Venid, discípulos amados, he aquí al Maestro. Vosotros me reconocéis por la
esencia de mi palabra, Yo os reconozco por vuestros actos.
En
el mundo mis discípulos serán reconocidos por la limpidez de sus obras, y al
llegar ante mi presencia, llenos de buen cumplimiento, les diré: Vosotros sois
en verdad mis discípulos, porque habéis practicado lo que os enseñé.
Luchad por alcanzar la espiritualidad, porque ella significa la liberación del
espíritu. Ajustaos a mis leyes que son amorosas e infalibles y ellas regirán
vuestra vida, porque todo cuanto os rodea, ya sea material o espiritual, vive
dentro de mi ley.
El
hombre, que es obra perfecta dentro de la creación, debe vivir de acuerdo con
la gracia que el creador ha depositado en él.
No
vengo a deciros que os apartéis de las obligaciones del mundo, instituidas por
Mí para vuestra conservación, satisfacción y perfeccionamiento. Sed equitativos
y justos dando lo necesario a vuestro espíritu y a vuestro cuerpo.
He
hecho libre al hombre desde un principio, mas su libertad ha sido siempre
acompañada de la luz de la conciencia; a pesar de ello, él ha desoído la voz de
su juez interior, alejándose del camino de la ley, hasta crear esas guerras
fratricidas, sangrientas y monstruosas, en las que el hijo se ha levantado en
contra del Padre, porque se ha apartado de todo sentimiento de humanidad, de
caridad, de respeto y de espiritualidad.
Ya
deberían huir los hombres de la destrucción, de las guerras y evitarse una
dolorosa restitución; sabed que si no alcanzan a purificarse en el bien antes
de llegar a Mí, tendré que enviarles nuevamente a este valle de lágrimas y
sangre, porque quien camina en sentido inverso a la perfección, no podrá llegar
Mí.
¿Cómo podrá llegar esta palabra a la humanidad? En la forma en que la hice
llegar en los tiempos pasados, por medio de emisarios, profetas y discípulos.
Os
estoy preparando para que hagáis llegar mis enseñanzas y revelaciones a todos
los lugares de la tierra.
Si
hoy sois ignorantes, mañana seréis reconocidos. La misión de los nuevos
apóstoles será reconstruir la moral entre esta humanidad. Esta lucha será
intensa.
Orad
siempre para que alcancéis fortaleza; practicad para que alcancéis perfección.
Velad, porque al espíritu lo acecha la bestia del mal bajo mil formas.
Dejo
caer en vuestro corazón mis palabras como gotas de rocío que le dan vida, mas
si pudieseis comprender cuanto os digo; cuán claro miraríais el camino. Sobre
vuestro pensamiento derramo la paz y mi luz, porque también a través de él
llegaréis a Mí.
Venid a escuchar mi lección que el Maestro viene a daros en lenguaje
espiritual, en el idioma universal del amor, que acerca a los hombres a su
Creador.
Es
mi palabra como nueva aurora de paz para vuestro espíritu, como rayo de luz que
ilumina vuestro sendero. Mucho habéis escuchado esta voz y ya vais
comprendiendo su sentido.
Me
estoy manifestando en toda la humanidad, porque es el tiempo en que todo el
mundo conocerá la espiritualidad, el tiempo de la comunión espiritual. El
Cristo del amor está derramándose en sus hijos para que alcancen su salvación.
Hay
muchos que sin haberme escuchado en este tiempo como vosotros, van buscando el
mismo fin que perseguís, porque sienten que ha llegado el tiempo de la lucha
del espíritu por comunicarse con su Padre Celestial. En el Segundo Tiempo os di
a comprender que llegaría una etapa en que la humanidad conocería y
desarrollaría la comunicación de pensamientos y recibiría mi sabiduría por
medio de la intuición e inspiración. Entonces se acercó un fariseo y me dijo:
Si sois el Hijo de Dios, decid cómo es Él, si sois enviado del Padre, decid cómo
es el Padre; y Yo le contesté así: "El que conoce al Hijo, conoce al
Padre, porque Yo de Él vengo".
De
cierto: Yo he estado siempre en el hombre, mas para sentirme es necesario no
dejaros llevar de los instintos de la materia. Cuando la humanidad despierte y
se levante analizando lo que Yo le he revelado, conocerá el sentido de la vida
y el mandato que en ella existe. Será entonces cuando comience a dejar de
sentir los dolores y las vicisitudes, porque habrá puesto sus potencias y
sentidos al servicio del espíritu.
Si
la vida de Jesús, el Nazareno, es de todos conocida, he ahí un ejemplo para que
sigáis un camino en el cual Yo soy la estructura del mundo que habitáis y el
aire que respiráis. Yo soy la fuerza que hace que el hombre se levante a una
vida superior, desde este mundo no es sólo valle de lágrimas, es también,
aunque pasajeramente, el lugar donde podéis tener satisfacciones, alegría y
paz.
Conocedme y os conoceréis a vosotros mismos.
Veis
cómo la humanidad ha pasado por este mundo, depurándose siempre por medio del
dolor; y es que no habéis sabido acercamos a Mí, habiendo tenido siempre mi luz
que os habla de lo pasajero de esta vida y la inmortalidad del espíritu. Por
eso os hablo hoy en idioma espiritual, haciendo uso de vuestro lenguaje humano
para hacerme comprender.
Oyendo habéis comprendido y adelantado, porque estas manifestaciones ya no las
escucháis ni las veis tan sólo en la parte material, o sea superficialmente,
sino que las analizáis en busca de su esencia. Ya no percibís en vuestro oído
el sonido de la voz de aquél por quien os hablo, porque el eco divino de mi
palabra ha encontrado resonancias en lo más íntimo de vuestro espíritu y de
vuestro corazón. He aquí otra transfiguración de mi Divinidad, porque Yo, el
"Verbo" del Padre, comunicándome así, hago que vuestra mente, que es
finita, pueda comunicarse con la mente infinita del Padre.
Vuestro espíritu, que al recibir mi gracia se siente dignificado, me dice:
Señor, llegáis a nuestro corazón como verdadero efluvio de amor.
En
verdad os digo, que si de este modo estáis ya comprendiendo y viviendo mi
enseñanza, estáis alcanzando espiritualidad, porque dejáis las vanidades y las
satisfacciones superfluas, por venir a escuchar el concierto celestial.
Analizad cuanto Yo os muestre. Mirad cómo los hombres de ciencia, escudriñando
el cuerpo humano, se han maravillado de su perfección; y si ese cuerpo, que es
un ser pasajero en esta vida, encierra tan prodigiosa perfección, ¿Imagináis la
grandeza del espíritu, cuya naturaleza es inmortal?
Asombraos ahora de la inmensidad del mar, de las dimensiones de vuestro
planeta, para tener en cuenta que vosotros sois más que todas esas maravillas,
porque poseéis un espíritu que puede transportarse en un instante más allá de
esos límites, y que cuando se encuentre purificado y habite en el reino del
Padre, le serán mostrados todos los mundos.
Quien me ha escuchado pierde el temor de regresar a su origen y aunque se
considere un solo átomo en medio de la creación, siente el íntimo goce de
existir, porque es hijo del Padre Celestial.
Cuando dejéis este mundo, seréis como gota de rocío que siga vivificando todo
lo creado. Yo os digo: Dios, el Infinito, el Eterno, está en toda la creación,
es la esencia que todo lo anima. En las criaturas contempla toda la belleza de
su obra y experimenta el goce que existe en los frutos de su inspiración,
porque todo habla de Él, todo lo glorifica y le rinde homenaje.
En
toda manifestación de vida está, porque Él es el autor de todo lo que existe.
Meditad en esto y comprenderéis que la muerte no existe.
He
aquí mi lección de este día, lección que como todas las que os he dado, quiero
que quede anotada en ese libro que será herencia para las generaciones
venideras: El Tercer Testamento.
Este
es el Tercer Tiempo en el cual daréis un paso adelante. El tiempo en que me
buscasteis por medio de símbolos, ha pasado. Ahora se abre una nueva era
delante de vuestra vista, mas no un nuevo camino. Yo no he venido a destruir
vuestra simiente ni a confundiros con palabras extrañas. No os digo que
desconozcáis el mensaje espiritual que os dejé en los tiempos pasados, sólo
vengo a continuar mi lección comenzada, la cual había dejado en su segunda
parte.
Cuando en aquel tiempo surgió Cristo en la plenitud de su vida humana para
anunciar a los hombres la llegada del reino, sorprendí a aquel pueblo
celebrando ritos y ceremonias, por lo que le dije que no se olvidara de la ley
por dar cumplimiento a las tradiciones; mas luego con mi palabra y con mis
obras abolí todas las prácticas superfluas, para dejar solamente en su corazón
la ley de Moisés, porque con mi vida, mis obras y mi sangre os enseñé a darle
cumplimiento. Pero también os enseñé nuevas lecciones, propias del tiempo en
que Yo vine y de acuerdo con vuestro desarrollo espiritual. Esa era la segunda
parte del gran libro de mi sabiduría. Os enseñé una forma de orar más pura,
para que ella hiciera florecer vuestro amor a Dios y a vuestros semejantes.
En ese tiempo me reconocisteis como amor; os hice saber el porqué de mi venida; os revelé la vida espiritual, os anuncié mi nuevo advenimiento, el nuevo tiempo y os dejé preparados para que llegado el instante, pudieseis recibir mi tercera lección, la tercera parte de este libro que hoy se encuentra abierto delante de vuestro espíritu.
Hoy
vuelvo a los hombres en medio de los rumores de guerra, de los acontecimientos
y señales con que os predije mi llegada; sin embargo, los hombres no me han
sentido.
En
medio de este silencio, de esta humildad, en este rincón de la tierra estoy
haciendo vibrar mi palabra a través del entendimiento humano, llamando, a los hombres,
despertándolos a una nueva vida, regenerándolos con mi enseñanza persuasiva y
dulce, despertando en ellos sus dones adormecidos, para levantarlos en los
caminos a imitar a su Maestro.
Debo
deciros que en este tiempo os encontré envueltos en mayor fanatismo religioso o
idólatra que en ninguno de los pasados, y a la vez vuestro espíritu más desnudo
de virtudes que nunca. Ahora os pregunto: Después de haberme oído por años y
años a través de esta comunicación, ¿Quién siente que Yo haya venido a
destruirle sus principios? ¿Quién cree sentirse confundido o ve destruida su fe
cristiana? De cierto os digo, que lo que os revelé en los primeros tiempos, os
lo he venido a recordar, porque lo habíais olvidado o desvirtuado. Que lo que
los hombres os habían ocultado, Yo lo he venido a sacar a la luz y lo que
estaba guardando en mi arcano, os lo he venido a revelar. Esta era es de
libertad espiritual; los hombres están iluminados por la conciencia y sabrán
elegir el camino certero.
A
través de un ambiente donde flotan las tinieblas del materialismo y del pecado,
han cruzado mi rayo y mis enviados espirituales.
Habéis meditado en estos instantes y reconocéis, que en verdad, no estáis
adorando a un Dios distinto del que ayer adorabais; que nadie ha cerrado las
puertas de vuestro corazón hacia María, la Virgen y Madre Universal; que esta
doctrina ha fortalecido vuestra fe y aumentado vuestro conocimiento en la vida
inmortal del espíritu, y que aquellas máximas de amar a vuestro prójimo como a
vosotros mismos, de amaros los unos a los otros, las he venido a escribir en
vuestro espíritu con la luz de mi palabra.
Sólo
he venido a apartar de vuestro corazón lo superfluo, aquello que no os dejaba
progresar. Por eso acabo de deciros que he venido a concederos libertad
espiritual, para que podáis encontrarme y sentirme en cualquier instante o
lugar, y en vez de preguntar al mundo lo que él no os podrá contestar, lo
preguntéis espiritualmente a vuestro Padre y recibíais de su caridad el pan del
espíritu; así cuando hayáis ofendido a vuestro Dios en la persona de vuestro
hermano, sepáis perdonarlo si os ofendió o sepáis pedir perdón si le
ofendisteis; y Yo os perdonaré, porque a quien no hayáis ofendido, no podrá
otorgaros el perdón del mal que a otro hicisteis.
Discípulos: Si ya no os sorprendéis de que Yo haya venido en este tiempo entre
vosotros, tampoco os sorprendáis que el mundo espiritual se manifieste entre
vosotros.
Desde el principio de la evolución de la humanidad, el Padre prometió la
manifestación de la existencia de aquel mundo, de aquella vida. En verdad os
digo, que aquel mundo siempre ha estado en contacto con el hombre por mi
voluntad. En vuestro principio prohibí que la humanidad invocase a los espíritus,
porque el tiempo no era llegado; ni encarnados ni desencarnados se hallaban
preparados para esa comunicación.
Es
Elías en este Tercer Tiempo el precursor de mi llegada, a quien le di la llave
para que abriera las puertas del mundo espiritual de luz, para que sus
moradores tuvieran acceso en el mundo material, así como a los hombres permití
penetrasen en el más allá, y hubiera aproximación, armonía y caridad entre unos
y otros.
Antes de que mi voz marcara el instante para esa comunicación, hubo en la tierra desobedientes, curiosos e impacientes que, profanando lo prohibido, se convirtieron en los precursores de otra clase de comunicación donde las tinieblas y la turbación se han manifestado, porque no estaban ordenados por mi Divinidad.
Mi
obra es otra; hasta que os consideré, capacitados y conscientes para alcanzar
estas enseñanzas, vine a traeros esta gran lección, una de las mayores que a
este mundo he dado, para que por medió del espíritu aprendáis a mirar, a
interrogar, a comprender y a descubrir. Mas al abriros este horizonte, os he
enseñado una ley que os prohíbe engrandeceros por medio de estos dones y hacer
lucro o mal uso de ellos. En este tiempo y cuando habéis penetrado en mi
doctrina, algunos han sentido temor, otros desconfianza, algunos hasta
confusión y no ha faltado quien sienta horror por la palabra espíritu, sin
recordar que dentro de sí lleva uno que le ha dado su Creador, quien también es
Espíritu. ¿Quién os inculcó ese temor? ¿Quién os hizo sentir aversión por el
espíritu? ¿No habéis meditado en que ese cuerpo o materia que tanto amáis, sólo
es polvo que a la tierra tomará y sólo quedaréis en espíritu para una
eternidad? ¿Qué haréis cuando os encontréis en ese estado? ¿Huiréis de vosotros
mismos?
Para
ayudaros en vuestra misión, os concedo el tiempo necesario para vuestro
estudio, y para aliviar vuestras necesidades y sufrimientos os envío a siervos
espirituales, verdaderos ángeles de caridad, luz y paz. Confiad en que esta
comunicación no ha sido por voluntad del hombre sino por inspiración divina.
No
confundáis esta comunicación con aquella que Libremente hacen los hombres bajo
su propia voluntad, inspirados unos en la ciencia, otros en la curiosidad y
otros en las supersticiones.
Si
vosotros observáis, encontraréis que esas dos manifestaciones están presentes
entre la humanidad, desde el primer hombre quien a la vez que oyó la voz de su
Señor que le señalaba el camino de la luz, escuchó otra voz que le incitaba a
la desobediencia y al orgullo. Ved desde ahí la lucha del hombre bajo la
influencia de esas dos fuerzas, la del bien y la del mal. Si desde entonces
conoce el hombre la ley natural y se siente iluminado por la luz de la
conciencia, también desde ahí siente la asechanza de las tentaciones.
Os
digo todo esto para robustecer vuestra fe y vuestro conocimiento. No faltéis al
respeto a mis emisarios o mensajeros espirituales, porque si pudieseis
contemplar la gracia de que están revestidos, confesaríais que ni Salomón en el
esplendor de su trono tuvo la majestad de estos siervos.
¿Qué
dieran las naciones que se desangran y perecen bajo las pestes y el hambre,
porque ese mundo de paz y de caridad se presentase entre ellas y pudieran
escuchar su voz de consuelo y de amor?.
Fluido
llamáis a esa fuerza con que esos seres sanan vuestras dolencias físicas o
morales. Y en verdad, en ese fluido está el bálsamo; es el mismo con el que
Jesús dio vista al ciego, movimiento al paralítico, habla al mudo, con él curó
al leproso y resucitó al muerto.
Nadie llega limpio ante mi presencia, mas si alguno llegara limpio, de este camino no saldrá manchado. En este tiempo en que Elías, por mandato divino, vino a abrir las puertas del más allá a los hombres, Yo haré comprender a la humanidad que esta comunicación no fue una profanación de quienes la practicaron, sino una gracia reservada por el Padre para los hombres de este tiempo y que será precursora de la comunicación de espíritu a Espíritu, después de 1950, cuando aquella gracia os sea retenida.
Preparaos para que después de este tiempo no vayáis a caer en impostura, en
mistificación, porque aún tengo muchas lecciones reservadas que revelaros; no
será vuestra imaginación la que forje falsas revelaciones o inspiraciones. De
los cielos vendrá la luz al hombre preparado para que hable con mi verdad a sus
semejantes.
Se
acerca el tiempo en que los hombres abandonen las armas, las ambiciones y los
odios, para ir en busca de lo espiritual y de entre las multitudes surgirán los
apóstoles cuya palabra será escuchada y su huella seguida. Esto será en el
tiempo de la guerra de ideas, de religiones y doctrinas.
Será
grande esa batalla, más terrible que las que han sido originadas por las
ambiciones del poder terrenal, porque la paz huirá de los corazones, las mentes
se ofuscarán por las tinieblas del fanatismo y no se escuchará la voz de la
conciencia y la razón. El fanatismo se removerá hasta su fondo y multiplicará
sus fuerzas, levantando templos y haciendo ostentación, Unos sucumbirán
abrazados a su ídolo, pero otros abrirán, sus ojos a la luz y serán rescatados
de ese abismo.
Hoy
os parecen muy lejanas todas estas Profecías, sin embargo su cumplimiento está
próximo. Los ojos de los hombres verán caer de su pedestal a los ídolos, a los
falsos dioses y a los grandes templos que han sido orgullo y vanidad de las
religiones; pero no seréis vosotros quienes públicamente desmintáis a quienes
mientan; esa misión la cumplirán otros. Vosotros estaréis preparados con la
palabra, el corazón y la mente, para que vuestro espíritu trabaje por la
salvación de esta humanidad con verdadero amor.
Ante
el torbellino desatado no huiréis, ni buscaréis las catacumbas para ocultaros,
antes bien permaneceréis serenos en medio del huracán. Y veréis a los hombres
despertar de su letargo estableciendo comparación entre una religión y otra; y
al encontrar en todo la imperfección humana, preguntarán: ¿Qué es el
espiritualismo? Entonces mis emisarios y apóstoles, sin pregonar ni prevaricar,
sin hacer alarde de ninguna clase, mostrarán la pureza, la sencillez y la luz
de esta doctrina, y el mundo se inclinará persuadido de su verdad.
Habrá grandes luchas, seréis perseguidos y calumniados. Encontraréis la
contradicción por doquier y a veces grandes y razonados argumentos; mas no os
dejéis impresionar por la palabra de los hombres, porque si ella no está
apoyada en obras de verdad, será tan sólo palabra vana.
Si tenéis
confianza en Mí y os preparáis, Yo no os dejaré solos, hablaré por vuestra boca
y estaréis conscientes de las obras que Yo haga por vuestro conducto.
La humanidad comenzará a presentir el verdadero camino y a buscarme como Yo lo he esperado, con el espíritu; todo aquél que reconozca que lleva al Padre en su propio corazón, dejará al instante de ser enemigo de su propio hermano y semejante. Será cuando surja el perdón, la reconciliación, la caridad y la fraternidad
Entonces podrán los hombres decir que han visto a Jesús, que ha descendido de
su cruz para decir al mundo: La sangre que he vertido por vuestra salvación, ha
cesado de manar, heme aquí por siempre con vosotros.
Pueblo: He recibido ante mi palabra a buenos y a perversos, a hombres de todas
las tendencias, a quienes me aman y a quienes me han vuelto la espalda, porque
todos son mis hijos, a todos amo igual y todos me amarán y servirán también.
Hoy vengo a uniros a todos, ya que no os bastó mi sangre derramada en el Segundo Tiempo, porque no habéis sido capaces de llevar a cabo la obra de fraternidad y amor que mi doctrina vino a enseñaros.
¿Hasta cuándo vais a convenceros de que sólo en el cumplimiento de mi ley
podéis encontrar la salud, la felicidad y la vida? Reconocéis que en la vida
material existen principios a los que tenéis que apegaros para poder
sobrevivir; pero os habéis olvidado de que también en lo espiritual hay
principios que es necesario respetar, para que el hombre logre disfrutar de la
fuente de vida eterna que existe en lo divino.
En
este tiempo tendrán que oírme los orgullosos y los necios, los materializados y
los incrédulos y en su corazón que ha sido como tierra estéril para mi
simiente, volveré a sembrar hasta que de las rocas broten flores.
Sobre todo espíritu derramaré la fuente de mi gracia hasta purificarle; mas no
serán ya las aguas del Jordán, sino la luz de mi gracia, de mi justicia, la que
al tocar esos espíritus, les despierten para que escuchen la voz de su
conciencia que les encaminará a la oración, al arrepentimiento y a la
regeneración.
Estoy cumpliéndoos lo que os prometí en el Segundo Tiempo. Os lo anuncié cuando
os permití comprender a través de mi palabra, que llegaría una era de paz y de
espiritualidad. Ahora estáis viviendo en esa era en la cual serán borradas las
tradiciones, los ritos, las ceremonias, los símbolos e imágenes, librándose
vuestro espíritu de prejuicios, de fanatismo e idolatría para adoptar el
verdadero culto hacia Dios.
Cuando estas palabras lleguen a los oídos de los materialistas, éstos se
sonreirán con incredulidad ante mi doctrina y ante mis profecías, pero nunca el
escepticismo del hombre me ha herido.
En el Segundo Tiempo aconteció, que cuando llegó la buena nueva de mi enseñanza a las grandes ciudades y a los grandes imperios como Roma, los hombres también se sonrieron al saber que Jesús era un pobre Galileo a quien seguían unos cuantos pescadores, tan pobres y humildes como Él. Sus mofas no me lastimaron, porque sabía que no me conocían. No comprendían que mi poder radicaba precisamente en aquella humildad y que mi fuerza estaba en aquella palabra llena de amor y de justicia, que a muchos les parecía incomprensible y otros la juzgaban como imposible de llevar a la práctica.
Cuando supieron que Jesús había muerto crucificado como si se tratará de un
malhechor y que aquella muerte serviría de escarmiento a sus discípulos y
seguidores, no contaron con que aquella sangre serviría para fecundar la
simiente qué hacía poco se había sembrado.
Surgió de entre los escépticos la fe, entre los creyentes brotó el sacrificio, brilló la luz de la esperanza entre los esclavos, entre los oprimidos y por doquier se escuchaban las divinas enseñanzas del Redentor en los labios de los hombres clamando justicia y hablando de amor. Una fuerza superior envolvió al espíritu de los hombres de fe y aquella, fuerza desbordada fue como un torrente al que ningún poder humano pudo ya contener.
Era
una corriente impetuosa que avanzaba de ciudad en ciudad y de comarca en
comarca, que bajaba a los valles y ascendía las montañas, No había un hogar, ya
se tratase de una choza ó de un palacio donde aquella influencia no llegara.
Era el río de la vida que venía a desbordarse sobre los campos muertos, era la
justicia siempre amorosa, de vuestro Padre la que llegaba a los hombres para
lavar sus espíritus y juzgar sus obras. Cuando aquel torrente cesó de correr,
un nuevo mundo surgió a la luz, una nueva humanidad apareció en la tierra y sin
embargo, era la misma.
La
luz de una nueva enseñanza la había sacado de su letargo, para ayudarla a dar
un paso en el adelanto espiritual que la conducía hacia el Ser perfecto a quien
llamáis Dios y Padre. Por eso ahora os digo, hombres escépticos y
materialistas, que cuando oigáis estos rumores de que he estado entre los
hombres comunicándome con ellos a través de su entendimiento y cuando lleguéis
a enteraros de las enseñanzas contenidas en mi doctrina, no vayáis a sonreír
burlonamente, ni vayáis a juzgar como de imposible realización humana las
enseñanzas de mi obra, de esta obra que os estoy encomendando, porque más tarde
os dolerá el haberos resistido a escucharla, cuando veáis el florecimiento de
ella; más bien, cuando sintáis que la fuerza del torrente azota vuestras
puertas, abridlas y dejadlo entrar. Yo os aseguro que sólo se llevará lo que
encuentre de impuro, porque lo bueno que hubiera en vuestra vida, lo respetará.
Con
esto os doy a entender que debéis aprender a analizar la esencia de esta
palabra, para que os enteréis, poco a poco de mi verdad al profundizaros en
ella, porque en esa meditación llegaréis a convenceros de que la realización de
muchas de las profecías dadas en anteriores tiempos, en verdad se están
realizando, así como muchas de las profecías que os entregaron mis enviados,
cuando os anunciaron la llegada del Espíritu de Verdad, del Espíritu de
Consolación.
¡MI PAZ SEA
CON VOSOTROS!
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