sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 6

Bienaventurados vosotros que venís a escuchar la lección del Maestro, porque mi enseñanza es la simiente que llevaréis a las generaciones venideras. Sois el hijo primogénito que va a preparar con el ejemplo el camino, a sus hermanos pequeños.
Este es el Tercer Tiempo en que mi Espíritu Divino se derrama sobre toda la carne y sobre todo espíritu, en cumplimiento de la profecía que os hice de que todo ojo me contemplaría.
En verdad os digo que cuando os comuniquéis de espíritu a Espíritu con mi Divinidad, me estaréis contemplando, porque en vuestra mirada espiritual la que he venido a preparar.
Sois los herederos de mi reino. El fruto del árbol de la vida os lo ha dado el Padre, para que os hartéis y después cultivéis su semilla.
El Señor poseía las tierras y las ha dado a sus hijos que sois vosotros, nombrándoos labriegos de su campiña.
Los que han comprendido su misión y han sabido trabajar las tierras, se han recreado y me hacen presente su satisfacción; los que concibieron el camino adornando con fragantes flores, y creyendo que el árbol no necesitaba de cuidados y desvelos para fructificar, hoy se presentan cansados. Encontraron a su paso tanta miseria, pecado y dolor, que se sintieron impotentes para aligerar la cruz a sus hermanos. Apenas comenzada la jornada, se sintieron cansados; se dedicaron a sanar enfermos y ellos también enfermaron.
Pero el Maestro aún está entre sus discípulos para darles nuevas lecciones y ayudarles a levantarse. Yo os digo: Pedidme que Yo os daré, porque soy vuestro Padre.
Mí enseñanza llena de amor y de paciencia, os convertirá en mansas ovejas que sepan seguir dócilmente la voz de su Pastor.
No olvidéis que ante el Arca de la Nueva Alianza jurasteis cumplir con los preceptos de mi Ley.
Sí, discípulos, vuestra misión es de paz y de unificación; tendréis que reedificar mi templo, porque a través de vosotros he de legar mi palabra, mis profecías y mandatos a la humanidad.
Os digo también: ¿Por qué si sois los heredados por el Padre, os atrevéis a prevaricar o adulterar? ¿No pensáis que con esto aumentáis vuestra restitución? He aquí el porqué de vuestras enfermedades y vicisitudes.
Si os he hecho primeros, no os convirtáis en postreros, ocupad vuestro lugar y conservad esta gracia hasta el final del camino.
No os dividáis, formad una sola familia, solamente así podréis ser fuertes.
No os envanezcáis, contemplad que vuestras tierras son pequeñas y aún corta vuestra siembra. Sed siempre humildes y seréis grandes delante del Padre.
Los que ayer fueron débiles, serán los fuertes del mañana, de ese mañana que debéis anhelar, el cual será como el despuntar de un nuevo día, cuyo sol alumbre vuestro espíritu; entonces unos seréis cirineos de los otros para ayudaros a llevar el peso de la cruz.
No consideréis mi Obra como una carga, ni digáis que es pesado para vuestro espíritu el cumplimiento de la hermosa misión de amar al Padre y a vuestros hermanos. La que sí es pesada, es la cruz de inquietudes propias y ajenas por las que tendréis que llorar, sangrar y hasta morir. La ingratitud, la incomprensión, el egoísmo, la calumnia, serán como un faro sobre vosotros, si les dais albergue.
Al hombre reacio podrá parecerle duro y pesado el cumplimiento de mi ley, porque es perfecta y no protege la iniquidad ni la mentira; más para el obediente, la Ley es su baluarte, su sostén, su salvación.
De todo os prevengo y os preparo, para que sepáis extender mis enseñanzas con verdadera limpidez.
Yo ilumino a mis portavoces para que en ellos descienda mi rayo hecho palabra humana, pero llena de esencia celestial, para alimentar, purificar y sanar a las multitudes: pronto el número de mis portavoces aumentará; hombres y mujeres hablarán extensamente y por ellos os revelaré grandes enseñanzas.
Os estoy hablando y estoy velando por vosotros. No durmáis como los discípulos del Segundo Tiempo mientras Jesús oraba en el Huerto de los Olivos, porque los enemigos os sorprenderán.
Orad junto con vuestro Maestro para que vuestra oración os revista de valor y no os acobardéis ante los toques de alarma.
Hay quien dude de mi presencia, aún cuando esté recibiendo mi comunicación a través de su entendimiento. Y es que al juzgar su vida, sus palabras y hasta sus pensamientos, se considera indigno, impuro, y piensa que mi presencia en él es imposible. De cierto os digo: Impuros y pecadores son todos éstos por quienes me comunico, más contemplo su esfuerzo constante por hacerse cada vez más dignos de transmitir mi divina palabra, y mi fuerza y mi luz son con ellos.
Este pueblo, que en el tiempo presente debiera parecerse al hombre en plena juventud, ha llegado como un anciano a la presencia de su Padre, espiritualmente viene cansado por su largo peregrinaje, doblegado por el peso de su fardo, marchito y desengañado. Más para ayudarle en su camino he abierto un libro, el Libro de la Vida, en el cual descubrirá el secreto de la paz perpetua, de la juventud eterna, de la salud y la alegría.
En mi campiña, recobraréis el vigor que habíais perdido, ¡Oh labriegos!
Mi palabra siempre os aconseja el bien y la virtud. Que no habléis mal de vuestros hermanos causando su deshonra; que no veáis con desprecio a los que sufren enfermedades que vosotros llamáis contagiosas; que no protejáis las guerras; ni tengáis ocupación vergonzosa que destruya la moralidad y proteja los vicios; que no maldigáis nada de lo creado; ni toméis lo ajeno sin permiso del dueño; ni propaguéis supersticiones. Que visitéis a los enfermos; perdonéis a los que os ofenden; protejáis la virtud; deis buenos ejemplos y me estaréis amando y amando a vuestros hermanos, que en esos dos preceptos se resume toda la Ley.
Aprended mi lección y enseñadla con vuestra práctica. Si no aprendéis, ¿Cómo queréis predicar mi Doctrina? Y si no sentís lo que habéis aprendido, ¿Cómo queréis enseñar como el buen apóstol?
Decidme, pueblo: ¿Qué es lo que habéis analizado y practicado hasta ahora? Mi palabra es clara y sencilla y no la habéis sabido interpretar todavía, más Yo vengo a iluminaros y a llevaros por el sendero de la luz. No os salgáis de ese camino ni retrocedáis; tampoco vayáis de prisa.
Por amor a vosotros he venido a enseñaros, y ansío que vengáis a Mí y elevéis vuestro canto como los ángeles: "Gloria a Dios en las alturas y paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad".
Quiero también escuchar de vosotros una frase de arrepentimiento, vuestra sincera confesión, para consolaros y aconsejaros como Padre y ser vuestro mejor amigo.
Hoy ignoráis todavía todo lo que voy a revelaros durante esta etapa; paso a paso os iré doctrinando. Mi enseñanza, conocida por una porción de la humanidad, alcanzará su esplendor cuando el tiempo sea llegado.
No he llamado a sabios ni a filósofos para servirme de su entendimiento; he escogido a los humildes, para hacer de ellos los portavoces de mi palabra, a través de los cuales mi Espíritu os entrega esta comunicación y se recrea al ver que me reconocéis.
La fuente de mi amor se encuentra desbordante, ¿Queréis recibirme? Yo estoy en la esencia de mi palabra. Unid vuestro canto al de los ángeles y alabadme. Todo lo que pidáis para vuestro progreso espiritual, os lo concederé.
Estáis oyendo al Verbo del Padre, mi mirada penetra en vuestros corazones y en algunos contemplo la dureza de la roca y la frialdad del mármol, más hago brotar agua de las rocas y mi amor y mi ternura os darán el calor que necesita vuestro espíritu.
Formé de materia vuestro cuerpo y os di mi aliento divino; os doté de conciencia para que vivieseis reconociéndome, y de tiempo en tiempo he venido a daros lecciones llenas de sabiduría que elevan a vuestro espíritu. En el Segundo Tiempo sembré mi semilla de amor en vosotros y hoy vengo a cultivarla; en el final de los tiempos todos estaréis conmigo, como Yo he estado con vosotros.
Os he pulimentado a través del camino, porque anhelo que seáis limpios y virtuosos para que lleguéis a ser mis buenos discípulos.
Vivid velando y orando y todo sufrimiento será llevadero; no caeréis en tentación y sentiréis que cerca de vosotros mi Espíritu de Padre os protege. Sed fuertes en las pruebas. Recordad que Jesús en el Segundo Tiempo, cuando le fue ofrecido el cáliz de amargura y presintió el dolor que le esperaba, dijo: "Si es posible aparta de Mí este cáliz, mas no se haga mi voluntad, sino la tuya". Vosotros, que también sufrís y padecéis en la Tierra, ¿No queréis imitarle? ¿No queréis seguirle?
¿Por qué tenéis menos temor ahora que os hablo como Espíritu Consolador, que cuando os hablé como Juez en el Primer Tiempo y como Maestro en el Segundo, si soy el mismo Espíritu que os he hablado en los tres tiempos? ¿Acaso porque os hablo con dulzura?
Yo os doctriné en el Segundo Tiempo y hoy vengo a ofreceros el mismo manjar de mi palabra; porque sois mis discípulos y quiero que os alimentéis de Mí. Resucitad a la vida de la gracia y aprovechad este tiempo preciso en el que os enseño. Más tarde, cuando hayáis recibido todo lo que os tengo preparado, os pediré cuentas de vuestras obras en éste y en todos los tiempos: porque cuando vine a la Tierra para hacerme hombre, conversasteis conmigo y recibisteis mis lecciones como ahora. Más en aquel tiempo, mientras unos creísteis, otros dudasteis, y ese tiempo de gracia, esa oportunidad para el adelanto de vuestro espíritu, pasó. Mas el Padre entrega a sus hijos nuevas lecciones y pruebas para su elevación espiritual y en este tiempo os doy una enseñanza más, para que podáis contemplar más cerca la Tierra Prometida.
Os he hablado por conducto de distintos portavoces y como son imperfectos por ser humanos, habéis dudado, más de cierto os digo que he venido a servirme de ellos, porque los conozco y los he preparado a través de siglos para presentarlos ante vosotros en este Tiempo como los intérpretes de mi palabra.
He venido a buscaros, porque es muy grande mi amor por vosotros, he trazado un destino de restitución a cada criatura, en el cual se refleja la justicia amorosa del Padre. A pesar de vuestros errores, os estoy revelando vuestra misión entre la humanidad, pero es necesario que meditéis profundamente y os hagáis dignos de ella. Pensad que no sólo me estoy manifestando delante de vosotros en palabra, sino también en inspiración y en revelación a través de sueños y videncias.
Pueblo: No os habéis perfeccionado aún, pero estaréis conmigo cuando os hayáis purificado por vuestros méritos. Si ahora os consideráis ignorantes, Yo os iluminaré y vosotros hablaréis y sorprenderéis a los hombres. Cuando estéis preparados, vuestro anhelo será colaborar conmigo en la obra de salvación de la humanidad.
Os estoy enseñando la verdad y mostrándoos el camino para que os preparéis y con vuestra oración y vuestras obras me imitéis, recordando mis ejemplos del Segundo Tiempo. Que todos los actos de vuestra vida encierren amor y verdad, para que con ellos deis testimonio de Mí. Recordad que: "no todo el que pronuncia mi nombre me ama; ni todo el que pronuncia mi nombre me venera; sólo aquellos que cumplen mi Ley, dan testimonio de Mí"
Ahora vengo a concederos un tiempo más para que os elevéis por la escala de vuestro perfeccionamiento, y ¿Sabéis cuál es el secreto para la elevación? El amor, la sinceridad, la limpidez del corazón y las buenas obras. Por eso os he dicho: Limpiad el vaso por dentro y por fuera; velad, como las vírgenes prudentes de mi parábola, tened vuestra lámpara encendida; hablad con firmeza de mi Doctrina y no temáis ni os avergoncéis de ser mis discípulos, porque si hoy me negaseis, mañana, cuando os convenzáis de mi verdad, sentiréis dolor.
Si no me reconocéis por mi palabra, reconocedme por los prodigios que he hecho entre vosotros. Lo que os he prometido por conducto del portavoz, lo he cumplido en el camino de vuestra vida. ¿Por qué muchos niegan mis manifestaciones como Espíritu Divino, si estáis viviendo el tiempo del Espíritu Santo?
Si me pidierais pruebas de estas revelaciones, os las daría, más si Yo os sometiera a prueba, ¿Qué harías vosotros? Os sentiríais débiles y pequeños.
Quiero ver en vosotros la fe que manifestaron los enfermos que llegaron ante Mí en el Segundo Tiempo: la del paralítico, la del ciego y la de la mujer incurable. Quiero sentirme amado como Padre, solicitado como Doctor y escuchado como Maestro.
Ahora no he venido para ser inmolado como en el Segundo Tiempo, mi Espíritu tan sólo se derramará en luz, en esencia, en todos mis hijos, para ponerlos a salvo. Cuando os hayáis elevado en el sendero de vuestra evolución, formaréis un solo espíritu de bien, de paz, para interceder por todos vuestros hermanos.
Uníos con vuestro amor a la intercesión de vuestra Madre espiritual, porque el cetro de justicia está próximo a llegar entre los hombres.
Practicad la caridad y dad a vuestros hermanos, como Yo os he dado.
Meditad en mis palabras y sentíos responsables de vuestros cargos. ¿Por qué os olvidáis a veces que he venido lleno de amor a perdonar vuestras faltas y a daros oportunidad de empezar una nueva vida? ¿Por qué caéis en rutina, si os estoy preparando para que transitéis por el camino de evolución, en donde estáis descubriendo nuevos y vastos horizontes y alicientes sin fin para el espíritu?
No os conmováis sólo en el momento de escuchar mi palabra, no lloréis vuestras faltas sin sentirlo profundamente ni hagáis falsos propósitos de enmienda que muy pronto quebrantaréis. Velad y sed fuertes, para que seáis firmes en vuestras determinaciones, y cuando prometáis enmendaros, lo hagáis con firmeza y vengáis a Mí llenos de alegría a decirme: Padre, he cumplido tus mandatos, te he obedecido, he honrado tu nombre.
Este es el tiempo anunciado en que Yo había de hablar a la humanidad y quiero que vosotros con esta palabra que os he dado, en cumplimiento de mis profecías, forméis volúmenes, después hagáis extractos y análisis de ella y la deis a conocer a vuestros hermanos. ¿Queréis ocuparos de esta misión? Os concedo el tiempo para que la cumpláis con los cargos que os he dado en mi Obra y fuera de ella. Trabajad y habrá paz y alegría en vuestro espíritu. Practicad sin envaneceros, sin encerraros en un círculo de egoísmo, sed báculo y ejemplo para vuestros hermanos materiales y espirituales. Vuestra misión no se limita a trabajar por los seres encarnados, sino que debéis ayudar también a los desencarnados, a esas criaturas necesitadas de amor y caridad, que muy pocos recuerdan. No os baste creer y reconocer mi manifestación en este tiempo, es necesario que practiquéis la Doctrina que os enseño.
No dejéis que los niños se pierdan del camino por falta de enseñanza, mirad que sus espíritus evolucionados pueden tropezar en los pedruscos del sendero errado, habiendo sido preparados para cumplir grandes misiones.
P A R A B O L A
"En medio de un huerto floreciente, se encontraba un anciano venerable contemplando lleno de gozo su obra. Una fuente que desbordaba sus aguas cristalinas regaba el cultivado huerto. El anciano quería compartir sus frutos e invitaba a los caminantes a disfrutar de sus bienes.
Hasta él llego un varón enfermo, leproso. El anciano lo miró con amor, lo recibió y le preguntó que solicitaba. El caminante le dijo: No te acerques a mí porque estoy leproso. El anciano, sin sentir repugnancia, lo hizo pasar, le dio abrigo en su casa y lo alimentó sin preguntarle la causa de su mal. El leproso estando bajo la protección del anciano, limpió su cuerpo y lleno de gratitud le dijo: Me quedaré contigo, porque tú me has devuelto la salud, yo te ayudaré a cultivar tus tierras.
Después llego hasta aquel lugar una mujer, con la desesperación reflejada en el rostro y el anciano le preguntó: ¿Qué necesitáis? Y ella llorando, contestó: No puedo ocultar mi falta, he adulterado y he sido arrojada de mi hogar, mis pequeños hijos han quedado abandonados. El anciano le dijo: No volváis a caer en adulterio, amad y respetad a vuestro esposo, y mientras volvéis a vuestro hogar, bebed de esta agua cristalina y purificaos. Más la mujer replicó: No puedo volver, más haz llegar a mi hogar tu llamado y yo quedaré a tu servicio.
Pasaron los días, y los pequeños que habían quedado solos, fueron en busca del buen anciano porque sabían que repartía caridad y a ellos les dijo: ¿Qué buscáis? Y ellos contestaron: hemos quedado solos en el hogar, nuestros padres nos han abandonado y venimos a ti en busca de pan y de abrigo, porque sabemos que en ti los encontraremos. El anciano les dijo: Pasad, vuestros padres están conmigo, descansad y reuníos con ellos.
Todos reunidos, en aquella bendita compañía, recobraron la paz, hubo perdón y reconciliación, y volvieron a la vida cotidiana. El padre regenerado, limpio de su lepra, volvió a cobijar bajo su techo a la mujer y dio calor a los pequeños. Ella, arrepentida y limpia, fue regazo para el varón y cuna para sus hijos. Los pequeños, que creían haber perdido para siempre a sus padres, dieron gracias al anciano por devolvérselos y por permitir que su hogar fuese reedificado".
En verdad os digo: si me buscáis en vuestros más grandes problemas, encontraréis siempre solución para ellos.
Yo soy el anciano de la parábola. Venid a Mí, Yo a nadie rechazo, antes bien, me sirvo de vuestras pruebas para purificaros y acercaros a Mí. Venid todos, recobrad la paz y la salud. Bebed de la fuente cristalina y sed salvos. Porque Yo soy el Libro de la vida y os he presentado una página más para que la estudiéis y seáis fuertes en mi enseñanza. ¿Queréis seguir adelante en este camino? Conoced mi Ley y dad cumplimiento a cada uno de mis preceptos. No deis a vuestro Padre amargura, no me hagáis padecer. Mirad que mi sacrificio es constante; por vuestra duda e incomprensión, me lleváis a cada instante a la cruz.
A vosotros, varones, os he concedido una heredad, una hacienda, una mujer de quien sois administradores, para que la améis y cultivéis. Y sin embargo, ha llegado a mí vuestra compañera presentándome quejas y llanto por vuestra incomprensión. Os he dicho que sois fuertes, que habéis sido formados a mi imagen y semejanza, mas no os he mandado humillar a la mujer y hacer de ella vuestra esclava. Os he hecho fuertes para que me representéis en vuestro hogar, fuertes en la virtud, en el talento, y os he dado como complemento en vuestra vida terrestre, como compañera a la mujer, para que en el amor de ambos, encontréis fortaleza para afrontar las pruebas y vicisitudes.
Ahora os estoy llamando a mi Reino para poneros a salvo, mas debéis trabajar y hacer méritos para escalar por la senda de la luz que os he trazado. Os espero ansiosamente, venid y seréis recibidos como hijos obedientes y habrá fiesta en los cielos.
¿Por qué sentís cansancio en vuestro espíritu, si os doy fortaleza a cada instante? No os alejéis de Mí, aun cuando hubiese fatiga o frialdad que la humanidad hubiese dejado en vosotros. Yo soy la resurrección y la vida, si confiáis en Mí, recobraréis la fuerza y la alegría. Cuando necesitéis un báculo, apoyaos en Elías, vuestro Pastor y él os sostendrá. Cuando necesitéis de consuelo y de ternura, recurrid a María, vuestra Madre celestial, y sentid su caricia y su bálsamo. Comprended su amor, ella siente vuestro dolor y os acompaña en vuestras penas. ¡Cuán grande es su sufrimiento cuando torcéis el camino y marcháis como ciegos, después de haber contemplado esta luz!
El dolor ha llegado a inundar el corazón de la humanidad. Hoy se cumple aquella profecía que dice: "Los padres desconocerán a sus hijos y éstos a sus padres. Se desconocerán entre hermanos y se aborrecerán". También contempláis cómo los hogares son campos de discordia y de guerra. Mas Yo vengo a deteneros en ese camino y a deciros que arrojéis esas armas de destrucción y que no os deis muerte los unos a los otros, que huyáis del caos, vengáis conmigo y me sigáis en la obra de restauración.
Yo os pregunto: ¿No habéis recibido consuelo y fortaleza en mi palabra? ¿No os habéis conmovido ante mi presencia? Sí, discípulos, si la carne no lo confiesa, el espíritu me reconoce, me da gracias y descubre la esencia de mi amor en el fondo de esta palabra. ¿No os prometí en el Segundo Tiempo, que volvería como Espíritu de Verdad? Mirad cómo he cumplido todo lo que os he ofrecido.
Estudiad, discípulos, para que enseñéis a los que vendrán después de vosotros. Os buscarán filósofos y científicos y Yo les hablaré por vuestro conducto, y así les demostraré una vez más que me he servido de los pobres y de los sencillos. Levantaos, labriegos, y sembrad las tierras que os he preparado, porque muy pronto vendré como administrador y juez, a pediros la cosecha de la semilla que os he entregado.
Os revisto de mi gracia, para que seáis Maestros humildes de vuestros hermanos y sanéis a los enfermos. Recibid a los que vengan en busca de luz y sed claridad para todos. Aconsejad y convertid a los pecadores, mas no hagáis alarde de que sois mis discípulos. Cuando sintáis el dolor de vuestros hermanos y sepáis consolarlos, cuando améis en verdad y hagáis la caridad sin publicarla, entonces podréis llamaros mis discípulos.
¡Mi paz sea con vosotros!

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