martes, 7 de septiembre de 2010

ENSEÑANZA DIVIVA No. 195

Escuchad mi lección, discípulos amados.

A través de la inspiración del portavoz llega a vosotros mi palabra llena de enseñanzas. Escuchándola habéis reconocido, que ella es virtud, bálsamo y regeneración, y en su esencia vislumbráis la vida del espíritu.

No creáis que a vuestro Maestro le basta tan sólo con verse rodeado de Vosotros; hay algo más que debéis hacer y que en verdad le complacería y es pagar esa deuda, que habéis contraído con Él y que aún no habéis saldado. Es una cuenta que ha pesado sobre vosotros a través de las etapas en que habéis venido a morar en la Tierra. Por eso es que en la caricia de mi palabra sentís el reclamo; en su amor encontráis un mandato y en la esencia una ley.

Vuestra mente se confunde a veces y se rebela a este cumplimiento, y es que esa deuda sólo puede reconocerla el espíritu; mas si se inclina por las satisfacciones de la tierra, será espiritualmente un paria.

Quiero que mis discípulos sean firmes en su fe y en sus convicciones, que no sean de aquellos que dicen creer en mi palabra, dicen seguirme, y al sentir que las arenas del desierto queman sus plantas, temen continuar el camino y sienten dejar las riquezas que pertenecen a este mundo; éstos sólo son prevaricadores, no han llegado aún a ser discípulos.

No esperéis encontrar este camino, sembrado de rosas, más bien presentidlo lleno de espinas Es el mismo camino que siguió Jesús, es el que conduce a la cima del calvario.

Mi palabra es la que os orienta para que no tropecéis.

Este es el tiempo en que todo entendimiento y todo espíritu reciban mi luz. Las religiones y doctrinas alcanzarán la completa lucidez y os sorprenderéis cuando veáis los pasos de espiritualidad que den vuestros hermanos sin haber escuchado esta palabra.

Velad por la paz del mundo y reconoced que mi caridad os ha tenido a salvo de la guerra.

En verdad os digo: Que a pesar de vuestra admiración y amor ante mi palabra, no le habéis dado el valor que ella tiene; mas vendrán las generaciones del mañana y se asombrarán y se sentirán sobrecogidos de respeto y recogimiento ante los libros que quedarán escritos.

Vosotros sois aquellos que encontré dormidos en el seno de diversas religiones y que aun cuando todos son caminos que conducen al mismo fin, quise venir a mostraros una vez más el camino más corto.

Sed conformes, hijos amados, y vivid en paz.

Se acerca más y más el momento en que dejaré de daros mi enseñanza, esta hermosa lección que por tanto tiempo recibisteis a través del entendimiento humano. Yo he querido que estéis preparados para que nada os sorprenda, que los enemigos de mi obra encuentren en mis testigos la fuerza invencible de la fe, y vosotros tendréis la certeza absoluta de que no estáis solos, de que me encuentro cerca de todos mis hijos.

Hoy surge de vuestro ser una fuerza que os levanta a trabajar; es la conciencia que íntimamente os habla.

En lo material es la fuerza de la ley la que os señala la forma de comportaros.

En lo espiritual, mi ley es de amor universal y se manifiesta en el aire que respiráis, en los mundos que giran en torno a vosotros y en toda la creación.

Todo vibra al ritmo de esa ley; si los seres inferiores nacen, crecen y declinan en el seno de la naturaleza, es porque viven dentro de la ley sin saber de ella.

Y ¿Por qué el hombre, dotado de la luz del espíritu, de conciencia, inteligencia y voluntad, se aparta tantas veces del sendero marcado por mi ley? Se debe a que mientras unos se olvidan del Padre, otros se forman de Mí un concepto erróneo, limitándome bajo formas imaginadas por el hombre y olvidando que Yo soy esencia y potencia y todo se encuentra bajo mi voluntad. Cuando trata de analizar de buena fe la creación, en la que está manifiesta la potencia de Dios, observa la semilla y se abisma en el misterio que ella encierra, la ve surgir de la tierra convertida en planta, estudia las distintas especies y aun cuando sus virtudes son diferentes, todas se alimentan de un mismo seno: La tierra.

La semilla es un símbolo de la vida, de la multiplicación, de la transformación y de la evolución. Y si en una criatura tan pequeña podéis contemplar la imagen del Creador, ¿Qué será cuando observéis al hombre, al cosmos o estudiéis al espíritu?

Ved que no hay forma precisa bajo la cual podáis imaginar a vuestro Dios. Estoy en todo, lo mismo en lo espiritual y eterno, que en la naturaleza material. Yo soy la vida, el espacio y la luz. Soy el remedio para todos los males que el hombre pueda encontrar.

En lo espiritual existe un antídoto para todo mal que aqueja al espíritu, así como en la naturaleza el hombre encuentra por medio de la ciencia el remedio para sus males corporales. Si analizáis, encontraréis que en los distintos reinos está manifiesta la perfección infinita del Padre. Vuestra imaginación y vuestra curiosidad van a veces más allá de lo que toca a vuestro mundo y os preguntáis si en otros mundos habrá seres y si ellos tendrán una vida y una evolución semejante a las que vosotros tenéis en la tierra. Estudiad y practicad mi enseñanza y cuando el tiempo sea propicio, conoceréis el misterio de la vida de los astros. Al hombre toca, por medio de sus méritos, rasgar ese velo. A él corresponde proseguir su camino de evolución, para que sus ojos logren al fin contemplar cuanto sea mi voluntad y hagan luz en la mente de sus hermanos. En verdad os digo que no será posible escalar hasta ahí sin sufrir tropiezos; es menester ascender paso a paso; de lo contrario, el cerebro humano se desquiciaría y nada alcanzaría a comprender.

Por eso he permitido vayáis alcanzando vuestra evolución poco a poco, al ritmo de vuestro desarrollo.

De las grandes luchas toma el hombre la luz y hace nuevos descubrimientos para adelanto de la humanidad. Pero el hombre olvida que todos sus adelantos se deben a alguien más poderoso que él y que en su mente está recibiendo la luz del creador, que es sabiduría. Es grato veros crecer en ciencia, mas en verdad os digo: Más deberíais trabajar para el espíritu que para la materia. Para ello os estoy entregando una revelación que forme en vosotros un concepto real de las criaturas, tanto espiritual como humanas y que en su sencillez encierre el conocimiento que os abra camino para una vida mejor.

Esa vida no la veréis con los ojos; de vuestro cuerpo; pero podéis anunciar estas lecciones a los hombres que vivirán aquí el mañana.

Ahora veis sólo guerras y clamáis que es castigo de Dios, cuando os he enseñado que Dios, que es Padre, no castiga; que los acontecimientos se suceden por causa de ellos mismos

¿Qué ha motivado la furia de los elementos? Todo esto ha sido provocado por la falta de armonía en que los hombres viven con la naturaleza que los rodea

El hombre llegará a reconocer la evolución a que está sujeto su espíritu, a presentir su grado de adelanto o retraso a buscar la forma de lograr su verdadero progreso; comprenderá que no debe concretarse a vivir para él, ni tan sólo tomar en cuenta la vida material

Entonces volverá los ojos en busca de mi ley, de aquella que desde Moisés entregué a la humanidad y así; analizando, llegarán los hombres al conocimiento de la doctrina que en este tiempo os he revelado y comprenderán que ella es universal.

Hijos míos, uníos. Este conocimiento que vais adquiriendo, esparcidlo en vuestros semejantes. No sólo os reunáis en los recintos, id al campo, a las montañas, ahí me manifestaré entre vosotros.

Llamáis a este siglo, el siglo de la luz, mas Yo os digo: Vosotros no lo llaméis así tan sólo por los inventos de los hombres, sino porque la luz del Espíritu Santo se ha derramado sobre todo entendimiento, abriendo a la humanidad el camino que conduce a una vida superior, la vida espiritual.

Mi palabra de este tiempo servirá para que el hombre del mañana desarrolle su espíritu y su entendimiento. ¡Cuán grande será la capacidad de aquellos para comprender y analizar.

Por eso vengo con mi palabra de luz a preparar a las nuevas generaciones y a deciros que vosotros preparéis también el camino.

Estudiad esta lección, practicadla y tendréis paz en el corazón, elocuencia en vuestros labios y convicción en vuestras palabras.

Amados discípulos del Maestro: Venid a Mí.

He venido una vez más a vosotros, acudiendo a vuestro llamado, porque veo vuestro anhelo de prepararos.

La humanidad ha hecho de estos días una tradición, para recordar a los que ya no pertenecen a este mundo. La imaginación humana ha tratado de formarse una idea del lugar en que aquellos seres se encuentran y de la vida que les rodea. Y en el anhelo de que gocen de la paz eterna, creen mirarlos a la diestra del Padre, recreándose en su gracia. Lejos se encuentran de la realidad, sin embargo vosotros, a quienes os he revelado tantas realidades de aquella vida aunque miréis que entre la humanidad existen diversos conceptos de la vida espiritual, estad unidos en espíritu con todos, bastándoos saber que todos sienten la vibración espiritual.

Tiempo llegará en que podáis abrir ante vuestros hermanos este libro que os estoy confiando, para que este conocimiento lo transmitáis de corazón en corazón.

El fin de todo espíritu es el de fundirse en la Divinidad después de su purificación y de su perfeccionamiento. Por ello inundo de luz vuestro camino y doy fuerza a vuestro espíritu, para que escaléis peldaño tras peldaño. De acuerdo con la elevación que poseáis cuando dejéis esta tierra, será la morada espiritual que habitéis en el más allá, porque el universo fue creado como una escuela de perfección para el espíritu.

Cuando terminéis aquí vuestra misión y no tengáis ya que venir, vuestro espíritu irá a habitar otro mundo, desde donde velaréis y trabajaréis por la paz y el progreso de los hombres.

Paso a paso iréis penetrando en el arcano y a medida que el espíritu se compenetre de sí mismo, irá sintiendo mayor atracción hacia el bien y ello lo acercará aún más a la Divinidad.

Los seres que se encuentran errantes en el espacio, luchando por alcanzar la luz de un mundo superior; son aquellos, que conservan las miserias e impresiones que en ellos dejó la materia y la vida terrestre; luchan entre las dos fuerzas que les atraen, la espiritual y la material, porque aún sienten el apego y el amor por las satisfacciones de este mundo.

Buscad con la oración a esos seres, porque su luz y su fuerza no les bastan aún para romper las cadenas que les atan a lo que dejaron; por ellos velad; y de los que han vencido al mundo y a la muerte, descuidad. Ellos pertenecen a mundos completamente distintos, y toda la experiencia que han recogido en la jornada, la convierten en luz, para desde ahí inspiraros. Ellos son vuestros intercesores, vuestros ángeles guardianes, los que trabajan por el bien de todos; recordadlos y amadlos.

También existen en lo espiritual enormes legiones de seres que no saben a donde ir, ni qué pensar, ni qué hacer; son los que ha poco dejaron este mundo y aún no sienten el despertar de sus facultades y potencias latentes. Por ellos orad, que vuestra voz espiritual resonará en su espíritu y les despertará para que puedan encontrar el camino que Jesús les trazó desde el mundo con su palabra y su sangre en la cruz.

Y mientras estos días son de luto, para el mundo, porque lamenta la pérdida de seres queridos, para el que conoce la vida del espíritu, no puede haber luto, mas sí regocijo, porque sabe que los que han partido de este mundo, al emanciparse de la materia, han logrado la liberación y han dado un paso más hacia la paz que da la perfección.

A vosotros os digo: No tengáis prisa por penetrar en el valle espiritual para comenzar a dar pasos de perfección en el camino. En materia, desde esta Tierra, debéis aspirar a esa perfección. Descubrid en vuestra materia, en este mundo y en la vida que os rodea, a pesar de sus amarguras y de sus vicisitudes, ocasiones sin fin de hacer méritos para el adelanto de vuestro espíritu.

La materia es sólo la vestidura temporal del espíritu, de la que cambia cuantas veces le es necesario para sus experiencias, su evolución o expiaciones. Aquél que todavía no comprenda esta ley de justicia divina, es un párvulo.

No seríais espiritualistas si dudaseis de la ley de la reencarnación, porque es un conocimiento fundamental que viene a revelar a muchos y a confirmar a quienes de ello tenían un presentimiento o intuición. En esa ley existe una razón y una justicia tan clara como la luz.

Mas quien tenga fe en esta lección y se levante a explicarla, enseñará que la materia es la envoltura o vestidura del espíritu, que ese cuerpo contribuye al desenvolvimiento del espíritu, porque le proporciona los medios necesarios para manifestarse y purificarse. La lucha interior del espíritu y la materia, del bien contra el mal, da ocasión para hacer méritos. Los sufrimientos de la carne, los deseos no cumplidos, son purificación para el espíritu, una experiencia más, aparentemente amarga, pero que más tarde se traducirá en luz. No quiero deciros con esto que para purificarse es menester el dolor. ¡Cuántos seres existen en mi seno, a quienes ha purificado el amor sin haber experimentado dolor!

Pero es destino del hombre sufrir, escalar la montaña bajo el peso de su cruz hasta alcanzar su salvación; mas no por ello despreciéis ese cuerpo a través del cual tanta amargura bebéis, antes bien amadlo, porque en él también se refleja el poder de Dios, porque es débil criatura de la cual sois responsables. Cuidadla y conducidla hasta el día en que Yo determine pediros cuenta de ella. Si os digo: Amad a vuestra materia, entended lo que quiero decir, porque no vengo a despertar en vosotros vanidades ni egoísmos; mas también amad a vuestro espíritu que es la parte noble y elevada de vuestro ser y parte de vuestro propio Padre. Amadle por muy manchado que se encontrare porque aun envuelto entre tinieblas, nunca dejará de llevar consigo una chispa de mi Divinidad que es la conciencia y siempre a pesar de todo existirá pureza en ella, desde el instante en que Yo habito en cada uno de mis hijos. Pero si esa luz es despreciada, el espíritu en su rebeldía seguirá sin adelanto y retrasará su llegada al seno de su Creador.

Aunque mis palabras y mis obras parecen contradecirse, no existe en ellas tal contradicción. Os he dicho que Dios es pureza y perfección y que vuestro espíritu es semejante a la Divinidad; pero cuando el espíritu ha caído arrastrado por las inclinaciones de la materia, al detenerse en su evolución, duda de su semejanza con el Creador, al considerarse repugnante o impuro, a pesar de que la gracia y presencia del Padre no se apartan de aquél, sólo que no pueden ser sentidas.

Trabajad en bien del futuro de vuestro espíritu. ¿Por qué temer a la muerte? Mas nada dejéis pendiente para que no tengáis que venir a purificar faltas anteriores ni a saldar deudas.

Que no pase el día sin que hayáis realizado una buena obra, así estaréis trabajando para vuestro espíritu.

No seáis fatalistas, afirmándoos en la creencia de que vuestro destino es directamente el que Dios puso en vuestro camino, y si sufrís es porque estaba escrito y si gozáis es porque también estaba escrito. Yo os he convencido de que lo que sembréis, eso tendréis que recoger. Mas oíd bien, porque habrá veces en las que recogeréis de inmediato la cosecha y en otras ocasiones, vendréis en nueva existencia a segar y recoger vuestra simiente. Analizad esto que acabo de deciros y destruiréis muchos malos juicios sobre mi justicia y muchas confusiones.

Comprendedme y que no haya duda alguna en vuestro corazón; ved que por vuestro conducto tendré que doctrinar a la humanidad. Mas si os declarasteis impotentes para explicar tan profundos misterios a los hombres, Yo haré brotar mi palabra por vuestra boca, porque la torpeza de vuestros labios no podrá ocultar la grandeza de mi obra.

07-195.55 El espíritu que llega a comprender el camino que tiene que seguir, no podrá apartarse ya de él; podrá abandonar este mundo y penetrar en otros, pero sin desviarse jamás del sendero que le marca la conciencia. El espíritu no preparado encuentra peligros lo mismo en este mundo, que en otro cualquiera. Carecerá de conocimientos que son luz, no podrá ascender y entonces su turbación hará sentir en los mismos hombres su influencia insana, al contrario de aquellos que lograron escalar las alturas de lo espiritual y que por su misma elevación se convierten en los maestros del espacio y hacen sentir su saludable influencia en sus hermanos.

07-195.56. Imitad a éstos últimos, aspirando a ese mundo donde la perfección es el ideal de amar y conocer más al Eterno, del cual brotasteis y del que no saldréis más.

07-195.57 Mi gracia se extiende en todos los espíritus, pero mientras unos la reciben, otros la rechazan. El que esté sediento de amor, que beba de Mí, que soy torrente inagotable que apaga esa sed.

07-195.58 El que esté perdido, que eleve su mirada para que contemple el rayo de mi luz y por él se guíe. El que se sienta desnudo, que se cubra con el manto de mi perdón y de mi caridad. Quien tenga dudas, que prepare su entendimiento, que Yo soy la sabiduría y de ella le revelaré. El atribulado acérquese a Mí, donde todo lo podrá encontrar y cuando haya bebido del cáliz de este amor, en él se encenderá la fe.

07-195.59 Orad por el mundo de los que sufren y haréis que alcancen los que aparentemente están abandonados.

07-195.60 Yo soy el "Verbo", Yo soy la palabra, oídme.

07-195.61 En el fondo de vuestro corazón formuláis mil preguntas. Me decís: Señor, ¿No habremos cumplido con tus órdenes? ¿No habremos hecho bien a la humanidad? ¿En vez de comprenderos, no nos habremos confundido y estaremos confundiendo a los demás?

07-195.62 No, mis hijos; por eso me encuentro aún entre vosotros, para corregiros y con mis enseñanzas impediros que cometáis errores; cuando estéis fuertes, ya no tendréis dudas ni titubeos.

07-195.63 Espiritualmente no sois niños, ya que no es ésta la primera vez, ni la Primera Era en que habitáis la Tierra. La luz del Sexto Sello, que os ilumina en este tiempo, no es la única que ha alumbrado vuestra existencia. Sois espíritus desarrollados, evolucionados en el largo camino de la evolución hacia la perfección; por lo tanto, no os confundáis, antes bien sentid el gozo porque el Señor se encuentra entre vosotros, porque es Señal de que podéis comprenderle y obedecerle.

07-195.64 En el Primer Tiempo el pueblo de Israel fue cautivo en Egipto, donde reinaban la idolatría y el paganismo. Yo permití que mi pueblo viviera y creciera en el seno de aquellos gentiles para darles pruebas de mi existencia y de mi poder a través de un pueblo que creía en el Dios invisible de Abraham, de Isaac y de Jacob.

07-195.65 Cuando las penalidades y las amarguras de la esclavitud llegaron a su máximo, hice surgir del seno de los israelitas un varón ungido de mi gracia, en el cual brillaba mi inspiración y a quien ordené y hablé así: "Id a vuestro pueblo y salvadle, está abrumado de cadena, de humillaciones y trabajos; rescatadle del yugo del Faraón, libertadle y tomando el camino que conduce a Canaán, guiadle a través del desierto, porque quiero que cuando este pueblo llegue a la tierra que os prometo, pueda consagrarse ahí un culto digno de mi Divinidad". Ese varón fue Moisés.

07-195.66 ¿Cómo rescató Moisés a un pueblo de las garras del Faraón? ¿Puso acaso las armas en las manos de su pueblo? No, su arma fue la fe en su Dios Todopoderoso.

07-195.67 Cuando aquel Faraón se opuso a los deseos de Moisés, que eran mis mandatos, demostré al pagano, que si grande era su reaciedad e incredulidad, mi justicia y mi poder eran más grandes. Diez veces desoyó mi voz y diez veces toqué al Egipto con grandes pruebas que ablandaron la cerviz y doblegaron el duro corazón del tirano

07-195.68 Moisés levantó a su pueblo y tomando el camino del desierto, le llevó a las faldas del monte Sinaí, donde él sabía que tenía una cita con su Señor; y mientras el pueblo aguardaba el retorno de Moisés, éste, elevado en oración al Altísimo, recibía de Jehová las tablas de la ley que había de regir el destino de la humanidad. El siervo obediente recibió en su conciencia aquella revelación divina y quedó también preparado para dictar por sí mismo leyes para todos los órdenes y todos los actos de la vida humana. Y después de sufrir y batallar largamente en el desierto, llegó el pueblo al fin de su destino: La "tierra de promisión". Ahí el pueblo edificó sus hogares, labró sus tierras y sus huertos, formó sus familias y adoró a su Señor. Del cumplimiento de las obligaciones con el mundo y del cumplimiento de las leyes del espíritu, hizo un solo culto para elevarlo a quien tantas pruebas le había dado de su amor y de su misericordia. Mas el culto espiritual se encontraba lejos todavía de la perfección. Las ofrendas y tributos eran materiales, sus sacrificios eran de sangre de criaturas inocentes. Tampoco dentro de la vida humana había alcanzado a obrar con gran moral y justicia. Imperaba la ley del talión que decía: Ojo por ojo y diente por diente, y en los casos en que una mujer era sorprendida en adulterio, había una ley que la condenaba a morir lapidada por el pueblo en las afueras de la ciudad.

07-195.69 ¿Por qué el Padre permitió esto en aquel tiempo? Porque la humanidad se encontraba dando espiritualmente sus primeros pasos.

07-195.70 Pasó el tiempo. Las primicias de vuestros campos, los primeros frutos de vuestras cosechas y la sangre de vuestras víctimas inocentes que en el ara me ofrecisteis, Yo las recibí.

07-195.71 Las tradiciones de aquel pueblo eran profundas, mas, ¿Quién le hubiera dicho que todo aquello habría de cambiar, que aquellas leyes y aquel culto se habrían de transformar? No fue Moisés, ni fueron los profetas quienes hicieron cambiar aquellas formas y costumbres. Moisés sólo inició el camino, los profetas sólo predijeron. Fue el Mesías prometido, el Divino Maestro, el que vino a despertaros de vuestro sueño, el que sin desconocer uno solo de los mandamientos de la ley que recibió Moisés, vino a borrar tradiciones y cultos impropios de aquel tiempo, abriendo una nueva era de luz y sabiduría, que transformaría la vida de la humanidad.

07-195.72 Yo no reformé la ley, sólo la práctica que de ella se hacía.

07-195.73 Había pasado la niñez de aquel pueblo en lo espiritual y penetraba en la adolescencia. Entonces os di a saborear manjares desconocidos y rasgué el velo de vuestra ignorancia. Toda mi palabra fue una ley condensada en una frase: "Amaos los unos a los otros".

07-195.74 Mas Yo os anuncié y os prometí mi nueva venida como Espíritu Santo, porque en aquel tiempo no os lo dije todo, y de lo que os revelé, no todo lo pudisteis comprender e interpretar, y era menester que viniese entre vosotros el Espíritu de Verdad a revelároslo todo.

07-195.75 En 1866 se escuchó por primera vez mi voz a través del entendimiento humano y se abrió un nuevo tiempo para la humanidad: La Tercera Era.

07-195.76 De su adolescencia espiritual pasa el espíritu humano a su juventud. Tiempo pasará para que llegue a su plena madurez y sus frutos sean perfectos.

07-195.77 La doctrina de Cristo fue espiritual, mas el hombre la rodeó de ritos y de formas para ponerla al alcance de los espíritus de escasa elevación.

07-195.78 Habéis penetrado en el tiempo del Espíritu, el de las grandes revelaciones, en el que desaparecerá de todo culto la materialización, la impostura y la imperfección, en que todo hombre, a través de su espíritu, reconocerá a su Dios que es todo Espíritu, y por ese camino encontrará la forma de la comunicación perfecta.

07-195.79 Desde el día en que por primera vez me comuniqué en esta forma, habéis venido tratando de comprender la grandeza de esta obra, y no le contempláis aún su fondo ni su fin.

07-195.80 ¿Quién podrá decir que le ha comprendido o que le ha practicado con perfección? Nadie; aún estáis lejos de alcanzar la perfección.

07-195.81 Mi ley, mi obra, es la escala de Jacob por la que vendréis paso a paso, peldaño por peldaño y a medida que os vayáis elevando, iréis mirando más de cerca a vuestro Padre.

07-195.82 Al iniciarse el año de 1948, primero de los tres últimos en que estaré por medio de mi palabra entre vosotros, quiero que os levantéis fuertes, practicando como el Maestro os ha enseñado, para que al final, el día de mi partida, si queréis ofrecer un homenaje de elevación y de amor al Maestro que por tanto tiempo os vino a doctrinar, ese homenaje sea digno de vuestro Señor.

07-195.83 Ante una preparación como esa, Yo haré el llamado al mundo, porque sé que podréis dar testimonio con palabras y obras de que Yo estuve entre vosotros y me manifesté y os hablé.

07-195.84 ¿No os dais cuenta de las acechanzas? ¿No miráis a vuestro derredor las tinieblas que por instantes os impiden contemplar la luz del candelabro que os ilumina, que es el del Sexto Sello?

07-195.85 No infrinjáis las leyes humanas; sanad a los enfermos con la palabra, con la oración y con el fluido. Se abre ante vosotros una nueva etapa de buenas obras y de espiritualidad. Los científicos no podrán mofarse de vosotros, la justicia humana no os sancionará y las religiones tendrán que concederos que poseéis potestad espiritual.

07-195.86 Introdujisteis símbolos en vuestras prácticas, mas de ellas debéis apartaros porque esa forma de culto pertenece al pasado y el culto del presente y del futuro es la comunicación de espíritu a Espíritu.

07-195.87 Se acerca el momento de mi partida en mi segunda venida entre los hombres, que si en silencio se ha llevado a cabo, después repercutirá hasta el confín de la tierra y movido el mundo a curiosidad, vendrá a escudriñar los lugares donde se escuchó la divina palabra, a los mensajeros que la transmitieron y los libros que quedaron. Y cuando se acerquen, ¿Cómo vais a recibirlos? No vais a presentaros desunidos ni a mostrar que en vuestro seno está la discordia. No vais a mostrar un hogar desavenido, un matrimonio sin amor o unos hijos irrespetuosos y desobedientes. No vais a causar decepción por vuestra falta de cumplimiento en los deberes espirituales y materiales. ¿Qué pasaría por la mente de aquellos, si os encontrasen faltos de elevación espiritual, llamándoos espiritualistas? ¿Qué pensarían si os encontrasen hundidos en fanatismo o idolatría?

07-195.88 Sabed, pueblo, que se acerca el tiempo en que surjan falsos profetas, falsos cristos, nuevas iglesias, nuevos labriegos; por eso velad y orad.

07-195.89 Cumplid con cada una de las órdenes de vuestro Padre, ved que su justicia está muy cerca de vosotros; esto no es una amenaza ni una sentencia, es sólo una advertencia; recordad que mi justicia es perfecta y amorosa.

¡MI PAZ SEA CON VOSOTROS!

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