi templo está en todas partes; en vuestra alcoba, en el trabajo, en los caminos, dentro y fuera de vos, en todo lugar donde levantéis un altar de espiritualidad o donde encendáis con vuestra fe, una lámpara que alumbre el camino de vuestros semejantes.

Cuando un hombre ha preguntado a su Señor y en el silencio de su corazón ha sabido escuchar la respuesta ha descubierto secretos mayores, que todos lo que la Naturaleza pudiera rebelarle por medio la ciencia. Ese hombre, verdaderamente ha descubierto la fuente de donde brotan todas las sabidurías.

El hombre que llevado de su dolor y de su angustia, ha logrado comunicarse espiritualmente con su Señor y le siente manifestarse en su oración, en su intuición o en sus pruebas, ha construido un santuario, donde siempre que se disponga podrá encontrar la presencia de su Padre.

El dolor que agobia a los hombres de este tiempo, los va conduciendo paso a paso, sin que de ello se den cuenta, a las puertas del santuario interior, ante el cual preguntarán, impotentes para seguir adelante: Señor, ¿En dónde estás? Y del interior del templo, surgirá la dulce voz del Maestro diciéndoles "Aquí estoy, donde siempre he habitado: en vuestra conciencia".

Para ayudaros en vuestra evolución, mi luz es en vuestro sendero, por ello no temáis perderos. Revestíos de obediencia y haced mi voluntad, así podréis realizar grandes obras, como corresponde a todo discípulo mío.

El que vive dentro de la obediencia, nada tiene que pedir a su Señor, porque comprende que nada puede faltarle; en cambio, el que camina al margen de la virtud, llegado el momento tiene que pedir, porque siente que la paz le abandona y que la fuerza le falta. Entonces se da cuenta de que los bienes del espíritu no se consiguen tan fácilmente como las satisfacciones del mundo.

Hay en mi Reino una puerta eternamente abierta y una mesa siempre preparada esperando la llegada del peregrino cansado. Cuánto he esperado que los hombres viniesen a buscar esos manjares espirituales en medio de la paz; mas cuando ellos vengan a buscarlos será en medio del dolor, sin embargo, la mesa estará siempre en su sitio y no se ocultará el pan a nadie.

Mi misericordia está esperando el arrepentimiento y la regeneración de la humanidad, Para desbordarse sobre los que un día se mancharon con el cieno del pecado, mas luego supieron purificarse en el amor a su Señor. Ese es el banquete al cual estáis invitados todos y en el que vuestro Padre repartirá el pan y ofrecerá el vino de la vida a sus hijos muy amados.

Os di mi voz de alerta, desde aquel tiempo en que descendí a la Tierra a conversar con los hombres; quise que la humanidad velara y orara para que las tinieblas no le sorprendieran, pero los grandes pueblos de la Tierra no velaron y la guerra pasó sobre ellos castigando su orgullo y su falta de caridad de los unos a los otros. Ved a las antiguas naciones doblegadas bajo el peso de sus desastres. Cuánto han sufrido en su altivez. Ahora han surgido nuevas naciones, cegadas también por las ambiciones de poder y de riquezas sin que ellas se hubiesen detenido para tornar experiencia en los primeros, ni escuchar la voz de la razón o la conciencia; ellas, cegadas por la confianza que tienen en su fuerza, se han llegado a creer omnipotentes y por ello se lanzan en pos de un ideal que creen justo, sin saber que van corriendo vertiginosamente hacia el abismo.

¿Quiénes serán los que en medio del caos eleven su mirada al firmamento en una imploración de paz y de perdón por los que en su ofuscación no puedan ya discernir, ni escuchar la voz de justicia de su conciencia? Quienes sino los que aman la paz? Ello serán los guardianes que velen por toda la humanidad en los días de prueba que se avecinan.

Sus oraciones harán que alcancen la paz los que necesitan luz en su espíritu. La oración espiritual es una misiva que llega al corazón de aquellos por quienes se pide y es como un manto de paz sobre los necesitados, cuando varios corazones se han unido para pedir por ellos. Yo estoy recibiendo de muchos puntos de la Tierra esa oración que elevan los que están velando por la paz del mundo.

Sed constantes en vuestra oración por la paz, porque ésa será, la forma de que os unáis a todos aquellos que de la misma manera estén orando. Sostened el manto de paz sobre el ambiente de guerra que envuelve a la humanidad, y en las horas de lucha extendido sobre de vuestros hermanos. ¿Recordáis que os he dado el don de la paz perpetua y de que os he llamado "Israel", que quiere decir "El fuerte"? pueblo, no os apartéis de vuestro corazón el recuerdo de lo que os he revelado ni de lo que sabéis que atesora vuestro espíritu. Yo profeticé a Jacob que su pueblo se multiplicaría como las arenas del mar y que llevaría la paz a las naciones. Orad, discípulos amados, y mi palabra se cumplirá en vosotros, porque formáis parte de mi Pueblo cuyo destino es ser la bend ición entre todos los pueblos de la Tierra.

¡Toma de mi amor y mi bendición en Mi nombre que Soy el Padre, el Hijo el Espíritu Santo, la paz de mi Divinidad nunca se aparte de Vosotros!

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