La Doctrina Espiritualista Trinitaria
Mariana no es una religión.
Es el Espiritualismo Trinitario Mariano la
Doctrina del espíritu, que viene a enseñaros el culto perfecto a Dios, pues sus
máximas ennoblecen y elevan, sus enseñanzas desmaterializan al espíritu,
despojando a la materia de todo vicio y de toda práctica superflua, innecesaria
o impura.
"El Espiritualismo no es una religión, es la
misma Doctrina que en cuerpo de Jesús vine a derramar en el mundo para la
orientación de todos los hombres en todos los tiempos. Es mi Doctrina de amor,
de justicia, de comprensión y de perdón".
"Mi palabra os enseña mas no os obliga, os he
dado el libre albedrío para que os sintáis dueños de vuestros actos y cumpláis
la Ley por convicción, para que vuestros méritos sean legítimos".
"He llamado Espiritualismo a la revelación que os habla de la vida
del espíritu, que os enseña a comunicaros directamente con vuestro Padre y os
eleva por sobre la vida material. Sí, Espiritualismo es la Doctrina que os
estoy dando, la cual os enseña el amor perfecto a Dios y a vuestros semejantes,
y os ofrece el camino que conduce a la perfección; Espiritualismo fue también
lo que os enseñó la Ley de Dios en el Primer Tiempo y la palabra de Cristo en
el Segundo Tiempo"
Espiritualismo es la Doctrina del espíritu, que os eleva y acerca a la
Divinidad.
Espiritualismo es la Doctrina que enseña al espíritu el culto perfecto
hacia el Espíritu Santo.
Espiritualismo es
la Doctrina que desmaterializa al espíritu y despoja a la carne de todo lo
superfluo, innecesario e impuro.
Espiritualismo es
la revelación más elevada que Dios ha entregado al hombre. Y a través de las
eras, edades y tiempos, el Padre os ha venido preparando, permitiendo que
vuestro espíritu se acrisole, se forje, se fortalezca y crezca en el
camino, a través de todo un cúmulo de pruebas y sufrimientos. Vuestro espíritu,
por voluntad divina, ha caminado un largo sendero.
Las religiones son simplemente ramas
del Árbol de la Vida, y la Doctrina Espiritualista Trinitaria Mariana es el
mismo Árbol de la Vida.
En las religiones, todos sus adeptos
caminan bajo un mismo sendero, lo entiendan o no, siguen a los mismos
dirigentes, forman parte de una organización; Israel, ni siquiera en el Primer
Tiempo en que tuvo como guía a Moisés o como rey a David, ha seguido el mismo
sendero: cada quien sigue su camino sin querer depender de nadie, sin estar de
acuerdo con nadie.
Israel se distingue de los adeptos de
las religiones, en que en uso de su libre albedrío decide seguir a su Señor, a
veces de buen grado y a veces con renuencia, sin que nadie le amenace ni le
obligue.
La Obra del Padre ha estado siempre
por encima de las religiones.
La Ley que en el Primer Tiempo Jehová
nuestro Padre entregó a Moisés, no debe tomarse como una religión, fue la Ley
divina que Dios envió al hombre, al espíritu encarnado; Jesús, en el Segundo
Tiempo, vino a confirmar la Ley y a darle cumplimiento, y vosotros sabéis que
no enseñó ritos ni cultos exteriores o materiales y mucho menos liturgias, sólo
dijo: "Practicad mi enseñanza y llevad la buena nueva a las naciones, Yo
soy el camino, la verdad y la vida", queriendo decir con ésto, que no eran
menester templos materiales ni sacerdotes.
Y en este Tercer Tiempo en que el
Padre se comunica por el entendimiento humano, no ha venido a crear una nueva
religión, pues Él mismo ha dicho que ya tiene demasiadas el hombre.
Si analizáis profundamente la Ley y la Doctrina del Padre y la comparáis
con cada una de las religiones que ha habido y hay en la Tierra, no podréis
establecer un punto verdadero de comparación, porque la Ley y la Doctrina del
Padre se encuentran en lo sublime, en lo eterno, en lo infinito y las
religiones, por el contrario, están atadas al mundo a lo temporal, sobre bases
materiales tomando su fuerza precisamente de lo humano más nunca de lo espiritual.
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