sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 128 "La tierra no está manchada, está bendita y es pura; son los hombres los que han manchado su corazón."

Vengo a daros mi palabra que es escala que conduce a mi reino. Si practicáis lo que Yo os enseño, despertaréis a una nueva vida. Todo aquel que quiera perfeccionarse, encontrará preparado el camino. Mi voz os está haciendo el llamado porque todos sois mis hijos muy amados.

Venid a Mí y poseed mi reino. Venid, niños y mancebos, que Yo me complazco en escuchar vuestra petición. Mujeres solitarias, Yo soy el casto esposo que viene a acompañaros; varones amados, sed conmigo. A todos os contemplo vencidos por las pruebas, mas de ellas vengo a levantaros. No os sorprenda que así venga a buscaros. ¿No habéis contemplado en mi caridad reflejado el amor? ¿No habéis visto también a la Madre llorar de amor por la humanidad? El cáliz que todos bebéis es muy amargo, mas él os purifica, pues esas lágrimas que derramáis, son como las esencias que vertió Magdalena cuando ungió los pies de Jesús. Ahora, como entonces, os perdono vuestros pecados.

Vais por el mundo encontrando maldad y tenéis que pasar sobre ella, sin mancharas, mas mi fuerza os sostiene para que no caigáis, porque sin ella debilitaríais. Sed prudentes, velad, orad y seréis invencibles.

Contemplo a la humanidad espiritualmente pobre, porque el poder que ha adquirido es material. Ante lo espiri- tual las obras materiales son pequeñas, éstas no harán inmortal a los espíritu; sólo los méritos que se logran en la lucha por el bien, le darán vida eterna y lo harán fuerte.


El soberbio cree poseer la fuerza, aunque las pruebas le dicen a cada paso que no es absoluto, que su grandeza es falsa. La fuerza que os entrego, aprovechadla en la práctica del bien.

No Pongáis en duda mis palabras. Vengo a daros una simiente de fe, para que la cultivéis y por ella sepáis apreciar mis Prodigios. He depositado en vuestro espíritu la luz de la conciencia, para que conozcáis las leyes que os he dado, y por medio de ellas rijáis vuestro espíritu y vuestra materia. En mi ensenanza encontraréis salud, paz, alegría; por eso os he he dicho que el que de este pan tomare, hambre no volverá a tener.

Vengo a mostrarme a vosotros para que me reconoz cáis, y más tarde deis a saber lo que os estoy entregando como heredad.

Vivís el presente y no sabéis lo que tengo destinado para vuestro futuro. Estoy preparando a grandes legiones de seres espirituales, que habrán de venir a morar la tierra, trayendo una delicada misión, y es necesario que sepáis que muchos de vosotros seréis padres de aquellas criaturas en quienes encarnarán mis enviados; vuestro deber es prepararos para que sepáis recibirles y conducirles.

La tierra está preparada por Mí y limpia como Yo la formé; si en ella existe algo malo, eso es obra de los hombres. ¡Cuánto mal, habéis hecho con vuestro pecado, humanidad!, aunque haya quien diga que no sois responsables de lo que ha pasado tiempo atrás, y Yo os respondo: Vuestro espíritu ha habitado la tierra en otros tiempos, ha faltado y la ha profanado. ¿Por ventura sabéis quién sois? ¡Cuánto debéis trabajar para restituir a la humanidad todo cuanto le habéis negado!

Cuando vengáis cansados, apoyaos en el báculo de la oración, pues en ella recobraréis fuerza. Oyendo mi palabra os elevaréis a regiones superiores, desde donde sentiréis mi presencia. Comprended que para cumplir con la ley, no basta elevar el espíritu a través de la oración, debéis hacer obras de amor y caridad.

Ya se acerca el momento en que esta manifestación concluya; mas tened siempre presente que mi Espíritu no se alejará de vosotros.

Al cesar de comunicarme en esta forma, esa será la señal de que ha terminado la etapa de preparación. Yo sellaré el entendimiento de los que me han servido y les daré un descanso en la gran jornada, y les entregaré un galardón a los que han sido siervos obedientes en la campiña. A ellos les dejaré la paz de mi Espíritu. Mas ellos seguirán siendo instrumentos de una manifestación más elevada.

De la misma manera que el Verbo no volvió a encarnar después de haber sido en Jesús, esta manifestación de mi Espíritu por conducto de hombre no se repetirá. Sólo quedará mi luz irradiando desde el infinito, para guiaros espiritualmente por el camino verdadero.

Mirad esa luz y no perderéis el camino; observad Mis leyes, y la fe y confianza en vuestros dones serán muy grandes. Comprended cuáles son las potestades de Moisés, de Jesús y de Elías, porque de ellos os he hecho participes.

Recreaos ejecutando mis mandatos, que no será un sacrificio, sino más bien un gozo para vuestro espíritu. Sed como niños al lado de su Padre, confiando y esperando en El.

He contemplado a este pueblo orando por la humanidad, amándola, inspirándose en el amor del Maestro. También vuestro dolor es grande, él será el que os una y os haga formar una verdadera familia. Yo os consolaré a lo largo de vuestra jornada, hasta que lleguéis a la "tierra de promisión".

La paz que esperáis, vendrá, y será tan grande, como grande ha sido el dolor. La unión también llegará, mas antes Yo enviaré anuncios que os hablen de la cercanía del tiempo en que se cumplan estas profecías.

Bienvenidos los que habéis traspuesto los umbrales de una nueva era; escuchasteis el tañer de la campana sonora y os reunisteis a la voz de su llamado, reconociendo que es la voz de vuestro Padre que os invita a escucharle. Esa solicitud y esa obediencia han hecho que mi voz, al llegar a vuestro corazón, haya sido reconocida.

Como no sabéis el tiempo que os conceda de vida, es menester os levantéis desde este instante, que por larga que sea vuestra jornada, siempre estará llena de alicientes para que lleguéis hasta la meta. En cada tiempo se ha esclarecido un Misterio ante vuestros ojos. En este Tercer Tiempo en que mi palabra se hace fruto espiritual para alimentaron, os revelaré lo que está reservado a vuestro espíritu. MI palabra se está derramando en los humildes de espíritus y en los sencillos de entendimiento, porque es semejante a un riachuelo de aguas cristalinas que al pasar por la mente, de la mente al corazón y de ahí al espíritu, no se ha contaminado con las impurezas que encuentra a su paso.

En este tiempo, no he venido a pisar el polvo del mundo; tan sólo mi Espíritu hace acto de presencia en el templo interior que existe en lo más profundo de vuestro ser, donde voy dejando la huella de mi paso. Vosotros, que os habéis sentado a la mesa de vuestro Señor, conoceis el sabor de este pan, de este vino y de estos frutos para que nunca os equivoquéis.

Encontré enfermo a vuestro espíritu, mas me presenté ante él diciéndole: Yo soy el camino; os ofrezco mi ayuda; dirigíos por mis palabras y llegaréis a la tierra que buscáis.

Cuando os faltaba noción de la vida espiritual, llegabais a blasfemar, cuando os sentíais desesperados, deseando morir para descansar, según vosotros, sin saber que el descanso, como lo concebíais, no existe, porque la dicha perfecta la encuentra el espíritu sólo en la actividad. La inercia es egoísta, y el egoísmo es de la carne, no del espíritu. Sólo la materia encuentra el reposo, cuando en ella se extingue el úItimo aliento de vida. Espiritualizaos, oh pueblo, para que miréis el rostro de vuestro Maestro que os sonríe lleno de ternura y de paz.

Como una semilla que se multiplica y se extiende, así mi doctrina se extenderá sobre la humanidad para rescatarla. No sólo serán salvos los que me escuchan, sino también los que no alcanzaron a escuchar esta palabra.

Sobre este pueblo he derramado los dones espirituales que mañana fecundarán las tierras donde germinará el amor, la concordia y la paz, porque mi semilla será llevada por mis mensajeros a los valles, a las provincias y a las ciudades.

05-128.25 Os he visitado en vuestra celda, ya que os hallabais presos del materialismo, del egoísmo y del pecado, mas os he libertado para que llevéis esta buena nueva a los corazones. Nunca podréis apartaros de Mí; sois las tiernas hojas en el árbol corpulento de la vida; sois ramas o renuevos; por vuestro espíritu corre la savia del árbol. Ese es el pacto de alianza que os une a Mí y que nunca podrá ser destruido. El árbol es la familia, en él está el padre, la madre y los hijos, unidos eternamente. En él tendrán también que reconocerse todos los hijos del Señor como hermanos, hermanos no sólo por el principio u origen, sino por el amor.

Símbolo de ese árbol fue la cruz donde me enclavasteis.

Aquí está el Maestro para dulcificar vuestro camino con su palabra, porque quienes han sentido una vez la paz en este sendero, difícilmente se apartan de él, o vuelven a caer en los errores de su vida pasada, donde los aires huracanados los azotaron. Mí palabra, siempre llena de nuevas lecciones y revelaciones, os alienta para que no os detengáis, ni retrocedáis.

Siempre os dirá que aprovechéis el tiempo en que os estoy dando mis enseñanzas con mi palabra, porque cuando llegue la hora de mi partida, no volveréis a oír trinar a estos ruiseñores.

Quiero que los primeros sean buenos maestros de los postreros. Ved que entre ellos vendrán grandes espíritus, que después de pasar por un crisol de dolor abrazarán con gran amor mi obra espiritual, y con mi doctrina en su corazón y mi aliento en su espíritu, emprenderán su lucha entre la humanidad.

Dejad que os enseñe, que os prepare y os pruebe, para que lleguéis a ser fuertes y vuestra fe sea verdadera. Yo os tomaré como instrumentos de mi voluntad y haré muchas obras por vuestro conducto. Por vuestros labios hablaré a las multitudes y de entre ellas elegiré a los que tengan que seguirme en este tiempo.

llenaos de caridad, sentid la tragedia de la humanidad, comprended sus pruebas y su expiación, para que oréis y veléis por ella. Ved cómo el Maestro no os abandona en vuestros trances difíciles, para que vosotros, como discípulos míos, hagáis lo mismo con vuestros hermanos.

¿Creéis que sois indispensables para que mi mensaje llegue al corazón de vuestros hermanos? No, pueblo, mas tenéis que cumplir la misión que os he confiado y para la cual os doy cuanto necesitáis para desempeñarla. ¿Acaso sabéis lo que mañana puedan hacer por vosotros aquellos que hoy nada tienen que ofreceros?

Una grande purificación pesa sobre la humanidad y mi justicia podéis palparla hasta en el aire que respiráis; mas este cálíz será el que transfortne moral y espiritualmente a la humanidad.

Buscad vuestra regeneración y dejad de ser párvulos ante mi enseñanza para que vayáis convirtiéndoos en discipulos, no sólo por lo que entendáis, sino por lo que practiquéis.

Reposad bajo la sombra de este árbol, oh peregrinos cansados del camino, y cuando hayáis restaurado vuestras fuerzas, convertíos en guardianes del árbol, procurándole cuidados. Esos cuidados y ese amor por conservarle, serán como agua que fertilice y refresque la tierra. Entonces dejaréis que las ramas crezcan, para que la sombra sea abundante y bajo ella vengan a refugiarse muchos necesitados. Vendrán las multitudes en busca de salud y de paz espiritual y deberéis estar preparados, porque en este árbol encontrarán frutos que en ningún otro sitio podrían hallar.

De vuestro espíritu se elevará la oración por la paz del mundo y por la luz para los hombres que gobiernan a los pueblos, porque vosotros no seréis duros de corazón y de entendimiento, para que mi obra no se estanque. Estoy plantando y diseminando mis árboles por muchas comarcas, para rescatar a los corazones extraviados. Estos árboles tienen la misión de destruir el fanatismo y la idolatría de los hombres.

Nuevamente os digo: Yo soy el camino; no transitéis más por veredas inciertas.

Todas estas congregaciones, unidas, forinarán el redil que Elías presentará al Señor; mas vosotros que recibís el encargo de velar por estas congregaciones, tened los oídos preparados para escuchar mi palabra, que será la luz con la cual rectificaréis las sendas torcidas.

En verdad os digo que me tenéis muy cerca de vosotros en la esencia de mi palabra, y a mi mundo espiritual también le tenéis cerca a través de su ayuda, su protección y sus consejos. Mi caridad es la que os fortalece para que no desfallezcáis en el camino, pues es muy delicado el cargo que habéis recibido en este tiempo; mas os dejo investidos de los dones necesarios para que salgáis avante.

Llevad vuestra cruz, no como una carga, sino como una bendición.

Sea con vosotros mi caricia de Padre y mi lección de Maestro, sentid mi calor y mi paz y os aseguro que al terminar mi cátedra, vuestra le será mayor y tendréis más fortaleza para hacer frente a la lucha.

Mi palabra en vuestro corazón será escudo, y en vuestros labios será espada, mas sabed emplearla en el combate y también usarla en la paz.

Aquí tenéis a vuestro Salvador. ¿No me buscabais afanosamente por todos los caminos? ¿No me invocabais con himnos y con salmos para que viniera a rescataros? Pues aquí estoy, sólo que ahora he venido bajo una forma que no esperabais. Mas no os extrañe esta forma, que no es nueva, y concretaos mejor a buscar la esencia de mi doctrina, y quedaréis persuadidos de que este tono con que os hablo. este amor que sobre vosotros vierten mis palabras y esta sabiduría que brilla en cada una de mis enseñanzas, es un lenguaje que entiende vuestro espíritu.

Tomad la luz de mi palabra y con ella libertaos, porque ha mucho tiempo que permanecéis ocupados sólo en las cosas de la tierra, convertidos en guardianes de bienes terrenales, sin reparar en que el espíritu está destinado a retornar a su antigua morada y que debéis de preparar la alforja y el cayado que le ayuden en su viaje.

Buscan los hombres la inmortalidad en el mundo, tratando de alcanzarla por medio de obras materiales, porque la gloria terrenal aunque sea efímera, es tangible y se olvidan de la gloria del espíritu, porque dudan de la existencia de aquella vida. Es la falta de fe y la carencia de espiritualidad las que han puesto un velo de escepticismo ante las pupilas de los hombres.

Si esta humanidad tuviera fe en mi palabra, me llevaría en su corazón, tendría siempre presente aquella frase mía, cuando dije a las Multitudes que me escuchaban: "En verdad os digo, que si un vaso de agua dieseis, él no quedaría sin galardón".

Mas los hombres piensan que si algo dan, nada reciben en cambio, y para conservar lo que poseen, la guardan sólo para ellos.

Ahora os digo, que en mi justicia existe la perfecta compensación, para que nunca temáis dar algo de lo que poseéis. ¿Veis a esos hombres que atesoran y acumulan y no participan a nadie de lo que poseen? Esos hombres llevan muerto el espíritu.

En cambio, aquellos que han consagrado hasta el último aliento de su existencia para dar a sus semejantes cuanto poseen, hasta verse solos, abandonados y pobres, en su hora postrera, esos han sido guiados siempre por la luz de la fe, la cual les ha señalado en la lejanía la proximidad de la "tierra prometida", donde les espera mi amor para darles la compensación de todas sus obras.

De cierto os digo, que los poderosos de ahora se acabarán, para dar paso a los que serán grandes y fuertes, poderosos y sabios por el amor y la caridad hacia sus semejantes.

Discípulos, tomad mi palabra como una prueba más de mi amor por vosotros. Sentid en vuestro cuerpo y espíritu mi bálsamo de curación; mas si vuestra conciencia llega a deciros que ese dolor que lleváis es debido a vuestro pecado, expulsadlo de vuestro ser, que en mi doctrina encontraréis fuerzas para sobreponeros a la debilidad de la materia. Venid todos a Mí, para que Yo os dé fuerzas para alcanzar vuestra liberación espiritual.

Dejad que los niños vengan a Mí. Dejad que la juventud se acerque a Mí. Hombres y mujeres, unos en la madurez y otros en la ancianidad, venid ante Mí, quiero gozar con vuestra presencia, quiero oír vuestra voz llamándome Padre.

Pecadores, llorad ante vuestro Maestro, para que vuestras lágrimas os purifiquen, pero que vuestro llanto se semeje al arrepentimiento de Magdalena, para que vuestro amor llegue a Mí, como la oración de aquella pecadora arrepentida.

Destruid vuestro orgullo, para que volváis humildes ante vuestros hermanos; la humildad es el triunfo, la vanidad es la derrota, aunque en el mundo apreciéis en otra forma estas cosas.

¿De qué podéis envaneceros si nada es vuestro en la tierra? Yo no os hice herederos en este mundo, os lo confié en la misma forma en que lo hace el hacendado con sus labradores, reparte entre ellos la responsabilidad del cultivo y cuidado de las tierras para luego recoger la cosecha, y darle a cada quien la parte que le corresponde.

Tomad de la tierra lo que necesitéis, gozad y deleitaros con todo aquello que de bueno os brinde; mas nunca lleguéis a tomar la vida terrenal como si fuese la mansión perfecta del espíritu, ni tampoco juzguéis que lo que poseéis en el mundo es vuestro mayor tesoro.

La tierra no está manchada, está bendita y es pura; son los hombres los que han manchado su corazón. Si la tierra hubiese pecado, ya la hubiese destruido y os hubiera enviado a habitar a otro mundo, mas en ella no encuentro mancha. Por eso os digo que es en la humanidad en donde debéis de trabajar por su regeneración, para que ella os brinde nuevamente la paz, la prosperidad, el amor, la abundancia y el progreso verdadero.

Mirad con cuanta paciencia vengo a enseñaros para que también vosotros tengáis paciencia al enseñar a vuestros hermanos, y cuando el necesitado llame a vuestras puertas, nunca le neguéis vuestra presencia, ni le recibáis con disgusto. ¿Qué podrán ofrecerle vuestras manos, si en vuestro corazón no hay amor? Yo os digo que quien siente fatiga, es porque no lleva verdadera espiritualidad; en cambio, quien se encuentre siempre dispuesto a dar, ése ha logrado elevar sus sentimientos por sobre el egoísmo de la carne.

A veces os retengo mi caridad, a fin de que sepáis considerar a aquellos a quienes se la vais reteniendo; mas nunca os desheredo, porque lo que os he dado, es vuestro.

¿Creéis haber recibido muchos desengaños de la humanidad? Eso fue cuando esperabais algo de ella y cuando nada teníais que ofrecerle; mas ahora que os vais despojando de ese interés material y de vuestro egoísmo, ahora que sabéis que aun cuando el mundo no tuviera nada que ofreceros, soy Yo quien vela por vosotros, ya no podéis hablar de ingratitudes, decepciones o de desengaños. Debéis cerrar vuestros ojos y vuestro corazón a toda miseria humana y abrirlos tan sólo para servir a vuestros hermanos con verdadera caridad y amor.

Los que más os hagan padecer, son los que os pueden ayudar a elevaros más. Alentad el anhelo de progreso espiritual, destruid la monotonía y rutina de vuestra vida. ¿No encontráis mi comunicación por medio del entendimiento humano altamente significativa? ¿No os dais cuenta del valor de cada uno de los dones que os he concedido?

Yo soy quien recibe la ingratitud de todos. Yo, el que es ama y el que todo os lo da; sin embargo, ¿habéis oído alguna vez que Yo me encuentre desengañado de vosotros? Jamás, mis hijos. ¿Quién puede conoceros mejor que Yo, para decepcionarme, sabiendo que vais a amarme y a llegar a las puertas de mi reino? Si yo pensara como vosotros pensáis ahora, sería como cobraros la sangre que en cuanto hombre derramé en otro tiempo; y Yo os digo que aquella sangre fue para vosotros, la que os trazó la senda de evolución.

Es necesario que comprendáis vuestra misión para que podáis desempeñarla como es debido. Pensad que cuando sentís profundamente el dolor de un semejante, y haciéndolo vuestro me lo presentáis en una oración, os convertís en el verdadero intercesor e intermediario entre Dios y vuestros hermanos. Al que ha de vivir y al que ha de morir para el mundo, los pondré a vuestro paso, porque sabréis despertar el anhelo de regeneración en el que va a reanudar su jornada en la tierra, y al que va a partir al valle espiritual le podrés señalar el camino que le llevará a la luz. Os he dado dones para que los utilicéis en bien de vuestros hermanos y en bien propio, mas no para que los ocultéis por temor al mundo, tampoco para que los mostréis y hasta hagáis ostentación de ellos. Practicad la caridad de tal manera, que los ignorantes, los menesterogos y los inocentes, lleguen a desear poseer vuestros dones en un anhelo de servir también a sus semejantes. Entonces les doctrinaréis y les revelaréis que cada criatura lleva dones del Espíritu Divino.

Nadie se levante escandalizando con enseñanzas que mi obra no le haya revelado, porque serían la causa de que mi doctrina fuese perseguida y tendríais que responder de ello ante mi justicia. Hablad de mi verdad, sin alterarla jamás. Nunca calléis por temor, porque si callaseis, de cierto os digo que las piedras hablarían. Mirad que la estructura de vuestro planeta es de roca, pues desde sus entrañas saldrían voces que hablarían del tiempo de justicia. No esperéis ese testimonio, mejor hablad vosotros; pero que esa voz salga de vuestro corazón, porque en él hablará vuestro espíritu.

Pueblo, he venido a endulzar vuestra existencia, a daros el pan de vida eterna. Tomadme como vuestro confidente y Yo depositaré en vosotros la paz.

Me place daros mi palabra en este tiempo, como os la di en el Segundo Tiempo: Una palabra sencilla para que podáis comprenderla, y escuchándola llenéis de fortaleza y virtudes vuestro corazón. Ved cómo su esencia divina ha cautivado vuestro espíritu y ha sido bálsamo en vuestras heridas, para que el mañana también vosotros sanéis a vuestros hermanos haciéndoles escuchar mi palabra.

Si os preparáis, contemplaréis prodigios, seréis sanos, y vuestros hermanos recibirán gracias y beneficios.

Grandes pruebas se acercan a la humanidad, y vosotros debéis ser el profeta y el baluarte. Orad, trabajad, y los elementos pasarán sin dejar huella en vosotros. Elevad vuestra intercesión, y os prometo que un manto de amor y protección defenderá a los vuestros. No os pido penitencias ni sacrificios; para agradarine bastará que elevéis vuestro espíritu y Yo os inundaré de paz. Amaos los unos a los otros y Yo os bendeciré.

No os he pedido que vayáis a lejanas comarcas a esparcir mis enseñanzas; aún no es llegado ese tiempo; pero llegará el momento en que vosotros, con los vuestros, os trasladéis a otros lugares donde os estableceréis y seguiréis siendo los sembradores infatigables de la simiente preciosa que os he confiado.

Mi obra será buscada por hombres de diferentes razas y credos, y es necesario que mis discípulos les muestren el camino más corto para llegar a Mí, enseñándoles a amarse los unos a los otros.

¡Te perdono y te bendigo en mi nombre que Soy el Padre, El Hijo, el Espíritu Santo, Mi paz sea con vosotros Pueblo Bendito de Israel.!

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