He aquí nuevamente al Maestro que viene a
entregaros su enseñanza a través de vuestra conciencia.
Mi amor se hace palabra de luz entre los
hombres, en este tiempo en que el mundo necesita la libertad del espíritu para
recibir mis lecciones, que le muestran el camino de salvación. Mas no vengo en
este tiempo como hombre, vengo en espíritu sobre cada uno de vosotros, haciendo
un llamado a toda la humanidad para que conozca la grandeza de las enseñanzas
espirituales del Tercer Tiempo. Es mi voluntad iluminar al espíritu de los
hombres de esta era a través de la virtud de mis discípulos. La moral ha huido
del corazón de los hombres; pocos son los que se conservan dentro de mi Ley y
pocos también los que saben comunicarse con su Creador, por la perversidad e
ignorancia espiritual que existe entre la humanidad.
Nadie me espere ni me busque en forma de hombre
como vine en el Segundo Tiempo; ni me busquéis a través de las figuras hechas
por manos humanas.
No será el testimonio del Tercer Tiempo el único
que os hable de mi amor por la humanidad, serán los hechos y palabras de los
Tres Tiempos en los que el Padre se ha manifestado al hombre.
He llamado iniciados a los que van principiando
a penetrar en el conocimiento de mis enseñanzas. He venido a revelarles el por
qué de muchos acontecimientos para que forjen su pensamiento en la razón y en
la verdad.
Vengo nuevamente a enseñar a los hombres, no a
aprender de ellos. En el Segundo Tiempo me vieron conversar en el templo de la
sabiduría con príncipes y doctores a quienes sorprendí con palabras que un
hombre no puede decir ni comprender. Eso aconteció en la niñez de Jesús.
Cuando llegó el instante de la predicación, me
dirigí al Jordán en busca del Bautista, quien al mirarme al instante me
reconoció. La forma en que Juan me reconoció y la humildad con que adoró a su
Maestro, son un ejemplo de espiritualidad, de videncia y elevación.
Hoy he vuelto a vosotros y mucho he tenido que
hablaros para vencer el materialismo, la duda y la frialdad de vuestro corazón.
Aquí estoy, discípulos, enseñándoos a conocer
los dones de vuestro espíritu, a que conozcáis el éxtasis, porque en el éxtasis
escucháis la voz de la conciencia, se hace transparente lo impenetrable y se
ilumina la obscuridad.
Este estado de elevación no puede ser
privilegio tan sólo de algunos seres, es un don que está latente en todo
espíritu, pero siempre me ha sido grato servirme, desde los tiempos pasados, de
aquellos que han sabido hacer uso de esa gracia. Para que el éxtasis sea
perfecto, antes tenéis que pasar por la vigilia, como los justos de los
primeros tiempos.
Antes de empezar a predicar la buena nueva,
Jesús os enseñó en el Segundo Tiempo estas lecciones retirándose al desierto
por cuarenta días para recogerse en la soledad, meditar y confortarse en el
Altísimo.
En verdad os digo que en aquellas horas de
íntima comunión, Jesús, el hombre, contempló el símbolo del sacrificio y su
materia se estremeció. El cielo se abrió y ahí contempló el fin que le
aguardaba, vio la montaña ennegrecida y en lo alto de ella una cruz donde se
encontraba enclavado; sus oídos escucharon la mofa de un pueblo y las frases
que le dirigían: "Si sois el Hijo de Dios, bajad de la cruz y
salvaos". Apuró el cáliz de amargura porque debía mostraros todo el amor
en aquella prueba. Era su misión trazaros el camino y venceros con las armas
divinas del amor, del perdón y la humildad. Esas armas son más poderosas que
cualquier espada y tienen más fuerza que las olas embravecidas del mar. Ellas
han hecho sentir amor a quienes jamás lo habían sentido.
Pasado un tiempo, la humanidad cayó vencida por
mi enseñanza de verdad, de amor y de consuelo.
No vengo a pedir que me imitéis en todo el
camino de sacrificio y de sangre que recorrí en el Segundo Tiempo. Unos
cumpliréis una parte, otros imitaréis al Maestro en algún ejemplo, porque
Cristo sólo existe uno.
Preparaos a imitarme, porque aún no sabéis cual
sea la parte que tengáis que imitar. Mas si llegaseis a sentir como Jesús, que
las palabras de los gentiles y de los incrédulos os hieren como latigazos en la
carne desnuda, elevaos en éxtasis al Padre como os enseñó el Maestro en la
cruz, y la fuerza será de lleno sobre vuestro espíritu, quien tornará
fortalecido a su materia. Y al abrir vuestros ojos, contemplaréis como Jesús en
el desierto, que después del éxtasis, mientras el solo dorado calcinaba las rocas
y la arena, frescas gotas de rocío que traía la brisa acariciaban su frente y
mitigaban su pena.
Jesús, el justo entre los justos, en quien se
ocultó el Espíritu Divino, antes de dar a conocer el Reino del amor, se preparó
así para daros un ejemplo más de humildad y perfección; y vosotros, que sois
los discípulos en el Tercer Tiempo, habéis oído que mi Verbo os ha dicho:
"Venid a Mí y sed los buenos sembradores de mi palabra", porque el
mundo ha perdido su senda espiritual.
Os he recordado enseñanzas del Segundo Tiempo
para que las unáis a mis nuevas lecciones y con ellas iluminéis a la humanidad,
¡Oh labriegos del Tercer Tiempo!
Sentid mi presencia que ilumina vuestro
espíritu y os prepara para que comprendáis mi mensaje de paz.
Olvidad vuestros sufrimientos para que recibáis
mi palabra y su esencia quede en vuestro corazón.
Os he enviado una vez más a la Tierra para que
continuéis vuestra misión, para que reconozcáis que vuestro espíritu tiene que
recorrer una escala de perfeccionamiento y que según sean vuestros méritos, así
iréis alcanzando mayor elevación. Tendréis un solo Maestro, una sola luz será
la que os guíe y os señale siempre el sendero de vuestra evolución. Todos
podéis escalar si cumplís vuestra misión. Ha mucho tiempo que disteis principio
a la jornada, y es poco lo que hasta ahora os habéis elevado; he venido a daros
estímulo al haceros vislumbrar desde este mundo en que hoy habitáis, la vida
espiritual de otros mundos.
Si llegáis a penetrar en la vida de todos los
seres, la podéis ver sembrada de muchos beneficios y pruebas de amor. En Mí
encontraréis al mejor amigo, al compañero inseparable y al divino doctor. En
este tiempo en que derramo sobre todos mis hijos mi amorosa protección,
vosotros participaréis de todos estos dones, porque fuisteis formados a mi
semejanza.
Os habéis olvidado por largo tiempo de vosotros
mismos, de los lazos que os unen a Mí, de vuestra naturaleza semejante a la mía
y por eso es que habéis descendido y extraviado el camino. El sendero
espiritual es infinito y Yo vengo a mostrároslo desde su principio. Si no
estáis dentro de él, venid y Yo os ayudaré a recorrerlo, a recuperar el tiempo
perdido.
Que el mundo no os esclavice, dedicad una parte
de vuestro tiempo a la preparación y desenvolvimiento de vuestro espíritu.
Muchos de vuestros hermanos se encuentran en
gran desconsuelo, están cerca de vosotros y no lo habéis advertido. No sabéis
aún penetrar en los corazones, pero me place veros practicando mi enseñanza y
me es más grato contemplar a quienes derraman su espíritu amando y consolando,
que a los que sólo se dedican al estudio de mi palabra y olvidan sus deberes
para con sus hermanos.
Trabajad para que tengáis paz, luchad
intensamente en este tiempo para que dejéis un ejemplo de trabajo, de
obediencia y de fe.
Vengo a vosotros para hacerme reconocer como el
único Dios, Padre de todos los seres, a deciros que quiero hacer de cada uno de
vosotros un discípulo y heredero mío. De mi enseñanza que es semejante a un
árbol corpulento, os daré una semilla para que la cultivéis y la llevéis a
distintos lugares, para que de sus frutos se alimente la humanidad.
Toda mala interpretación que se haya hecho de
mi palabra o de mis obras, la corregiré porque quiero unificar vuestro
conocimiento para que todos me améis en igual forma. Velad por el mundo y dejad
que vuestro espíritu lleve la luz y la paz a la humanidad, y que el mundo se
ilumine con la luz diáfana que irradia de mi Espíritu. La luz es progreso, el
amor es redención y la paz es esperanza. El amor es del corazón, la paz es del
espíritu y ambos son un reflejo de la eternidad.
Contemplo que ante la palabra dulce de Jesús,
algunos de mis hijos se sienten hastiados. Es porque sus sentidos no están en
mi palabra, están con el pensamiento ocupado en las preocupaciones materiales,
y por eso, al terminar de escucharme llevan el corazón vacío; pero el Maestro
insiste en acercarse a sus hijos para hacer latir su corazón con su enseñanza
divina.
¡Humanidad que despertáis vuestras facultades
para conocer la ciencia humana y las adormecéis al estudiar la esencia divina!
¡Vais fatigados, por los caminos sembrados de espinas, buscando la meta de
vuestro humano saber! Más Yo, de entre los perdidos entresacaré a mis siervos y
haré vibrar su corazón de amor hacia sus hermanos.
Si los hombres no se preocupan por su adelanto
espiritual, Yo velo por todos los espíritus. Si ellos no escuchan la voz de su
conciencia, que es mi propia voz, no llegarán a tener comunicación con mi
Divinidad.
Esta humanidad, por su materialismo, aún es
idólatra. Aarón, Aarón, vos forjasteis el ídolo delante de Israel, mas en
verdad, los falsos dioses caerán abatidos. ¿Dónde está el templo de Salomón?
¿Dónde el Tabernáculo? Si los símbolos que fueron lícitos les hice desaparecer
¿Cómo no he de combatir hasta exterminar los cultos fanáticos? Salomón edificó
un templo material para adorarme, y de él no quedó ni piedra sobre piedra.
Los ministros de estos tiempos se atavían
regiamente para oficiar simbólicamente en el sacrificio de Jesús, y a pesar de
que toman mi nombre y mi representación, descubro su mente turbada, su corazón
azotado por los vendavales de intrigas y pasiones; no existe uno que como
profeta anuncie que me encuentro entre los hombres de este tiempo. Gran
amargura tendrán, porque entre ellos no existe preparación espiritual. ¿Dónde
está el cumplimiento de los que han jurado ante Jesús, seguir su huella? ¿En
dónde están los imitadores de mis apóstoles? ¿Hay alguno que se asemeje a Juan,
que fue de los primeros, o a Pablo, que fue de los segundos?
Por esto el Maestro se acerca nuevamente a
vosotros para reanudar su lección. Ya veo a los nuevos fariseos y escribas
lanzarse llenos de odio en contra mía, entonces será cuando pregunte: ¿Dónde
están mis discípulos? Y cuando los soberbios, los falsos, los enriquecidos que
temen perder su poder, los amenazados por mi verdad me escarnezcan y persigan
nuevamente, soplarán aires huracanados, mas no seré Yo el que caiga bajo el
peso de la cruz, sino aquellos que pidieron el sacrificio para el que les dio
la vida.
No es la voz humana la que escucháis en estos
instantes, es la voz celestial que os anuncia los sucesos que han de ser, para
que vosotros que oísteis mis profecías, os encontréis preparados y no os
turbéis cuando miréis que hasta las mismas fuerzas de la Naturaleza sienten
desequilibrio, porque Yo soy la fuerza universal y la justicia, y en justicia
me manifestaré.
He venido a apartar los vicios del mundo para
que los hombres, librándose de costumbres e ideas pecaminosas, se inspiren y
hablen del espíritu, entonces me verán simbolizado en la dulce silueta de
Jesús, indicándoles el camino que conduce a la verdadera meta del espíritu, en
donde Yo les espero.
Sois guardianes del Tercer Testamento. Guardad
con sumo celo ese legado a las generaciones futuras. Pero mostrad mis Obras con
la perfección que ella tiene, porque si llegaseis a Mí sin haber cumplido
vuestra misión, tendréis que reencarnar nuevamente y entonces será más dura
vuestra lucha.
Imitáis a Moisés en este tiempo, en este
desierto de la vida humana. En verdad os digo: Sed una vez más en la montaña,
porque allí resonará mi voz: Comprendedme. La montaña de este tiempo es vuestra
elevación, donde recibiréis mi mandato, y escucharéis mi voz en vuestra
conciencia. Desde ahí alcanzaréis a mirar la Tierra Prometida que se encuentra
en la perfección del espíritu.
La Ley divina nunca pasa, las leyes humanas sí
cambian según sea la evolución espiritual de los hombres.
"Amarás a Dios de todo corazón y de todo
espíritu", es el primer precepto de la Ley divina, el cual no ha cambiado
ni cambiará; su esencia, su sentido, su doctrina, son eternos. Más también
oísteis que os fue dicho: amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo; pero
ese no fue un precepto de la Ley divina, sino una de tantas leyes humanas que
así convenía en aquel tiempo.
Llegué entre vosotros a través de Jesús y os
dije: "Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced
bien a los que os aborrecen y orad por los que os ultrajan y os persiguen, para
que seáis reconocidos como hijos de vuestro Padre que está en los cielos".
Esta es ley espiritual, por lo tanto eterna, ella no sufrirá cambio alguno.
Sólo lo humano es lo que cambia, evoluciona y se transforma.
¿Qué podréis hacer para saber cuáles son las
señales, revelaciones, profecías y leyes cuya aplicación ya pasó, y cuáles son
las que aún están vigentes? ¿Cuáles revelaciones son eternas y cuáles profecías
no han tenido cumplimiento? En verdad os digo, que solamente la oración limpia
y la vida fecunda os pueden dar la suficiente espiritualidad para encontrar la
esencia divina que en los tres tiempos os he entregado.
Cuando los escribas y los fariseos observaron
los actos de Jesús y los encontraron que diferían de los suyos, dijeron que la
Doctrina que predicaba, iba en contra de la Ley de Moisés. Es que ellos estaban
confundiendo la Ley con las tradiciones, mas Yo les probé que no había venido a
transgredir la Ley que el Padre había revelado a Moisés, sino a darle
cumplimiento con palabras y obras.
Ciertamente Yo pasé por sobre muchas de las
tradiciones de aquel pueblo, porque ya había llegado el momento de que desaparecieran,
para dar principio a un nuevo tiempo, con enseñanzas más elevadas.
Si en las primeras revelaciones os hubiera
dicho todo, no habría habido necesidad de que el Maestro, el Mesías, os hubiera
tenido que enseñar nuevas lecciones, ni de que hubiera venido el Espíritu Santo
en este tiempo a mostraros las grandezas de la vida espiritual. Por lo cual os
digo, que no os aferréis a lo que os fue revelado en los primeros tiempos, como
si ello hubiera sido la última palabra de mi Doctrina. Yo vine de nuevo entre
los hombres y por largo tiempo me he comunicado por medio de su entendimiento y
aún puedo deciros que mi última palabra no está dicha.
Buscad siempre en mi libro de sabiduría, la
última palabra, la nueva página que os revele el significado, el contenido de
lo anterior, para que verdaderamente seáis mis discípulos.
Hoy vivís alejados de los que sufren más que
vosotros, pero cuando la espiritualidad sea la que ilumine vuestra vida,
entonces buscaréis vivir cerca de aquéllos de quienes hoy os alejáis, porque
les creéis perdidos, o porque os inspiran repugnancia.
Os convertiréis en portadores de la palabra de
luz, de redención y esperanza y os acercaréis a aquellos que han sido olvidados
por sus semejantes.
A nadie hablaréis con severidad, porque no es
así como se redime. Aprenderéis que al pecador no se le injuria para castigar
su falta.
Yo os digo que si a las fieras se les habla con
amor, ellas humillan su cabeza.
Si aquel a quien habláis, tuviese algunos
méritos, decídselo; si en él encontraseis alguna virtud entre muchos defectos,
no le habléis de los defectos sino de la virtud para estimularlo e impulsarlo
hacia el bien.
Que sea el amor el que os guíe, a fin de que
lleguéis a convertiros en verdaderos mensajeros del Divino Consolador. Porque
vosotros, los que no habéis rodado a un abismo, siempre estáis culpando, estáis
juzgando con ligereza, condenáis sin la menor piedad a vuestros semejantes y
esa no es mi Doctrina.
Si antes de juzgar, hicieseis un estudio de
vosotros mismos y de vuestros defectos, os aseguro que vuestro juicio sería más
piadoso. Consideráis malos a los que están en las cárceles y tenéis por
desdichados a quienes se encuentran en los hospitales. Os apartáis de ellos,
sin daros cuenta de que son dignos de entrar en el Reino de mi amor; no queréis
pensar que también ellos tienen derecho a recibir los rayos del sol, que fue
hecho para dar vida y calor a todas las criaturas, sin excepción alguna.
Estos seres recluidos en lugares de expiación,
muchos son espejos en los que la humanidad no se quiere mirar, porque sabe que
la imagen que aquel espejo les devuelve, será en muchas ocasiones el de la
acusación.
Mas Yo os digo: Benditos sean aquellos de mis
labriegos que sepan sentir en su corazón la pena de los que viven privados de
la libertad o de la salud, y les visiten y les conforten, porque un día
volverán a encontrarse, sea en ésta o en otra vida, y entonces no sabéis si
ellos tengan más salud, mayor libertad y luz que aquellos que les llevaron el
mensaje de amor a un presidio o a un hospital, y entonces les correspondan con
su gratitud, tendiendo la mano a quien en otro tiempo supo tendérsela.
Aquel instante en que hicisteis llegar mi
palabra a su corazón aquel momento en que pasasteis vuestra mano sobre su
frente y los hicisteis pensar en Mi y sentirme, jamás se borrará de su
espíritu, como no se borrará de su mente ni vuestra faz, ni vuestra voz de
hermano, por lo que os reconocerán doquiera que os encontrasen.
Aquí, escuchando mi palabra, os olvidáis unos
instantes de las penas que afligen a todos los hombres, y apartáis de vuestra
mente las ideas de destrucción, de guerra y de muerte que amenazan a la
humanidad.
¿Teméis al dolor? Desechad el pecado, y el
dolor nada podrá contra vosotros. Sentiréis otro dolor, pero ya no será el
dolor egoísta; no será el vuestro, sino que comenzaréis a padecer por amor a
los demás.
El espíritu, cuando se eleva, siente por sus
semejantes y mientras más se acerca a Mí, y más me ama, mayor es su amor hacia
sus hermanos.
Estoy enseñándoos a caminar por el sendero que
os libre de las angustias y sufrimientos que provocan los odios y las
ambiciones humanas, enseñanzas que por instantes juzgáis impracticables, pero
pronto la abrazaréis con fe; convencidos de que es el único camino de
salvación.
Todavía no habéis comprendido el sentido de mi
palabra, ni os dais cuenta de vuestra misión. Es por eso que hay quien
sintiendo deleite espiritual al escucharme, prefiere alejarse por temor a
contraer compromisos con su Maestro y con sus hermanos. Y hay otros que me
dicen: "Señor, no es posible que podamos dar cumplimiento a tus enseñanzas
y a tus órdenes, porque somos pequeños y estamos materializados; pero no nos
privéis de escuchar tu palabra. ¡Es tan bella! que a pesar de ser
impracticable, llena de gozo y de paz nuestros corazones".
¡Ah párvulos que no sabéis lo que decís!
Llamáis impracticable mi enseñanza, juzgándola de imposible realización, y no
toméis en cuenta que la estáis escuchando a través de un ser humano impuro,
pecador como todos vosotros, a quien no le fue imposible transmitir a los
hombres el mensaje de Dios.
¿Qué mayor imposible que éste?
Amad a vuestro Padre, tened caridad de vuestros
semejantes, apartaos de todo lo que sea nocivo a vuestra vida humana o a
vuestro espíritu. Esto os enseña mi Doctrina. ¿En dónde miráis las dificultades
y los imposibles?
No, pueblo amado, no es imposible dar
cumplimiento a mi palabra, no es ella la difícil, sino vuestra enmienda,
regeneración y espiritualidad, porque carecéis de sentimientos nobles y
aspiraciones elevadas. Mas, como Yo sé que todas vuestras dudas, ignorancias e
indecisiones, tendrán que desaparecer, os seguiré enseñando, porque para Mí no
hay imposibles. Yo puedo convertir las piedras en pan de vida eterna y puedo
hacer brotar agua cristalina de las rocas.
Penetrad al fondo de mi palabra y ya no tendréis
que andar buscando la verdad. En la esencia de este mensaje encontraréis el
caudal de luz que necesita poseer vuestro espíritu.
Analizad mi palabra para que podáis alimentaros
con su esencia; para que podáis encontrar mi presencia y sentir mi caricia
divina. Al analizar, procurad ir más allá de la forma de la palabra, y procurad
interpretar todo lo que halléis de simbólico o alegórico, buscando la
simplificación y la espiritualidad en vuestros análisis, observaciones y
estudios; pensando siempre que mañana tendréis que participar de este mensaje a
vuestros hermanos, a quienes se lo daréis ya analizado, para que más pronto lo
comprendan.
Apartad con tiempo todo símbolo y toda imagen
material, pero conservad el sentido de ellos.
Comprended el escaso valor que tienen las
formas, si las comparáis con la esencia eterna de lo espiritual. También
procurad penetrar poco a poco en esta sabiduría, para que no os parezca
imposible la práctica de mis lecciones.
Reuníos, discípulos amados, que el tiempo de
vuestra lucha ha llegado y será corto para cada uno de vosotros, si tenéis en
cuenta lo breve de vuestra vida en la Tierra.
Daos prisa, tenéis mucho que hacer. No penséis
que os falte algo para poder ser discípulos míos en esta Obra.
En el Segundo Tiempo Yo escogí también a mis
apóstoles; no eran sabios, no eran luminosos en sabiduría humana; eran
sencillos pescadores del mar, Yo les convertí en sembradores y en pescadores
del espíritu.
A vosotros también quiero convertiros en
pescadores espirituales, para que llevéis mi mensaje de amor a todos los
corazones perdidos en el anchuroso mar de pasiones y materialismo en que vive
la humanidad, y de allí, de ese mar, entresaquéis y salvéis a todo aquel que en
mi nombre sea llamado por vosotros.
Entonces mi mensaje de esperanza llegará al
corazón del fratricida, del asesino, del soberbio, del profano, del insensible
al dolor y a la miseria de los demás, y en todos será cumplida mi palabra.
Por ahora, y mientras os preparáis, orad por
las naciones y los pueblos, orad por todos, porque la humanidad está pisando
sobre cardos y espinos, los mismos que antes puso para que otros pisaran. Son
los hombres los que han preparado su abismo y luego tendrán que clamar
misericordia, que jamás sintieron ellos por un semejante.
Mas es preciso salvar, perdonar y redimir,
porque en cada hombre habita un espíritu que habrá de llegar a Mí.
Sois las primicias de un pueblo que será el faro
espiritual de la humanidad. Un nuevo Israel que, una vez liberado de su
cautiverio, se levantará en pos del ideal más elevado que existe en el
espíritu, y que es el de llegar a habitar en el seno de Dios, vuestro Señor.
Aún estáis distantes de poder alumbrar con
vuestro ejemplo el camino de vuestros hermanos; pero mi voz; resonando en
vuestra conciencia os anima a proseguir, a no desmayar, a perseverar en la
lucha, porque sólo así escribirá este pueblo su historia en el corazón de la
humanidad.
Las pruebas que a diario veis presentarse en
vuestra vida, son el yunque donde se está templando vuestro espíritu, donde se
acrisolará vuestra virtud y se fortalecerá vuestra fe.
Sin pruebas, no habrá méritos, sin méritos, no
podrá haber galardón.
Meditad en las pruebas que atravesó Israel en
el Primer Tiempo, considerad sus amarguras, sus tribulaciones y necesidades y
entonces comprenderéis por qué le fue concedido llegar a la Tierra Prometida,
donde por muchos siglos aquel pueblo supo de la paz, de la sana alegría y de la
comunión con su Señor.
No fue eterna la dicha de aquel pueblo en la
tierra que le fue otorgada como galardón a su fe y a su perseverancia, porque
nada es eterno en el mundo; pero os digo a vosotros, en verdad, que la nueva
Tierra prometida, aquella que es el ideal de elevación de vuestro espíritu, esa
sí será eterna, esa sí os dará albergue por siempre y os hará sentir y conocer
la vida espiritual en toda su plenitud y elevación.
Yo bendigo cada una de estas casas donde os
reunís a orar y a recibir el pan de mi palabra, igual que bendigo a vuestros
hogares; en verdad os digo que no es más cualquiera de estos recintos que uno
de vuestros hogares.
Si aquí penetráis en recogimiento y en respeto
porque sabéis que el lugar está destinado a uniros en oración para formar el
templo espiritual, también os digo que vuestro hogar es un segundo templo;
porque si el espíritu forma su santuario en la oración, en la palabra divina,
en la meditación y en la práctica de la Ley, el hombre encuentra un segundo
culto en el hogar, donde recibe cariño, calor, ejemplos, enseñanzas y consejos.
Mas no confundáis el hogar con la casa material; ésta podrá desaparecer y
quedar vosotros a la intemperie, y sin embargo vuestro hogar no habrá sido
destruido mientras exista entre vosotros amor, respeto, obediencia y todas
aquellas virtudes que debe atesorar la familia humana.
Tampoco estos recintos pueden constituir el
verdadero templo, ya que si lo lleváis en vuestro espíritu, lo mismo lo podréis
encontrar aquí que en vuestra casa, en la ciudad que en el campo, bajo un
árbol, en la montaña, en la ribera del mar o en el desierto.
El templo del espíritu está en todas partes por
lo que sólo precisará de vuestra preparación para que lo encontréis.
Por ahora seguid congregándoos en estos
recintos; mientras tengáis necesidad de ello, hacedlo, que mi amor, mi caridad
y mis complacencias serán derramadas en vuestras reuniones, donde permitiré que
mi presencia sea sentida; donde haré que los espíritus renazcan a la luz y los
enfermos palpen el prodigio de su curación escuchando mi palabra.
Mi Arcano está presto siempre a derramar en
vosotros aquello que pedís, aquello que necesitáis, sin embargo, no todo debe
hacerlo vuestro Padre, estáis viviendo un tiempo en el que el amor del Maestro
debe encontrar eco en el corazón de los discípulos, para que el milagro se
realice.
Sed incansables repasando mi palabra; ella,
como un cincel invisible, se encargará de pulir las asperezas de vuestro
carácter hasta dejaros preparados para tratar los problemas más delicados de
vuestros hermanos. En ellos encontraréis penas, expiaciones y restituciones,
cuyas causas pueden ser muy diversas. Algunas no tendrán un origen muy difícil
de comprender, en cambio, habrá otras que solamente con la intuición, con la
revelación y con la videncia podréis descubrir, para librar de un pesado fardo
a vuestros hermanos. Estos dones sólo harán esos prodigios cuando el que los
ponga en práctica se haya inspirado en la caridad hacia sus semejantes.
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