Cuando vengo a vosotros como juez, volvéis a escuchar aquella voz de Jehová
que hacía estremecer vuestro cuerpo y espíritu en el Primer Tiempo. Entonces,
los hombres tapaban sus oídos pretendiendo no escuchar la voz omnipotente de su
Padre; hoy digo a este pueblo: no tapéis vuestros oídos, no me cerréis vuestro
corazón, mirad cómo mi gracia infinita se extiende en todo el universo. No
temáis, sólo quiero la ofrenda de vuestro amor.
El que ha faltado, me ha ofendido ¿ Acaso vosotros habéis faltado? Si así es,
reconoced que también he descendido como Padre y como Maestro, para perdonaras
y enseñaros nuevamente el camino de salvación.
Mi juicio es de amor, no de venganza. Si vengo a tocar a los hombres con mi justicia,
es porque quiero salvarlos; si a los reyes les vengo a quitar su cetro, es
porque los quiero humildes; si vengo a reclamar a los que conducen a la
humanidad, es porque he visto que no es el amor, la paz ni la justicia lo que
han sembrado en el corazón de sus pueblos. Sólo veo que los campos han sido
sembrados de muerte, de desolación, de intranquilidad y de miseria.
Los muertos desde su silencio, claman justicia, y los que tienen hambre del
cuerpo y del espíritu, están llenos de odio en su corazón, para desbordarlo
llegado el instante.
Humanidad: busco vuestra reconciliación. No vivís en mi Ley; está rota vuestra
armonía con vuestro Dios y con todo lo creado. No os amáis entre hermanos, y
ese es el secreto de la felicidad que os reveló Jesús. Y si habéis perdido la
armonía entre los unos y los otros ¿Creéis poder conservarla con los elementos
de la Creación?
La mano del hombre ha desatado la justicia sobre sí; en su cerebro se agita un
torbellino, en su corazón ruge una tempestad y todo ésto se manifiesta también
en la Naturaleza, sus elementos se desencadenan, las estaciones se hacen
inclementes, aparecen y se multiplican las plagas.
Es que vuestros pecados crecen produciendo enfermedades y la ciencia insensata
y temeraria no reconoce el orden de lo dispuesto por el Creador.
Si sólo os lo dijera no lo creerías, es menester que palpéis el resultado de
vuestras obras para que os desengañéis; precisamente os encontráis ahora en ese
momento de vuestra vida, en el cual vais a ver el resultado de todo lo que
habéis venido sembrando.
Vosotros, que habéis escuchado esta palabra, me preguntáis en vuestro corazón
por qué no detengo este desastre que los hombres con su ciencia han venido
preparando, a lo cual Yo os contesto: es menester que el hombre apure el cáliz
que ha llenado; ha mucho tiempo que las naciones con su diferencias de razas y
sus ambiciones, han venido preparando la lucha para destruirse, sólo mi caridad
es la que le ha detenido, mas esa prueba de misericordia divina no la ha querido
ver ni comprender la humanidad.
Un instante tan sólo voy a dejarle y ese instante de justicia bastará para que
recuerde el amor de su Creador, porque nadie puede existir sin mi Ley o sin mi
Paz.
Pueblo voz que habéis tenido mi presencia de juez, decís si mi justicia se
parece a la vuestra, preguntaos si soy digno de ser temido o de ser amado.
Contemplad como se ha extendido la semilla bendita de esta Doctrina, en
cumplimiento de mi palabra. De las grandes ciudades ha bajado a las humildes
comarcas recorriendo caminos y salvando distancias. No morirá, podrá dejar de
existir en un corazón que muera a la fe, mas para entonces, ya estará sembrada
en otros corazones. Mi palabra saldrá de esta tierra para ir a otras comarcas
buscando corazones donde germinar, nadie podrá impedir que esta Doctrina se
extienda.
Todavía ahora está mezclado el trigo con la simiente humana, con todas sus
imperfecciones, porque no os habéis dado cuenta de la esencia de mi Doctrina;
mas cuando abráis los ojos del espíritu y vuestros sentidos despierten a la
verdad, contemplaréis la divina pureza de esta revelación y entonces
abrazándola con todo el amor y el celo de vuestro corazón la llevaréis limpia
y pura, para darla a conocer a la humanidad, dividida y alejada del camino de
mi Ley.
Si creéis que mi palabra tan sólo habla a los presentes, os equivocáis, mi
palabra es para todo el que la reciba, ya sea hoy, mañana o dentro de mucho
tiempo, lo mismo será que la reciba a través de un portavoz, por un testigo o
por medio de un escrito.
A
los presentes y a los futuros os dice vuestro Padre: Si queréis ser sembradores
de la verdad, cultivadores de lo espiritual, compañeros de la paz, reconoced la
perfección de mi semilla y limpiad vuestro Corazón. Yo iré levantando uno a uno
en la lucha señalándole caminos y limpiando comarcas.
En apariencia serán necesidades materiales las que os lleven a otros lugares,
pero la verdad será que fue vuestra misión la que os levantó para mostraros la
extensión de las tierras incultas o a medio cultivar, para que en ellas
depositéis la semilla bendita que mi Espíritu os ha entregado en este Tercer
Tiempo.
Orad por todos los labriegos, hermanos vuestros, uníos todos en una oración de
igualdad y, de fraternidad; velad por las congregaciones ya sean éstas grandes
o pequeñas, cercanas o distantes.
Dejad que la savia del árbol de la vida corra por vuestro ser, para que
vuestros frutos sean también de vida.
Mi enseñanza es profunda, discípulos, mas he puesta a vuestro alcance los
medios para que lleguéis a comprenderla. Recibid a los seres del Más Allá que
os he enviado con un mensaje de luz para que os ayuden a pasar de lo espiritual
a lo divino. Escuchadlos, aconsejándoos que apartéis de vuestro corazón toda
materialidad, para que podáis transportaras a lo divino. ¿Quién mejor que ellos
para hablaros de espiritualidad? Cuando mencionan la mansión espiritual, os,
hablan con conocimiento, porque de ahí vienen a vosotros.
Esos seres pasaron por el crisol de la purificación; su lucha, su
arrepentimiento por las faltas pasadas, su experiencia y elevación espiritual,
han sido los méritos que en ellos he encontrado para enviarlos a manifestarse
entre mi pueblo.
Están limpios y pueden hablar de limpidez al mundo; me aman y os aman, por lo
tanto, tienen derecho a hablar de amor, están saturados de salud y por esa
causa pueden impartir salud a los enfermos.
Los he enviado para ejemplo de la humanidad; imitadles haciéndoos dignos de
hablar de amor, de regeneración, de paz, de espiritualidad. Si así lo hacéis,
en verdad os digo que entre mi pueblo no habrá fariseos hipócritas, de aquellos que cuidaban mucho de la apariencia material y ocultaban en el corazón la
podredumbre y el cieno.
Los que reciben en su mente la vibración de esos seres y los que escuchan sus
mensajes, debed dejarlos que se manifiesten en plenitud para que su recuerdo
sea imperecedero en el corazón de la multitud y su simiente sea inmortal en el
corazón de la humanidad, mirad que su comunicación con este pueblo terminará en
1950.
La inspiración dé ese mundo superior seguirá guiando e inspirando a los
discípulos del Señor, aunque os advierto que de tiempo en tiempo irá siendo
más sutil y más elevada su comunicación a medida que vuestra espiritualidad sea
más grande.
Este camino es para ir por él sin, deteneros, aunque también debo deciros que
hay que recorrerlo paso a paso, y no en carrera vertiginosa.
No os hundáis en la rutina, comprended cuando ha llegado el tiempo de dar un
paso más en el sendero. No es adelantéis a darlo, mas tampoco os retardéis en
hacerlo.
La forma de no estacionaras es la de apegaros a mi palabra, apartándoos de todo
acto exterior con el que quisierais sustituir al verdadero cumplimiento de mi
enseñanza.
También me tenéis como Maestro, como Padre, como Doctor. Abrid vuestro corazón,
oh multitudes, que venís con vuestro fardo de dolores. Cerrad vuestros ojos por
un momento a lo mundano y sentiréis la presencia de lo espiritual. El caminante
fatigado, percibirá la sombra de un árbol invisible que le cubre y le conforta.
El corazón necesitado de cariño, sentirá que ha penetrado en el hogar divino
donde se escucha, como si fuese un concierto, la voz del Padre. El enfermo
tendrá la sensación de que una mano dulce y misericordioso ha pasado sobre su
herida llenándola de bálsamo y calmando su dolor.
Aprended a acercamos a Mí, aprended a pedirme, a recibir y a esperar; veréis
entonces como se hacen patentes los prodigios en vuestra vida.
Este es un tiempo en que el hombre pondrá su parte de espiritualidad y fe para
que se realicen los nuevos milagros. El mundo quisiera volver a ver las obras
que hizo Jesús delante de los
hombres, a lo cual Yo os digo, que no debéis de empeñaros en seguir viviendo
una era que ya pasó. Habéis penetrado en un nuevo tiempo, y en él os daré
lecciones que aun no os han sido reveladas y repetiré mis obras, mas ahora en
forma más espiritual.
Debéis de estar atentos, discípulos, porque no sólo os hablaré por este conducto,
también buscaré comunicarme con vuestro espíritu en los instantes en que
vuestro cuerpo duerme, os enseñaré a penetrar con preparación en ese reposo y a
que vuestro espíritu se desprenda para que se eleve a las regiones de la luz,
de donde tomará la profecía para iluminar su camino, transmitiéndole su mensaje
al entendimiento.
El discípulo que sabe recibir a su Maestro en el instante en que éste le busca,
no tiene tropiezo en el sendero, ni se considera débil o solo en la lucha.
Llegad a comprender cuál es la espiritualidad que quiero de vosotros, para que
no vayáis a confundiros en un misticismo fanático, que en vez de facilitar a
vuestro espíritu el que comprenda las lecciones divinas, ponga ante ellos
nuevas tinieblas.
Preparaos, discípulos, dejad a vuestro espíritu que comience a contemplar la
vida que le espera, aquel mundo que guarda en su arcano infinitas grandezas
para los hijos de mi Divinidad.
No retardéis la hora en que vuestro espíritu llegue a tener ese gozo.
Mi pueblo crece, se multiplica, no sólo en la Tierra sino también en el valle
espiritual. Entre aquellas multitudes espirituales se encuentran los que
tuvieron lazos de sangre con vosotros, ya sea que hayan sido vuestros padres,
hermanos o hijos.
No os sorprenda que os diga que mi pueblo es tan numeroso, que la Tierra no
podría darle albergue y que deberá ser mucho más grande aún. Cuando ya lo haya
reunido y no falte uno solo de mis hijos, le será dada por morada el infinito,
ese valle de luz y de gracia que nunca termina.
Aquí en la Tierra sólo vengo a prepararos, a instruiros con mi Doctrina, para
que sepáis como acercaros a aquella vida. Esta humanidad es solo una porción
del pueblo de Dios, es menester que todos sepan estas explicaciones para que
encaminen su vida hacia el ideal de perfección. Este mensaje divino que es mi
palabra vertida por los labios del portavoz humano, quiero que llegue a toda la
humanidad. Mi palabra es campana que está llamando al mundo, su esencia conmoverá a les pueblos haciéndolos despertar para meditar sobre la
espiritualidad, sobre el destino del espíritu después de esta vida.
Mientras las religiones permanezcan sumergidas en su sueño y no rompan su
rutina, no habrá despertar en el espíritu, ni conocimiento de los ideales
espirituales; y por lo trato, no podrá haber paz entre los hombres, ni aparecerá
la caridad; no podrá brillar la luz que resuelve los graves conflictos humanos.
A
vosotros que me escucháis, os he llamado "mi pueblo", porque os he
confiado mi Doctrina, a fin de que invitéis a los hombres, no precisamente a
unirse a vosotros, porque aún adolecéis de imperfecciones, sino a penetrar de
verdad en el camino de mi Ley, la cual sí es perfecta.
Hay muchos hombres distantes de vosotros, diseminados en los pueblos de la
Tierra, ocultos entre las grandes multitudes, que son hijos de mi pueblo porque
viven en mi Ley y su ideal es alcanzar la espiritualidad por el amor hacia sus
semejantes, inspirados en el Padre. En cambio,
entre estas multitudes que día tras día vienen a escuchar mi palabra, están los
que a pesar de haberme oído años y años, no puedo aún considerarlos como de mi
pueblo, porque en vez de amor practican la mala voluntad; en lugar de caridad
demuestran egoísmo; en lugar de llevar un ideal de perfeccionamiento espiritual,
predomina en ellos el egoísmo y van siguiendo todo lo que halaga su vanidad.
Yo dije a mis discípulos en aquel tiempo: "Vengo a haceros herederos de mi
Reino", mas no creáis que por haber estado con su Maestro, se hicieron
dignos de aquella gracia; recordad que hubo uno que habiéndose sentado muchas
veces a comer con su Señor y habiendo convivido con El y escuchado muchas veces
su palabra, no fue digno de recibir aquel Testamento Celestial que el Maestro
confió a sus discípulos la última vez que estuvo con ellos en la mesa.
El Reino del Padre es la heredad de todos los hijos, es indispensable alcanzar
esa gracia mediante grandes méritos del espíritu. Quiero que no miréis como un
imposible, alcanzar la gracia que os acerca a Mí.
No os entristezcáis al escuchar en mi palabra que llegaréis a la Tierra
Prometida con grandes esfuerzos y trabajos. Alegraos, porque el que dirige su
vida hacia esa idea, no sufre, de desengaños ni se ve defraudado. No pasará con
él como sucede a muchos que van en pos de la gloria del mundo, y que después de
mucho luchar, no la consiguen, o quienes la alcanzan pronto tienen el dolor de
verla esfumarse hasta quedar en la nada.
Discípulos mi Doctrina os enseña que sin apartaros un paso de vuestros deberes
humanos y de los nobles ideales de esta vida, llevéis siempre delante de
vosotros el anhelo de caminar hacia Dios haciéndoos dignos de alcanzar el
galardón que os tiene prometido.
Está tan unido el cuerpo al espíritu, que éste, cuando sabe que su envoltura
sufre, siente como si el mal estuviese en él. Tomad mi bálsamo espíritus, y
ungid vuestro cuerpo, sobre ponedlo al dolor, impartidle fe y esperanza.
Venís con tristeza a llorar vuestras penas junto a Mí, y el Maestro es dice:
que aun cuando tiene por delante mucho dolor que curar entre sus hijos,
extiende su caridad y os toca, para que sintáis el milagro de su caricia y os
levantéis sanos dando testimonio, para que otros vengan a El.
Los que saben vencer las tribulaciones de la vida, nunca dejan que ellas turben
a su espíritu; hélos aquí recibiendo mi presencia con gran gozo en su corazón
de discípulos; mientras que el que se ha dejado vencer por las pruebas, viene
triste, derrotado; en vez de elevar hacia Mí un himno espiritual, me muestra
tan sólo su dolor y sus lágrimas. Yo recibo esa ofrenda dolorosa, pero quiero
que la tornéis en ofrenda de fe, de confianza y de paz.
¿Me preguntáis si nada puedo hacer por vosotros? ¡Ah, mis pequeños, antes de
que vosotros me pidáis, yo he depositado en vuestras manos lo, que necesitáis!
pero ocupados en la lucha y caminando sin la luz de la fe, no sabéis sentir mi
presencia, ni ver lo que dejo en vuestro espíritu, ni contemplar la luz del
nuevo día que sólo espera vuestro despertar para que la veáis brillar en plenitud.
Preguntad a los que han visto realizado el milagro en su vida, interrogad a los
que vienen con la alegría reflejada en la faz, ellos con su testimonio os
abrirán un libro, donde leeréis una historia que será un ejemplo y un estímulo
para vuestra fe.
¿Cómo podéis pensar que ame menos al que más sufre? ¿ Cómo podéis tomar vuestro
dolor como una señal de que no os amo? Si supieseis que precisamente por amor a
vosotros he venido; ¿No
os he dicho que el justo está a salvo y que el sano no necesita del médico? Si
vosotros es sentís enfermos y en vuestro examen a la luz de vuestra conciencia
os juzgáis pecadores, tened la certeza de que es a vosotros a quienes he venido
a buscar.
Si creéis que Dios ha llorado alguna vez, de cierto que no habrá sido por los
que están disfrutando de su gloria, sino por los que van perdidos o llorando.
He aquí el camino perfecto, porque en mi palabra está la luz que conduce a la
perfección.
Mi Espíritu penetra en su verdadero templo que es vuestro corazón. Desde ahí me
habéis llamado y me habéis pedido que viniese a daros mi palabra y aquí me
tenéis.
Creéis en Mí y pronunciáis mi nombre con fe. Quien guarda mis enseñanzas y las
pone en práctica, ese será salvo.
Vuestro
espíritu no podrá morir en las tinieblas de la turbación, porque nú sangre
derramada desde la cruz en el Calvario, alentó a vuestro espíritu a emprender
la marcha por el camino de su evolución, siguiendo las huellas de su Maestro.
Yo os compré a precio de mi sangre, a precio de amor. Estáis desde entonces
preparados para resucitar de entre los muertos.
Al escucharme así, íntimamente os confesáis pecadores delante de Mí, y cuando
sentís que se sosiega vuestro espíritu porque habéis oído el reclamo de la
conciencia, penetráis en una comunión de amor con mi Divinidad.
Este amor que se acerca a vosotros, es la puerta del Reino de los Cielos que se
abre ante vuestro espíritu como una eterna invitación.
¿
Quién de mis hijos se ha debilitado en su fe y va perdido en el camino, que no
me acerque Yo a él para darle la vida? ¿Quién de los que van sufriendo en
silencio, no ha sido escuchado por Mí? ¿Quién que haya quedado huérfano en la
Tierra no ha sentido en su vida la presencia y el consuelo de María que lo
conforta? ¿Quién hallándose moribundo no ha oído en su conciencia la misma voz
que le dijo a lazaro: "Levántate y anda"? Yo soy Cristo, el consuelo
y la luz del mundo. Os sigo en vuestra fe o en vuestra duda, porque sé que aun
el que más me niegue, al fin será conmigo, abrumado por el peso de sus obras.
Venid a Mí todos los que estáis cargados de penas y con mi palabra, os daré
limpidez. Al dejar de escucharme seguiréis sintiendo mi dulce compañía.
Recibid mi luz para que ella ilumine el camino de vuestra existencia y en la
hora de la muerte os libréis de la turbación; y en un instante, al pasar los
umbrales del Más Alla, sepáis quienes sois, quiénes habéis sido y quienes
seréis.
OID MI PARÁBOLA:
"Encontrábase un rey rodeado de sus súbditos celebrando una victoria
obtenida sobre un pueblo rebelde, el cual pasaba a ser un vasallo.
El Rey y los suyos cantaban victoria. El Rey habló así a su pueblo: "La
fuerza de mi brazo ha vencido y ha hecho crecer mi reino, mas a los vencidos
los amaré como a vosotros, les daré tierras en mis dominios para que cultiven
la vid y así como Yo los amo, quiero que vosotros les améis".
El tiempo pasó, y de entre aquel pueblo conquistado por el amor y la justicia
de aquel Rey surgió un varón rebelde a su Señor, a quien intentó dar muerte
mientras dormía, hiriéndole solamente.
Ante su delito aquel hombre huyó lleno de temor a ocultarse en las más obscuras
selvas, mientras el Rey lloraba la ingratitud y la ausencia de su súbdito
porque mucho le amaba su corazón.
El hombre aquel, en su huida cayó prisionero de un pueblo enemigo del rey, y
cuando fue acusado de ser un súbdito de aquel a quien no reconocían, éste
atemorizado, a voz en cuello les dijo que él se encontraba fugitivo, porque
acababa de matar al Rey, mas no fue creído y le sentenciaron a morir en una
hoguera después de atormentarle. Cuando ya sangrante iba a ser arrojado en él
fuego, acertó a pasar por ahí el Rey con sus súbditos, quienes andaban en busca
del rebelde, y al ver lo que ahí estaba aconteciendo, levantó aquel señor su
brazo diciendo a los verdugos. ¿Qué hacéis, pueblo rebelde? Y a la voz
majestuosas imperiosa del Rey, los rebeldes cayeron postrados ante El.
El
súbdito ingrato, que continuaba atado junto al fuego en espera solamente del
cumplimiento de su sentencia, estaba absorto y sorprendido al ver que el rey no
había muerto y que se acercaba paso a paso hacia él para desatarlo. Lo apartó
del fuego y curó sus heridas; luego acercó vino a sus labios, le vistió con
blanca y nueva vestidura y después de depositar un beso en su frente, le dijo.
"Súbdito mío, ¿Por qué os habéis ido de mi lado? ¿Por qué me habéis
herido? No me contestéis de palabra, sólo quiero que sepáis que os amo, y os
digo en este instante: Venid y seguidme. Aquel pueblo que presenciaba estas
escenas de caridad, maravillado y convertido, exclamó: "Hosanna, hosanna,
declarándose súbdito obediente de aquel rey. Ese pueblo sólo recibió beneficios
de su Señor y el súbdito que un día se rebeló, sorprendido por tanto amor de su
rey, hizo el propósito de pagar aquellas pruebas de afecto sin límite, amando y
venerando por siempre a su Señor, rendido ante sus obras tan perfectas".
He aquí, pueblo, muy clara mi palabra. Los hombres luchan en contra mía y
pierden su amistad para conmigo.
¿Qué daño he hecho a los hombres? ¿Qué perjuicio les acarrea mi Doctrina y mi
Ley?
sabed que cuantas veces me ofendáis, las mismas seréis perdonados, pero
entonces quedaréis obligados a perdonar a vuestros enemigos cuantas veces os
ofendieren.
Os amo, y si un paso os alejáis de Mí, ese mismo doy Yo para acercarrne a
vosotros. Si me cerráis las puertas de vuestro templo, Yo llamaré a ellas hasta
que abráis para penetrar en él.
Si creéis que ya estáis redimidos porque Yo fui en la cruz, también comprended
que tendréis que haceros dignos de aquel rescate y seguir aquel ejemplo.
Ante Mí están los que pecaron y hoy son bendecidos, los que blasfemaron y hoy
reciben dulzura en sus labios; las adúlteras que no tenían paz en su
conciencia, han sido perdonadas para que no vuelvan a pecar, porque Yo soy la
resurrección y la vida.
Si sois los discípulos y herederos del Verbo, no blasfeméis jamás, mirad que os
he dado un lenguaje dulce para expresar toda idea, toda inspiración y todo
sentimiento.
He aquí mi palabra, para el torpe y para el entendido.
Sed el pueblo bueno, sed como un espejo limpio para que todos crean que estoy
con vosotros.
¡Toma de mi amor y mi bendición en Mi nombre que Soy el Padre, el Hijo el Espíritu Santo, la paz de mi Divinidad nunca se aparte de Vosotros!
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