Pueblo, humanidad, la presencia de Elías es con todos en este tiempo.
Multitudes que estáis gozando de esta comunicación, oíd la voz de Elías, cuyo
nombre no ha tenido muy presente la humanidad, aun cuando ya os di a comprender
la importancia de su misión en el monte Tabor, pero no habéis querido analizar
esta manifestación. Ahora que escuchasteis la voz de Elías, ya sentís su presencia
y hasta os parece oír la llegada de su carro de fuego.
Elías es el rayo que siempre os he enviado para que ilumine vuestro camino, Él
es quien ha iluminado la tierra para que encontréis y sigáis la senda que os
conduce más pronto hasta donde os está esperando el Padre. El es el portador de
los grandes misterios del espíritu, los cuales en este tiempo os ha venido a
esclarecer, para que podáis conocer mejor a vuestro Padre. También ahora, como
en el Primer Tiempo, viene a desempeñar una misión semejante, a derribar los
ídolos de sus altares para enseñar al mundo el verdadero culto espiritual
En
Elías podéis encontrar explicada y comprobada la ley de la reencarnación que
hoy tanto combaten los hombres. En él también podéis encontrar una enseñanza y
una explicación de lo que es la comunicación a través del entendimiento humano,
cuando se manifestó espiritualmente a través de los labios y del entendimiento
del profeta Elíseo.
Ved
cuántas y cuán grandes lecciones os ha traído siempre Elías, cómo ha venido a
enseñar a vuestro espíritu; mirad cómo en todos los tiempos ha venido a daros a
conocer grandes manifestaciones de difícil explicación para vosotros; mas todos
aquellos conocimientos que no hubierais comprendido en los tiempos pasados,
ahora, en este Tercer Tiempo, os serán explicados por el mismo Elías, quien
viene con la misión de restituir todo a su verdadero sentido.
Bienaventurados sean en el mundo todos aquellos que, al sentir que comienza a
avivarse la luz de su espíritu, digan: Elías ha llegado, y luego añadan: La
vuelta del Señor se acerca a nosotros. Como en aquel Segundo Tiempo, cuando los
hombres se dieron cuenta de que Juan estaba profetizando y hablando de las
maravillas del reino de los cielos, dijeron: ¿Será Elías?
El
gran profeta, el precursor, el enviado está entre vosotros; mas ahora no ha
encarnado; se encuentra en espíritu y el rayo de luz con el que se ha
manifestado es el mismo del que se sirvió para destruir los falsos dioses y con
el que encendió la verdadera fe en el corazón del pueblo del Señor.
Espíritus, ¡Seguidle! ¡Humanidad, oídle! Él es el pastor que viene guiándoos
hacia mi regazo; es el faro que viene alumbrando e indicando la ruta para que
lleguéis al puerto de salvación.
Comprended que el tiempo transcurre y se acerca el día en que ya no he de
hablaros más por medio de estos portavoces. Los que han aprovechado mi
enseñanza se encontrarán en paz, mas habrá muchos huérfanos que buscarán en
vano mi presencia en esta forma. Yo no me ausentaré, estaré más cerca de
vosotros y os hablaré por medio de todo el que se prepare de espíritu a
Espíritu.
Llegará el momento en que diferentes sectas y religiones anuncien la venida del
Señor y os digan que todas las señales están cumplidas y que ya es llegado ese
tiempo. Vosotros, que conocéis la verdad, les diréis lo que sabéis de Mí. Desde
el año de 1866 he aparecido como Espíritu Consolador y he venido en busca de
los míos, de aquellos por quienes daré a conocer la buena nueva, ¡Oh humanidad!
Vosotros no os sentiréis distantes de aquellos, que esperándome, no supieron
cubrir a tiempo las señales precursoras y comprendieron tarde lo que su
intuición les aconsejaba. No os desconozcáis por esas diferencias y si ellos no
pudieron ser testigos de mi presencia, Yo he iluminado a su espíritu y están en
buen camino. Todos os fundiréis en el ideal
En
las distintas ramas del árbol están mis escogidos. Muchos vendrán antes del año
de 1950, a presenciar mi comunicación, otros retardarán su paso.
Bienaventurados los que oigan mi palabra por conducto de un portavoz, porque
sentirán en sí que ya conocían esta voz, que no es humana, sino que procede de
Mí.
Vengo a deciros que os guiéis por vuestra conciencia, que os libertéis y no
volváis a ser esclavos de aquellos que quieren sometemos a cultos imperfectos,
a prejuicios y dogmas.
Todos podéis ser mis labriegos, emisarios de mi doctrina. En vuestra lucha no
os sentiréis solos, en mi regazo estaréis seguros y nada podréis temer.
Yo,
que estoy sobre toda la creación y palpito en ella, hablo a través del hombre,
mi criatura predilecta. No os extrañéis que me comunique por medio de los
humildes, de los torpes y que me manifieste en lugares llenos de humildad y de
pobreza. Yo os aseguro que lo que para Vosotros es un palacio, para Mí no lo
es. En cambio, ahí donde sólo veis pobreza y humildad, es posible que en el
fondo haya verdadero esplendor espiritual.
Os
digo esto, porque ha habido muchos que en su interior se preguntan por qué no
me manifiesto en el interior de las grandes sinagogas o en las suntuosas
iglesias. También en aquel tiempo muchos hombres se preguntaban por qué el
Mesías no nació bajo el templo de Sión.
Ahora como entonces, vengo a enseñaros que lo que llega directamente al Padre,
es la pureza de vuestro corazón, porque cada uno de sus latidos me estará
hablando de vuestras buenas obras.
Ved
la humildad con la que siempre he llegado entre vosotros; contemplad cómo en
todos los tiempos he venido sin tronos, sin cetro ni palacio, siempre envuelto
en la sencillez y en la mansedumbre. ¿Qué pensarían de Mí los pobres, los
parias, los desheredados, si me viesen llegar a ellos rodeado de pompas y de
lujos? Se sentirían humillados, indignos de Mí. En cambio, los señores, los
ricos, los grandes de la tierra, me llamarían el Dios de su casta y de su
grupo.
Cuando los pobres del mundo me contemplan descalzo, jadeante y sangrando bajo el peso de la cruz, se estremecen de ternura ante la humildad de su Señor y se sienten identificados con Él. En cambio los ricos, aunque en realidad no lo sean, quienes deberían tener los mismos sentimientos que los humildes, no pueden concebirme en la pobreza; entonces, una imagen con la cual pretenden representarme, la cubren de púrpura, oro, sedas y de lo que ellos llaman piedras preciosas. Es que han olvidado mi doctrina y por eso han querido rodearme de todo lo que más combate mi enseñanza: la vanidad.
Debo
volver a deciros que Yo no vengo hablando en contra de ninguna de las
religiones, porque todas ellas son benditas en, Mí, pero también, debéis
comprender, que Yo como Maestro debo señalar los errores que el hombre ha
venido cometiendo, para que algún día lleguéis a enmendarlos, porque si Yo no
os ayudase a encontrar la verdad, ¿Cuándo la hallaríais vosotros solos?
Dejad que mi verdad hecha luz y amor llegue a cada hombre, a cada religión y a
cada pueblo, así como Yo permito que vuestra verdad, o lo que habéis llegado a
formar como verdad, llegue hasta Mí. ¿Cuál es esa verdad vuestra que de todos
recibo? Es vuestra oración, vuestra fe y esperanza.
Esa
luz que existe en todo espíritu al elevarse a Mí, al hablarme se despoja de
toda tiniebla y de toda mentira, para mostrarme solamente lo que lleva en sí de
verdad, porque hasta el malvado, al confesarse Conmigo, me muestra sus manchas,
sin tratar de engañarme.
Al
hombre le toca perfeccionarse, mejorar su vida en la tierra, sin juzgar la
forma a través de la cual los demás me busquen. Yo soy el único capaz de juzgar
la verdad de vuestras obras.
Desde el idólatra al espiritualista, todos están bajo mi luz y mi mirada, así
como de aquél a quien juzgáis retrasado espiritualmente, recibo muchas veces
grandes pruebas de su elevación; también puedo aseguraros que de aquellos que
se creen caminar a la vanguardia de la espiritualidad, muchas veces recibo
pruebas de gran retraso.
Un
pueblo es el que me ha recibido en este tiempo y a él le he confiado esta
página de mi sabiduría, pero en esa página de amor hay un mensaje para cada una
de las religiones que existen sobre la tierra.
Mi
luz despertará a todos como un divino amanecer universal, y al levantarse el
hombre a vivir dentro del nuevo día, llegará a sus sentidos la proximidad de lo
divino.
Ahora debo deciros que no será el "reino de los cielos" el que
descienda a los hombres, sino más bien el espíritu de la humanidad el que se
eleve hacia el reino de su Padre Celestial.
¿Por
qué me hacéis venir siempre con reclamos? Vengo a vosotros por amor, porque veo
que lleváis dolor en vuestro corazón y quiero consolaros, porque quiero que
llevéis mi paz en vuestro espíritu.
A
veces me manifiesto ante vosotros como Juez, en ocasiones me tenéis como Padre
y siempre me presento como Maestro. Bajo estas tres fases tenéis la esencia
divina que es una: La ley, el amor y la sabiduría; he ahí la Trinidad, que
existe en mi Espíritu
Cerrad vuestros ojos y dejad libre al espíritu, para que él viva intensamente
estos instantes de comunicación con su Maestro. Dejadle que se sienta cerca del
Señor, como aquellos que en el Segundo Tiempo siguieron al Maestro por caminos,
valles, aldeas, riberas y desiertos, para no perder una de sus enseñanzas.
Entonces podréis comprender el sentido figurado con que a veces hablo, cuando
tomo los bienes de la tierra para representaros lo espiritual y ponerlo a
vuestro alcance. Veréis cómo mi palabra acerca el "reino de los
cielos" a vuestro espíritu.
Venid, humanidad, a que os enseñe, ¿O queréis, que sea el dolor quien os siga
enseñando a lo largo de vuestra vida?
Venid a mi campiña a sembrar de fraternidad las tierras; os aseguro que esa
labor no os defraudará como el mundo.
Aquí
está el camino frente a vuestro espíritu, invitándoos a tomarlo y a no
deteneros jamás, porque cada paso que en él deis, aproximará más a vuestro
espíritu a la morada perfecta que le espera.
Ya
es muy breve el tiempo que estaré entre vosotros entregándoos mi enseñanza en
esta forma, y quiero que aprendáis a hacer méritos, para que en estos últimos
años mi "Verbo" se desborde a través de estos portavoces.
¿Qué
debéis hacer para que las divinas inspiraciones sean como un premio a vuestros
méritos? Desarrollad vuestra fe, vuestro ahínco y vuestra espiritualidad. Que
exista en el seno del pueblo el amor, que se practique la caridad, que se ame
la verdad.
De
cierto os digo que si no os unieseis como es mi voluntad, la humanidad os
dispersará, y os arrojará de su seno si viese que vuestra vida se aparta de lo
que predicáis
¿Qué
pasará si los hombres descubren que en cada recinto existe un culto diferente y
una forma distinta de practicar mi doctrina? No podrán concebir que Yo haya
sido quien os enseñó.
Os
confío los tres últimos años de mi comunicación, para que trabajéis por la
unión de este pueblo, unificación que abarque lo espiritual y lo exterior, para
que vuestra labor, plena de armonía y de igualdad, sea la prueba más grande de
que a todos vosotros en diferentes recintos y en diversas comarcas os doctrinó
un sólo Maestro: Dios.
No
todos habéis contemplado con los ojos del espíritu los tiempos que se acercan
para la humanidad. No todos habéis sentido su dolor; mas Yo estoy formando con
vosotros un pueblo numeroso y convirtiéndolo en labriego afanoso que ya empieza
a amarme y que ya se encuentra ávido de luchar para fertilizar el corazón
humano.
07-190.40
Sembradores de mi palabra: Cuando llegue el tiempo del trabajo en la campiña,
id llenos de fe en el que os ha enseñado; no temáis a la burla ni al escarnio.
Sembrad en tierra fértil, no en la roca, ni en la arena movediza, porque ahí la
semilla no fructificará; la veréis nacer y crecer, mas no dará frutos. Si entre
espinos y mala hierba la depositáis, tampoco fructificará; por eso debéis orar
para recibir mi inspiración, y así sabréis escoger la tierra preparada. Yo que
soy el dueño de las tierras, os daré grandes extensiones para que las
cultivéis. Llenaos de una gran voluntad para trabajar; sembrad y cosecharéis y
llegará un día en que con el trigo de vuestra cosecha amasaréis el pan para
vuestro sustento. Mirad que os hablo en sentido figurado y no sabéis si esa
cosecha la recojáis en el más allá.
Por
hoy os digo: Grande es el cumplimiento que tenéis que desarrollar por conducto
de la materia que os he confiado; ella es vuestro báculo y debéis conducirla
sabiamente.
El
mundo se encuentra invadido por plagas y calamidades que le he anunciado;
comienza a sentir temor, trata de elevarse buscando una mano salvadora, una
palabra de aliento y vosotros sois la salvación.
Tendréis que cruzar mares y trasponer montañas para ir a otras comarcas o
naciones, para ir en pos del que sufre. No temáis al camino, id sencillamente,
sin llevar doble calza.
Cuando Yo os he señalado vuestra misión, os he dicho: "Tomad vuestra cruz
y seguidme". ¿Por qué teméis perder las comodidades de la tierra? Me decís
que amáis al mundo y que no podéis llegar al sacrificio y a la castidad que
esta misión exige y Yo os prevengo diciéndoos: En cualquier edad, cualquiera
que sea vuestro estado o condición, podéis amarme y servirme, sin dejar de
cumplir con vuestros deberes.
Transformad el mundo con vuestro ejemplo, destruid los malos prejuicios y haced
de él un paraíso y no un valle de lágrimas.
Os
doy un corto tiempo para vuestro cumplimiento en la tierra.
Pensad que debéis dejar una herencia de espiritualidad a vuestros hijos, porque
de sus descendientes brotarán las generaciones benditas, por las cuales Yo me
manifestaré. Entre esos espíritus estarán los profetas, los explicadores dé mi
palabra, los de gran fe que orientarán a la humanidad.
¿Queréis dar cumplimiento a mi palabra? Yo os bendigo porque me habéis oído y
queréis seguirme. Vuestro corazón está rebosante de gracia; de ella dad a todo
el que la solicite.
En
este tiempo venís a recibir mi lección, unos como discípulos, otros como
párvulos y otros más, sólo llevados de vuestra curiosidad, pero todos buscáis
la paz, la tranquilidad y también el cumplimiento de las profecías
correspondientes a este tiempo.
No
habéis encontrado plenamente en las sectas y religiones la certeza de mi nueva
venida; ha sido fuera dé ellas donde Yo he puesto un emisario que ha dado la
buena nueva. He venido a juzgar a todo espíritu y a poner las bases para una
nueva vida, un nuevo orden espiritual para la humanidad. Si os preparáis,
podréis contemplar desde vuestro mundo la perfección del valle espiritual en
donde habitan los espíritus de los justos, de los que han sabido elevarse por
sus méritos y que hoy en unión mía trabajan por vuestra salvación. Todo lo que
no habéis podido comprender hoy, lo conoceréis en el seno de este pueblo
humilde, porque mi luz se ha derramado y el velo que cubría vuestras pupilas se
ha descorrido. Os hablo de los ojos del espíritu, que se habían cerrado para lo
espiritual y lo divino. Habéis recobrado esta luz y sois guiados por Mí;
permaneced velando. Si doblegáis la materia y el espíritu lleno de mansedumbre
sigue mis pasos, esa luz os cubrirá como un ropaje y vuestros hermanos
contemplarán que sois de mis escogidos y seréis amados y respetados por la
humanidad.
Sois soldados del bien. Os he dado armas, para que podáis combatir el pecado pero no a vuestros hermanos, No quiero que el hombre nazca, crezca y muera en su pecado, ignorando la bendita misión que ha traído a la tierra. Si penetráis en mi doctrina, os fortaleceréis y seréis invencibles. No habrá tentación que os haga caer y así preparados, os elevaréis y seréis más que hombres, ángeles encarnados para el bien de la humanidad.
Muchos son los llamados y pocos los escogidos y entre ellos, aún menos los
privilegiados; pero, ¡Ay de ellos, si se enorgullecen!; que no sean como
Salomón, en quien deposité sabiduría, gracia y poder, y le confié un pueblo para
que gobernara y él después de una etapa de grandeza espiritual, en que dio
muestra de su elevado espíritu, dejó de velar, fue dominado por la carne y toda
su obra, inspirada en el amor y la justicia, fue opacada por sus actos
vanidosos y carnales. Vosotros no caigáis en el orgullo, aun cuando miréis que
por vosotros derramo grandes complacencias. Si quisiera escogeros para gobernar
una comarca o una nación y vosotros, inspirados en Mí, dictarais leyes justas,
no os engrandezcáis como hombres; elevaréis vuestro espíritu y os inclinaréis
ante Mí.
Muchos vendrán a esta tierra que Yo he escogido y mirarán, mi luz reflejada en
sus moradores y se sentirán dichosos al conoceros y pisar este suelo en donde
reuní a mi pueblo para doctrinario en el Tercer Tiempo. Los que lleguen después
de 1950, buscarán los escritos, y al conocer mis revelaciones sentirán la
fuerza que mi enseñanza imparte, os bendecirán y me amarán. Cuántos de ellos
pertenecen al pueblo de Israel, a los 144,000 señalados que se unirán a vosotros
para obedecer mis mandatos.
Hoy
las naciones se encuentran envueltas en materialismo y confusión; les he
hablado, espiritualmente, y mi semilla ha quedado sembrada en el corazón de mis
escogidos, para que sea esparcida por doquier. Vosotros, desde vuestra nación,
haced cuanto podáis por ayudar a todos en su jornada espiritual.
Corto es el número de mis discípulos que en este instante me rodea, pero mi
palabra se extenderá hasta los confines de la tierra. Llena de amor llegará al
corazón aquellos que claman amor.
Para
vosotros este es el tiempo propicio para que conozcáis la misión que debéis
cumplir ante la humanidad. Os he preparado para que comprendáis la forma de
desempeñar vuestro cargo en este mundo y conozcáis lo que os espera más allá de
la barrera material donde principia la vida espiritual. Os he ayudado a
desarrollaros espiritualmente para que comprendáis así mismo porqué suceden
acontecimientos que la mente no alcanza a concebir.
Mientras el espíritu se encuentra fundido a la materia, no distingue ni puede
saber los méritos que haya hecho en sus vidas anteriores; pero ya sabe que su
vida es la eternidad, un continuo desenvolvimiento, tratando de alcanzar la
cúspide, pero que hoy no sabéis qué altura habéis alcanzado.
Yo
os he contemplado desde que principiasteis a caminar con una mente confusa, con
un cerebro torpe. Os he visto despertar poco a poco y evolucionar hasta
alcanzar ideas más precisas de la realidad. Os he contemplado luchar contra la
adversidad las pruebas y las tentaciones; y cuando al fin habéis descubierto el
valor de la vida espiritual, alcanzando a elevaros, he visto sonreír a vuestro
espíritu. Esa sonrisa ha sido de paz, de satisfacción y esperanza. Pero también
lo he visto retroceder, enfangándose en el mundo; entonces ha llorado y ha
tenido que purificarse para alcanzar mí gracia, mas aun en sus caídas ha
encontrado una luz, la luz de la experiencia.
Ya
estáis en posibilidad de no engañaros, porque el velo que empacaba la claridad
de la verdad, lo habéis descorrido con mi luz y habéis contemplado el horizonte
despejado para seguir adelante con paso seguro.
Esa
luz que alumbra el sendero es clara; ya no podéis desviaros, a menos que
queráis rebelaros contra la misma verdad, seducidos por el falso brillo de los
placeres y las posesiones terrestres.
No
puedo deciros tampoco que viváis confiados en vosotros mismos, ni que estéis
libres de todo toque de tentación, porque existen fuerzas que pugnan por
derribar lo que estoy construyendo en unión vuestra, fuerzas que ocultan su
negrura, presentándose llenas de atractivos. De esto os prevengo para que
podáis defenderos con el valor de vuestra fe.
El
destino del hombre es conocer la verdad y elevarse a quien creó todo lo que
existe; mas el camino es largo, para que en él podáis desarrollar todos
vuestros dones, mirarme, sentirme y amarme. El camino tiene espinas, es
escabroso y pondrá a prueba la fuerza y fe con que lo hayáis elegido. Después
de recorrerle, el espíritu se encontrará purificado.
El
otro camino es aquel que da vueltas y rodeos, pero que como ofrece goces y
encierra atracciones aparentes, os hace detener vuestro paso sin importaros
llegar más tarde, ya que estáis gozando. Mas quien es sorprendido en la hora
suprema dentro de ese sendero, experimentará la infinita amargura de ver que
nada hizo en bien de su espíritu.
Podría enumeraros uno a uno los caminos que a la vista del hombre se presentan;
por ser muchos, os parece difícil escoger el más conveniente.
Al
espíritu, al venir a habitar la tierra, se le ha concedido como una oportunidad
para su desarrollo y perfeccionamiento una materia o cuerpo humano, cuya
formación maravillosa y perfecta le permite a través de ella sentir, pensar y
moverse a voluntad, de acuerdo con su capacidad espiritual.
De
la satisfacción de la carne participa el espíritu, así como en sus sufrimientos
se acrisola. Mas también el ser humano es sensible a los deleites y a las penas
del espíritu; ambos forman, mientras están enlazados, un solo ser.
Existe perfección en la criatura humana, por eso Cristo, el "Verbo",
vino a encarnar en un cuerpo de hombre semejante al vuestro; mas no padeció por
causa de propias imperfecciones, sino por el pecado de los hombres a quienes
elevó con su dolor, con su sacrificio y su palabra, por que habían caído muy
bajo.
Cuando el espíritu con toda su fuerza no puede vencer la dureza y reaciedad de
la materia, la caridad misericordiosa del Padre, que fue quien le creó el
espíritu y la carne, acude a salvaros como el buen pastor a la oveja
descarriada, porque ninguno de mis hijos se perderá.
¡MI PAZ SEA
CON VOSOTROS!
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