sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 11

Humanidad: Buscad vuestra gloria en el amor de vuestro Padre Celestial, porque de cierto os digo, que la unión con Dios os hará sentir la gloria en vuestro espíritu.
Cuando el hombre penetre en la senda espiritual, habrá encontrado al fin el camino de la gloria. ¡Maravillaos, discípulos, de saber que en vuestro espíritu podréis llevar y sentir la gloria!
Vengo una vez más a daros la lección por medio de la Doctrina del amor, porque a pesar de encontraros aprendiendo las enseñanzas de la vida, que es escuela para vosotros, no habéis analizado todo cuanto ella os va revelando a vuestro paso.
¡Oh mis hijos muy amados, que lloráis como ovejas perdidas, llamando con voz angustiada a vuestro Pastor! Cuando cerráis vuestro ojos a la realidad que os rodea, llegáis a pensar que yo soy la causa de todas vuestras desdichas en la Tierra; otros creéis que vuestras vicisitudes me son indiferentes.
¡Cuán ingratos sois pensando así de vuestro Padre y cuán injustos para valorizar mi justicia perfecta!
¿Pensáis que no os escucho cuando decís que sólo os alimentáis de amargura, que el mundo que habitáis es un mundo sin dicha y que la existencia que lleváis no tiene razón de ser?
Sólo me sentís cuando creéis que os castigo, que os niego toda misericordia y olvidáis la ternura y la bondad de vuestro Padre; os quejáis de vuestra vida en lugar de bendecir sus beneficios.
Es que cerráis vuestros ojos a la verdad y sólo contempláis amargura y lágrimas a vuestro alrededor, llegando a desesperaos porque pensáis que todo ello quedará sin recompensa.
¡Qué distinta sería vuestra vida si en vez de inconformidad, de esa incomprensión, vuestro primer pensamiento en cada día fuera para bendecir a vuestro Padre y vuestras primeras palabras, para agradecer tantos beneficios que os brinda su amor! Pero ya no sabéis sentir esas virtudes, porque la carne ha perturbado a vuestro espíritu y habéis olvidado mi enseñanza; por eso vengo a hablaros de esos sentimientos que habéis alejado de vuestro corazón.
El destino tiene la piedad que Dios ha puesto en él, el destino de los hombres está lleno de la bondad divina.
Vosotros no encontráis muchas veces esa bondad porque no la sabéis buscar.
Si dentro del destino marcado por Mí a cada espíritu, vosotros trazáis un camino duro y amargo, Yo trato de endulzarlo, más nunca de aumentar su amargura.
En el mundo los hombres se necesitan los unos a los otros, ninguno está de más y ninguno está de menos. Todas las vidas son necesarias las unas a las otras para el complemento y la armonía de su existencia.
Los pobres necesitan de los ricos y éstos de aquellos. Los malos necesitan de los buenos y éstos de los primeros. Los ignorantes necesitan de los sabios y los que saben, de los que ignoran. Los pequeños necesitan de los mayores y éstos a su vez necesitan de los niños.
En este mundo, cada uno de vosotros está colocado por la sabiduría de Dios en su sitio y cerca de quien debe estar. A cada hombre le es asignado el círculo donde debe habitar, en el cual hay espíritus encarnados y desencarnados con los que debe convivir.
Así, cada quien en su camino, todos vais encontrando a los que os han de enseñar el amor que os eleva, otros, recibiréis el dolor que os purifica. Unos os harán sufrir porque así lo necesitáis, mientras otros os darán su amor para compensar vuestras amarguras, pero todos tienen un mensaje para vosotros, una enseñanza que debéis comprender y aprovechar.
Vuelvo a deciros que a pesar de encontraros ante mi Enseñanza, no habéis reconocido el mensaje que cada ser os brinda.
Buscad en cada uno de vuestros hermanos la parte buena que os presenta, para que aprendáis de él, así como la parte mala para que le ayudéis a elevarse y de esa manera iréis por el camino, ayudándoos los unos a los otros.
Detened vuestro paso y meditad, porque habéis dejado pasar a muchos que pudieron haceros bien. No dejéis pasar esas oportunidades, porque son lecciones que vais desaprovechando.
Cada ser humano es una lección, una esperanza de amor o desamor que al fin os da su verdad dulce o amarga; y así iréis de lección en lección, a veces aprendiendo y a veces enseñando, porque también debéis entregar a vuestros hermanos el mensaje que hayáis traído a la Tierra.
En verdad os digo que si esta humanidad entendiese estas enseñanzas, no lloraría tanto en la Tierra.
No olvidéis que todo espíritu encarnado o desencarnado que cruce en vuestra vida en alguna forma, viene a ayudaros en vuestro destino.
¡Cuántos espíritus de luz os he enviado al mundo y no os habéis detenido para bendecir mi amor por vosotros!
¡Muchos espíritus que os he enviado, les habéis desperdiciado sin daros cuenta de que ellos formaban parte de vuestro destino, pero que al no saber recibirlos, os quedasteis con las manos vacías y tuvisteis después que llorar!
Vuestro destino, humanidad, es armonizar con todo lo creado. Esa armonía de que os hablo, es la más grande de todas las leyes, porque en ella encontráis la comunicación perfecta con Dios y con sus obras.
Estudiad a los espíritus que os rodean y a los que cruzan por vuestras vidas, a fin de que estiméis sus virtudes, recibáis el mensaje que os traigan o les entreguéis lo que de vosotros deben recibir.
¿Por qué habéis despreciado a vuestros semejantes que el destino ha puesto en vuestro camino? Les habéis cerrado la puerta de vuestro corazón sin saber la enseñanza que os traían.
Cuántas veces habéis alejado de vosotros precisamente a quien traía un mensaje de paz y de consuelo a vuestro espíritu, y luego os quejáis cuando vosotros sois los que habéis llenado vuestro cáliz de amargura.
La vida tiene cambios inesperados y sorpresas, y ¿Qué haréis vosotros si mañana tenéis que buscar ansiosamente a quien hoy orgullosamente desechasteis?
Pensad que es posible que a quien hoy desecháis y despreciáis, mañana le busquéis con ansia, pero que muchas veces ya será tarde.
Si sois hijos, entended y estimad la bondad de vuestros padres. Si sois padres, saber comprender a vuestros hijos. Si sois esposos, conoceos y amaos el uno al otro, mas si aún no lo sois y esperáis a quien se una a vuestro destino, preparaos para recibirle, para comprenderle.
Dejad de crearos mayores amarguras con errores y frivolidades y ya que no habéis aprendido a leer en el Libro de la Vida, al menos leed en la nobleza espiritual de aquellos que de cerca os rodean.
Humanidad: Comprended mi palabra, aprended de Mi y mirad cómo Yo no desecho a ninguno de los que a Mi se acercan, sabiendo que todos sois mis hijos, que todos necesitáis de Mí
Aprended esta enseñanza para que sepáis ser maestros, pero antes sabed ser hermanos.
Es necesario que todos conozcáis que vuestro destino es aprender las grandes lecciones de la vida, porque sólo así llegaréis a la cumbre de vuestra perfección, sólo así llegaréis a ser grandes, de lo contrario, siempre llevaréis la inconformidad, las quejas, la incomprensión, la blasfemia y el reproche para vuestro Señor.
Dejad que mis enseñanzas sean vuestro consejero en el camino y sentiréis en vosotros una fuerza que jamás os dejará desmayar y que os llevará paso a paso a la cima de la comprensión.
Consolad a los que veáis llorar, Dios os ha llevado a ellos porque allí está vuestra misión.
Entended mi lección para que no cometáis más faltas en vuestra vida, porque cada ofensa que hagáis a vuestros hermanos, ya sea con palabras o con obras, será un recuerdo imborrable en vuestra conciencia, la cual implacablemente os reclamará.
Vuelvo a deciros que todos sois necesarios para que se cumpla el plan divino y para que termine tanta miseria espiritual entre la humanidad.
Mientras el egoísmo exista, el dolor también existirá. Cambiad vuestra indiferencia, vuestro egoísmo y vuestro desprecio, por amor, por caridad y veréis cuán pronto os llegará la paz.
Pensad detenidamente en toda mi enseñanza.
Conoceos a vosotros mismos. He contemplado la existencia de la humanidad de todos los tiempos y sé cuál ha sido la causa de todos sus dolores y desdichas.
Desde los primeros tiempos, he visto a los hombres quitarse la vida por causa de la envidia, por el materialismo, por la ambición del poder; siempre han descuidado su espíritu, creyéndose materia solamente, y cuando ha llegado la hora de dejar en la Tierra la forma humana, sólo ha quedado lo que hicieron en su vida material, sin recoger ninguna gloria para el espíritu porque no la buscaron, no pensaron en ella ni les preocuparon las virtudes del espíritu, ni el saber. Se conformaron con vivir sin buscar el camino que los conduce a Dios.
Vosotros que no amáis la vida porque la llamáis cruel, mientras no reconozcáis la importancia de la conciencia en el hombre ni os dejéis conducir por ella, nada de verdadero valor encontraréis.
Es la conciencia la que eleva al espíritu a una vida superior por sobre la materia y sus pasiones. La espiritualidad os hará sentir el gran amor de Dios, cuando logréis practicarla; entonces sí comprenderéis la importancia de la vida, contemplaréis su belleza y encontraréis su sabiduría. Entonces sabréis por qué le he llamado VIDA.
Después de conocer y comprender esta enseñanza ¿Quién osará desecharla, diciendo que no es verdad?
Cuando comprendáis que en la conciencia esta vuestro verdadero valor, viviréis en armonía con todo lo creado por vuestro Padre.
Entonces, la conciencia embellecerá la pobre vida humana, pero antes será necesario que el hombre se aleje de todas las pasiones que lo apartan de Dios, para seguir el sendero de la justicia y la sabiduría. Será cuando empiece para vosotros la verdadera vida, esta vida que hoy contempláis con indiferencia, porque no sabéis lo que despreciáis ni imagináis su perfección.
Humanidad: Habéis permanecido aletargada a través de los tiempos, porque creísteis que la felicidad y la paz verdadera pertenecían a la existencia humana, sin saber que forman parte de la vida espiritual, que es la verdadera vida.
Buscad a los que os aman y a los que os aborrecen, amad a la vida que habéis llamado cruel, sin saber que es como un libro abierto lleno de sabiduría para vosotros. Sabed conmoveros con las alegrías así como con las penas de los demás; ved en cada ser humano un maestro y sentíos vosotros mismos un símbolo viviente del bien; no del mal, porque según vuestras obras en la vida así será el símbolo que representaréis.
Los hombres han imaginado el infierno como un lugar de tortura eterna, a donde han creído que van todos los que han faltado a mis mandatos. Y así como han creado para las grandes faltas ese infierno, para las faltas menores han imaginado otro lugar, así como uno más para quienes no hayan hecho ni bien ni mal.
Los que dicen que en el Más Allá ni se goza ni se sufre, no dicen verdad; nadie está sin sufrir, ni exento de gozo. Las penas y las alegrías siempre irán mezcladas, mientras el espíritu no alcance la paz suprema.
Escuchad mis hijos: El infierno está en encarnados y desencarnados, en moradores de este mundo y del valle espiritual, el infierno es el símbolo de las grandes penas, de los terribles remordimientos, de la desesperación, del dolor y la amargura de los que han pecado grandemente y de cuyas consecuencias se librarán mediante la evolución de su espíritu hacia el amor.
La gloria, en cambio, que simboliza la felicidad y la paz verdadera, es para aquellos que se han apartado de las pasiones del mundo para vivir en comunión con Dios.
Interrogad a vuestra conciencia y sabréis si vivís en el infierno, si estáis expiando vuestras faltas, o si vibráis con la paz de la gloria.
Lo que los hombres llaman gloria o infierno, no son lugares determinados, es la esencia de vuestras obras la cual recoge vuestro espíritu cuando llega al valle espiritual. Cada quien vive su infierno, habita su mundo de expiación, o goza de la beatitud que da la elevación y la armonía con el Espíritu Divino.
Yo soy vuestro Padre y vosotros mis hijos muy amados. Venid, elevaos por sobre todo lo creado y llegad hasta Mí
Discípulos amados: Estos tiempos son de justicia para pagar vuestras deudas. Estáis recogiendo la cosecha de las siembras pasadas, el resultado o consecuencia de vuestras obras.
El hombre tiene un tiempo para hacer su obra y otro para responder de lo que hizo, este último tiempo es el que vivís. Por eso todos sufrís y lloras. Así como vosotros tenéis un tiempo para sembrar y otro para cosechar, Dios también tiene uno que os concedió para cumplir con su Ley y otro para manifestar su justicia.
Estáis viviendo en la etapa de la justicia divina. El dolor os hace llorar, la humanidad se purifica en su propio llanto, porque nadie se queda sin restituir.
Son tiempos de justicia en que debéis meditar sobre vuestro destino, para que a través de la meditación y de la espiritualidad escuchéis la voz de la conciencia, que no confunde ni engaña y si os conduce por el sendero de paz.
Lo más difícil para el espíritu, es alcanzar la espiritualidad a través de la materia; lo más difícil para el hombre, es conocerse esencialmente. No desaprovechéis vuestra vida, aprended todas sus lecciones; vuestra misión es adquirir sabiduría, enseñar a los que os rodean y perfeccionaros en espíritu.
Pueblo: Si sabéis que vuestro destino espiritual es grande, tomad el camino del amor y encended vuestra lámpara de fe en la flama divina de mi sabiduría.
Venid a Mí, humanidad, que Yo soy la esperanza. Yo soy el Consolador prometido que os he traído en este tiempo de caos, mi mensaje de paz. Por lo mucho que habéis llorado y sufrido, mi consuelo y mi amor, se derraman en vosotros como fuente de misericordia.
En verdad os digo que mucho habéis faltado a mi Ley, mas también es verdad que en mi amor os purificaréis ¿Qué haríais si en este tiempo en vez de consolaros, viniera a vosotros tan sólo como Juez?
Soy el Maestro del amor que llega para ayudaros con vuestra cruz. Soy vuestro compañero de viaje que guía vuestros pasos y os acompaña en vuestra soledad y amargura. Soy el dulce amigo que esperabais. Soy el sustento que reclama vuestro espíritu, porque mi amor es el alimento que os da la vida.
En todos los tiempos me habéis necesitado, pero más en éstos en que la humanidad está apurando el cáliz del dolor. Por eso estoy con vosotros, porque soy vuestro Salvador. Lloráis y Yo bendigo vuestro llanto, porque las lágrimas de los pecadores son el rocío bendito con el que se fecundan los corazones.
Vuestro espíritu se ha ausentado de la materia para escuchar mi palabra en el Más Allá y me ha hablado sin palabras.
El espíritu elevado sabe que la palabra humana empobrece, empequeñece la expresión del pensamiento espiritual, por eso hace enmudecer los labios de la materia para elevarse y decir con el lenguaje que sólo Dios conoce, el secreto que lleve oculto en lo más íntimo de su ser.
Sobreponeos al dolor, elevaos por encima de vuestro llanto y seguid escuchándome. Reconoced que ha llegado el Tercer Tiempo para la humanidad y sentid la responsabilidad de preparaos. Os confesáis ante Mí y eleváis vuestro espíritu, Yo escucho vuestra oración y os hago alcanzar mi gracia y mi perdón.
Me glorificáis con cánticos espirituales cuando me veis venir desde lo alto del monte a vuestra morada, y al oír mi palabra se estremece vuestro espíritu y me decís: "Señor, sabemos que estáis con nosotros".
Mas no todos han sentido mi llegada y es necesario que mis palabras y mis pruebas se repitan a cada instante, para haceros saber que una vez más he venido a los hombres. He buscado en el ser humano un hogar, un templo donde morar y todavía no lo encuentro; mas seguiré puliendo las rocas hasta transformarlas en corazones que sientan mi presencia, y con ella mi justicia y mi amor.
Si sentís que camináis en un desierto de incomprensiones, sed fuertes y seguid adelante; mas si por mi voluntad os hiciese cruzar desiertos y montañas para llevar la buena nueva a otras tierras, levantaos a cumplir, que si el agua se agota, Yo la haré brotar de las rocas para mitigar vuestra sed, y si os faltan las fuerzas para la gran jornada, Yo os vivificaré.
La Obra que os confío, es delicada. No dejéis que manos profanas roben este tesoro para decir después que ése es el fruto de su inspiración y con ello se engrandezcan y humillen a los inocentes.
Cuando lleguéis a Mi os preguntaré y reclamaré de todo lo que os he dado y muchos de vosotros me diréis: "Señor, he perdido mi heredad". Entonces os mandaré a buscarla y no volveréis a Mí hasta que la hayáis recobrado y cumplido todos mis mandatos. Si no os hablara en esta forma, dormiríais y no llegaríais a salvaros.
La esencia de mi palabra que hoy guardáis, brotará mañana de vuestros labios en palabras de sabiduría para la humanidad. Si perseveráis en este camino, encontraréis en él goces sanos y saludables que alimentarán a vuestro espíritu.
Tened fe del tamaño del grano de la mostaza y veréis realizarse grandes prodigios. Hoy os digo como en el Segundo Tiempo: Ordenad a una montaña que cambie de lugar y seréis obedecidos; mandad que la furia de los elementos cese, y lo veréis realizado, decid en mi nombre a un enfermo que sane y él se verá libre de la enfermedad. Mas cuando sea concedido un prodigio, no seáis indiferentes, percibid en vuestro espíritu las obras divinas y sabed valorizarlas.
Muchas calamidades vendrán sobre la humanidad; en la Naturaleza habrá trastornos, los elementos se desatarán. El fuego devastará comarcas, las aguas de los ríos saldrán de su cauce, los mares tendrán cambios; habrá comarcas que quedarán sepultadas bajo las aguas y nuevas tierras aparecerán. Muchas criaturas perderán la vida y hasta los seres inferiores al hombre perecerán. Todo será trastorno y confusión y si vosotros no os preparáis desde ahora, seréis débiles en las pruebas y no sabréis dar fuerza a los demás y así no podréis dejar un buen ejemplo a las generaciones venideras, quienes deberán de comunicarse de espíritu a Espíritu. Si no preparáis su camino, ellas me buscarán por la senda de la ciencia y no por el camino de la espiritualidad y está no es mi voluntad.
Después del año de 1950, veréis el principio de esas grandes pruebas. Velad y orad; reconocedme, pueblo; practicad mi palabra que encierra toda virtud y poneos a salvo. De cierto os digo: el que oiga mi palabra y la practique, será salvo y penetrará en la vida eterna. Aquel templo que anuncié a mis discípulos, que levantaría en tres días, es éste que ahora estoy construyendo en vuestro espíritu. Este templo es indestructible; los cimientos se los confié a vuestros padres y la terminación de él la verán vuestros hijos.
Nadie debe profanar este templo, ni permitir que en él penetren la idolatría, la codicia, el egoísmo ni la hipocresía; porque las tinieblas y los remordimientos serán el único galardón que por ello alcancen; mas si sois celosos de este santuario interior que lleváis en vuestro espíritu y que es la casa donde quiere habitar vuestro Padre, veréis entonces llegar de lejanas y de cercanas comarcas, caravanas de hombres, de mujeres y de niños que vendrán a llamar a las puertas de esa morada en demanda de caridad espiritual.
Muchos llegarán como lobos tratando de sorprenderos; pero ante la limpidez y la verdad de vuestro culto y también de vuestras obras, se convertirán en mansas ovejas.
Penetrad en meditación y dejadme interrogaros en el silencio de vuestra alcoba; esas preguntas serán las mismas que los hombres vendrán a haceros y quiero que desde ahora os preparéis para que les deis la debida respuesta.
Al mismo tiempo que he venido a daros mi enseñanza y mis mandatos, he venido a llenaros de fortaleza para que luchéis sin llegar a decaer. No es posible, hijos amados, que lleguéis a lo alto del monte cargando vuestra cruz, sin antes recorrer la calle de la amargura.
¿Cuándo surgirá en la Tierra el hombre que venga a cumplir todas mis enseñanzas, tal como lo ordena mi Ley; el hombre de espíritu grande y luminoso, de elevados sentimientos, de clara inteligencia?
Si creéis que la palabra hombre significa criatura endeble, pequeña y sujeta a dejarse arrastrar eternamente por la maldad, estáis en un grande error. La humanidad ha tenido su crisol material y espiritual para que el fruto de su lucha, de su experiencia y evolución, sea el de llegar a ser el hombre verdadero. ¿Pensáis que vuestra simiente es incapaz de llegar a producir tal fruto? Israel: No dudéis de mi palabra. Recordad que prometí a Abraham y a Jacob que su simiente sería la bendición y el consuelo para todos los pueblos de la Tierra.
¡Mi paz sea con vosotros!

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